sábado, 29 de agosto de 2009

RESUMEN CULTURAL DE MEDIA ISLA, UNA RESENA DE HISTORIA, POLITICA, ECONOMIA, CIENCIA, ARTE, LITERATURA ( EL PEOR DIA DEL SIGLO XX)


El peor día del siglo XX , ¡La miseria o la vida! , La firma de Borges , Un tercer dios , Colombia y el exceso de realidad , NOAM CHOMSKI: Hablar de soberanía colombiana es un chiste , Historia de la caña y los ingenios , Borges: en el nombre del padre , Puertas y ventanas: Don Abelardo. Cárceles. La vejez , La poesía es como el aroma , Amigas de pensionado de Villiers de L'Isle Adam , Introducción a las religiones comparadas , Imágenes
del mundo ,-

El peor día del siglo XX
El 1 de septiembre de 1939, la locura se hizo guerra: Alemania invadió Polonia y desencadenó la Segunda Guerra Mundial.
Por JULIÁN CASANOVA © El País
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En la mañana del 1 de septiembre de 1939 el ejército alemán invadió Polonia y el 3 de septiembre Gran Bretaña y Francia declaraban la guerra a Alemania. Veinte años después de la firma de los tratados de paz que dieron por concluida la Primera Guerra Mundial, comenzó otra guerra destinada a resolver todas las tensiones que el comunismo, los fascismos y las democracias habían generado en los años anteriores. El estallido de la guerra en 1939 puso fin a lo que el historiador Edward H. Carr llamó "la crisis de veinte años" e hizo realidad los peores augurios. En 1941, la guerra europea se convirtió en mundial. El catálogo de destrucción humana que resultó de ese largo conflicto de seis años nunca se había visto en la historia.

Aunque algunas explicaciones sobre sus causas se centran exclusivamente en Hitler y en la Alemania nazi, en el período que transcurrió entre 1933 y 1939, para obtener una fotografía completa debe rastrearse en los trastornos producidos por la Primera Guerra Mundial. Al final de esa contienda, el mapa político de Europa sufrió una profunda transformació n, con el derrumbe de algunos de los grandes imperios y el surgimiento de nuevos países. De esa guerra salieron también el comunismo y el fascismo. Al tiempo que pasó entre el final de esa primera guerra y el comienzo de la segunda lo llamamos período de entreguerras, como si la paz hubiera sido la norma, pero en realidad en esa "crisis de veinte años" hubo algunas guerras pequeñas entre Estados europeos, revoluciones y contrarrevoluciones muy violentas y varias guerras civiles.

La caída de los viejos imperios continentales fue seguida de la creación de media docena de nuevos Estados en Europa, basados supuestamente en los principios de la nacionalidad, pero con el problema heredado e irresuelto de minorías nacionales dentro y fuera de sus fronteras. Todos ellos, salvo Checoslovaquia, se enfrentaron a grandes dificultades para encontrar una alternativa estable al derrumbe de ese orden social representado por las monarquías. Esa construcción de nuevos Estados llegó además en un momento de amenaza revolucionaria y disturbios sociales.
La toma del poder por los bolcheviques en Rusia en octubre de 1917 tuvo importantes repercusiones en Europa. En 1918 hubo revoluciones abortadas en Austria y Alemania, a las que siguieron varios intentos de insurrecciones obreras.
Un antiguo socialdemócrata, Béla Kun, estableció durante seis meses de 1919 una República soviética en Hungría, echada abajo por los terratenientes y por el ejercito rumano. Italia, en esos dos primeros años de posguerra, presenció numerosas ocupaciones de tierras y de fábricas. Esa oleada de revueltas acabó en todos los casos en derrota, aplastadas por las fuerzas del orden, pero asustó a la burguesía y contribuyó a generar un potente sentimiento contrarrevolucionar io que movilizó a las clases conservadoras en defensa de la propiedad, el orden y la religión.

El movimiento contrarrevolucionar io, antiliberal y antisocialista se manifestó muy pronto en Italia, durante la profunda crisis posbélica que sacudió a ese país entre 1919 y 1922, se consolidó a través de dictaduras derechistas y militares en varios países europeos y culminó con la subida al poder de Hitler en Alemania en 1933. Los datos que muestran el retroceso democrático y el camino hacia la dictadura resultan concluyentes. En 1920, todos los Estados europeos, excepto dos, la Rusia bolchevique y la Hungría del dictador derechista Horthy, podían definirse como democracias o sistemas parlamentarios restringidos. A comienzos de 1939, más de la mitad, incluida España, habían sucumbido ante dictaduras.

Durante un tiempo, sobre todo en los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, analistas e historiadores echaron la culpa de todos esos males, y del estallido de la guerra, a la fragilidad de la paz sellada en Versalles y a los dirigentes de las democracias que intentaron "apaciguar" a Hitler, en vez de parar su insaciable apetito. El problema empezaba en Alemania, donde amplios e importantes sectores de la población no aceptaron la derrota ni el tratado de paz que la sancionó, y continuaba en otros países como Polonia o Checoslovaquia, que albergaban millones de hablantes de alemán que, con la desintegració n del Imperio Habsburgo, habían perdido poder político y económico. Como les recordaban los grupos ultranacionalistas, ahora eran minorías en nuevos Estados dominados por grupos o razas inferiores.

Francia fue la única potencia victoriosa que trató de contener a Alemania en el marco de la paz de Versalles. Estados Unidos rechazó esos acuerdos y cualquier tipo de compromiso político con las luchas por el poder en Europa. Italia, sobre todo después de la llegada al poder de Mussolini, quería cambiar también esos acuerdos que no le habían otorgado colonias en África, y marcaba su propia agenda de expansión en el Mediterráneo. En cuanto a Gran Bretaña, su prioridad no estaba en el continente sino en el fortalecimiento de su imperio colonial y en la recuperación del comercio. Francia, por lo tanto, trabajaba para que Alemania cumpliera con los términos del tratado y Gran Bretaña buscaba la conciliación y la revisión de lo que consideraba un acuerdo demasiado injusto para los países vencidos. Esa diferencia dejó a Gran Bretaña y Francia en constante disputa y a Alemania dispuesta a sacar partido de la división.

Pese a todas esas dificultades, a las tensiones sociales y a las divisiones ideológicas, el orden internacional creado por la paz de Versalles sobrevivió una década sin serios incidentes. Todo cambió con la crisis económica de 1929, el surgimiento de la Unión Soviética como un poder militar e industrial bajo Stalin y la designación de Hitler como canciller alemán en enero de 1933. La incapacidad del orden capitalista liberal para evitar el desastre económico hizo crecer el extremismo político, el nacionalismo violento y la hostilidad al sistema parlamentario.
Las políticas de rearme emprendidas por los principales países europeos desde comienzos de esa década crearon un clima de incertidumbre y crisis que redujo la seguridad internacional.
La Unión Soviética inició un programa masivo de modernización militar e industrial que la colocaría a la cabeza del poder militar durante las siguientes décadas. Por las mismas fechas, los nazis, con Hitler al frente, se comprometieron a echar abajo los acuerdos de Versalles y devolver a Alemania su dominio. La Italia de Mussolini siguió el mismo camino y su economía estuvo supeditada cada vez más a la preparación de la guerra. Francia y Gran Bretaña comenzaron el rearme en 1934 y lo aceleraron desde 1936.
El comercio mundial de armas se duplicó desde 1932 a 1937. Las estadísticas alemanas revelaban que el gasto en armas en 1934 se había disparado y que el porcentaje del presupuesto alemán dedicado al ejército pasó, en los dos primeros años de Hitler en el poder, del 10% al 21%. Según Richard Overy, "el sentimiento popular antibélico de los años veinte dio paso gradualmente al reconocimiento de que una gran guerra era de nuevo muy posible".
Importantes eslabones en esa escalada a una nueva guerra mundial fueron la conquista japonesa de Manchuria en septiembre de 1931, la invasión italiana de Abisinia en octubre de 1935 y la intervención de las potencias fascistas y de la Unión Soviética en la guerra civil española. En apenas tres años, de 1935 a 1938, Hitler subvirtió el orden internacional que, pactado por los vencedores de la Primera Guerra Mundial, había intentado prevenir que Alemania se convirtiera de nuevo en una amenaza para la paz en Europa.
El Tratado de Versalles impuso notables restricciones al poderío militar alemán. En 1935, la región del Sarre volvió a ser alemana después de que una mayoría de la población así lo decidiera en un plebiscito. En marzo de 1936, Hitler ordenó a las tropas alemanas reocupar Renania, una zona desmilitarizada desde 1919, y exactamente dos años después, el ejército nazi entraba en Viena, inaugurando el Anschluss, la unión de Austria y Alemania.

La Liga de Naciones, la organización internacional creada en París en 1919 para vigilar la seguridad colectiva, la resolución de las disputas y el desarme, fue incapaz de prevenir y castigar esas agresiones, mientras que los gobernantes británicos y franceses, hombres como Neville Chamberlain o Pierre Laval, pusieron en marcha la llamada "política de apaciguamiento" , consistente en evitar una nueva guerra a costa de aceptar las demandas revisionistas de las dictaduras fascistas. Hitler percibió esa actitud como un claro signo de debilidad y, así las cosas, siempre prefirió lograr sus objetivos con acciones militares antes que enzarzarse en discusiones diplomáticas multilaterales.
Esa debilidad llegó a su punto más alto el 29 de septiembre de 1938, en Munich, cuando Neville Chamberlain y Edouard Daladier aceptaron la entrega de los territorios de los Sudetes a Alemania. El sacrificio de Checoslovaquia tampoco frenó las ambiciones expansionistas nazis y Hitler interpretó que Gran Bretaña y Francia le habían dado luz verde para extenderse por el este.
Cuado no había pasado ni un mes desde el acuerdo de Munich, Hitler ordenó a sus fuerzas armadas que se prepararan para la "liquidación pacífica" de lo que quedaba de Checoslovaquia. A mediados de marzo de 1939, las tropas alemanas entraban en Praga y Hitler planeó lanzar una guerra de castigo contra Polonia. Sólo la Unión Soviética, con fuertes intereses en esa zona, podía oponerse y para que eso no ocurriera, Hitler firmó con Stalin el 23 de agosto un pacto de no agresión entre enemigos ideológicos. Unos días después, la invasión de Polonia convenció a las potencias democráticas que la colisión era preferible al derrumbe definitivo de la seguridad europea.
La crisis del orden social, de la economía, del sistema internacional, se iba a resolver mediante las armas, en una guerra total, sin barreras entre soldados y civiles, que puso la ciencia y la industria al servicio de la eliminación del contrario. Un grupo de criminales que consideraba la guerra como una opción aceptable en política exterior se hizo con el poder y puso contra las cuerdas a políticos parlamentarios educados en el diálogo y la negociación. Y la brutal realidad que salió de sus decisiones fueron los asesinatos, la tortura y los campos de concentración. Hitler provocó la guerra, pero ésta fue también posible por la incapacidad de los gobernantes demócratas para comprender la violencia desatada por el nacionalismo moderno y el conflicto ideológico. [Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza]
De vez en cuando
¡La miseria o la vida!
Los sociólogos hablan miserablemente, y los miserables comienzan a expresarse sociológicamente. Jean Baudrillard
Por René Rodríguez Soriano © mediaIsla
En un ayer remoto no era extraño ver y oír, en las series de la tele o el cine, a un truhán cuando asaltaba a otro para pedirle la bolsa o la vida. Hoy no sucede así. La premonición de Borges se ha cumplido y nuestras imágenes, en los espejos, están imitándonos cada vez menos. La realidad ha sido expulsada de la realidad. Sólo la tecnología sigue tal vez uniendo los fragmentos dispersos de lo real. No somos otra cosa que la pasión de la ilusión, algo que según Baudrillard es más fuerte que el sexo o la felicidad. La miseria, el dolor y la podredumbre se han convertido en moneda de cambio.
Los políticos y los mercadólogos nos manipulan a través del estímulo de los afectos más bajos: la compasión y repulsión hacia uno mismo (los buscadores del éxito en los Reality Shows, la publicidad burda y odiosa de las cada vez más frecuentes lidias electorales) , bajo el entendido de que la gobernabilidad se sustenta en la imbecilidad colectiva: tu imbecilidad y tu resentimiento nos interesan. Todo esto bajo la piel de oveja de quienes están interesados en refrendar esos males, realmente creados por ellos mismos y sus patriarcas. Hoy se seduce gracias al preservativo.
Estamos ante un crimen que puede existir o no existir, como la realidad o este texto, un crimen perfecto. ¿El terrorismo contra el terrorismo, acaso? En último término, el asesino y la víctima son una misma persona. El mundo anda fuera de nuestro control y pasamos a ser pensados por el objeto, somos víctimas fascinadas, distraídas, irresponsables y enervadas. No estamos conscientes de lo que queremos, pero sí sabemos qué no queremos.
En el hoy más cercano, puedo encender una de las tantas pantallas y ver a cualquier señor denostando a sanguinarios malandrines, en un espacio sustentado por los nobles amos de la industria armamentista o farmacéutica; puedo oír a un empresario político (político empresario, lo mismo da), decir que tal o cual no hizo, hizo o dejó de hacer o decir tales o cuales cosas… y le doy up o down a la cajita y sigo adelante, viendo a viejos que se empeñan en mantenerse ridículamente jóvenes ad vitam y… pulso off y pienso que: "si el sistema fracasa en ser todo, no quedará nada. Si el pensamiento fracasa en no ser nada, quedará algo..."
En fin, que por nada, absolutamente por nada y, aunque no podamos entender la esencia del mundo, quizás mediante el crimen perfecto accedamos a los medios para desentrañar, tal vez, lo que ni nos interese desentrañar. [René Rodríguez Soriano]
La firma de BorgesA 110 años del nacimiento del escritor argentino, muerto en Ginebra en 1986, el autor de este artículo le sigue la pista al cuento "El sueño", de O. Henry. Incluido en una antología realizada por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, da la impresión de ser un invento borgiano. Por Arturo Fontaine © El Mercurio
El mejor cuento de Cuentos breves y extraordinarios, la antología de Borges y Bioy Casares, viene firmado por O. Henry. Se llama "El sueño" y es breve y borgiano. Siempre oí decir que Borges hacía esas cosas, que inventaba citas, autores. El asunto me intriga. Tanto, que me atrevo a importunar a mi amigo Lucas Sierra, que está en Cambridge, escribiendo ocupadísimo una tesis doctoral sobre Habermas. Le pido que me ayude y busque "El sueño". Lucas, una persona real, como lo demuestra el hecho de que obtuvo una beca real y fue admitido al
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doctorado de una universidad tan real, seria y respetable como Cambridge, me contesta de inmediato por e-mail , sin imaginar, claro, lo que le espera, y dice que sí, que por supuesto, que lo buscará en la biblioteca de Cambridge, donde está todo, absolutamente todo. No le costará nada. De hecho, se pasa entre esas estanterías interminables todo el día y algo de la noche.
A Lucas le ocurre algo borgiano: O. Henry no está en el completísimo catálogo manual de la Universidad de Cambridge. Tampoco en el fichero computarizado de la biblioteca. ¿Será, entonces, el célebre O. Henry un autor inventado por Borges?
Lo que pasa, simplemente, es que ni él ni yo nos hemos enterado de que O. Henry había nacido como William Sidney Porter, en Greensboro, 1862, y que en los catálogos de la universidad aparece como Porter Sidney, William (O. Henry). Despejado ese enigma, tranquilo y un poco decepcionado, Lucas, interrumpiendo a Habermas, se lanzó a la búsqueda de "El sueño", "The Dream".
Entre tanto, vía Amazon, conseguí dos antologías de O. Henry -una publicada por Modern Library con treinta y ocho cuentos, y otra por Signet Classics con cuarenta y uno-. "El sueño" no estaba. Lucas tampoco lo había encontrado en los doce volúmenes de las obras completas de O. Henry, editadas por Doubleday, Nueva York en 1917. Ni en la Biographical Edition de 1929 en dieciocho tomos. Ni en la edición de sus obras completas en dos gruesos volúmenes de 1957.
Antologador honesto
Días después, Lucas está en Londres y, por supuesto, llueve. No encuentra "El sueño" en la biblioteca de la University College ni en la mismísima British Library. Lucas queda perplejo. Borges nos transforma en sus personajes.

Un sábado cualquiera, para protegerse de la lluvia, yes, it´s rainning cats and dogs , entra a la biblioteca municipal de Camden, cerca de la estación Swiss Cottage. Por hacer algo mientras pasa el chaparrón, aprovecha de ver qué hay allí de O. Henry. La probabilidad de encontrar "El sueño" es, claro, cercana a cero, pero ¿qué más hacer mientras espera que la lluvia amaine?
Lo único de O. Henry es una antología que, por cierto, había visto antes en los catálogos consultados, pero no había considerado del caso revisar por ser una selección entre tantas y no una edición de obras completas. La publicación está fechada en 1937 y editada por Hodder and Stoughton Ltda. Sucede lo imposible: "El Sueño" está ahí. Borges no ha inventado, ha sido un antologador honesto.

Lucas lee el cuento a toda carrera poseído por una excitación nerviosa, como si realmente hubiera descubierto un secreto. Y, claro, nota algo raro. El cuento es y no es el mismo. Me lo envía por fax. Debajo del título, entre corchetes, hay una nota explicativa del editor de esa antología: "Esta fue la última obra de O. Henry. La revista Cosmopolitan se lo había encargado y, después de su muerte, se encontró el manuscrito inconcluso en su pieza, sobre su polvoriento escritorio".
Sigue el relato al que O. Henry llamó "The Dream".
La primera línea de "El sueño" tal como apareció originalmente en la revista Cosmopolitan, y reproduce la antología encontrada por Lucas, dice así: "Murray soñó un sueño". Este relato, "no quiere ser explicativo: no es más que el registro del sueño de Murray".
Murray está sólo en su celda de condenado. Hay una mesa y sobre ella un foco de luz blanca. La electrocución será a las ocho de la tarde. Una hormiga camina en la mesa. Murray, con un sobre blanco, le bloquea el camino. La hormiga desesperada corre de aquí para allá y siempre surge el sobre blanco que le cierra el camino. Murray sonríe.

En el pabellón quedan siete. Cuando Murray llegó había diez. Murray se pregunta qué pasará con él, si le responderán los músculos de las piernas, los nervios del estómago, la cara. Porque esta es su noche. Oye de la celda del otro lado la inconfundible voz de Bonifacio, el siciliano que mató a su novia y a los dos policías que fueron a arrestarlo. También Murray mató a su mujer por celos y se le escapó el rival por un pelo. Le pregunta si se siente bien. Murray dice que sí. Bonifacio le recuerda que fue él quien ganó la última partida de damas. Murray se ríe: es verdad. La carcajada lo anima. Al siciliano le queda una semana.

Se oye el ruido seco de los cerrojos al abrirse la puerta del corredor. Luego, pasos. Son tres: dos guardias y el capellán. Murray sonríe. Quiere decir algo pero no sabe qué.
Hay siete condenados que oyen esos pasos. Pero sólo tres le gritan adiós: Bonifacio, Marvin, que intentando escapar de la cárcel mató a un guardia, y Basset, que en el asalto de un tren mató a un inspector que no quiso levantar las manos. Los otros cuatro callan humildemente. Son seres inferiores que mataron sin un instante de esplendor. "Hay una aristocracia del crimen".
Murray se maravilla de su propia indiferencia y perfecta frialdad. "En el cuarto de ejecuciones hay unos veinte hombres, entre guardias, periodistas y curiosos que habían conseguido.. .".
El relato se corta. Hay un espacio en blanco. En el siguiente párrafo, sin señal ni advertencia alguna, se lee: "Aquí, en mitad de la frase, la mano de la Muerte ("the hand of Death") interrumpió la narración del último cuento de O. Henry. Había planeado hacer esta historia diferente de las anteriores, el comienzo de una nueva serie en un estilo que no había intentado antes".

El sueño de Murray

¿Quién habla aquí? O. Henry ya ha muerto. Son los editores de Cosmopolitan, quienes agregan: "Quiero mostrarle al público", dijo, "que puedo escribir algo nuevo -nuevo para mí, quiero decir-, una historia sin slang alguno, un argumento directo y dramático tratado de tal modo que se acerque a mi idea de lo que es realmente la escritura de un cuento real". Antes de empezar a escribir este cuento, O. Henry reseñó brevemente cómo pensaba desarrollarlo: "Murray, el criminal acusado y convicto de asesinar brutalmente a su mujer -un homicidio provocado por los celos-, al comienzo enfrenta la muerte con calma y, visto desde fuera, parece indiferente a su destino. Pero al acercarse a la silla eléctrica se le revuelven los sentimientos.
Queda desconcertado, embobado y petrificado. Toda la escena de la muerte -los testigos, los espectadores, los preparativos de la ejecución- se le hace irreal. Por su cerebro un pensamiento atraviesa como una llamarada: se ha cometido una equivocación terrible. ¿Por que lo amarran a esa silla? ¿Qué ha hecho? ¿Qué crimen ha cometido? Mientras le ajustan las amarras tiene una visión. Sueña un sueño. Ve una casita de campo, brillante, llena de luz. Hay una enredadera en flor. Hay una mujer y un niño pequeño. Les habla y, claro, es su mujer, es su hijo. Está en su casa. Así es que, después de todo, hubo realmente una equivocación. Alguien cometió un terrible error. La acusación, el juicio, la sentencia de muerte, la silla eléctrica, todo eso es un sueño. Abraza a su mujer y besa a su hijo. Sí, la felicidad está aquí. Entonces, era un sueño. A la señal del guardia dan la corriente.
Murray había soñado el sueño equivocado".
Hasta ahí lo escrito por los editores de Cosmopolitan que transcriben, entonces, no sólo una parte del cuento inconcluso de O. Henry, sino que también el boceto que escribió O. Henry, por así decir, el proyecto del cuento que no alcanzó a llevar a cabo.
El original del manuscrito de O. Henry salió a remate por la casa Anderson Galleries, según informó el New York Times del 16 de abril de 1922. El New York Times anuncia: "To sell O. Henry's Last Manuscript". Y en el subtítulo: "Death prevented finish". Más adelante, se nos informa que el manuscrito consta de ocho cuartillas en papel de manila.
Borges y Bioy traducen el cuento tal cual lo publicó la revista Cosmopolitan, permitiéndose, a mi juicio, atinadas licencias. Pero, en su escritura, después de los puntos suspensivos y el espacio en blanco que cortan la narración, se lee:
"Aquí, en medio de una frase, el sueño quedó interrumpido por la muerte de O. Henry. Sabemos, sin embargo, el final: Murray, acusado y convicto de asesinato de su querida, enfrenta su destino con inexplicable serenidad... ". El original decía: "al comienzo enfrenta la muerte con calma y, visto desde fuera, parece indiferente a su destino". Se la sustituye por "enfrenta su destino con inexplicable serenidad". Es más conciso. El original decía: "Mientras le ajustan las amarras tiene una visión. Sueña un sueño". Borges y Bioy escriben: "Lo atan. De pronto, la cámara, los espectadores, los preparativos de la ejecución le parecen irreales. Se despierta: a su lado están su mujer y su hijo". Se ha suprimido el sueño de la casa de campo llena de luz y flores. Bastan la mujer y el hijo. Sobre todo ese "Se despierta" es más intenso y poderoso que "tiene una visión. Sueña un sueño".
La versión libre de los argentinos es más tersa, directa y mejor, pero todavía es una versión. Sin embargo, en el último momento nos espera una verdadera sorpresa: "Se despierta: a su lado están su mujer y su hijo. Comprende que el asesinato, el proceso, la sentencia de muerte, la silla eléctrica son un sueño. Aún trémulo, besa en la frente a su mujer. En ese momento, lo electrocutan.
La ejecución interrumpe el sueño de Murray".
O. Henry, Voltereta borgiana
Borges y Bioy suprimen la última frase del proyecto del cuento que escribió O. Henry, la que decía "Murray había soñado el sueño equivocado" ("Murray had dreamed the wrong dream"). La sustituyen por "La ejecución interrumpe el sueño de Murray", que es más fiel a lo que ocurre.
Y, justo al final, la clásica voltereta borgiana. La ficción comienza a rebotar en el espejo de otra ficción, y se devuelve.

Porque quien nos ha contado todo esto es un narrador en tercera persona que sabe lo que está sintiendo Murray en su celda y, luego, en la silla. Quien narra es, obviamente, O. Henry. Pero, después, de la súbita interrupción del relato, ¿quién deja ese espacio en blanco en el que muere O. Henry, y anota, luego, la explicación? ¿Quién es el que nos sigue hablando ahí? Ya no son más los editores de Cosmopolitan, sino que el propio muerto, O. Henry. Porque es su firma al pie la que cierra el cuento (de Borges) y pasa a ser la última línea de O. Henry (escrita por Borges).
El sueño de un condenado es interrumpido por el estremecimiento de la corriente de la silla eléctrica, sólo que ahora ese cuento a su vez queda interrumpido por la muerte del autor del cuento, O. Henry, lo que nos cuenta el mismo O. Henry. ¿Pero cómo pudo escribirlo el propio O. Henry si ya había caído muerto dejándolo a medias?
Es, realmente, un cuento breve y extraordinario que O. Henry nunca imaginó. Un cuento sobre un cuento imposible. Porque en lo inverosímil está su ironía y, al mismo tiempo, esa velada, sutil alusión, como si todo existiera en la forma de un sueño en el que alguien, un Segismundo divino, soñara que está soñando que sueña, y así siempre.
El mejor cuento de O. Henry no lo escribió O. Henry: Borges le puso su firma. * Extracto del artículo publicado en el último número de la revista Letras Libres, México. (Nº 128, agosto 2009) [zoiladulceuva]
Un tercer dios
Por José Saramago © Boomeran(g)
Creo que las tesis de Huntington sobre el "choque de civilizaciones" , atacadas por unos y celebradas por otros cuando fueron expuestas, merecerían ahora un estudio más atento y menos apasionado. Nos hemos habituado a la idea de que la cultura es una especie de panacea universal y que los intercambios culturales son el mejor camino para la solución de los conflictos. Soy menos optimista. Creo que sólo una manifiesta y activa voluntad de paz podría abrir la puerta a ese flujo cultural multidireccional, sin ánimo de dominio por ninguna de las partes. Esa voluntad tal vez exista por ahí, pero no los medios para concretizarla. Cristianismo e islamismo continúan comportándose como irreconciliables hermanos enemigos incapaces de llegar al deseado pacto de no agresión que tal vez trajera alguna paz al mundo. Pues bien, ya que inventamos Dios y Alá, con los desastrosos resultados conocidos, la solución tal vez esté en crear un tercer dios con poderes suficientes para obligar a los impertinentes desavenidos a deponer las armas y dejar en paz a la humanidad. Y que después ese tercer dios nos haga el favor de retirarse del escenario donde se viene desarrollando la tragedia de un inventor, el hombre, esclavizado por su propia creación, dios. Lo más probable, sin embargo, es que esto no tenga remedio y que las civilizaciones sigan chocando unas contra otras. [lilibrik]
Colombia y el exceso de realidad
En un país donde cada día ocurren tantas y diferentes cosas a la vez, la realidad es una tentación para los escritores, los que han protagonizado un suceso y los periodistas que desean plasmar esa experiencia en un libro. Pero su abuso va en detrimento de la imaginación y la creatividad, dice la escritora Piedad Bonnett
Por PIEDAD BONNETT © Babelia
Eso que llamamos realidad es, lo sabemos, rica en matices en cualquier parte de la tierra. Basta con saber mirarla. Pero en Colombia, lugar donde la vida transcurre de una manera no propiamente apacible, dicha realidad, al estar plagada de hechos trágicos, pareciera más compleja que en otras partes.

Esa "realidad-real" , para hablar en términos de Vargas Llosa, siempre rebosante, que crea "picos" de tensión que ponen en vilo a la nación entera (un secuestro masivo, una liberación de rehenes, un ataque guerrillero, una masacre de paramilitares, un escándalo político de grandes proporciones) se convierte en realidad virtual en la avalancha noticiosa, en las imágenes o narraciones que, repetidas, terminan por reemplazar la experiencia misma. Inmersos en un río informativo siempre cambiante, los colombianos sufrimos de lo que Annie le Brun, la anárquica escritora francesa, llama "exceso de realidad". En manos de los medios, la información termina por ser un remolino de hechos ruidosos, pero también fugaces, frente a los cuales perdemos perspectiva y capacidad de relación. Vivimos en un reino de confusión en parte porque la razón detrás de los hechos suele ser incomprensible, en parte porque la escasez analítica y reflexiva -relegada casi totalmente al terreno de la academia y de los estudios especializados- contribuye a desdibujar el sentido del presente. Y sin embargo, pareciera que los colombianos siguen creyendo en el poder de la palabra.

En la era de la globalización y la posmodernidad todo el que no ha escrito un libro, o lo está escribiendo o querría escribirlo. Y por eso mismo se publican tantos perfectamente prescindibles. Si esta pasión por la escritura nace del prestigio de la letra escrita, o de una necesidad catártica o terapéutica, o del deseo de alcanzar reconocimiento o dinero -o las tres cosas, no lo sé-. El caso es que en Colombia, país donde todo tiende a ser hiperbólico, esta pasión ha llegado a la desmesura: casi cualquier ciudadano que ha pasado por una experiencia dramática -¡y son muchos!- decide, impulsado por la necesidad de expresarse -o por los editores, vaya uno a saber-, verter sus historias en un libro.
Todos -el que fue secuestrado por horas en un avión, el que pasó diez años en la selva, el que escapó de sus raptores, el raptor mismo, desde la cárcel, el padre, la esposa, el hijo del secuestrado, el policía que dirigió el rescate- quieren hacer el relato escrito de lo vivido.
Ese deseo de representació n de la experiencia, que pareciera formar parte del Zeitgeist o espíritu de una época, no es censurable, siempre que represente una alternativa al ruido mediático e ilumine cualquier resquicio de nuestra oscura realidad.
Y aun cuando no consiga la hondura emocional y la calidad literaria de los escritos de Primo Levi, Jean Améry o Imre Kertész. Pero no. Lo que suele suceder es que el protagonista de los hechos se lanza, en los meses siguientes al desenlace del evento, solo o con la ayuda de un profesional, y aprovechando la coyuntura mediática, a la escritura de su testimonio. Y que las editoriales publican lo escrito sin mayores exigencias, pensando sobre todo en los réditos económicos de las publicaciones coyunturales. Predominan entonces los relatos planos, en los que se nota la falta de decantación de la experiencia, meros vertederos de hechos en sucesión cuyo dramatismo sólo nace, cuando se alcanza, de la cruda realidad que encierran y no de otra cosa. Y es una lástima. Porque las que podrían ser expresiones hondas del espíritu humano, búsquedas de sentido a través de la palabra, se convierten, por falta de guía o de hondura, en relatos superficiales abigarrados de lugares comunes o de insidias, mero alimento del morbo de los lectores.

El público, por su parte, se lanza, hambriento de realidad, a consumir estos libros, hasta convertirlos, casi siempre, en best sellers. Fascinados con la idea de poder penetrar realidades conocidas a medias, estos lectores insaciados acuden al material testimonial en busca del detalle, de los relatos ocultos, de lo no dicho. De las tripas sangrantes de la realidad tal y como les interesa. Habría que ver hasta qué punto sus expectativas son recompensadas.

A la realidad colombiana, por fortuna, no le han faltado buenos cronistas. Alberto Salcedo Ramos, Cristian Valencia, Germán Castro Caicedo, Alfredo Molano, Alonso Salazar, Juanita León, son los nombres de algunos de los que, con espíritu de riesgo, han mostrado un país diverso, contradictorio, doloroso, muy vivo. Sin embargo, un fenómeno curioso -no ajeno a otras latitudes- se da en el terreno del periodismo. Muchas de sus figuras se han lanzado a la aventura de la novela, con relativo éxito en lo que a lectores y divulgación se refiere. ¿Qué los lleva, se pregunta uno, a bucear en estas aguas? Más allá de las razones personales o coyunturales, uno podría pensar en que estos profesionales, ahítos de "realidad real", quieren abordarla a través de lenguajes simbólicos que permitan mostrarla de manera crítica, novedosa e imaginativa. No siempre lo logran. Pero no es éste el lugar para examinar cuál es el resultado de tales experiencias. Sólo he querido señalar, en aras de la reflexión, que "el exceso de realidad" obra en Colombia, hoy por hoy, en detrimento de la imaginación, haciendo que sus escribanos confundan eficacia con fidelidad. Se olvidan de que a lo real se llega sobrepasando el realismo craso. Y de que, como decía Machado, la verdad también se inventa. [ Piedad Bonnett (Antioquia, 1951) es autora del poemario Las herencias y la novela Para otros es el cielo]
Noam Chomski: Hablar de soberanía colombiana es un chiste
Por Eva Golinger © Venezolana de Televisión - Rebelión
—Bienvenido a Venezuela, Sr. Noam Chomsky. Estamos muy emocionados por su visita, especialmente durante un momento histórico en el que están ocurriendo muchos cambios en América Latina, potenciales cambios en la relación de EE.UU. con naciones latinoamericanas, y actualmente existen importantes tensiones y conflictos que causan gran preocupación a los latinoamericanos. En este contexto, y con el recrudecimiento de las agresiones en los últimos meses, con el golpe de Estado en Honduras, el aumento de la presencia militar en Colombia, con la ocupación de más de siete bases militares, además de un control territorial a nivel militar en Colombia, tenemos también la reactivación de la cuarta flota de la armada que ocurrió el año pasado pero está siendo usada ahora en este contexto. También el tono del discurso hacia Venezuela se ha hecho más fuerte, con acusaciones que ya se hacían y ahora continúan ahora más formales, acusando a Venezuela de permitir el narcotráfico, terrorismo, y ha habido un aumento del presupuesto militar del Pentágono, para el Comando Sur en esta región.
La pregunta es, ¿es este algún tipo de fenómeno? Ahora con un presidente supuestamente progresista en la Casa Blanca vemos más ataques contra movimientos progresistas en América Latina.
—Y en el resto del mundo. Pero lo que ocurre en América Latina ha ocurrido por más tiempo. EE.UU. por mucho tiempo dio por sentado que podía controlar a América Latina, y de hecho este fue un principio básico de su política exterior desde sus orígenes como república, como una aspiración, que lograron concretar en el siglo XX. El Consejo de Seguridad Nacional, la mayor entidad de planificación, dice que si no podemos controlar América Latina, ¿cómo podemos el resto del mundo?
Henry Kissinger, cuando el golpe de Pinochet, dijo "tenemos que deshacernos de Allende o no tendremos credibilidad en el resto del mundo".. Esa es la clave para controlar el mundo, y por supuesto gran parte de la economía estadounidense estaba basada en inversiones, que eran una especie de saqueo, desde el siglo XIX. Todo esto ocurrió por mucho tiempo y de distintas maneras, intervención militar, golpes de Estado, agresiones, durante el gobierno de Kennedy, con agresión de Estado, el ejército instaurando Estados de seguridad al estilo neonazi. Luego llegó el período neoliberal, el control de los países por medios económicos, pero a finales de los noventa ya no era tan frecuente, Venezuela es un ejemplo, pero ocurría en muchos otros países. Lentamente los países latinoamericanos empezaron a escapar del largo período, desde la época de los conquistadores españoles y portugueses, de una u otra forma de colonización.
Empezaron a librarse del FMI, pagar y reestructurar sus deudas, enfocarse en los problemas internos, y EE.UU. empezaba a perder control, y tenía que haber una respuesta, que se ha desplegado desde finales de los noventa, y que tiene dos frentes, uno militar, y el otro que denominan promoción de la democracia, que es un eufemismo de sometimiento. Uno es militar y el otro es el sometimiento, y Obama sencillamente les está dando continuidad. No está haciendo nada nuevo. Parece diferente a Bush, pero la razón es, si vemos la opinión pública, voceros del gobierno, ellos critican a Bush por no haber prestado atención a América Latina, y que la región sufrió por esto. De hecho es lo mejor que le ha pasado a América Latina, que EE.UU. dirija su atención a otras regiones. Pero Obama quiere remediar esa situación desde una perspectiva progresista liberal, prestando más atención a América Latina, lo que implica un retorno a políticas más tradicionales, la militarizació n y el sometimiento. Lo que tú mencionas es un ejemplo, pero viene de antes, de hace muchos años, por ejemplo el entrenamiento de militares latinoamericanos por los últimos diez o quince años ha aumentado en gran medida, quizá 50% más de lo que era en los años noventa. Y ahora la posición militar de EE.UU. en América Latina es relativamente mayor que durante la Guerra Fría. Por primera vez, hay más oficiales de entrenamiento militar que asesores económicos. La estrategia ha cambiado hacia un esfuerzo por reconstruir una estructura de intervención potencial, y también para la llamada promoción de la democracia.
—Que hemos experimentado en gran medida aquí en Venezuela a través de la USAID, la National Endowment for Democracy con financiamiento a grupos opositores y ahora con participación en una campaña de contrainsurgencia al interior de las fuerzas revolucionarias que apoyan al gobierno, que intentan neutralizar.
—Pero estas son políticas de larga data. EE.UU. de hecho inició una nueva fase del imperialismo hace un siglo, al convertirse en una potencia mundial, ya había sido una potencia regional, pero con la conquista de Filipinas, ese fue el momento crucial, por los años 1900, mató a cientos de miles de personas, estableció un control militar parcial, pero tenían que gobernar el país. ¿Cómo gobernar el país? Bueno, desarrollaron una nueva forma de colonialismo, con un Estado de vigilancia muy complejo, usando la última tecnología de la época para socavar movimientos políticos, para desintegrarlos, promover el faccionalismo.
Crearon una fuerza militar-policial paralela que podía usar la fuerza cuando fuese necesario. Era muy minucioso y complejo, y de hecho ha regresado a los países de origen, los Estados de vigilancia el Occidente: EE.UU., Inglaterra, desde la Primera Guerra Mundial, basados en el modelo filipino. Y sigue hasta hoy. Filipinas es el único país en el este asiático que no ha participado en el rápido crecimiento económico de las últimas décadas, y aún tiene una fuerza militar terrorista, violaciones a derechos humanos, etc.

Las técnicas son: primero, una fuerza militar internamente, si es necesaria, y segundo la colaboración de los líderes del Estado, por eso es que quieren infiltrar los movimientos revolucionarios, incitar la separación, socavar el poder de otros grupos y obtener beneficios de sus contactos con el poder imperial. Los británicos y los franceses hicieron cosas parecidas, pero esta vez se hizo con gran detalle, algo nuevo en la historia del imperialismo, y por supuesto se extendió a América Latina. Por eso es que después de cada intervención, por ejemplo Haití, República Dominicana, Nicaragua, donde sea, dejan el país en manos de la Guardia Nacional y en colaboración con líderes del Estado. Y la Guardia Nacional es una fuerza de terrorismo de Estado. La Guardia Nacional haitiana nunca luchó contra otro país. Su ejército lucha contra la población, lo mismo con Somoza.

Esa capacidad se perdió en parte en los años noventa y ahora se reconstruye de otra manera. Pero es una tradición antigua. De hecho data de mucho antes. Vale recordar que EE.UU. es el único país del mundo que fue fundado como un imperio. George Washington lo describió como un imperio infante y por supuesto tuvieron que conquistar el territorio nacional, eso es imperialismo, no cruzaron mares, pero aparte de eso, es imperialismo estándar.
Prácticamente exterminaron a la población, se robaron la mitad del territorio de México y en 1898 empezaron a expandirse a otras regiones, pero el proceso es el mismo. Y es importante saber que lo hacen con toda franqueza y con una creencia en el carácter divino de su misión. Es un país religioso y siempre ha actuado para cumplir la misión de la Divina Providencia. George Bush hablaba en esos términos. Obama no necesita usar las mismas palabras. Es sofisticado. . El mejor ejemplo, como todos saben, es la primera colonia en EE.UU.: Massachussets.
Su carta fundacional es de 1629, establecieron su escudo en el que aparecía un indio apuntando su lanza hacia abajo y un pergamino saliendo de su boca, que decía "venid a ayudarnos", así que los colonos que iban allá a quitarles sus tierras y exterminarlos estaban convencidos de que estaban respondiendo a ese llamado de auxilio, y esa actitud sigue en la actualidad.. Cada agresión, intento de sometimiento tiene la misma inspiración. Otros países imperialistas como Francia tienen actitudes similares pero está mucho más arraigada en la cultura y creencia estadounidenses. Hay un importante trasfondo religioso, todo se justifica. Lo más que puede pasar es que se cometan errores.

—Eso es también como una guerra psicológica, una manipulación de la realidad, para dar esa impresión.
—Es importante entender que es aceptado internamente. Por ejemplo, no se puede hacer un comentario crítico sobre cualquier acción de EE.UU. Obama, por ejemplo, es muy elogiado por ser uno de los principales críticos de la guerra en Irak. ¿Cuál fue su crítica? Dijo que era un error garrafal estratégico. Asumió la misma posición que asumió el estado mayor alemán después de Stalingrado.
O la posición de los rusos sobre Afganistán a principios de los ochenta. Y no lo llamamos crítica cuando es de nuestros enemigos, lo llamamos servilismo al poder. Pero en nuestro caso, los liberales, progresistas lo llaman oposición principal. Y se puede ir más allá y estar aún dentro del marco doctrinal básico, y viene de esa autopercepció n de nobleza, de la misión divina de civilizar el mundo, elevarlo a un mayor nivel, entonces el sometimiento y la militarizació n son considerados primordiales, y de hecho en el caso de América Latina la izquierda condena a Bush por no enfocarse en América Latina, por no cumplir con la misión civilizadora. No es sorpresa entonces las acciones de Obama.

—Y es un proceso cuyo ritmo está aumentando rápidamente.
—En parte por estas razones y en parte porque los problemas son más apremiantes. La llamada "marea rosa" es considerada un verdadero peligro. De hecho el gobierno de EE.UU. está apoyando gobiernos que hace cuarenta años habría derrocado. El gobierno de Brasil, por ejemplo. Las políticas de Lula no son tan diferentes de las políticas de Goulart a principios de los sesenta, cuando el gobierno de Kennedy inició un golpe militar e instaló el primer Estado de seguridad nacional estilo neonazi, y ahora es un país amigo, porque todo el espectro se ha desplazado tanto que ahora EE.UU. debe apoyar al tipo de gobierno que antes habría derrocado y por supuesto tratar de someter a los otros.

—Hablemos de eso específicamente, porque está el tema del aumento de presencia militar estadounidense en Colombia, que ha causado tensión en la región. El gobierno de Colombia y el gobierno de EE.UU., Obama, sostienen que esto es un asunto bilateral, que esto no es una ocupación o el establecimiento de nuevas bases militares; es un acuerdo de cooperación en seguridad. Pero algunos de los detalles que sabemos, aparte de las tres bases que EE.UU. ya ha ocupado bajo el Plan Colombia, y más de una docena de estaciones de radar, es que definitivamente tendrán acceso a siete bases, una de las cuales, en Palanquero, les dará acceso aéreo a todo el hemisferio, que no tenían anteriormente, con gigantescos aviones militares de carga tipo C17, y más allá de eso, está el tema de lo que EE.UU.
llama defensa interna en un país extranjero, con la que entrenan fuerzas armadas colombianas, equipos comando especiales, fuerzas especiales, la Policía Nacional colombiana, los entrenan, los comandan y los controlan, y ahora existe la posibilidad de una reubicación de la Escuela de las Américas, ahora llamada WHINSEC, en Colombia, para empezar el entrenamiento en otros países de la región. El próximo viernes 28 habrá una reunión de presidentes de Unasur en Argentina para tratar este tema, que muchos dicen que es una amenaza para la estabilidad regional. Pero hay naciones que mantienen la posición de que hay que respetar la soberanía colombiana.
Con gobiernos apoyados por Washington como Brasil, y con el golpe en Honduras que ha sido visto como un ataque contra los países del ALBA, ¿es esta ocupación o ampliación de presencia militar en Colombia un intento de dividir e impedir un mayor progreso de la integración latinoamericana, primero mediante la promoción de estos conflictos entre naciones, aparte del conflicto entre Colombia como gobierno de derecha y Venezuela como gobierno de izquierda, con países como Brasil o Chile, que pueden asumir una posición más ambigua u neutral en cuanto al respeto de la soberanía colombiana, que se oponen a la expansión militar estadounidense pero sin llegar a condenarla.

—Hablar de soberanía colombiana es un chiste. El Plan Colombia, creado por Clinton, es una intervención agresiva en los asuntos internos de Colombia, que ha tenido consecuencias. Hay un pretexto, y el pretexto es la guerra contra el narcotráfico, pero es solo un pretexto y no se puede tomar en serio. Y el establecimiento de las bases militares en Colombia es una reacción al hecho de que EE.UU. ha perdido su posición militar en otros países. Ecuador desactivó la base en Manta, que le daba a EE.UU. gran capacidad de vigilancia aérea en la región. Paraguay era una especie de base militar estadounidense, y eso ya se acabó. Tenían que reconstruirla en otra parte y Colombia es el único país donde podían hacerlo. El golpe en Honduras es parte de otro proceso. Centroamérica había sido tan devastada por las guerras contra el terrorismo de Reagan que no era parte de la tendencia de la llamada marea rosa, hacia la integración latinoamericana.
Honduras estaba en el camino de la integración, y bueno ahora ya no, ellos creen, y en realidad se ha expandido en Centroamérica. Nicaragua es otro caso. Todo esto me parece que es un intento de recuperar la posición tradicional incluso antes, hace 10 ó 15 años el entrenamiento de oficiales ha aumentado rápidamente, y ha cambiado, ahora el entrenamiento es en tácticas de infantería.
La idea es crear fuerzas paramilitares, no están entrenando policías de tránsito. El control de la "ayuda" oficial ha cambiado del Departamento de Estado, ahora está en manos del Pentágono, que es un cambio relevante. Cuando estaba bajo el Departamento de Estado tenía al menos en teoría supervisión del Congreso, que quiere decir que había condiciones que había que cumplir sobre derechos humanos por ejemplo, que no se implementaban mucho, pero eran una limitación a posibles abusos, pero bajo el control del Pentágono, no hay reglas, todo es válido. [ibyqueen]

Historia de la caña y los ingenios o esclavitud y miseria
Por José Tobías Beato © mediaIsla
La caña de azúcar fue introducida en América por los españoles, primera y precisamente en la isla que Colón llamó "La Española", a principios del siglo XVI. Gonzalo de Velosa fue su primer plantador, al traer los maestros del azúcar y formar un trapiche cerca del río Nigua, en lo que hoy es Yaguate, a unos 15 kms. de San Cristóbal, en el sur de la República Dominicana.

El padre Bartolomé de las Casas testimonia que el trabajo en los ingenios era tan duro, que los negros que habían sido importados desde Africa y que hasta el momento de su introducción en los ingenios, salvo ahorcamiento, al parecer nunca morían de ninguna enfermedad "después que los metieron en los ingenios, por los grandes trabajos que padecían y por los brebajes que de las mieles de caña y bebían, hallaron su muerte y pestilencia, y así muchos de ellos cada día mueren."

Fracasada la economía del oro, se impuso en "La Española" el desarrollo agrícola, especialmente en base a la caña de azúcar que para la época se cotizaba tanto como el oro. Por razones que no viene al caso analizar ahora, la economía del azúcar también fracasó.

Ahora bien. Desde el siglo dieciocho, la parte oriental de la isla, bajo dominio de España, fue la suministradora de carne a la parte occidental, a lo que hoy es Haití, controlada por los franceses. La zona norte de la parte española, el este y el valle del oeste se dedicaron a la ganadería. Siendo la población escasa, y con ausencia total de caminos y sin medios de transporte efectivos, era natural que así fuese. El ganado se transporta a sí mismo y no se precisa de grandes cantidades de gente para cuidarlo.
Azua, que disponía de puerto, podía dedicarse a la producción de azúcar. La madera se transportaba por los ríos y los troncos pequeños sobre mulos. En el Cibao, el tabaco y el cacao se transportaba sobre animales de carga, en recuas. A mitad del siglo dieciocho ya tenía el Este más de cincuenta hatos que, en buena parte, se convertirían con el tiempo en terrenos comuneros, lo que facilitaría la ocupación por extraños de terrenos sin cultivar. La tierra no tenía casi valor.
En el Sur la situación era similar.
En San Cristóbal, por ejemplo, todavía a finales del siglo diecinueve "las tierras pertenecen a la común y no pueden venderse. El administrador público entrega a cada residente la tierra que desee cultivar (H. Hoetink, El pueblo Dominicano: 1850-1900, pág. 25-26, Ed. Librería La Trinitaria). En el Cibao la cosa era diferente: la partición de terrenos se hacía usualmente por mensura, creándose así continuamente propiedad privada.

Los mayores propietarios de tierra eran el Estado, la Iglesia y unos cuantos propietarios privados, concentrados sobre todo en el Este y alrededor de Azua. En 1871 el mayor latifundista del país era Domingo de la Rocha, que poseía una sexta parte de la zona Este. En Azua estaba la familia Báez. Aparte de estas familias, las mayores propiedades estaban dedicadas al cultivo de la caña: en Baní habían unos cien trapiches; en Azua entre cien y doscientos.

En el campo los instrumentos fundamentales de trabajo eran el machete y la azada. Juan Antonio Lora, en Santiago, importó el primer arado. La fecha: 1898. Eliseo Espaillat ofreció a plazos este instrumento a los agricultores cibaeños, y aunque aceptados, fueron prontamente relegados (H. Hoetink, obra cit, pág. 27). A pesar de todo ello, las cosas comenzaban a cambiar, pues sucedió que en 1878 terminó en Cuba la primera guerra por su independencia. Los españoles ofrecieron paz, la Paz de Zanjón. Pero al año, Maceo, Guillermo Moncal y Quintín Banderas se alzaron nuevamente, en la que fue denominada " la guerra chiquita".

Todo ello provocó una fuerte emigración de cubanos hacia República Dominicana. La agricultura comenzó a desarrollarse. Así, por ejemplo, bajo el gobierno de Luperón se instalaron comisiones agrícolas en las provincias y centros principales, compuestas por dominicanos, cubanos y puertorriqueñ os, según dice el mismo Luperón en sus "Notas Autobiográficas" .

Más aún. En 1880, Luperón liquidó su casa de comercio y se entregó a la agricultura: sembró 3,000 tareas de caña, haciendas de cacao, café y otros frutos menores; tenía aves y ganado. El presidente Ulises Hereaux tenía café en Baní y dió facilidades a sus prestamistas, a los Batlle y Cocco, en Puerto Plata, para que cultivaran guineos ( Hoetink, obra cit., pág. 36).

Claro, los agricultores, aparte del clima, las sequías o el exceso de lluvias, recibían el embate de las continuas guerras y revoluciones, de los reclutamientos forzados. La República Dominicana tenía una población de por sí reducida, pues se estimaba entre 150,000 y 207,000 a principios de la década del setenta, por lo que tales acciones no podían si no afectar muy severamente la producción y la calidad de lo producido.

Así vio el país, y el Cibao concretamente, una baja en la producción de tabaco de los 100,000 quintales a tan sólo 35,000. A juicio de Luperón por lluvias copiosas, y según Hereaux, a causa principalmente de las frecuentes guerras y el consiguiente desaliento. El tabaco dominicano perdió frente al de Colombia y Brasil, en ese momento de mucha más calidad (H. Hoetink, obra cit., pág. 34).

Pese a todo ello, sobre todo, entre 1875 y 1882, se crearon unas treinta haciendas de caña, generándose otras perspectivas. En esto tuvieron los cubanos un papel de primer orden. Sobrevinieron cambios que transformaron las técnicas de producción, que acabaron con la propiedad difusa de la tierra, y que definieron la estratificació n social.

En 1875 Joaquín Ml. Delgado fundó en San Carlos el Ingenio "La Esperanza", con una extensión de 5,000 tareas, equipado con una "máquina horizontal de 16 pulgs"., y dos trenes jamaiquinos. Tal fue la primera empresa capitalista establecida en la República Dominicana, según Juan Bosch (J. Bosch, Las dictaduras dominicanas, pág 24).

En 1878 se instaló el ing. "Constanza" de Heredia y Ureña, el cual tenía entre sus terrenos y los de cuatro colonos 2,200 tareas. En 1879 se fundó el "Porvenir" de Santiago Mellor en San Pedro de Macorís, con 21 colonos y 1, 200 tareas de terreno propio. En ese mismo año también se funda "La Fe", de J. E. Hatton y Cía., en San Carlos con 2, 750 tareas propias, más 2, 250 tareas de siete colonos.

En 1881 está el "San Luis", en Pajarito, de los hermanos Cambiaso con 2,400 tareas cultivadas y 4,600 adicionales (de diez colonos). El "San Isidro" en Pajarito, de Hatton y Hernández con 4, 290 tareas y doce colonos.

En 1882 se funda el central "La Duquesa" de Bass y Von Krosigh en La Isabela (San Carlos) con 6,000 tareas. Del mismo año es el central "Ocoa" de I. Heredia y Cía., en Palmar de Ocoa (Baní) con 3,000 tareas y quince colonos.

En San Pedro de Macorís a partir de 1882 están el "Cristóbal Colón ", "Puerto Rico" (del puertorriqueñ o J. Serrallés, empleaba a 600 trabajadores en 1893) y "El Porvenir". Los Vicini se hacen presentes desde 1878, y con el padrinazgo de Hereaux (a) Lilís, en 1887 tienen autorización para cuatro nuevas plantaciones, y en 1893 ya son dueños del "Angelina". Los norteamericanos comienzan a interesarse en La Romana después de 1880. Primeramente con plantaciones de guineo, luego con las de caña.

Con estos centrales azucareros vino otro cosa: el llamado progreso tecnológico, que no necesariamente significa desarrollo humano ni mayor felicidad. Con frecuencia, más bien, en esos aspectos esenciales es puro espejismo. Pero bien, con ellos vinieron rieles y locomotoras. El "Ingenio Santa Fe" utilizaba un tren para traer y llevar a los trabajadores de la ciudad. El cubano Salvador Ross, instaló teléfono entre la fábrica y los almacenes, se exhibía en un coche Pulman y acumuló una enorme fortuna.

Se creó una clase de especuladores que mostraban con desparpajo su fortuna y buen vivir, en abierto contraste con la miserable condición de los miles de trabajadores que vivían de la zafra de los centrales.
Tanto las exportaciones como los ingresos del Estado se incrementaron notablemente. Pero hasta ahí no más. Por eso, en una carta a Luperón (de 1884), le decía el intelectual Pedro Bonó que las personas que laboran en los ingenios "aunque pobres y rudos, eran propietarios, y hoy, más pobres y embrutecidos, han venido a parar en proletarios. ¿Qué progreso acusa eso?" Por su parte, Eugenio Ma. de Hostos, el gran sociólogo puertorriqueñ o, que tanto quiso e hizo por República Dominicana, decía: "Nada importa al país que el capital aumente, porque no aumenta el bien de todos."

Más aún. El magnífico teórico señalaba que, antes de los ingenios "se vivía pobremente, pero de propio fondo: el país vivía casi en absoluto de lo que producía el país.......Contento de su pobreza, el país consumía lo que producía y nada más. Pero vinieron los ingenios, vino con ellos la oferta de trabajo y demanda de braceros, se hizo bracero el antiguo cultivador de breves predios, se abandonó el conuco, se descuidó la crianza de aves de corral, las pequeñas industrias agrícolas.... ...y por paradójico que parezca, el país era más pobre cuanto más rico se hacía el Estado. Todos hemos pagado aquí las consecuencias diarias de esa anomalía: todos hemos estado muriéndonos de hambre...... .." (Citado por Hoetink, pág. 40).

El sistema de zafra creó un problema adicional: el desarraigo de su tierra de miles de personas, que antes cultivaban su tierra, produciendo con sus manos lo necesario para su sustento. Ahora, por el contrario, vagaban, merodeando durante el llamado tiempo muerto, asociándose naturalmente a la delincuencia. La sociedad pedía a gritos que se legislase a fin de que se prohibiese en los campos los negocios fomentadores de vicios, salvo ciertos días y a determinadas horas. Eso sin contar los intereses de los comerciantes de los pueblos y ciudades, que se vieron notablemente afectados por la presencia de la bodega del Ingenio, que vendía de todo: arroz y frijoles, sal y azúcar, tejidos y zapatos, tabaco y ron. Y lo hacía con exclusividad mediante el sistema de "vales" tan bien denunciado en la novela "Over" de Marrero Aristy.

Pero no era todo. Había algo más: la presencia de inmigrantes en el país, de miles de haitianos, de los habitantes del caribe inglés – los llamados cocolos – y específicamente de árabes, presencia que para la fecha ya era fuerte, particularmente en San Pedro de Macorís. Un grupo de diecisiete comerciantes expuso con franqueza el problema ante el mismo Congreso Nacional el 9 de junio de 1896. Esos comerciantes se quejaban del negocio puerta a puerta de esos inmigrantes árabes por pueblos y campos; de su modo de vida, gastando sólo lo estrictamente necesario para su "mísera existencia" y suplicaban porque se les privara del derecho de introducir mercancías o que a éstas se les aplicaran fuertes impuestos, porque los estaban llevando a la ruina, mientras aquellos con lo mucho que ahorraban y ganaban, devenían ricos. Según apunta Hoetink esta confrontación específica se resolvió como se han resuelto otras en la historia del mundo: por la vía de los enlaces matrimoniales.

Al entrar el siglo veinte, y con la intervención norteamericana, los ingenios todavía aumentaron mucho más su poder; cientos de familias perdieron su porciúncula de tierra y los problemas crecieron hasta el infinito. De ahí que la descripción que hiciera don Pedro Mir en "la canción del ingenio", fuera no solamente bella, sino trágicamente exacta. He aquí parte de ella:
Miro un brusco tropel de raíles , Son del ingenio , Y los pueblos pequeños y vírgenes , Son del ingenio, Y los brazos del hombre más simple Son del ingenio , Y los guardias con voz de fusiles , Son del ingenio , Y la furia y el odio sin límites , Son del ingenio , Y las leyes calladas y tristes , Son del ingenio.

Por eso, cuando se dice ingenio de azúcar, hay que añadir forzosamente un adjetivo: todopoderoso. Ingenio todopoderoso, omnipotente, que todo lo puede, dueño de todo y de todos. Y esa era la situación y el ambiente cuando Trujillo, en 1948, se preparaba para lanzarse en grande en el negocio del azúcar, contando con la entusiasta colaboración del antiguo bodeguero y ahora intelectual Marrero Aristy. Este, en su novela "Over", había denunciado la cruelísima explotación que se daba en los ingenios, amén de ser sus dueños y directores todos extranjeros, excepción hecha de los Vicini. [José Tobías Beato, escritor dominicano, autor de La mariposa azul]

Borges: en el nombre del padre
La única novela escrita por el padre de Jorge Luis Borges demuestra influencias cruciales en el autor de "El Sur": el eterno retorno de gauchos y compadritos bajo el signo de Hamlet y Schopenhauer.

Por Pedro Pablo Guerrero © El Mercurio
A los nueve años, Jorge Luis Borges, llamado Georgie al interior de su hogar bilingüe, publica en un periódico de Buenos Aires una traducción de "El príncipe feliz", de Oscar Wilde. Su padre, Jorge Guillermo, recibe al día siguiente las felicitaciones de sus colegas en el instituto donde hace clases de psicología. Creen que la traducción es suya.

"La confusión es simbólica en más de un sentido -observó Emir Rodríguez Monegal-, porque Borges (el hijo, es claro) habría de llevar al máximo de elaboración estética el arte de las falsas atribuciones y las mistificaciones literarias".

Muchos años después, cuando Borges ya era un escritor consagrado, una de las primeras bibliografías extensas de su obra incluyó entre sus traducciones una versión de Omar Khayyam que en realidad había escrito su padre.

Cabe preguntarse si en la imaginación del autor de El otro, el mismo no empezó a germinar a partir de equívocos como estos la idea del doble. Borges, sexta generación de ciegos en su familia, no sólo heredó la enfermedad del padre, también su pacífico anarquismo spenceriano -la teoría evolucionista de Darwin aplicada por Herbert Spencer a la sociedad, esa "mezcla de cuartel y fábrica", como la llamaba Jorge Guillermo- y, por sobre todas las cosas, el culto a la literatura.
La anglófila biblioteca familiar (Keats, Shelley, Swinburne, Las mil y una noches, de Burton) y los escasos textos del progenitor que han sobrevivido dan cuenta de una vocación literaria surgida por emulación, en el sentido exacto del término emular: "imitar las acciones de otro procurando igualarlas e incluso excederlas".

Cuando en una entrevista le preguntaron a Borges: "¿Nunca pensó en seguir alguna carrera? Quiero decir: su padre era abogado", el escritor respondió: "Sí. Pero, después de todo, trató de ser un hombre literario y fracasó. Escribió algunos sonetos muy buenos. Pero pensó que yo debía cumplir ese destino, ¿no?".

El caudillo es la única muestra del talento, cualquiera sea su medida, de Jorge Guillermo Borges. Escribió la novela hacia 1919 mientras vivía con su familia en España. La publicó en Palma de Mallorca en 1921. Una autoedición en toda regla: 500 ejemplares que repartió entre sus amigos de Buenos Aires.
En poco más de cien páginas, relata un episodio de las guerras civiles de la década de 1860 que sacudieron Entre Ríos, su provincia natal. El libro desarrolla un conflicto que a esas alturas ya no era novedoso en la tradición narrativa hispanoamericana: el enfrentamiento civilización- barbarie, personificado en Carlos Dubois, egresado de Leyes con inquietudes literarias, y en el "ambicioso y zorruno" caudillo local Andrés Tavares, quien saluda al joven hijo de inmigrantes franceses, recién llegado de la ciudad, tendiéndole la mano que sostiene el rebenque con el que acaba de castigar en público a un pendenciero.

Aparecida en los años veinte del siglo pasado, El caudillo es un auténtico "anacronismo" , para usar la expresión de Rodríguez Monegal. Pero contiene, apenas esbozado en sus páginas, el repertorio de temas que Borges hijo recogerá en su obra, dándoles cabal desarrollo. El duelo injusto entre un compadrito o gaucho avezado y un rival citadino, inexperto, a veces más joven, reaparecerá en relatos como "El muerto" y "El Sur", marcados por disyuntivas de vida o muerte. ¿Es inevitable la venganza de la ofensa? ¿Hay que empuñar el arma o dejarse matar? ¿Actuar o no? El dilema de "Hamlet", subtexto de la intriga, se vuelve apremiante hacia el final de la novela, que hasta glosa el macabro diálogo de los sepultureros de Ofelia poniéndolo en boca de dos leñadores que encuentran un cadáver a la orilla del río: "¡Y decir que esto fue un hombre!".

Schopenhauer, al que tanto debe Borges, se asoma más de una vez en el relato. Durante un paseo por el campo, Dubois deja consternados a sus rústicos oyentes cuando dice: "Lo que sería curioso (...) es saber si alguna vez hemos recorrido juntos este mismo camino, hemos pensado lo que hoy pensamos y dicho las mismas palabras".
La posibilidad del eterno retorno ("el temor de haber sido" que manifestaba Rubén Darío en "Lo fatal") se funde aquí con la visión determinista de Borges padre. "Unos y otros, activos y soñadores, son más o menos piezas en el juego del azar, las circunstancias determinan de antemano las leyes del juego, el dios de la dura necesidad los rige", sentencia el narrador.

Con la ayuda de un tablero de ajedrez, Jorge Guillermo Borges le explicó a su hijo la aporía de Zenón (Aquiles contra la tortuga) que demostraba la imposibilidad del movimiento. A Borges hijo, amigo de las paradojas temporales, le gustaba jugar con la idea de que un escritor crea a sus precursores. En el excelente postfacio a la reedición de El caudillo, Silvio Mattoni invoca a William Wordsworth: "El hijo es el padre del hombre". Cierto, lo hace padre. Pero en el caso de Borges también lo hace escritor: símbolo y promesa de una literatura por venir. [zoiladulceuva]

Puertas y ventanas
Don Abelardo. Cárceles. La vejez
En línea ya la nueva actualización de Arte único con el siguiente contenido: Último salto hacia el triunfo: HASTA SIEMPRE DON ABELARDO / Rita Valenzuela. ¿Hemos logrado alguna mejoría en el régimen penitenciario? / Tomás Espinal. Envejecimiento y estilo de vida / Beberlyn Pérez Kern. Pulse directamente en Arte único.

La poesía es como el aroma
Amigos: la revista Ala de Cuervo/Vocablos, de Venezuela, acaba de publicar un extenso reportaje al Prof. Dr. Camilo Fernández Cozman, respecto de su último libro, publicado en Buenos Aires por Ediciones Nueva Generación: La Poesía es como el Aroma. Poética de Luis Benítez. Pueden acceder a él en: http://aladecuervo- vocablos. blogspot. com
Amigas de pensionado de Villiers de L'Isle Adam
Incluimos el cuento clásico de la semana, seleccionado por Luis López Nieves: Amigas de pensionado, por el autor irlandés Villiers de L'Isle Adam [1838-1889]. Pulse sobre el título para leer el cuento en Ciudad Seva.

Introducción a las religiones comparadas
Cristianismo, gnosticismo y alquimia con el Profesor Sergio Fuster. Los martes de 14:30 a 16 hs. / Comienza el 1 de septiembre. Arancel $120 por mes / Duración 5 clases. Informes: lunes a viernes de 15 a 21 hs. ESPACIO Y: Lugar Cultural. Mansilla 2982, PB – C1425BPJ. Tel/Fax: 4962-9402. espacioylc@yahoo. com.ar www.espacioy. com.ar www.espacioy. blogspot. com Informes: lunes a viernes de 15 a 21 hs.
Imágenes del mundo
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