domingo, 28 de febrero de 2021

"LA HOJA DE RUTA": EN LA FORMULACION DE POLITICAS RESULTA IMPRESCINDIBLE DISPONER DE UNA, ES NECESARIO SABER HACIA DONDE SE QUIERE LLEGAR Y COMO LLEGAREMOS

 


Cortesia del blog Educativo de Noticias

 del Lic Enildo Rodriguez Nunez MBA PhDP

 COORDINACION INTERNACIONAL DE COMUNICACIONES EN REDES E INFORMATICA 


En la formulación de políticas resulta imprescindible disponer de una hoja de ruta; es necesario saber hacia dónde se quiere llegar.

 Esta obviedad ha llevado a entender la formulación de políticas en clave de planificación, estableciendo objetivos claros y precisos para luego ejecutarlos. 


Esta dualidad entre planificación y ejecución es un trasunto de la separación entre pensamiento y acción, tributaria a su vez de posiciones tayloristas cuyos principios se reflejaron de manera clara en las burocracias públicas.

Con la expresión planificación estratégica se intentó designar una realidad más compleja pero quizás no se acertó a dar cuenta cumplida de la complejidad.

 Por definición una estrategia no se planifica, a modo de hipótesis una estrategia se enuncia y se somete a contrastación empírica para apreciar su consistencia y su refrendo por la realidad.

M. Crozier, de forma polémica, contrapone los conceptos de racionalidad (bajo este término podría comprenderse el de planificación) y el de estrategia.

 A juicio del ilustre profesor, la operación mental que lleva a la estrategia es la inversa a la planificación racional: con los medios de que disponemos qué fines podremos plantear mientras que, al invertir los términos, nos hallamos ante el racionalismo: qué medios se requieren para alcanzar unos fines. 

Aunque parezca un juego de palabras en este debate gravita la clave de la formulación de políticas.

La formulación de políticas no responde a la eficiencia operativa sino a la eficiencia adaptativa. 

No es una operación que minimiza medios y maximiza fines sino que trata de, en contacto con la realidad, redefinir, implementar los objetivos previamente establecidos. 

El proceso está muy bien analizado en un trabajo de H. Mintzberg de título plástico: La elaboración artesanal de la estrategia donde estudia la formulación de políticas como un proceso artesano en el que se debe contar con una estrategia deliberada (no hay viento favorable para quien no sabe dónde va) pero hay que estar atento a las estrategias emergentes, aquellas oportunidades o amenazas inintencionales o imprevisibles, incluso azarosas que pueden obligar a cambiar o aconsejar el cambio.

A partir de estas ideas os propongo la reflexión:

-La formulación de políticas como proposiciones hipotéticas

-El contraste entre racionalidad y estrategia

-Estrategias deliberadas y emergentes 

Tomad en cuenta un consejo de Maquiavelo: más vale actuar y arrepentirse que no actuar y arrepentirse .


HAITI EXISTE TODABIA? DEBERIAMOS PREGUNTARNOS TAMBIEN MUCHAS COSAS MAS SOBRE ELLOS



 HAITI EXISTE TODABIA... DEBERIAMOS PREGUNTARNOS MUCHAS COSAS MAS...

¿Haití existe?
Hasta que la furia de la naturaleza sacudió la capital haitiana, el pasado 12 de enero, y la devastó, ¿quién hablaba de Haití? ¿Quién se acordaba de Haití y su eterna agonía?


Haití fue el primer país independiente de América Latina. La colonia francesa de Saint-Domingue, que ocupaba la mitad occidental de la isla de La Española, vio en los años finales del siglo XVIII arder los cafetales y plantaciones de caña que tanta riqueza le habían dado a la metrópoli europea. El fuego lo pusieron los negros esclavos, traídos de África o ya nacidos en la colonia, quienes tuvieron la osadía de pensar que el sueño iluminista de que la libertad, la igualdad y la fraternidad eran posibles para los hombres, también los concernía a ellos, los más explotados y desiguales. Pero hombres al fin y al cabo.

El reto lanzado al mundo y a la historia por los negros y ex esclavos haitianos al parecer fue demasiado audaz y pronto se revertiría como una maldición secular. Desde entonces Haití sería territorio de invasiones y ocupaciones, de dictaduras y violencia, de miseria, dolor, ignorancia, miedo y fanatismo.
Derrotados los sueños y la utopía, Haití se convertiría en una ventana del infierno sobre la faz de la tierra.

Haití es el país más pobre del hemisferio occidental, el más analfabeto, el más asolado por la violencia y las enfermedades, el más hambreado e insalubre. Nueve millones de hombres, mujeres y niños, casi todos negros, viven en un pedazo de tierra esquilmado y agreste, donde periódicamente aflora la violencia del modo en que se expresa entre los más pobres, incultos y desposeídos: de manera radical y sin límites. En Haití, cada día, mueren de hambre, desnutrición, enfermedades curables y de desolación cientos de niños, ancianos, mujeres.


Hasta que la furia de la naturaleza sacudió la capital haitiana, el pasado 12 de enero, y la devastó, dejando una cifra todavía impredecible de muertos y heridos, ¿quién hablaba de Haití? ¿Quién se acordaba de Haití y su eterna agonía?
Hoy los gobiernos de muchos países expresan su dolor y entregan su solidaridad humanitaria a un país desolado. Gracias a un terremoto que parece salido de entre las maldiciones del Apocalipsis (aunque una ira así no puede ser divina), se habla de Haití, se ayuda a Haití, se recuerda a Haití. El auxilio que llega y llegará al país seguramente salvará vidas, alimentará hambrientos y abrigará a desposeídos. Pero, cuando pase la ola ¿quién seguirá ayudando a Haití?

Las decenas de miles de muertos que hoy yacen bajo los escombros de una ciudad pobrísima, en las fosas abiertas de cualquier manera y hasta en las mismas calles de la ciudad conmueven de una manera especial. Pero, ¿y los que morían de hambre y desesperanza un día antes, a quién conmovían?
Ahora, cuando se habla de Haití, se deberían utilizar palabras que no sólo fueran de condolencia, sino también, y sobre todo, de esperanza: Haití necesita de la ayuda que le llega hoy, pero igual de la que reclamaba desde mucho antes, la ayuda que le permita salir de su ancestral miseria, de su ignorancia compacta, de su pobreza, que son tan y hasta más devastadoras que el más devastador de los terremotos.

La furia de la naturaleza nos ha recordado a todos que Haití existe. Ojalá mañana, cuando la tragedia salga de los titulares de los periódicos y de los reclamos de los organismos internacionales, cuando estos muertos de hoy hayan sido sepultados, no nos olvidemos de que Haití seguirá existiendo, pobre y misérrimo, y que su gente seguirá muriendo si no se cambia el destino trágico que un mundo injusto le deparó a los herederos de aquellos esclavos que hace dos siglos lucharon por la libertad, la igualdad y la fraternidad entre los hombres. 
Como si fuera posible.

Un articulo de Leonardo Padura
La Habana, Cuba
Enero 1, 2010