FINANCIAL TIMES
Ven similitud proyectos reforma financiera EU sugiere que pasará
El problema es que el Congreso y los reguladores creen una estricta regulación subirá costos de bancos
Escrito por: Clive Crook
La conferencia de la Cámara de Representantes y el Senado de Estado Unidos ha comenzado a trabajar en la refundición de los respectivos proyectos de reforma financiera de las cámaras. Este tortuoso proyecto todavía tiene cierto camino que recorrer. La buena noticia es que los planes son similares, y no tan diferentes del programa sugerido por la administración el año pasado. El convenio será muy posiblemente logrado, y la medida final marcará los fragmentos principales. Será mejor que nada. La mala noticia es que no será nada más que un comienzo.
En una conferencia la semana pasada en New York, 15 distinguidos eruditos económicos y financieros presentaron sus propias recomendaciones para la reforma financiera. El Grupo Squam Lake, como los economistas los llaman, representan una amplia gama de opiniones, pero es en el convenio donde la mayoría deberían suceder. En términos generales, el proyecto financiero que está surgiendo conforma el mismo consenso. Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, dijo a la reunión: “Parece que la legislación final que dirige en cierta forma la gran mayoría de las recomendaciones, podría ser promulgada en las próximas semanas”.
“En cierta forma”: ese es el problema. Las letras pequeñas serán de suma importancia, pero en la mayoría de casos los detalles críticos serán dejados a la discreción de los reguladores, o serán fijados o registrados en varios foros internacionales. A lo mejor, la tentativa se extenderá por muchos meses. A raíz de la reunión del Grupo de 20 en Toronto, Dominique Strauss-Kahn, jefe del Fondo Monetario Internacional, se está quejando de que el compromiso para la cooperación global sobre la regulación financiera está decayendo, y ha dicho que la tarea que enfrentan los legisladores es todavía “enorme”.
Dos principios claros enfatizados por los economistas del Squam Lake parecen universalmente aceptados. Uno es que la regulación financiera ya no puede concentrarse más en la solvencia de grupos financieros tomados uno a la vez: el sistema en general también necesita ser vigilado, con vínculos entre las instituciones y los mercados tomados en cuenta. El segundo principio es que los grupos financieros, más bien todos ellos, deberían estar hechos para soportar los costos de sus quiebras. Esto tiene que ver con la eficiencia así como con el capital. En caso de que un banco apueste que puede mantener sus ganancias y pasar sus pérdidas a los contribuyentes, asumirá demasiados riesgos.
Los economistas del Squam Lake y los proyectistas legislativos acuerdan que un regulador sistémico, la Fed, se le debe dar la primera tarea. Definir el segundo conjunto de tareas es mucho más complicado. Esto requiere medidas para hacer menos posible una crisis financiera, y otras para asegurar que si un banco quiebra, sus accionistas y acreedores, y no los contribuyentes, sean los que sufran las consecuencias.
Aunque con algunas especificaciones, el reporte y el proyecto emergente propongan una mayor demanda de requerimientos para capital, liquidez y control de apalancamiento. Ellos solicitan un mayor uso de los instrumentos estandarizados y de las contrapartes centrales, de modo que los riesgos sean menores, más fáciles de calcular y de reunir a simple vista. Ellos proveen nuevas reglas en la estructura, pero no en el nivel de pago financiero, para desmotivar la excesiva toma de riesgos, principalmente manteniendo los bonos. Ellos prevén un nuevo sistema de resolución para los bancos seguidos de cerca, tales como los fondos de protección y vehículos especialistas, debido a que la bancarrota ordinaria es muy perjudicial y es muy probable que ponga a los contribuyentes en apuros. El reporte es también aplicado sobre los bonos convertibles, la deuda que convierte los valores de renta variable bajo condiciones de estrés, de esa forma repone el capital. El proyecto no requiere bonos coco, pero podría acomodarlos.
No obstante, ninguno de estos funcionará sin la disposición de enfrentar la presión de la industria. Wall Street ha conducido un formidable esfuerzo de legislación para neutralizar los aspectos más costosos del proyecto. Cuánto esto ha tenido éxito, es debatible. Los aspectos principales de la reforma han sobrevivido, hasta el momento, pero la amplia discreción conferida a los reguladores despierta sospecha de que la responsabilidad está siendo pasada y que los cambios en la práctica serán menos de los que deberían.
El problema de siempre ha sido, que el Congreso y los reguladores están receptivos al argumento de que una regulación más estricta aumentará los costos de los bancos de E.U. y de los bancos que son seguidos continuamente, poniéndolos en una desventaja competitiva. Pero, aumentar sus costos es la idea en general. Las finanzas riesgosas imponen una carga sobre la sociedad. El desafío es fiscalizar las actividades de los bancos de tal forma que ponga los costos privados y sociales en línea.
El requerimiento de capital que aumenta en proporción al tamaño del banco, una política endosada por el Grupo Squam Lake, fiscalizaría y desmotivaría el crecimiento del balance general. Esto pesaría en el interés de los contribuyentes de evitar el “muy grande para quebrar”, y el subsidio que esto implica, en contra de las economías de escala. Similarmente, un cargo capital que aumenta en proporción a la dependencia del banco en los préstamos a corto plazo acrecentaría los costos en los buenos tiempos en la esperanza de promover la seguridad en los malos. Lo más posible, es que los accionistas sobrellevarían ambas políticas, pero eso no viene al caso: los contribuyentes estarían en mejores circunstancias.
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Reguladores
Los reguladores financieros supervisan una industria en la que sumas gigantescas están en juego y los trabajadores están listos. Si los bancos legislan a los reguladores por ventajas competitivas y fallan, podrían moverse a jurisdicciones menos fuertes. La mayor parte de Europa prefiere un enfoque manejado más fuertemente. Alemania, por ejemplo, recientemente hizo movimientos para penalizar la venta de acciones fuera de cartera, la venta de valores que no se poseen. Al final, si Estados Unidos. y Europa no pueden actuar en conjunto, el trabajo que el Congreso haya hecho sobre la reforma financiera puede ser prácticamente cero.
Culpa civil que aceptó BP detiene temor a depresión deuda
El convenio financiero sobre las responsabilidades civiles que British Petroleum (BP) ha acordado con la Casa Blanca ha evitado lo que era una creciente amenaza de depresión de deuda.
La observación de Barack Obama de que una “fuerte y viable” BP está, en que el interés de América ha cambiado el clima político ligeramente a su favor.
Ahora hay al menos la posibilidad de un espacio de respiro durante el cual este puede conectar el Macondo y hacer incursiones en la limpieza.
Pero hay más en juego que la supervivencia de una simple compañía, no obstante lo grande y poderosa que es. Las decisiones han sido tomadas en respuesta a esta crisis que afectará muchas más personas que el jefe ejecutivo de BP, Tony Hayward, su asediado equipo, y los ansiosos inversionistas de la compañía.
Mientras E.U. se ha retirado de su más populista retórica, la decisión de desembolsar $20 millardos de BP fue imprudente. El congresista Joe Barton puede haber sido fustigado por describir el convenio como una “estafa”, pero él estaba cerca del punto. A pesar de lo mucho que uno pueda compadecerse de los pescadores del Golfo, y desearles que sean recompensados rápidamente, fue innecesario intimidar a BP a lanzarse sin la protección de un proceso judicial normal. Esto huele a confiscación. Esto avivará demandas populistas similares en crisis futuras, y hace difícil para E.U., el mayor propietario de activos extranjeros en el mundo, resistir las imposiciones extrajudiciales de otras naciones.
Las consecuencias del derrame han repercutido más allá del Congreso. El costo de la exploración fuera de la costa ha subido. La cuenta probable del desastre ha reflejado la extensión a la cual los operadores del Golfo de México han subvalorado significativamente el riesgo de baja probabilidad de un hecho de alto impacto como el derrame en mar abierto. Significativamente se necesitará más inversión en equipos de seguridad, como también seguros contra el costo de futuros derrames, con el propósito de persuadir al Congreso de que nuevamente se permita limpiar justo ahora que el comportamiento público ha sido alterado.
Algunos beneficios ya no serán viables. La exploración futura y la producción serán apretadas también. Esto incrementará la dependencia de América del petróleo extranjero, especialmente del Medio Este, reduciendo el objetivo de lograr la seguridad energética, que E.U. ha perseguido desde el 9/11.
Por supuesto, esto no necesita ser un desastre, a la extensión de que este pueda arrancar los esfuerzos para reducir la dependencia de petróleo. Pero a pesar de cierta retórica de parte de Obama, la voluntad para adoptar esto todavía parece ausente.
Sin embargo, el derrame no sólo obliga a BP y a otros petroleros mayores a cambiar sus hábitos. Los consumidores también tienen que adaptarse en el caso de que los precios suban, y las iniciativas para restringir la demanda por el petróleo, últimamente perseguido con cierto vigor desde los años 70, deberían hacer un retorno político
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