domingo, 9 de agosto de 2009

RESUMEN CULTURAL DE MEDIA ISLA , AGOSTO 09,(Poesia, Política, Economia, HIstoria, Arte, Literatura, Crónicas de la era Trujillo, e imagénes del mundo)

Al carajo con la poesía , Cerca de lo lejos , Escribir: regalo y opresión, La causa del golpe hondureño, El día de todos de Juan Carlos Mieses , Gabo, Extrasístoles (y otros accidentes) de Jochy Herrera , Arlt, el cronista que escupía a los porteros, El ambiente de la dictadura trujillista en tres hechos, La literatura infantil hoy en día es una pena, El libro refleja mi compromiso político , Leszek Kolakowski: sabio y bufón , "No beses, no des la mano, di hola",

Puertas y ventanas:

Athony Ocaña en Bellas Artes, RD, Circulará nueva novela de Marcio Veloz Maggiolo , Una rosa para Emilia de William Faulkner, Casa tomada , Lo que son las cosas de Rubén Eduardo Gómez , Imágenes del mundo.


Al carajo con la poesía


Por JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS © BABELIA


"Alguien muere cada cuatro minutos , / en el estado de Nueva York... , / Al carajo contigo y con tu poesía... , / Te pudrirás y esfumarás . / en el próximo sistema solar , / junto con el resto de los gases..., / ¿Qué carajo sabes tú al respecto?".

Así son algunos de los poemas que escribió William Carlos Williams (1883-1963). Otros son así: "La Rosa se marchita, / y es engendrada de nuevo , / por su semilla con naturalidad , / pero adónde , / acudirá , / salvo al poema , / para no sufrir merma , / en su esplendor". Ambos pertenecen a dos de sus grandes libros. El primero, a La primavera y lo demás (1923). El segundo, a Cuadros de Brueghel (1962), que le valió el Premio Pulitzer.


"No hay ideas sino en las cosas". Williams repitió y aplicó cuanto pudo esa consigna. Fiel a ella, su obra huye de las grandes abstracciones para ahondar en lo concreto y encontrar la poesía lejos de lo poético. "Objetivismo" es la etiqueta que él mismo puso a su trabajo.

No es, pues, raro que se le considere el maestro de los maestros del realismo (más o menos sucio): de Robert Lowell, Carver o Bukowski. Él es, sin duda, uno de los grandes de la lírica estadounidense del siglo XX junto a nombres como su amigo Ezra Pound, Wallace Stevens o Marianne Moore. Pediatra de profesión, sus libros tardaron en traducirse al español.

Durante años estuvo en manos de francotiradores más o menos ilustres como Octavio Paz, Ernesto Cardenal o Carmen Martín Gaite. En los últimos años, no obstante, las editoriales españolas han ido poniéndose al día. Este mismo año, por ejemplo, se publicó Viaje al amor en Lumen, que hace dos editó el citado Cuadros de Brueghel. Entre tanto, Visor tiene en su catálogo dos antologías a las que viene a sumarse ésta, bilingüe, preparada por Juan M. López Merino.
Aunque hay libros representados con un solo poema -es difícil resumir dos decenas de títulos y medio siglo de escritura-, el resultado es una buena introducción a la obra de un poeta cuya voz se nutrió tanto de las vanguardias como de la experiencia urbana.

Sus poemas son muy estadounidenses sin dejar de ser a veces universalmente clásicos. Tienen toda la crudeza de la modernidad menos sentimentaloide y la delicadeza del impresionismo oriental. El único libro no representado en la selección de López Merino es Paterson -hay traducción de Margarita Ardanaz en Cátedra-, un ambicioso poema único con tintes épicos que Octavio Paz criticó con unas palabras que bien podrían ser un elogio: "La reducción de los Cantos de Pound al formato provinciano" . No suena tal mal. [fontanamoncada]


De vez en cuando
Cerca de lo lejos
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Yo sé que por alguna causa que no conozco estás de viaje, un océano más poderoso que la noche te lleva entre sus manos, como una flor dispersa. José Carlos Becerra


Por René Rodríguez Soriano © mediaIsla


Quería escribir pero no quería escribir. Tenía un conejito color mugre con los ojos casi tintos, tirando a vino; un pichoncito de cuyaya que murió aplastado por un frasco de betún; un tocadiscos con el brazo desorbitado, sin aguja, zumbando contra el eco de la tarde hueca, y una canción, tenía. Quería cantar pero no sabía, aunque quería.


Desvergonzada y sin conciencia, cae la lluvia sobre la ciudad. Falsas vasijas, flores de papel y biombos huecos, se quiebran de impotencia ante el hastío de los días largos; van y vienen por las hondas ondas frufrús y celofanes de la manufactura y del diseño. Sucede a diario, el diario no dice nada que no hayan ocultado ya la radio y la televisión. Sólo el poema, con su singular manera de aludir el plural de las cosas con la mayor economía de recursos de la lengua, permanece.


Julio es un mes con travesaños en los días. Tablones que se sobreponen, se encadenan y desgajan, a gotas como la escarcha. Julio es un mirador que se proyecta río abajo, difuminándose en los páramos del recuerdo, entre pomares y ciguas palmeras. Antes de que el canto del gallo rompiera en dos el trapo incierto de la madrugada, ya papá plantaba brotecitos de col y mandarinas. Mamá ordeña una vaca negra inmenso que se derrama en el bidón blanquísima. Papá pinta y despinta albas y ocasos, yendo y viniendo del verde al pedregal.


Papá sabía perderse en la espesura del día, y regresar con las manos paridas de naranjas y limones; tarareaba infinitas melodías, e hilvanaba de un tajo, con su cortaplumas, el jugo con la sed a punta de melones y sandías. Era tan sabio y dulce el río, cuando nadaba con él. Era tal vez el tan mentado yin, el abc que soñaba en mis sueños. Yo, con el alma mojada en un pincel, sacaba música de las branquias de los peces o del lamento de los ahogados. Cabalgaba una estrella, un centauro y daba de comer a las gallinas con el maíz de sus manos. El valle era un granero que florecía en simientes cundidos de geranios y azucenas. Algún potrillo loco pisoteaba los sembrados.


No iba buscando el yan, estoy seguro, en julio del 96, ni el Vellocino ni a los Argonautas ni ángeles en Los Ángeles. Iba tan sólo en una nube, con mi atávico terno de Clark Kent, buscando un ala... Papá pulsó una tecla, dijo mi nombre conjugando el verbo cercanía, y de un tajo achicó la lejanía. Era julio 29, han pasado los años desde entonces, y pienso, estoy seguro, que tan sólo se alejó un ratito para estar más cerca todavía. A papá, en las páginas del agua. [www.rodriguesoriano .net]


Anuradha Roy: Escribir es al mismo tiempo un regalo y una opresión
La India más íntima y personal, a través de tres generaciones de una familia bangladesí, es lo que describe Atlas de una añoranza imposible. Su autora habla en esta entrevista del proceso de creación de sus personajes, de la evolución de la historia, de la desigualdad de las mujeres y el abismo de las clases sociales


Por ANA GABRIELA ROJAS © BABELIA


Acampando en lugares remotos de India, en las montañas, algunas veces entre animales salvajes y ríos caudalosos. Así pasó los primeros años de su vida Anuradha Roy, la nueva promesa de la literatura en el subcontinente. Su padre, un geólogo destinado a explorar en busca de uranio, le enseñaba a distinguir entre los diferentes tipos de rocas, a apreciar los fósiles, a entender los movimientos tectónicos o la fuerza de los volcanes. Por las noches reunía a su familia bajo las estrellas y les hablaba de astronomía. En la primera novela, Atlas de una añoranza imposible (Salamandra) , salen a la luz estas reminiscencias así como su espíritu de búsqueda y peculiar sentido del tiempo.


La personalidad de su progenitor -que murió cuando ella tenía 19 años- se revela en Nirmal, uno de los personajes principales que también es geólogo y que como su padre ama la naturaleza salvaje y la soledad. Nirmal viaja con su mente sin ningún recato en el tiempo y su vida está afectada por objetos o acontecimientos de otras épocas. "El pasado puede salir a flote en cualquier momento del presente, está siempre ahí". Ésta también es la forma de ver el tiempo para Anuradha y con ella se mueve y nos transporta a través de su novela.
En un paseo por el emblemático Lodhi Garden de Nueva Delhi en los días más calurosos del verano, Roy cuenta que su experiencia vital aparece en la historia, pero "como todo en ficción que comienza autobiográficamente, Nirmal se convierte en una persona bastante diferente de mi padre".


Así, para ella escribir es bastante parecido a cocinar: "Tú pones los ingredientes, algunos de los cuales vienen de tu memoria y tu experiencia, pero la materia prima se mezcla y cambia en el resultado final".


Atlas de una añoranza imposible es la historia de tres generaciones de una familia bengalí en la primera mitad del siglo pasado. Roy nos deja ver todos sus dramas, sus alegrías, sus relaciones de poder de puertas para adentro de su finca, donde conviven como familia extensa: los padres, los hijos y sus esposas y la nueva generación.


La historia se divide en tres partes, se localiza en tres lugares diferentes -la jungla, una pequeña ciudad imaginaria y la inmensa Calcuta- y habla de tres formas de ver la vida en India en ese tiempo: la de las tribus, la de los bengalíes y la de los ingleses. Con esta historia de amores y desamores, Roy hace un triunfal debut como novelista a sus 32 años, aunque desde su adolescencia había comenzado a publicar relatos, cuentos y ensayos que han sido aplaudidos en India, entre otros con el premio de ensayo de Outlook Picador.


Las mujeres, encerradas, minimizadas y ninguneadas, ocupan una parte esencial de su libro. "En India es imposible no ser feminista: con toda la violencia, opresión e inequidad que las mujeres sufren desde los abortos selectivos hasta el trato a las viudas. Las cosas están cambiando, pero muy lentamente. Se siente una rabia impotente".
La descripción de la historia de la viuda Meera es especialmente dolorosa. Roy, que creció también en una familia extendida, vio de cerca los malos tratos sufridos por su tía que enviudó joven y pasó el resto de su vida vistiendo únicamente las tradicionales ropas blancas, comiendo una dieta pobre y dejada fuera de las celebraciones porque era considerada un "mal agüero andante".


Cuando su padre murió, aunque la discriminació n hacia su madre fue más "sutil", también apareció: la arrinconaban en las bodas para que no diera mala suerte. "¡Y esto que la nuestra es una familia urbana educada de clase media alta!", se lamenta.


Pero asegura que no fue realmente consciente de la desigualdad de género hasta que la sufrió en carne propia. Según cuenta, Oxford University Press, la editorial en que trabajaba, la despidió por haberse casado con un compañero de trabajo. "No pidieron a mi esposo que se fuera porque asumieron que sería más aceptable para una mujer dejar su trabajo", dice todavía sorprendida abriendo sus ojos castaños enmarcados por un lunar en el lado izquierdo.


Pero esto sirvió para que ella y su marido, Rukun Advani fundaran su propia editorial: Permanent Black, que se ha convertido en un referente para ensayos y publica a los académicos más importantes del subcontinente.


Roy tiene una voz suave, pausada y dulce. Pero sus palabras son claras y firmes. Además de la discriminació n de la mujer, en persona -todavía más que en su novela- no para de reivindicar otras desigualdades sociales que se viven en su país.
El huérfano Mukunda, el personaje "que casi por cuenta propia se convirtió en el principal", es de una casta y religión desconocida, por lo que no encaja dentro de la casa. Y menos cuando la inocente y juguetona relación que tiene con la niña de la familia, Bakul, da señas de convertirse en romance.


También sus mentores, Suleiman Chacha y su esposa se ven arrastrados a huir de su casa y de su Calcuta durante la Partición de India y Pakistán por ser musulmanes. "Nuestra sociedad puede ser excepcionalmente cruel, influenciada por las clases o las castas. A pesar de los avances en campos como la tecnología o las finanzas, aún hoy el abismo entre las personas es gigante", dice. Y aquí sus palabras se confunden con las de su personaje Mukunda, que durante su vida se va dando cuenta de cómo "en la nueva India de las finanzas no hay sitio para la compasión".


En India hay muchas cosas difíciles, reconoce Roy. Sin embargo, ella no podría vivir en otro país. "Tengo la misma relación que se tiene con la persona amada: sabes sus fallos, pero no puedes estar sin ella". Así no se siente con suficiente objetividad respecto a la capital bengalí, Calcuta: la metrópolis dejó un sedimento en su imaginación, una referencia en sus memorias, como se aprecia claramente en su texto.


Del debate y los celos entre los escritores indios que escriben en inglés y en lenguas indias, Roy reconoce que las oportunidades de los autores que escriben en la lengua anglosajona son mayores para dar el salto internacionalmente, como le ha pasado a ella. A pesar de que le costó mucho tocar las puertas de casas editoriales y reescribir una decena de veces, su novela se ha publicado ya en varios idiomas, entre ellos el francés y el español.

Dice que este libro para ella es como un "barco de papel" que aunque ella lo ha hecho, ahora flota en un mar picado por sí mismo. "Es mío, pero a la vez no lo es: lo siento cercano, pero extrañamente distante. Especialmente cuando está en idiomas que no puedo leer: cuando abro una de las traducciones, mi propio libro se siente como un objeto remoto y exótico".


A pesar de que se prometió a sí misma no volver a escribir "tras la agonía de la primera novela", ya está escribiendo la segunda, que será también situada en India, pero en el presente. "Cuando los personajes empiezan a rondar en mi cabeza, no tengo alivio hasta que he escrito de ellos. No creo que tener elección sobre escribir: es al mismo tiempo un regalo y una forma de opresión". [fontanamoncada]


Cual es la causa del golpe hondureño


Por Vicenç Navarro © El Plural


Varios medios de información en España han reproducido los argumentos dados por los propios golpistas hondureños para explicar el golpe de estado en aquel país. Tales medios han señalado que el Presidente Zelaya había violado la Constitución, convocando ilegalmente un referéndum para "perpetuarse" en el poder. Se acepta así, la explicación dada por los golpistas, que señalan que la expulsión del Presidente Zelaya ocurrió para impedir que éste convocara un referéndum a fin de alargar su mandato.

Un ejemplo de ello es el reportaje del corresponsal de El País en Tegucigalpa, que indicaba que "Zelaya fue derrotado y expulsado el 28 se junio pasado, después de intentar organizar un referéndum para abrir la vía a la reelección, que había sido declarada ilegal por las instancias judiciales" (04.08.09). Según tal reportaje, el golpe tenía por objetivo, pues, evitar que Zelaya se perpetuara en el poder.


Esta explicación ha aparecido en los cinco diarios de mayor tiraje del país. De todos ellos, La Vanguardia ha sido el periódico que ha promovido con más intensidad esta explicación. Su corresponsal en América Latina ha entrevistado nada menos que a Romeo Vásquez, General que realizó el golpe militar, el cual niega en la entrevista que lo que ocurrió en Honduras hubiera sido un golpe militar pues la detención y expulsión del Presidente respondía a principios constitucionales.

El entrevistador, el Sr. Ibarz, de cuyos reportajes hablé ya en otro artículo ("Las falsedades sobre Honduras", Público, 23.07.09) también entrevistó al Cardenal de Honduras, el Sr. Rodríguez Maradiaga, que alegó los mismos argumentos. Por cierto, ninguno de los dirigentes del movimiento en defensa del Presidente Zelaya ha sido entrevistado por La Vanguardia.


La causa principal del golpe, sin embargo, no fue impedir que Zelaya se perpetuara en el poder. El mal llamado referéndum (en realidad fue una encuesta popular gestionada por el Instituto Nacional de Estadística) no hablaba de la reelección del Presidente. En tal encuesta se consultaba a la población si ésta creía aconsejable que se eligiera a una Asamblea Constituyente que permitiera cambiar la Constitución. Y ahí está el meollo de la cuestión.

Lo que motivo el golpe fue el deseo de la oligarquía hondureña de mantener intacta la Constitución instaurada por la última dictadura militar. Tal Constitución otorga gran número de privilegios a la oligarquía del país, incluyendo a las fuerzas armadas y a sus aliados en EE.UU. Eran estos privilegios los que la oligarquía y sus fuerzas armadas querían mantener a toda costa. Existía el temor, entre la oligarquía, de que una nueva Constitución pudiese, por ejemplo, pedir la eliminación de bases militares extranjeras en territorio hondureño.

Hoy, el Pentágono de EE.UU. tiene una base militar en Honduras, la única existente en Centroamérica, una región de gran importancia estratégica para las fuerzas armadas de EE.UU. Éstas y las fuerzas armadas hondureñas eran conscientes del intento de los progresistas hondureños de cerrar la base, una base que ha sido el centro de actividades militares y represivas llevadas a cabo por las fuerzas militares estadounidenses en toda la región. Las fuerzas armadas hondureñas y sus aliados estadounidenses no desean cambios en la situación actual.

De ahí que una de las primeras condiciones que puso el nuevo gobierno golpista al Presidente de Costa Rica (Sr. Óscar Arias) en su mediación fue precisamente que no se cambiara la Constitución.


Las fuerzas progresistas hondureñas querían, también, el enjuiciamiento de los militares que aterrorizaron a la población durante la horrible dictadura que se estableció con el apoyo del Gobierno Federal de EE.UU. También pedían que (como en España) se encontraran a los desaparecidos durante la dictadura y periodos posteriores, en actos de represión política, cuando miles de hondureños y ciudadanos de otros países de Centroamérica fueron asesinados debido a su defensa de la libertad y de los derechos civiles y sindicales de las clases populares. El Presidente Zelaya había aprobado el inicio de tal investigación.
La respuesta de EE.UU.


En EE.UU. la administració n Obama está dividida sobre como responder a esta situación. El Partido Republicano apoya a los golpistas y sus argumentos son semejantes a los propuestos por el corresponsal de La Vanguardia, el Sr. Ibarz. El Sr. Zelaya –según ellos- no es ya el Presidente de Honduras, pues, ha sido sustituido por un nuevo gobierno que es el legal. Es interesante señalar que hace setenta años, La Vanguardia (llamada entonces La Vanguardia Española), propiedad de la familia Godó (que apoyó el golpe militar del General Franco en 1936 y la enormemente represiva dictadura que estableció), promovió argumentos legitimadores del golpe militar español, utilizando argumentos casi idénticos a los que su corresponsal utiliza ahora para apoyar a los golpistas hondureños. En España, el gobierno del Frente Popular, en 1936, había violado -según los golpistas- la Constitución española. Se sublevaban –según ellos- para defender la legalidad.


Este apoyo al nuevo gobierno golpista hondureño aparece también entre sectores conservadores del Partido Demócrata. La Administració n Obama, sin embargo, considera al Presidente Zelaya como el Presidente legal de Honduras. Este reconocimiento es un paso positivo y marca una distancia con administraciones anteriores.

Ni que decir tiene que adoptar una postura distinta habría significado enfrentarse a la gran mayoría de gobiernos de América Latina, así como a la opinión mundial. Ahora bien, la vía de la mediación, propuesta por la Administració n Obama y por la OEA, y dirigida por el Presidente de Costa Rica, Óscar Arias, ha abierto la posibilidad de que el Presidente Zelaya vuelva a Honduras como Presidente y a la vez se cancele el intento de cambio de la Constitución.

El proceso de mediación, al reconocer a los golpistas, sentándolos en la mesa de mediación al mismo nivel que al gobierno legítimo de Honduras, dio gran poder de veto a los golpistas con lo cual, si se elimina cualquier intento de cambio de la Constitución, se habrá conseguido lo que los golpistas deseaban, es decir que no se cambie la Constitución. De ahí el gran riesgo que supone el proceso de mediación, promovido por la Administració n Obama, y liderado por el Presidente de Costa Rica. Tal proceso puede conseguir lo que los golpistas deseaban. De ser así, el proceso habrá alentado a que se produzcan otros golpes de estado en América Latina, pues mostrará que dar golpes de estado es rentable, al conseguirse a través del golpe lo que no se puede obtener a través de las urnas.


Una última observación. El argumento de evitar que dirigentes políticos de América Latina "se perpetúen en el poder" se utiliza constantemente para intentar parar los intentos de aquellos presidentes latinoamericanos, democráticamente elegidos, de cambiar el sistema electoral permitiéndoles presentarse de nuevo, convirtiendo sus sistemas electorales en sistemas semejantes a los sistemas europeos.

En la mayoría de países europeos no existen límites en el mandato del Presidente. En Cataluña, el Presidente Pujol gobernó durante 23 años y el Presidente Erlander en Suecia, también, 23 años, sin que los sistemas electorales catalán o sueco pudieran considerarse dictatoriales, pues siguieron las reglas del proceso democrático. El hecho de que los candidatos puedan ser elegidos tantas veces como el electorado desee, no convierte el proceso en dictatorial. Que un proceso sea democrático o no depende del proceso electoral en si y sobre todo de la pluralidad de partidos y opiniones existentes en el proceso electoral sin limitaciones en la presentación de alternativas. Y es ahí donde el centro del análisis debiera fijarse y no en que sea o no el mismo candidato el que se presente.

El sistema electoral bipartidista, no proporcional, que existe en muchos países de América Latina, limita enormemente las posibilidades democráticas de aquellos países, lo cual se debe, no al número de veces que los Presidentes pueden presentarse de nuevo a las elecciones, sino a la escasa representatividad proporcional de sus sistemas electorales y limitada posibilidad de participación popular en sus sistema político. Fijarse en lo primero (la posibilidad de repetir mandato), ignorando lo segundo (la escasa diversidad de sensibilidades políticas y limitada participación ciudadana), es el punto flaco de la mayoría de críticas a la mal llamada "perpetuación en el poder", argumentación que se hace en nombre de la defensa del sistema democrático.

[Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Policy Studies and Public Policy. The Johns Hopkins University]


El día de todos de Juan Carlos Mieses


Por Manuel Mora Serrano © mediaIsla\


En el periódico Hoy, sección Areito del 20 de junio, se publica una entrevista de Ruth Herrera a Juan Carlos Mieses a propósito de su novela El día de todos (Alfaguara, abril 2009, Santo Domingo) y en ella se ofrecen una serie de claves a los lectores, desde el titular: "El conflicto dominico-haitiano en una novela".


El autor señala que uno de los motivos que le impulsaron a escribir esta obra fue un sueño: "Una noche soñé con una ola gigantesca que se abatía sobre el Seybo, mi ciudad natal; luego vi que era una ola viviente, hecha de cuerpos de haitianos. Yo ya sabía que la tierra cultivable, el agua y los bosques de Haití se agotaban a un ritmo aterrador y que un movimiento llamado "lavalás" (la palabra denota inundación) había alcanzado el poder.

A partir de esa imagen me surgió la idea de la inmigración masiva, una ola humana que generaría la novela". Sin el conocimiento de este hecho, los lectores estarían un poco perdidos, aunque, quizás lo único evidente y constante en la novela sea, precisamente, este hecho físico. Alguien ha dicho que la fatalidad más grande es la de tener un vecino pobre. Y en este caso, si el vecino es tan pobre por su propia culpa, ya que fue más poderoso que su colindante y el colindante nunca invadió su territorio y estaba en la isla primero, entonces no hay culpabilidad alguna que justifique el odio.

La situación de República Dominicana y Haití se parece a la de México y Estados Unidos, con la diferencia de que este último tiene culpas al invadir y anexarse territorios feraces del vecino. La similitud está en que uno es más rico que el otro y en que hablan lenguas diferentes.


Entre dominicanos y haitianos hay conflictos eternos. Estando como están, en la única isla donde hay dos repúblicas siamesas donde se hablan tres lenguas, dos europeas (español en el Este y francés y creole en el Oeste), y en la que originalmente hubo por acuerdos de potencias europeas repartos y asentamientos de esclavos negros procedentes de África, y donde unos rebeldes, realizaron lo increíble, una revolución radical contra los blancos, mientras los otros se mantuvieron sumisos como siervos de aquellas potencias, débiles sus habitantes por el agostamiento de sus grandes reservas mineras a pesar de sus valles feraces y sus muchas aguas, propiciaron las invasiones durante el siglo XIX que culminaron con la Separación o declaración de Independencia de la parte Este en 1844.


Poco a poco hubo ocupaciones pacíficas de haitianos a todo lo largo de la frontera que sufrió varios cambios y todo hubiera seguido así, si en 1937 al dictador Trujillo no se le ocurriera deshaitinizar la frontera de la manera más cruel, cometiendo uno de los genocidios más terribles, comparable sólo a al de los haitianos sobre los del Este a principios del siglo XIX. Esa enemistad, ese rencor callado, esa realidad física de echar la culpa al genocidio que no puso, no obstante la ferocidad del tirano, un solo pie más allá de su frontera, es el motivo de muchas historias y novelas haitianas, aunque los dominicanos nunca han pensando realmente ocupar el territorio occidental. Siempre han estado a la defensiva.


Ese es el panorama en el cual Juan Carlos Mieses, desde lejos y sin la perspectiva inmediatista, como bien dice Ruth Herrera, después de vivir muchos años fuera del territorio (en Jamaica, México, Brasil, Francia, etc.,) y tratar con haitianos intelectuales, sin tomar aparentemente partido como narrador omnisciente, nos pinta con un procesador de textos sangriento desde las primeras páginas, el drama actual de la isla. Las figuras, aparentemente de ficción, no son tales. El sacerdote católico que deviene en verdadero oficiante del vudú, Jean Pierre, luego Papá Yoyó, es una sombra omnipresente en todo el territorio haitiano, de otro ex-sacerdote que ocupó la presidencia y fundó a lavalás.


En contraste, la abuela (la mujer haitiana mantiene un privilegio, quizás por aquello de "mamá burriquite", pero hay alegría cuando nace una hembra y pena cuando es varón), ella y la nieta Tit'karine, simbolizan la mayor parte de la población, siempre a la espera de un milagro. No estamos, sin embargo, ante una novela sencilla a pesar de su corta extensión (168 pp., en 6 por 9) sino más bien ante una muy compleja. Está dividida en 6 partes, en las cuales se barajan los diversos planos y las acciones de los personajes.

No es una obra lineal (aunque en el fondo toda novela es lineal en la concepción de su autor y para el lector cuando logra desmontar sus argumentos), pero más que eso, siendo los protagonistas los pueblos que conviven en la única isla que en América, como dijimos, comparten dos repúblicas independientes con idiomas distintos, se nos ofrece más como una típica novela de tesis.


En la novela ocurren crímenes terribles y hechos no históricos, pero que pudieron ocurrir, como la toma de la Basílica de Higüey. Es un episodio oscuro, no bien explicado por el autor, pero que da pie a una guerra político-religiosa. A la misma que dio origen a los pueblos y que ahora se los da para la separación. Ellos, animistas; estos, cristianos. La confrontación no se narra, porque aún no ha ocurrido, pero si no hay una nivelación, si la parte del Oeste no consigue superarse por sus medios, algo difícil, ya que han asolado casi todo, no se resignarán a morir de hambre mientras al otro lado haya comida y verdor ¿a costa de qué? De lo que sea. Eso ya no cuenta. Lo que cuenta, son los hechos. Las realidades. El hambre. La necesidad.


Eso es lo que realmente plantea esta novela. Por eso no nos quedan personajes, sino sombras, nombres, rangos, misterios. Todos ellos no son más que parte de un engranaje mayor. Matan, torturan, asesinan a mansalva, sin saber por qué, porque alguien los manda, porque hay un ser o unos Seres superiores que lo ordenan: Los estómagos que rugen. Las rutinas burguesas. La paz aparente. El paisaje apacible. Sin duda alguna es una novela apocalíptica. Amarga. Dolorosa. No está hecha para el deleite. No pretende deleitar, sino hacernos pensar, y eso es algo que logra, porque como dice en la página 26: "En Haití todo podía suceder. Todo sucedía". [Manuel Mora Serrano, escritor dominicano. Autor de las novelas Goeiza y Juego de dominó, entre otros textos]


Gabo


Por José Saramago © Boomeran(g)
Los escritores se dividen (imaginando que aceptaran ser divididos…) en dos grupos: el más reducido, de aquellos que fueron capaces de abrirle a la literatura nuevos caminos, el más numeroso, el de los que van detrás y se sirven de esos caminos para su propio viaje. Es así desde el principio del planeta y la (legítima?) vanidad de los autores nada puede contra las claridades de la evidencia. Gabriel García Márquez usó su ingenio para abrir y consolidar la vía del después mal llamado "realismo mágico" por donde avanzaron más tarde multitudes de seguidores y, como siempre sucede, los detractores de turno.

El primer libro suyo que me llegó a las manos fue Cien años de soledad y el choque que me causó fue tal que tuve que parar de leer al cabo de cincuenta páginas. Necesitaba poner algún orden en mi cabeza, alguna disciplina en el corazón, y, sobre todo, aprender a manejar la brújula con la que tenía la esperanza de orientarme en las veredas del mundo nuevo que se presentaba ante mis ojos. En mi vida de lector han sido poquísimas las ocasiones en que se ha producido una experiencia como ésta. Si la palabra traumatismo pudiese tener un significado positivo, de buen grado la aplicaría al caso. Pero, ya que ha sido escrita, aquí la dejo. Espero que se entienda.


Extrasístoles (y otros accidentes) de Jochy Herrera, el corazón como última referencia


Por Nayla Chehade © mediaIsla


El corazón y su papel histórico y cultural como repositorio de las emociones, como metáfora del espacio físico donde albergamos penas y alegrías y a la vez como órgano esencial de la fisiología humana, impredecible y vulnerable, pero capaz de combatir arduas batallas contra su propio deterioro y contra el daño que le inflingimos, es el tema común que entrelaza los ensayos de la colección Extrasístoles y otros accidentes, (Vocesueltas, 2009) de Jochy Herrera.

Cardiólogo de profesión y poeta y escritor de oficio y vocación, Herrera exhibe una escritura de acabado acento personal que muestra la habilidad de combinar acertadamente el rigor y la exactitud del lenguaje científico con una prosa de carácter reflexivo y a la vez de amplio aliento poético, donde la digresión se alberga de manera eficaz para iluminar y expandir el sentido y dar nueva dimensión a los tópicos tratados.


Dividido en cinco secciones con títulos que son en sí un acierto lírico –Seducir los sentidos, El corazón espejo, Angor pectoris, Corazonadas, Soñar el alma, pensar la muerte- Extrasístoles (y otros accidentes) es un texto ecléctico y estimulante, construido a partir de una visión multidisciplinaria y flexible. Siempre con el corazón como punto de convergencia y una voluntad de provocación intelectual constante, los ensayos agrupados en cada parte son variados y mantienen de modo sostenido el interés de los lectores y consecuentemente, el placer en la lectura.

Entre ellos podemos encontrar desde anécdotas con resonancias que bordean lo jocoso y lo patético, basadas en la experiencia médica personal del autor, hasta comentarios analíticos sobre noticias curiosas y avances científicos que tienen que ver, por ejemplo, con los adelantos en los transplantes de órganos que les permiten a los pacientes vivir temporalmente "sin corazón," o indagaciones sobre los orígenes, el significado e impacto del sueño y de los sueños y su relación con la vigilia.

Igualmente, hallamos divagaciones de índole cultural, filosófica y moral que examinan, entre otros asuntos, los prejuicios con los que se ha abordado médicamente el cuerpo de la mujer y la sexualidad femenina a través del tiempo o la evolución histórica y el papel del beso y del llanto en distintas culturas, así como la desazón y la melancolía que asedian constantemente al individuo en el ámbito posmoderno.


Es innegable que parte del mérito de los ensayos de Extrasístoles (y otros accidentes) radica en el sostenido virtuosismo intelectual y lingüístico de sus páginas que denota la extensa trayectoria de lecturas de Herrera y su sólida formación en el campo de la medicina, la literatura, la historia y la filosofía, como también sus gustos, obsesiones personales y su sensibilidad artística.

Textos de Borges, Descartes, Lyotard, Da Vinci o Cortázar, por ejemplo, entre decenas de otros nombres; antiguos tratados de medicina, ensayos de antropología, letras de canciones, ilustraciones de diversa naturaleza, mitos, obras de arte o poemas, aparecen oportunamente citados o incluidos, tanto en el cuerpo de los ensayos como a manera de epígrafe en otros casos, para expandir y enriquecer las ideas y opiniones del propio autor o de otros. Sin embargo, lo que hace verdaderamente fascinante la lectura de este libro no es su evidente bagaje erudito o las múltiples referencias de toda clase que estimulan la curiosidad de los lectores, sino la capacidad que demuestra el autor para entretejer y conectar fructíferamente nombres, asuntos, hechos o situaciones alrededor de un tema central, en un discurso que prescinde de cualquier forma de autoritarismo intelectual u ostentación y que por el contrario, crea un espacio dialógico donde se plantean muchas de las preocupaciones de carácter existencial y filosófico que han inquietado a la humanidad a través del tiempo.

Mediante un lenguaje que se desdobla fluida y dosificadamente entre la precisión analítica y un registro poético constante, Herrera informa e indaga a la vez, plantea, cuestiona y especula sobre la vida y la muerte, sobre el tiempo, el arte, el deseo, el amor o el dolor, siempre con una conciencia clara del carácter provisional de las afirmaciones o "verdades" de cualquier tipo y con el corazón como última referencia. En este sentido, su colección de ensayos apunta, por un lado, a la urgencia de fomentar y mantener el pensamiento crítico y el continuo formular de preguntas como herramientas efectivas para conjurar el oscurantismo de las sociedades.


Por otra parte, induce a discurrir sobre la importancia de lo que no es el cuerpo, pero forma parte del individuo, aquello que tradicionalmente se ha llamado "espíritu" o alma y que se asocia con los sentimientos y las emociones, así como a evaluar su papel y significado en el mundo contemporáneo y en el desarrollo histórico de las distintas culturas. Escrito bellamente y con honestidad, Extrasístoles (y otros accidentes) es un libro esperanzador y gratificante, que invita a reexaminar la maravillosa mecánica del corazón y sobre todo su poderosa carga alegórica y simbólica y nos hace pensar que en tiempos de inestabilidad, violencia e injusticia social endémicas como los que vivimos, "tener buen corazón" no sólo tiene vigencia todavía, sino que constituye un punto de partida necesario para el cambio eficaz y la resolución pacífica de los conflictos.


En última instancia, a través de sus ensayos Herrera reafirma también el valor transformador de los avances científicos y de la tecnología, pero propone a la vez una ciencia más humana e integral y ratifica, simultáneamente, la fe en la capacidad ilimitada del género humano para combatir airosamente sus propios miedos y debilidades, remediar sus errores y trascender sus limitaciones.

[Nayla Chehade, Associate Professor of Spanish, University of Wisconsin-Whitewate r]


Arlt, el cronista que escupía a los porteros


La nueva compilación de artículos publicados por el argentino entre 1937 y 1942 revela a un autor insuperable a la hora de radiografiar lo que Piglia llama "el clima psíquico de la sociedad".


Por Pedro Pablo Guerrero © El Mercurio


El ensayista argentino Óscar Masotta, que consideraba a Jorge Luis Borges y a Roberto Arlt "los dos grandes escritores que haya producido el país hasta la fecha" (lo que, por cierto, debió escandalizar al primero), cuenta en un artículo de 1962 una anécdota protagonizada por el autor de El juguete rabioso. Real o no, Masotta -psicoanalista brillante- la asume como verosímil.
Arlt está en la calle conversando con unos amigos. De pronto interrumpe la charla, pide que lo excusen y se acerca a un edificio de departamentos. Se detiene frente al portero y, sin motivo aparente, lo escupe a la cara. Masotta interpreta esta conducta en términos de un anarquismo invertido: "Los personajes de Arlt no intentan poner una bomba al mundo de los de arriba, sino erigirse en verdugos de los de abajo".


Tan desconcertantes como los actos de Arlt eran sus gustos. En una de sus leidísimas aguafuertes porteñas, publicadas en el diario El Mundo de 1928 a 1935, incluye entre sus "maestros espirituales" , junto a Dickens, Quevedo y Dostoievski, al novelista Anatole France, olvidado hoy por el canon literario, a pesar del Premio Nobel que obtuvo en 1921.
Minucioso recopilador de sus aguafuertes, Daniel C. Scroggins comprueba que Anatole France es el novelista francés más citado por Arlt. Y precisamente por las razones que irritaban a los detractores de ambos.


"A mí, ni la estética ni el tema me interesan absolutamente nada -escribe el argentino-. Hablo, con la misma simpatía, de un verdulero que de una princesa. Y es que yo creo que si se aprende a mirar y luego se aprende a ver, el verdulero es tan interesante como la princesa. Anatole France nos lo ha enseñado en sus diálogos magníficos de esquiladores de perros y de actrices refinadas".


Esta capacidad de ver lo que hay digno de interés en cualquier persona y suceso, sin importar la jerarquía que les asigne la sociedad, queda confirmada en las dos series de crónicas que Arlt escribió, también para El Mundo: "Tiempos presentes" y "Al margen del cable". Colaboraciones iniciadas en 1937, a las que puso término la muerte del autor, el 26 de julio de 1942, a la edad de 42 años. Rose Corral reunió estos 236 artículos en el volumen El paisaje en las nub es , con un sustancioso prólogo de Ricardo Piglia, quien no pierde la oportunidad de hacer una nueva apología del estilo de Arlt, en lo que ha sido una constante de su obra ensayística.


Piglia define las crónicas de su compatriota en términos de "un registro de la patología y de los cambios en el clima psíquico de la sociedad". Asombra, ciertamente, el talento de Arlt para advertir los signos de los tiempos en la infinidad de cables transmitidos por las agencias de noticias. Con ojo periodístico, y prosa literaria, desenmascara los preparativos de la guerra en el acaparamiento de trigo que hacen las potencias europeas y las declaraciones con las que algunos científicos promueven el aumento en las tasas de natalidad, imprescindible para surtir de carne de cañón a la maquinaria bélica.


Coincidencias significativas descubre en hechos de apariencia tan irrelevante como que Hitler naciera el mismo año, con cuatro días de diferencia, de su imitador Charles Chaplin, quien usaba el mismo bigotillo incluso antes de parodiarlo en "El gran dictador". "Mientras que Carlos llevará la sonrisa a los rostros, Adolfo pondrá sombríos los ceños de los hombres", pero "ambos, a solas, se parecerán en lo misántropos, en lo amargos y en lo solitarios".


A pesar de estas similitudes entre coetáneos, Arlt no cree en la astrología y ataca mordazmente a los autores de horóscopos y la credulidad de sus seguidores. Nada tienen que ver las estrellas con los destinos de la humanidad, que se rigen por motivos harto más terrestres.


De particular interés para nosotros son las seis crónicas dedicadas a Chile, entre diciembre de 1940 y marzo de 1941, con motivo del viaje que realiza a nuestro país. No brilla en éstas la gracia del cronista, pero sí la sagacidad del comentarista político, que ve en el enfrentamiento entre el Frente Popular de Aguirre Cerda y la derecha opositora una coyuntura de alto riesgo para una sociedad en la que señala, con alarma, una inflación creciente, altas tasas de morbilidad infantil, una ineficiente explotación de la tierra y el estancamiento de la producción industrial.


La última crónica de Arlt se titula "El paisaje en las nubes". En ella realiza un perfil del poeta norteamericano George Zabriskie. Ex taxista de orígenes modestos, con un padre severo, como lo fue el del propio Arlt, Zabriskie alcanzó en vida el reconocimiento literario que el argentino encontró, plenamente, sólo después de muerto. Tal vez por ello idealiza su éxito, de forma vicaria, hasta convertirlo en hazaña.

Arlt no escupe a los que se niegan a ser toda la vida porteros o taxistas. Como en un espejo, el autor de Los siete locos ve en la obra de Zabriskie, su doble, "el itinerario fantasmagórico que sigue con su espíritu hambriento de luz el prisionero de la ciudad de cemento gris". (zoiladulceuva]


El ambiente de la dictadura trujillista en tres hechos


Lo que a continuación voy a narrar no son simples anécdotas, esto es, sucesos inéditos, bien casuales o curiosos, sino hechos que dibujan a plenitud el ambiente sicológico que se vivió bajo la dictadura de Trujillo. Era éste como un poder personal avasallante que penetraba en todos los rincones de la vida dominicana, controlando los sentimientos y pensamientos, los planes y horizontes de cada individuo. Cada emoción, cada palabra debía ser sopesada, so pena de sufrir graves consecuencias.


Arranco con el primero, que llamaré "el caso Benigno." En pleno auge de la dictadura trujillista, a mediados de la década de los años cincuenta, un guardia raso – a quien como ya dije, identificaré como Benigno – y que laboraba en la fábrica de armas de San Cristóbal, más conocida en aquellos tiempos como "La Armería," fue llevado ante el tribunal de ese pueblo por una mujer que alegaba muy firmemente que el hijo que había tenido meses atrás tenía como padre a dicho guardia.


Benigno también negaba el hecho muy firmemente, pues estaba en conocimiento de quién era el verdadero progenitor del muchacho: otro guardia de la misma compañía y fábrica. Pero la mujer, al parecer dolida por un antiguo desplante, acusaba a Benigno del hecho, señal de que le seguía gustando su talante y porte.


El asunto es que la mujer, acaso recordando las numerosas misas que se ofrecían a diario "por la preciosa salud del Jefe", como era llamado usualmente Trujillo, le dijo al juez en forma de ultimátum: " Por la salud del Jefe que Benigno es el papá."


Al oír aquello, el juez ni corto ni perezoso, se negó a considerar otras razones y golpeó el timbre que tenía sobre la mesa, sentenciando militarmente: " usted es el padre," cargando sobre Benigno para siempre la responsabilidad del mantenimiento y educación de un hijo que éste sabía a ciencia cierta que no era suyo.


El segundo hecho lo llamaré "el caso Bundo." Bundo era uno de esos sujetos que se creían importantes porque no salían de la fortaleza, del recinto militar. Era uno de esos `colaboradores espontáneos' a los que se les permitía usar ropa de guardia y hasta sus botas.


Bundo hacía de "práctico" cuando los fines de semana la guardia salía por los campos a patrullar, a desarmar y, sobre todo, a pedir los tres golpes: la `palmita' con la que el ciudadano se acreditaba como miembro del Partido Dominicano, partido único, el partido del Jefe; la cédula de identidad personal y el carnet del Servicio Militar Obligatorio. Cualquiera de las tres que faltara, o que estuviese en mal estado o sin sellar, conllevaba la pena de cárcel y quién sabe lo que la falta eventualmente podría desatar después.


También formaba parte de su voluntaria labor el ubicar las flores de los lugares patrullados: las mujeres que por su tierna edad, podían despertar la lujuria de los jefes. Pero lo que más disfrutaba Bundo era cuando algún conocido suyo le decía: "Pero Bundo, tus ojos están muy rojos......"
Entonces nuestro hombre, con un orgullo que le salía por los poros, sonrisa de oreja a oreja, bajando el tono y con voz llena de misterios, ripostaba: " ¡Ahhh.....! Es que anoche estaba en un servicio.... ......"
Lo que podía significar muchísimas cosas, pero con toda seguridad, ninguna buena. Ahora bien, la mayor retribución que Bundo obtenía de su relación con la guardia, era el respeto, más bien, el temor que entre sus conciudadanos suscitaba su presencia.


Así, en una ocasión en la finca de Món Salcedo, un terrateniente muy bien relacionado con Trujillo, ubicada en Magüey, un campito próximo al pueblo de La Vega, el Jefe tenía varios caballos `pura sangre,' de paso fino, para que se los cuidaran. Pero, por razones desconocidas, algunos de ellos enfermaron e incluso uno hasta murió.


Prontamente llegaron a la finca tres doctores especializados en Veterinaria, para tratar a los nobles equinos. Mientras eso hacían, Bundo esperaba en la carretera un transporte para llevar a la fortaleza unos pollos que le habían encargado.


Al mismo tiempo, frente a él, unos peones de la finca de Món llenaban un camión de plátanos para venderlos en la Capital. Uno de ellos dijo molesto al ver a los doctores: "Tanta pendejada por un caballo."


Pero la brisa llevó a los oídos de Bundo el insolente comentario, y éste de inmediato cruzó la carretera. Los peones, temiendo lo peor, no se atrevieron a mover un músculo, como si estuvieran a dos pasos de un animal feroz capaz de devorarlos. Bundo, iracundo, les increpó: " Ojalá cualquiera de ustedes ser la mierda de un caballo de esos."


Con el tercer hecho quiero rendir homenaje al luchador antitrujillista y hombre de avanzadas ideas democráticas, Aridio González, muerto hace poco más de una década. Ya había pasado la invasión de Junio del 59, en la que decenas de jóvenes se inmolaron o fueron encarcelados, sufriendo luego horrendas torturas, pero cuya derrota sirvió de campanazo despertador de conciencias en la sociedad dominicana, especialmente entre la juventud de la época.


Trujillo, en represalia, además, ordenó el encarcelamiento de miles de esos jóvenes de quienes sospechaba su animadversión. Paradójicamente, muchos de ellos eran los hijos de sus propios colaboradores.

En el campo donde vivía Aridio, Las Yerbas, cayeron presos entre otros, Lino Cabrera, Jaime Beato, Antonio Cruz, Luis Marino Rodríguez (a) Cucho, Agapito Cáceres, más conocido como "Chichío".


Este último era para la época muy flaco, por lo que Alicinio Peña Rivera, jefe en el Cibao del temidísimo Servicio de Inteligencia Militar (SIM), cuando se lo mostraron en Santiago, le dió una trompada en la cara que lo sumió en la inconciencia al tiempo que le decía: "Porquería, dizque queriendo tumbar al Jefe."


Un domingo bien temprano, después de misa, llegaron a dicho campo los calieses – es decir, los miembros del SIM – buscando más gente para apresar. Aridio, sabiendo que era uno de los buscados, se escondió en la casa de Angel Cruz. Este le dijo que, por si acaso revisaban la casa, que se subiera al cielo raso. Como la casa estaba techada de zinc, en aquel lugar haría prontamente un calor infernal con el correr de las horas.


Y, ciertamente, llegaron los calieses a la casa. Angel, para guardar las apariencias, se puso más hablador y amistoso que lo que usualmente era, y hasta los invitó a comer y a beberse "un pote de ron." Mientras tanto, arriba, el hombre casi se asaba como un puerco en puyas.


Cuando por fin terminaron de comer y beber, Angel les preguntó, haciéndose el inocentón que, en realidad qué hacían por allí, a lo que los calieses ya metidos en trago respondieron que "andamos buscando a un tal Aridio González que se ha hecho enemigo del Jefe." Angel le respondió que lo conocía, pero que no creía que "ese hombre estuviera en nada." Los calieses se marcharon. Aridio bajó casi muerto, sudado como un potrico que ha corrido varias millas.
Pero a los pocos días los calieses retornaron. Y encontraron a Aridio arando sobre un tractor en la tierra de Manuel de Jesús. De inmediato lo hicieron bajar acusándolo de antitrujillista, y llenándolo de improperios, lo esposaron. Mas, Aridio, con mucha calma les respondió: "muy bien, voy preso, pero por lo menos, déjenme apagar el tractor."


Llevado a la cárcel conocida como "La Cuarenta," fue torturado numerosas veces, aunque logró librarse de la "silla eléctrica" ya que, por esos días, varios presos habían muerto en ella, y Aridio cada vez que los torturadores lo "invitaban" a sentarse allí, les recordaba cordialmente que sufría de un mal congénito del corazón, lo cual era verdad, pues fue la enfermedad que lo llevó a la tumba décadas más tarde.


Lo cierto y verdadero era que a buena parte de esa juventud allí presa, solamente le esperaba la muerte. Por suerte para ellos, y para todo el pueblo dominicano, a los pocos meses Trujillo fue ajusticiado una noche en la autopista que hoy lleva como nombre la fecha del memorable tiranicidio: "30 de Mayo" (de 1961). [José Tobías Beato, escritor dominicana. Reside en Florida]


Ana María Matute: La literatura infantil hoy en día es una pena


A sus 83 años recién cumplidos, la escritora española se muestra decepcionada por la actualidad de los libros para los más chicos y lamenta el mal de las moralejas "políticamente correctas".


Por Carmen Sigüenza © Clarin-EFE


"Lo políticamente correcto lo ha fastidiado todo. No le puedes leer a un niño un clásico, que son fabulosos, porque hoy hay que decirles amén a todo y que al final caperucita se hace amiga del lobo. Y esto no es así, porque en la vida se van a encontrar con unos lobos tremendos. Al niño hay que decirle que hay cosas buenas, malas y tremendas y no darles una idea paradisíaca del mundo", subraya la escritora.


Para Ana María Matute, como para Rilke, la infancia es todo, "y nos marca a todos de una manera tremenda"."Aunque no lo pretendan, los cuentos hoy tienen una moraleja de la peor especie y eso es malo, pero lo primero que tienen que hacer los niños es ver a sus padres leer", añade.


Ana María, que tiene todos los grandes premios de la literatura castellana menos el Cervantes, para el que siempre es una eterna candidata, explicó en una entrevista que comenzará a escribir una nueva novela en septiembre. "Si la salud me lo permite, no me caigo, ni me doy mamporros. La escritura es toda mi vida, y aunque parezca mentira estoy siempre llena de proyectos. Tengo como una fuente que va manando, y a veces como un río, que se me dispara", recalca.


Este año, su última novela, Paraíso inhabitado, que creó gran expectación porque rompía el silencio de la autora tras ocho años, ha tenido un gran éxito.


Y junto a esta novela, los premios, reconocimientos y homenajes a esta escritora, que se sigue sintiendo una niña a la que le queda mucho por descubrir, han tomado fuerza. "A mi no me gustan las modas, ni escribiendo ni leyendo, pero ahora sí que parece que le gusto más a la gente", dice humildemente.


"Pero hubo una época -aclara- en que en este país, donde imperaba el mal llamado realismo social -yo diría el realismo socialista, que luego se ha visto que era igual de mentira que el franquismo-, en la que yo pasaba por una inglesa que escribía de otra manera. De todas maneras, yo creo que siempre hay que huir de los ismos y de las modas", añade.


La autora de Aranmanoth es muy optimista con las jóvenes. "Me encantan las jóvenes de hoy, no como las de mi generación, que eran todas una memas. Las universidades están llenas de mujeres, a mi no me dejaron estudiar una carrera -se lamenta-. Hoy las jóvenes tienen un grado de emancipación e independencia maravilloso" , sostiene.


Lectora empedernida, "compulsiva" , como le gusta decir a ella, Matute está al tanto de todo lo que se hace y se escribe. Y confiesa que le gustan mucho Vila Matas y Sergi Pamies, y que aprecia mucho a otros autores, pero que no le vienen ahora a la cabeza. Además, es una rendida admiradora de la novela negra.


"Me encanta la novela policiaca, me gustan mucho los nórdicos, pero todavía no he leído a Larsson, porque tengo muchos libros atrasados, pero he leído uno de Grisham, El cliente, que me ha entusiasmado" , reconoce con puro entusiasmo la escritora.


Y es que algunos de los aspectos que toca la novela negra, como la violencia y la lucha contra la injusticia, son los que la llevan a maltraer a la autora."Detesto la violencia en el ser humano, y ésa es la misma en todas las partes y desde todos los tiempos. He viajado por todo el mundo y he constatado que la violencia y la injusticia no cambian. Cambian las costumbres externas, pero el ser humano, el machismo y todo eso existe en todo el mundo, civilizado y no civilizado", concluye. [giecoleon]


Tahmima Anam: El libro refleja mi compromiso político


Días de amor y guerra, primera parte de una trilogía, narra cómo la guerra de la independencia de Bangladesh y de Pakistán cambia la vida de una familia y el destino de un país. La novela ha obtenido el Premio de la Commonwealth. El inglés crece en sus márgenes. Tahmima Anam y Anuradha Roy, dos escritoras de Bangladesh e India, muestran la potencia que las voces de las antiguas colonias dan a la literatura en inglés. Sus historias familiares rastrean el destino de sus países y culturas.


Por PATRICIA TUBELLA © BABELIA


Bangladesh, el hermoso y castigado país de Bengala, encarna para Tahmima Anam una épica que tuvo como protagonista a la generación de sus padres. Ella nació tan sólo cuatro años después de la independencia (1971) y su niñez estuvo marcada por los relatos familiares sobre aquellos acontecimientos que condujeron a un nuevo desgarro del subcontinente indio. Acabó moldeando esas historias de combate político, de los dramas personales que acarrearon nueve meses de guerra, en una crónica novelada sobre la sublevación del pueblo bengalí frente al poder de Pakistán. Días de amor y de guerra (RBA) es el estreno literario que ha brindado una notable acogida y el Premio Commonwealth a la nueva autora asiática.


"Por supuesto que el libro es un reflejo de mi compromiso político, pero ante todo quería escribir una buena historia", explica Anam sobre su desembarco en la ficción, un género que eligió "porque realmente transportar al lector a otro tiempo y lugar, le da la sensación de vivir los hechos históricos a través de mis personajes". Rehana, su heroína, es una viuda de Dhaka abocada a la propia supervivencia en unos tiempos de agitación política.

El Pakistán que emergiera de la partición de la India (1947) es un Estado a su vez desgajado en dos territorios, el occidental y el oriental, dos realidades sociales con distintas lenguas que se tornarán en escenario de un sangriento pulso. Los bengalíes del Este se rebelan contra el Gobierno que los coloniza desde el otro extremo del país, les desangra económicamente e intenta imponerles un idioma ajeno, el urdu. La protagonista vive de espaldas a esa lucha, pero la implicación de sus hijos con la insurgencia y el afán por protegerlos acabará convirtiéndola en cómplice y, finalmente, en todo un símbolo. La metamorfosis de Rehana, política y personal, se erige en metáfora de la conciencia de una nación.


Las artes publicitarias se han apresurado en catalogar a Tahmima Anam como "la nueva Monica Ali", otra escritora de Bangladesh cuya obra primeriza Siete mares, siete ríos entrañó un celebrado bautizo literario. "De no haber sido por el éxito de ese libro hubiera tenido más problemas para publicar el mío", admite agradecida por los réditos de la comparación, aunque al tiempo se le note incómoda con la etiqueta: ambas comparten orígenes, escriben en inglés y tienen su residencia en Londres, pero sus trabajos se nutren de dos realidades diferentes. "Ali retrata la vida del inmigrante en la sociedad multicultural británica, y sus personajes proceden del medio rural bangladesí, mientras que mi experiencia es la de las clases medias urbanas. Mis padres vivieron en muchos lugares, pero nunca renunciaron a regresar a Bangladesh".


Más que una inmigrante, Tahmima Anam es una expat (expatriada) , la hija de una familia de intelectuales y políticos que vivió una infancia itinerante entre París, Nueva York y Bangkok (su padre trabajaba para la Unesco), y cursó sus estudios universitarios en Harvard. Desde hace cuatro años, permanece instalada en la capital británica, donde inició su singladura como escritora. Su primera novela nos retrotrae a las raíces acomodadas de sus mayores en el entonces Pakistán oriental. Hasta que el estallido de la guerra, en marzo de 1971, trastoca para siempre el estado de las cosas.

A diferencia de otras sagas familiares prolíficas en personajes, Días de amor y de guerra circunscribe la trama a la relación de Rehana con sus hijos, relegando al resto del elenco a someros apuntes que alimentan la acción. Anam inspiró a la protagonista en la figura de su abuela, también viuda prematura, que escondía en su casa a los miembros de la resistencia bengalí en Dhaka y enterraba sus armas bajo las plantas del jardín. Una escena clave del libro, la irrupción del ejército paquistaní en la residencia de Rehana para forzarle a delatar a los guerrilleros, recrea uno de los episodios más críticos en la vida de esa abuela que todavía hoy vive en la capital bangladesí.


Nacida de esa tradición oral, Días de amor... es una novela histórica que tiene sus mejores fragmentos cuando Rehana asume el relato en primera persona, desgranando la narración ante la tumba de su marido ("querido esposo, hoy he perdido a nuestros hijos..."). Con el estilo luminoso y poético de esos capítulos la autora ha querido evocar la extraordinaria musicalidad del bengalí -su lengua materna-, un efecto que consigue aunque su arma literaria sea en realidad el inglés. Anam apenas ha pasado cinco de sus 34 años en Bangladesh, pero sigue siendo su referencia identitaria: "Puedes sentirte muy próxima a tus raíces aunque escribas en un idioma que no es el tuyo y vivas en otro lugar.

No tengo por qué elegir", explica con marcado acento norteamericano, y subrayando que el único pasaporte que posee es el de su tierra natal.


Allí regresó puntualmente para completar una tesis sobre antropología social, pero acabó convencida de que los testimonios recabados entre "gente común con historias extraordinarias" , unidos a los de su propia familia, conformaban un buen material literario. El título original de su primer libro, The Golden Age (la edad de oro), alude a "unos tiempos trágicos, aunque también cargados de esperanza, del sueño de la libertad y de fundar una nueva nación.

La gente que vivió esa época me hablaba de ella incluso con nostalgia". Ya prepara la segunda parte de lo que concibió como una trilogía sobre Bangladesh ("se centrará en los años de la posguerra, en cómo sobrevivía la gente") y pretende cerrar ese ciclo con un libro sobre los efectos del cambio climático en un paisaje tantas veces azotado por la naturaleza.


Pobreza, desastres naturales y tensiones políticas conforman el retrato que los medios suelen brindarnos del Bangladesh moderno. Anam contrapone a esa visión -que considera cierta como unidimensional- el éxito de las recientes elecciones democráticas y pacíficas, unas organizaciones sociales convertidas en referente de los países más pobres y la tremenda capacidad del pueblo bangladesí para "buscar soluciones en situaciones extremas". Ese mensaje esperanzador tiñe también su mundo de ficción en Días de amor y de guerra, el sueño de los padres que convirtió en propio y acabó idealizando con un canto a "mi bello y magullado país". [fontanamoncada]


Leszek Kolakowski:

sabio y bufón Considerado el mayor filósofo polaco de la segunda mitad del siglo XX, fue un marxista que se convirtió en un duro crítico del marxismo. Tempranamente alabó la figura del bufón, quien duda y se ríe de lo incontestable.

Por Patricio Tapia © El mercurio


Pensemos en un hombre que ansía convertirse en una celebridad, en ser el mejor en algo. Tiene la convicción de que debe elegir una labor o destreza para distinguirse en ella, pero tras probar en distintas actividades (cada cual más extraña y disparatada) , decide convertirse en el mejor en ser el menos célebre. Y así desaparece.


El argumento de uno de los relatos de Leszek Kolakowski difícilmente podría aplicársele a él mismo. Si bien a la hora de elegir dedicaciones optó por variadas disciplinas, desde la filosofía, la crítica literaria y la historia de las ideas hasta la teología, el análisis político y la literatura, en todas ellas logró cierto renombre (con la fama relativa y minoritaria que suelen tener los intelectuales) .

Por otra parte, su desaparición no guarda relación con el deseo de no figurar, sino con ese golpe inevitable, la muerte, que a sus casi 82 años era previsible. Sin embargo, al momento de escribir ese breve relato, que integra su libro "Las fábulas del reino de Lelonia" (1963), quizá Kolakowski efectivamente pensaba en desaparecer.


En Polonia


Nacido en Radom, en 1927, aún no tenía doce años cuando le tocó vivir la ocupación nazi de su país. Luego se hizo comunista y estudioso del marxismo, llegando a desarrollar una brillante carrera académica en las universidades de Lodz y Varsovia. Hacia 1950, una visita a Moscú como parte de un programa para jóvenes intelectuales marxistas le permitió ver la contradicción entre la retórica y la realidad.


A su regreso comenzó a escribir textos mordaces y a veces satíricos contra la institucionalidad existente, conviertiéndose en uno de los ideólogos de la generación joven y el principal pensador detrás del "octubre polaco" de 1956 y la llegada de Gomulka al poder -líder de la facción reformista del Partido y que implicó una liberalizació n temporal del régimen-.

Kolakowski era entonces una de las principales figuras de la democratizació n, abogando por un socialismo humanista. Siguió escribiendo textos progresivamente críticos con los dogmatismos. En su famoso ensayo de 1959 "El sacerdote y el bufón" (recogido en "El hombre sin alternativa" ) confrontaba la figura del sacerdote como guardián de los dogmas, con la perspectiva escéptica que simbolizaba en el bufón.

La publicación le dio fama de revisionista. Su carrera continuó, pero a raíz de un discurso en 1966 fue expulsado del partido. En 1968 lo fue de la universidad. Abandonó Polonia ese mismo año, junto a su esposa Tamara y su hija. Por los próximos 20 años su nombre estuvo prohibido allí, pero sus escritos siguieron circulando subrepticiamente.

Muchos creen que inspiró directamente las corrientes disidentes que condujeron a "Solidaridad" (el sindicato clandestino que se transformó en un movimiento social) y el colapso del comunismo. En los años 80, Kolakowski apoyó a "Solidaridad" , incluso recaudando fondos, y cuando, en 1988, pudo entrar con pasaporte británico a su país, se reunió con Walesa. Tras la caída del muro, hacia 1990, el periódico de "Solidaridad" lo propuso para presidente.


En Inglaterra


Al dejar su país natal, Kolakowski enseñó en universidades de Canadá y Estados Unidos. En 1970 se integra al All Souls College de la universidad de Oxford, en Inglaterra. Permanecería allí (con algunas visitas a Estados Unidos) hasta su muerte. Nunca se sintió británico: en más de una ocasión afirmó su carácter "insular" ("Inglaterra es una isla. Oxford es una isla en Inglaterra. All Souls es una isla en Oxford.

Y yo soy una isla en All Souls"), pero allí escribe la obra que le ha dado mayor reconocimiento: las más de mil páginas de "Las principales corrientes del marxismo", en tres volúmenes, donde, con gran erudición y sofisticación analítica, entrega una amplia mirada al movimiento desde sus orígenes hasta el maoísmo, destacando tanto sus logros (unir la ilusión romántica con el determinismo histórico) como que el comunismo no implicaba una aberración del marxismo, sino su culminación.


Dueño de un estilo mordaz y desilusionado, miraba con sospecha todas las visiones utópicas de la sociedad. Amigo de la ironía y la paradoja -defendió que se puede ser "conservador- liberal-socialis ta"-, también fue un polemista notable. Así, por ejemplo, a mediados de los años 70 mantuvo un intercambio con el historiador marxista inglés E. P. Thompson, quien le reprochaba haber abjurado del comunismo revisionista. Su apabullante réplica está recogida en su libro "Por qué tengo razón en todo" (2004). Al reseñar este libro y una reedición de "Las principales corrientes del marxismo", Tony Judt (en "Sobre el olvidado siglo XX") señala que esta respuesta puede ser "la demolición intelectual más perfectamente ejecutada de la historia del argumento político".


El estudio del marxismo ocupó sólo una parte de la obra de Kolakowski. Abordó cuestiones políticas, éticas, metafísicas y particularmente religiosas. Ya antes de dejar Polonia escribió "Cristianos sin iglesia" (1965), su importante libro sobre la conciencia religiosa en el siglo XVII, fundamentalmente en los Países Bajos, dando cuenta de profetas cismáticos, sectas y místicos (como Angelus Silesius). Treinta años después escribiría uno de sus libros más hermosos, "Dios no nos debe nada" (1995), sobre el jansenismo y la religión triste de Pascal. Todo indica que siempre lo cautivó la oposición a las ortodoxias.


Leszek Kolakowski nació el 23 de octubre de 1927 y murió el 17 de julio de 2009. Lo sobreviven su esposa, Tamara, y su hija, Agnieszka.


En castellano


Casi toda su obra está disponible. Sus tempranos libros de relatos -"Trece cuentos del reino de Lailonia para pequeños y mayores" (KRK, 2008) y "La clave celeste" (Melusina, 2006), publicados conjuntamente como "Las claves del cielo" (Monte Ávila, 1969) y "Conversaciones con el diablo" (Monte Ávila, 1977)- hasta "Las principales corrientes del marxismo" (Alianza, 1980-83). Además, entre otros: "El hombre sin alternativa" (Alianza, 1970), "Cristianos sin iglesia" (Taurus, 1982), "Si Dios no existe" (Tecnos, 1988), "La modernidad siempre a prueba (Vuelta, 1990), "La presencia del mito" (Tecnos, 1990), "Horror metaphysicus" (Tecnos,1990) , "Dios no nos debe nada" (Herder, 1996), "Por qué tengo razón en todo" (Melusina, 2007). [zoiladulceuva]


"No beses, no des la mano, di hola"


Éste es el lema "en prevención de la gripe A" que cuelga de la fachada del Colegio Oficial de Médicos de Madrid


© El País-EFE


El Colegio Oficial de Médicos de Madrid ha decidido colgar de la fachada de su sede un contundente cartel para recordar a la población que el mejor método para evitar el contagio del nuevo virus es no tocar a los demás. El lema es claro, conciso y directo: No beses, no des la mano, di hola. "Lo mejor que tienen en este momento las personas para no contagiarse o propagar el virus es la prevención", ha afirmado la presidenta de esta institución, Juliana Fariña, que es también catedrática y jefa del servicio de Anatomía Patológica del hospital Clínico Universitario San Carlos.


Fariña ha comentado que deberíamos fijarnos en el saludo japonés, que se hace inclinando la cabeza, ya que los españoles, "afortunada o desafortunadamente" , somos muy propensos "a tocarnos y besarnos, incluso con las personas apenas conocidas, y a acudir a aglomeraciones" . La frase No beses, no des la mano, di hola decidió escribirla en color verde "como símbolo de esperanza" y podrá verse "el tiempo que haga falta" sobre la pancarta de cerca de 30 metros que cuelga del edificio de este colegio en la céntrica madrileña calle de Santa Isabel, junto a Atocha.
"Son pestes del siglo XXI".


La idea de la frase la había comentado hace tiempo con la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, y con algún representante sanitario de la Comunidad de Madrid. Para Fariña, lavarse continuamente las manos, que es una de las principales medidas higiénicas contra la gripe A recomendadas desde las autoridades sanitarias, es "más difícil de cumplir" que saludarse simplemente diciendo hola. La presidenta del Colegio Oficial de Médicos de Madrid ha explicado que se ha documentado sobre infecciones respiratorias contagiosas que se dan en verano, pero que no ha encontrado nada parecido a la actual gripe A.


"De vez en cuando la naturaleza nos asalta con un nuevo mecanismo, que es lo que nos pasó con el sida", ha subrayado. "Son pestes del siglo XXI, aunque totalmente diferentes a otras como la peste negra que asoló Europa en la Edad Media", ha especificado.


Fariña ha recordado que los Colegios Oficiales fueron creados para ayudar a la población -el primero fue el de los abogados- y, en su caso, "vigilar que los médicos sean garantes de que la profesión va a ser la más adecuada a la sociedad" y "ayudarles para que puedan cumplir dicho objetivo". Aunque no sabe si su eslogan será seguido en otros colegios oficiales de médicos, Juliana Fariña espera que sirva para que la población adquiera "un hábito esencial" para no contagiarse del nuevo virus. ¿Podrán los españoles convertirse en nórdicos? [librik]


Puertas y ventanas


Anthony Ocaña en Bellas Artes, RD
Esta noche a las 8 de la noche en la Sala Máximo Avilés Blonda del Palacio de Bellas Artes de Santo Domingo, Anthony Ocaña estará presentado su Concierto Solo. El jueves 13 de agosto a las 7:00 PM, estará en el Auditorio del Centro León. Av. 27 de Febrero No. 146, Villa Progreso, Santiago. Entrada gratuita. www.anthonyocana. com y www.myspace. com/anthonyocana


Circulará nueva novela de Marcio Veloz Maggiolo
Memoria Tremens, publicada por Alfaguara, será presentada el 13 de agosto en Quinta Dominica, Santo Domingo, RD


Una rosa para Emilia de William Faulkner
Incluimos el cuento clásico de la semana, seleccionado por Luis López Nieves: Una rosa para Emilia, por el autor estadounidense William Faulkner [1896-1962]. Pulse sobre el título para leer el cuento en Ciudad Seva.


Casa tomada
La Casa de las Américas realizará, entre el 14 y el 18 de diciembre de 2009, Casa Tomada, II Encuentro de Jóvenes Artistas y Escritores de América Latina y el Caribe. El encuentro propone la discusión de los siguientes ejes temáticos:
Desplazamientos: migraciones, resistencia cultural, sentido de pertenencia, asimilación, transculturació n y (des)territorializa ción. Poéticas: nuevos lenguajes/nuevos temas, estética y creación, perspectivas. Espacios: participación y legitimación, oportunidades del arte/creación joven, medios masivos de comunicación/ medios alternativos, marginalidades.

Re-conocimientos : identidad, referentes culturales, nuevos movimientos sociales, responsabilidad del intelectual. Para mayor información diríjase a: Casa de las Américas. 3ª y G, El Vedado, La Habana, 10 400, Cuba. Telf. (537) 838-2715, 838-2706/09. Télex 511019 CAMER CU. Fax: (537) 834-4554. casatomada@casa. cult.cu eventos@casa. cult.cu


Lo que son las cosas de Rubén Eduardo Gómez


Vela al Viento Ediciones Patagónicas presenta Lo que son las cosas de Rubén Eduardo Gómez. Jueves 20 de agosto -19:30 horas en Casa de la Cultura. Hablará de la obra Víctor Redondo.


Imágenes del mundo


mediaIsla más que un grupo o comunidad cerrada, constituye hoy por hoy una modesta sala de lectura donde convergen una serie de personas interesadas en la construcción de un puente de doble vía, a través de la reflexión y el ameno intercambio de información interesante.