Amiguismos y abuso de autoridad: las perturbadoras revelaciones de un científico sobre la respuesta del gobierno de Trump a la pandemia
Las alegaciones de que las decisiones de la Casa Blanca ante la pandemia de coronavirus habrían estado, y podrían estar, motivadas más en consideraciones económicas y políticas que en valoraciones de salud pública son intensas y, en gran medida, inevitables.
Tratar de contener el derrumbe económico para preservar empleos y empresas y, en paralelo, el tomar decisiones considerando de modo sustantivo cuestiones políticas e incluso electorales son situaciones que se entrecruzan con las valoraciones estrictamente científicas y sanitarias. Es parte del drama de la pandemia que, con todo, es necesario manejar en aras de defender el bien general.
Pero cuando decisiones y acciones del gobierno están motivadas por intereses más oscuros la situación cambia y la posibilidad de dolo o negligencia resulta patente.
Es por ello que la denuncia del doctor Rick Bright, que hasta hace poco ocupaba un alto cargo en el Departamento de Salud de Estados Unidos y era director de la Autoridad de Investigación Avanzada y Desarrollo en Biomédica (BARDA por sus siglas en inglés), tiene singular resonancia en la opinión pública y en el debate político.
De acuerdo a Bright, fue desplazado de su puesto en plena pandemia porque se opuso a “esfuerzos de financiar medicamentos potencialmente peligrosos promovidos por personas con conexiones políticas” y denunció que se ha cometido “abuso de autoridad y mala administración” en el Departamento de Salud.
Bright presentó una denuncia formal al respecto este martes ante la entidad especialmente encargada de recibir e investigar quejas de presuntas malas prácticas en el gobierno federal. La situación en el Departamento de Salud sería, de acuerdo a Bright y como señaló la televisora NBC News, caótica y sumida por “la presión del liderazgo del Departamento para que se ignore el mérito científico y las recomendaciones de los expertos y en su lugar conceder lucrativos contratos basados en conexiones políticas y amiguismo”.
En específico, se afirma que Bright criticó la promoción y el uso del medicamento hidroxicloroquina, usado contra la malaria, como un tratamiento a gran escala contra la COVID-19, como el propio presidente Donald Trump promovió abiertamente durante semanas, pese a que no existía evidencia científica clara y suficiente de que ese fármaco era eficaz y seguro para tratar a los enfermos.
Expertos han ya alertaron que la hidroxicloroquina puede provocar severas reacciones cardiacas adversas y que no se habría probado científicamente que fuese una opción efectiva de alcance amplio contra el coronavirus. Más investigación, con todo, sería aún necesaria en ese y otros casos.
En contrapartida, otras voces en el Departamento de Salud, indica Politico, rechazan que Bright haya sido removido por su oposición a apoyar la hidroxicloroquina y se indica que él firmó a finales de marzo la petición para que la Agencia Federal de Alimentos y Medicamentos autorizara el uso de emergencia de ese fármaco.
Ese y otros planteamientos de Bright habrían irritado a sus superiores (específicamente al subsecretario Robert Kadlec y presumiblemente el secretario Alex Azar) y también, se afirma, les habría molestado que Bright hablara directamente con congresistas sobre asuntos de la respuesta ante la pandemia y que el Congreso le hubiese asignado directamente a su oficina miles de millones de dólares para investigación.
De acuerdo a su queja, Bright habría chocado repetidamente con Kadlec por el “exagerado rol” que tenía John Clerici, un consultor y lobbyista de la industria farmacéutica y amigo de Kadlec, en el otorgamiento de contratos de gobierno.
Politico incluso afirma que Bright fue presionado por Clerici para que le extendiera un contracto a una empresa farmacéutica dirigida por un amigo de Jared Kushner, yerno y asesor de Trump. Bright, se afirma, se oponía a extender ese contrato.
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