jueves, 28 de octubre de 2010

COMO MIENTEN LOS POLITICOS

El 16 de agosto de 1996 el Presidente Leonel Fernández recibía, según palabras de Joaquín Balaguer, un avión en la pista, listo para el despegue. El caudillo, que no podía ser desmentido por su entonces aliado político, mentía.


Según el BID (abril del 2005), entregaba un saldo deficitario de la balanza de pagos en US$29 millones (de 1995).


En 1996 esta cuenta presentaba un saldo positivo de US$68 millones. En 1996, un año electoral, el caudillo los consumió junto a los US$29 MM que arrojaba en déficit. Como el acuerdo obligaba al PLD al silencio, poco sabe el país sobre la realidad: Balaguer sólo destinó el 7.77% de los casi 26,400 millones de pesos ejecutados ese año para el pago de abonos, intereses y comisiones a la deuda. Un gasto que se financiaba en 11.04% (RD$227,105,648) con recursos externos. Peor aún: de los RD$4,191,551,490 presupuestados para pagar la deuda, sus comisiones e intereses, Balaguer sólo pagó RD$2,051,413,665 (48.94%), menos de la mitad porque, aunque la Ley de presupuesto asignó al Ejecutivo RD$2,492,800,415, este ejecutó RD$12,470,246,380, cinco veces más y el 47.24% del gasto. Dentro de eso, aunque se programó pagar 5 millones de comisiones internas, desembolsó más de RD$20 MM. Hoy sabemos cuál era el banco de sus más cercanos allegados.


Salta a la vista cómo a partir de 1996 el gasto público se disparó, amparado en el incremento igual de las recaudaciones. Para 1997 este había crecido a RD$34,540.1 millones (30.84%) y en el 2,000 alcanzó RD$50,463.8 millones, un 91.16% con relación a 1996. De súbito la economía se monetizaba y duplicaba su volumen nominal en apenas 4 años. Pero el IPC ganaba el 29.87%, reduciendo a más de un cuarto el poder adquisitivo del peso que también se devaluó frente al dólar en un 25.52% al pasar de una cotización anual promedio de 12.89 en 1996 a otra de 16.18 en el 2,000. Mientras todo encarecía, la deuda externa se contrajo en 125 millones respecto a 1996 pero el flujo de caja, según la metodología del FMI, cerraba el 1997 negativo en US$514.9 millones. A la par de su “bonanza” y “buena gestión”, el gobierno vendía la CDE, ingenios y vacas gordas propiedad del CEA, cuyos detalles el país todavía desconoce por completo.


El gobierno ostentaba publicitariamente el supuesto mérito de una macroeconomía sana, pero sus “logros” no eran sentidos por la economía doméstica. El gasto se ancló al incremento desmedido de sueldos en el sector público a que se vio obligado el Ejecutivo cuando se autoincrementó el sueldo a 70 mil recién pisó el Palacio. El caudillo reformista le imputó haber metido los dos pies en un zapato.


Ese incremento del PIB estaba desvinculado de la industria local. Al respecto dice Mamerto Reyes Hernández: “La inversión privada, tras alcanzar un máximo relativo en 1978, se deprimió de 1984 a 1986, para después definir un patrón claro de crecimiento oscilante, de 1987 a 2007, que se resume en una tasa media fuerte de crecimiento anual de 7.05 por ciento, factor que explica el tipo de evolución del PIB y el gasto de consumo privado” en Centroamérica. El señor Reyes vincula el alza de los precios de los alimentos a factores derivados del mercado internacional de insumos y a la caída del precio del dólar, especialmente aquellos señalados por Poch, 2008, citado por él. Entre ellos señala: “la expansión de la industria del alcohol carburante en Estados Unidos, el alza de los precios del Petróleo y la devaluación del dólar estadounidense, además del incremento en la demanda de cereales por parte de China e India”. Un proceso que se abría paso desde mediados de los ‘90s y es dominante hoy.


En términos latos, el primer gobierno del PLD era la continuación neoclientelista del balaguerismo: con sus mismos objetivos, especialmente la aparente reducción de la deuda pública externa; algo contradictorio con el discurso neoliberal del entonces joven mandatario que sí sacrificó las propiedades públicas. A pesar de eso, la reserva de dólares se mantuvo inferior a los US$250 millones.


Ese gobierno pagaba la deuda con una mano y, con la otra, autorizaba al sector privado a endeudarse en dólares. Martínez Moya lo refiere en un artículo publicado en HOY el pasado 25. Aparte de las tasas, eso coincide con el incremento de la demanda de tecnología de un sector empresarial seducido por los espejitos que vendían el discurso neoliberal oficial y los fabricantes de maquinarias y equipos extranjeros. Según ellos, con la renovación del parque tecnológico los pobres competirían en los mercados abiertos contra las transnacionales. Al despertar, ya el país estaba endeudado en dólares hasta las coronillas.


Políticamente, el pupilo no apoyaría el regreso del viejo al gobierno en el 2,000. Al contrario: se dedicó a atraerse a su gente. Con el “Pacto Patriótico”, el PLD se había anexado aquella banca robustecida por Balaguer a raíz de 1986. Todavía en 1996 a ella dirigía pagos por comisiones de 20 millones cuando se había presupuestado 5. Al PLD ingresaba “el reformismo de las sombras”.


Al entregar el gobierno, Fernández declaró que dejaba un faltante. Aludía el déficit que desde los ochenta caracterizaba la ejecución presupuestaria. Y, además, advirtió al nuevo gobierno sobre los precios del petróleo.


Sin saberlo, el gobierno del PRD 2000-2004 nacía legitimado, liberado de culpas por los vaivenes futuros que enfrentara la economía. Pero el saliente líder PLDísta calló sobre la situación bancaria, algo que su gobierno conocía: para la Superintendencia de Bancos el BM financió un estudio al respecto: “Diagnóstico del sector financiero”, de Kurt Focke, en febrero 1999. Este recomendaba “medidas de acción a tomar para un programa de apoyo a la entidad”. El BID, por su parte, identificó y comunicó a las autoridades las “encerronas” en este sector. Dice que “éstas sirvieron para darle una constante señal de alerta al país respecto de los problemas potenciales del sector”. Sin embargo, el acceso a esos documentos, alrededor de 40, elaborados por el BID y el BM, todavía en el 2005 “se ve limitado por restricciones de información debido a la inexistencia de una base completa que contenga estos datos, así como de archivos de fácil acceso que mantengan todos los trabajos realizados”. Quien suscribe no los pudo encontrar en las bibliotecas del BANCENTRAL y la Superintendencia de Bancos.


El PLD había escondido las plumas de sus gallinas. El PRD, por su parte, recibía el gobierno en el 2,000 sin imaginar que debía tomar cuidados extraordinarios ante un PLD que entonces escondía su voracidad política y esa “encerrona”. Hecho esto, Fernández declaró que el gobierno del PRD sería un fracaso. Se dedicó a promover su candidatura 2004-2008 y esperó a que la bomba bancaria explotara. Entonces resurgió del rechazo recién recibido en el 2,002; arremetiendo contra el PRD, culpándolo. Para el PRD era tarde: la “encerrona” advertida por el BID en 1999 había detonado

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