martes, 13 de marzo de 2012

DOMINICANOS, ABRAN LOS OJOS,

Pedro Cabiya


La inversión que insiste en hacer el estado dominicano en el analfabetismo, embrutecimiento e indolencia del pueblo que supuestamente encabeza pagó la semana pasada pingües dividendos.

La revelación hecha por el ciudadano Marcos Martínez, de que la primera dama de la República y candidata a la vicepresidencia del estado (junto con Alberto Cedeño, Félix Bautista y José Manuel Taveras Lay) es titular de una cuenta multimillonaria (en euros) en el Danske Bank y de otra en el CreditSuisse, causó un revuelo transitorio rápidamente neutralizado por los medios de comunicación del régimen (que son casi todos), lambones asalariados, lambones pro bono, alabarderos y repugnantes escuderos de dirigentes peledeístas, con una combinación mortífera de sandeces, sentimentalismos, estupideces e intimidación.

A esta efectiva fórmula se le añadió un pizca de nuestra innata inclinación colectiva a la frivolidad, la indolencia, la pereza, la desidia y el derrotismo, y afortunadamente ya estamos de vuelta en nuestro relajante spa de me importa un coño, echados sobre un sofá de que se joda todo y sorbiendo un refrescantefrappé de qué carajo puede uno hacer.

Sin mucha alharaca y sin tener que armar ni un solo argumento lógico, los medios, dirigentes y personeros variados nos convencieron de que NO es nuestro deber cuestionar a nuestros líderes, que nuestros líderes y oficiales públicos NO tienen que rendirnos cuentas de sus cuentas y que, en fin, no compete a ciudadanos ordinarios meterse en cuestiones “políticas”.


Nos convencieron de que está bien ser irresponsables y hacer silencio, que ya se encargarán otros de esclarecer los hechos, que los tribunales ya están apoderados, que ya se verá, que mientras tanto podemos seguir tuiteando que me duele el trasero de estar tanto tiempo sentado viendo GossipGirl, o lo fea que salió Kim Kardashian en el programa de ConanO’Brian. Ya saldrá la verdad en algún momento, eso no lo irán a dejar así, claro que no, de modo que podemos volver a Facebook y publicar un álbum con fotos de nuestro French Bulldog haciendo piruetas en la sala, qué risa, del corillo tan “ápero” que armamos en Shuffle, de lo mala que se puso Fulana por mezclar Kahlúa con Passoã, del bonche en Palmilla, de lo bueno que está Bradley Cooper.

O peor: nos convencieron de que todo es una artimaña del PRD, en cuyo caso lo mejor es desechar esas acusaciones, esos perredeístas son capaces de las cosas más siniestras, qué carajo, lo que hay que oír, mejor me olvido de eso y acabo de decidirme por fin si le llevo a Fulana los cuadritos de chocolate blanco de La cuchara de madera o los brownies de Pastelería del Jardín…

Naah… Que se joda. Mejor la llevo a La Dolcerie y que ella pida lo que quiera…

Pero no.

Gracias, pero no gracias. Yo tengo el serio problema de que me encanta usar el cerebro. Y si algo me gusta aún más que usar mi propio cerebro es enseñarle a la gente a usar el suyo. De modo que dispénsenme unos minutos y pasemos a analizar con mayor detenimiento, valiéndonos de la razón y la lógica, los eventos de la semana pasada. No digo que debamos prescindir de evidencia incontrovertible; sí digo que con lo que hay basta para inclinar la balanza de nuestro juicio para uno u otro lado. Vayamos por partes; nos moveremos de los argumentos de menor peso a los de mayor, por aquello de llevar suave a los que no se bebieron hoy su Ginkgo Biloba.

La revelación: ataque a las credenciales

Marcos Martínez es un comunicador santiaguero, productor de un programa de televisión. Es abogado. Hasta ahí la cosa va bien. A raíz de su revelación por los medios, no obstante, Martínez ha sido el objeto de innumerables acusaciones. Entre ellas, la de ser un difamador, un correveidile y, la peor de todas, un líder perredeísta. Los periodistas lo han abandonado a su suerte (al momento de redactar estas líneas el Colegio de Periodistas corrió presuroso a desligarse de Martínez, quien ahora es “solo un abogado”).

El primer ataque, obviamente, hace blanco en las credenciales. Al parecer, no basta que Marcos Martínez sea un ciudadano dominicano al que le cayeron en las manos pruebas tan incontrovertibles, a su juicio, que decidió arriesgar su reputación, su libertad y su vida para darlas a la luz pública.


Se propagó como el fuego sobre la sabana el argumento de que se trataba de un fraude y mucha gente lo aceptó, por más que la lógica dictara que el vocero de tal fraude solo podría pasarla mal. ¿Exactamente qué gana un comunicador al difundir una noticia como la que difundió Marcos Martínez? ¿Un premio? ¿Un Pulitzer especial que recibiría de manos de los policías que rodearon su casa?

¿Qué raciocinio trabaja en la cabeza de los que acusaron a Martínez de fabricar embustes? En todo caso, la razón me dice a mí que quienes deciden meterse en un aprieto de estas magnitudes lo hacen a sabiendas de que su mejor y mayor protección se la brindan la veracidad y certeza de las aseveraciones.

En otras palabras, Martínez, o cualquier otro dominicano que sienta que su deber ciudadano es enfrentar el régimen, se sentirá más protegido y confiado mientras más convencido esté de que sus pruebas son legítimas y que su actuación es la correcta. En subsiguientes apariciones, Marcos Martínez no solo ha reiterado su acusación, sino que parece desear con fervor que alguien lo desmienta con pruebas contundentes.

Él ha mostrado los documentos en los que apoya su posición. Margarita Cedeño no puede, para rebatirlo, limitarse a colgar un video en Youtube y ponerse llorar.

Los medios de comunicación: la protección colegiada inconsciente

Dijo en cierta ocasión George Carlin que no es necesaria una teoría conspirativa cuando existen intereses comunes. Los dirigentes y capitanes de las diferentes clases, gremios e industrias poseen los mismos intereses, frecuentan los mismos clubes, probablemente se graduaron de las mismas escuelas y comparten los mismos deseos y temores.

De esa forma, es perfectamente posible que prescindan de reuniones conspirativas en mitad de la noche para coordinar esfuerzos en aras de conseguir lo que quieren. Un buen ejemplo de cómo funciona esta coordinación no-presencial de algunos grupos nos lo dieron los medios masivos de comunicación en su rechazo colegiado de la información que había obtenido Martínez.

No se trató de un rechazo editorial. Se trató del absoluto silencio. Será imposible para generaciones futuras saber por los periódicos lo que sucedió en esos días, porque según la prensa, nada estaba pasando. Este vacío periodístico contribuyó a persuadirme de que Martínez podía estar diciendo la verdad, de que este era, realmente, el escándalo de desvío de fondos del erario público más colosal de la historia dominicana y que, en consecuencia, ninguno de los periódicos de mayor distribución (realmente vehículos de los grupos empresariales que todos conocemos) tocarían la noticia; me excusarán el juego de palabras, pero ni siquiera se hicieron eco de la noticia de que Marcos Martínez había anunciado tal noticia… ¡Al menos eso era noticia!

Los ingenuos podrían caer en la trampa de pensar que nuestros diarios nacionales se trazan como meta la difusión de la verdad.

A estos santos inocentes hay que
educarlos en las veleidades del manejo de la información por organismos que realmente están en el negocio de vender anuncios. La verdad es un concepto desestabilizante, muy malo para el comercio, y mucho más la posibilidad de una verdad tan escandalosa como la del Danske Bank y el CreditSuisse. Hay que entender que los empresarios que actúan detrás de los consejos editoriales se benefician del statu quo; la gente que genera el billete por lo general detesta los cambios drásticos, igual que los niños o los locos. De esta forma, sin tener que reunirse en un almacén abandonado, como en las películas, intuitivamente todos los periódicos impresos de mayor renombre se rehusaron a acercarse a la noticia.

El sepulcral silencio proveyó una medida del miedo, y esa medida del miedo que flotó sobre el aire debió habernos servido de prueba valedera de que algo andaba podrido en el estado de Dinamarca.

Los panegíricos: el contrataque de los alabarderos

El silencio de la prensa contrastaba mucho con el escándalo de las redes sociales. Los anquilosados medios impresos pueden hacer todo el silencio que quieran, pero no pueden acallar a las masas empoderadas con sus propios medios de difusión; incapacitados para la acción, inflexibles y demasiado ligados a poderes económicos como para maniobrar al compás de los tiempos, son dinosaurios en vías de extinción.

Pero de poco les sirvió el silencio cuando las redes sociales bullían de indignación. Fue hora de que entrara en acción la tercera línea de defensa del régimen; de este y de cualquier régimen: sus personeros, lambones y alabarderos.

En su biografía de Hitler, IanKershaw discute la noción de “trabajar en dirección del Führer”. En un régimen personalista en el que se han destruido sistemáticamente todas las instituciones del estado, específicamente el edificio de la ley, los funcionarios, oficiales públicos, adláteres, edecanes y simpatizantes del líder máximo se enfrascan en una competencia reñida por complacerlo, anticipándose a cumplir deseos que no han sido articulados, ni tienen por qué serlo.

Todos “saben” lo que quiere el “Führer” y corren a satisfacerlo. Los que vivieron la pesadilla del Trujillato saben de lo que hablo, porque el mismo fenómeno se dio aquí durante la dictadura de Chapita. En el caso que nos ocupa, está claro cómo esperaba nuestro Führer que se comportaran sus seguidores.

Y bien que lo hicieron. Presurosos, obedientes, diligentes, moviendo sus rabos y jadeando, acudieron a Twitter a guindar sus conciencias, a empeñar su vergüenza, a desembarazarse de su honor. Y no cualquier gente de cualquier calidad: dijeron presente acuciosos estudiantes de derecho con buenos puestos en el gobierno, comunicadores de prestigio, inteligentes escritores y empresarios prósperos.

Nuevamente coordinados por sus intereses comunes, sin que lo precediera una reunión de trabajo, dieron en tergiversar la noticia de Marcos Martínez desde el mismo ángulo: donde decía claramente que el periodista había mostrado documentos fehacientes para respaldar sus acusaciones, estas “cajas de resonancia”, para tomar prestada la fabulosa frase de Margarita Cordero, empezaron a tuitear y a retuitear la consigna que le dio la vuelta al Internet: que Martínez estaba haciendo acusaciones sin pruebas.

Se multiplicaron los hash tags abyectos: #estoyconmargarita, #margaritayoteapoyo. Los laudatorios #margaritadamaseñera, #margaritadamadecente. Los patéticos: #primeradamaconsupueblo.

El blanco de los alabarderos era la potencial metida de pata de Marcos Martínez, que durante el día de la revelación permaneció en silencio. Casi saboreaban la satisfacción moral que les daría cuando la primera dama produjera pruebas, a más tardar el día siguiente, que pusieran al osado periodista en chirola. Al próximo día, cuando Martínez reapareció y reiteró sus acusaciones, cuando se hizo patente que este no era ningún tiro a ciegas, los alabarderos, como hocicudos perros de aguas, desaparecieron de Twitter.

El weekend: Ganar tiempo

Dos horas.

Este es el tiempo que le hubiera tomado a la primera dama esclarecer el asunto y meter preso a Marcos Martínez. Dos horas hubieran transcurrido entre la llamada de larga distancia para pedir una certificación de no vinculación y la llegada de dicho documento. Dos horas como máximo es lo que han tenido que esperar amigos y conocidos que se han visto precisados de solicitar ese documento en los bancos ya mencionados. Dos miserables horas entre un email de ida y uno de respuesta, si se hubiera preferido esa vía. Los mecanismos están establecidos.

En su tiempo, Balaguer también fue acusado en la prensa de poseer una cuenta millonaria en las Islas Caimán. El entonces presidente, pausadamente, preparó un poder notarizado y le dijo al periodista que había hecho la acusación que fuera a buscar ese dinero. Si lo encontraba, era suyo. No se habló más del asunto; el periodista se retiró con el rabo entre las piernas. Me pregunto por qué Margarita Cedeño no ha optado por una solución tan brillante para este problema, solución que le han propuesto incontables editoriales, columnistas y tuiteros. Imaginémoslo:


Margarita Cedeño: ¿Así que yo tengo una cuenta multimillonaria en el Danske Bank, y otra en el CreditSuisse? Aquí tiene usted, Marcos Martínez, un poder notarizado que le autoriza a pedir un certificado que demuestre si yo he tenido cuenta en ese banco y qué dineros han sido depositados ahí. Y aquí tiene también un pasaje de avión. Vaya. Si la encuentra, entréguele esos cuartos a un orfanato de Santiago o quédese con ellos… Pero si no la encuentra, ni evidencia de que existió alguna vez, usted viene preso.


Punto… Solucionado el problema. Todo el mundo a callarse la boca. Viva Margarita Presidente…quiero decir, Vice-Presidente.

Pero no.

La firma de abogados contratada por la primera dama ya habló de que necesita 45 días para responder. ¡Cuarenta y cinco días! ¿Para qué? Si los demás argumentos hasta ahora no han surtido un efecto convincente, este debería ponerte a pensar. A mi entender, esta descarada petición de mes y medio se perfila como la prueba más condenatoria.

A mi entender, y al tuyo, si usas la cabeza, cada día que pase sin que se obtenga esa única prueba fiable, es un día en el que más profundamente se entierran los facinerosos que serían capaces de saquear a un pueblo pobre; cada día que pase es un día más para sembrar entre nosotros la sospecha de una componenda compleja que enturbiará la legitimidad de la pruebas exculpatorias cuando finalmente se materialicen, si es que alguna vez lo hacen.

Base naval en Saona: la burda distracción

Si estás en capacidad de utilizar las 8 libras de seso que todos tenemos en el cráneo, te darás cuenta de lo conveniente de la absurda noticia precisamente en esta coyuntura.

Como palomas que acuden hacia un nuevo puñado de maíz que alguien ha tirado en otra parte de la plaza, allá se ha volcado la sociedad virtual, dejando para otro día la acusación de desfalco. Los medios masivos, cual perritos con juguete de goma nuevo, la han repetido ad nauseam con una felicidad y una disposición que debe ponerte a pensar. ¿Qué es lo que quieren que no veas? ¿En qué quieren que no pienses? Tú eres más inteligente de ahí. Abre los ojos.

Conclusiones

Ignorar una noticia como la que impactó a nuestro país la semana pasada es posiblemente el ejercicio más ridículo de denial. Como ya he mencionado arriba, que nuestra sociedad sea capaz de continuar sus quehaceres cotidianos con la pasmosa beatitud de los que poseen un búnker secreto abastecido para cincuenta años es una actitud suicida.

La comparación no es gratuita. Apropiándome de las palabras de KurtVonnegut, es como si siguiéramos con nuestra vida de siempre luego de que nos avisaran que un meteoro está a punto de impactarnos y borrarnos de la faz de la Tierra. Una noticia así (la del meteoro) ¿no ameritaría un cambio drástico y definitivo de nuestro concepto de participación democrática y de trabajo solidario? ¿Cuántas personas estarían en la disposición de pensar que el impacto no tiene nada que ver con ellos? ¿Qué parte de esta analogía no entiendes?

Tampoco es como que la acusación nos obliga a ver a los imputados bajo una luz diferente de la que ya conocemos y bajo la cual ya estamos acostumbrados a verlos. ¿Acaso el ex convicto Félix Bautista se ha dado a conocer en la prensa por sus obras humanitarias, su sacrificio, su humildad y su generosidad? ¿Por su desprendimiento?

¿Acaso la primera dama no hizo noticia el día que hizo cocaleca en la tienda regenteada por Luis María Llorente, en España, adquiriendo “gran cantidad” de zapatos y carteras, para esfumarse luego de que su aparatosa escolta obstaculizara el tránsito de la Avenida Castilla en Gijón?

¿Acaso la presidenta de Transparencia Internacional no dijo que “cualquier país en donde el Índice de Percepción de la Corrupción se haya incrementado como en el caso de República Dominicana, debe hacer un análisis profundo y determinar que está ocurriendo para frenar el problema”?

Este no es uno de esos escándalos que se pueden olvidar fácilmente, sin investigarlo a fondo, despachándolo como una simple treta del PRD. Es demasiado dinero. Pero incluso las cifras que estamos manejando se prestan a perder el sentido. Al fin y al cabo, son solo números, dígitos. Podemos, empero, verlo de otra manera.

Quizá entendamos mejor la magnitud de este presunto desfalco si en lugar de repetir la suma supuestamente desviada, nos referimos a ella de otra forma. Después de todo, estamos hablando de más de la mitad del presupuesto anual de la nación. También nos estamos refiriendo al bendito 4% que se necesita para adecentar la educación… el 4% y un chin más.

En las referidas cuentas del Danske Bank y el CreditSuisse habrían 500 escuelas equipadas con pizarras inteligentes; cinco años de capacitación para todos los profesores de media y secundaria; varios hospitales, por lo menos 1,000 máquinas dializadoras y suficientes gasas, sueros, jeringuillas, alcohol y demás suministros básicos para varios años; habría en esas cuentas exactamente 16,000 pozos acuíferos para que las comunidades más aisladas puedan beber agua limpia.

Habría 160,000 viviendas de emergencia para nuestros conciudadanos que viven en casuchas hechas con basura; habría varios aumentos salariales para nuestros maestros; habría suficiente como para diseñar, ejecutar y sostener un plan de reciclaje ciudadano a nivel país; habría un parque eólico, y hasta dos; habría suficiente para implementar un plan de emprendedurismo para jóvenes en todos los sectores más pobres de la República, que comprenden, prácticamente, la casi totalidad del territorio nacional; habría dinero en euro suficiente para verterlo en investigaciones certeras que nos libren para siempre del dengue, la malaria, la filariasis; habría una biblioteca para cada vecindario; habría 5,000 becas universitarias…

Que salga una noticia en los medios tradicionales no la hace verdad; de la misma forma, que una noticia salga por los medios virtuales no la convierte en mentira. El régimen, a través de sus alabarderos, quiere convencerte, no solo de que esta es una bola de Internet carente de legitimidad, sino de que no es de tu incumbencia averiguar con certeza si tienen razón o no.

Lo han decidido por ti. En otras palabras, han dterminado que el ejercicio de la política no te corresponde. De que para eso están los periodistas, los jueces, los políticos.

Nada más lejos de la verdad; el ejercicio de la política te corresponde a ti como un deber y una responsabilidad, incluso si vivieras en un país donde ninguno de los actores mencionados, ni los periodistas ni los jueces ni los políticos (una buena parte de ellos, al menos), hubiera malbaratado su honor. Involucrarse en política no es algo que se relega a los oficiales elegidos para la administración pública; esos son simples empleados, o deberían serlo. El verdadero poder político sigue en tus manos; nunca ha estado en otro lugar.

De modo que no hay por qué esperar a que “se dilucide” el caso de este supuesto desfalco, no hay que esperar a que lo resuelvan. No hay que esperar por Nuria ni por Huchi Lora ni por Juan Bolívar Díaz ni por Marino Zapete ni por Anonymous. Ninguno de ellos tiene el monopolio de la información ni de la acción ciudadana. Esto te toca a ti. Esto lo podemos resolver nosotros mismos.

¿Qué podemos hacer? ¿Qué puedes hacer tú?

Mucho, de hecho. Resulta que tanto Margarita Cedeño como todos los miembros del gabinete de Leonel Fernández (y de cualquier otro gabinete de cualquier otro partido) son PEP: PoliticallyExposedPersons, o Personas Políticamente Expuestas.

Como tales no deberían habérseles abierto estas cuentas en primer lugar y de habérselas abierto, debieron haber pasado por un screening exhaustivo. Búscalo en Wikipedia, o refiérete al whitepaper del WolfsbergGroup, también disponible en el Internet. Un PEP “por virtud de su posición o la influencia que pueda detentar, presenta un mayor riesgo de verse involucrado en sobornos y corrupción”, y por tanto, el banco, a causa de los problemas que un posible desfalco podría acarrear, se vería imposibilitado de defender los acuerdos contractuales que lo vinculan con el ahorrante.

El proceso para detectar un PEP se hace durante la apertura de la cuenta. Un banco que abra una cuenta sin el duediligence para determinar si el cliente se trata de un PEP y que conduzca negocios con PEPspuede incurrir en serias multas. En otras palabras, la institución financiera debe saber que se las ve con un PEP y debe, en ese caso, monitorear constantemente los movimientos de la cuenta.

Si tales cuentas existen (o existieron) los bancos de los presuntos cuentahabientes que nos ocupan, o les abrieron las cuentas sabiendo que eran PEP (y por la tanto han monitoreado esas cuentas todo el tiempo) o no (lo cual no es una buena noticia ni para el banco ni para los cuentahabientes).

En cualquiera de los dos casos, tanto el CreditSuisse como el Danske Bank deben de ser informados por una coalición de ciudadanos de que, en palabras del WolfsbergGroup, es posible que les hayan abierto cuentas a personas “cuyas circunstancias financieras” les atraerán “interés público adicional”.

En cualquiera de los dos casos, en el momento en que se abra una investigación sobre el asunto (que imagino que ninguna de las perspicaces organizaciones de participación civil del país ha tenido la clarividencia de incoar a través de agencias especializadas en el asunto), los fondos del PEP, si existen, quedan inmediatamente congelados… ¿Te suenan mejor ahora los 45 días? Ante este panorama de congelación de fondos, ¿qué podría suceder durante esos 45 días? Piensaunpoco.

La existencia de controles para detectar y excluir a PEPs de las instituciones bancarias europeas no impide que sea posible para algunos colarse. Hosni Mubarak y MuammarGhaddafi son dos buenos ejemplos de PEPs que consiguieron abrir cuentas en bancos europeos. Sus fondos, en cuanto fueron descubiertos, fueron congelados. Muchísimas personas son expertas, no obstante, en abrir cuentas a PEPs.

Conocen el papeleo y saben cómo darle la vuelta al asunto. Sus servicios se cotizan extremadamente bien, como se podrán imaginar. Una investigación seria de este caso debería comenzar por ubicar quién, en este país, tiene ese know-how.

De nada sirve leer un artículo si no puedes sumarte a la acción. De modo, que aquí te pongo un fácil recetario para poner en movimiento las cosas. No tetomarániunahora.


1.Escribe al Danske Bank y al CreditSuisse. Visita sus páginas en la Web, ubica la pestaña de contacto y ponte a escribir. Identifícate como un ciudadano dominicano con derecho a saber los movimientos financieros de sus oficiales públicos.

Explícales que han surgido serios alegatos en relación a cuentas multimillonarias supuestamente abiertas y activas a nombre de la primera dama de la República Dominicana, Margarita Cedeño, y otros miembros del gabinete del presidente Fernández.

Explícales que estas personas son PEPs; recuérdales que, si existen las cuentas, es su deber monitorear sus estados, depósitos y demás movimientos… y prepararse para recibir un alud de cuestionamientos e investigaciones. Pregúntales cómo creen que reaccionaría el ciudadano danés o suizo promedio si se enterara de que bancos tradicionales como ellos están involucrados en la expoliación de un país pobre. Adviérteles que estarás próximamente escribiendo también a periódicos suizos y daneses. Despídete.


2.Escribe a periódicos daneses y suizos. Métete en Google y ubica los periódicos principales, pero no excluyas a los pequeños e independientes. Ubica la pestaña de contacto y explícales lo mismo de arriba. Cuéntales que necesitamos su ayuda esclareciendo este caso. Que es lo menos que pueden hacer.
3.Escribea Avaaz.org.

4.Escribe a TransparenciaInternacional.

5.Lee el whitepaper publicado por el World Bank, StolenAssetRecovery.Todos deberíamos ser duchos en estos temas.

6.Ruega que todo sea una falsa alarma, por el bien de nuestro pobre país.

7.Siéntete bien de que tomaste acción, porque a ello te empujó la intransparencia que percibiste en el manejo de estas acusaciones.

Yo aviso que me alegraré si se provee prueba exculpatoria convincente; pero tú, alabardero, ciego apóstol que, como en el cuento de Bosch, dejaste tu cabeza en la dirección del partido, ¿qué harás si se producen pruebas contundentes de que todo esto es cierto?

Nada desearía más que resultaran falsos todos estos alegatos. Por el bien de todos nosotros, ojalá sean falsos. Pero, obviamente, no podemos esperar a que nos resuelvan la incógnita los propios imputados.

Basta que seas dominicano o residente legal para que tengas el derecho y el deber de emprender esta campaña. Que no te convenzan de lo contrario. Mis cartas ya fueron enviadas. Mientras más cartas se envíen, más difícil será ignorar el problema. Tuitea este artículo, retuitéalo.
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