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Imágenes del mundo
Bolaño: la construcción de un mito
Los críticos de Estados Unidos lo transformaron en la gran marca de la literatura latinoamericana. Su novela Los detectives salvajes destronó a Cien años de soledad. Gael García Bernal lo interpretará en el cine. Quién era y qué peligros enfrenta su obra en la era del marketing.
Por Leonardo Tarifeño | © LA NACION
La tarde del 7 de febrero del 2003 hablé con Roberto Bolaño por última vez. Yo vivía en México DF y era coeditor de El Ángel , la revista cultural del diario Reforma , para la que él colaboraba con cierta regularidad. Esa tarde había muerto Augusto Monterroso, y mi jefe me ordenó reunir testimonios de distintos escritores sobre el gran cuentista guatemalteco, exiliado en México desde 1944. Bolaño era amigo de la casa, admiraba cierta literatura exquisita emparentada con la de Monterroso, conocía de primera mano la cultura mexicana y también sabía, como el autor de "El dinosaurio", lo que significaba vivir y escribir muy lejos del país natal. Para mí, llamarlo era una buena idea; para él, no tanto. Me atendió con afecto y franqueza, como siempre, y muy amablemente declinó la invitación. "Además, la próxima necrológica que te toque escribir va a ser la mía", me dijo, con un tono que entonces no supe si era de tristeza o ironía. No lo tomé en serio y le pedí que, si estaba tan seguro, la escribiera él y me ahorrara el trabajo (y el disgusto, debí agregar). Él insistió, entre risas, y ambos prometimos pensar en el artículo de su muerte. Menos de seis meses después, el 14 de julio de ese mismo año, Bolaño moría en España, víctima de una larga enfermedad hepática.
No sé por qué, esa tarde de julio, mi jefe no volvió a pedirme que reuniera opiniones de escritores, en ese caso acerca del creador de Los detectives salvajes . Yo no cumplí mi palabra, no escribí su necrológica (me gusta y me da miedo pensar que lo estoy haciendo ahora). Bolaño sí cumplió la suya, y de sobra, con 2666 , su monumental novela inconclusa, toda una necrológica enloquecida y brutal cuya última palabra es "México". En otra de las conversaciones que sostuvimos, siempre por vía telefónica, le reclamé que nunca apareciera por su teóricamente queridísimo Distrito Federal. Hasta donde yo sabía, lo más cerca que había estado de volver al país al que le debía, según sus palabras, su "formación intelectual" había sido en 1999, cuando Chile fue el invitado de honor de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). Bolaño ya tenía su pasaje y había comprometido su participación en varias mesas literarias, pero a último momento prefirió quedarse en casa y pidió que en su lugar se invitara a Pedro Lemebel. "¿Por qué no vienes, si aquí se te admira, tienes amigos y la ciudad te encanta?", llegué a preguntarle alguna tarde. "Porque no se regresa al lugar del crimen", me respondió, otra vez, con un tono entre irónico y triste. Y otra vez, como si fuera un destino o simple irresponsabilidad, en aquella ocasión yo tampoco lo tomé en serio. Hasta ahora, cuando pienso que "México" fue la última palabra que escribió e intento ver allí una pista que delate al prófugo imposible de atrapar.
Pero, ¿cuál es el "crimen" cometido por Roberto Bolaño? ¿A quién o a quiénes afecta su "delito"? ¿Y qué huellas conviene seguir para absolverlo o condenarlo? En las calles de Barcelona, el esténcil con su retrato compite con los grafitis hiphoperos o las pintadas en favor del nacionalismo catalán. El pasado jueves 10 se presentó en Pekín la traducción al chino mandarín de Los detectives salvajes . En Estados Unidos, 2666 recibió el National Book Critics Award, y Time la eligió como la novela del 2008. Por esos días, la dirección de la cárcel de Huntville, en Texas, le negó el pedido de Los detectives salvajes al preso número 1.385.412, ya que el libro "transgrede el manual de orientación para reos". Un año antes, The New York Times y The Washington Post destacaron a Los detectives salvajes entre las diez mejores novelas de 2007. En octubre pasado, el temido agente literario Andrew Wylie, actual encargado de los derechos de la obra del escritor chileno, dio a conocer la aparición de El Tercer Reich , novela oculta e inédita de Bolaño, de quien su editor español, Jorge Herralde, nunca había tenido noticias. Y hace apenas tres meses se anunció que Gael García Bernal podría interpretar a Arturo Belano (álter ego de Bolaño) en la versión cinematográfica de Los detectives salvajes , dirigida por el mexicano Carlos Sama. El extraño y heterogéneo caudal de noticias a su alrededor y la creciente mitificación de su figura confirman que Bolaño se ha convertido en un fenómeno global de la literatura latinoamericana, un impacto que en términos de aceptación crítica en otras lenguas sólo parece comparable al que en su día conquistó Gabriel García Márquez con Cien años de soledad (1967). Si lo de Bolaño fue un crimen, hay motivos para pensarlo como un crimen perfecto.
¿Y sus huellas? Para aquella FIL de 1999, Bolaño rechazó el viaje a Guadalajara pero no la invitación a escribir un artículo en una edición especial del suplemento cultural Hoja por Hoja , en ese momento la principal publicación de la feria, de distribución gratuita. El motivo de su artículo era José Donoso, por cierto uno de los escritores ampliamente homenajeados en aquel encuentro. El texto de Bolaño, "El misterio transparente de José Donoso" (compilado en Entre paréntesis ), empieza de la siguiente manera:
Me cuesta escribir sobre Donoso. En casi todo estoy en desacuerdo con él. Cuando agonizaba, leí que pidió que le recitaran "Altazor", de Huidobro, y la imagen de Donoso en una cama de la que ya no iba a salir, escuchando los versos de "Altazor", me pone enfermo. No tengo nada contra Huidobro, me gusta Huidobro, pero ¿cómo alguien que se está muriendo puede querer que le lean ese poema?
Sigue así:
La herencia de Donoso es un cuarto oscuro. En el interior de ese cuarto oscuro pelean las bestias. Decir que él es el mejor novelista chileno del siglo es insultarlo. No creo que Donoso pretendiera tan poca cosa. Decir que está entre los mejores novelistas de lengua española de este siglo es una exageración, se lo mire como se lo mire.
Y concluye:
Sus seguidores, los que hoy portan la antorcha de Donoso, los donositos, pretenden escribir como Graham Greene, como Hemingway, como Conrad, como Vonnegut, como Douglas Coupland, con mayor o menor fortuna, con mayor o menor grado de abyección, y desde esas malas traducciones llevan a cabo la lectura de su maestro, la lectura pública del mayor novelista chileno.
Tal vez valga la pena aclarar que los "donositos" a los que se refería en ese párrafo eran muchos de sus colegas presentes en la FIL. Con semejante artículo-bomba, el autor no necesitó ir a la feria para estar allí y en boca de todos. El tono, el gesto y el sentido de la oportunidad visibles en "El misterio transparente de José Donoso" manifiestan los intereses de un escritor para el que la intervención y la ética literaria eran tan importantes como la obra (y de alguna manera la complementaban) . Si Donoso encarnaba el rol del padre de la narrativa chilena, ahí aparecía Bolaño para dar, con tantos argumentos como recelos, la nota discordante. En sus años de joven promesa había hecho lo mismo en México, por entonces contra Octavio Paz, de quien saboteaba sus lecturas públicas junto a su amigo Mario Santiago (Ulises Lima en Los detectives salvajes ). "Bolaño tuvo una clara estrategia de solitario que impone su ley, repudia la convención, descree de la gloria y sus poderes. La condición única era su signo", escribió Juan Villoro en el prólogo a Bolaño por sí mismo . En una ya célebre entrevista para la edición mexicana de Playboy , la periodista argentina Mónica Maristain le preguntó por qué le gustaba llevar siempre la contraria, a lo que él respondió, magistral: "Yo nunca llevo la contraria". Y a Eliseo Álvarez le confesó que se hizo trotskista porque no le gustaba "la unanimidad sacerdotal, clerical, de los comunistas. Siempre he sido de izquierda y no me iba a hacer de derechas porque no me gustaban los clérigos comunistas, entonces me hice trotskista. Lo que pasa que luego, cuando estuve entre los trotskistas, tampoco me gustaba la unanimidad clerical de los trotskistas, y terminé siendo anarquista [...]. Ya en España encontré muchos anarquistas y empecé a dejar de ser anarquista. La unanimidad me jode muchísimo".
Sus ídolos eran los "pistoleros, exploradores, gambusinos, gauchos, hombres apartados de la ley común pero que se asignan a sí mismos una moralidad severa, determinada por las arduas condiciones de su oficio", recuerda Villoro. En una entrevista donde se le preguntó de qué forma regresaría a la Tierra después de muerto, Bolaño contestó que lo haría convertido en "colibrí, que es el más pequeño de los pájaros y cuyo peso, en ocasiones, no llega a los dos gramos. La mesa de un escritor suizo. Un reptil del desierto de Sonora". Como los francotiradores, el detective salvaje en persona sólo era tal si actuaba en soledad (a lo mejor por eso disfrutaba tanto la presencia de los amigos, como han asegurado Rodrigo Fresán, Antoni García Porta y Villoro, entre otros compañeros de ruta). Hijo de un boxeador, parecía creer que sus palabras sólo tenían sentido si las pronunciaba desde el ring. Lo curioso es que sus provocaciones y desmesuras, hoy transformadas en la marca registrada de una rebeldía neobeatnik, tienen más de guanteo con un sparring que de pelea por el título mundial. Años después de atacar a Octavio Paz en su propio territorio, comentó en más de una oportunidad que admiraba algunos de sus ensayos y al menos "cuatro poemas" suyos. La crítica a Donoso termina por orientarse a sus probables discípulos. Y de Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, prohombres del boom a los que alguna vez miró con desconfianza, en 1999 afirmó que "son superiores, y no creo que el tiempo vaya a perjudicar sus obras". En cada escaramuza del hombre que trabajó como descargador de barcos (en Francia) y sereno de un camping (en España) no late el dogma concluyente del gurú, sino la búsqueda permanente de quien no ignora que "la literatura no se hace sólo de palabras". La misma búsqueda que realizan Ulises Lima y Arturo Belano en pos de Cesárea Tinajero en Los detectives salvajes , la aventura que recorre la esquiva identidad de Benno von Archimboldi en 2666 .
Tal vez el crimen no tan perfecto de Bolaño haya sido sostener que el oficio literario exige algo más que destreza lingüística, sin ser nunca lo suficientemente explícito con lo que trataba de decir. Es posible que no haya manera de ser explícito en esas cuestiones; quizás en la literatura y el arte hay ciertos asuntos importantes que no se pueden explicar. No parece exagerado afirmar que el escritor chileno murió en el intento por ser lo más claro posible en este asunto, y que de veras lo fue gracias a la insólita potencia que vibra en 2666 . "Muchas pueden ser las patrias de un escritor, se me ocurre ahora, pero uno solo el pasaporte, y ese pasaporte evidentemente es el de la calidad de la escritura -dijo, en voz alta, en su discurso de agradecimiento por el premio Rómulo Gallegos a Los detectives salvajes -. Que no significa escribir bien, porque eso lo puede hacer cualquiera, sino escribir maravillosamente bien, y ni siquiera eso, pues escribir maravillosamente bien también lo puede hacer cualquiera. ¿Entonces qué es una escritura de calidad? Pues lo que siempre ha sido: saber meter la cabeza en lo oscuro, saber saltar al vacío, saber que la literatura básicamente es un oficio peligroso." En sus libros, en especial Estrella distante y La literatura nazi en América , da la impresión de que el mayor peligro de la literatura consiste en la formación de eruditos inmorales, torturadores ilustrados, "dandys del horror", en palabras de Villoro. En Bolaño, la cultura no salva, y por el contrario, muchas veces es garantía de exquisita sordidez. Como en los cuentos de Llamadas telefónicas , el narrador -de fuerte impronta autobiográfica- advierte que el mundillo de escritores y críticos es de lo más turbio y dudoso que se pueda imaginar, y allí sospecha que la presunta nobleza del arte debe de estar en otro lado. Ante ese panorama, el detective salvaje busca, y en su investigación descubre que tal vez aprenda a saltar al vacío si es fiel a una fuerte ética literaria y personal. El escritor sube al ring, y ahí descubre que enfrente lo esperan los enigmas de su oficio. La ética y la estética son lo mismo. Por eso es que salir a dar batalla es tan importante como escribir un gran libro.
Con razón, el crítico español Ignacio Echevarría ha señalado que la figura dominante en la obra de Bolaño es el poeta. El prosista consagrado se veía a sí mismo como poeta, y los poemarios Tres , Los perros románticos y La universidad desconocida son algo más que la bitácora del narrador clandestino. En su mirada, el poeta es aquel donde ética y estética consuman su particular matrimonio, lo más parecido a un superhéroe de la literatura. En alguna entrevista, el autor dijo que si tuviera que asaltar el banco más seguro del mundo lo haría en compañía de poetas, y el relato "Enrique Martín" comienza con un enunciado que también es una declaración de principios: "Un poeta lo puede soportar todo. Lo que equivale a decir que un hombre lo puede soportar todo. Pero no es verdad: son pocas las cosas que un hombre puede soportar. Un poeta, en cambio, lo puede soportar todo". Durante una cena, a Villoro le dijo: "Soy un marine; donde me pongas, resisto". Y en el formulario con el que pidió la beca Guggenheim, a la hora de rellenar el apartado de "trabajos realizados", Bolaño anotó: "Todos los oficios". La extraordinaria candidez que recorre a los jovencísimos Ulises Lima y Arturo Belano en la búsqueda de los secretos de la poesía (y de la vida) parece asomar en ese formulario indiscreto. Con la candidez no se va muy lejos, pero el mundo no se cambia si no se es un poco cándido. ¿Qué seriedad hay en el escritor que pide una beca y se define como trabajador de "todos los oficios"? La insobornable seriedad del cándido. En esa línea, quienes lo conocieron recuerdan que le gustaba considerarse "cazador de cabelleras". La frase aparece en el relato "Sensini" y apunta a los escritores que, como el propio Bolaño, vivían de alzarse con los jugosos e ignotos premios literarios de provincias. Pero el premio máximo del "cazador de cabelleras" es conquistar la del rival más poderoso (Paz, Donoso) y cuidar la propia, tarea para la cual quizá no haya nada mejor que haberse ejercitado en "todos los oficios". Aunque el mundo lo entienda y lo valore por eso, o no lo entienda y lo desprecie por la misma razón.
Hoy resulta difícil saber si el éxito de Bolaño es una huella que lo condena o lo absuelve en su peculiar aventura literaria y vital. Es el escritor en lengua española más reconocido de su generación, y la unanimidad que tanto despreciaba comienza a amenazarlo. A mí me gusta creer que la clave de su presente y futuro está escondida en una escena de La pista de hielo (1993), novelita muy menor si se la compara con Los detectives salvajes o 2666 . El fragmento en el que pienso es cuando Nuria, campeona de natación, entra en el mar, y uno de los personajes masculinos, enamoradísimo de ella, la sigue. Nuria avanza y se mete cada vez más adentro entre las olas; el hombre da su mejor esfuerzo para alcanzarla y cuando llega advierte que no tendrá energías para volver. Para él, cada brazada es algo que lo conduce a la felicidad o al abismo, y lo único seguro es que el momento es un mal momento; sin embargo, y aun en contra de las evidencias, las da igual, simplemente porque es algo que no puede dejar de hacer. A lo lejos, desde el mar, la playa es un horizonte alucinado e imposible, pero la mujer se acerca y lo ayuda para que pueda regresar. Del mismo modo, Bolaño y su literatura fueron más llá de donde creían poder ir, y serán algunos de sus nuevos lectores -no el marketing ni el cine- los que ubiquen sus libros, ilusiones y salidas de tono en su justa dimensión. De eso se trata el verdadero crimen perfecto. [giecoleon]
Sobre el mito Bolaño
El autor devela la estrategia de marketing que impuso al escritor chileno, a quien conoció, como nuevo paradigma de la literatura latinoamericana en Estados Unidos. Una operación que, afirma, no le resta mérito a su obra
Por Horacio Castellanos Moya | © LA NACION
Me había propuesto no volver a hablar o escribir sobre Roberto Bolaño. Ha sido objeto de demasiado manoseo en los dos últimos años, sobre todo en cierta prensa estadounidense, y me dije que ya bastaba de intoxicación. Pero aquí estoy de nuevo escribiendo sobre él, como un viejo vicioso, como el alcohólico que promete que ésa es la última copa de su vida y a la mañana siguiente jura que sólo se tomará una más para salir de la resaca. Y la culpa de mi recaída la tiene mi amiga Sarah Pollack, quien me hizo llegar su agudo ensayo académico precisamente sobre la construcción del "mito Bolaño" en Estados Unidos. Sarah es profesora en la City University de Nueva York y su texto, titulado "Latin America Translated (Again): Roberto Bolaño?s The Savage Detectives in the United States", será publicado en el próximo número de la revista trimestral Comparative Literature.
Albert Fianelli, un colega periodista italiano, parodia al doctor Goebbels y dice que cada vez que alguien le menciona la palabra "mercado" él saca la pistola. Yo no soy tan extremista, pero tampoco me creo el cuento de que el mercado sea esa deidad que se mueve a sí misma gracias a unas leyes misteriosas. El mercado tiene dueños, como todo en este infecto planeta, y son los dueños del mercado quienes deciden el mambo que se baila, se trate de vender condones baratos o novelas latinoamericanas en Estados Unidos. Lo digo porque la idea central del trabajo de Sarah es que, detrás de la construcción del mito Bolaño, no sólo hubo un operativo de marketing editorial sino también una redefinición de la imagen de la cultura y la literatura latinoamericanas que el establishment cultural estadounidense ahora le está vendiendo a su público.
No sé si sea mi mala suerte o si a otros colegas también les sucedió, pero cada vez que me encontraba en territorio estadounidense -podía ser en el bar de un aeropuerto, en una reunión social o donde fuera- y cometía la imprudencia de reconocer ante un ciudadano de ese país que soy escritor de ficciones y procedo de Latinoamérica, éste de inmediato tenía que desenvainar a García Márquez, y lo hacía además con una sonrisa de autosuficiencia, como si me estuviera diciendo "Los conozco, sé de qué van ustedes" (claro que me encontré con otros más silvestres, que alardeaban con Isabel Allende o Paulo Coelho, lo que tampoco hacía diferencia, porque se trata de versiones light y de autoayuda de García Márquez). En los tiempos que corren, sin embargo, esos mismos ciudadanos, en los mismos bares de aeropuertos o en reuniones sociales, han comenzado a desenvainar a Bolaño.
La idea clave es que durante treinta años la obra de García Márquez, con su realismo mágico, representó la literatura latinoamericana en la imaginación del lector estadounidense. Pero como todo se desgasta y termina percudiéndose, el establishment cultural necesitaba un recambio, hizo tanteos con los muchachos de los grupos literarios llamados McOndo y Crack, pero no servían para la empresa, sobre todo porque, como explicaSarah Pollack, era muy difícil vender al lector estadounidense el mundo de los iPods y de las novelas de espías nazis como la nueva imagen de Latinoamérica y su literatura. Entonces apareció Bolaño con Los detectives salvajes y su realismo visceral.
"Que nadie sabe para quién trabaja" es una frase hecha que me gusta repetir, pero también es una realidad grosera que me ha golpeado una y otra vez en la vida. Y no sólo a mí, estoy seguro de ello. Sigamos. Los cuentos y las novelas breves de Bolaño venían siendo publicados en Estados Unidos, con esmero y tenacidad, por New Directions, una editorial independiente muy prestigiosa pero de difusión modesta, cuando de pronto, en medio de las negociaciones para la compra de Los detectives salvajes, apareció, como surgida de los cielos, la poderosa mano de los dueños de la fortuna, quienes decidieron que esta excelente novela era la obra llamada para el recambio, escrita además por un autor que había muerto hacía muy poco, lo que facilitaba los procedimientos para organizar la operación, y pagaron lo que fuera por ella. La construcción del mito precedió al gran lanzamiento de la obra. Cito a Sarah Pollack:
El genio creativo de Bolaño, su atractiva biografía, su experiencia personal en el golpe de Pinochet, la calificación de algunas de sus obras como novelas de las dictaduras del Cono Sur y su muerte en 2003 a causa de una falla hepática a sus cincuenta años de edad contribuyeron a "producir" la figura del autor para la recepción y el consumo en Estados Unidos, incluso antes de que se propagara la lectura de sus obras.
Quizá no haya sido yo el único sorprendido cuando, al abrir la edición norteamericana de Los detectives salvajes, me encontré con una foto del autor que no conocía. Es el Bolaño posadolescente, con la cabellera larga y el bigotito, la pinta de hippie o del joven contestatario de la época de los infrarrealistas, y no el Bolaño que escribió los libros que conocemos. Celebré la foto, y como soy un ingenuo, me dije que seguramente había sido un golpe de suerte para los editores conseguir una foto de la época a la que alude la mayor parte de la novela. (Ahora que los infrarrealistas han abierto su sitio web, ahí se encuentran colgadas varias de esas fotos, en las que descubro a mis cuates Pepe Peguero, Pita, el "Mac" y hasta al periodista peruano radicado en París José Rosas, de quien yo desconocía su pertenencia al grupo). No se me ocurrió pensar entonces, pues el libro apenas salía del horno y comenzaba el revuelo en los medios de Nueva York, que esa evocación nostálgica de la contracultura rebelde de los años 60 y 70 era parte de una bien afinada estrategia.
No fue casual entonces que en la mayoría de artículos sobre el perfil del autor se hiciera énfasis en los episodios de su juventud tumultuosa: su decisión de salirse de la escuela secundaria y convertirse en poeta; su odisea terrestre de México a Chile, donde fue encarcelado luego del golpe de Estado; la formación del fracasado movimiento infrarrealista con el poeta Mario Santiago; su existencia itinerante en Europa; sus empleos eventuales como cuidador de camping y lavaplatos; una supuesta adicción a las drogas y su súbita muerte.
Estos episodios iconoclastas eran demasiado tentadores como para que no fueran convertidos en una tragedia de proporciones míticas: he aquí alguien que vivió los ideales de su juventud hasta las últimas consecuencias. O como rezaba el titular de uno de esos artículos: ¡Descubran al Kurt Cobain de la literatura latinoamericana!
Ningún periodista estadounidense resaltó el hecho, advierte Sarah Pollack, de que Los detectives salvajes y la mayor parte de la obra en prosa de Bolaño "fueron escritos cuando éste era un sobrio y reposado hombre de familia", durante los últimos diez años de su vida, y un excelente padre, agregaría yo, cuya mayor preocupacion eran sus hijos, y que si al final de su vida tuvo una amante, lo hizo en el más conservador estilo latinoamericano, sin atentar contra la conservación de su familia. "Bolaño aparece ante el lector (estadounidense) , incluso antes de que uno abra la primera página de la novela, como una mezcla entre los beats y Arthur Rimbaud, con su vida convertida ya en materia de leyenda."
Digo yo que a Bolaño le hubiera hecho gracia saber que lo llamarían el James Dean, o el Jim Morrison, o el Jack Kerouac de la literatura latinoamericana. ¿Acaso no se titula la primera novelita que escribió a cuatro manos con García Porta Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce? Quizá no le hubiera hecho gracia saber los motivos ocultos por los que lo llaman así, pero ésa es harina de otro costal. Lo cierto es que Bolaño siempre fue un contestatario; nunca un subversivo, ni un revolucionario involucrado en movimientos políticos, ni tampoco un escritor maldito (como sí lo fue su mentor de aquellos primeros años, el poeta veracruzano Orlando Guillén, pero ésa es otra historia que espera ser contada), sino un contestatario, tal como lo define la Real Academia: "Que polemiza, se opone o protesta contra algo establecido" .
Fue contestatario contra el establishment literario mexicano -ya fuera representado por Juan Bañuelos u Octavio Paz- a principios de los años 70; con esa misma mentalidad contestataria, y no con una militancia política, se fue al Chile de Allende (a propósito de ese viaje, que un periodista del New York Times ha puesto en duda, he llamado a mi amigo el cineasta Manuel "Meme" Sorto a Bayonne, Francia, donde ahora vive, para preguntarle si no es cierto que Bolaño pernoctó en su casa en San Salvador cuando iba hacia Chile y también a su regreso -el mismo Bolaño lo menciona en Amuleto- y esto es lo que Meme me ha dicho: "Roberto aún venía conmocionado por el susto de haber estado en la cárcel. Se quedó en mi casa de la colonia Atlacatl y luego lo llevé a la parada del Parque Libertad a que tomara el autobús hacia Guatemala"). Y se mantuvo contestatario hasta el final de su vida, cuando ya la fortuna lo había tocado y arremetía contra las vacas sagradas de la novelística latinoamericana, en especial contra el boom, a quienes llamaba, en un email que me envió en 2002, "el rancio club privado y lleno de telarañas presidido por Vargas Llosa, García Márquez, Fuentes y otros pterodáctilos" .
Fue esa faceta contestataria de su vida la que serviría a la perfección para la construcción del mito en Estados Unidos, del mismo modo que esa faceta de la vida del Che (la del viaje en motocicleta y no la del ministro del régimen castrista) es la que se utiliza para vender su mito en ese mismo mercado. La nueva imagen de lo latinoamericano no es tan nueva, pues, sino la vieja mitología del "the road-trip" que viene desde Kerouac y que ahora se ha reciclado con el rostro de Gael García Bernal (quien también interpreta a Bolaño en el film que viene, a propósito). Con la novedad de que, para el lector estadounidense, dos mensajes complementarios, que apelan a su sensibilidad y expectativas, se desprenden de Los detectives salvajes: por un lado, la novela evoca el "idealismo juvenil" que lleva a la rebeldía y la aventura; pero, por el otro, puede ser leída como un "cuento de advertencia moral", en el sentido de que "está muy bien ser un rebelde descarado a los diecisiete años, pero si uno no crece y no se convierte en una persona adulta, seria y asentada, las consecuencias pueden ser trágicas y patéticas", como en el caso de Arturo Belano y Ulises Lima. Concluye Sarah Pollack: "Es como si Bolaño estuviera confirmando lo que las normas culturales de Estados Unidos promocionan como la verdad". Y yo digo: es que así fue en el caso de nuestro insigne escritor, quien necesitó asentarse y contar con una sólida base familiar para escribir la obra que escribió.
Lo que no es culpa del autor es que los lectores estadounidenses, con su lectura de Los detectives salvajes, quieran confirmar sus peores prejuicios paternalistas hacia Latinoamérica, como la superioridad de la ética protestante del trabajo o esa dicotomía por la cual los norteamericanos se ven a sí mismos como trabajadores, maduros, responsables y honestos, mientras que a los vecinos del Sur nos ven como haraganes, adolescentes, temerarios y delincuentes. Dice Sarah Pollack que, desde ese punto de vista, Los detectives salvajes es "una muy cómoda elección para los lectores estadounidenses, pues les ofrece los placeres del salvaje y la superioridad del civilizado". Y repito yo: nadie sabe para quién trabaja. O como escribía el poeta Roque Dalton: "Cualquiera puede hacer de los libros del joven Marx un liviano puré de berenjenas, lo difícil es conservarlos como son, es decir, como un alarmante hormiguero". [giecoleon]
Un pintoresco sujeto llamado Petán
Por José Tobías Beato | © mediaIsla
Sin el poder y la personalidad que sin duda tenía Rafael Leónidas Trujillo, la mayoría de sus hermanos no hubieran pasado de simples fulleros, delincuentes de poca monta sin ninguna importancia social o histórica. Sólo uno de ellos logró trascendencia: José Arismendi Trujillo Molina, más conocido como Petán. Eso, a pesar de haber sido un palurdo con alma de tártaro.
Ciertamente, Petán era un rústico que miraba ceñudo a su interlocutor, que impartía órdenes breves y cortantes como si fuera el más grande general de la historia, individuo capaz de llegar a la violencia física por cualquier insignificancia. Son muchos los casos que pueden contarse, en los que Petán golpeó con su fusta habitual, la cara de un incauto chofer porque en la carretera no le abrió paso a su Cadillac negro o al Lincoln color vino con placa 428, pese a la atemorizante sirena que anunciaba su presencia; o que le dió bofetadas a un peón o a un guardia porque no entendió bien una orden.
Así, por ejemplo, en el Nacional del 3 de enero del año 2009 puede leerse la que fuera la última narración deportiva de Mario Álvarez Dugan, quien para el tiempo que sucedió el hecho era Director de Deportes del régimen trujillista: Petán en una ocasión en la que se enfrentaban los equipos del Licey y del Escogido, bajó del palco al terreno de juego no se sabe por qué exactas razones y, en un momento dado, le dio una bofetada (en dominicano, una "galleta"), a un pelotero del equipo "Escogido", un tal André Rogers, que no era dominicano precisamente, sino de Las Bahamas.
Poco faltó para que los demás jugadores extranjeros, en solidaridad con su golpeado compañero, se retiraran del país a causa de esta conducta impropia. Eso sí, al otro día Trujillo, que raramente presenciaba un partido de béisbol completo, se presentó en el estadio "a ver si era verdad que sus hermanos daban `galletas' a los jugadores". Petán, mientras tanto, corrió lejos de la furia del "Jefe".
Por situaciones como esas, la historia registrará la figura de José Arismendi, en tres situaciones estereotipo: con polainas relucientes, pistola al cinto y metralleta en mano que flameaba agresivo o en traje de verde olivo como general de kepis "rameado" y porte arrogante. La tercera es la del campechano que compartía con criolla picardía situaciones del diario vivir o en una fiesta en la que lucía sus habilidades de bailador experimentado.
Sin verdadero talento para el mando político, era ambicioso y estaba a la espera de cualquier acontecimiento que le permitiera el asalto al poder. Por eso su poderoso hermano le dejaba hacer con cierta cautela en su feudo de Bonao, pero vigilando sus pasos, pues estaba al tanto de sus secretos deseos. Durante mucho tiempo lo mantuvo como coronel; a mediados de los años cincuenta lo hizo teniente general, pero sin mando efectivo dentro de las Fuerzas Armadas. Incluso, en ocasiones Petán tuvo que refugiarse en las faldas de su anciana madre, para evitar la cólera de su hermano, cuando éste se enteraba de alguna de sus frecuentes bellaquerías: por ejemplo, cuando en una ocasión imprimió billetes falsos.
Más atrás, en 1935 había complotado, intentando conquistar a los militares que estaban en Bonao y localidades vecinas. Trujillo preparó entonces una Revista Cívica –una demostración militar de poder - el 28 de junio de 1936 y personalmente afirmó que "hay una sola autoridad que encarna los ideales del pueblo.....la única a la que ellos deben subordinar todas las actividades políticas.... .Recuerden los campesinos que me escuchan su sabio adagio que dice que `no se debe dejar camino real por vereda'. Veredas son todos los que pretender disgregar y hacerse interesantes para que los sigan" (Trujillo, Un Estudio de su Dictadura, J. Gimbernard, pág. 115-116). Los que escucharon esta advertencia estaban perfectamente claros que no eran palabras que se las llevaba el viento, sino que podían costar vidas, pues ya sabían que Trujillo era un hombre de mano pesada e implacable.
Salvo esos casos, Trujillo dejó que se hiciera jefe local en el pueblo de Bonao y sus alrededores. Allí Petán tenía una finca en la que era señor de horca y cuchillo. Se llamaba "El Caracol". Al final de la misma había una especie de subterráneo abovedado, con calabozos y lugares especiales de castigo donde `disciplinaba' a peones, a cualquiera que no fuera de su agrado y a su guardia personal llamada "Los cocuyos de la cordillera". En Bonao, específicamente en la denominada "Cumbre", un espacio de la carretera que comunicaba la Capital con el Cibao, había un peaje personal para todo vehículo que transitara por allí, y un impuesto particular para los plátanos.
Pero Petán ha pasado a la historia no por tales truculencias y hurtos de mafioso de poco vuelo, sino porque como empresario emprendedor, contando con el auxilio y prestigio de su todopoderoso hermano, se forjó un nicho que resultó un filón de oro: la radio y la televisión. De modo que este ser primitivo, pero que paradójicamente tenía sensibilidad para el arte, se convirtió en el mayor mecenas que haya tenido la República Dominicana en toda su historia.
Y claro, como ocurrió en los antiguos tiempos de Europa, guardando las naturales distancias, tal mecenazgo no era ni gratis, ni libre de humillaciones y dolores. Pero su labor resultó altamente creativa en una serie de renglones. De ahí lo que dijimos al principio: que aparte del "Jefe", y pese a todo, fue el único de los Trujillo que dejó algo positivo, de trascendencia para los dominicanos.
Efectivamente; en agosto de 1942 fundó en Bonao, la villa de las hortensias, una modesta emisora: "La Voz del Yuna", en honor del otrora caudaloso río que atraviesa la ciudad. Luego la trasladó a la Capital, que para entonces ya no se llamaba Santo Domingo, sino Ciudad Trujillo. Aquí recibió el nombre de La Voz Dominicana (LVD), que llegó a ser prontamente una, si no la más potente emisora del Caribe.
Petán era "propietario- fundador- administrador" según se leía en el membrete impreso de la emisora. Según informa el periodista y novelista ecuatoriano Gerardo Gallegos, admirador de Trujillo, que laboró en la emisora en tal tiempo, Petán descontaba el cinco por ciento a todo el personal bajo su mando, dizque para servicio médico y medicinas en caso de enfermedad. "Nunca supe de alguien que hubiese utilizado ese servicio" (G. Gallegos, Trujillo: cara y cruz de su dictadura, pág. 133).
En una ocasión – una sola vez – y sin previo aviso, alega el mismo periodista, se les descontó a todos $3.00 peso-dólar, por un pequeño distintivo que los hombres debían colocar sobre la solapa y la mujeres en la blusa: se trataba del boceto de un micrófono en miniatura con las iniciales LVD. En la época era un día de salario y hasta más.
También era usual la práctica – no tan solamente de Petán, sino de buena parte de los empresarios de hoy en día, especialmente si son latinos – de conceder licencias sin sueldo, pero si alguien faltaba por enfermedad o cualquiera otra circunstancia, entonces se debía hacer el trabajo propio y el del compañero faltante, pero gratis, bajo el criterio de que se debe trabajar en todo y en todo tiempo, sin que eso implicara queja alguna por parte del empleado que recibía el premio del trabajo doble y paga de uno.
El mismo Gallegos informa que en la época que laboró en La Voz Dominicana (LVD) como comentarista internacional especializado en la lucha contra el comunismo, Petán recibía por concepto de propaganda para el régimen, la suma de RD$ 25,000 mensuales, una suma astronómica. Pero además, LVD tenía cine con aire acondicionado, teatro al aire libre, un lujoso "Night-Club" donde se daban fiestas, recepciones, banquetes y en los fines de semana shows especiales con artistas nacionales y extranjeros. Era visitado por turistas y por la clase acomodada de la era.
Pero no fue solamente eso. Petán llevó la televisión a la República Dominicana. En América Latina, solamente Cuba, el ingenio azucarero del mundo, y México, potencia petrolera, tenían el invento genial en aquellas fechas. De modo que el país fue el tercero en tenerla. Eso ocurrió el primero de agosto de 1952. El generalísimo Trujillo en persona operó el conmutador del nuevo equipo con las palabras: "Me es profundamente grato inaugurar la televisión en República Dominicana" (Gimbernard, obra cit., pág. 115).
Eso ocurrió a las doce del mediodía. El primer programa presentado fue "Romance Campesino" con los inolvidables "Macario y Felipa", personajes de la célebre comedia de ambiente campesino. Fue como una alegre despedida del campo en la ciudad, pues los días de su predominio estaban contados. La televisión anunciaba precisamente un nuevo mundo nada romántico ni pastoril: el mundo de la congestionada y despersonalizada urbe.
El programa lo presentó – según reportaje de Diario Libre del primero de agosto de este 2009 – María Cristina Camilo, convirtiéndose así en la primera mujer en el papel de presentadora en el país. Los equipos eran marca RCA, y fueron instalados por el ing. J. K. Gram. El canal asignado, el cuatro. De este modo LVD se transformó en el Palacio de Radio Televisión Dominicana, RTVD. En él funcionaban una escuela de canto, de locución, de baile y orquestas con un nivel de excelencia a toda prueba, y que presentaremos sucintamente en otra ocasión. [José Tobías Beato, escritor dominicano, autor de La mariposa azul]
El arte de borrar huellas
Por IVÁN DE LA NUEZ | © Babelia
Henri Michaux solía definir al artista como aquel que se resiste de manera absoluta al impulso de no dejar huellas. Y, la verdad, nunca como hoy la fiebre por dibujar un rastro ha cifrado la cultura de una manera tan rotunda. Ahí están, para confirmarlo, Facebook y MySpace; decenas de millones de blogs y su respectiva compulsión por dejar una señal capaz de probar cualquier experiencia. Sólo que esa necesidad de marcar huellas ha dejado de ser competencia exclusiva de los artistas. De modo que, o bien la definición de Michaux ha caducado, o bien las antiguas labores del arte ya no necesitan de los artistas para ser ejecutadas. En esto consistía, precisamente, la utopía para Marx. En un esparcimiento creativo donde la gente común, en sus ratos libres, podría cazar, pescar, escribir o hacer crítica sin necesidad de ser "exclusivamente cazador, pastor o crítico". Joseph Beuys dio un paso más radical en esta línea cuando anunció que, por el hecho de realizar estas tareas, todo el mundo podía considerarse un artista y no un "simple mortal" que actúa como si lo fuera.
La vida, en todo caso, ha continuado sin contemplaciones. Ahora el malestar del arte no radica en su invisibilidad ni en su misterio, sino en su ubicuidad y en la multitud de rastros que pueblan el horror al vacío que gobierna cada uno de sus pasos. Todo ello nos habla, primero que todo, de un estilo de vida en el que la gente despliega la exhibición permanente de su epopeya diaria. A fin de cuentas, ¿para qué tardar años en llegar a un museo, una editorial, cualquier templo de la cultura, si tenemos a mano la posibilidad de ser el curator de nuestra propia exposición, el editor de nuestra propia novela o el DJ de nuestro propio hilo musical? Con el soporte de cualquier artefacto o medio, With a Little Help from MySpace, podemos diseñar el display cotidiano de esta comunidad confesable que surge en la era de la imagen. Una curiosa comunidad sin comunismo que explota, en toda su magnitud, en la etapa posterior a la caída del muro de Berlín, y transita desde el PC (Partido Comunista) al otro PC (Personal Computer) con la entrada, a lo grande, de Microsoft en escena a partir de 1989.
Facebook resulta una mezcla del sueño de Beuys (todos somos artistas) con la actitud de Oscar Wilde (todo es susceptible de ser convertido en arte). Ello no implica que de MySpace no surjan artistas similares o mejores que los de otros tiempos. Eduard Cortés, por ejemplo, lo ha creído así y su próxima película, que tiene por título Ingrid MySpace, está nutrida casi por completo del talento creativo que el director ha encontrado en ese mundo.
Ahora bien, ante esta apoteosis de rastros y señales, es posible intuir, a contracorriente, un cambio en la condición del artista que conoció Michaux. Tal vez ahora lo más inquietante se juegue en la negativa a dejar rastro, con el artista convertido en un borrador de pistas. (Como un Señor Lobo, de Pulp Fiction, después de un entrenamiento en Photoshop). Alguien, en fin, que no iría de manera obsesiva hacia nosotros y que, además, eliminaría las huellas que nos permitieran encontrarle. [Iván de la Nuez (La Habana, 1964) www.ivandelanuez. org ]
Intimidad del escritor en Facebook
Las fotos publicadas por los autores en Internet construyen imagen personal a la medida de sus estéticas literarias. A continuación, el modo en que exhiben sus vivencias cotidianas a través de narraciones de final abierto, en escenas de interior y con cuidadoso diseño de la espontaneidad.
Por Julián Gorodischer | © Clarín
La actitud relajada de la chi ca de la foto es la evidencia de que está actuando. Se le propuso ser fotografiada espiando fragmentos de vidas ajenas que, como la suya, se desarrollen en el marco de la "red social". Pero la verosimilitud es dudosa: así no se espía en Facebook. Debería estar arrojada sobre la pantalla con los hombros y dedos tensos por la an siedad que despierta toda oferta de consumos múltiple y simultánea.
De los escritores que se exhiben en Facebook, la chica de la foto practica abundancia de escote, po lleras cortas, locaciones de cama, baño, cocina, poses de cándida y sexy alternadas, mucho disfraz en cima. Su intervención a través de esas imágenes –ella misma recla ma– debería ser interpretada como una ficción coherente y cohesiona da. Marina Mariasch (poeta, El zig zag de las instituciones ) lo explica. "Es búsqueda de una poética que consiga pasar por encima las ba rreras que imponen los formatos más mediados..., una poética de lo obsceno, no por pornográfico o abyecto, que coloque al texto en el lugar del tabú nombrado... para colocar al lector en un grado de in timidad consigo mismo que pocas otras circunstancias logran".
Marketing
El escritor en Facebook, invaria blemente, se juveniliza ; acata el símbolo publicitario que la tele fonía móvil (cualquiera su forma y su marca) impuso al usuario de tecnología: se multiplica un joven más allá de la edad biológica y desligado de un tiempo específico que colma las páginas personales de fotos de divisiones escolares, gente vestida de sport, barras de cuatro o de cinco, sonrisas despreocupadas, nunca en coyuntura de masa (que lo invisibilizarí a ); no figura en hábitat de conferencia, presentación de libros o reunión de taller literario.
No se alude directamente a la carrera literaria; se llega al mis mo fin por vía lateral: devela, cada escritor, el detalle de su vida cotidiana. Ahora deberíamos sentirlo parecido a nosotros ya que sus usos y prácticas, que espiamos, no remiten al escritor profesionali zado; es un civil del montón que comparte consumos, gustos, prácticas, espacios que transitamos to dos los días (Dani Umpi: posa con un vaso de plástico junto a la caja de un McDonald's). Su sonrisa a cámara, seguramente, se soltó tras escuchar un "whisky"; parece un turista o un vecino típico; y si com partimos tanto, ¿por qué tomamos tanta nota de la distancia infran queable que nos separa?
La esencia de sus fotos es re velar que, siendo tan iguales, no sotros y él, "resulta milagroso el producto de su arte" (R. Barthes en "El escritor en vacaciones", Mi tologías ). "Los detalles de su vida cotidiana –sigue Barthes–, en vez de hacer más próxima y más clara la naturaleza de su inspiración, confirman la singularidad mítica de su condición", sobre los escri tores de vacaciones según la narra ción de Le Figaro.
Devenido celebridad para su co fradía (los "amigos" de Facebook) el escritor entabla comunicaciones de uno a uno (hay poses con un fan por cada toma en el caso del uruguayo Umpi). No se ve demasiada autotoma más característica del género "fotolog" (común en un nicho joven-joven) . La mayoría de las veces el escritor en Facebook se escinde entre su identidad textual y la icónica: en las fotos despliega el show de una mundana banali dad; en cambio la letra asociada (epígrafes y publicaciones de mu ro ) lo manifiesta lírico, emocio nado y comprometido con causas colectivas.
"Las intimidades chocan –asu me Dani Umpi (Sólo te quiero como amigo, Interzona)–. Pero a mi psicólogo parece no interesar le el tema. Uno se pregunta: ¿Por qué soy tan egocéntrico hablando de mí mismo como si fuera una celebridad, hasta que de repente la moneda se da vuelta? ¿Por qué tengo tan baja autoestima y no puedo aceptar que soy importante para alguien?".
Los más activos, entre los escri tores de Facebook, componen performances basadas en elementos biográficos (fotonovelas, folletines, aguafuertes) . En la serie de fotos Ed Midnight's Champagne, Edgar do Cozarinsky permite al mirón acompañar el desarrollo de una celebración de cumpleaños, en la que se puede asistir a su mutación a Guasón (versión "Heath Ledger's style", define el escritor). Se revela como un conocedor profundo de los requerimientos de este sopor te a una narración: escenario real, liviandad de crónica de sociales y estética afín a su última obra literaria, en este caso la comedia Burundanga (Mansalva).
Si el blog se consagró como espacio de promoción "oficial" de una carrera literaria, Facebook propone géneros híbridos: mezcla de foto plenamente posada y otra espontánea, de artificio y naturalidad, ni una ni ambas.
Arte de espiar
"...Sigo, enfermizamente, conec tándome al Facebook para ver si él puso una nueva foto, una nueva frase 'naroskiana' , o qué le dice esa chiruza que le deja comentarios en su estado anterior. Por momentos creo que esta posibilidad de acceso a su información conspira contra la construcción de mi ficción... Nada impide que siga, compulsivamente, espiando sus fotos...". (Sonia Budas si, Los domingos son para dormir, Entropía).
El profe es el protagonista de una ficción que la escritora relata vía la herramienta Twitter (men sajería instantánea expresada en gerundios y 140 caracteres por notificación) .
El presunto mar de subjetivi dad, esa supuesta constelación democrática de "yoes", que parecía rendir culto a un individuo emancipado de las reglas de la adoración mediática, vuelve a ordenarse en tre gente que espía a otra gente que es espiada, y eso no ocurre con igual intensidad ni al mismo tiem po. Entre los que mayormente se exhiben, rige una pose interferida: se exige una marca de verdad aun en la toma armada, como pasa con la imagen en el muro de Patricia Suárez (Perdida en el momento, Aguilar), capturada en pleno ges to de ofuscamiento: la fuerte luz en el centro del rostro va sacando fragmentos de la cara de una semipenumbra: resume el efecto de develamiento al que debería aspi rar todo escritor en Facebook. La autora, Premio Clarín de Novela, asocia la presencia femenina en la red social con una suerte de desquite de género. "Una filósofa amiga de una amiga sugirió crear una página web adonde cada mu jer subiera las perradas que les hacía su hombre. Con nombre y apellido. Como en el muro de un baño, como el Veraz. Las mujeres tenemos espíritu de cuerpo. Hay cuestiones legales por las que esto no se podría llevar a cabo. Pero el Facebook más o menos se le pare ce", dice.
Las fotos de Hernán Casciari (Más respeto que soy tu madre, Plaza y Janés) corresponden a un registro de stand up comedy : representan caricaturas de gestos ampulosos, hay reiterados payasos y villanos para público presunta mente infantil, hinchas deportivos victoriosos e incluso hay margen para la representació n (peluca, mate y revista femenina median te) de su célebre Mirta Bertotti (que interpreta Antonio Gasalla en el teatro). En una foto de Facebook del novelista Juan Terranova, éste parece reflexionar sobre la esencia (desde su imagen triplicada en un interior de ascensor íntegramente vidriado) de una relación siempre triangular entre un objeto, un ob servador presencial (que saca la foto) y un voyeur privilegiado que consigue el colmo de la satisfac ción: cuarta pared, infinitud de escenas y personajes donde hacer foco y descenso de la censura so cial respecto de su arte.
Para distinguir a un autor en el mar de vanidades personales, la foto de Facebook exige mayor producción que una vulgar instantánea cazada con celular; debe crisparse, tomar vuelo para desta carse dentro del conjunto, su con dición de posibilidad. Si se trata de definir estilos para cada género de Internet, se dirá que la foto de Fotolog es escandalosa, hecha de semidesnudo y besos lenguados, altamente competitiva por la repe tición de poses con ínfimas varia ciones y la precariedad técnica que implica la autotoma; en cambio, la de Facebook es menos estridente ni espontánea ni actuada, sin de masiado conflicto ni resonancias asociados, pero muy generosa en cantidad de información suministrada. En una posiblemente titula da Cena con amigos, Martín Sivak (Jefazo, Random House Monda dori) deja acceder a una sobreme sa con comensales de nombre y apellido identificados; están los restos, las sobras, vasos y cubier tos sucios sobre la mesa, todavía ahí; y lospersonajes entregan ges tos indudables de fastidio (hombre sosteniéndose la frente con mano derecha), reproche silencioso (mi rada penetrante de una mujer a su probable pareja).
Relaciones asimétricas
Los más histriónicos, entre los escritores en Facebook, logran rango de celebridad. No rige una democracia aquí: unas pocas presencias carismáticas, con gusto e insistencia por las notificaciones periódicas de acciones triviales, y las contadas "lobas", controlan la circulación y el flujo de los espías demostrando abultados listados de contactos y comentarios (donde el poder y la influencia se miden siempre en términos cuantitati vos) . La fotogenia de Pola Oloixa rac está hecha de personificacio nes fijas: la más sugerente en su página es la mujer policía, mini, amplio escote y boca muy abier ta, la pistola de agua apuntando a la boca de un tipo (que le sigue el juego con disfraz de preso); en otra foto, se la ve arrodillada ante un cura al que apunta a la yugular. Si el Fotolog (o Flog) es testimo nio de una sexualidad desembo zada (hecha de pantalones bajos, topless, obligatoriedad de besos, según la norma–Cumbio, patrona del género), el escritor de Facebo ok defiende otra sutileza, la de una narración que deja su final abier to: la intensidad, en cada foto, se juega menos en el impacto visual inmediato que en la posibilidad de imaginar una continuidad.
Blanqueo
El día en que la intimidad perdió misterio y se incorporó a la cultura de masas, la "artista conceptual" Sophie Calle se consagró narrando su obsesión compulsiva; también el blog, el fotolog y el reality show achicaron la brecha entre vida y obra de un autor. "Quien nunca haya leído un mail ajeno –se jac ta Mariasch– que tire la primera piedra." Sobre esa presunción se sostiene Facebook, de inmediata repercusión en el descenso de la censura moral sobre nuestras zo nas erróneas: nos autoriza a espiar, ostentar y numerar a desconocidos a quienes llamamos "amigos". [ giecoleon]
De los escritores de Puerto Rico al Gobernador y al país
Nosotros, escritores puertorriqueñ os, rechazamos la política de censura del Departamento de Educación de Puerto Rico que, bajo ridículas acusaciones impropias de una sociedad democrática, elimina del currículo de las escuelas públicas prestigiosas obras de autores del país y del extranjero perfectamente adecuadas para la enseñanza a nivel superior.
Una decisión de esa naturaleza, que condena por alegado «lenguaje burdo y soez» obras tan meritorias como El entierro de Cortijo, de Edgardo Rodríguez Juliá; Aura, de Carlos Fuentes; la antología Reunión de espejos, donde están representados importantes narradores del patio, así como Mejor te lo cuento de Juan Antonio Ramos y Antología personal de José Luis González, es una afrenta a la cultura y una movida propia de sociedades represivas, con gobiernos dictatoriales e ignorantes.
Motivada por un puritanismo trasnochado, que demoniza las referencias "sexuales" y los vocablos del habla cotidiana usados con fines estrictamente literarios, la determinación del DE margina y penaliza a voces críticas y comprometidas que abogan por la justicia y la libertad.
Exigimos al gobernador Luis Fortuño que le explique al pueblo si la política educativa del País va a seguir respondiendo a criterios oscurantistas que, en épocas no tan lejanas, justificaban la persecución del pensamiento disidente. La excusa de que no son libros apropiados para grados superiores pero sí para universidad no se sostiene. Los jóvenes necesitan estar expuestos al estímulo intelectual y la riqueza imaginativa que les provee la buena literatura.
Que los escritores tengan que salir en defensa de su propio trabajo es una vergüenza para cualquier país que se respete. La quema de libros simbólica avalada por el gobierno pretende convertir en cenizas no sólo las obras prohibidas sino también la cultura puertorriqueñ a que ha difundido, con tanto brío, nuestra literatura.
Firmamos:
Luis Rafael Sánchez—Ana Lydia Vega—Edgardo Rodríguez Juliá—Mayra Montero—Magali García Ramis—Juan Antonio Ramos—Mairym Cruz-Bernal—Mercedes López Baralt—Elsa Tió—Ana María Fuster—Ivonne Belén—Roberto Ramos Perea—María Ostolaza—José Manuel Solá—Rafael Franco Steeves—Lilliana Ramos Collado—Vanessa Droz—Lourdes Vázquez—Marcos Reyes Dávila—Tina Casanova—Efraín Barradas—Sofía Irene Cardona—José Delgado Costa—Yiara Sofía Blanco—Johanny Vázquez Paz—Alberto Martínez-Márquez—Beatriz Santiago Ibarra—Vanessa Vilches Norat—Mari Mari Narváez—Zuleika Pagán López—Jorge Ariel Valentine—Abdiel Echevarría—José E. Santos—Eric Landrón—Moisés Agosto Rosario—Adal Maldonado—Pedro López Adorno—Xavier Valcárcel de Jesús—Juan López Bauzá—Marcelino Canino—María Ostolaza—Rey Andújar—Marithelma Costa—Sergio A. Rodriguez Sosa—Josué Santiago de la Cruz—Pedro Cabiya—Mario R. Cancel—Edgardo López Ferrer—Leticia Ruiz Rosado—Marta Aponte Alsina—Marioantonio Rosa—Eugenio Garcia Cuevas—David Ortiz Anglero—Alex Samuel Velez—Magaly Quiñones—Maria Juliana Villafañe—Robert Villanúa—Yolanda Arroyo—Hugo Rios-Cordero—Manuel Carrion—Mayra Santos-Febres—Carlos Roberto Gomez Beras—Yván Silén—Yvonne Denis—Etnairis Rivera—Emilio del Carril—Daniel Torres—Danny Rivera—Edgardo Nieves Mieles—Herminia M. Alemany Valdez—Mirna Estrella Pérez—Maribel Sánchez-Pagán—Mayda Colon—Hiram Sánchez Martínez—Ileana Cidoncha—Silverio Pérez—Arturo Echavarría—Néstor Barreto—Luz Nereida Pérez—Aurea María Sotomayor—Jonathan J. Berríos—Carmen Zeta—Carlos Vázquez Cruz —Nelly Jo Carmona—Iris Miranda—Juan Flores—Caridad Sorondo—Ángel L. Matos González—Ángel Darío Carrero—Maria D Laracuente—Dra. Ana C. Rodríguez Colon—Kino García—Osvaldo Torre Santiago—María Teresa Guzmán de Celis—Juanmanuel Gonzalez Rios—Alfredo Villanueva Collado—Daniel Martes Pedraza—Nydia E. Chéverez Rodríguez—Américo Boschetti—Angel Antonio Ruiz-Laboy [ibyqueen]
Las paradojas del multiculturalismo
Por Nieves y Miro Fuenzalida | © mediaIsla
El tránsito del imperialismo cultural a un culturalismo mas tolerante es el resultado, no de la "lógica del capital", sino de una larga y dura lucha político cultural cuyo trasfondo es el sistema del "capitalismo global" que hoy ha sido capaz de incorporar las ganancias de la política de la identidad para que no disturbe la circulación del capital.
Hace unos pocos anos atrás hubo un amplio movimiento popular en India en contra de la Corporación McDonald's por importar las papas fritas de Europa donde se preparaban con grasa de vacunos. La protesta planteaba todo un problema religioso relacionado con el estatus sagrado de las vacas en ese país. McDonald's reconoció el reclamo y prometió no usar grasa de ese animal ¿No es esto una victoria política, la aceptación de una mayor tolerancia, la consideración por las diferencias culturales y el respeto por el otro? Por supuesto que es bueno que esto haya ocurrido. Pero esto no significa una victoria en contra de la globalización y en favor de la autonomía cultural. Este es, mas bien, un ejemplo de como la globalización se reproduce a si misma tomando en consideración las identidades culturales particulares y las tradiciones locales.
Frente al respeto por estas creencias locales uno podría preguntar, aunque suene políticamente incorrecto ¿que pasa con los simples hechos? ¿No es verdad que las vacas no son sagradas y que esta es simplemente una estúpida creencia religiosa? Según el multiculturalismo prevalente no debiéramos imponer ninguna noción objetiva de verdad basada en el racionalismo modernista. Evitar la fetichización de la objetividad occidental. ¿No hay algo falso en este respeto paternalista del otro? Sabemos que tus creencias no tienen sentido. Pero, para no herirte, igual las respeto. La cuestión es ¿por qué deberíamos aceptar este tipo de respeto por las fantasías religiosas del otro como el último horizonte ético? Si partimos de la posición del respeto por la identificació n religiosa del otro nos veremos enredados en la aceptación de un complejo ideológico que nos obliga a respetar no solo a la vaca sagrada, sino también a otros ritos mas crueles… quemar a la viuda tan pronto el marido muere, practica que aun existe en algunas partes de India. O la ejecución de la yerbatera por hacerle el mal de ojo a un miembro de la tribu recientemente muerto. Por supuesto, los multiculturalistas dicen que esto es inaceptable. Y es aquí donde justamente radica la falsedad de sus posiciones. Probamos al otro en contra de nuestros propios derechos humanos, dignidad e igualdad sexual y luego decimos que aceptamos sus costumbres si pasan el filtro a que las sometemos.
Hoy día la "diversidad cultural" se asocia con el "respeto a la diferencia del otro". Aquí no se exige "amar al prójimo" como en el viejo discurso cristiano, sino que basta con tolerarlo. Y sin embargo, en el fondo, viene a ser lo mismo al engendrar los mismos problemas, las mismas paradojas y las mismas aporías que su antecesor. El multiculturalismo liberal contemporáneo, que es la contrapartida ideológica del capitalismo global, toma distancia y "respeto" por la cultura local sin tener raíces en ella y vacía su propia posición de todo contenido positivo al negarse a afirmar un valor en contra de otro. La declaración de tolerancia e inclusión como principio le permite mantener su superioridad moral y retener la posición privilegiada de árbitro neutral capaz de apreciar y reconocer las diferencias de otras culturas, de otros estilos de vida y de otros individuos.
¿Es este multiculturalismo, en realidad, neutral o es, por el contrario, una posición que veladamente privilegia los contenidos del capitalismo occidental? Lo inquietante en todo esto es que ni siquiera hay un contenido particular escondido debajo del capitalismo mundial, porque hoy el capital es una maquina global anónima que corre su curso ciegamente. Lo que si es posible desprender de la "lógica del capitalismo" son las paradojas de su posición multicultural que hoy empieza a imponerse exactamente como lo opuesto a la diversidad cultural. Lo que hoy presenciamos es la homogenizació n global sin precedente del mundo a costa de la rápida erosión de las culturas particulares.
La inclusión y la tolerancia del otro tienen un doble filo. Por un lado, funciona en tanto es el otro aséptico de la sabiduría Pre-Moderna con su riqueza folklórica. Pero, al momento en que empieza a tratar con el otro real la tolerancia termina. ¿Estamos dispuestos a tolerar cualquier diferencia? ¿O solo la diferencia que es buena? ¿Que pasa si nuestro prójimo es moral o ideológicamente inaceptable o si su manera de obtener el goce entra en conflicto con la nuestra? ¿No será que lo que queremos, en verdad, es el bien del otro, pero solo en la imagen del nuestro? Y, por otro lado, en nombre de esta misma tolerancia, se llega incluso a aceptar las mas brutales violaciones de los "derechos humanos" por temor a aparecer como imponiendo sus propios valores o, mas frecuentemente, por razones de estrategias económicas… "los negocios vienen primero".
El problema con el discurso de la tolerancia e inclusión es que excluye la politización de las cuestiones sociales. Una cosa es que Mc Donald's respete las costumbres locales y otra muy diferente comprometer a los hindúes en contra del modelo económico que McDonald's representa. Estos dos niveles no tienen el mismo valor. La visión de la tolerancia se reduce a una pluralidad de diferencias horizontales que se niega a reconocer la existencia de un antagonismo vertical que atraviesa el cuerpo social. Algunos son más poderosos, algunos tienen mas derechos y algunos quieren matar. Negar esto en favor de la aceptación de las diferencias culturales previene la politización de la desigualdad. La presunción de que en nuestras diferencias todos somos, en realidad, iguales es encubrir el antagonismo social que existe por debajo de toda sociedad. Impide conocer y confrontar la forma en que la lucha social cruza y condiciona la multiplicidad de diferencias.
Este es el fracaso en percibir al otro dividido en si mismo. De considerar, por ejemplo, que los miembros de otras culturas, lejos de identificarse simplemente con sus costumbres, también pueden adquirir una cierta distancia y revelarse en contra de sus propias tradiciones. En tales casos, la referencia a la noción "occidental" de la universalidad de los Derechos Humanos puede servir de motivación inicial capaz de poner en movimiento una protesta autentica en contra de la opresión de la propia cultura. Lo que el liberalismo multiculturalista no reconoce, a pesar de su compromiso para mantener la comunicación abierta, es que cada cultura particular esta cogida en sus propios antagonismos que les impiden transformarse a si mismas. La única autentica comunicación es aquella que nos une solidariamente en una lucha común basada en el descubrimiento de que los limites que nos aprisionan a nosotros son los mismos limites que aprisionan al otro.
Lo paradójico de la universalizació n es que inevitablemente es exclusivista y es esta exclusión la que crea la politización social. Dentro de las formas democráticas uno puede incluir todo tipo de diferencias (trabajadores, mujeres, minorías sexuales y étnicas) Pero, siempre algo queda excluido. Como forma política esto la hace necesariamente parcial. Pero, lo excluido puede interrumpir el orden democrático y desafiarlo desde el punto de exclusión. ¿No es uno de los impasses políticos de la izquierda dentro del marco capitalista contemporáneo la extraordinaria dificultad que tiene para representar estos puntos de exclusión desde el cual desafiar el sistema? [Nieves y Miro Fuenzalida, profesores de filosofía, Ottawa, ON]
Novela negra contra realismo blanco
Por Paco Roda | © Rebelión
Millones de personas están leyendo, o han leído ya, la trilogía Millennium, del sueco Stieg Larsson. Todas están enganchadas a los justicieros de la verdad Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist, dos personajes que destripan las entrañas podridas del seductor Estado del Bienestar sueco. Dicen, que ambos son capaces de hacer lo que políticos, sindicatos o los movimientos sociales no han podido conseguir. Instalarse en los infiernos de la realidad para desenmascarar las tramas ocultas de una realidad absolutamente contaminada. Y contar la verdad.
Acabo de leer una de las últimas novelas de Philip Kerr, el flamante ganador del premio RBA de Novela Negra, titulada Una llama misteriosa, donde Bernie Gunther, el ex detective nazi, huyendo de una absurda acusación de criminal de guerra, dejará Berlín con destino a Buenos Aires. Estamos en 1950, en la Argentina de Perón, quien acogió y protegió a cientos de criminales nazis. Kerr pone patas arriba el Vaticano tras acusaciones de connivencia con los asesinos nazis a los que se facilitó la huida a Argentina entre 1945 y 1947. Hay acusaciones muy serias contra Perón, Franco y los regímenes de ambos dictadores. Un thriller poderoso e irresistible basado en una impresionante y desconocida investigación histórica: La autentica Odessa, de Uki Goñi, escritor y periodista argentino.
Leonardo Sciascia relata en Los apuñaladores, cómo el 1 de octubre de 1862, trece personas fueron apuñaladas a la misma hora en Palermo. La investigación del crimen corre a cargo del abogado Guido Giacosa, un piamontés que tratará de demostrar que el verdadero promotor de los hechos es una importante figura de la clase dirigente interesada en restablecer el antiguo orden borbónico.
Leif GW Persson, el autor sueco de Otro tiempo, otra vida, aborda en esta novela el declive del Estado del Bienestar mejor que muchos sociólogos, politólogos o trabajadores sociales. Lo hace a partir de la ocupación de la embajada de Alemania Occidental en Estocolmo en 1975 por simpatizantes de la banda Baader- Meinhof. Este autor teje una trama donde sus detectives descubrirán a lo largo de 25 años una increíble conspiración que alcanza las bases más sólidas y respetadas de la sociedad sueca.
Son solo algunos ejemplos de la larga lista de autores - Mankell, Sjowall, Vázquez Montalbán, Camilleri, Lorenzo Silva, Petros Markaris, Fred Vargas, etc- que han hecho de la realidad más despiadada, el escenario de sus experimentos literarios contra el sistema actual de relaciones sociales y económicas.
La novela negra triunfa en Europa, gana adeptos en España y se impone como un modelo de lectura enganchante. ¿Por qué? A juicio de Lorenzo Silva, los protagonistas de las novelas triunfantes son "funcionarios públicos defensores del sistema y a la vez víctimas de él, impotentes ante la injusticia, incapaces de enfrentarse a un jefe imbécil porque saben que no pueden saltarse las normas" Estos personajes habitan en un infierno moderno, ausente de llamas, blanco y frío, como una pared sin límites. Éste ya no está al final del tiempo, sino que se desciende a cualquier hora del día.
Y es que la realidad no admite ya más sorpresas. Sabemos que ésta nos ha puesto contra las cuerdas muchas veces, que a diario comprobamos que compartimos destino con gentes que habitan en las sucursales del averno. Sirva este ejemplo, lejano, pero estremecedor. Entre 1997 y 2005 más de 150.000 campesinos se han suicidado en la India. Razón: han sido despojados de sus tierras o arruinados por las grandes multinacionales de la alimentación que controlan el negocio de las semillas y los pesticidas. Pero oír esto, no conmueve. Hace falta novelarlo, virtualizarlo como revulsivo contra la decepción, la ansiedad y la depresión para que la vida se haga emocionante y creíble en una realidad distorsionada donde los jueces prevarican, los psiquiatras ya no sanan, los policías quebrantan las leyes, los empresarios chantajean y extorsionan, los políticos mienten y adulteran la vida pública y las instituciones se corrompen con el apoyo y connivencia de los lobbys de presión económica y social.
Kerr, Padura o Miguel Barroso pueden convertir en héroes a los desheredados de la tierra. Llamar a las puertas del infierno real y colarse en él para profundizar en los más profundos enigmas del alma humana. Y además poner los puntos sobre las íes allí donde la política, el periodismo o la investigación social han abandonado toda posición radical en nombre de lo amable y el nihilismo más complaciente. Mikael Blomkvist y su colega, Lisbeth Salander no son héroes románticos. Ni quieren. Son militantes de la sospechada verdad. Esa verdad perdida por los pasillos de una democracia que puede hacer de cualquier pifia o canallada una carta de nobleza. No se extrañen si algún día los ven investigar la muerte de esos 14.174 inmigrantes muertos desde 1988 hasta hoy intentando llegar a la frontera europea. O la muerte de esos 6.344 hombres y mujeres que yacen para siempre en el fondo del mar, en ese mar Mediterráneo que cantara Píndaro, que fascinara a Homero y que tanto seduce a Llach.
Servidor no está hechizado por ese supuesto izquierdismo social de la novela negra actual. Pero ha de reconocer que está encontrando en ella relatos, discursos y construcciones analíticas de la realidad con un alto poder de combate. Y, frente a la inicial novela negra americana, donde los detectives estaban impulsados por briosos envites morales, en la novela negra actual –significando sus variables- sus detectives interactúan al son de los miedos contemporáneos situándonos ante escenarios donde se cuecen lacerantes verdades.
La novela negra triunfa, en mi opinión, porque sus personajes, discursos, cánones y estrategias narrativas se enfrentan a nuestra realidad contemporánea. La desvirtúan haciéndola real para mostrar esa realidad blanca, gaseosa e impoluta, donde pase lo que pase, nunca pasa nada, donde la tempestad está fuera, donde el sufrimiento carece de sentido - 1000 millones de hambrientos dejarían de estarlo hoy solo con el 1% de lo que los países ricos han gastado en salvar sus sistemas financieros - y los grandes sistemas referenciales de la historia y la tradición se han adulterado.
Por eso vuelvo a Philip Kerr, quien en compañía de su sensible investigador Bernie Gunther, ha defendido la necesidad de reconstruir nuevas miradas sobre la realidad. Aunque sea desde la ficción para hacer frente a la inocencia de los nuevos poderes invisibles amparados por la omertà mediática mundial, esa que nos hace la vida placidamente insoportable. [lilibrik]
Boris Vian: Creador de Vida
Por ANTONIO ORTEGA | © Babelia
No morir. Único deseo ante lo que queda por vivir antes que la muerte demande su derecho. Una pasión de vida. Así deben leerse estos poemas, o de otra forma, pero nunca como súplicas sentidas. No me gustaría palmarla es una sucesión de gritos, de llamadas de atención, el flujo interno que Boris Vian (1920-1959) filtraba entre las escarpaduras de sus escritos: "No quisiera morir / Sin dejar de probar / El sabor de la muerte". Frente a su abundante obra, la poesía de Vian es escasa, no más de doscientos poemas. Aun así, su lirismo busca manifestarse en sus novelas y en las innumerables canciones de las que fue autor. Pero la fuerza original de su escritura, a la que será fiel hasta el final, es poética. Su poesía, como la de Queneau o Prévert, juega con las formas, usa la broma y la farsa unidas a la emoción por mostrar la propia vida y lo macabro de la existencia, y sobre todo, ejemplo de un infinito poder verbal y de invención semántica. Poesía lúdica, pero poesía viva, capaz de crear una nueva realidad: "Tanto me importan los vivos / Que no me deja contento / Hacer rimas con el viento". De lo íntimo a lo cósmico, de lo cotidiano a la emoción punzante, en poemas a veces líricos, otras cáusticos, creando una poesía original, mezcla de humor e insolencia, sarcasmo y pasión, cinismo feroz y angustia desgarrada: "Pero una certidumbre subsiste: un día / Habrá otra cosa más que el día". Publicado póstumamente en 1962, esta primorosa edición, en celebración del cincuenta aniversario de su muerte, es un regalo que reúne 23 poemas, escritos entre 1951 y 1953, ahora actualizados por traductores de altura (desde Javier Krahe, Andy Chango o Santiago Auserón, hasta Fernando Savater, Jenaro Talens o Luis Alberto de Cuenca) capaces de renovar los enrevesados versos de Vian, tanto que parecen recién escritos, libres e irreverentes como siempre. A esta inigualable puesta al día de la imaginación se unen las poderosas ilustraciones que acompañan cada poema, firmadas en exclusiva por, entre otros, Martin Matje, Loustal, Lionel Koechlin, François Avril o Serge Clerc. Como dice uno de sus poemas, vivir es como una muela, "Y para que ya nunca duela, / hay que arrancarla. La vida". Aquí está el Vian más auténtico, en un más que humano y poético pasacalle. Un lujo. [fontanamoncada]
Puertas y ventanas
Acerca de poetizar y del poema
Voces de una conversación perdurable a través de los siglos. Profesores: Graciela Maturo y Alejandro Drewes, con la colaboración de Silvia Long-Ohni. Miércoles de 18 a 21 hs. / Duración: 4 clases / Inicio: 7 de octubre. Arancel: $100. Inscripción previa - Cupos limitados. Espacio Y: Lugar Cultural. Mansilla 2982, PB * C1425BPJ * Tel/Fax: 4962-9402. espacioylc@yahoo. com.ar www.espacioy. com.ar Informes: lunes a viernes de 15 a 21 hs.
En Arte-Único
La visita al CENTRO LEON es un baño de Arte y Cultura Nacional /Marcial Báez. 25 HORAS DE CADA DIA de Guillermo Sánchez. Recordando a la Revista DDT. Abrir en la siguiente página: http://arte- unico.blogspot. com/
Pondrán a circular libro sobre autores censurados en PR
La Dra. Nívea de Lourdes Torres presentará este miércoles 23 de septiembre el libro Entrecruzamiento de la Historia y la literatura en la generación del setenta, del escritor Miguel Ángel Fornerín, a las 7:00 p.m. en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. La obra es una valoración de la narrativa historicista de la generación del setenta y contiene ensayos sobre la obra de Magali García Ramis, Edgardo Rodríguez Juliá, José Luis González, Tomás López Ramírez, Ana Lydia Vega y Luis López Nieves.
"Ahora más que nunca", dijo el Dr. Miguel Ángel Fornerín, "se hace necesaria la discusión de las obras de estos autores, cuando la censura pretende desterrar del currículo escolar a toda una generación de formidables creadores que han tenido como meta revaluar la Historia de Puerto Rico y simbolizar los problemas de la familia con relación a la nación puertorriqueñ a." Señaló, además, que "he escrito este libro en un momento en que se ciernen tantas noticias negativas, para que los puertorriqueñ os se vean en el maravilloso espejo de su creativa literaria, no como un entretenimiento, sino como un acto verdadero de repensar la puertorriqueñ idad". El autor de la obra es profesor de la Universidad de Puerto Rico en Cayey y del Centro de estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Para más información 787 723-4481
Quemar las naves
http://delsolconsan luis.blogspot. com/
De vuelta al drama
Para ver Bernard-Marie Koltès: De vuelta al drama, abre la Belleza en http://imagineriabr uja.blogspot. com La vitrina de las joyas de la palabra.
Introducción a la cábala
Profesor Sergio Fuster. Los lunes de 14:30 a 16 hs. Duración: 5 Clases / Arancel: $120.--Comienza el 5 de octubre. ESPACIO Y: Lugar Cultural. Mansilla 2982, PB – C1425BPJ * Tel/Fax: 4962-9402. espacioylc@yahoo. com.ar www.espacioy. com.ar www.espacioy. blogspot. com Directora: Lic. Cristina García Oliver. Informes: lunes a viernes de 15 a 21 hs.
Nuevo libro de Odalís Pérez
El Consejo de Directores de APEC y el Programa APEC Cultural se complacen en invitar a la puesta en circulación del libro Arte, Identidad y Cultura en República Dominicana de la autoría de Odalís Pérez. El 23 de setiembre de 2009. A las 7:00 p. m. En el Salón APEC de la Cultura. Av. Máximo Gómez n.° 72, esq. México. Santo Domingo, RD.
Escondite particular de Lola Linares
Espacio Y los invita a la muestra de Lola Linares Escondite particular. Jueves 1º de octubre a las 19:30 hs. ¡Los esperamos!. -Actividad no arancelada- ESPACIO Y: Lugar Cultural. Mansilla 2982, PB – C1425BPJ. Tel/Fax: 4962-9402. Directora: Lic. Cristina García Oliver. Informes: lunes a viernes de 15 a 21 hs
El diente de la ballena de Jack London
Incluimos el cuento clásico de la semana, seleccionado por Luis López Nieves: El diente de ballena, del autor norteamericano Jack London [1876-1916]. Pulse sobre el título para leer el cuento en Ciudad Seva.
Imágenes del mundo
mediaIsla más que un grupo o comunidad cerrada, constituye hoy por hoy una modesta sala de lectura donde convergen una serie de personas interesadas en la construcción de un puente de doble vía, a través de la reflexión y el ameno intercambio de información interesante.
poeMARTES
proSÁBADO
René Rodríguez Soriano
mediaIsla Editores
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