EDITORIAL DE TRIBUNA DEMOCRATICA
Las contradicciones que asoman en el escenario electoral son reflejos de una aguda lucha social que estremece la sociedad dominicana, la desigualdad, las injusticias, las exclusiones, la deficiencia de los servicios, la pérdida de sentido vital de la existencia que arroja una cantidad alarmante de suicidios, feminicidios, agresiones, actos violentos, el éxodo masivo de personas hacia el canal de la mona desafiando los peligros del mar buscando un puerto seguro para la realización de sus sueños, la descomposición social y la inseguridad ciudadana, no son invenciones ni temas demagógicos sino realidades que laceran que golpean como puños la conciencia nacional.
Por ello decíamos ayer que el candidato oficialista no puede convertir el agua en vino ni multiplicar los panes, porque no tiene respuestas a estos males, agravados por las políticas públicas desacertadas y por el encumbramiento en el poder de un grupo insensible, individualista, cuya acumulación de riquezas y ostentación de poderes, constituye una ofensa al pueblo dominicano, a su larga historia de luchas y sacrificios por una sociedad justa e igualitaria para todos.
No es el mundo que ha cambiado, son los altos capitostes del gobierno del Partido de la Liberación Dominicano los que cambiaron los sueños y las utopías, los ideales encarnados en la intransigencia ética del profesor Juan Bosch, por el oro corruptor, por las prebendas, por las yeepetas blindadas, por los apartamentos de lujo, por las escoltas militarizadas, por la vida muelle e diferente ante los clamores de las comunidades de las juntas de vecinos de los pobres de la tierra.
El candidato oficialista y continuista del PLD se desdice, se contradice, toma del discurso opositor algunas de sus propuestas creyendo llenar el vacío de sus ofertas desgastadas, pretendiendo presentar como blanco lo que es oscuro.
Quiere pero no puede romper con sus verdugos de la convención interna que lo despojó de su candidatura presidencial en el año del 2008, cuando según sus propias palabras, lo venció el Estado.
El candidato presidencial del PLD es un preso de confianza de los intereses que representa un modelo agotado, deslucido, sin brillo. No traduce la transparencia ni la sinceridad del discurso y el programa de presidente Hipólito Mejía, a quien el pueblo le ha dado una segunda oportunidad, y este ha respondido con un compromiso público con su familia y con la Patria.
Algunas analistas, prejuiciados en extremo, critican al gobierno y al candidato del gobierno, como una calamidad pública, porque es más de lo mismo y no se cambia con lo mismo, pero establecen dudas sobre el cambio y quienes encarnamos el cambio y el adecentamiento del Estado. Estos analistas sin quererlo se convierten en acicates del gobierno, no toman posición en un momento trascendental y prefieren botar el voto y favorecer la confusión nacional.
A los partidos y a los hombres no se les juzga de manera definitiva con el pasado o por una parte del pasado, sino por su capacidad de rectificación, por su capacidad de enmienda, por su compromiso social y su capacidad de recuperación de los criterios e ideales de liberación y reordenamiento de la vida nacional.
No es hora de meter a todos en el mismo saco, sino de enjuiciar a los responsables mayores del desastre nacional y contribuir a la alterabilidad política al restablecimiento de la paz y el orden y a la fijación de reglas claras en la administración pública.
Frente a la desesperación que cunde en el oficialismo; ante la candidatura fuerte, inconmovible del presidente Mejía, llegando a la ridiculez del día de ayer, en que dieron a conocer tres encuestas maquilladas, exprés, para alterar y cambiar la percepción existente de que sus días están contados en el calendario de la historia, el Centro Económico del Cibao, que dirige el Leonardo Aguilera, dio a conocer hoy en la mañana su última encuesta sobre las 14 provincias del Cibao, usando métodos científicos procesando datos con el rigor de su prestigio profesional, Hipólito Mejía aventaja al candidato oficialista con 14 puntos, 54% a 40%.
Es una verdadera paliza la que se avecina, es una pela de calzón quitado la que el pueblo dominicano se apresta a darle al grupo de palaciego que se parapeta detrás de la candidatura escuálida del señor medina. 54 a 40 en las 14 provincias del Cibao. Perredeístas, adelante, firmes, la victoria se aproxima a pasos de gigantes en el escenario electoral dominicano.
Por Tony Raful
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