Área: Economía y Comercio Internacional
ARI 162/2010
Fecha: 15/11/2010
Dos años de Cumbres del G-20: adagio spiccato
Pablo Moreno García *
Tema: La cumbre de Seúl del G-20 avanza lentamente en la reforma financiera global1, la reforma interna del FMI y el establecimiento de una nueva agenda para el desarrollo.
Resumen: Tras dos años de cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno, el G-20 está reformando lentamente y a saltos el Orden Económico Internacional. En Seúl llegan tres nuevos impulsos: parte de la reforma financiera, la reforma de gobernabilidad del FMI y una agenda para el desarrollo. En el lado del debe, se posponen una vez más –aunque con renovado impulso para 2011– la coordinación de políticas macroeconómicas para corregir los desequilibrios globales y la resolución de la ronda de Doha de la OMC.
Análisis:
Introducción
La quinta cumbre del G-20 en Seúl marca un nuevo paso en la reforma del Orden Económico Internacional (OEI) con importantes cambios que se han ido fraguando a lo largo de los últimos meses. Desde la primera cumbre de Washington en noviembre de 2008, el G-20 ha centrado su actividad en tres grandes frentes:
• Reforma del OEI: el principal avance en Corea es la reforma de la gobernabilidad del FMI, dando un mayor peso en la toma de decisiones a países emergentes y en desarrollo. Por otro lado, se da un renovado impulso a la conclusión de la Ronda de Doha de la OMC en 2011 con un lenguaje más asertivo y se lanza con fuerza propia el objetivo del desarrollo como un nuevo frente para el G-20 a través de una agenda específica, el Consenso de Seúl.
• Coordinación de políticas macroeconómicas: tras un año y medio de consenso en la necesidad de un impulso macroeconómico, el G-20 está encontrando dificultades para lidiar con las estrategias de salida. En Toronto el debate se centró en la salida de las políticas fiscales y en Seúl en las políticas monetarias y de tipo de cambio. Los líderes no han conseguido establecer recomendaciones explícitas de política monetaria por país –más allá del compromiso genérico a favor de tipos de cambio flexibles y de contención de las devaluaciones competitivas– y no sale adelante la propuesta de EEUU de fijar límites cuantitativos a los desequilibrios de balanza por cuenta corriente. Pero tampoco se ha roto la baraja. Como paso hacia adelante se publican las políticas a las que se han comprometido los países miembros (incluyéndose las de España).
1 Las opiniones expresadas en este artículo son personales y no reflejan las del Banco de España.
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Área: Economía y Comercio Internacional
ARI 162/2010
Fecha: 15/11/2010
acuerda reforzar en 2011 el Proceso de Evaluación Mutua (MAP, por sus siglas en inglés), con el objetivo de fijar un diagnóstico común sobre qué constituye un desequilibrio global y cómo corregirlo.
• Reforma del sector financiero: Seúl recoge los frutos de la reformas regulatorias que se han ido negociando en el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea y en el Consejo de Estabilidad Financiera. Se da el visto bueno a las nuevas normas de regulación bancaria, Basilea III, y se apoya el trabajo en marcha sobre regulación más estricta para instituciones sistémicas que concluirá en 2011. EL G-20 también avala los nuevos frentes en los que se debe intensificar el esfuerzo regulatorio y supervisor, incluyendo el marco de gestión de riesgos macroprudenciales, avanzar en los problemas específicos de los países emergentes y reforzar las normas y seguimiento de los sectores no bancarios.
Este ARI se centra en estas reformas y repasa los principales avances que se han producido en los dos últimos años. Asimismo, apunta a los principales retos a futuro para el G-20.
Reforma del Orden Económico Internacional
El G-20 ha impulsado cambios muy significativos en el OEI. El primer paso es la propia constitución del G-20 como el primer foro para la cooperación económica internacional y su configuración al más alto nivel político en las cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros. Pero el G-20 también ha promovido reformas en los tres pilares multilaterales del OEI diseñados en Bretton Woods, al tiempo que añade uno nuevo sobre la regulación y supervisión financiera global, que se sintetizan en la Figura 1.
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Fecha: 15/11/2010
Figura 1. Nuevo Orden Económico Internacional a partir de 2009
Interesa resaltar varios elementos principales de la reforma del OEI: (1) la informalidad institucional del G-20 y fortaleza del Estado-nación; (2) la profunda renovación del FMI; (3) la contención del proteccionismo; y (4) la nueva estrategia para el desarrollo, bautizada como Consenso de Seúl.
(1) La informalidad institucional del G-20 y la fortaleza del Estado-nación. La cumbre de Pittsburgh de septiembre de 2009 formalizó el traspaso de poderes en temas económicos del G-7 al G-20. La capacidad de actuación del G-20 se sustenta en una estructura institucional informal a partir de grupos de trabajo sobre temas específicos y la multiplicación de reuniones de segundos niveles políticos (deputies y sherpas) que permiten avanzar en las propuestas. Ahora bien, como señalan Pedro Solbes y Carlos Westendorp, “el G-20 no es la ONU”.
Esta estructura es eficaz en la toma de decisiones pero plantea claros problemas de falta de legitimidad porque no todos los países están involucrados –si bien el G-20 agrupa el 80% del PIB mundial y el 62% de la población, es notoria la ausencia de los países en desarrollo– y porque se imponen criterios de arriba hacia abajo, eludiendo los procedimientos de decisión multilaterales. La Presidencia francesa del G-20 en 2011 ya avanza que uno de sus objetivos es dotar de una estructura más formal al G-20. Sería importante que esta formalización incluya también mecanismos de rendición de cuentas.
Por otro lado, el G-20 pone de manifiesto que las relaciones internacionales basadas en el Estado-nación siguen muy vivas. En este contexto, se hacen necesarias alianzas entre países para alcanzar el pulso suficiente que permita orientar las decisiones globales. Es el caso de los cuatro países BRIC (Brasil, Rusia, la India y China) que han reforzado su cooperación a partir de 2009 a través de cumbres del Grupo BRIC anuales, y han consolidado un peso específico dentro del G-20 manteniendo posiciones comunes en muchos temas (sin perjuicio de geometrías variables en asuntos como el de la guerra de divisas, por ejemplo, que ha enfrentado intereses de China y Brasil).
Hay aquí una lección para Europa, que está perdiendo el paso por la dificultad de coordinar satisfactoriamente posiciones comunes tanto del conjunto de la UE, como de los cinco países europeos que están asistiendo al G-20 (Alemania, Francia, Italia, España y el Reino Unido). En estas circunstancias, es un gran éxito que España haya conseguido asentar su participación en todas las reuniones del G-20 desde la cumbre de 2008 (a pesar de no ser miembro formal por no haber participado cuando el G-20 se constituyó en 1999).
(2) Profunda renovación del FMI. Dominique Strauss-Kahn no exagera cuando habla de cambios históricos en el FMI. El G-20 ha impulsado un verdadero punto de inflexión en todas las políticas del Fondo. En Corea se confirma el aumento del peso de las economías emergentes y en desarrollo en la toma de decisiones a través de un trasvase del poder de voto en torno al 6% y de la reducción de dos sillas ocupadas por directores ejecutivos de economías europeas avanzadas que pasarán a países emergentes y en desarrollo. Como parte del paquete de gobernabilidad se duplican las cuotas del Fondo, lo que ha facilitado cuadrar los ajustes en las cuotas de los 186 países miembros y mantener el carácter del FMI de institución basada en cuotas. Ahora bien, en términos de presupuesto el verdadero hito se produce en la cumbre de Londres, con la triplicación de los recursos del FMI (la mayor parte del aumento de cuota de ahora se hará con cargo al aumento de recursos de los Nuevos Acuerdos para la Obtención de Préstamos –NAP– que se decidió entonces).
Junto a la gobernabilidad, el Fondo ha dado un giro de 180 grados en su política de préstamo. En marzo de 2009 se duplicó el acceso a las facilidades tradicionales, se redujo su condicionalidad (eliminándose los criterios de ejecución estructurales) y se recuperó la función aseguradora del FMI a través de la línea de crédito flexible (FCL, por sus siglas en inglés), que concede préstamos ante dificultades de balanza de pagos –frente al criterio tradicional de la necesidad– y sin condicionalidad (tan solo se fijan criterios de calificación ex-ante para acceder al crédito). Desde el otoño de 2008 el FMI ha concedido préstamos por valor cercano a los 200.000 millones de dólares, a lo que hay que sumar el aumento de préstamos concedidos a través de los bancos de desarrollo que se estima alcanzarán en 2012 los 71.000 millones de dólares anuales, duplicando los niveles de 2008.
Seúl consolida la función aseguradora del FMI avalando la flexibilización que había aprobado el Fondo en agosto de 2010 –el aumento de niveles de acceso en la FCL y activación de una segunda facilidad precautoria para países menos sólidos– y promoviendo que el FMI avance en el desarrollo de una red de seguridad financiera global a partir de reforzar su colaboración con los fondos regionales. Utilizando el símil común que compara las políticas de préstamo del FMI con el médico al que acude el paciente (el país) cuando está enfermo (crisis económica), el Fondo refuerza sus préstamos con las funciones de la medicina preventiva.
(3) Contención del proteccionismo. Respecto al comercio internacional, el G-20 ha sido más preventivo que activo. La crisis financiera llevó a una dramática contracción del comercio internacional en el año 2009 (12%), como consecuencia de la caída en la demanda agregada. Se temía que la situación podría agravarse aún más si los países recurriria a la adopción de medidas comerciales proteccionistas generando una reacción en cadena. Los países del G-20 se comprometieron a no adoptar este tipo de medidas y encomendaron a la OMC la vigilancia de su aplicación.
Según el último informe de la OMC, las tensiones proteccionistas se han contenido de forma que las medidas adoptadas desde el inicio de la crisis solamente afectan a un 1,5% de los flujos comerciales, y se espera que en el año 2010 se supere el volumen de comercio anterior a la crisis. El riesgo del proteccionismo parece venir ahora desde el frente monetario con el recurso a las devaluaciones competitivas. En el frente activo no se ha conseguido dar un impulso definitivo a las negociaciones de la ronda de Doha que languidecen después de casi 10 años desde su inicio. En Seúl vuelve a insistirse en la importancia de concluir la Ronda Doha con un lenguaje algo más asertivo que el utilizado en anteriores declaraciones.
(4) Una nueva estrategia para el desarrollo, el Consenso de Seúl. Hasta ahora, la agenda de desarrollo del G-20 se había centrado en el apoyo genérico a los Objetivos del Milenio y el impulso de medidas concretas como la inclusión financiera a través de un marco para la mejora del acceso a los servicios financieros de las pequeñas y medianas empresas y de los más pobres (microcréditos). En Seúl se aprobó una nueva estrategia para el desarrollo complementaria a los Objetivos, el Consenso de Seúl, que fija una serie de áreas prioritarias en un plan de acción multi-anual y seis principios para la política de desarrollo:
(a) centralidad del crecimiento como condición necesaria;
(b) ausencia de fórmulas únicas (cada país debe desarrollar su propia estrategia); (c) priorización por parte del G-20 de asuntos sistémicos globales y regionales;
(d) criticidad de la participación del sector privado; (e) resultados tangibles; y (f) adicionalidad de los esfuerzos del G-20 a los de los principales actores internacionales en política de desarrollo. De momento el Consenso de Seúl es un plan incipiente y será especialmente importante que en efecto se inserte en los esfuerzos multilaterales para el desarrollo, en particular los liderados por los organismos de la ONU, para evitar duplicidades.
Coordinación de políticas macroeconómicas
Se trata probablemente del principal talón de Aquiles del G-20. El primer año y medio tras la caída de Lehman la coordinación de políticas macroeconómicas en el seno del G-20 ha resultado fácil. De hecho, la coordinación no era tal, porque prácticamente consistía en poco más que en un laissez-faire en el que cada país ha aplicado las políticas expansivas y de rescate del sistema financiero que ha estimado oportunas a partir de un consenso generalizado de que hacía falta un impulso keynesiano para evitar los errores de la Gran Depresión de los años 30. Las dificultades aparecen cuando se tienen que coordinar las estrategias de salida.
Siguiendo la teoría de juegos, la coordinación internacional de políticas macroeconómicas tiende a un equilibrio de Nash no cooperativo por la disparidad de intereses nacionales y por las diferencias en el diagnóstico y modelización de la situación económica y, en consecuencia, de los efectos y las políticas necesarias para corregir los desequilibrios.
En la cumbre de Toronto de junio de 2010 se destapó la disensión entre las principales economías sobre el diagnóstico de los problemas, el alcance y el ritmo que debe seguirse en las estrategias de salida fiscal. En Seúl el debate se centró en las políticas monetarias y de tipo de cambio, encendido con la segunda ronda de quantitative easing de la FED estadounidense, que supone una inyección monetaria de 600.000 millones de dólares.
El problema no es nuevo y se arrastra desde antes de la crisis en términos de lo que se ha denominado los “desequilibrios globales” y que ahora se define en su vertiente de tipos de cambio en términos de “guerra de divisas”. En síntesis, los desequilibrios se refieren fundamentalmente al elevado déficit por cuenta corriente de EEUU financiado por los países asiáticos –especialmente China– y las economías exportadoras de petróleo, que generan un exceso de ahorro y acumulan un volumen excesivo de reservas.
Los desequilibrios han jugado un papel importante en la acumulación de riesgo sistémico y son una fuente de inestabilidad del OEI, en la medida en que contribuyen a mantener los flujos de capital hacia EEUU (y Europa), contribuyendo a mantener los tipos de interés bajos y a sostener el valor del dólar por encima de su teórico valor de equilibrio o autarquía.
Si bien como consecuencia de la propia crisis se ha reducido el tamaño de los desequilibrios, como plantean Oliver Blanchard y Gian Maria Milessi-Ferretti, no está claro que se produzca el escenario ideal de corrección gradual del déficit exterior estadounidense y reequilibrio del crecimiento en China (y economías emergentes en general) hacia la demanda doméstica con un yuan más apreciado y una menor demanda global de reservas.
El reto para el G-20 –y en este caso sobre todo para el G-2, EEUU-China– es conciliar los objetivos internos con los efectos externos de unas políticas macroeconómicas que lógicamente están determinadas en primer lugar por los condicionantes económicos y políticos domésticos. El FMI ya lo intentó en 2006 con las fallidas consultas multilaterales (una suerte de G ad hoc).
Pittsburgh ha tratado de hacerlo a través del Marco para un Crecimiento Robusto Sostenible y Equilibrado, cuyo principal elemento es el MAP. Seúl lo intenta ahora con el Plan de Acción de Seúl, cuyo principal elemento es el refuerzo del MAP en 2011 para alcanzar un marco de análisis y diagnóstico común a partir de indicadores sobre qué constituye un gran desequilibrio y cómo debe corregirse.
Hay razones para el optimismo, el G-20 se empeña en buscar la coordinación y al más alto nivel político y se ha mejorado la transparencia del proceso. Por otro lado, cuando ha habido un problema grave, como el abierto por la crisis de la deuda griega, se han tomado medidas inmediatas de consolidación y en Toronto se acordaron objetivos de reducción del déficit y estabilización de la deuda para el año 2013. Por otro lado, la presión inter pares, aunque levemente, ha dado algunos síntomas positivos, incluso en China, que ha llegado a las dos últimas cumbres permitiendo una ligera apreciación del yuan como símbolo de buena voluntad.
Reforma del sector financiero
La reforma del sector financiero ha sido un elemento central en la agenda del G-20 desde el primer plan de acción en Washington que se ha ido enriqueciendo en los planes subsiguientes de las cumbres de Londres, Pittsburgh y Toronto. En Londres se dio un paso especialmente importante con la creación del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés) como principal foro para coordinación de la regulación y la supervisión financiera global, configurándose como un nuevo pilar del OEI.
En Seúl se recogieron los primeros frutos de los trabajos encargados por el G-20 al FSB y al Comité de Supervisión Bancaria de Basilea (BCBS, por sus siglas en inglés), con la aprobación de Basilea III. Las nuevas normas de regulación bancaria mejoran la transparencia y consistencia a nivel internacional y establecen requisitos más estrictos de liquidez y calidad de capital, elevando el requerimiento mínimo de capital del 2% al 4,5%. Se establece, además, un colchón adicional de conservación del capital del 2,5% y estándares de liquidez (tanto a corto como a largo plazo) para contener el apalancamiento excesivo en el sistema. Estas medidas entrarán en vigor paulatinamente desde 2013 hasta 2018. FSB y BCBS también han elaborado nuevas normas sobre gestión de riesgos y supervisión, incluyendo la estandarización de contratos de derivados OTC y guías sobre la remuneración de directivos, sobre información pública y disciplina de mercado, y sobre la menor dependencia de las agencias de calificación de riesgos.
Quedan pendientes dos temas principales que no se han cerrado en Seúl: el desarrollo de los estándares internacionales de contabilidad y, sobre todo, la definición y establecimiento de los requisitos adicionales (por encima de Basilea III) que se exigirán a las instituciones financieras de importancia sistémica global (o G-SIFI, por sus siglas en inglés).
El G-20 llama al FSB a continuar con su agenda de trabajo en 2011 y a alcanzar un acuerdo para que las G-SIFI tengan una mayor capacidad de absorción de pérdidas, estén sujetas a una supervisión más intensiva y a planes de resolución que reduzcan la probabilidad y el impacto de su quiebra.
La dificultad que deberá resolver el FSB será evitar normas homgéneas y calibrar el grado de sistemicidad y, por tanto, graduar los requerimientos en función de los distintos tipos de SIFIs.
El G-20 también apunta a los próximos pasos en los que se deberá seguir trabajando en 2011, incluyendo:
(a) la consideración de los riesgos específicos de los países emergentes –con menor desarrollo supervisor y más sujetos a riesgos externos–;
(b) el reforzamiento de la regulación de los sectores no bancarios para evitar que las actividades migren a partes no reguladas del sistema financiero (shadow banking); y
(c) el reforzamiento de la dimensión sistémica de la regulación y supervisión prudencial (regulación macro-prudencial), ámbito en el que será especialmente importante coordinar la labor paralela que se está realizando en distintas instituciones como el FMI, el FSB y el BIS. Por último, será necesario reforzar la supervisión global, que se está sustentando en la labor de los colegios de supervisores (para las SIFI), los examen-país del FSB y la labor de vigilancia financiera del FMI, que ha hecho obligatorias las evaluaciones de estabilidad del sistema financiero para países sistémicos.
Conclusión: El G-20 está diseñando un nuevo OEI a ritmo adagio, pero con reformas sustanciales que van en la dirección de un aumento del peso de las economías emergentes en el propio diseño del OEI y del fortalecimiento de las instituciones multilaterales de Bretton Woods, lo que paradójicamente choca con la informalidad institucional y el carácter no multilateral del propio G-20. Muchos de estos cambios se están produciendo a saltos o impulsos (spiccato), a partir de decisiones puntuales del G-20 que concluye repentinamente en una reunión debates que se habían empantanado en los organismos multilaterales, en algunos casos durante años (como la reforma de gobernabilidad del FMI aprobada en Corea).
Hasta ahora, el G-20 está siendo relativamente efectivo, pero para el futuro necesitará mejorar su legitimidad.
Pablo Moreno García
Banco de España, técnico comercial y economista de Estado
Dirección Federal de Redes Sociales Internacional. Publicamos todo tipo de noticias relacionadas con análisis y comentarios sobre Economía, Finanzas, Educación, Relaciones Publicas, Ciencias Políticas, Negocios, Internet, Tecnología Electrónica, Contabilidad, Impuestos, Redes Sociales. Todo lo Relacionado a la División Internacional – Seccionales del Exterior PRD, la Dirección Técnica Internacional, Coordinación Internacional de Comunicaciones WWW.ENILDODIPUTADO.COM
sábado, 25 de diciembre de 2010
jueves, 23 de diciembre de 2010
100 COSAS APRENDIDAS DE COMO CONDUCIR CORRECTAMENTE UNA CAMPANA ELECTORAL
Por Joseph Napolitan.
100 cosas que ha aprendido en el proceso de como conducir una campana politica correctamente. La voz de la experiencia de muchos anos de trabajo.
1. La estrategia es el factor individual más importante en una campaña política
Una estrategia correcta puede sobrevivir a una campaña mediocre, pero incluso una campaña brillante puede fallar si la estrategia es errónea.
2. El efecto del “voto al ganador” no existe .
La teoría generalmente aceptada de que mucha gente vota al presunto ganador de unas elecciones por estar con quien gana, es falsa. Muchas campañas están dedicadas a demostrar que el candidato ganador es el suyo. Filtran encuestas a la prensa demostrando que su candidato va por delante de los demás, esperando que los electores se movilicen para estar con el ganador.
De hecho, ocurre lo contrario. Los seguidores de un candidato que no tiene la victoria asegurada suelen trabajar más, mientras que los seguidores del candidato que tiene las elecciones ganadas tienden a confiarse y se movilizan menos.
3. La cantidad de asistentes a los actos electorales tiene poco que ver con el voto
No quien moviliza mejor a sus seguidores tiene garantía de obtener más votos.
4. Las encuestas son esenciales pero no hay que dejarse engañar por ellas
La única razón práctica para hacer una encuesta es obtener información que ayude a ganar las elecciones. Si la encuesta no va a hacerlo, es mejor gastar el dinero en otra cosa. Quizás la información menos importante de una encuesta es la de quién va por delante un momento dado. No se puede dirigir una campaña sin encuestas adecuadas pero no se puede depender exclusivamente de ellas. Tampoco hay que hacerlas públicas a menos de que haya una rara y extremadamente buena razón para hacerlo.
5. Un partido dividido pierde fuerza
6. No hay que temer nunca la incorporación de verdaderos expertos
Hay que utilizar los mejores expertos que se puedan obtener sin preocuparse de herir los sentimientos de alguien.
7. La mayoría de campañas no saben cómo utilizar correctamente a sus asesores
La mayor parte de los candidatos y de los responsables de campaña no saben qué hace o qué debería hacer un asesor. Hay que aclarárselo al principio para que sus expectativas no sean exageradas o irreales.
8. Los espots de televisión que muestran grandes multitudes tienen escaso valor real; sólo hacen sentirse bien al candidato
Resulta siempre mejor enseñar al candidato explicando a la gente
qué hará por ello si saldrá elegido.
9. El “timing” es esencial
El “timing” es una parte esencial de una estrategia global. Utilizar un tema demasiado pronto –o demasiado tarde- puede anular su impacto. Cada situación es diferente. Para un candidato desconocido, una campaña temprana de imagen puede ser vital. para un candidato muy conocido, pude ser un derroche sin sentido. Si un oponente hace una acusación fácilmente refutable, a veces es mejor dejarle repetirla varias veces, de forma que parezca como un tonto cuando se le responda.
Pero a veces es esencial responder a las acusaciones inmediatamente. Es difícil acertar con el “timing”. A menudo es instintivo. Y en esta era de campañas computerizadas es bueno saber que el juicio humano aún juega un importante papel en las campañas.
10. La cantidad de dinero a gastar es menos importante que cómo se gasta
Mientras nadie pueda negar que es mejor tener todo el dinero que haga falta para hacer una campaña, no siempre el candidato con más dinero gana las elecciones. Hay muchos factores a tener ene dinero a gastar es menos importante que cómo se gasta
Mientras nadie pueda negar que es mejor tener todo el dinero que haga falta para hacer una campaña, no siempre el candidato con más dinero gana las elecciones. Hay muchos factores a tener en cuenta, pero seguro que uno de ellos es cuán eficazmente se gasta el dinero disponible.
Es fácil malgastar dinero en campañas políticas –y muchos candidatos lo hacen-. Y ocasionalmente es posible ahogar a un oponente en un mar de dinero. Pero en la mayoría de campañas, considerando que cada candidato tiene al menos la cantidad mínima de dinero para organizar una campaña normal, el probable ganador es el que gasta mejor su dinero. continua..................
Continuacion parte II (2) en la proxima edicion, siguelo.
100 cosas que ha aprendido en el proceso de como conducir una campana politica correctamente. La voz de la experiencia de muchos anos de trabajo.
1. La estrategia es el factor individual más importante en una campaña política
Una estrategia correcta puede sobrevivir a una campaña mediocre, pero incluso una campaña brillante puede fallar si la estrategia es errónea.
2. El efecto del “voto al ganador” no existe .
La teoría generalmente aceptada de que mucha gente vota al presunto ganador de unas elecciones por estar con quien gana, es falsa. Muchas campañas están dedicadas a demostrar que el candidato ganador es el suyo. Filtran encuestas a la prensa demostrando que su candidato va por delante de los demás, esperando que los electores se movilicen para estar con el ganador.
De hecho, ocurre lo contrario. Los seguidores de un candidato que no tiene la victoria asegurada suelen trabajar más, mientras que los seguidores del candidato que tiene las elecciones ganadas tienden a confiarse y se movilizan menos.
3. La cantidad de asistentes a los actos electorales tiene poco que ver con el voto
No quien moviliza mejor a sus seguidores tiene garantía de obtener más votos.
4. Las encuestas son esenciales pero no hay que dejarse engañar por ellas
La única razón práctica para hacer una encuesta es obtener información que ayude a ganar las elecciones. Si la encuesta no va a hacerlo, es mejor gastar el dinero en otra cosa. Quizás la información menos importante de una encuesta es la de quién va por delante un momento dado. No se puede dirigir una campaña sin encuestas adecuadas pero no se puede depender exclusivamente de ellas. Tampoco hay que hacerlas públicas a menos de que haya una rara y extremadamente buena razón para hacerlo.
5. Un partido dividido pierde fuerza
6. No hay que temer nunca la incorporación de verdaderos expertos
Hay que utilizar los mejores expertos que se puedan obtener sin preocuparse de herir los sentimientos de alguien.
7. La mayoría de campañas no saben cómo utilizar correctamente a sus asesores
La mayor parte de los candidatos y de los responsables de campaña no saben qué hace o qué debería hacer un asesor. Hay que aclarárselo al principio para que sus expectativas no sean exageradas o irreales.
8. Los espots de televisión que muestran grandes multitudes tienen escaso valor real; sólo hacen sentirse bien al candidato
Resulta siempre mejor enseñar al candidato explicando a la gente
qué hará por ello si saldrá elegido.
9. El “timing” es esencial
El “timing” es una parte esencial de una estrategia global. Utilizar un tema demasiado pronto –o demasiado tarde- puede anular su impacto. Cada situación es diferente. Para un candidato desconocido, una campaña temprana de imagen puede ser vital. para un candidato muy conocido, pude ser un derroche sin sentido. Si un oponente hace una acusación fácilmente refutable, a veces es mejor dejarle repetirla varias veces, de forma que parezca como un tonto cuando se le responda.
Pero a veces es esencial responder a las acusaciones inmediatamente. Es difícil acertar con el “timing”. A menudo es instintivo. Y en esta era de campañas computerizadas es bueno saber que el juicio humano aún juega un importante papel en las campañas.
10. La cantidad de dinero a gastar es menos importante que cómo se gasta
Mientras nadie pueda negar que es mejor tener todo el dinero que haga falta para hacer una campaña, no siempre el candidato con más dinero gana las elecciones. Hay muchos factores a tener ene dinero a gastar es menos importante que cómo se gasta
Mientras nadie pueda negar que es mejor tener todo el dinero que haga falta para hacer una campaña, no siempre el candidato con más dinero gana las elecciones. Hay muchos factores a tener en cuenta, pero seguro que uno de ellos es cuán eficazmente se gasta el dinero disponible.
Es fácil malgastar dinero en campañas políticas –y muchos candidatos lo hacen-. Y ocasionalmente es posible ahogar a un oponente en un mar de dinero. Pero en la mayoría de campañas, considerando que cada candidato tiene al menos la cantidad mínima de dinero para organizar una campaña normal, el probable ganador es el que gasta mejor su dinero. continua..................
Continuacion parte II (2) en la proxima edicion, siguelo.
APRENDIENDO ALGO MAS SOBRE COMO CONDUCIR CORRECTAMENTE UNA CAMPANA ELECTORAL
100 Cosas que he aprendido en 30 años de trabajo - Por Joseph Napolitan. (Parte 2)
Diciembre 22, 2010 - 17:02 —
Articulos
11. Si algo funciona, hay que seguirlo usando hasta que deje de hacerlo
Lo nuevo no es necesariamente mejor.
12. Hay que asegurarse de que el mensaje sea claro y comprensible
La definición de una estrategia global implica definir el mensaje o mensajes correctos para ser comunicados a los grupos sociales que son nuestro objetivo o a la sociedad como conjunto. Sea cual sea el mensaje, debe ser claro y comprensible para todo el mundo.
13. Nunca hay que subestimar a la inteligencia de los votantes ni sobreestimar la cantidad de información a su disposición
El electorado no es estúpido. Pero a menudo no tiene información suficiente a su disposición para tomar la decisión correcta, es decir apoyar a nuestro candidato. No es responsabilidad suya buscar y obtener esa información; es nuestra responsabilidad ofrecérsela, en bandeja de plata si es necesario. Si, al final de una campaña, los votantes no entienden aún lo que el candidato intenta decirles, eso es culpa del candidato, no de los votantes.
14. En la publicidad pagada debe atacar al oponente un tercero
Este no es lugar para discutir el mérito o demérito, la moralidad o inmoralidad de atacar a un oponente. Yo sigo una regla personal: la trayectoria pública de un candidato es susceptible de ataque, su vida privada no. Pero los ataques son un hecho de la vida política, y si hay que usarlos es mejor hacerlo de la forma más efectiva. Es preferible que el candidato no ataque a su oponente en espots de radio o televisión; es preferible presentarlo como un tipo simpático.
Cuando un ataque está justificado, el mensaje negativo debe ser transmitido por un voz en off, o el texto de un anuncio, o por una persona que no sea el candidato.
15. No subestimar el poder y la penetración de la radio .
Es cierto que la televisión puede ser el más emocional y persuasivo de todos los medios, pero la radio le sigue de cerca y tiene varias ventajas sobre la televisión: es menos cara de producir, puede ser producida rápidamente, puede ser dirigida más efectivamente a grupos concretos, tiene un menor coste de compra. La efectividad de la radio exige una gran atención a la creatividad –diferente a la de la TV.
16. No hay que subestimar el impacto de una administración impopular
Este es uno de los obstáculos ocultos, cómo tratar de medir el impacto de un partido dividido. Para determinar la actitud de los
votantes hay que tener en cuenta que los méritos del os candidatos son muy similares y que si uno representa a un partido cuyo gobierno tiene una imagen impopular es muy probable que pierda.
17. La percepción es más importante que la realidad .
Si los votantes creen que el candidato X es un hombre honesto, éste puede robarles sus carteras y salir bien librado; si creen que el candidato Y es un ladrón, será inútil que cuatro cardenales y 16 obispos testifiquen a su favor.
18. Dirigir una campaña no es un proceso democrático .
Es más parecido a una operación militar, si se hace bien. Todas las voces no deben ser iguales en las discusiones y decisiones de campaña. Una campaña debe tener expertos en diversas áreas. Sus opiniones deben ser valoradas. La última palabra debe tenerla el responsable de campaña. Está bien si quiere hablarlo con el candidato. Está bien si acepta la opinión de sus colaboradores. Pero seguro que no debe tomar sus decisiones sobre la base de una persona, un voto.
19. Hay que asegurarse de que el candidato conoce sus propuestas
Parece mentira, pero no siempre es así. Ya es bastante malo que el candidato no conozca las posiciones del adversario; pero lo que es verdaderamente malo es que no conozca las suyas. Son cosas que pasan.
20. No complicar la campaña
Hay tres pasos para ganar cualquier elección:
1.decidir qué se va a decidir
2.decidir cómo decirlo
3.decirlo
Todo debe ser tan claro y sencillo como sea posible, desde el organigrama de campaña al encabezamiento de las cartas.
Artículo relacionado: 100 Cosas que he aprendido en 30 años de trabajo - Por Joseph Napolitan. (Parte 1)
domingo, 19 de diciembre de 2010
LAS FILTRACIONES DE LOS SECRETOS DE LOS CABLES DEL DEPARTAMENTO ESTADO DE USA, ANALISIS Y CONSECUENCIAS
Los papeles del Departamento de Estado
La gran filtración»
ANÁLISIS: La gran filtración
Lo que de verdad ocultan los Gobiernos
El interés por los papeles de WikiLeaks se explica porque revelan como nunca antes hasta qué grado los políticos de Occidente han estado engañando a sus ciudadanos
JAVIER MORENO 19/12/2010
El interés global concitado por los papeles de Wikileaks se explica principalmente por una razón muy simple, pero al mismo tiempo poderosa: porque revelan de forma exhaustiva, como seguramente no había sucedido jamás, hasta qué grado las clases políticas en las democracias avanzadas de Occidente han estado engañando a sus ciudadanos. EL PAÍS ha asumido desde el principio el reto de revelar lo que el poder oculta y responder a la obligación profesional de informar a sus lectores.
Revelar lo oculto es la piedra de toque del periodismo comprometido
Los cables muestran un desprecio constante por los procedimientos
Los cables secretos del Departamento de Estado- FERNANDO VICENTE
» 1. La filtración y sus consecuencias. Cuando un viernes por la tarde del mes de noviembre Julian Assange llamó a mi teléfono móvil, apenas le podía oír. Entrecortada por la barahúnda habitual de un fin de semana en el aeropuerto de Roma, donde me encontraba aquel día de regreso a Madrid, la conversación fue extrañamente breve. Assange habla despacio, sopesa con extremo cuidado cada palabra que pronuncia y su voz grave, como de barítono, tiende a volverse inaudible al final de la frase, característica ésta que no facilita precisamente la comprensión. Momentos antes los carabinieri habían mostrado un interés especial por mi escaso equipaje, y en ese preciso momento se aprestaban a analizar las trazas químicas de un trapito blanco con el que previamente habían repasado todas las superficies de mi iPad, aunque nunca supe si era en busca de explosivos, de drogas o de las dos cosas.
Washington ha ejercido grandes presiones en España para frenar o boicotear causas judiciales contra intereses estadounidenses. Así fue en el 'caso Couso', en el de los vuelos de la CIA y en el de las torturas en Guantánamo-
Se trata por lo general de una situación que me intranquiliza, pero a la que ese día apenas presté atención. Assange, según entendí, estaba dispuesto a facilitar a EL PAÍS 250.000 comunicaciones entre el Departamento de Estado y las embajadas de Estados Unidos en una treintena de países, en lo que suponía de hecho la mayor filtración de documentos secretos de la historia. Acordamos proseguir la conversación en otro momento más propicio y luego nos despedimos.
Cuando retomamos el diálogo dos días después, esta vez ya en profundidad, empezaron a perfilarse con una claridad inusitada las gigantescas cuadernas del proyecto que ha venido luego a conocerse como el cablegate. En paralelo me fui dando cuenta, con mayor precisión si cabe, de las importantes consecuencias que de todo ello se iban a derivar para la maquinaria diplomática de EE UU, para la reputación de su Gobierno, la de sus aliados, la de sus adversarios, para el futuro del periodismo y aun para el debate sobre las libertades en las democracias occidentales.
Hoy, tres semanas después de que The Guardian, The New York Times, Le Monde, Der Spiegel y EL PAÍS comenzáramos a publicar las informaciones que ahora todo el mundo conoce, me atrevería a afirmar que de todo este asunto se puede extraer ya una primera conclusión, siquiera provisional, pero muy importante según trataré de explicar luego. Más que un agudo estado de crisis de seguridad supranacional, como anticiparon algunos, lo que verdaderamente se ha instalado entre las élites políticas en Washington y en Europa es una espesa atmósfera de irritación y de embarazosa contrariedad que resulta extremadamente reveladora del alcance y del significado real de los papeles de Wikileaks.
No fueron precisamente esos los augurios. Bien al contrario. Desde antes de publicarse la primera línea se sucedieron las más diversas admoniciones en contra, tanto en público como en privado. Portavoces en Washington advirtieron de la irresponsabilidad del empeño. Los directores de los periódicos responsables del proyecto fuimos también debidamente advertidos de que la publicación del material que ya teníamos en nuestro poder -tanto las crónicas elaboradas por nuestras redacciones como los despachos en las que aquellas se basaban- pondría en peligro decenas de vidas, arruinaría nobles esfuerzos diplomáticos vitales para cimentar la lucha contra el terrorismo mundial y debilitaría de forma irremediable la coalición internacional encabezada por Estados Unidos, al exponer a sus socios a situaciones tan embarazosas que dificultarían o impedirían la colaboración entre ellos.
No me sorprendió pues que el presidente Barack Obama calificase las filtraciones de actos deplorables. Tampoco que la secretaria de Estado Hillary Clinton utilizase esos argumentos, casi con esas mismas palabras, durante su primera comparecencia ante la prensa en Washington para condenar las acciones de Wikileaks y lamentar la decisión que, sin atender a los ruegos de su Administración, finalmente tomamos los cinco periódicos que habíamos tenido acceso al material filtrado.
Lo que éste comenzó enseguida a revelar dejó seguramente pequeñas las peores pesadillas del Departamento de Estado, al tiempo que levantó quejas amargas de diplomáticos en todo el mundo. No sólo quedaban al descubierto algunas de sus maniobras u órdenes menos confesables, sino que también se acumulaban pruebas del doble discurso de los aliados de Washington en los más diversos asuntos -muchos de ellos en clave estrictamente nacional-, que veían con estupefacción cómo la publicación de los despachos les dejaba en evidencia, ora frente a países vecinos y aliados, ora frente a sus conciudadanos, quienes descubrían con comprensible irritación opiniones, declaraciones o acciones de sus líderes que les habían sido convenientemente ocultadas.
» 2. América, haciendo su trabajo. No dispongo en estos momentos de información precisa, pero resulta evidente para cualquier observador que la Administración estadounidense llegó bien pronto a la conclusión de que su estrategia inicial de condenar las filtraciones, deplorar su difusión y predecir un apocalipsis diplomático como consecuencia inmediata de su publicación no surtía el efecto deseado. Así que pronto se articuló otra muy distinta que encontró con rapidez su camino en hartos editoriales y artículos de opinión en importantes periódicos, revistas y televisiones de Estados Unidos y de otros países.
Más que mentiras o engaños, los telegramas mostrarían las habilidades de los diplomáticos estadounidenses, según esta nueva interpretación apoyada sobre todo por medios conservadores. Más que sus fracasos, la información que se iba conociendo pondría de relieve cómo la maquinaria de Washington se conduce, in situ y en privado, según los mismos altos principios proclamados en público desde los púlpitos oficiales del Capitolio. Y en toda ocasión, América demostraría profesar más atención a los intereses de la seguridad internacional que a los suyos propios.
Como casi siempre y para desgracia de los españoles, se dio también una versión castiza de las exculpaciones anteriores, que devino en estrambote nacional cuando fueron los propios periódicos los que sostuvieron sin rubor que la mayor parte de los contenidos de los cables filtrados, y aun el conjunto de ellos en su totalidad, no pasaba de la categoría de cotilleos o chismes sin valor alguno para los ciudadanos en general y para sus lectores en particular, a los que consiguientemente se les hurtó la información.
No pocos comentaristas y tertulianos en España les siguieron en esa tosca argumentación, por pereza mental o por otras motivaciones igualmente espurias, ignorando así de forma bochornosa la oleada de interés público que la publicación de los papeles de Wikileaks ha suscitado en todo el planeta.
» 3. Mintiendo a los ciudadanos. Nada de lo anterior resultó cierto, naturalmente, como a estas alturas han podido comprobar por sí mismos los millones de lectores que han seguido con avidez la información en periódicos, webs, blogs y demás contenedores informativos en todo el mundo.
Sería tarea vana dedicar mayor esfuerzo a refutarlo. Por el contrario, tengo para mí que el interés global concitado por los papeles de Wikileaks se explica principalmente por una razón muy simple, pero al mismo tiempo muy poderosa: porque revelan de forma exhaustiva, como seguramente no había sucedido jamás, hasta qué grado las clases políticas en las democracias avanzadas de Occidente han estado engañando a sus ciudadanos.
Lo mismo cabría predicar desde luego de Gobiernos con menor pedigrí democrático en otras zonas del mundo, lo que si se quiere resulta menos sorprendente y, desde luego, constituiría materia de otro ensayo. Baste reseñar aquí el inicial júbilo de la dictadura cubana, que celebró con alborozo los apuros por los que previsiblemente iba a pasar Washington en los días siguientes. Júbilo que se trocó primero en incomodidad al trascender los relatos sobre el grado de implicación de sus agentes secretos en Venezuela y otros países latinoamericanos, así como el nivel de deterioro de su economía, y que acabó luego en insultos a este periódico y a su grupo editor.
La lista de argucias que dejan al descubierto los papeles de Wikileaks es larga, y no pretendo aquí realizar un recuento exhaustivo. La enumeración de algunas de entre ellas, sin embargo, sí resulta imprescindible para la argumentación de este esbozo, pues la mayoría afecta a los fundamentos democráticos de nuestras sociedades, así como a su correlato moral en unos tiempos de creciente escepticismo de los ciudadanos con sus gobernantes.
Decenas de miles de soldados libran en Afganistán una guerra que sus respectivos primeros ministros o presidentes consideran de imposible victoria. Decenas de miles de soldados sostienen con sus esfuerzos a un Gobierno cuya corrupción es conocida y tolerada por aquellos que les enviaron a luchar. Según revelan los despachos de Wikileaks, ninguna de las principales potencias occidentales involucrada cree firmemente en la posibilidad de que el país sea viable a medio plazo, por no hablar ya de su altamente hipotético ingreso al club de las democracias, objetivo declarado de los combatientes. Así que a nadie debería sorprender que el vicepresidente afgano traslade al extranjero millones de dólares en maletines con el consentimiento de sus patronos en aras de mantener la fachada de que el país asiático cuenta con un Gobierno si no decente, al menos semisolvente.
Pakistán se ahoga en la corrupción, mantiene un arsenal nuclear en tan lamentable estado que cabe razonablemente temer por su seguridad y ayuda a grupos terroristas que se emplean a fondo contra India y en países de Occidente. Dinero en abundancia proveniente de donantes en Arabia Saudí o los emiratos del Golfo financia también el terrorismo de grupos suníes sin que Estados Unidos denuncie a sus firmes aliados en la región como potencias del mal ante las tribunas internacionales. Clinton o alguno de sus subordinados más directos ordenó espiar en la ONU no sólo a un grupito de países raros -sospechosos desde siempre por su excentricidad en la geopolítica global y sobre cuya necesidad de ser espiados parece existir consenso entre los más desenvueltos- sino al propio secretario general de la organización sin que éste, que se sepa, haya exigido explicación alguna a semejante violación de su estatuto internacional.
Parecería ahora, a tenor de aquellos que sostienen que los papeles de las embajadas no contienen novedades de envergadura, que los ciudadanos estaban ya al corriente de todo lo anterior, así como del resto de exclusivas de impacto que han inundado las primeras páginas de los periódicos de todo el mundo durante dos semanas. No voy a insistir más en la falacia de tal aseveración. Me interesa más señalar que la publicación de los cables secretos revela por añadidura que, colectivamente, la clase política en Occidente era consciente de la situación en Afganistán, de las turbias maquinaciones de Pakistán o de las ambigüedades de los países árabes aliados de Washington, por limitarme únicamente a los ejemplos antes citados, en un ejercicio de doble moral sin muchos precedentes conocidos. Sabían, pero ocultaban. Y los destinatarios de semejante impostura eran sus electores, las sociedades con cuyo esfuerzo en soldados y en impuestos se sostiene la guerra en Afganistán.
No me parece ya exagerada la comparación de agudos observadores, como John Naugthon, cuando señalan que el régimen de Karzai resulta igual de corrupto y de incompetente que el Vietnam del Sur sostenido por Estados Unidos en los setenta. Y que Washington y la OTAN se están hundiendo en una ciénaga, la afgana, cada vez más similar a la que sufrió Estados Unidos con el régimen de Saigón hace cuarenta años.
4. La incompetencia de las élites políticas. Sin duda argumentarán los más cínicos que nada de todo esto resulta ajeno a la forma en la que tradicionalmente se ha conducido la alta política internacional, y que el correlato objetivo del oficio consiste precisamente en el mantenimiento de los secretos diplomáticos, sin los cuales el mundo resultaría más ingobernable si cabe y por ende más peligroso para todos. Las clases políticas a ambos lados del Atlántico vienen por ello a transmitir un mensaje tan sencillo como ventajista: confíen en nosotros; no intenten desvelar nuestros secretos; a cambio, les ofrecemos seguridad.
¿Pero cuánta seguridad ofrecen realmente a cambio de aceptar tamaño chantaje moral? Poca o ninguna, pues se da la triste paradoja de que se trata de la misma clase política que se mostró incapaz de supervisar adecuadamente el sistema financiero internacional cuyo estallido provocó la mayor crisis desde 1929, arruinó a países enteros o condenó al desempleo y a la depauperación a millones de trabajadores. Los mismos responsables del deterioro de los niveles de vida y de riqueza de sus conciudadanos, del incierto destino del euro, de la falta de un proyecto europeo de futuro y en fin, de la crisis de gobernanza global que atenaza al mundo en los últimos años y a la que no son ajenas las élites en el poder en Washington y Bruselas.
No estoy seguro de que mantener ocultos los secretos de las embajadas nos garantice una mejor diplomacia o un desenlace más benigno a las encrucijadas actuales.
Las incompetencias de los Gobiernos occidentales respecto a la crisis económica, el cambio climático, la corrupción o la agresión militar ilegal en Irak y otros países han quedado abundantemente expuestas ante la opinión pública en los últimos años. Ahora sabemos además, gracias a los papeles de Wikileaks, que todos ellos son conscientes de su desgraciada falibilidad, y que sólo la inercia de las maquinarias oficiales y el poder de mantener los secretos les evitan tener que rendir cuentas ante los ciudadanos, razón última en una democracia.
Ese poder inmenso, el de evitar que la verdad aflore, el de mantener secretos los secretos, es el que ahora, siquiera de forma parcial, limitada, aleatoria han venido a quebrar las revelaciones que nos ocupan.
Comprendo bien que, ante semejante destrozo en sus reputaciones, tanto para el Gobierno de Estados Unidos como, en un tono menor, para sus aliados occidentales resulte irresistible centrar la culpa en Julian Asssange. Ahí creen tener un blanco fácil. ¿Cuáles son sus motivaciones? ¿Qué inconfesables procedimientos emplea? ¿Por qué y bajo qué condiciones cinco grandes medios de prestigio internacional accedieron a colaborar con él y con su organización? No son preguntas ilícitas, naturalmente, y han sido contestadas a satisfacción en los últimos días por los directores de los cinco periódicos que hemos llevado adelante este proyecto, pese a que el martilleo oficial -o peor aún, el martilleo sicario que se embosca en ciertos periódicos y televisiones- insista una y otra vez en lo contrario.
» 5. Assange y los procedimientos. Aunque el director adjunto de EL PAÍS, Vicente Jiménez, y el subdirector Jan Martínez Ahrens mantuvieron varias reuniones con él en Suiza, yo sólo conozco a Assange de un encuentro en persona en Londres que se alargó muchas horas y del par de conversaciones telefónicas que he relatado al inicio de este texto. Insuficiente desde luego para que pretendiera esbozar aquí un perfil con el imprescindible rigor periodístico. Pero sí bastante para dar testimonio de que lo único que se discutió en todos los encuentros fue la conveniencia de acordar un calendario común de publicación y la exigencia de proteger nombres, fuentes o datos que pudiesen poner en riesgo la vida de personas en países en los que la pena de muerte sigue vigente, o en los que no rige el Estado de derecho como se disfruta en Occidente.
Ni hubo petición de contraprestación económica alguna por su parte ni EL PAÍS la hubiese aceptado. Los papeles, en sí, ofrecen una fiabilidad fuera de todo cuestionamiento y nadie, ni siquiera en las filas de los adversarios de su publicación, empezando por la Administración estadounidense, ha dudado de su autenticidad.
Tanta obcecación por centrar la atención en Assange y sus métodos, tanto interés por escrutar sus motivaciones, tantas maniobras por destruir su reputación personal contrastan sin embargo con la colosal falta de respeto, cuando menos, que los diplomáticos estadounidenses muestran hacia las legislaciones, las normas y los procedimientos de los países en los que ejercen su oficio, empezando por España, a juzgar por los cables publicados.
Lo más importante de las revelaciones de Wikileaks son sin duda alguna las propias revelaciones, pese a que gran parte de la cobertura mediática sobre Assange haya preferido hurgar en los supuestos pactos inconfesables con los periódicos que hemos difundido las informaciones, en la financiación de su organización, en su pretendida opacidad o en unas acusaciones de agresión sexual cuya endeblez, a expensas de lo que finalmente determine la justicia sueca si se produce la extradición, no deja de resultar inquietante.
Y pese al fascinante debate que se ha abierto sobre el futuro del periodismo y las nuevas tecnologías en la era de Wikileaks, tampoco debería éste centrar ahora todo el interés de los periodistas. Resulta de todo punto imprescindible insistir por ello en que nos encontramos ante noticias de cuya importancia solo fingen dudar aquellos interesados en ocultar los daños que han causado en nuestras democracias.
Más allá de lo que determinen las leyes, después de quince días de revelaciones ha quedado meridianamente claro que la Embajada de Estados Unidos en Madrid presionó, conspiró e hizo lo posible y lo imposible para lograr aquello que, en público, ningún embajador se hubiese atrevido ni siquiera a sugerir, no digamos ya exigir.
Todos los casos son graves, y no es cuestión aquí y ahora de extenderse en cada uno de ellos. Pero a ningún observador atento se le escapa que las maniobras para conseguir el archivo de los tres casos en la Audiencia Nacional que de una manera u otra afectaban a Estados Unidos, así como las gestiones para forzar a bancos y empresas españolas a abandonar los negocios que de acuerdo con la legislación internacional realizaban en Irán comparten una misma característica: el desprecio por la legislación española, y aun por la internacional.
Que los jueces españoles sean ferozmente independientes, como recordó a la embajada en más de una ocasión el fiscal general o algún ministro, o que ninguno de los bancos u empresas con transacciones en Irán violase ninguna norma, no ya española, sino tampoco de rango internacional, no fue óbice para el ejercicio de las presiones más obscenas, de las que hemos publicado hasta los últimos detalles.
» 6. Los daños morales. Desconozco de quién partió la orden. No sé si se trató de una directiva recibida de Washington o fue producto del espíritu emprendedor del propio jefe de la legación. Pero la determinación en ambos asuntos, por lo que conocemos del relato detallado de los hechos, fue rotunda: cerrar los casos de la Audiencia Nacional a como diese lugar e impedir los negocios con Irán de firmas españolas.
No se dudó para ello en emplear cualquier método, sin reparar en los costes. Y los costes fueron altos. A expensas de que se haya podido cometer algún delito tipificado en el Código Penal que convendría aclarar debidamente, del embrollo en la Audiencia Nacional quedó en la retina de los españoles la excesiva promiscuidad con la embajada de ministros y fiscales, la sensación de un doble discurso, de una doble moral, de un paisaje demoledor para la salud democrática de este país.
De forma similar, los diplomáticos estadounidenses en Berlín advirtieron al Ejecutivo alemán de las graves consecuencias de proseguir con el procedimiento legal contra los agentes de la CIA acusados de secuestrar a Khaled El-Masri, ciudadano germano, y trasladarlo a Afganistán para ser interrogado bajo tortura. El-Masri fue posteriormente abandonado en Albania toda vez que los agentes descubrieron que habían secuestrado a la persona equivocada.
El secuestro y la tortura son delitos graves. Ningún Gobierno, tampoco el de Estados Unidos, debería contemplarlos con la indulgencia que transpiran los documentos secretos. Presionar a un Gobierno aliado para evitar que los acusados sean investigados resulta inaceptable y, francamente, encaja con dificultad con la idea de que los papeles de Wikileaks muestran tan solo a diplomáticos estadounidenses haciendo mal que bien su trabajo.
Otro tanto cabría predicar del caso de las empresas y bancos españoles en Irán. Para clausurar sus magros negocios en el país de los ayatolás y sus minúsculas oficinas de representación, en el caso de los bancos, se recurrió a conseguir información del Banco de España que el mismo subgobernador, a la sazón José Viñals, se encargó de recabar y hacer llegar a la Embajada. Leí con interés las explicaciones de los portavoces del banco central. A mí no me tranquilizaron.
Y puedo imaginarme que la misma sensación que tuve de que la Embajada estadounidense dispone de un poder excesivo sobre los principales organismos de este país la habrán compartido muchos ciudadanos, conscientes de la importancia de la independencia y la dignidad de las instituciones en una sociedad democrática.
La distancia entre los objetivos y los medios empleados para conseguirlos resulta por ello de una desproporción devastadora. El caso Couso sigue abierto, un desarrollo que en última instancia honra y salva al sistema judicial español. Los raquíticos intercambios comerciales y financieros de las empresas y bancos españoles afectados de poco servían para avanzar la causa de los ayatolás, ciertamente inquietante por lo demás. Pero a cambio de lograr tan escuálido resultado no se dudó en violar todos los procedimientos.
Una democracia se compone de los más diversos elementos, instituciones y normativas: elecciones con regularidad, jueces independientes y prensa libre, entre muchos otros. En la base se encuentran los procedimientos. Cuando se atropellan estos últimos, se pone en riesgo todo lo anterior.
Eso es lo que, en última instancia, muestran los papeles de Wikileaks: un desprecio constante por los procedimientos incompatible no solo con el funcionamiento de las instituciones de un país sino también, o especialmente, con la mejor tradición legal y democrática de Estados Unidos. De paso, en su destrozo, daña más allá de cualquier reparación posible la imagen de tantos Gobiernos que muestran, a la luz de lo revelado hasta ahora, una necesidad de acomodo y una triste desnudez moral que resulta patética a ojos de los ciudadanos.
Es de justicia aceptar que existe una distinción fundamental entre el Gobierno elegido por los ciudadanos de un país, temporal siempre en su ejercicio del poder, y el aparato militar, burocrático o diplomático en el que aquel se sostiene, pero al que no siempre controla, o lo hace de forma superficial, que en numerosas ocasiones funciona al margen y casi siempre con un deficiente grado de rendición de responsabilidades. Esta idea antigua, formulada hace ya cien años por Theodore Roosevelt en su plataforma progresista de 1912, es lo que las revelaciones contenidas en los papeles filtrados vienen tristemente a certificar.
No digo que Obama o Clinton no deban ofrecer explicaciones. Me limito a constatar que casi todo lo que hemos conocido por los cables tuvo lugar al margen e independientemente de quién ocupaba la cúpula del poder en Washington. Que con seguridad sucedía de forma similar antes de tomar posesión la actual Administración demócrata y con probabilidad seguirá sucediendo cuando ésta haya abandonado la Casa Blanca.
» 7. Las obligaciones de los periódicos. El poder detesta la verdad revelada, escribía sir Simon Jenkins en The Guardian a propósito de Wikileaks. Yo añadiría que, sobre todo, el poder teme la verdad cuando la verdad no coincide con su discurso. Aquel viernes en que recibí la primera llamada telefónica de Assange supe de inmediato que EL PAÍS tenía entre manos una gran historia, y que nuestro deber era publicarla.
Vinieron luego las conversaciones con el resto de diarios, la evaluación de los pros y los contras, el cuidadoso sopesar de las consecuencias, los días y las noches y de nuevo los días de cavilaciones. Pero hubo algo que nunca, nadie de los que participamos en todo el proceso puso jamás en duda: lo verdaderamente responsable, lo legal y lo importante para las sociedades democráticas a las que nos dirigimos -y con cuyo impulso y progreso nos sentimos comprometidos- era dar a conocer la historia. Revelar lo oculto constituye la piedra de toque definitiva del periodismo comprometido, y nuestra raison d'être última.
Publicar informaciones confidenciales, reservadas o cuyas consecuencias políticas, económicas o sociales exceden de lo común plantea siempre un dilema, sobre todo si se trata de documentos de los que los Gobiernos puedan aducir, con razón o sin ella, que amenazan la seguridad nacional o la vida de determinadas personas. Dar a conocer esas informaciones pone a prueba algunos límites morales. Por supuesto, también tantea los contornos de determinadas normas legales. A veces puede ser irresponsable. Y siempre resulta incómodo.
Los papeles del Departamento de Estado no han sido una excepción. Y en verdad no suelen darse tantas: en mis casi cinco años como director de este periódico la situación no se ha producido en más de una decena de ocasiones. Puedo entender las objeciones oficiales a hacer públicos ciertos detalles, operaciones aún en marcha, nombres o lugares por el alto riesgo que su publicación comporta. A evitarlo los periodistas de EL PAÍS han aplicado toda su capacidad profesional, que es mucha, así como a proveer del contexto necesario una información que de por sí puede resultar prolija en exceso y difícil de seguir en todas sus consecuencias.
No comparto, naturalmente, otras objeciones. Sobre todo aquellas que persiguen mantener ocultos hechos que no ponen en riesgo más que la carrera política o la estatura moral de quien ha emitido opiniones francas, en demasiadas ocasiones contrarias a aquellas que sostiene en público, en el convencimiento de que su doble juego no corría riesgo alguno de acabar en las primeras páginas de cinco periódicos de alcance internacional.
Soy consciente de que publicar esta información pese a las objeciones de los Gobiernos supuso correr determinados riesgos. Pero también sé que nos resultaba de todo punto impensable escamotear a los lectores de EL PAÍS, a ambos lados del Atlántico, el relato detallado de lo que nuestros Gobiernos, así como el de Estados Unidos, hacen en nombre suyo, en el convencimiento de que, finalmente, la información redundará siempre en un ciudadano más comprometido con la democracia.
Es tarea de los Gobiernos, no de la prensa, mantener los secretos mientras puedan, y no seré yo quien discuta su derecho, ciertamente legítimo, a hacerlo así siempre que ello no encubra hechos dolosos o engaños a los ciudadanos.
Pero el principal de los deberes de un diario consiste en publicar aquello que haya averiguado, y en buscar las noticias allá donde las pueda conseguir. Como dije ya en un chat con los lectores de EL PAÍS, los periódicos tenemos muchas obligaciones en una sociedad democrática: la responsabilidad, la veracidad, el equilibrio y el compromiso con los ciudadanos. Entre ellas no se encuentra la de proteger a los Gobiernos, y al poder en general, de revelaciones embarazosas.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/verdad/ocultan/Gobiernos/elpepuint/20101218elpepuint_23/Tes
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La gran filtración»
ANÁLISIS: La gran filtración
Lo que de verdad ocultan los Gobiernos
El interés por los papeles de WikiLeaks se explica porque revelan como nunca antes hasta qué grado los políticos de Occidente han estado engañando a sus ciudadanos
JAVIER MORENO 19/12/2010
El interés global concitado por los papeles de Wikileaks se explica principalmente por una razón muy simple, pero al mismo tiempo poderosa: porque revelan de forma exhaustiva, como seguramente no había sucedido jamás, hasta qué grado las clases políticas en las democracias avanzadas de Occidente han estado engañando a sus ciudadanos. EL PAÍS ha asumido desde el principio el reto de revelar lo que el poder oculta y responder a la obligación profesional de informar a sus lectores.
Revelar lo oculto es la piedra de toque del periodismo comprometido
Los cables muestran un desprecio constante por los procedimientos
Los cables secretos del Departamento de Estado- FERNANDO VICENTE
» 1. La filtración y sus consecuencias. Cuando un viernes por la tarde del mes de noviembre Julian Assange llamó a mi teléfono móvil, apenas le podía oír. Entrecortada por la barahúnda habitual de un fin de semana en el aeropuerto de Roma, donde me encontraba aquel día de regreso a Madrid, la conversación fue extrañamente breve. Assange habla despacio, sopesa con extremo cuidado cada palabra que pronuncia y su voz grave, como de barítono, tiende a volverse inaudible al final de la frase, característica ésta que no facilita precisamente la comprensión. Momentos antes los carabinieri habían mostrado un interés especial por mi escaso equipaje, y en ese preciso momento se aprestaban a analizar las trazas químicas de un trapito blanco con el que previamente habían repasado todas las superficies de mi iPad, aunque nunca supe si era en busca de explosivos, de drogas o de las dos cosas.
Washington ha ejercido grandes presiones en España para frenar o boicotear causas judiciales contra intereses estadounidenses. Así fue en el 'caso Couso', en el de los vuelos de la CIA y en el de las torturas en Guantánamo-
Se trata por lo general de una situación que me intranquiliza, pero a la que ese día apenas presté atención. Assange, según entendí, estaba dispuesto a facilitar a EL PAÍS 250.000 comunicaciones entre el Departamento de Estado y las embajadas de Estados Unidos en una treintena de países, en lo que suponía de hecho la mayor filtración de documentos secretos de la historia. Acordamos proseguir la conversación en otro momento más propicio y luego nos despedimos.
Cuando retomamos el diálogo dos días después, esta vez ya en profundidad, empezaron a perfilarse con una claridad inusitada las gigantescas cuadernas del proyecto que ha venido luego a conocerse como el cablegate. En paralelo me fui dando cuenta, con mayor precisión si cabe, de las importantes consecuencias que de todo ello se iban a derivar para la maquinaria diplomática de EE UU, para la reputación de su Gobierno, la de sus aliados, la de sus adversarios, para el futuro del periodismo y aun para el debate sobre las libertades en las democracias occidentales.
Hoy, tres semanas después de que The Guardian, The New York Times, Le Monde, Der Spiegel y EL PAÍS comenzáramos a publicar las informaciones que ahora todo el mundo conoce, me atrevería a afirmar que de todo este asunto se puede extraer ya una primera conclusión, siquiera provisional, pero muy importante según trataré de explicar luego. Más que un agudo estado de crisis de seguridad supranacional, como anticiparon algunos, lo que verdaderamente se ha instalado entre las élites políticas en Washington y en Europa es una espesa atmósfera de irritación y de embarazosa contrariedad que resulta extremadamente reveladora del alcance y del significado real de los papeles de Wikileaks.
No fueron precisamente esos los augurios. Bien al contrario. Desde antes de publicarse la primera línea se sucedieron las más diversas admoniciones en contra, tanto en público como en privado. Portavoces en Washington advirtieron de la irresponsabilidad del empeño. Los directores de los periódicos responsables del proyecto fuimos también debidamente advertidos de que la publicación del material que ya teníamos en nuestro poder -tanto las crónicas elaboradas por nuestras redacciones como los despachos en las que aquellas se basaban- pondría en peligro decenas de vidas, arruinaría nobles esfuerzos diplomáticos vitales para cimentar la lucha contra el terrorismo mundial y debilitaría de forma irremediable la coalición internacional encabezada por Estados Unidos, al exponer a sus socios a situaciones tan embarazosas que dificultarían o impedirían la colaboración entre ellos.
No me sorprendió pues que el presidente Barack Obama calificase las filtraciones de actos deplorables. Tampoco que la secretaria de Estado Hillary Clinton utilizase esos argumentos, casi con esas mismas palabras, durante su primera comparecencia ante la prensa en Washington para condenar las acciones de Wikileaks y lamentar la decisión que, sin atender a los ruegos de su Administración, finalmente tomamos los cinco periódicos que habíamos tenido acceso al material filtrado.
Lo que éste comenzó enseguida a revelar dejó seguramente pequeñas las peores pesadillas del Departamento de Estado, al tiempo que levantó quejas amargas de diplomáticos en todo el mundo. No sólo quedaban al descubierto algunas de sus maniobras u órdenes menos confesables, sino que también se acumulaban pruebas del doble discurso de los aliados de Washington en los más diversos asuntos -muchos de ellos en clave estrictamente nacional-, que veían con estupefacción cómo la publicación de los despachos les dejaba en evidencia, ora frente a países vecinos y aliados, ora frente a sus conciudadanos, quienes descubrían con comprensible irritación opiniones, declaraciones o acciones de sus líderes que les habían sido convenientemente ocultadas.
» 2. América, haciendo su trabajo. No dispongo en estos momentos de información precisa, pero resulta evidente para cualquier observador que la Administración estadounidense llegó bien pronto a la conclusión de que su estrategia inicial de condenar las filtraciones, deplorar su difusión y predecir un apocalipsis diplomático como consecuencia inmediata de su publicación no surtía el efecto deseado. Así que pronto se articuló otra muy distinta que encontró con rapidez su camino en hartos editoriales y artículos de opinión en importantes periódicos, revistas y televisiones de Estados Unidos y de otros países.
Más que mentiras o engaños, los telegramas mostrarían las habilidades de los diplomáticos estadounidenses, según esta nueva interpretación apoyada sobre todo por medios conservadores. Más que sus fracasos, la información que se iba conociendo pondría de relieve cómo la maquinaria de Washington se conduce, in situ y en privado, según los mismos altos principios proclamados en público desde los púlpitos oficiales del Capitolio. Y en toda ocasión, América demostraría profesar más atención a los intereses de la seguridad internacional que a los suyos propios.
Como casi siempre y para desgracia de los españoles, se dio también una versión castiza de las exculpaciones anteriores, que devino en estrambote nacional cuando fueron los propios periódicos los que sostuvieron sin rubor que la mayor parte de los contenidos de los cables filtrados, y aun el conjunto de ellos en su totalidad, no pasaba de la categoría de cotilleos o chismes sin valor alguno para los ciudadanos en general y para sus lectores en particular, a los que consiguientemente se les hurtó la información.
No pocos comentaristas y tertulianos en España les siguieron en esa tosca argumentación, por pereza mental o por otras motivaciones igualmente espurias, ignorando así de forma bochornosa la oleada de interés público que la publicación de los papeles de Wikileaks ha suscitado en todo el planeta.
» 3. Mintiendo a los ciudadanos. Nada de lo anterior resultó cierto, naturalmente, como a estas alturas han podido comprobar por sí mismos los millones de lectores que han seguido con avidez la información en periódicos, webs, blogs y demás contenedores informativos en todo el mundo.
Sería tarea vana dedicar mayor esfuerzo a refutarlo. Por el contrario, tengo para mí que el interés global concitado por los papeles de Wikileaks se explica principalmente por una razón muy simple, pero al mismo tiempo muy poderosa: porque revelan de forma exhaustiva, como seguramente no había sucedido jamás, hasta qué grado las clases políticas en las democracias avanzadas de Occidente han estado engañando a sus ciudadanos.
Lo mismo cabría predicar desde luego de Gobiernos con menor pedigrí democrático en otras zonas del mundo, lo que si se quiere resulta menos sorprendente y, desde luego, constituiría materia de otro ensayo. Baste reseñar aquí el inicial júbilo de la dictadura cubana, que celebró con alborozo los apuros por los que previsiblemente iba a pasar Washington en los días siguientes. Júbilo que se trocó primero en incomodidad al trascender los relatos sobre el grado de implicación de sus agentes secretos en Venezuela y otros países latinoamericanos, así como el nivel de deterioro de su economía, y que acabó luego en insultos a este periódico y a su grupo editor.
La lista de argucias que dejan al descubierto los papeles de Wikileaks es larga, y no pretendo aquí realizar un recuento exhaustivo. La enumeración de algunas de entre ellas, sin embargo, sí resulta imprescindible para la argumentación de este esbozo, pues la mayoría afecta a los fundamentos democráticos de nuestras sociedades, así como a su correlato moral en unos tiempos de creciente escepticismo de los ciudadanos con sus gobernantes.
Decenas de miles de soldados libran en Afganistán una guerra que sus respectivos primeros ministros o presidentes consideran de imposible victoria. Decenas de miles de soldados sostienen con sus esfuerzos a un Gobierno cuya corrupción es conocida y tolerada por aquellos que les enviaron a luchar. Según revelan los despachos de Wikileaks, ninguna de las principales potencias occidentales involucrada cree firmemente en la posibilidad de que el país sea viable a medio plazo, por no hablar ya de su altamente hipotético ingreso al club de las democracias, objetivo declarado de los combatientes. Así que a nadie debería sorprender que el vicepresidente afgano traslade al extranjero millones de dólares en maletines con el consentimiento de sus patronos en aras de mantener la fachada de que el país asiático cuenta con un Gobierno si no decente, al menos semisolvente.
Pakistán se ahoga en la corrupción, mantiene un arsenal nuclear en tan lamentable estado que cabe razonablemente temer por su seguridad y ayuda a grupos terroristas que se emplean a fondo contra India y en países de Occidente. Dinero en abundancia proveniente de donantes en Arabia Saudí o los emiratos del Golfo financia también el terrorismo de grupos suníes sin que Estados Unidos denuncie a sus firmes aliados en la región como potencias del mal ante las tribunas internacionales. Clinton o alguno de sus subordinados más directos ordenó espiar en la ONU no sólo a un grupito de países raros -sospechosos desde siempre por su excentricidad en la geopolítica global y sobre cuya necesidad de ser espiados parece existir consenso entre los más desenvueltos- sino al propio secretario general de la organización sin que éste, que se sepa, haya exigido explicación alguna a semejante violación de su estatuto internacional.
Parecería ahora, a tenor de aquellos que sostienen que los papeles de las embajadas no contienen novedades de envergadura, que los ciudadanos estaban ya al corriente de todo lo anterior, así como del resto de exclusivas de impacto que han inundado las primeras páginas de los periódicos de todo el mundo durante dos semanas. No voy a insistir más en la falacia de tal aseveración. Me interesa más señalar que la publicación de los cables secretos revela por añadidura que, colectivamente, la clase política en Occidente era consciente de la situación en Afganistán, de las turbias maquinaciones de Pakistán o de las ambigüedades de los países árabes aliados de Washington, por limitarme únicamente a los ejemplos antes citados, en un ejercicio de doble moral sin muchos precedentes conocidos. Sabían, pero ocultaban. Y los destinatarios de semejante impostura eran sus electores, las sociedades con cuyo esfuerzo en soldados y en impuestos se sostiene la guerra en Afganistán.
No me parece ya exagerada la comparación de agudos observadores, como John Naugthon, cuando señalan que el régimen de Karzai resulta igual de corrupto y de incompetente que el Vietnam del Sur sostenido por Estados Unidos en los setenta. Y que Washington y la OTAN se están hundiendo en una ciénaga, la afgana, cada vez más similar a la que sufrió Estados Unidos con el régimen de Saigón hace cuarenta años.
4. La incompetencia de las élites políticas. Sin duda argumentarán los más cínicos que nada de todo esto resulta ajeno a la forma en la que tradicionalmente se ha conducido la alta política internacional, y que el correlato objetivo del oficio consiste precisamente en el mantenimiento de los secretos diplomáticos, sin los cuales el mundo resultaría más ingobernable si cabe y por ende más peligroso para todos. Las clases políticas a ambos lados del Atlántico vienen por ello a transmitir un mensaje tan sencillo como ventajista: confíen en nosotros; no intenten desvelar nuestros secretos; a cambio, les ofrecemos seguridad.
¿Pero cuánta seguridad ofrecen realmente a cambio de aceptar tamaño chantaje moral? Poca o ninguna, pues se da la triste paradoja de que se trata de la misma clase política que se mostró incapaz de supervisar adecuadamente el sistema financiero internacional cuyo estallido provocó la mayor crisis desde 1929, arruinó a países enteros o condenó al desempleo y a la depauperación a millones de trabajadores. Los mismos responsables del deterioro de los niveles de vida y de riqueza de sus conciudadanos, del incierto destino del euro, de la falta de un proyecto europeo de futuro y en fin, de la crisis de gobernanza global que atenaza al mundo en los últimos años y a la que no son ajenas las élites en el poder en Washington y Bruselas.
No estoy seguro de que mantener ocultos los secretos de las embajadas nos garantice una mejor diplomacia o un desenlace más benigno a las encrucijadas actuales.
Las incompetencias de los Gobiernos occidentales respecto a la crisis económica, el cambio climático, la corrupción o la agresión militar ilegal en Irak y otros países han quedado abundantemente expuestas ante la opinión pública en los últimos años. Ahora sabemos además, gracias a los papeles de Wikileaks, que todos ellos son conscientes de su desgraciada falibilidad, y que sólo la inercia de las maquinarias oficiales y el poder de mantener los secretos les evitan tener que rendir cuentas ante los ciudadanos, razón última en una democracia.
Ese poder inmenso, el de evitar que la verdad aflore, el de mantener secretos los secretos, es el que ahora, siquiera de forma parcial, limitada, aleatoria han venido a quebrar las revelaciones que nos ocupan.
Comprendo bien que, ante semejante destrozo en sus reputaciones, tanto para el Gobierno de Estados Unidos como, en un tono menor, para sus aliados occidentales resulte irresistible centrar la culpa en Julian Asssange. Ahí creen tener un blanco fácil. ¿Cuáles son sus motivaciones? ¿Qué inconfesables procedimientos emplea? ¿Por qué y bajo qué condiciones cinco grandes medios de prestigio internacional accedieron a colaborar con él y con su organización? No son preguntas ilícitas, naturalmente, y han sido contestadas a satisfacción en los últimos días por los directores de los cinco periódicos que hemos llevado adelante este proyecto, pese a que el martilleo oficial -o peor aún, el martilleo sicario que se embosca en ciertos periódicos y televisiones- insista una y otra vez en lo contrario.
» 5. Assange y los procedimientos. Aunque el director adjunto de EL PAÍS, Vicente Jiménez, y el subdirector Jan Martínez Ahrens mantuvieron varias reuniones con él en Suiza, yo sólo conozco a Assange de un encuentro en persona en Londres que se alargó muchas horas y del par de conversaciones telefónicas que he relatado al inicio de este texto. Insuficiente desde luego para que pretendiera esbozar aquí un perfil con el imprescindible rigor periodístico. Pero sí bastante para dar testimonio de que lo único que se discutió en todos los encuentros fue la conveniencia de acordar un calendario común de publicación y la exigencia de proteger nombres, fuentes o datos que pudiesen poner en riesgo la vida de personas en países en los que la pena de muerte sigue vigente, o en los que no rige el Estado de derecho como se disfruta en Occidente.
Ni hubo petición de contraprestación económica alguna por su parte ni EL PAÍS la hubiese aceptado. Los papeles, en sí, ofrecen una fiabilidad fuera de todo cuestionamiento y nadie, ni siquiera en las filas de los adversarios de su publicación, empezando por la Administración estadounidense, ha dudado de su autenticidad.
Tanta obcecación por centrar la atención en Assange y sus métodos, tanto interés por escrutar sus motivaciones, tantas maniobras por destruir su reputación personal contrastan sin embargo con la colosal falta de respeto, cuando menos, que los diplomáticos estadounidenses muestran hacia las legislaciones, las normas y los procedimientos de los países en los que ejercen su oficio, empezando por España, a juzgar por los cables publicados.
Lo más importante de las revelaciones de Wikileaks son sin duda alguna las propias revelaciones, pese a que gran parte de la cobertura mediática sobre Assange haya preferido hurgar en los supuestos pactos inconfesables con los periódicos que hemos difundido las informaciones, en la financiación de su organización, en su pretendida opacidad o en unas acusaciones de agresión sexual cuya endeblez, a expensas de lo que finalmente determine la justicia sueca si se produce la extradición, no deja de resultar inquietante.
Y pese al fascinante debate que se ha abierto sobre el futuro del periodismo y las nuevas tecnologías en la era de Wikileaks, tampoco debería éste centrar ahora todo el interés de los periodistas. Resulta de todo punto imprescindible insistir por ello en que nos encontramos ante noticias de cuya importancia solo fingen dudar aquellos interesados en ocultar los daños que han causado en nuestras democracias.
Más allá de lo que determinen las leyes, después de quince días de revelaciones ha quedado meridianamente claro que la Embajada de Estados Unidos en Madrid presionó, conspiró e hizo lo posible y lo imposible para lograr aquello que, en público, ningún embajador se hubiese atrevido ni siquiera a sugerir, no digamos ya exigir.
Todos los casos son graves, y no es cuestión aquí y ahora de extenderse en cada uno de ellos. Pero a ningún observador atento se le escapa que las maniobras para conseguir el archivo de los tres casos en la Audiencia Nacional que de una manera u otra afectaban a Estados Unidos, así como las gestiones para forzar a bancos y empresas españolas a abandonar los negocios que de acuerdo con la legislación internacional realizaban en Irán comparten una misma característica: el desprecio por la legislación española, y aun por la internacional.
Que los jueces españoles sean ferozmente independientes, como recordó a la embajada en más de una ocasión el fiscal general o algún ministro, o que ninguno de los bancos u empresas con transacciones en Irán violase ninguna norma, no ya española, sino tampoco de rango internacional, no fue óbice para el ejercicio de las presiones más obscenas, de las que hemos publicado hasta los últimos detalles.
» 6. Los daños morales. Desconozco de quién partió la orden. No sé si se trató de una directiva recibida de Washington o fue producto del espíritu emprendedor del propio jefe de la legación. Pero la determinación en ambos asuntos, por lo que conocemos del relato detallado de los hechos, fue rotunda: cerrar los casos de la Audiencia Nacional a como diese lugar e impedir los negocios con Irán de firmas españolas.
No se dudó para ello en emplear cualquier método, sin reparar en los costes. Y los costes fueron altos. A expensas de que se haya podido cometer algún delito tipificado en el Código Penal que convendría aclarar debidamente, del embrollo en la Audiencia Nacional quedó en la retina de los españoles la excesiva promiscuidad con la embajada de ministros y fiscales, la sensación de un doble discurso, de una doble moral, de un paisaje demoledor para la salud democrática de este país.
De forma similar, los diplomáticos estadounidenses en Berlín advirtieron al Ejecutivo alemán de las graves consecuencias de proseguir con el procedimiento legal contra los agentes de la CIA acusados de secuestrar a Khaled El-Masri, ciudadano germano, y trasladarlo a Afganistán para ser interrogado bajo tortura. El-Masri fue posteriormente abandonado en Albania toda vez que los agentes descubrieron que habían secuestrado a la persona equivocada.
El secuestro y la tortura son delitos graves. Ningún Gobierno, tampoco el de Estados Unidos, debería contemplarlos con la indulgencia que transpiran los documentos secretos. Presionar a un Gobierno aliado para evitar que los acusados sean investigados resulta inaceptable y, francamente, encaja con dificultad con la idea de que los papeles de Wikileaks muestran tan solo a diplomáticos estadounidenses haciendo mal que bien su trabajo.
Otro tanto cabría predicar del caso de las empresas y bancos españoles en Irán. Para clausurar sus magros negocios en el país de los ayatolás y sus minúsculas oficinas de representación, en el caso de los bancos, se recurrió a conseguir información del Banco de España que el mismo subgobernador, a la sazón José Viñals, se encargó de recabar y hacer llegar a la Embajada. Leí con interés las explicaciones de los portavoces del banco central. A mí no me tranquilizaron.
Y puedo imaginarme que la misma sensación que tuve de que la Embajada estadounidense dispone de un poder excesivo sobre los principales organismos de este país la habrán compartido muchos ciudadanos, conscientes de la importancia de la independencia y la dignidad de las instituciones en una sociedad democrática.
La distancia entre los objetivos y los medios empleados para conseguirlos resulta por ello de una desproporción devastadora. El caso Couso sigue abierto, un desarrollo que en última instancia honra y salva al sistema judicial español. Los raquíticos intercambios comerciales y financieros de las empresas y bancos españoles afectados de poco servían para avanzar la causa de los ayatolás, ciertamente inquietante por lo demás. Pero a cambio de lograr tan escuálido resultado no se dudó en violar todos los procedimientos.
Una democracia se compone de los más diversos elementos, instituciones y normativas: elecciones con regularidad, jueces independientes y prensa libre, entre muchos otros. En la base se encuentran los procedimientos. Cuando se atropellan estos últimos, se pone en riesgo todo lo anterior.
Eso es lo que, en última instancia, muestran los papeles de Wikileaks: un desprecio constante por los procedimientos incompatible no solo con el funcionamiento de las instituciones de un país sino también, o especialmente, con la mejor tradición legal y democrática de Estados Unidos. De paso, en su destrozo, daña más allá de cualquier reparación posible la imagen de tantos Gobiernos que muestran, a la luz de lo revelado hasta ahora, una necesidad de acomodo y una triste desnudez moral que resulta patética a ojos de los ciudadanos.
Es de justicia aceptar que existe una distinción fundamental entre el Gobierno elegido por los ciudadanos de un país, temporal siempre en su ejercicio del poder, y el aparato militar, burocrático o diplomático en el que aquel se sostiene, pero al que no siempre controla, o lo hace de forma superficial, que en numerosas ocasiones funciona al margen y casi siempre con un deficiente grado de rendición de responsabilidades. Esta idea antigua, formulada hace ya cien años por Theodore Roosevelt en su plataforma progresista de 1912, es lo que las revelaciones contenidas en los papeles filtrados vienen tristemente a certificar.
No digo que Obama o Clinton no deban ofrecer explicaciones. Me limito a constatar que casi todo lo que hemos conocido por los cables tuvo lugar al margen e independientemente de quién ocupaba la cúpula del poder en Washington. Que con seguridad sucedía de forma similar antes de tomar posesión la actual Administración demócrata y con probabilidad seguirá sucediendo cuando ésta haya abandonado la Casa Blanca.
» 7. Las obligaciones de los periódicos. El poder detesta la verdad revelada, escribía sir Simon Jenkins en The Guardian a propósito de Wikileaks. Yo añadiría que, sobre todo, el poder teme la verdad cuando la verdad no coincide con su discurso. Aquel viernes en que recibí la primera llamada telefónica de Assange supe de inmediato que EL PAÍS tenía entre manos una gran historia, y que nuestro deber era publicarla.
Vinieron luego las conversaciones con el resto de diarios, la evaluación de los pros y los contras, el cuidadoso sopesar de las consecuencias, los días y las noches y de nuevo los días de cavilaciones. Pero hubo algo que nunca, nadie de los que participamos en todo el proceso puso jamás en duda: lo verdaderamente responsable, lo legal y lo importante para las sociedades democráticas a las que nos dirigimos -y con cuyo impulso y progreso nos sentimos comprometidos- era dar a conocer la historia. Revelar lo oculto constituye la piedra de toque definitiva del periodismo comprometido, y nuestra raison d'être última.
Publicar informaciones confidenciales, reservadas o cuyas consecuencias políticas, económicas o sociales exceden de lo común plantea siempre un dilema, sobre todo si se trata de documentos de los que los Gobiernos puedan aducir, con razón o sin ella, que amenazan la seguridad nacional o la vida de determinadas personas. Dar a conocer esas informaciones pone a prueba algunos límites morales. Por supuesto, también tantea los contornos de determinadas normas legales. A veces puede ser irresponsable. Y siempre resulta incómodo.
Los papeles del Departamento de Estado no han sido una excepción. Y en verdad no suelen darse tantas: en mis casi cinco años como director de este periódico la situación no se ha producido en más de una decena de ocasiones. Puedo entender las objeciones oficiales a hacer públicos ciertos detalles, operaciones aún en marcha, nombres o lugares por el alto riesgo que su publicación comporta. A evitarlo los periodistas de EL PAÍS han aplicado toda su capacidad profesional, que es mucha, así como a proveer del contexto necesario una información que de por sí puede resultar prolija en exceso y difícil de seguir en todas sus consecuencias.
No comparto, naturalmente, otras objeciones. Sobre todo aquellas que persiguen mantener ocultos hechos que no ponen en riesgo más que la carrera política o la estatura moral de quien ha emitido opiniones francas, en demasiadas ocasiones contrarias a aquellas que sostiene en público, en el convencimiento de que su doble juego no corría riesgo alguno de acabar en las primeras páginas de cinco periódicos de alcance internacional.
Soy consciente de que publicar esta información pese a las objeciones de los Gobiernos supuso correr determinados riesgos. Pero también sé que nos resultaba de todo punto impensable escamotear a los lectores de EL PAÍS, a ambos lados del Atlántico, el relato detallado de lo que nuestros Gobiernos, así como el de Estados Unidos, hacen en nombre suyo, en el convencimiento de que, finalmente, la información redundará siempre en un ciudadano más comprometido con la democracia.
Es tarea de los Gobiernos, no de la prensa, mantener los secretos mientras puedan, y no seré yo quien discuta su derecho, ciertamente legítimo, a hacerlo así siempre que ello no encubra hechos dolosos o engaños a los ciudadanos.
Pero el principal de los deberes de un diario consiste en publicar aquello que haya averiguado, y en buscar las noticias allá donde las pueda conseguir. Como dije ya en un chat con los lectores de EL PAÍS, los periódicos tenemos muchas obligaciones en una sociedad democrática: la responsabilidad, la veracidad, el equilibrio y el compromiso con los ciudadanos. Entre ellas no se encuentra la de proteger a los Gobiernos, y al poder en general, de revelaciones embarazosas.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/verdad/ocultan/Gobiernos/elpepuint/20101218elpepuint_23/Tes
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RIESGOS Y REDUCION EN LA INVERVERION EXTRANJERA PARA REP. DOMINICANA, Y LA PREOCUPACION DE LOS ECONOMISTAS SOBRE LA DEUDA PUBLICA
19 Diciembre 2010, 12:10 AM
Ceara Hatton dice atractivos para inversión RD bajan
Manifiesta su preocupación por la deuda pública.
Escrito por: ODALIS MEJIA (mailto:%20o.mejia@hoy.com.do).
El economista y coordinador de la Oficina Nacional de Desarrollo Humano, Miguel Ceara Hatton, señaló que los atractivos para la inversión extranjera en el país han bajado mucho por la falta de calidad de los servicios, una mano de obra poco calificada, el deterioro institucional y la violación al estado de derecho.
Apuntó que esos males se afianzaron en el 2010, presentado un panorama con el cual “difícilmente tendremos un capital que venga a invertir”.
Al participar en el debate de fin de año de Teleantillas, Ceara recordó que en términos económicos el 2010 tuvo una expansión y luego ajustes, tras criticar que esto último ha reflejado el problema de prioridades que tiene el Estado al privilegiar aspectos no relevantes para el desarrollo humano.
Otro factor de preocupación expuesto por Ceara es la sostenibilidad de la deuda pública, ya que está generando intereses de más del 2% del PIB y, para poder pagar ese compromiso, tiene que haber un superávit por ese monto al que no se va llegar ni en el 2012.
Consideró que aunque el 2010 culmina con un desempeño macroeconómico ejemplar, se lleva como negativo el déficit fiscal, deterioro de la balanza comercial con Estados Unidos y el hecho de que ninguno de los Objetivos de Desarrollo se vayan a cumplir.
Sobre el agotamiento del modelo económico dominicano Ceara Hatton destacó que aunque produce riqueza, genera exclusión, tras citar que no se justifica que se crezca un 7% y tenga un desempleo en 14%.
Recordó que en el caso del turismo desde el 2005 daba signos de agotamiento porque no desparrama sus beneficios y genera exclusión en las comunidades.
En cuanto a las zonas francas dijo que iniciaron su decaimiento desde el año 1995, pero los empresarios y el Gobierno no hicieron caso a los diagnósticos y pensaban que la “virgen nos iba a salvar”.
Las claves:
1. Complicado
Para 2011, dice Ceara Hatton, las perspectivas económicas parecen bastantes complicadas, pues en el ambiente internacional se percibe que habrá más contracciones.
2. Caída del gasto
Ceara destacó el anuncio de un ajuste con una caída del gasto primario por el orden de RD$20,000 millones.
3. Elecciones
Pero, además, señaló que el ciclo político electoral genera tensiones en materia del gasto. http://www.hoy.com.do/el-pais/2010/12/19/354756/Ceara-Hatton-dice-atractivos-para-inversion-RD-bajan /
Ceara Hatton dice atractivos para inversión RD bajan
Manifiesta su preocupación por la deuda pública.
Escrito por: ODALIS MEJIA (mailto:%20o.mejia@hoy.com.do).
El economista y coordinador de la Oficina Nacional de Desarrollo Humano, Miguel Ceara Hatton, señaló que los atractivos para la inversión extranjera en el país han bajado mucho por la falta de calidad de los servicios, una mano de obra poco calificada, el deterioro institucional y la violación al estado de derecho.
Apuntó que esos males se afianzaron en el 2010, presentado un panorama con el cual “difícilmente tendremos un capital que venga a invertir”.
Al participar en el debate de fin de año de Teleantillas, Ceara recordó que en términos económicos el 2010 tuvo una expansión y luego ajustes, tras criticar que esto último ha reflejado el problema de prioridades que tiene el Estado al privilegiar aspectos no relevantes para el desarrollo humano.
Otro factor de preocupación expuesto por Ceara es la sostenibilidad de la deuda pública, ya que está generando intereses de más del 2% del PIB y, para poder pagar ese compromiso, tiene que haber un superávit por ese monto al que no se va llegar ni en el 2012.
Consideró que aunque el 2010 culmina con un desempeño macroeconómico ejemplar, se lleva como negativo el déficit fiscal, deterioro de la balanza comercial con Estados Unidos y el hecho de que ninguno de los Objetivos de Desarrollo se vayan a cumplir.
Sobre el agotamiento del modelo económico dominicano Ceara Hatton destacó que aunque produce riqueza, genera exclusión, tras citar que no se justifica que se crezca un 7% y tenga un desempleo en 14%.
Recordó que en el caso del turismo desde el 2005 daba signos de agotamiento porque no desparrama sus beneficios y genera exclusión en las comunidades.
En cuanto a las zonas francas dijo que iniciaron su decaimiento desde el año 1995, pero los empresarios y el Gobierno no hicieron caso a los diagnósticos y pensaban que la “virgen nos iba a salvar”.
Las claves:
1. Complicado
Para 2011, dice Ceara Hatton, las perspectivas económicas parecen bastantes complicadas, pues en el ambiente internacional se percibe que habrá más contracciones.
2. Caída del gasto
Ceara destacó el anuncio de un ajuste con una caída del gasto primario por el orden de RD$20,000 millones.
3. Elecciones
Pero, además, señaló que el ciclo político electoral genera tensiones en materia del gasto. http://www.hoy.com.do/el-pais/2010/12/19/354756/Ceara-Hatton-dice-atractivos-para-inversion-RD-bajan /
sábado, 18 de diciembre de 2010
LA PERCEPCION QUE TIENE EL GOBIERNO DE USA DE LEONEL FERNANDEZ Y EL PLD ES QUE SON UNOS CORRUPTOS
LA PERCEPCION QUE TIENE EL GOBIERNO DE USA (AMERICANOS) DE LEONEL FERNANDEZ Y EL PLD ES QUE SON UNOS CORRUPTOS
by Enildo Rodriguez on Saturday, December 18, 2010 at 1:16am
17 de Diciembre del 2010, 6:00 PM
Fannin recomendó quitarle visa a Felucho por corrupto
SANTO DOMINGO (R. Dominicana).- El ex embajador Robert Fannin expresó a su gobierno la preocupación de que Félix Jiménez (Felucho) pudiera ser nombrado embajador en Washington y propuso revocarle la visa de entrada a los Estados Unidos por corrupción.
La información está contenida en una nota publicada por el periódico El Pais, de España, basada en los cables del Departamento de Estado filtrados por WikiLeaks.
A continuación la nota de Efe
En otro informe, el embajador Robert Fannin relata la odisea que la empresa Forbes Energy atravesó en 2008 para conseguir los permisos de una planta de producción de etanol que, con 700 millones de dólares, iba a ser una de las mayores inversiones extranjeras en el país y la mayor de tipo privado en el campo de los biocombustibles en el mundo.
"[Los directivos] se enfrentan a retrasos innecesarios que interpretan como indicaciones para sobornos por parte de funcionarios del Gobierno. También han tenido dos requerimientos directos de funcionarios de alto nivel para pagos en efectivo". Una firma que no llegaba lo paralizaba todo. Según el cable, el ex ministro de Turismo, Félix Jiménez, se ofreció a allanar el camino a cambio de 10 millones de dólares. Un asistente del ministro de Defensa hizo una petición similar. Para complicar más las cosas, el documento recoge las sospechas de que el proyecto pueda ser rehén de la rivalidad entre dos altos funcionarios, Radhames Segura, vicepresidente del organismo estatal dominicano de empresas eléctricas, y el ministro de Economía, Juan Temístocles Montás, "de los que cuales se rumorea que tienen ambiciones presidenciales".
El embajador Fannin expresa en el documento su preocupación por el hecho de que el ministro Jiménez pueda ser nombrado embajador en Washington, y propone revocarle la visa de entrada en EE UU por corrupción. Jiménez fue apartado del Gobierno en 2008 y no fue nominado embajador en EE UU, puesto que ocupa Roberto Saladín. La empresa finalmente pudo iniciar su actividad.
Los informes enviados a Washington sobre corrupción en República Dominicana se extienden en el tiempo y ya en 2007 destacan cómo una encuesta refleja la tolerancia general de la población ante este tipo de prácticas. El 82% de los dominicanos consideró entonces la corrupción como algo tolerable y el 67% tenía un familiar o amigo que había pagado sobornos para acelerar procesos administrativos.
Al mismo tiempo los informes estadounidenses explican las diferentes medidas legales adoptadas por Leonel Fernández, quien llegó al poder en 2004, para combatir la corrupción. Y un cable señala en sus conclusiones: "Mientras la corrupción tiene más impacto que nunca en la mente de la población dominicana, se ha logrado poco progreso real en la lucha contra ella. La cultura de la impunidad se va debilitando, pero la perspectiva de un castigo efectivo no ha avanzado mucho". http://www.7dias.com.do/app/article.aspx?id=89354
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Minerva Mireles Leroux and Franklin Amparo like this.
Fausto Alvarez Carrero Yo lo unico k espero mi keridisimo companero Enildo es k el 17 de agosto del 2012 ya esten Readdy los expedientes para someter a la justicia a este grupo de corruptos, delincuentes y ladrones del PLD encabezado por su presidente maquiavelico y derrochador de los recursos del estado.
11 hours ago · Unlike · 1 person
Minerva Mireles Leroux A buena hora aparecen esta publicaciones, quizas asi el señor presidente se quita la venda de los ojos o deja de simular al respecto...
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by Enildo Rodriguez on Saturday, December 18, 2010 at 1:16am
17 de Diciembre del 2010, 6:00 PM
Fannin recomendó quitarle visa a Felucho por corrupto
SANTO DOMINGO (R. Dominicana).- El ex embajador Robert Fannin expresó a su gobierno la preocupación de que Félix Jiménez (Felucho) pudiera ser nombrado embajador en Washington y propuso revocarle la visa de entrada a los Estados Unidos por corrupción.
La información está contenida en una nota publicada por el periódico El Pais, de España, basada en los cables del Departamento de Estado filtrados por WikiLeaks.
A continuación la nota de Efe
En otro informe, el embajador Robert Fannin relata la odisea que la empresa Forbes Energy atravesó en 2008 para conseguir los permisos de una planta de producción de etanol que, con 700 millones de dólares, iba a ser una de las mayores inversiones extranjeras en el país y la mayor de tipo privado en el campo de los biocombustibles en el mundo.
"[Los directivos] se enfrentan a retrasos innecesarios que interpretan como indicaciones para sobornos por parte de funcionarios del Gobierno. También han tenido dos requerimientos directos de funcionarios de alto nivel para pagos en efectivo". Una firma que no llegaba lo paralizaba todo. Según el cable, el ex ministro de Turismo, Félix Jiménez, se ofreció a allanar el camino a cambio de 10 millones de dólares. Un asistente del ministro de Defensa hizo una petición similar. Para complicar más las cosas, el documento recoge las sospechas de que el proyecto pueda ser rehén de la rivalidad entre dos altos funcionarios, Radhames Segura, vicepresidente del organismo estatal dominicano de empresas eléctricas, y el ministro de Economía, Juan Temístocles Montás, "de los que cuales se rumorea que tienen ambiciones presidenciales".
El embajador Fannin expresa en el documento su preocupación por el hecho de que el ministro Jiménez pueda ser nombrado embajador en Washington, y propone revocarle la visa de entrada en EE UU por corrupción. Jiménez fue apartado del Gobierno en 2008 y no fue nominado embajador en EE UU, puesto que ocupa Roberto Saladín. La empresa finalmente pudo iniciar su actividad.
Los informes enviados a Washington sobre corrupción en República Dominicana se extienden en el tiempo y ya en 2007 destacan cómo una encuesta refleja la tolerancia general de la población ante este tipo de prácticas. El 82% de los dominicanos consideró entonces la corrupción como algo tolerable y el 67% tenía un familiar o amigo que había pagado sobornos para acelerar procesos administrativos.
Al mismo tiempo los informes estadounidenses explican las diferentes medidas legales adoptadas por Leonel Fernández, quien llegó al poder en 2004, para combatir la corrupción. Y un cable señala en sus conclusiones: "Mientras la corrupción tiene más impacto que nunca en la mente de la población dominicana, se ha logrado poco progreso real en la lucha contra ella. La cultura de la impunidad se va debilitando, pero la perspectiva de un castigo efectivo no ha avanzado mucho". http://www.7dias.com.do/app/article.aspx?id=89354
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Fausto Alvarez Carrero Yo lo unico k espero mi keridisimo companero Enildo es k el 17 de agosto del 2012 ya esten Readdy los expedientes para someter a la justicia a este grupo de corruptos, delincuentes y ladrones del PLD encabezado por su presidente maquiavelico y derrochador de los recursos del estado.
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Minerva Mireles Leroux A buena hora aparecen esta publicaciones, quizas asi el señor presidente se quita la venda de los ojos o deja de simular al respecto...
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CUANDO LA POLITICA SE CONVIERTE EN TECNOLOGIA. SIGUE LA INCREIBLE HISTORIA DE WIKIELEAKS, Y JULIAN ASSANGE.
Tecnología
Wikileaks: Cuando la política se convierte en tecnologia
Es difícil encontrar un artículo sobre algo que no sea Wikileaks esta semana, así que encontré un artículo que habla de Wikileaks, sino que pone en perspectiva de una manera que me pareció interesante. Este es un post en el blog de Carlos Arturo, que sigue el negocio de la tecnología para el Guardian . Su artículo se titula: " El movimiento hacia el cloud computing es inevitable, pero que Wikileaks hogar un descanso . "
"Hasta la semana pasada, dice Charles Arthur , todas las computadoras futuristas que explicó que el cloud computing o computación en nube es el futuro. No es necesario saber dónde se almacenan los datos, están en un ordenador, o más bien en los ordenadores, no, en Internet. Amazon, con su servicio EC2, Microsoft o Google, con Azul, con googlemail y Google Docs son ya utilizadas por miles de empresas alrededor del mundo.
En junio, dice Charles Arthur, el prestigioso centro de investigación Pew , explicó: "La gran mayoría de los expertos en tecnología y los actores que reflexionan sobre la internet del futuro pensar en el año 2020, la gente tendrá acceso a su software en línea, que que compartir y acceder a la información utilizando las redes de servidores, en lugar de confiar en las herramientas y la información almacenada en su ordenador personal. "
Y ya es la forma en que sucede ", dice el periodista de The Guardian . El índice de búsqueda de Google está en las nubes. Lastminute.com, TripAdvisor y otros servicios están todavía en las nubes. En los últimos años, los individuos y las empresas fueron capaces de descargar el contenido en estos equipos, por lo tanto, la explosión de Facebook, Flickr, YouTube y Twitter, estos sitios no generan sus propios contenidos. Todo lo que vive en las nubes: una empresa ofrece servidores, otro ofrece las interfaces de software y contenido.
La semana pasada, la promesa de la computación en nube ha hecho menos optimista, dijo Carlos Arhur . Amazon ha eliminado el contenido de Wikileaks, que fueron acogidos por sus servidores. En un mensaje, Amazon dijo que no era un ataque que fue el objeto que Wikileaks había justificado la expulsión (estos ataques han sido contrarrestados con éxito), pero el hecho de que Wikileaks no cumplía las condiciones de uso.
Las condiciones de uso? pide a la periodista del Guardian. ¿Desde cuándo Amazon tiene el tiempo para comprobar si todas las empresas que accesan a sus servidores cumplan con las condiciones de uso? ¿Y por qué es que estaba bien cuando se trataba del Afganistán Warlogs, y ya no cuando se trata de los telegramas diplomáticos?
Es éste entonces el cloud computing? El caso muestra Wikileaks es que la computación en nube se iniciará a la lluvia cada vez que las autoridades demuestran suficientemente urgente? La realidad es que cualquiera que trate de ver lo que está sucediendo dentro del gobierno con la eficiencia mostrada Assange Lo que Wikileaks y probado los límites del gobierno, sino también los de la tolerancia comercial.
La lista de empresas estadounidenses que han caído Wikileaks es asombrosa.
Esto no significa que la computación en nube es un fiasco, más y más compañías siguen migrando sus datos a las nubes, presionado por Google y Microsoft. Pero eso significa que no se libre de las presiones políticas, y probablemente no la red se dio a conocer nunca. El evento interesante, sería que el gobierno chino ofrezca como sede de telegramas Wikileaks - que qu'Assange y su equipo probablemente se sintió como ir demasiado lejos.
Al mismo tiempo, telegramas continúan circulando con la puesta en común de sistemas de archivos, en particular, BitTorrent - que es la terminación de la computación en nube, que consisten en redes ad hoc de los usuarios de PC que tienen un copia del archivo maestro y lo pasa a todo el que quiera desechos, a fin de no ser identificado. El mercado de la computación en nube aparece como lo que es: comercial, y por lo tanto vulnerables a las presiones políticas y comerciales. Pero el intercambio de archivos está convirtiendo en la verdadera forma de resistencia, y es que para detener la única solución es apagar la Internet.
Y ni el gobierno de los EE.UU., ni el gobierno chino parece dispuesto a asumir.
Este artículo apareció en el blog tecno Guardian muestra que el caso Wikileaks plantea muchas cuestiones que afectan no sólo la diplomacia y el periodismo, sino también cómo la política se está convirtiendo en la tecnología.
Wikileaks: Cuando la política se convierte en tecnologia
Es difícil encontrar un artículo sobre algo que no sea Wikileaks esta semana, así que encontré un artículo que habla de Wikileaks, sino que pone en perspectiva de una manera que me pareció interesante. Este es un post en el blog de Carlos Arturo, que sigue el negocio de la tecnología para el Guardian . Su artículo se titula: " El movimiento hacia el cloud computing es inevitable, pero que Wikileaks hogar un descanso . "
"Hasta la semana pasada, dice Charles Arthur , todas las computadoras futuristas que explicó que el cloud computing o computación en nube es el futuro. No es necesario saber dónde se almacenan los datos, están en un ordenador, o más bien en los ordenadores, no, en Internet. Amazon, con su servicio EC2, Microsoft o Google, con Azul, con googlemail y Google Docs son ya utilizadas por miles de empresas alrededor del mundo.
En junio, dice Charles Arthur, el prestigioso centro de investigación Pew , explicó: "La gran mayoría de los expertos en tecnología y los actores que reflexionan sobre la internet del futuro pensar en el año 2020, la gente tendrá acceso a su software en línea, que que compartir y acceder a la información utilizando las redes de servidores, en lugar de confiar en las herramientas y la información almacenada en su ordenador personal. "
Y ya es la forma en que sucede ", dice el periodista de The Guardian . El índice de búsqueda de Google está en las nubes. Lastminute.com, TripAdvisor y otros servicios están todavía en las nubes. En los últimos años, los individuos y las empresas fueron capaces de descargar el contenido en estos equipos, por lo tanto, la explosión de Facebook, Flickr, YouTube y Twitter, estos sitios no generan sus propios contenidos. Todo lo que vive en las nubes: una empresa ofrece servidores, otro ofrece las interfaces de software y contenido.
La semana pasada, la promesa de la computación en nube ha hecho menos optimista, dijo Carlos Arhur . Amazon ha eliminado el contenido de Wikileaks, que fueron acogidos por sus servidores. En un mensaje, Amazon dijo que no era un ataque que fue el objeto que Wikileaks había justificado la expulsión (estos ataques han sido contrarrestados con éxito), pero el hecho de que Wikileaks no cumplía las condiciones de uso.
Las condiciones de uso? pide a la periodista del Guardian. ¿Desde cuándo Amazon tiene el tiempo para comprobar si todas las empresas que accesan a sus servidores cumplan con las condiciones de uso? ¿Y por qué es que estaba bien cuando se trataba del Afganistán Warlogs, y ya no cuando se trata de los telegramas diplomáticos?
Es éste entonces el cloud computing? El caso muestra Wikileaks es que la computación en nube se iniciará a la lluvia cada vez que las autoridades demuestran suficientemente urgente? La realidad es que cualquiera que trate de ver lo que está sucediendo dentro del gobierno con la eficiencia mostrada Assange Lo que Wikileaks y probado los límites del gobierno, sino también los de la tolerancia comercial.
La lista de empresas estadounidenses que han caído Wikileaks es asombrosa.
Esto no significa que la computación en nube es un fiasco, más y más compañías siguen migrando sus datos a las nubes, presionado por Google y Microsoft. Pero eso significa que no se libre de las presiones políticas, y probablemente no la red se dio a conocer nunca. El evento interesante, sería que el gobierno chino ofrezca como sede de telegramas Wikileaks - que qu'Assange y su equipo probablemente se sintió como ir demasiado lejos.
Al mismo tiempo, telegramas continúan circulando con la puesta en común de sistemas de archivos, en particular, BitTorrent - que es la terminación de la computación en nube, que consisten en redes ad hoc de los usuarios de PC que tienen un copia del archivo maestro y lo pasa a todo el que quiera desechos, a fin de no ser identificado. El mercado de la computación en nube aparece como lo que es: comercial, y por lo tanto vulnerables a las presiones políticas y comerciales. Pero el intercambio de archivos está convirtiendo en la verdadera forma de resistencia, y es que para detener la única solución es apagar la Internet.
Y ni el gobierno de los EE.UU., ni el gobierno chino parece dispuesto a asumir.
Este artículo apareció en el blog tecno Guardian muestra que el caso Wikileaks plantea muchas cuestiones que afectan no sólo la diplomacia y el periodismo, sino también cómo la política se está convirtiendo en la tecnología.
martes, 7 de diciembre de 2010
EL 67 % DE LOS DOMINICANOS CREE QUE EL GOBIERNO ESTA CORROMPIDO, Y QUE HAY MAS CORRUPCION QUE ANTES.
El 67% afirma que ahora hay más corrupción en el Gobierno que antes
En cuanto a la corrupción crece deterioro del sector privado
El 67% de la población adulta del país tiene la opinión de que en el Gobierno hay ahora más corrupción que antes, y el 70% afirma que con el paso del tiempo la corrupción aumenta en el país. Esta cifra significa un aumento negativo de prácticamente tres puntos porcentuales en relación a noviembre del año pasado y de 20 puntos en relación a julio del año pasado.
Según la última encuesta Gallup-Hoy, el 21% de los electores tiene la creencia de que la corrupción ahora es igual que antes. Apenas el 12% piensa que ahora hay menos corrupción que antes.
En cuanto al tema de si la corrupción aumenta o es igual a tiempos anteriores, solo el 18% cree que sigue igual y el 9% afirma que disminuye.
Más corrupción ahora. En términos comparativos, la encuesta trató de determinar la opinión ciudadana sobre la corrupción en la administración del Presidente Hipólito Mejía y la administración del Presidente Leonel Fernández.
Se encontró que el 59% de los encuestados afirma que ahora hay más corrupción que en el último Gobierno del Partido Revolucionario Dominicano; el 21% percibe que el nivel de corrupción es el mismo, pero el 17% entiende que en el Gobierno de Fernández hay menos corrupción. En agosto del 2007 sólo el 30% de los ciudadanos y ciudadanas tenían la opinión de que en el Gobierno de Fernández había más corrupción que en el de Mejía. Hace un año que esa proporción subió al 53% y ahora se situó en el 59%.
Sectores público y privado. La mayoría de los ciudadanos y ciudadanas, 44%, tiene el parecer de que en el sector privado hay menos corrupción que en el sector público. El 29% afirma que en las actividades privadas hay más corrupción que en las públicas, pero el 20% estima que la corrupción es igual en ambos sectores.
La imagen del sector privado ha ido perdiendo terreno en materia de corrupción. En el 2007 sólo el 21% entendía que albergaba más corrupción que en el sector público. Dos años después bajó al 20%, pero ahora subió al 29%.
Quienes creen que hay menos corrupción en las actividades privadas bajaron de 51% a mediados del año pasado a 44%, ahora.
La impunidad. Una abrumadora mayoría de electores, 80%, afirma que muchos delitos que se comenten y los culpables no son sancionados debido a la impunidad. El 14% cree que la impunidad ocurre pocas veces y el 4% dice que casi nunca.
Los dos rangos. A los encuestados se les presentó una lista con 23 entidades públicas y privadas reconocidas para que señalaran las que consideraban nada corrupta y poco corrupta y corrupta y muy corrupta.
Las cinco primeras señaladas como más corruptas, en orden descendente son estas: La Justicia dominicana (75.6%), el sistema de partidos políticos (75.2%), la Policía Nacional (72.3%), los ayuntamientos del país (61.6%) y el Congreso Nacional, diputados y senadores (61%).
En el rango contrario, las cinco consideradas menos corruptas, quedaron estas, en orden descendente: Iglesia evangélica (50%), Iglesia católica (45.2%), asociaciones comunitarias (34%), Dirección de Correos (34.1%) y medios de comunicación social (28%).
En cuanto a la corrupción crece deterioro del sector privado
El 67% de la población adulta del país tiene la opinión de que en el Gobierno hay ahora más corrupción que antes, y el 70% afirma que con el paso del tiempo la corrupción aumenta en el país. Esta cifra significa un aumento negativo de prácticamente tres puntos porcentuales en relación a noviembre del año pasado y de 20 puntos en relación a julio del año pasado.
Según la última encuesta Gallup-Hoy, el 21% de los electores tiene la creencia de que la corrupción ahora es igual que antes. Apenas el 12% piensa que ahora hay menos corrupción que antes.
En cuanto al tema de si la corrupción aumenta o es igual a tiempos anteriores, solo el 18% cree que sigue igual y el 9% afirma que disminuye.
Más corrupción ahora. En términos comparativos, la encuesta trató de determinar la opinión ciudadana sobre la corrupción en la administración del Presidente Hipólito Mejía y la administración del Presidente Leonel Fernández.
Se encontró que el 59% de los encuestados afirma que ahora hay más corrupción que en el último Gobierno del Partido Revolucionario Dominicano; el 21% percibe que el nivel de corrupción es el mismo, pero el 17% entiende que en el Gobierno de Fernández hay menos corrupción. En agosto del 2007 sólo el 30% de los ciudadanos y ciudadanas tenían la opinión de que en el Gobierno de Fernández había más corrupción que en el de Mejía. Hace un año que esa proporción subió al 53% y ahora se situó en el 59%.
Sectores público y privado. La mayoría de los ciudadanos y ciudadanas, 44%, tiene el parecer de que en el sector privado hay menos corrupción que en el sector público. El 29% afirma que en las actividades privadas hay más corrupción que en las públicas, pero el 20% estima que la corrupción es igual en ambos sectores.
La imagen del sector privado ha ido perdiendo terreno en materia de corrupción. En el 2007 sólo el 21% entendía que albergaba más corrupción que en el sector público. Dos años después bajó al 20%, pero ahora subió al 29%.
Quienes creen que hay menos corrupción en las actividades privadas bajaron de 51% a mediados del año pasado a 44%, ahora.
La impunidad. Una abrumadora mayoría de electores, 80%, afirma que muchos delitos que se comenten y los culpables no son sancionados debido a la impunidad. El 14% cree que la impunidad ocurre pocas veces y el 4% dice que casi nunca.
Los dos rangos. A los encuestados se les presentó una lista con 23 entidades públicas y privadas reconocidas para que señalaran las que consideraban nada corrupta y poco corrupta y corrupta y muy corrupta.
Las cinco primeras señaladas como más corruptas, en orden descendente son estas: La Justicia dominicana (75.6%), el sistema de partidos políticos (75.2%), la Policía Nacional (72.3%), los ayuntamientos del país (61.6%) y el Congreso Nacional, diputados y senadores (61%).
En el rango contrario, las cinco consideradas menos corruptas, quedaron estas, en orden descendente: Iglesia evangélica (50%), Iglesia católica (45.2%), asociaciones comunitarias (34%), Dirección de Correos (34.1%) y medios de comunicación social (28%).