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sábado, 14 de septiembre de 2019
JOSE FRANCISCO PENA GOMEZ, UN LIDER PERSEGUIDO. NOS DEJO UN HERMOSO LIBRO QUE ORDENO FUESE PUBLICADO DESPUES DESPUES DE SU MUERTE.
El Dr Jose Franciaco Peña Gómez dejó un libro escrito sobre la revolución de abril de 1965 y pidió publicarlo después de su muerte.
Fuente: acento.com
SANTO DOMINGO, República Dominicana.-
José Francisco Peña Gómez, el político que anunció a través de los medios de comunicación el 24 de abril de 1965 el inicio del alzamiento militar, dejó un libro escrito sobre esos acontecimientos, pero nunca lo quiso publicar porque muchos de los protagonistas del texto estaban vivos y no quería lastimar a nadie.
El libro existe y se va a publicar, y se encuentra en manos del historiador y editor Miguel Decamps Jiménez, a quien Peña Gómez le entregó el texto con la promesa de que lo diera a conocer unos años después de su muerte. -
Publicidad - Miguel Decamps entregó a Acento copia de la presentación del libro, en la que cuenta la forma y las recomendaciones que hizo el líder histórico del PRD para la publicación del libro, que lleva por título La Revolución de Abril narrada por José Francisco Peña Gómez.
El texto lo escribió Peña Gómez al fragor de los acontecimientos y no quiso modificarlos después. Explica que estaba muy joven en 1965, cuando emprendió esa tarea.
Lea a continuación las revelaciones de Miguel Decamps sobre las recomendaciones que le hizo Peña Gómez.
Esta es la presentación escrita por Miguel Decamps del libro: José Francisco Peña Gómez, el líder político más popular de la República Dominicana Introducción El otoño se abalanzaba apacible sobre una colina de Cambita, en la ciudad de San Cristóbal, lugar donde tenía su casa José Francisco Peña Gómez. Yo había sido citado por él para tratar algo que desconocía, situación esta a la que ya estaba acostumbrado por nuestra relación de muchos años.
El trinar de las aves nos re- montaba a épocas de placidez, mientras la suave brisa del Este nos acariciaba la tez con ráfagas de polvo, rumor y olor campestre.
Peña Gómez se expresaba con mesura, como quien conversa en medio de profundas meditaciones.
Conocía la despiadada sentencia facultativa de que la enfermedad lacerante que corroía sus entrañas había tomado demasiado terreno dentro de su anatomía y que la ciencia médica era impotente ante su implacable avance.
Sin embargo, en ese momento no lo preocupaban los vericuetos insondables de su abatido cuerpo, sino el incierto futuro de un país que todavía expectoraba mucosidades dictatoriales.
Peña Gómez estaba poseído de un valor a toda prueba. Sabía que la historia está constituida por una sucesión de hechos donde los hombres juegan un papel protagónico.
Estaba consciente de que su participación en los acontecimientos de los últimos 35 años, no podía ser borrada de las páginas centrales del escenario político dominicano sin que se cometiera una injusticia con un protagonista de primera fila.
Con la vista fija en lontananza, mi interlocutor tamborileaba suavemente con los dedos sobre un legajo de papeles que reposaban sobre la mesa. Reflexionaba sobre su partida de este mundo y de la imperiosa necesidad de crear con sus memorias continuadores políticos de un futuro que no vislumbraba placeres.
Por eso, cuando se acercó a mí con el voluminoso paquete de impresos, pensé que se trataba de algún compendio de pensamientos inéditos que deseaba dejar a la posteridad. –Toma Miguel –musitó sentencioso. –
Con esta recopilación que te entrego la historia deberá recordarme no sólo como orador político, sino como el único relator de una buena parte de la historia política de nuestro país después de la muerte de Trujillo.
Tomé el paquete en mis manos y caminando recorrimos la distancia entre su casa en Cambita y el gazebo desde cuya altura se dominaba la mayor parte de la zona.
Tomó asiento en su mecedora, después de invitarme a sentar, y al hacerlo dijo: Este es el único lugar del mundo donde me siento bien.
Reflejando los quebrantos causados por el cáncer que le carcomía, continuó: Aquí, con los árboles, con las palomas que siempre regresan cuando estoy, es donde puedo respirar tranquilidad.
Inicialmente no capté todo el contenido de sus palabras. Empero, al revisar poco después los originales depositados en mis manos, comprobé que poseía un tesoro invalorable que las generaciones presentes y futuras tendrían que aquilatar en su verdadero valor.
Peña Gómez me había entregado todas las alocuciones, cartas y artículos periodísticos escritos por él a partir del golpe de Estado que derrocó a Juan Bosch en 1963.
Ahí se encontraban reunidas sus constantes charlas por Tribuna Democrática, por el programa radial “Combate”, y los escritos en los periódicos “El Caribe” y “Listín Diario”, agrupados en un documento básico para la reconstrucción histórica del país. “¿Por qué no lo publicaste junto con los demás tomos de tus discursos? –Le dije, pues me había resultado extraño que transcurriera tanto tiempo entre la publicación de sus libros y los originales que tenía en mis manos.
Porque cuando escribí esto –me respondió–, yo era muy joven y dije muchas cosas duras sobre personas, algunas de las cuales ahora son mis amigos. Ahí tú tienes a Donald Read, que es primo de Peggy y con quien me llevo muy bien.
En esos escritos yo le digo de todo, y al expresar esta última palabra, subió el tono de la voz y rió con esa risa sonora que sólo dejaba salir cuando realmente se sentía a gusto.
Naturalmente, su alegría duró poco, porque el dolor le hizo apretarse el vientre con las manos para decir con seriedad: –Te las entrego para que las publiques cuando yo haya muerto.
Sólo entonces… No quiero enterarme en vida de que alguien se sienta ofendido por lo que yo dije.
No quise opinar más nada, pues al dejar abierta la posibilidad de su muerte me di cuenta que él sabía lo inminente del desenlace fatal de su enfermedad, efectivamente ocurrió meses después de nuestra conversación. –Mira esto… Yo soy la primera persona en protestar por el golpe de Estado a Juan Bosch.
Soy la persona que conspira y llama a la lucha el 24 de abril; soy la persona que organiza uno de los partidos más grandes de América Latina; quien más ha proyectado nuestro país a nivel internacional; soy la persona que más ama esta tierra, único lugar donde me siento bien.
No obstante, he sido el dominicano más combatido por los adversarios, los cuales han llegado hasta a negarme mi nacionalidad y aquí, en estos documentos, en mis libros, está la prueba irrebatible de lo que me ha costado mi país. Que alguien exhiba su aporte como lo he hecho yo… El único que lo hizo en el pasado fue Gregorio Luperón y hasta en eso nos parecemos.
Ambos luchamos sin desmayo por nuestra patria, ambos dejamos cons- tancia escrita de nuestro paso por la actividad política y tanto él como yo fuimos atacados por el mismo tipo de cáncer que nos lleva a la tumba. Alberto Despradel (Chico) se había incorporado a nuestra conversación y con cierta ironía, típica de su forma de expresarse, le interrumpió indicándole: Y ambos fueron dos caudillos.
Peña sentía deseos de hablar y mientras lo hacía, no me quedaba más remedio que observarlo, llamándome la atención el intenso brillo de su mirada.
—Después de la muerte de Trujillo continuó, existe un vacío en los libros de historia en nuestro país, la misma está escrita de oídas.
Yo soy el único dominicano que puede aportar una relación de los hechos políticos y sociales día a día, porque esa es la base de mis discursos y escritos; en ellos no sólo encontrarán luz mis com- pañeros de partido, sino todos aquellos que se interesen por la historia de este país.
Deposité los documentos en una pequeña mesa colocada entre nuestros asientos y él, tomando uno al azar lo mostró, a la vez que decía: —Mira éste.
Este es el discurso que sirve de detonante a la guerra de abril, algo que no encuentras en ningún libro porque los historiadores no quieren, Sin embargo, todos los miembros de nuestra generación lo recuerdan como el llamado que sacudió al pueblo dominicano.
Empezó a leerlo y a seguidas lo colocó en su lugar anterior y tomó otro para continuar diciendo: —Sin embargo, antes de ese llamado hubo otra historia, que es la que nos condujo a la lucha armada.
Para ello, es necesario retomar el pasado y explicar cómo se incubó ese momento histórico. Una muestra palpable es este documento, el cual narra cómo me inicié en la lucha contra el régimen de Trujillo.
Vamos a leerlo: Iniciamos la lectura de algunos de los documentos durante un espacio de aproximadamente dos horas; ya cansado pidió disculpas y se retiró mientras Chico Despradel y yo continuábamos revisando los documentos. Si fuera a escribir una biografía de José Francisco Peña Gómez, no dudaría en titularla “Un hombre perseguido”.
Peña Gómez fue perseguido siendo un niño, cuando el régimen de Trujillo decidió ejecutar el famoso “corte”, operación organizada para eliminar a los haitianos que se encontraban de este lado de la frontera y de paso asesinar a los negros dominicanos que habitaban en la zona fronteriza.
La operación se efectuó solo contra personas “negras” independientemente de que tuvieran un origen dominicano, haitiano o descendiente de los esclavos procedentes de las diferentes etnias africanas llegadas al Caribe y que conforman la mayor parte de la población dominicana. Además de el régimen trujillista, fue perseguido por los remanentes de esa tiranía que, aún después de la muerte de su mentor, se negaron a aceptar la organización de unas elecciones libres y la existencia de partidos políticos democráticos.
El acoso contra este baluarte de las luchas sociales de nuestro país se mantuvo después de que fuera derrocado el gobierno de Bosch; durante y después de la guerra de abril y de una u otra forma, hasta después de su muerte.
Para José Francisco Peña Gómez redactar las proclamas que leía al pueblo dominicano a través del programa radial Tribuna Democrática y de otro programa que salió al aire con el nombre de “Combate”, en 196__ se revestía de una coraza de voluntad que redoblaba la fuerza de su espíritu.
Por esa razón, y por la fuerza que imprimió a todos los actos de su vida, es que se pudieron reunir estas alocuciones y documentos los cuales presentamos a ustedes en forma de libro.
Al José Francisco Peña Gómez entregarme estos documentos, el paquete en que estaban depositados contenía unas notas no corregidas que decía lo siguiente: “Esta obra contiene una parte de los escritos, comunicados y documentos con los que nosotros y el Partido Revolucionario Dominicano combatimos el golpe de Estado (1963) desde la misma madrugada del 25 de septiembre, cuando las Fuerzas armadas y la Policía Nacional de la época, con el estímulo de los políticos adversarios del Jefe del Estado, profesor Juan Bosch se lanzaron a la trágica aventura cuartelaria que puso fin a la democracia que el pueblo se dio con las elecciones del 20 de diciembre de 1962.
Este libro es, al propio tiempo, el primero de una larga colección de mis escritos de más de 30 años de dedicación a la lucha política, tanto en el país como en el exterior.
La razón fundamental de que esta obra mayor se inicie a partir de 1963 deriva del mismo golpe de Estado, que como se sabe, fue la causa de la desaparición de los archivos de nuestra Casa Nacional de El Conde # 13, en cuyas oficinas se guardaban los documentos de nuestra organización incluyendo mis escritos y discursos que fueron echados a volar por los vientos cuando fuerzas policiales ocuparon el local y saquearon los bienes que con tanto sacrificio tenía allí depositados nuestro partido.
La inestabilidad política que sobrevivió el país a partir de la caída del Gobierno democrático del profesor Juan Bosch y las persecuciones frecuentes que soportamos desde ese infausto momento, no nos permitió organizar nuestros archivos personales y conservar valiosos documentos que habrían enriquecido esta colección. Grande ha sido el esfuerzo intelectual que hemos tenido que desplegar para recobrar parte de nuestra producción literaria.
Afortunadamente hemos contado para la publicación de este volumen con parte de nuestros escritos de los años 1963-1964 guardados celosamente por el compañero Nazim Hued Hernández, miembro de por vida del Comité Ejecutivo Nacional, quien durante esos años fue uno de nuestros más estrechos colaboradores en los programas Combate y Tribuna Democrática.
En otros casos recuperamos algunas transcripciones de discursos y escritos grabados por el Director Técnico de Sonido del Partido, que en esa época lo era el Sr. Bienvenido Arias Sandoval, y finalmente otra parte se obtuvo de los Archivos de las Fuerzas Armadas.
Los documentos oficiales y comunicados fueron extraídos de las páginas de los periódicos Listín Diario, El Caribe y La Nación.
Miguel Decamps, historiador y editor Consciente de que nuestros relatos y escritos eran parte de la historia, los conservamos con el propósito de algún día publicar una obra mayor sobre la Revolución constitucionalista, pero nuestras continuas mudanzas de residencias, las persecuciones y los viajes al exterior fueron causa de que muchas de mis mejores páginas se extraviaran, razón por la cual los escritos que finalmente pudimos conservar representan solamente una parte minoritaria de nuestra producción literaria de esos difíciles años.
En este sentido, tenemos que lamentar la pérdida de valiosos documentos que dejé guardado en Holanda y otros que fueron arrastrados por las aguas del huracán David y que creyendo poner a salvo de incursiones policiales, confié a la custodia de mi dilecta amiga Yocasta Prandy, cuyo hogar fue inundado por las corrientes del meteoro.
A partir de la división del PRD del año 1973, cuando el Partido re- anudó sus actividades bajo mi dirección, organizamos nuestros archivos, aunque con muchas deficiencias por carecer de suficiente personal para la conservación de nuestros documentos.
De toda manera, a partir de esa época hasta el día de hoy podría decirse que con excepción de los discursos improvisados, gran parte de los cuales desaparecieron con el incendio del archivo fílmico del PRD hemos podido contar con una provisión sustancial de nuestros escritos.
Algo que debo agregar es que solamente se incluye en ésta obra la parte escrita de los discursos, no así la improvisada, que alguien con mayor tiempo que yo tendría que extraer del inmenso archivo radiofónico de Tribuna Democrática”.
El tiempo corría en contra nuestra dada la enfermedad fatal de José Francisco Peña Gómez, por lo que Chico Despradel y yo decidimos facilitar el trabajo organizando con las charlas y escritos de Peña Gómez de años posteriores al período tratado, tomando fragmentos de las mismas; un bosquejo del relato de los hechos los cuales estarían sujetos a sus correcciones, esto simplificó el trabajo y así Peña Gómez pudo preparar su relato abarcando desde antes de la muerte de Trujillo hasta el gobierno de García Godoy, el cual presento a la consideración de ustedes.
Tardó en aparecer esta publicación porque tras su muerte y llegada al gobierno de sus seguidores el nombre de José Francisco Peña Gómez, su pensamiento y análisis dejaron de tener significado para los miembros de la clase dirigencial de su partido. Una vez desalojados del poder, éstos tratan de escudriñar en el pensamiento de José Francisco Peña Gómez sin encontrar una recopilación completa escrita donde abrevar su pensamiento y sus principios.
Este libro debe entenderse tanto como homenaje a José Francisco Peña Gómez, así como a la necesidad de que las generaciones posteriores a la guerra de abril de 1965 posean información de lo que sus actores hicieron; contadas por ellos, sin interpretaciones apasionadas distorsionadoras de parte de los historiadores, pero sí con la pasión del protagonista que relata los hechos (Peña Gómez).
Aquí está nuestro primer aporte. Su retraso en publicarse es la mejor demostración de que aún después de muerto, José Francisco Peña Gómez sigue siendo perseguido.
SALVADOR ALLENDE, Y SU RELACION CON VICTOR JARA, EL LIDER REVOLUCIONARIO QUE CON SUS CANCIONES MOTIVO A LOS SOCIALISTAS MODERNOS TOMAR LAS ARMAS DE UNA FORMA DIFERENTE, ESTE SIN LUGAR A DUDAS UNO DE SUS SEGUIDORES FUE EL EXACTO EL DOBLE DE LO QUE REPRESENTO EL POETA ESPANOL FEDERICO GARCIA LORCA EN TIEMPOS DE REVOLUCION
La muerte lenta de Víctor Jara, el artista Chileno que imito a Federico Garcia Lorca en Espana en tiempos de la Revolucion de los Espanoles .
Torturado y asesinado por los golpistas chilenos, el cantautor fue sepultado de forma casi clandestina en un modesto nicho. EL PAÍS reconstruye su muerte con los recuerdos de los testigos
Por MANUEL DÉLANO | © El País
Cansados y con sus manos entrelazadas en la nuca, los 600 académicos, estudiantes y funcionarios de la Universidad Técnica del Estado (UTE) tomados prisioneros por los militares golpistas iban entrando al Estadio Chile, un pequeño recinto deportivo techado cercano al palacio de La Moneda. Un oficial con lentes oscuras, rostro pintado, metralleta terciada, granadas colgando en su pecho, pistola y cuchillo corvo en el cinturón, observaba desde arriba de un cajón a los prisioneros, que habían permanecido en la universidad para defender el Gobierno del presidente socialista Salvador Allende. Era el 12 de septiembre de 1973, día siguiente del golpe militar, en el alba de la dictadura de 17 años encabezada por el general Augusto Pinochet.
Con voz estentórea, el oficial repentinamente gritó al ver a un prisionero de pelo ensortijado:
—¡A ese hijo de puta me lo traen para acá! -gritó a un conscripto, recuerda el abogado Boris Navia, uno de los que caminaba en la fila de prisioneros.
"¡A ese huevón!, ¡a ése!", le gritó al soldado, que empujó con violencia al prisionero. "¡No me lo traten como señorita, carajo!", espetó insatisfecho el oficial. Al oír la orden, el conscripto dio un culatazo al prisionero, que cayó a los pies del oficial.
—¡Así que vos sos Víctor Jara, el cantante marxista, comunista concha de tu madre, cantor de pura mierda! -gritó el oficial. Navia rememora. Es uno de los testigos del juez Juan Fuentes, que investiga el asesinato del cantautor, uno de los crímenes emblemáticos de la dictadura, porque Jara fue con su guitarra y con sus versos el trovador de la revolución socialista del Gobierno de Allende en Chile. Por su impacto y la impunidad en que están los culpables, el crimen de Jara es en Chile el equivalente al asesinato de Federico García Lorca en España.
"Lo golpeaba, lo golpeaba. Una y otra vez. En el cuerpo, en la cabeza, descargando con furia las patadas. Casi le estalla un ojo. Nunca olvidaré el ruido de esa bota en las costillas. Víctor sonreía. Él siempre sonreía, tenía un rostro sonriente, y eso descomponía más al facho. De repente, el oficial desenfundó la pistola. Pensé que lo iba a matar. Siguió golpeándolo con el cañón del arma. Le rompió la cabeza y el rostro de Víctor quedó cubierto por la sangre que bajaba desde su frente", cuenta a este periódico el abogado Navia.
Los prisioneros se habían quedado pasmados mirando la escena. Cuando el oficial, conocido como El Príncipe y hasta hoy no identificado con plena certeza, se cansó de golpear, ordenó a los soldados que pusieran a Jara en un pasillo y que lo mataran si se movía. El autor de canciones como El cigarrito y Te recuerdo Amanda, que Serrat, Sabina, Silvio Rodríguez y Víctor Manuel han incorporado en sus repertorios, entró así al campo de prisioneros improvisado por los militares donde vivió sus últimas horas.
Muchos recordaron a Jara con emoción esta semana, cuando su viuda e hijas y la fundación que lleva su nombre organizaron el funeral que no pudo tener en 1973, la despedida popular que merecía, para sepultar los restos del cantautor, exhumados en junio por orden del juez y devueltos a la familia después de una nueva autopsia, que confirmó las huellas de bala y torturas.
El ensañamiento con Jara fue uno de los signos de la dictadura de Pinochet (1973-1990), que truncó con brutalidad el Gobierno de Allende y los sueños socialistas, dejando un reguero de más de 3.200 muertos y desaparecidos, alrededor de 30.000 torturados y decenas de miles de exiliados. El Chicho, como era conocido Allende, un médico socialista y masón, había llegado a la presidencia en 1970, en su cuarto intento, con el 36% de los votos, encabezando la Unidad Popular, la coalición que reunía a la izquierda chilena en un arco multicolor.
Con un programa que ofrecía reforma agraria, medio litro de leche diaria para los niños y la nacionalizació n del cobre, principal riqueza de Chile, en manos de empresas norteamericanas, la victoria de Allende en las urnas, la primera de un marxista en Occidente en plena guerra fría, sorprendió a Estados Unidos e insufló esperanzas en muchos países, incluidos los opositores de Franco en España. Un irritado presidente Richard Nixon ordenó en la Casa Blanca intensificar las acciones desestabilizadoras.
Pero en Chile se vivían tiempos de efervescencia. Las movilizaciones sociales iban en ascenso y con Allende en La Moneda, el Gobierno ganó apoyo en las urnas en lugar de perderlo. El cerrojo norteamericano se apretó con el embargo de las exportaciones de cobre, en réplica a una nacionalizació n en la que Chile resolvió no indemnizar a las empresas expropiadas por haber obtenido ganancias excesivas, mientras la oposición de centro y derecha se reunió en una coalición contra Allende, y la izquierda más radicalizada comenzó a desbordar al Gobierno acusándolo de reformista. La lucha política se exacerbó.
El Gobierno socialista concitó una amplia adhesión de artistas e intelectuales. En los tres años de Allende, Chile vivió un destape cultural como nunca antes y Víctor Jara fue uno de los protagonistas. Hijo de inquilinos campesinos, conoció de la explotación y miseria en su infancia y juventud. Aprendió música por la intuición de su madre. Cuando ella falleció, viajó a Santiago a estudiar teatro. Como director teatral recibió premios de la crítica y la prensa por sus montajes e hizo giras por dos continentes.
Mientras estudiaba dramaturgia, comenzó a tocar y componer con el grupo Cuncumén. Después trabajó con la pléyade del folclor chileno: Quilapayún, Inti Illimani, Ángel e Isabel Parra, Patricio Manns, Rolando Alarcón. Violeta Parra, la autora del universal Gracias a la vida, fue una de las que descubrió tempranamente el talento de Jara como compositor e intérprete.
Militante comunista, Jara defendió a la Unidad Popular con su guitarra, hizo canciones de protesta, pero sus obras mayores, aquellas más sencillas e imperecederas, son las que brotan desde la tierra y de la pobreza de las barriadas periféricas de Santiago, las fuentes de su saber. Víctor creía que "la mejor escuela para el canto es la vida", recuerda su viuda, Joan Turner, en Un canto trunco, las memorias de Jara. Nombrado embajador cultural por Allende, prefería compadrear en una peña popular a los cócteles de diplomáticos.
Durante el paro de octubre de 1972, con el que la oposición quiso poner de rodillas al Gobierno, junto con decenas de miles de personas, Jara salió a realizar trabajos voluntarios para impedir que la economía se detuviera. En la vorágine escribió Manifiesto, su testamento musical: "Yo no canto por cantar / ni por tener buena voz, / canto porque la guitarra / tiene sentido y razón".
Con la inflación desbocada, desabastecimiento y mercado negro, el transporte paralizado y con el mayor partido opositor, la Democracia Cristiana, cerrando las puertas al diálogo para encontrar una salida, a Allende casi no le quedan opciones, y muchos creen que un golpe militar es inminente. Resuelve que el martes 11 septiembre llamará a un plebiscito que decidirá si sigue o no en el poder. Enterados, los militares adelantan el golpe militar para ese martes.
El escenario que había escogido Allende para pronunciar este discurso que podría haber cambiado la historia es la sede de la UTE. Nunca llegó. Enterado de la sublevación militar, Allende acude con sus colaboradores más cercanos a La Moneda, a defender la democracia. Dispuestos a todo, los militares bombardean el palacio y Allende, que sólo saldrá sin vida de ese lugar, pide a los trabajadores que permanezcan en sus puestos, pero que no se dejen provocar, y anticipa en su lúcido discurso final que otras generaciones superarán ese momento.
En asambleas por facultad, la comunidad de la UTE resolvió permanecer en la sede universitaria, como pidió Allende. Entre ellos, Víctor Jara, que trabajaba en extensión en la universidad e iba a cantar en el acto de Allende. Habla dos veces por teléfono con Joan y cree que volverá a casa al día siguiente. Esa noche anima a los estudiantes en su último recital, mientras en todo Santiago suenan las balas de los militares.
Al día siguiente, los militares instalan un cañón frente a la universidad y disparan a la rectoría mientras un centenar de soldados vacía sus cargadores. No hay resistencia: estaban desarmados. Rompen puertas y cerrojos y toman prisioneros a los 600 que permanecían ahí.
El infierno está a un par de kilómetros, en el Estadio Chile, rebautizado en democracia como Estadio Víctor Jara. Ahí el cantautor queda tendido en el suelo. A un estudiante peruano que confunden con cubano le cortan una oreja con un cuchillo. A un profesor de ciencias sociales que llevaba pruebas recién corregidas de sus alumnos le piden las dos mejores notas, las entrega y lo obligan a que se coma las hojas. Los amenazan con barrerlos con "las sierras de Hitler", ametralladoras de gran calibre cuyas balas cortan los cuerpos. Un obrero grita: "¡Viva Allende!", y se arroja desde las graderías, muriendo desangrado. En el recinto caben apretadas 2.000 personas, pero hacinan a más de 5.000 prisioneros.
El Príncipe tiene visitas de oficiales y quiere exhibir a Jara. Un oficial de la Fuerza Aérea que está con un cigarrillo le pregunta a Jara si fuma. Con la cabeza, niega. "Ahora vas a fumar", advierte, y le arroja el cigarrillo. "¡Tómalo!", grita. Jara se estira tembloroso para recogerlo. "¡A ver si ahora vas a tocar la guitarra, comunista de mierda!", grita el oficial y pisotea las manos de Jara, relata Navia.
"Cuando llegaron más prisioneros y los soldados fueron a recibirlos, Víctor se quedó sin custodia. Entre varios lo arrastramos adonde estábamos y comenzamos a limpiar sus heridas. Llevaba casi dos días sin comida ni agua", dice Navia. Un detenido consigue que un soldado le regale un tesoro: un huevo crudo. Se lo dan a Jara. Con un fósforo, el cantautor perfora el huevo en ambos extremos y lo sorbe. "Nos dijo que así aprendió en su tierra a comer los huevos", recuerda.
A Jara le vuelven las energías. "Mi corazón late como campana", dice. Y habla, de Joan y sus hijas. Dos detenidos logran salir libres gracias a contactos. Varios escriben mensajes breves para que avisen a sus parientes de que están vivos. Víctor pide lápiz y papel. Navia le pasa una libreta pequeña de apuntes, que hoy conserva la Fundación Jara como pieza de museo. Escribe con dificultad sus últimos versos: "Canto que mal que sales / Cuando tengo que cantar espanto / Espanto como el que vivo / Espanto como el que muero".
Repentinamente, dos soldados lo toman y arrastran, y Jara alcanza a arrojar la libreta. Navia se queda con ella. Comienza una golpiza más brutal que las anteriores, a culatazos. Otros prisioneros lo verán con vida horas después. Un conscripto, José Paredes, confiesa 36 años después que jugaron a la ruleta rusa con Jara antes de acribillarlo en los subterráneos. Es el único procesado vivo en el caso. El otro, el jefe del recinto, el coronel Mario Manríquez, falleció. La primera autopsia, en 1973, revela 44 disparos. La nueva, en 2009, confirma que Jara murió por múltiples impactos. Pero Paredes se retracta de su confesión.
Al anochecer del sábado 15 de septiembre trasladan a los prisioneros del Estadio Chile al mayor recinto del país, el Estadio Nacional. "Al salir al foyer para irnos, vemos un espectáculo dantesco. Hay entre 30 y 40 cadáveres apilados, y dos de ellos están más cercanos. Todos están acribillados y tienen un aspecto fantasmagórico, cubiertos de polvo blanco, porque cerca estaban apilados unos sacos de cal para hacer reparaciones, que cubre sus rostros y seca la sangre. Reconozco a Víctor en primer lugar, y después al abogado y director de Prisiones Littré Quiroga", relata Navia.
A Jara le han quitado el chaquetón que otro prisionero le había pasado porque tenía frío. Esa noche, los soldados arrojan seis de estos cadáveres, Jara entre ellos, junto al Cementerio Metropolitano, en el acceso sur de Santiago. Una vecina reconoce al cantautor y avisa para que lo recojan. Cuando el cuerpo llega a la morgue, un trabajador de este servicio, que era comunista, también reconoce a Jara y avisa a su esposa Joan para que lo sepulte antes de que lo sepulten en una fosa común.
El cuerpo del cantautor está junto al de cientos de víctimas en un mesón de la morgue, al final de una fila de jóvenes. Sólo tres personas acompañan a Joan en el funeral semiclandestino que se celebró en el Cementerio General de Santiago, donde fue inhumado en un humilde nicho. Jara está en su cenit creativo, poco antes de cumplir 41 años, y quienes tronchan su vida no saben que lo están haciendo más universal, a él, pero también a ellos mismos.
MIGUEL VARGAS MALDONADO PRESIDENTE DEL PRD Y CANCILLER DOMINICANO DIJO QUE LAS RELACIONES EXTERIORES CON CENTROAMERICANO ESTAN EN SU MEJOR MOMENTO
COORDINACION INTERNACIONAL DE COMUNICACIONES EN REDES E INFORMATICA FEDERAL INSTITUCIONAL DEL PRD
Santo Domingo. –El canciller Miguel Vargas afirmó que las relaciones de República Dominicana y Centroamérica se encuentran en su mejor momento y que estos vínculos están y sustentados en el respeto mutuo, intereses comunes y proyectos de cooperación en conjunto.
Para el ministro de Exteriores dominicano se han obtenido frutos de gran envergadura, “como es la supresión de visados entre ambas partes y el afianzamiento de las relaciones comerciales”.
Afirmó que desde el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), cuya presidencia pro tempore República Dominicana ostentó en 2018, el país ha trabajado para enfrentar los grandes desafíos de la región tales como el combate al crimen organizado y el narcotráfico; la pobreza, la exclusión, la migración y el cambio climático, entre otros.
“Durante muchos años, hemos trabajado para unir aún más a la región centroamericana, y ese esfuerzo ha sido positivo ya que hemos firmado importantes acuerdos, como el Tratado de Libre Comercio RD-CA y el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (DR-CAFTA)”, manifestó el canciller dominicano.
Miguel Vargas participó en la fiesta de celebración del 198° aniversario de la independencia de las repúblicas de Centroamérica: El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua, a cuyos pueblos y Gobiernos felicitó.
Los anfitriones de la recepción fueron los embajadores de Guatemala, Rudy Coxaj; de El Salvador, Oscar Chávez; de Honduras, Claudia Simón: y de Nicaragua, Audelly Acuña.
A la actividad, celebrada en un hotel de la capital, asistieron representantes del Cuerpo Diplomático y Consular acreditados ante el Gobierno dominicano, funcionarios e invitados especiales.
APRENDAMOS A VOTAR ELECTRONICAMENTE PARA LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES MUNICIPALES Y CONGRESIONALES DEL 2020 QUE SERIAN AUTOMATIZANDO EL PROCESO
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REPUBLICA DOMINICANA CELEBRARA PROXIMAMENTE ELECCIONES PRESIDENCIALES Y EL AMBIENTE, CONDICIONES Y LAS CIRCUNSTANCIAS PRESENTAN UN PANORAMA MUY ATIPICO
En dominicana se acerca unas elecciones y un escenario político atípico
Por Fernando Peña
He insistido de manera permanente en mis escritos en plantear que nuestros políticos, en su gran mayoría, viven fuera de contacto, fuera de la realidad política dominicana y mundial.
Incluso, los que se consideran más avezado, teóricos y moralistas de nuevo cuño, levantan un discurso descontextualizado, es como si vivieran en décadas atrás, usted los oye pontificar en un esquema atrasado.
Por ejemplo, en el escenario actual, el candidato o aspirante a presidente de la Republica que viene teorizando, pontificando y no entiende que su objetivo lo lograra aplicando el pragmatismo, aplicando una política asistencialista inmediata a la gente, porque no estamos en un momento social y político de rescate de libertades, de ideario libertario, no, estamos en que la gente lo que quiere es soluciones a sus problemas del día a día y de sus comunidades.
El que se adapte a ese escenario atípico será el presidente de la república en el 2020.
Por ello es contraproducente lo que plantea en su discurso el aspirante y tres veces presidente Leonel Fernández, ese discurso de ideas, de principios de moralidad, además de que no le cuadra, está totalmente fuera de contexto y de la realidad que vivimos.
Las opciones presidenciales y el propio escenario resultan atípicas dentro de la historia dominicana.
Leonel Fernández es un político que surgió de forma atípica por el acuerdo que se hizo en aquella ocasión con el extinto presidente Joaquín Balaguer y su partido.
Inicio la etapa de despedida de los tres principales líderes del país que marcaron una etapa de luces y sombras.
Se fue con ellos la época de las ideas, de la política de principios y nos adentramos en la política del asistencialismo, del clientelismo.
Leonel desde el poder se convirtió y convirtió su partido en el partido de la derecha conservadora, aun siendo su organización una de los exponentes de los liberales dominicanos.
Siguió la practica conservadora de Joaquín Balaguer y Vincho Castillo, e incluso acentuó más el seguimiento al líder reformista que al creador y fundador del PLD, profesor Juan Bosch.
Nada nuevo trajo ni traerá Leonel Fernández a la nación dominicana. Su historia está ahí, su paso por el poder está marcada por esos elementos.
Nada de teoría ni de cuento, en
ese escenario se mueve y tiene que moverse Leonel Fernández, y esas prácticas clientelares, ese asistencialismo que él creo, con las cuales convivio, son ahora su arma que le impedirán lograr la candidatura presidencial en su PLD.
Por esas condiciones es que se posiciona su contrincante interno del danilismo Gonzalo Castillo, un empresario millonario que no surge de las bases ni de los valores más tradicionales del Partido de la Liberación Dominicana.
Y mientras más lo atacan por las reales o supuestas debilidades de conocimientos y preparación de Gonzalo Castillo más se convierte en un fenómeno político, porque la gente de a pie se identifica con él, e incluso lo están viendo ya como una víctima.
Óiganlo bien, su falta de habilidades en oratoria no lo disminuyen, él está logrando emocionar y genera empatía entre los electores, entre la gente.
Porque Gonzalo Castillo es el candidato del momento, de la circunstancia que vive el país, es el que la gente ve como su igual, es el que soluciona y podría ser la solución a sus problemas del día a día, de sus comunidades, sin teorías ni cuentos.
El, Gonzalo Castillo, tiene la particularidad de vérsele como la llegada de agente no tradicional dentro de la esfera política dominicana.
Y va teniendo un gran apoyo por parte de la población, la gente ve que, con él, ante ninguna opción creíble y nueva de la oposición, se va sacudiendo las bases de las élites políticas que han estado tan acostumbradas a gobernar en tranquilidad.
Es la llegada no de la mutación deseada en el espectro político dominicano, sino la que la realidad impone.
Les favorece que República Dominicana, a pesar de los gritos de la oposición política mediática y de una parte de la clase media, no vive una crisis economía, ni política ni social.
Ante este panorama, es predecible decir que Danilo Medina, su corriente y candidato Gonzalo Castillo se impondrán en la contienda interna ante Leonel Fernández.
La gente no tiene donde ir…
Aquí no hay candidato ni partido opositor, con posibilidades de torcerle el pulso al poder…
Ante lo que está pasando, ante el escenario político que vive el país, ni el debilitamiento del PLD, ni una posible división después del 6 de octubre, significara su derrota en las elecciones de 2020.
Aquí estamos viviendo un escenario político atípico y viviremos por igual unas elecciones atípicas.
El autor es periodista
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