¡Nunca Trujillo se había atrevido a tanto!
Por Tony Raful Tejada .
Cortesia del blog Educativo de Noticias del Lic Enildo Rodriguez Nunez MBA PhDP
COORDINACION INTERNACIONAL de COMUNICACIONES en REDES e INFORMATICA FEDERAL
Un día como hoy, 12 de marzo de 1956, el profesor Jesús De Galindez, desapareció misteriosamente, luego de salir de sus clases en la Universidad de Columbia, en la ciudad de New York.
Lejos estaba el dictador Rafael Trujillo, de medir las consecuencias de aquel secuestro histórico que desencadenaría las más virulentas acusaciones contra su régimen, y que finalmente en una sucesión envolvente, conduciría a su muerte la noche del 30 de mayo de 1961.
El profesor vasco había vivido en la República Dominicana a raíz de la emigración de refugiados de la guerra civil española, oleada diversa, que Trujillo acogió en una de sus clásicas poses de aquiescencia frente a un drama desgarrador que desangró a España.
Galindez desempeñó varias funciones en el país, laboró en la Secretaría de Trabajo, ofreció clases en el área diplomática, y luego de varios años fue solicitado por el gobierno vasco en el exilio para que se trasladara a New York y se encargara de la administración de fondos y ostentara la representación de los vascos, que desarrollaban una titánica lucha por el reconocimiento de sus derechos en el exilio, así como en labor paciente de bloqueo a la dictadura de Franco.
Estados Unidos había colaborado efectivamente con los vascos en el exilio, Franco aparecía con la estela de la colaboración bajo una dudosa neutralidad con el eje nazi fascista en la Segunda Guerra Mundial, por lo cual los vascos eran invitados a las asambleas internacionales y gozaban del apoyo norteamericano.
El gobierno vasco en el exilio juzgó oportuno, que sus más importantes dirigentes se incorporaran a los organismos de inteligencia del gobierno estadounidense. Fue así, como Galindez y otros importantes líderes vascos pasaron a ser informantes del FBI .
Estados Unidos y España firmaron un importante acuerdo en el año de 1953, mediante el cual el dictador Francisco Franco, entregó parte del territorio español para el establecimiento de bases militares norteamericanas, con lo cual se suprimieron las diferencias existentes entre ambos gobiernos, y España pasó a apoyar a los Estados Unidos.
La situación de los vascos se agravó desde entonces, pero el gobierno vasco en el exilio, no produjo ningún rompimiento ni distanciamiento con el gobierno norteamericano, decidieron seguir trabajando dentro de Estados Unidos en su lucha contra Franco.
Galindez siguió siendo colaborador importante del FBI hacieno arportes e infidencias de las actiividades de los exilados españoles en territorio norteamericano, con la esperanza de que se produjera alguna variación en torno al tratamiento de las nuevas relaciones con España.
Trujillo desconocía los vínculos de Galindez con organismos de inteligencia norteamericanos.
Cuando la embajadora, Minerva Bernardino (como la mayoría de los diplomáticos dominicanos, estaba obligada a labores de espionaje a favor de Trujillo), logró conseguir una copia de la tesis de Galindez sobre la Era de Trujillo, que debía presentar en la Universidad norteamericana, la leyó cuidadosamente, y solamente se detuvo, subrayándolo, en un párrafo infeliz, en el cual Galindez tuvo una debilidad que le costaría la vida, la alusión a la ilegitimidad del hijo más querido por Trujillo, Ramfis.
Quienes hemos vuelto a leer la tesis de Galindez, podemos señalar, que suprimiendo la susodicha alusión, se trata de una obra perfecta, una radiografía conceptual de la dictadura en sus primeros 25 años, es más, impecable, escrita con abundante documentación, sobria.
La alusión a Ramfis era evidentemente innecesaria. No añadía absolutamente nada a la tesis, lucía como sobrepuesta, no respondía a una secuencia alusiva ni reflejaba ningún aporte.
Ese párrafo parecía más bien, propio del inventario de chismes y agravios personales que Almoina había publicado años antes. Trujillo estalló en ira. Ramfis lo interpeló. Para Trujillo era imperdonable.
No se trató de mandar a matar a Galindez. Matar opositores era simple. Se trató, en aquella fuerza demoníaca de la naturaleza, secuestrarlo en territorio norteamericano y llevárselo ante su presencia. Increíble.
Nunca Trujillo se había atrevido a tanto.
Lo que significaba violentar el espacio de Estados Unidos, burlar su sistema de seguridad, y ejecutar dicho secuestro, no estaba al alcance de un gobernante con conciencia primaria de los niveles jurisdiccionales de un Estado.
El secuestro de Galindez, solamente puede ser entendido, por una ofensa mayúscula, por haber herido el alma de Trujillo.
Hubo que traerle a Galindez a su presencia, él le restregó la parte del libro que motivó la acción criminal.
A partir de entonces la historia está llena de casualidades y el azar teje las más asombrosas situaciones, que culminarían con la muerte de Trujillo.
Sin el secuestro de Galindez y los hechos que desencadenó en cascadas históricas, hubiese sido más difícil el 30 de mayo de 1961.
La presencia de Antonio De la Maza en el ajusticiamiento del tirano la noche del tiranicidio, lo explica todo.
El fantasma de Galindez sobrevoló sobre Trujillo aquella noche gloriosa.
Fuente : Artículo de la autoria de Tony Raful / Tomado de su muro.
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