domingo, 27 de diciembre de 2009

RESUMEN CULTURAL SOBRE CIENCIA, POLITICA, ECONOMIA, HISTORIA, ARTE, LITERATURA, UNA RESENA DE MEDIA ISLA PUBLICACIONES

Parasitismo capitalista | Rodríguez Soriano en Tertucuento | La fracasomanía de AL | El auriga de El mal del tiempo | Un tigre llamado Juan Bosch | El Caribe de Eugenio García Cuevas | El último mohicano | Puertas y ventanas: Disponible ya Rumor de pez | udio de Simpio Juan Bosch, disponible | Mi barrio en letras | Orage de Cristina Castello | Un árbol de Noel y una boda de Fiodor Dostoyevski | La Universidad en discusión | Imágenes del mundo

Del capitalismo como "sistema parásito"

"Todavía no empezamos a pensar con seriedad en la sustentabilidad de nuestra sociedad impulsada a crédito y consumo", afirma el sociólogo polaco. Para el autor de Modernidad líquida gobiernos e instituciones han aprendido muy poco de la crisis económica reciente: la respuesta a la quiebra fue endeudarse aun más.

Por Zygmunt Bauman | © Revista Ñ

Ya circula

Rumor de pez

Adquiéralo en

mediaIsla

Tal como el reciente "tsunami financiero" demostró a millones de personas que creían en los mercados capitalistas y en la banca capitalista como métodos evidentes para la resolución exitosa de problemas, el capitalismo se especializa en la creación de problemas, no en su resolución.

Al igual que los sistemas de los números naturales del famoso teorema de Kurt Gödel, el capitalismo no puede ser al mismo tiempo coherente y completo. Si es coherente con sus propios principios, surgen problemas que no puede abordar; y si trata de resolverlos, no puede hacerlo sin caer en la falta de coherencia con sus propias premisas. Mucho antes de que Gödel escribiera su teorema, Rosa Luxemburgo publicó su estudio sobre la "acumulación capitalista" en el que sugería que el capitalismo no puede sobrevivir sin economías "no capitalistas" ; puede proceder según sus principios siempre cuando haya "territorios vírgenes" abiertos a la expansión y la explotación, si bien cuando los conquista con fines de explotación, el capitalismo los priva de su virginidad precapitalista y de esa forma agota las reservas que lo nutren. En buena medida es como una serpiente que se devora la cola: en un primer momento la comida abunda, pero pronto se hace cada vez más difícil de tragar, y poco después no queda nada que comer ni tampoco quien lo coma...

El capitalismo es en esencia un sistema parásito. Como todos los parásitos, puede prosperar un tiempo una vez que encuentra el organismo aún no explotado del que pueda alimentarse, pero no puede hacerlo sin dañar al anfitrión ni sin destruir tarde o temprano las condiciones de su prosperidad o hasta de su propia supervivencia.

Rosa Luxemburgo, que escribió en una era de imperialismo rampante y conquista territorial, no pudo prever que las tierras premodernas de continentes exóticos no eran los únicos posibles "anfitriones" de los que el capitalismo podía alimentarse para prolongar su vida e iniciar sucesivos ciclos de prosperidad. El capitalismo reveló desde entonces su asombroso ingenio para buscar y encontrar nuevas especies de anfitriones cada vez que la especie explotada con anterioridad se debilitaba. Una vez que anexó todas las tierras vírgenes "precapitalistas" , el capitalismo inventó la "virginidad secundaria". Millones de hombres y mujeres que se dedicaban a ahorrar en lugar de a vivir del crédito fueron transformados con astucia en uno de esos territorios vírgenes aún no explotados.

La introducción de las tarjetas de crédito fue el indicio de lo que se avecinaba. Las tarjetas de crédito habían hecho irrupción en el mercado con una consigna elocuente y seductora: "elimine la espera para concretar el deseo". ¿Se desea algo pero no se ahorró lo suficiente para pagarlo? Bueno, en los viejos tiempos, que por fortuna ya quedaron atrás, había que postergar las satisfacciones (esa postergación, según Max Weber, uno de los padres de la sociología moderna, era el principio que hizo posible el advenimiento del capitalismo moderno): ajustarse el cinturón, negarse otros placeres, gastar de manera prudente y frugal y ahorrar el dinero que se podía apartar con la esperanza de que con el debido cuidado y paciencia se reuniría lo suficiente para concretar los sueños.

Gracias a Dios y a la benevolencia de los bancos, ya no es así. Con una tarjeta de crédito, ese orden se puede invertir: ¡disfrute ahora, pague después! La tarjeta de crédito nos da la libertad de manejar las propias satisfacciones, de obtener las cosas cuando las queremos, no cuando las ganamos y podemos pagarlas.

A los efectos de evitar reducir el efecto de las tarjetas de crédito y del crédito fácil a sólo una ganancia extraordinaria para quienes prestan, la deuda tenía que (¡y lo hizo con gran rapidez!) transformarse en un activo permanente de generación de ganancia. ¿No puede pagar su deuda? No se preocupe: a diferencia de los viejos prestamistas siniestros, ansiosos de recuperar lo que habían prestado en el plazo fijado de antemano, nosotros, los modernos prestamistas amistosos, no pedimos el reembolso de nuestro dinero sino que le ofrecemos darle aun más crédito para devolver la deuda anterior y quedarse con algún dinero adicional (vale decir, deuda) para pagar nuevos placeres. Somos los bancos a los que les gusta decir "sí". Los bancos amistosos. Los bancos sonrientes, como afirmaba uno de los comerciales más ingeniosos.

La trampa del crédito

Lo que ninguno de los comerciales declaraba abiertamente era que en realidad los bancos no querían que sus deudores reembolsaran los préstamos. Si los deudores devolvieran con puntualidad lo prestado, ya no estarían endeudados. Es su deuda (el interés mensual que se paga sobre la misma) lo que los prestamistas modernos amistosos (y de una notable sagacidad) decidieron y lograron reformular como la fuente principal de su ganancia ininterrumpida. Los clientes que devuelven con rapidez el dinero que pidieron son la pesadilla de los prestamistas. La gente que se niega a gastar dinero que no ganó y se abstiene de pedirlo prestado no resulta útil a los prestamistas, así como tampoco las personas que (motivadas por la prudencia o por un sentido anticuado del honor) se apresuran a pagar sus deudas a tiempo. Para beneficio suyo y de sus accionistas, los bancos y proveedores de tarjetas de crédito dependen ahora de un "servicio" ininterrumpido de deudas y no del rápido reembolso de las mismas. Por lo que a ellos concierne, un "deudor ideal" es el que nunca reembolsa el crédito por completo. Se pagan multas si se quiere reembolsar la totalidad de un crédito hipotecario antes del plazo acordado... Hasta la reciente "crisis del crédito", los bancos y emisores de tarjetas de crédito se mostraban más que dispuestos a ofrecer nuevos préstamos a deudores insolventes para cubrir los intereses impagos de créditos anteriores. Una de las principales compañías de tarjetas de crédito de Gran Bretaña se negó hace poco a renovar las tarjetas de los clientes que pagaban la totalidad de su deuda cada mes y, por lo tanto, no incurrían en interés punitorio alguno.

Para resumir, la "crisis del crédito" no fue resultado del fracaso de los bancos. Al contrario, fue un resultado por completo esperable, si bien inesperado, el fruto de su notable éxito: éxito en lo relativo a transformar a la enorme mayoría de los hombres y mujeres, viejos y jóvenes, en un ejército de deudores. Obtuvieron lo que querían conseguir: un ejército de deudores eternos, la autoperpetuació n de la situación de "endeudamiento" , mientras que se buscan más deudas como la única instancia realista de ahorro a partir de las deudas en que ya se incurrió.

Ingresar a esa situación se hizo más fácil que nunca en la historia de la humanidad, mientras que salir de la misma nunca fue tan difícil. Ya se tentó, sedujo y endeudó a todos aquellos a los que podía convertirse en deudores, así como a millones de otros a los que no se podía ni debía incitar a pedir prestado.

Como en todas las mutaciones anteriores del capitalismo, también esta vez el Estado asistió al establecimiento de nuevos terrenos fértiles para la explotación capitalista: fue a iniciativa del presidente Clinton que se introdujeron en los Estados Unidos las hipotecas subprime auspiciadas por el gobierno para ofrecer crédito para la compra de casas a personas que no tenían medios para reembolsar esos préstamos, y para transformar así en deudores a sectores de la población que hasta el momento habían sido inaccesibles a la explotación mediante el crédito...

Sin embargo, así como la desaparición de la gente descalza significa problemas para la industria del calzado, la desaparición de la gente no endeudada anuncia un desastre para el sector del crédito. La famosa predicción de Rosa Luxemburgo se cumplió una vez más: otra vez el capitalismo estuvo peligrosamente cerca del suicido al conseguir agotar la reserva de nuevos territorios vírgenes para la explotación.. .

Hasta ahora, la reacción a la "crisis del crédito", por más impresionante y hasta revolucionaria que pueda parecer una vez procesada en los titulares de los medios y las declaraciones de los políticos, fue "más de lo mismo", con la vana esperanza de que las posibilidades vigorizadoras de ganancia y consumo de esa etapa aún no se hayan agotado por completo: un intento de recapitalizar a los prestadores de dinero y de hacer que sus deudores vuelvan a ser dignos de crédito, de modo tal que el negocio de prestar y tomar prestado, de endeudarse y permanecer así, pueda retornar a lo "habitual".

El Estado benefactor para los ricos (que, a diferencia de su homónimo para los pobres, nunca vio cuestionada su racionalidad, y mucho menos interrumpidas sus operaciones) volvió a los salones de exposición tras abandonar las dependencias de servicio a las que se había relegado sus oficinas de forma temporaria para evitar comparaciones envidiosas.

Lo que los bancos no podían obtener —por medio de sus habituales tácticas de tentación y seducción—, lo hizo el Estado mediante la aplicación de su capacidad coercitiva, al obligar a la población a incurrir de forma colectiva en deudas de proporciones que no tenían precedentes: gravando/hipotecand o el nivel de vida de generaciones que aún no habían nacido...

Los músculos del Estado, que hacía mucho tiempo que no se usaban con esos fines, volvieron a flexionarse en público, esta vez en aras de la continuación del juego cuyos participantes hacen que esa flexión se considere indignante, pero inevitable; un juego que, curiosamente, no puede soportar que el Estado ejercite sus músculos pero no puede sobrevivir sin ello.

Ahora, centenares de años después de que Rosa Luxemburgo diera a conocer su

pensamiento, sabemos que la fuerza del capitalismo reside en su asombroso ingenio para buscar y encontrar nuevas especies de anfitriones cada vez que la especie que se explotó antes se debilita demasiado o muere, así como en la expedición y la velocidad virulentas con que se adapta a las idiosincrasias de sus nuevas pasturas. En el número de noviembre de 2008 de The New York Review of Books (en el artículo "La crisis y qué hacer al respecto"), el inteligente analista y maestro del arte del marketing George Soros presentó el itinerario de las empresas capitalistas como una sucesión de "burbujas" de dimensiones que excedían en mucho su capacidad y explotaban con rapidez una vez que se alcanzaba el límite de su resistencia.

La "crisis del crédito" no marca el fin del capitalismo; sólo el agotamiento de una de sus sucesivas pasturas... La búsqueda de un nuevo prado comenzará pronto, tal como en el pasado, alentada por el Estado capitalista mediante la movilización compulsiva de recursos públicos (por medio de impuestos en lugar de a través de una seducción de mercado que se encuentra temporariamente fuera de operaciones) . Se buscarán nuevas "tierras vírgenes" y se intentará por derecha o por izquierda abrirlas a la explotación hasta que sus posibilidades de aumentar las ganancias de accionistas y las bonificaciones de los directores quede a su vez agotada.

Como siempre (como también aprendimos en el siglo XX a partir de una larga serie de descubrimientos matemáticos desde Henri Poincaré hasta Edward Lorenz) un mínimo paso al costado puede llevar a un precipicio y terminar en una catástrofe. Hasta los más pequeños avances pueden desencadenar inundaciones y terminar en diluvio...

Los anuncios de otro "descubrimiento" de una isla desconocida atraen multitudes de aventureros que exceden en mucho las dimensiones del territorio virgen, multitudes que en un abrir y cerrar de ojos tendrían que volver corriendo a sus embarcaciones para huir del inminente desastre, esperando contra toda esperanza que las embarcaciones sigan ahí, intactas, protegidas.. .

La gran pregunta es en qué momento la lista de tierras disponibles para una "virginizació n secundaria" se agotará, y las exploraciones, por más frenéticas e ingeniosas que sean, dejarán de generar respiros temporarios. Los mercados, que están dominados por la "mentalidad cazadora" líquida moderna que reemplazó a la actitud de guardabosques premoderna y a la clásica postura moderna de jardinero, seguramente no se van a molestar en plantear esa pregunta, dado que viven de una alegre escapada de caza a otra como otra oportunidad de posponer, no importa qué tan brevemente ni a qué precio, el momento en que se detecte la verdad.

Todavía no empezamos a pensar con seriedad en la sustentabilidad de nuestra sociedad impulsada a crédito y consumo. "El regreso a la normalidad" pronostica un regreso a vías malas y siempre peligrosas. La intención de hacerlo es alarmante: indica que ni la gente que dirige las instituciones financieras, ni nuestros gobiernos, llegaron al fondo del problema con sus diagnósticos, y mucho menos con sus actos.

Parafraseando a Héctor Sants, el director de la Autoridad de Servicios Financieros, que hace poco confesó la existencia de "modelos empresarios mal equipados para sobrevivir al estrés (...), algo que lamentamos", Simon Jenkins, un analista de The Guardian de extraordinaria agudeza, observó que "fue como si un piloto protestara porque su avión vuela bien a excepción de los motores".

Bauman Básico | Znan (Polonia), 1925, Sociólogo.

Formado en la Universidad de Varsovia, donde enseñó hasta que las purgas antisemitas del gobierno comunista lo obligaron a exiliarse, Bauman desarrolló en Israel, EE.UU. e Inglaterra (donde es profesor emérito) sus estudios sobre la relación estrecha entre holocausto y modernidad. Desde los años 90 trabaja la contraposició n entre una pasada Modernidad sólida y la actual, como una Modernidad "líquida", caracterizada por la incapacidad de individuos e instituciones de solidificar sus lazos. Entre sus libros se destacan Modernidad líquida y El arte de la vida. [giecoleon]

De vez en cuando

Falsa justificación de mi manía de llegar tarde a la fiesta

[René Rodríguez Soriano fue invitado a Tertucuento, un espacio para disfrutar y comentar cuentos. El relato que llevó fue Su nombre Julia. Y la experiencia fue extraordinaria. RRS afirma que nunca había sido sometido a un cuestionamiento tan fiero, ni siquiera en el Aeropuerto de Ben Gurión. Pero como todo escritor de alta talla supo dar respuesta al difìcil preguntar del por qué y el cómo del acto creador. Y esa síntesis que es a la vez motivo para nuevas preguntas, es lo que ofrecemos a los lectores en la seguridad de que encontrarán en ella nuevas facetas de este autor que no sólo no se deja encasillar en norma alguna, sino que las transgrede a gusto con su lapicito rombo de un grafito casi transparente. ms]

Por René Rodríguez Soriano © mediaIsla

Explicaciones de menor cuantía

…yo no sé cómo hago mis cuentos, porque cada uno de ellos tiene su vida extraña y propia. Pero también sé que viven peleando con la conciencia para evitar los extranjeros que ella les recomienda. | Felisberto Hernández [Falsa explicación de mis cuentos]

No vine a Tertucuento tras el gen perdido con el ADN del primer toro de lidia o del gallo pinto de Joaquín el cojo de Guaigüí. Vine simplemente por el placer que me produce la ocupación menor a la cual le dedico casi todos los días de mis días. Dicho lo anterior, y sin ánimos de internarme en generalidades ni particularidades de ninguna especie, me gustaría comentar (desde mis muy limitados dominios del arsenal de conocimientos inútiles con los cuales me atiborraron en la escuela, el catecismo y el partido) las inquietudes expresadas por algunos de los contertulios que han tenido la gentileza de leer y comentar Su nombre, Julia. Para facilitar esta lectura diferida, y con el debido respeto que cada uno de ustedes me merecen, trataré de establecer un diálogo con las preguntas e intervenciones, retomándolas en el mismo orden en que fueron publicadas en la tertulia.

—Me gustaría una explicación sobre la imagen: ojos de un negro casi tirando a café. [BR – Mensaje 13325].

—Pudiera recurrir al centenar de argucias y mañoserías con los cuales normalmente uno evade dar de frente a los halagos y piropos con los que nos asaetean los lectores inteligentes cada vez que tienen la oportunidad; o agarrarme, como tabla de salvación al epígrafe de Felisberto.. . Pero en realidad no sé, no he visto a Julia nunca y, desde hace más de 10 años, camino casi una cuadra tras mi taza diaria de café cubano.

—Hola, René: Me gustaría saber: 1. Lo que significa "...quilla el sonido con su voz..." (es la primera vez que veo usar ese verbo). 2. Hacia la mitad del cuento hay una zona en que utilizas mucho el punto "...Preguntas. Insinúas. Atacas. ..." y luego sigues con una frase larga en la que te hartas de poner comas. ¿Hay alguna razón especial? [FA – Mensaje 13331]

—N° 1, en el caso que nos ocupa, el narrador quiere decir algo así como "que quiebra" o "se sobrepone" al sonido. También puede darse este caso "Bernardo. Quillao desde Santo Domingo" [BR 13382], cuya traducción sería, en este otro caso, molesto, incómodo y algo más, en el habla coloquial de los dominicanos. En cuanto a lo segundo, lo de las frases cortas y las largas, no existe una razón en específico. Creo, tampoco estoy seguro de ello, que a veces escribo o toco sobre la piel de un tambor a la orilla del Caribe.

—¿Fue en algún momento uno de tus referentes, o es uno de tus autores predilectos ese maravilloso escritor que fue (y es) Cortázar? (…) Veo que ahora eres un escritor consagrado, a quien yo, lamentablemente no conocía. Tienes tu propio estilo, profundo, sutil, que vuela por caminos que seguramente ni tú mismo imaginas por dónde irán al comenzar a escribir. Pero en tus comienzos, seguramente algunos autores fueron tus elegidos. ¿Puedes hablarnos de alguno de ellos? [CD – Mensaje 13382]

—Para mí, igual que para toda mi generación, Cortázar es un referente vital. En mi caso, más que su forma de escribir, influyó su actitud frente a la literatura, frente a la vida. Incluso, uno de mis primeros libros —Todos los juegos el juego (1986)— es un sentido homenaje a ese enorme ser humano.

Ya circula

Rumor de pez

Adquiéralo en

mediaIsla

En cuanto a lo segundo, además del tío Julio, Felisberto, Borges, Bioy, Ramón Tejada Holguín y Manuelico, por supuesto; me siento hijo predilecto de un montón de padres nutricios que, de sólo mencionar sus nombres, se nos agotaría el espacio que tan gentilmente ustedes ponen a mi disposición para este encuentro. Uno de mis autores favoritos y, probablemente, con quien tengo grandes deudas, es el mexicano Juan García Ponce. Autor que devoro con pasión salvaje y no me canso de asombrarme a cada vuelta de página. Igual podría decir de Salvador Elizondo o de Arreola; ni qué hablar de los clásicos por todos ustedes conocidos.

—Me gustaría que me diera sus observaciones sobre el uso que le da a la gramática a la hora de escribir y qué debe ser más importante, la regla gramatical, el uso de ella para crear y llevar un mensaje claro al receptor. [M de L – Mensaje 13341]

—Igual que el zapatero, el carpintero o el fontanero van por el día con su caja de herramientas a rastras, quien escribe deber utilizar con eficacia las herramientas de la lengua para administrar y colocar la tuerca indicada en el tornillo que verdaderamente ajuste en la estructura que se piensa crear, armar o articular. El lenguaje, ese potro desbocado sobre el cual intentamos cabalgar, nos exige cierta pericia con las bridas de la lengua, para que al primer corcoveo no sucumbamos tapia, al suelo.

—Cuando caracteriza el personaje de Julia, no transmite su tristeza, su fragilidad, sencillez. ¿Cómo justifica luego el uso del adjetivo "mordaz" en la frase: "boca pronunciada con una sonrisa entre mordaz y triste"? En ningún momento vemos nada de malintencionado en la persona de Julia. ¿Podría, por favor, explicarme eso? [BR – Mensaje 13364]

—Como ya hemos establecido que la lengua es un "sistema de signos de doble articulación" y que una cosa es lo denotado y otra lo connotado, no creo que exista un sistema policial que le impida a un narrador valerse de la unión de los contrarios para expresar una idea. Creo haber leído u oído por ahí que una historia en sí, es un cosmos con sus reglas y sus leyes orgánicas que, la mayoría de las veces, no sirven para nada desde el punto de vista del Sueño de Newton o las leyes de la fenomenología dialéctica o el canon de la razón del mundo civilizado y culto. Su nombre, Julia, en su conjunto es, o pretende ser, una historia que, —como diría Marguerite Duras, —"cuenta una historia que sucede por la ausencia de esa historia". Que lo logre, es otra historia.

—Me gustaría preguntarle en el proceso creativo, en su caso, qué parte hay de elaboración consciente y qué parte de dejar/dejarse fluir. [RB – Mensaje 133734]

—Escriben mis dedos; ellos piensan y escriben. Casi de la misma forma que guisar o regar los geranios. Y, aunque suene a disparate, se escribe con un lapicito ciego entre los dedos. En mis años de estudiante de periodismo, viajé a La Romana a entrevistar a un carpintero ciego que sobre los 80 años se mantenía al frente de su taller. Creo que lo importante es tener conciencia clara de qué cosa es el martillo o el formón y cuál su uso correcto o adecuado. Lo demás, el silencio.

Hasta aquí creo haber, a mi escaso modo de ver, dialogado con las inquietudes y opiniones de casi todos los miembros del grupo. Les juro que, en mi vida, ni siquiera a la entrada o salida del aeropuerto Ben Gurión de Israel, me han sometido a un cuestionamiento así. No se imaginan cuánto les agradezco la oportunidad que me dan de leer y releerme en cada uno de los abordajes hacia Su nombre, Julia, un texto que hacía tiempo no leía y que, a pesar del tiempo y la distancia que me separan con el René que lo escribió, sigue gustándome; aunque, si tuviera que escribirlo de nuevo, dudo que lo haría igual. Quiero reiterar mi agradecimiento a los moderadores por tan generosa invitación y a todos y a cada uno de los miembros de este foro, reiterarles mis disculpas por los inconvenientes que mi torpeza, al bregar con las reglas del juego, les provocara. Ahora, si me disculpan, me retiro de nuevo a mis ocupaciones menores: sobrevivir, leer y caminar a la orilla del lago y, junto a mi nieto de 2 años, darles de comer a los patos, las tortugas y a las recién llegadas gaviotas que, en su nervioso vuelo, tiñen el paisaje de un pardo incierto, casi gris. Afectuosos saludos. rrs [René Rodríguez Soriano]

Felipe Fernández-Armesto: Si existe un rasgo cultural latinoamericano, es la fracasomanía"

El reconocido historiador británico y profesor de Oxford, con su particular perspectiva que integra procesos históricos y culturales, reflexiona sobre los procesos de independencia americana, sus influencias y las celebraciones del Bicentenario.

Por ELENA IRARRÁZABAL SÁNCHEZ | © El Mercurio

Llega puntualísimo a la cita, con un riguroso traje y camisa con colleras, mientras el sol tropical azota Cartagena de Indias y el termómetro sube a 36 grados. Hijo de padre español y de madre inglesa, Fernández-Armesto (1950) se crió en Inglaterra y su formal apariencia podría dar la idea de una persona muy convencional. Pero en realidad, estamos frente a un provocador, que suele desafiar las convenciones intelectuales y las miradas reductivas en sus publicaciones.

Profesor de Oxford durante décadas -actualmente reparte su tiempo entre las universidades de Londres y de Notre Dame y ha enseñado en Yale y Columbia-, Fernández-Armesto es autor de una maciza obra historiográfica. Entre sus libros más conocidos, la mayoría traducidos al español, figuran sus biografías de Colón y Vespucio; su compendio de grandes viajeros y exploradores ("Los conquistadores del horizonte. Una historia mundial de la exploración") ; su comentada "Historia de la comida" y una serie de especiales miradas a la historia de la humanidad ("Antes de 1492", "Civilización" , "Millennium" , etc).

Entre las provocaciones de este historiador -dueño de una cultura de asombrosa amplitud- está su profundo desprecio por la especializació n historiográfica. ¡No tengo una especialidad! , grita con exagerado énfasis y una semisonrisa, sentado a la mesa en una apetitosa pastelería, sugerida por él mismo. "Creo que son un mito académico. Si tengo una especialidad, es intentar comprender esa gran diversidad cultural que nos marca como especie en nuestro pequeño planeta", dice en un español salpicado de expresiones inglesas, pronunciadas con acento de public school británico.

Con humor y fina ironía -que suele aplicar a sí mismo-, Fernández Armesto contestó nuestras preguntas, en el marco del gran congreso histórico, con que Colombia dio inicio a las celebraciones de su Bicentenario. (Ver recuadro).

"Los héroes son frágiles en los aniversarios"

—¿Qué debiéramos esperar en Latinoamérica en las celebraciones del Bicentenario?

—¡Veo que aquí se invierte mucha emoción en estos aniversarios! Me parece que, más que consecuencias políticas o una hipotética mayor unidad del continente -que seguramente seguirá tan desunido como siempre-, la fecha puede ser una buena instancia para fomentar una reflexión intelectual de calidad sobre la pluralidad de fenómenos que se generó en torno a la independencia y sus repercusiones. Algo parecido a lo que ocurrió en España, con las conmemoraciones en torno al 2 de mayo.

Y otra cosa, que también se podría esperar en estas celebraciones, es que los héroes del Bicentenario comiencen a tambalear...

—¿Por qué tanta fragilidad?

—Los aniversarios suelen destruir las reputaciones de los héroes, que son los más vulnerables en este tipo de fiestas. El héroe no es un santo. Normalmente adquiere este carácter por una intervención determinada, no por una vida admirable; su fama se suele oponer a la de otros héroes que circulan. Por eso son tan frágiles y no suelen durar. Está el ejemplo de Colón en 1992 y de varios héroes más, derrumbados por la investigación impulsada por los centenarios" .

Imperios y elites

—A estas alturas, ¿cree que ha variado la percepción hacia el dominio en América del Imperio español, cuyo carácter solía juzgarse tan en blanco o negro?

—Hay que ser conscientes de los aspectos negativos de los imperios, que son entidades opresivas. Un mundo sin imperios hubiese sido mejor. Pero hay dimensiones positivas de ellos, como entidades de intercambio cultural. Son dominios que crean un marco en el cual comunidades de distintas etnias y tradiciones, que antes no se conocían ni relacionaban, pueden influenciarse unos a otros.

En ese sentido, creo que la historia del Imperio español, desde el punto de vista de sus pueblos constituyentes, aún no se ha contado debidamente. Todos los imperios funcionan mediante acuerdos entre las elites: las elites coloniales y las elites indígenas. Y ésta no fue la excepción. Para una gran mayoría de las elites indígenas, los españoles fueron instancias de colaboración en la opresión de sus propios pueblos y en sus luchas contra otras etnias.

—Es algo que han dicho algunos estudios recientes.

—Varias investigaciones en desarrollo están develando una cantidad inmensa de documentación en lenguas indígenas de Hispanoamérica, que apoyan la tesis de que una gran mayoría de la gente aceptó y apoyó a la monarquía española como aliado en sus luchas particulares, como árbitro en sus propios conflictos y como fuente de personas útiles (maridos para las hijas de los jefes, soldados en sus guerras y representantes ante las autoridades imperiales). En base a esa colaboración, se erigió este imperio único de mar y tierra, a principios de la edad moderna, sin referentes y paralelos. Algo que habría sido imposible si se hubiese tratado sólo de un órgano opresivo.

—Usted ha manifestado interés en los imperios de cazadores en América.

—Así es. Uno de los aspectos del cono sur que me ha interesado es la existencia, en las pampas de Argentina a fines del siglo XVIII, de un auténtico imperio indígena de cazadores, algo bastante peculiar, porque los imperios suelen ser sedentarios. Luego, en el siglo XIX, se dan los imperios comanches y sioux, en Norteamérica. A veces pensamos que el imperialismo es un vicio blanco, y no lo es, es un vicio humano. Y no enfatizo el imperialismo indígena para quitarle mérito, sino, al contrario, para no quedar en miradas reduccionistas.

Latinoamérica y sus obsesiones

—Estoy convencido de que lo más interesante de la cultura latinoamericana en general, si pudiéramos lograr una visión de conjunto, desde otra galaxia, es la creatividad de esta experiencia colonizadora" , dice Fernández-Armesto. "La creatividad lingüística, religiosa, arquitectónica y artística. Las ciudades americanas reciben la herencia española, pero son distintas, poseen una identidad diferente, fruto de los elementos que confluyeron. En ese sentido, no hay que echarle la culpa a España de todos los males de Latinoamérica. El sudamericano tiene la tendencia de buscar alguien a quien imputarle todos sus problemas".

—¿Lo ve como una tendencia muy acusada?

—Si existe un rasgo cultural latinoamericano es su 'fracasomanía' . Colombianos y argentinos son ejemplos extremos. Argentina, por ejemplo, vive preguntándose por su fracaso como nación, por lo que iba a ser y no fue. Quizás en este fenómeno de Latinoamérica influye la idea de la decadencia, un concepto dominante en la historiografí a española por muchos años. Chile es tal vez una excepción. Me da la sensación de que ha superado esta tendencia para tratar de vivir una vida normal, dentro de sus posibilidades, al igual que España.

—Sobre la independencia de Latinoamérica, usted postula que, más que la Ilustración, fue el romanticismo un influjo crucial.

—Creo que la Ilustración tuvo poco que ver con las independencias latinoamericanas, a diferencia de la norteamericana, que fue impulsada por personas muy representativas del siglo de las luces, que creían en el predominio de la razón. Pero esas luces se apagaron con toda la sangre de la Revolución Francesa. Aunque en Latinoamérica había gente ilustrada, si analizamos una figura tan emblemática como Bolívar, por dar un ejemplo, vemos un romántico que llegaba a hablar de visiones místicas. No representa un trasfondo ilustrado, asentado en el predomino de la razón.

En este contexto, hay una teoría mía más particular, que piensa que en este romanticismo, sobre todo en el reino de Nueva Granada, influyeron las expediciones científicas impulsadas por la monarquía borbónica en el siglo XVIII. Observaciones sobre la vastedad de los Andes y la inmensidad del paisaje americano fueron utilizadas para combatir la idea de que lo americano era inferior al español. Todo esto culmina en la obra de Humboldt. Su influencia directa en la mentalidad de Bolívar está bastante clara".

"La innovación viene de afuera"

"En términos muy generales, a través de la historia la apertura conduce al progreso, al intercambio de influencia. Toda innovación procede de afuera. Por ejemplo, en la historia reciente, China nunca pudo concretar su promesa como potencia mientras estuvo cerrada al exterior. Ahora lo está logrando", señala el historiador, para explicar su interés por estudiar los intercambios culturales y procesos históricos paralelos.

Las obras de Fernández-Armesto suelen incluir elementos de historia intelectual, política y cultural y algunas tocan aspectos biológicos y del medio ambiente. El libro que ahora se apronta a presentar es una historia mundial del año 1492, en el que el lector recorre con una serie de viajeros de la época distintas partes del mundo: América, Congo, China, entre otros. "Colón no era el único viajero de la época ni su descubrimiento lo único importante que ocurrió".

El historiador también prepara una obra sobre los idiomas creados por los esclavos africanos en el Nuevo Mundo. "Personas que llegaban de distintas zonas de África, que no hablaban una lengua en común y que debían comunicarse. Es un fenómeno muy particular", cuenta este curioso infatigable, mientras se pone la chaqueta para enfrentar, como un guerrero, el tórrido calor tropical.

Sus libros

Entre las obras de Fernández-Armesto, se pueden encontrar en las librerías, su biografía de Vespucio " Américo, el hombre que dio su nombre a un continente " (Tusquets, $28.360); " Historia de la comida. Alimentos, cocina y civilización " (Tusquets, $28.360) y su " Breve historia del mundo " (Zeta Bolsillo, $7.000).

La fórmula colombiana para celebrar el Bicentenario

"La ciudad más hermosa del mundo" es la definición que García Márquez da de Cartagena de Indias en la novela "El amor en los tiempos del cólera". Con sus kilómetros de murallas defensivas cerca del mar, su olor dulce a frutas tropicales, su primorosa arquitectura de tres siglos concebida para escapar del calor, el núcleo antiguo de Cartagena es un lugar ideal para hablar de historia. "La ciudad heroica" (como le dicen los colombianos) tiene una historia apasionante, que incluye la resistencia a piratas, bucaneros e invasores, -como Hawkins, Drake y la escuadra de Vernon, compuesta de 186 naves y 9 mil marinos- y varias sublevaciones independentistas. Tópicos que fueron tratados, entre muchos otros, en el "Encuentro internacional con nuestra historia", el congreso con que Colombia dio inicio a las conmemoraciones de los 200 años de su independencia, que, al igual que Chile, comienza a gestarse en 1810.

En este sentido, la estrategia colombiana para estas celebraciones se basa, "más que en grandes obras públicas, en una serie de instancias para fomentar el reencuentro de los colombianos con su historia e impulsar la reflexión sobre el proceso de la independencia y sus repercusiones en la evolución del país", explica María Cecilia Donaldo, alta consejera presidencial para el Bicentenario. En este marco, se han realizado iniciativas masivas como la participación de todos los escolares del país en el programa "200 años, 200 preguntas " en que se seleccionaron, de un conjunto de 16.501 propuestas, las interrogantes más curiosas e interesantes de los niños sobre la independencia y su época. Inquietudes como ¿si no había helicópteros o aviones, cómo se diseñaban los mapas de la época? o ¿qué origen social tenían los españoles y patriotas que participaron en las batallas? van a ser respondidas por reconocidos historiadores y darán lugar a un libro.

Más orientados a profesores y especialistas, se contemplan también congresos en distintos lugares sobre temas como la mujer en la independencia y el rol de las distintas regiones en el proceso de autonomía. En el caso del encuentro realizado recientemente en Cartagena, participaron historiadores colombianos y extranjeros de renombre, que expusieron sobre aristas como "¿Por qué nos independizamos? ", "Dios en la república", "¿Qué se ganó y se perdió en el proceso independentista" , "Nuestra independencia en la historia de América y del mundo", en un debate en el que emergieron acuerdos, pero también discusiones y que fue cerrado por un discurso del mismísimo presidente Uribe. Iniciativas que los colombianos ya están poniendo en práctica y que pueden aportar ideas interesantes para las celebraciones chilenas. [zoiladulceuva]

El mal del tiempo o el poder invencible de Las Parcas

Por José Tobías Beato | © mediaIsla

El mal del tiempo comienza con un epígrafe de Antonio Tabucchi: "del mal del tiempo le había quedado la costumbre de invertir los hechos, de modo que contaba comenzando por el final y remontando hasta el principio, o mezclando caóticamente las historias más diversas." Sin duda, así es en toda la novela de René Rodríguez. Caen, como en un saco abierto, múltiples acontecimientos que a la par van transformando al protagonista en diferentes seres, que la memoria mantiene unidos en un solo sujeto. A cada uno de esos momentos y seres se accede ordinariamente mediante la música, la cual desata toda una vorágine de pequeñísimas pinceladas vitales similares a las que Pissarro usó para su pintura Vista de Ponsoise. Impresiones que crean expresiones puntillosas hasta conformar un angustioso cuadro existencial.

Pero antes de entrar en consideraciones sobre la obra en sí, creo pertinente señalar el auténtico mal del tiempo sobre el que narra René: tenemos que hablar primeramente del doctor Balaguer, que era quien presidía el gobierno donde transcurre el tiempo de la novela de René Rodríguez Soriano. Tenemos que hablar del mal del tiempo que barrió ilusiones y creó nuevas situaciones y alternativas, pues si no procedemos así, el que no haya vivido tales años, ni sea dominicano, no podrá entender a cabalidad la novela.

Es necesario precisar todo esto pues, aunque no soy crítico de oficio, cuando ejerzo la crítica pretendo seguir el punto de vista que Ortega y Gasset sugirió al momento de estudiar el estilo de Cervantes: la crítica, antes que corregir al autor, ha de dotar al lector de un órgano visual más perfecto, permitiendo así que la obra, al momento de ser leída, sea completada por quien se toma el trabajo de hacerlo.

Para ello es vital que el crítico introduzca todos los "utensilios sentimentales e ideológicos merced a los cuales puede el lector medio recibir la impresión más intensa y clara de la obra, que sea posible" (Ortega, Meditaciones del Quijote, pág. 29, Revista de Occidente en Alianza Editorial). Es decir, es decir, hay que subrayarlo con creces, que la crítica es, ante todo, el estudio de la obra, no la biografía de quien la creó. Porque es muy común que de la obra se pase rápidamente a las consideraciones sobre la vida del autor, llenándolo a veces hasta de improperios por el mero hecho de haberse atrevido a crear.

Una vez más: la crítica no es biografía, aunque a veces proceda cierta información personal, especialmente si se trata de obras con rasgos autobiográficos Radicalmente: el papel del crítico no es el del mal llamado periodista sensacionalista, divulgador de pecados y chismes. En todo caso, demasiada información personal con toda seguridad que perjudicaría la atención del libro. Por eso dice Anne Michaels (The Winter Vault, Piezas en Fuga) que "de verdad creo que leemos de manera distinta un libro cuando sabemos los detalles más banales de la vida de su autor".

Por eso me propongo hablar primeramente del aparente pacto de Joaquín Balaguer con Las Parcas, especialmente con Láquesis y la que llevaba el sobrenombre de "La inexorable", porque era la que prolongaba o cortaba la vida arbitrariamente, desde su residencia en lo más profundo del infierno, en el lugar siniestro que los griegos llamaban Tártaro, donde pagaban condena los más odiados por los dioses, como Sísifo por mirar y contar el rapto que de una joven hizo Zeus, y Tántalo, por haber osado poner a prueba a los inmortales. Las "Parcas", conocidas también como las "Moiras", son tres seres míticos. En la antigua Grecia se las representaba usualmente como unas ancianas de rostro severo. Una severidad que era temida hasta por los dioses, incluido el mismísimo Zeus, aunque se supone eran sus hijas, nacidas de la que fuera su primera mujer: la titánida Temis, madre también de Las Horas, de la Paz y de la Justicia.

Las Parcas, a cada sujeto, ya fuese hombre o dios, le asignaban una porción de bien y otra de mal. Para ello hilaban o cortaban. El problema con ellas es que una vez tomaban una decisión, nadie podía interponerse o cambiarla: lo decidido podía considerarse como hecho consumado de inmediato, para bien o para mal, aunque tardase en ejecutarse. Sus decisiones eran pues, fatalmente implacables. De ahí el temor que inspiraban. Cloto hilaba un solo hilo: el de la vida. El variado hilado de Láquesis asignaba el destino de cada cual y la duración de cada acontecimiento. Como quien dice, manejaba "la suerte". En cambio la Atropo, "La inexorable" que ya dije, portaba en sus manos viejucas una afilada tijera con la que cortaba el hilo de la vida en el momento más inesperado, con frecuencia cuando mejor se estaba, luego de muchísimas luchas.

El asunto viene a cuento, porque es necesario saber que el doctor Balaguer (para los no dominicanos, nada que ver con el fundador del Opus Dei, ni con el municipio catalán que lleva tal nombre), vivió más de noventa años y estuvo cerca del poder o fue el poder por casi setenta años. Efectivamente, fue el orador preferido del dictador Rafael Trujillo Molina, escogido poco antes de que el general iniciase su campaña electoral en 1930. Su asesor en momentos difíciles como cuando la matanza de haitianos que aquel ordenó en 1937, en una limpieza étnica que acaso llevó a la tumba a más de veinte mil. Y el hombre que el tirano escogió para sustituir en la presidencia a su hermano Héctor, cuando tras el intento de asesinato del presidente venezolano Rómulo Betancourt, la Organización de Estados Americanos (OEA) determinó sanciones económicas y el rompimiento de relaciones diplomáticas con la República Dominicana.

Esto es, que cuando el generalísimo Trujillo fue ultimado a tiros, porque al parecer no había otra forma de salir de su férrea dictadura, la noche del 30 de mayo de 1961, Joaquín Balaguer era el presidente. Un hombre que evidenció un talento y una sangre fría increíble a la hora de forjarse su destino: bregó y salió triunfante de la ira de los Trujillo, una vez muerto su jefe. Se desembarazó de sus posibles rivales políticos, aquellos que eliminaron al Generalísimo, particularmente el talentoso Modesto Díaz que hubiera sido un rival muy peligroso, permitiendo que el hijo mayor de aquel —Ramfis Trujillo— los fusilara, en un acto que fue la crónica de una muerte anunciada. Sin embargo, cuando Ramfis, desde su yate, habló con Balaguer, éste no le recriminó los asesinatos ni el supuesto acto de su "fuga", sino que simplemente le dijo: "Tenga buen viaje y que descanse, general" (Fco. Rodríguez de León, Balaguer y Trujillo, pág. 444).

Ya circula

Rumor de pez

Adquiéralo en

mediaIsla

Entonces entró en acción el magnífico actor que fue Balaguer (había tomado lecciones que aprendió muy bien de su maestro Trujillo). A los dos días de la supuesta fuga del general Ramfis, pronunció un discurso en el que daba seguridades a la ciudadanía consternada por "la desaparición" de seis de los implicados en "la tragedia" —no ajusticiamiento— del 30 de mayo, de que los responsables serían sancionados ejemplarmente. Todavía más: el 17 de diciembre de 1961, en otro discurso, se presentó como el destructor de la Era de Trujillo, mal del tiempo que precisamente durante más de treinta años él había ayudado a consolidar, afirmando triunfante que: "No hemos destruido un clan familiar para que la enorme fortuna que ese clan amasó con sangre del país vaya ahora a ser usufructuada por una oligarquía constituida por políticos ambiciosos y por familias pertenecientes a las clases acomodadas." Puro cinismo, por no decir otra cosa: "no hemos destruido", como que él formó parte del grupo que acabó con la dictadura. Son palabras que recuerdan a Tomás Bobadilla cuando se acreditó como autor del 27 de Febrero que principió la independencia dominicana, y no Duarte y los trinitarios que la habían propiciado con riesgo de sus vidas, a los que en osadía increíble calificó de traidores.

Otra cosa: nunca supuestamente sabía lo que pasaba, pues era su lema el siguiente: "Sal siempre a la calle con aire de idiota, y antes que a tu prójimo quiérete a ti mismo, que el mundo se cubre con el antifaz de un falso altruismo, de una falsa paz, y aunque siempre habla de Dios en el nombre, quien siempre le dicta la ley es Caifás y es el anticristo quien manda en el hombre", eso dicho en su libro La venda transparente, pág. 126, uno de los libros donde Balaguer intentó hacerse pasar por poeta. De hecho, pagó con buenos puestos a quienes así lo llamaron. No obstante, siempre pudo más su vocación de mando que la de vate.

Así, haciéndose el tonto, pudo mantenerse en el poder unos cuantos meses, tras un autogolpe. Y luego de cuantas medidas demagógicas pudo tomar para asegurarse un regreso futuro, marchó al exilio. Volvió a los pocos años, durante la revolución de abril de 1965, con el país intervenido por más de cuarentidós mil marines americanos y varios otros cientos pertenecientes a diversas naciones latinoamericanas. Lo hizo con la excusa de visitar a su madre enferma, para de pronto lanzar la consigna de que él era "la revolución sin sangre". Y con botas que imponían el voto del miedo, ascendió nuevamente al poder. Entonces fue que hubo más sangre que agua, pues aquellos doce años se caracterizaron por ser violentísimos, amén de plagados de podredumbre. En esos doce años es que transcurre El mal del tiempo de René Rodríguez Soriano.

Ahora bien. El país había heredado, del dictador ajusticiado, una sólida estructura industrial, amén de hospitales, escuelas y politécnicos, acueductos y hoteles en cada provincia. También una estructura bancaria fuerte; la moneda —el peso dominicano—, a la par que el dólar, una compañía eléctrica que suministraba un servicio eléctrico estable, aunque no abarcaba todo el territorio nacional; autosuficiencia alimentaria y una maquinaria burocrática, relativamente pequeña, pero eficiente. Y una frontera controlada, aunque no de modo absoluto, pese a la matanza ya citada, porque los propios negocios del dictador y de los mismos gobernantes haitianos, requerían de un tránsito no siempre lícito, y justo muchísimo menos. El doctor Balaguer entregó todo eso, más los préstamos y ayuda extranjeras, a la voracidad de una maquinaria partidaria que se convirtió en una gigantesca boa, que devoraba todo a su paso. Puesto por proselitismo, era la consigna que todavía perdura. Era tal el desorden que se vio en la obligación de declarar que "la corrupción solamente se detiene ante la puerta de mi despacho". Claro, supuestamente, pues nunca castigó ni envió a la justicia a funcionarios que llegaban al puesto como infelices y salían como potentados. Es más: mostró como un logro la formación de trescientos nuevos millonarios.

De modo que, pese a algunos éxitos, como la estabilidad macroeconómica, creaciones de parques, la preocupación por la foresta, la construcción de pequeñas escuelas y dispensarios médicos en todo el país, la creación de presas, barrios y grandes avenidas —especialmente en Santo Domingo—, y del magnífico complejo cultural edificado sobre las ruinas de las residencias del "Jefe" y sus hijos, no fue suficiente y el país no solamente no salió del subdesarrollo, sino que sus males se profundizaron notablemente. Ni un sólo problema quedó resuelto. Más aún: como en la época industrial la energía eléctrica es esencial, la República Dominicana inició el siglo XXI, como si fuera el XIX, casi a oscuras por la falta de planificación e inversión a tiempo e idónea. Claro que, para ser justos, debemos declarar que el mal del tiempo tenía otro ingrediente: la lucha entre el oso y el águila, —la llamada `guerra fría'—, de la que el país de ningún modo podía escapar. Lucha que trocó en fanáticos a los seguidores tanto de la derecha como de la izquierda, cuya conducta no distaba mucho de la que mostraban las hordas de la etapa salvaje que precedió a la civilización. El asunto es que, derrotado Balaguer aplastantemente en el año 1978, volvió al poder en 1986 y se mantuvo en él por diez años más; y eso, que tuvo que entregar la silla presidencial dos años antes, al pactar un arreglo con la oposición, luego de que en las elecciones de 1994 las maniobras de fraude fueran tan harto evidentes que motivaron la mediación política de otros países, especialmente de Estados Unidos. Todo ello, a pesar de haberse quedado completamente ciego.

Por eso hablo de la alianza con Las Parcas, pues vivió largamente, con toda clase de "suerte". Tres generaciones le hicieron frente. Destruyó sindicatos, cercó varias veces la Universidad donde estudió el protagonista de El mal del tiempo. Murieron opositores, estudiantes, periodistas y hasta personas afines como Gregorio García Castro, pero que se atrevió a criticar los desmanes, en un vano intento por la liberalizació n del régimen. Condecoró y ascendió a quienes lo hicieron. Enfrentó la guerrilla del coronel Caamaño.

A las tres generaciones las derrotó o sobornó de tal modo que la cuarta se encuentra conque, en lugar de dictador ilustrado como merece ser llamado, es `reconocido' como "padre de la democracia", quien más trabajó justamente para que ésta no funcionara, pues hizo de su "dedo" el norte de todo. Imponiéndose "a fuerza de fusil y lengua larga con funditas en día de Reyes" (El mal del tiempo, pág. 21). Democratizó la corrupción, eso sí, haciendo que algunos que ayer andaban en chancletas por los callejones de sus barrios humildes, hoy no salgan de lujosos restaurantes donde beben costosos vinos acompañados de quesos envejecidamente deliciosos, pagados por el Estado. Sin embargo, como nadie posee la verdad absoluta, y por tanto, ningún ser humano puede tener en la mano todos los hechos ni cotejar las intenciones con las que son realizados, no sabemos si al final habrá sido llamado para vivir junto a Las Parcas, en el lugar aquel donde Sísifo sube una piedra que eternamente vuelve a caer, y Tántalo sufre hambre y sed, a pesar de tener agua cristalina a sus pies y toda clase de frutas riquísimas en el árbol que tiene a su lado, pero que cada vez que intenta tomarlas, un viento fuerte se las aleja.

Juan Bosch, cuentista con alma de tigre

Este año se recordó al escritor y político dominicano, que vivió parte de su exilio en Chile, donde Nascimento publicó su volumen de relatos La muchacha de La Guaira, elogiado por Alone y reeditado ahora por Lom.

Por Pedro Pablo Guerrero | © El Mercurio

Una vieja implora a las ánimas del cielo que pongan fin a la sequía y termina consiguiendo un diluvio. Así de simple es "Dos pesos de agua" (1942), obra maestra del humor macabro. De técnica casi perfecta y desenlaces fatales, las historias de Juan Bosch (La Vega, 1909) continúan la veta de Horacio Quiroga y anuncian las de Juan Rulfo. "El cuentista debe tener alma de tigre para lanzarse contra el lector, e instinto de tigre para seleccionar el tema y calcular con exactitud a qué distancia está su víctima y con qué fuerza debe precipitarse sobre ella", afirmó el escritor dominicano en su "Teoría del cuento". En la concepción narrativa de Bosch, el lector y el tema comparten un mismo corazón: "Se dispara a uno para herir al otro".

Nada más natural para el autor de cuentos en que el acoso, la persecución y la fuga juegan un rol determinante. Nada más natural para un político que estuvo huyendo la mitad de su vida. Primero, de Trujillo -experto en la estrategia del garrote y la zanahoria-, quien lo mandó a apresar en 1934 y cuatro años más tarde lo quiso nombrar diputado. Comenzó entonces un largo exilio por Puerto Rico, Cuba y Costa Rica, con frecuentes giras (Guatemala, Estados Unidos, Venezuela, México) y una accidentada estancia en España, donde Bosch tuvo la desafortunada idea de acercarse a los trotskistas durante la guerra civil, lo que le trajo nuevas persecuciones dentro del bando republicano.

En 1953, radicado en Cuba, se lo acusó de apoyar el asalto del cuartel Moncada. Pidió asilo en la embajada de Costa Rica y, desde San José, viajó a Bolivia y luego a Chile. En 1954 se instala en Niebla, cerca de Valdivia, donde escribe algunos de los cuentos que integrarán su cuarto volumen de relatos, La muchacha de La Guaira , publicado por Nascimento en 1955 y reeditado este año por Lom, con un excelente prólogo de la profesora Ana María Maza. Libro de historias cautivantes, algunas de aire fantástico, que relatan cacerías humanas, abismos existenciales y los diversos rostros de la miseria. En 1955, Bosch publica también Judas Iscariote, el calumniado , ensayo que revisa críticamente la participación del discípulo en la pasión y muerte de Jesucristo y el papel que le fue asignado por el cristianismo.

El aislamiento en el sur de Chile no dura más que unos meses. Después de fracasar en el negocio de las baterías, Bosch se establece en Santiago. Se relaciona entonces con Gonzalo Rojas, Volodia Teitelboim, Salvador Allende y Eduardo Frei Montalva, entre otros. Al mismo tiempo, La muchacha de La Guaira es recibido con inusual entusiasmo por el crítico Hernán Díaz Arrieta, Alone, en El Mercurio: "Este sí que es un cuentista hecho y derecho, antiguo y moderno, de tomo y lomo, cuentista por los cuatro costados, que no necesita definiciones ni defensas, un verdadero narrador que no se detiene en descripciones, un visionario que hace andar a sus tipos, que no se complace en mirarlos por aquí, pintarlos por allá, sino que los sigue paso tras paso, como fascinado". Exultante, el crítico proclama: "Saludémosle. Es un gran tipo. Es un escritor dotado de las más poderosas y escasas virtudes, uno de esos bienhechores de la humanidad que escriben libros y entretienen, que renuevan en nosotros el goce de vivir y, espantando el fantasma del tedio, nos resucitan".

Alone y Bosch se hicieron tan amigos que cuando, en 1962, el escritor dominicano fue elegido Presidente de la República tras la muerte de Trujillo, invitó al crítico a la asunción del mando. Hernán Díaz Arrieta viajó en febrero de 1963 junto a la delegación oficial de autoridades chilenas. Después Alone siguió desde Chile los pasos de su amigo, ocupándose de sus nuevos libros. El afecto no impidió la honestidad y, cuando criticó David, biografía de un rey (1963), los comentarios no fueron tan buenos. Dos años más tarde, sin embargo, saludó sus Memorias, señalando, eso sí, las diferencias políticas que lo separaban de Bosch: "Leamos y releamos esta obra, espejo donde pueden mirarse los ilusos, los entusiastas, los soñadores de Hispanoamérica" .

Bosch no alcanzó a durar mucho tiempo en la presidencia. Un golpe de Estado lo derrocó a los siete meses, el 25 de septiembre de 1963. Se marchó nuevamente al exilio y al año siguiente, tras el estallido de una revuelta de sus partidarios que buscaba reinstalarlo en el poder, Estados Unidos ocupó el país con 42 mil marines y efectivos del ejército. En las nuevas elecciones convocadas en 1966 fue electo Joaquín Balaguer, heredero del trujillismo. Bosch no regresaría a su país hasta 1970. Desde entonces participó, sin éxito, en varios comicios presidenciales. Cuando murió, el 1 de noviembre de 2001, a los 92 años, Juan Bosch había recibido numerosos reconocimientos, tanto literarios como políticos, en su país y el extranjero.

Marcio Veloz Maggiolo: "García Márquez lo consideraba su maestro"

Marcio Veloz Maggiolo (Santo Domingo, 1936) es ensayista, arqueólogo y doctor en Historia de América, además de ser un prolífico y conocido escritor de ficción que recibió el Premio Nacional de Literatura en 1996. Siruela ha publicado sus novelas La biografía difusa de Sombra Castañeda, La mosca soldado, El hombre del acordeón y Ritos de cabaret . Su novela más reciente es Memoria Tremens (Alfaguara, 2009).

Este autor dominicano no solamente fue amigo de Juan Bosch, sino que además compadre y funcionario de confianza: el autor de "Dos pesos de agua" apadrinó a uno de sus hijos y, durante su breve presidencia, lo nombró embajador en Italia.

"Bosch era un hombre de una inteligencia excepcional, con su propio modelo de originalidad, como buen autodidacta" , recuerda Veloz. "Cuando publicó su ensayo El pentagonismo, sustituto del imperialismo, la izquierda allá lo atacó mucho, porque iba contra toda la teoría marxista de Marta Harnecker y los manuales de ese tiempo. Ahora lees ese libro y lo que dice ahí es como una predicción".

—¿Qué representa hoy Juan Bosch en República Dominicana?

—Bosch es un escritor simbólico en mi país. Es el tránsito de la literatura del siglo XIX a la del XX. El paso a una modernidad inicial, con cuentos que ya no son de orden tradicional, porque el cuento en República Dominicana tuvo como primera referencia las leyendas, las tradiciones, las viejas historias. Juan Bosch comienza una literatura que va hacia el hombre. Se basa en el mundo rural, pero para darnos una visión de la problemática del ser humano. Toda su obra es así. Bosch es el escritor fundacional de una literatura del siglo XX.

—¿Cuál es, a su juicio, el lugar de Bosch en el canon de la literatura hispanoamericana?

—Bosch hacía al principio una literatura realista, como era el realismo latinoamericano de los años 30 y 40, con Ciro Alegría, Miguel Ángel Asturias y toda esa narrativa. Pero luego Bosch cambia y sus últimos cuentos no son de ese tipo. En "La mancha indeleble", de 1960, una voz le ordena a un hombre sacarse la cabeza y ponerla en un anaquel. Es una historia muy importante porque revela ideológicamente cómo la dictadura y el partido tratan de cambiar tu visión del mundo, de quitarte cualquier pensamiento propio. Algo común en las dictaduras latinoamericanas. Bosch tiene además cuentos como "Dos pesos de agua", anterior a García Márquez, quien lo apreciaba mucho y decía que era su maestro. Si analizas ese cuento te vas a encontrar que ahí está el diluvio de Macondo en Cien años de soledad. No sé si se deja influenciar por Bosch, eso no es ningún pecado, pero el agua, la lluvia, es un elemento clave en García Márquez, como lo fue en los relatos de Bosch.

—Anticipa el realismo mágico.

—Claro, y es un cuento antropológico. Es la creencia de la mujer la que funciona ahí, el mundo mítico de las ánimas, que en mi país es muy importante. Bosch utiliza el tema mágico-religioso en ese cuento, uno de los mejores que escribió.

—¿Piensa que Bosch hubiera llegado a ser más reconocido si no hubiese abandonado la literatura por la política?

—Cuando Bosch entró de lleno en la política dejó de hacer literatura. Y él lo dijo: ahora mi problema es el país, el Caribe. Lo hizo de una manera consciente, como un hombre que ya había realizado un aporte fundamental y no iba a escribir más. Bosch tenía todas las condiciones para ser un narrador aún más grande, pero renunció a ser el fenómeno de escritor que fue siempre, acostumbrado a ganar premios. En su momento fue una cumbre de las letras y creo que si lo ves desde la perspectiva de su posición cronológica, lo sigue siendo. [zoiladulceuva]

Sujetos y predicados: el Caribe de Eugenio García Cuevas

Por Mario R. Cancel | © Lugares Imaginarios

Sujetos y predicados, colección de relatos de Eugenio García Cuevas, sugiere una imagen enrarecida del mundo caribeño de manera eficaz. Se trata de un reino evanescente dominado por la violencia y las suspicacias. La voz narrativa se sitúa en ciertos nichos adecuados para la apropiación de lo fantástico, con el fin de elaborar la crónica de una realidad veteada de irrealidad. Los elementos que llamo "fantásticos" , aclaro, nunca desbordan la realidad. En cierto modo, confirman su tragedia mientras se desatan dentro de ella con toda su fuerza. Las fantasmagorías surgen en la medida en que el autor consigue vertebrar la narración sobre la estructura de esos acontecimientos altamente cuestionables. La habilidad de García Cuevas para combinar esos relámpagos ficcionales sugerentes en una narración retadora y coherente es enorme.

Los textos de Sujetos y predicados están tratados con los procedimientos de un realismo mágico radical con evidente énfasis en los nudos existenciales que marcan la historia caribeña. Su lectura recuerda al Gabriel García Márquez que trabajó el Caribe Colombiano, o al Alejo Carpentier que penetró los misterios del Boi Caiman. Pero el Caribe de García Cuevas toca más de cerca al lector que enfrenta el tema desde esta parte del mundo. Se trata del Caribe Insular. El mismo posee elementos que lo distinguen del continental y el subcontinental. De hecho, la noción cultural Caribe se inventa y se formula en las islas y sus aguas y, solo más tarde, cuando se homogeneizaron las fuerzas sociales que sirvieron de base para explotar / crear lo caribeño, hallaron sus vasos comunicantes. El tránsito semántico de la Antilia a lo Carib es uno de los fenómenos más curiosos de la historia cultural de la región.

Detrás del conjunto de narraciones está la noción dominante del "viaje". Se trata de una odisea etno-social única que sugiere más bien una "huida". Aquí no se trata del viaje convencional ejecutado con el fin de explorar lo desconocido por la pasión de saber. De lo que se trata es de entrar a lo desconocido, con todos los riesgos que ello implica, con el fin de evadir lo que ya se conoce. "La luna en el canal de la Mona" no deja dudas respecto a la circunstancia en la tragedia de Piedad Pimentel. Pero el canal no acontece como un Leteo. Los viajantes no solo cruzan el cuerpo de agua. El viaje o la huida ha comenzado mucho antes de mirar la cara del mar. El personaje de "El hijo de la mujer", si bien termina sus días en Puerto Rico, es un dominicano que pulula desde la frontera dominico-haitiana o el mítico Boi Caimán, hasta Valverde, de allí a Santiago y por último a La Vega. Desde esos lugares observa la historia de la nación enredarse en sus propios juncos.

La tesitura de los transeúntes que optan por el viaje, los fuerza a tolerar un desplazamiento radical en el tiempo y el espacio –la historia, dirán otros-, condición que sugiere la naturaleza agridulce de todo tránsito. La huida a lo ignoto, sea emigración legal o ilegal, siempre está llena de vacilaciones. Al cabo, lo que le queda el lector es la sensación de que transitar es el estado natural de estos seres y, una vez lo reconocen de ese modo, tratan de agarrarse a los restos de una memoria colectiva cubierta de vacíos. El manejo de la historia común, la historizante como la llamaría Nietzsche -que a la vez une y separa- me parece genial, muy adecuado como indicador de pistas interpretativas. Caamaño, Bosch, Trujillo, Balaguer, todos estas figuras históricas le dicen algo a cualquier emigrante y a cualquier caribeño.

Siempre he creído que toda mirada desde la historia es una forma de la biografía. El olor de lo autobiográfico es patente en estos textos. En los mismos hay un constante martilleo que inserta al lector en la década del 1980. La imaginación de la Globalización, y la de un Caribe Globalizado, aparecía como canto de sirena en el horizonte y echaba raíces en aquel instante crucial de la historia contemporánea. García Cuevas arribó a Puerto Rico en el 1979. Pero el Caribe Gobalizado que se nos vino encima, encontró a la gente con las mismas miserias del pasado.

Insisto en que no se trata de la biografía egoísta de un observador privilegiado, sino de una suerte de biografía colectiva e inclusiva que, en ocasiones, dispara al autor a los espacios de la parodia. Los mejores momentos del juego paródico antihistoricista, sea distópico o atópico, perciben en el contrapunteo futurista. "Cirilo" produce una falseada pos-sociologí a que se fija en los sastres tan puntillosamente como lo han hecho los medievalistas especializados en la historia de los gremios de artesanos. "El dominicano ese" es una joya narrativa que despersonaliza, deshumaniza y aplana al personaje. Pero la extensa nota al calce en torno a "ese" Cipriano Robles, no tiene nada que envidiarle a los procedimientos de una microbiografí a académica profesional. En esa rica distopía futurista, todo recuerda al presente como quien ha resuelto que nada cambia realmente y contradice con ello las conclusiones de la filosofía y la física más clásicas.

La constante apostilla de la violencia y la sangre, la sugerencia de la hediondez y las infecciones más curiosas, marcan con una poderosa nota naturalista estos textos. No creo que deba insistir en que estos elementos son consustanciales a la historia del Caribe Insular desde su invención a fines del siglo 16. La impresión que me deja una primera lectura de este libro es la de un halón que comienza en Boi Caiman y la frontera, y no cesa hasta ovillarse en Puerto Nuevo, Río Piedras y Santurce, los barrios urbanos de esta otra isla caribeña que ha olvidado su filiación. El tirón no mutila el sueño de regresar al lugar de donde se huyó. Por el contrario, esos jirones subsisten y animan el deseo de que, al tornar al punto de origen, se encontrará otra cosa distinta a la que se dejó atrás. [Eugenio García Cuevas, escritor dominicano residente en Puerto Rico, La palabra sin territorio, 2004]

El último mohicano

Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1909 - Madrid, 1994) vivía en la cama y desdeñaba la política, el éxito, todo lo que apestase a figuración pública. Fue el escritor menos conocido del boom latinoamericano. Pero, de manera involuntaria, se ha convertido en el autor más actual de aquellos narradores.

Por SANTIAGO RONCAGLIOLO | © Babelia

Conocí la obra de Juan Carlos Onetti a comienzos de la década de los noventa, atraído por las leyendas que circulaban sobre ese autor. Mis compañeros de la facultad de literatura contaban que Onetti era un ermitaño, que se negaba a dar conferencias, y que vivía tirado en una cama con una botella de whisky.

El perfil del personaje resultaba exótico en cualquier caso, pero era especialmente inesperado en un escritor del boom latinoamericano. La mayoría de sus colegas vivían en olor de multitud, actuando en ocasiones más como políticos que como artistas. Mario Vargas Llosa había postulado a la presidencia del Perú. Gabriel García Márquez se había reunido con Fidel Castro y con Bill Clinton. Cortázar había defendido la revolución nicaragüense. Carlos Fuentes era México. Y en cambio Onetti, el mayor de todos, vivía metido en una cama aferrado a una botella de whisky.

Después averigüé que Onetti sí había sufrido una persecución política, pero gris, absurda y casi cómica: lo habían detenido por formar parte del jurado en un concurso de cuentos.

El cuento ganador se regodeaba en escenas sexuales que resultaron ser una referencia apenas velada a la homosexualidad de un miembro de la junta militar en el gobierno. En castigo, el autor del cuento y los miembros del jurado fueron detenidos por ofensas contra la dignidad de las fuerzas armadas. Durante los interrogatorios, un oficial inquisidor le preguntó a Onetti:

—¿Y usted qué tendencia política tiene?

—Ninguna, respondió el narrador.

—¿Pero por quién votó?

—Por nadie.

—¿Pero por quién habría votado?

—Nunca he votado.

—¡Ah! ¡Un anarquista!

Más aburrido que asustado, Onetti respondió:

—Y... Ponele anarquista si querés. ¿Puedo fumar?

Semanas después —siempre según las leyendas—, el escritor tuvo que ser evacuado a un hospital psiquiátrico debido al síndrome de abstinencia que le produjeron la falta de alcohol y tranquilizantes. Ahí terminó su gesta más heroica.

Recientemente, revisé la obra de Onetti para un encuentro sobre su obra organizado por la Casa de América, la Secretaría General Iberoamericana y la Fundación San Benito de Alcántara. Mientras leía, comprendí que el episodio de esa detención habría podido ocurrirle a cualquiera de sus personajes: quizá a Juntacadáveres, cuyo sueño dorado era regentar un prostíbulo de medio pelo. O a los protagonistas de El Astillero, que fingen mantener vivo su negocio mientras venden la maquinaria como chatarra. Incluso a los de Tierra de Nadie, que fantasean con huir a una isla que ni siquiera existe. Ninguno de ellos se enfrenta a grandes peripecias épicas, como los personajes de La guerra del fin del mundo. Ninguno es importante para la historia latinoamericana como El general en su laberinto. Sólo son gente ruin enfrentada a la mediocridad de la vida, como la mayoría de nosotros. Las novelas de Onetti serían graciosas si no exhalasen del deprimente humor de la mediocridad.

A eso se debe que Onetti sea el menos conocido de los narradores del boom. Este último mohicano del existencialismo no sólo desdeñaba la política, también le asqueaban el éxito, la fama o el glamour y sentía una genuina repugnancia por todo lo que apestase a figuración pública. En consecuencia, no se enfrentaba a diabólicos dictadores ni a intrépidos guerrilleros. Tal vez porque habitaba en Uruguay -uno de los países más prósperos, pacíficos e igualitarios de la región- sabía que en una democracia ejemplar también se puede ser infeliz.

Pero también por eso, y de manera involuntaria, Onetti se ha convertido en el autor más actual del boom. Hasta los años ochenta, durante el auge de la Revolución Cubana, la utopía real-maravillosa capitaneado por Gabriel García Márquez pasó como una apisonadora sobre las novelas latinoamericanas, llenándolas de mujeres con rabos de cerdo que salían volando por las ventanas. Tras la caída del muro de Berlín, el realismo urbano y frecuentemente violento de la literatura latinoamericana estaba teñido de Mario Vargas Llosa, cuyos personajes defienden su libertad ante los tiranos.

Pero veinte años después, ni un extremo ni otro del espectro ideológico producen grandes pasiones. La Revolución Cubana no ha mejorado la vida de la gente, y tras dos décadas sin dictadores en el resto de la región, la cantidad de pobres es la misma que antes. Los latinoamericanos votan democráticamente por gobernantes autoritarios —Chávez, Uribe, el PRI—. Y el fenómeno no es exclusivo de América Latina. A lo largo de la última década, en nombre de la democracia se invaden países como Irak y se toleran dictaduras como las de Libia, Egipto y Kazajistán.

Esa atmósfera de desencanto se ha reflejado en la literatura latinoamericana y europea. Dos de sus autores más destacados de los últimos años, Bolaño y Houellebecq, pertenecen a la generación que vio caer los grandes sueños de Allende y Mayo del 68, y su amargura recuerda a Onetti. Los poetas asesinos del chileno y los funcionarios onanistas del francés, los exiliados suicidas del primero y los turistas sexuales del segundo, podrían aparecer en cualquier novela de un novelista uruguayo que murió sin conocerlos.

Onetti no parece haber influido en estos autores. No es él quien logró que su obra perdurase a través del tiempo. Por el contrario, es el tiempo el que se convirtió en lo que sus novelas narraban. A lo largo del siglo XX, el planeta se dividía en dos grandes verdades. En el siglo XXI sabemos, como sabía Onetti desde antes, que las dos eran mentira.

Sin duda, es admirable ser a la vez el miembro más antiguo y más moderno del club más selecto de la novela latinoamericana. Pero sobre todo, es notable haberlo hecho desde una cama, con la única arma de una botella de whisky. [fontanamoncada]

Puertas y ventanas

Disponible ya Rumor de pez

El más reciente libro de René Rodríguez Soriano, ganador del Premio de Poesía UCE 2008, puede adquirirse pulsando directamente en Rumor de pez. Otros títulos de mediaIsla, disponibles en Abasto. Corran la voz.

Audio de simposio Juan Bosch, disponible

La grabación de audio completa del Simposio Vida y Obra de Juan Bosch que se llevó a cabo el 5 de diciembre de 2009 en la Facultad de Ciencias Sociales está disponible en Internet en la Plataforma Umbral de la Facultad de Estudios Generales en la dirección: umbral@uprrp. edu La actividad se celebró con el co-auspicio del Instituto de Estudios del Caribe y la Facultad de Estudios Generales, entre otras organizaciones.

Mi barrio en letras

La Fundación Literaria Aníbal Montaño, Inc. se complace en invitarles al Lanzamiento Formal de 10 Talleres Literarios de nuestro proyecto Mi barrio en letras, este domingo 27 de diciembre, 09, a las 3:00 de la tarde en la comunidad de Hatillo, San Cristóbal, RD. Inf.: 809 703-3812 - 809 961-6513.

Orage de Cristina Castello

El nuevo poemario bilingüe (castellano- francés) de Cristina Castello Orage/Tempestad será presentado en París por Jean-Pierre Faye el 8 de enero de 2010 en la Maison de l'Amérique latine Moderador: el poeta André Chenet y porBernard Noël, el 14 de enero de 2010 en el PEN Club Français Moderador: el poeta André Chenet.

Un árbol de Noel y una boda de Fiodor Dostoyevski

Incluimos el cuento clásico de la semana, seleccionado por Luis López Nieves: Un árbol de Noel y una boda, por el autor ruso Fiodor Dostoyevski [1821-1881]. Pulse sobre el título para leer el cuento en CiudadSeva.com

La Universidad en discusión

Convocatoria. La Cátedra UNESCO de Educación de Gestión, Innovación y Colaboración en la Educación Superior, adscrita a la Facultad de Educación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, celebrará los días 25 y 26 de marzo de 2010, el Simposio de Educación Superior, bajo el tema central: La Universidad en discusión: Conocimiento y proyecto de futuro. Para más información, pueden comunicarse con la Cátedra UNESCO de Gestión, Innovación y Colaboración en la Educación Superior, al teléfono (787) 764-0000, ext. 4380; al fax (787) 772-1436, o por correo electrónico msmartinez@uprrp. edu La entrada y participación en estas actividades será libre de costo.

Imágenes del mundo

mediaIsla más que un grupo o comunidad cerrada, constituye hoy por hoy una modesta sala de lectura donde convergen una serie de personas interesadas en la construcción de un puente de doble vía, a través de la reflexión y el ameno intercambio de información interesante.