Por Rosario Espinal
Arranca el vuelo. Apriétense los cinturones. Se anuncia mal tiempo. Comenzó la campaña electoral sin calendario ni apego a las leyes, viejas o nuevas. Salieron de la gatera las huestes reeleccionistas y antirreeleccionistas. ¿Choque de trenes? ¿Guerra a muerte? ¿Constitución violada? ¿División? ¿Democracia? ¡Oh no!
Habrá pelea fuerte en el PLD, en el PRM, y en muchos minoritarios que no saben qué hacer para disfrutar del poder.
El panorama se vislumbra incierto y no hay remedio. La gente ya quiere saber quién ganará en el 2020, pero aún no hay candidatos escogidos, ni siquiera están en el roster todos los precandidatos posibles.
Se siente la impaciencia. Se alborotan los activistas, los interactivos, los comentaristas, los terroristas de la palabra en las redes.
Los políticos están dislocándose. Todos fajados a ver si ganan por lo menos un palé. El mismo cántico resuena en las provincias y los municipios. Las mismas ambiciones dibujadas con engaños. ¡Más de lo mismo!
En el PLD sobran aspirantes. ¿Quién estará subvencionando tantos precandidatos sin futuro inmediato? ¿Y hay tantos cuartos para tirar al aire?
El cuadrilátero lo dominan Leonel y Danilo. Uno ya salió de cuerpo entero y el otro de medio cuerpo. Pronto se reencontrarán cara a cara como en el 2015: un ganador y un derrotado. Los demás a su redil; unos minutos de fama, algunos carteles y se acabó.
El PLD es ya prisionero del mal endémico: el caudillismo. La fábrica de presidentes fue un decir, metáfora para los anales de la historia. Danilo y Leonel marcan el ritmo jugando a las escondidas a plenas luz del día. Si no fuera porque la política tiene tantas consecuencias serias, el espectáculo sería digno de una ligera comedia. El acto se inicia patético, realmente patético. Leonel por volver y Danilo por quedarse. ¿Será un replay?
En el PRM falta un cuarto bate. Hipólito estropea los juegos. Abinader espera pacientemente y da toquecitos al pitcher que no alcanzan para llegar a primera. No hay avance y se desalientan las gradas. Mucha gente se queja, mucha gente espera. Los desempleados, los mal empleados, en este país de dádivas estatales. No es fácil estar abajo. Los dirigentes no se dan cuenta porque siempre están arriba, no importa del partido que sean.
La ilusión de una tercera fuerza se va marchitando nuevamente. Y si surgiera, se vislumbra horrenda. Algún fascista podría ser la respuesta al creciente descontento ciudadano por la corrupción y la delincuencia.
La política del cálculo en la que se ha embarcado el PLD generará eventualmente la búsqueda de pasión política. Algún “redentor” prometerá la “salvación”. Pero el país no ha llegado aún al punto de saturación. Para eso se necesita una crisis de la macroeconomía, aunque en teoría no lo entienda la inmensa mayoría.
En el 2020 habrá una guerra de papeletas, y quien más tenga se impondrá. Solo un potente jonronero en el PRM podría detener la avalancha del PLD, después que en el morado se produzca el remate y se coloquen en fila todos los candidatos para volver. Arriba con presión es lo más cercano a la gloria, piensan los peledeístas.
Alerta: el país entra en tiempo de peligro político.
Cuidado con exasperarse, pelear en la calle, o enemistarse por politiquería. No se le ocurra matar ni golpear a nadie en medio de un pique. No arriesgue su vida ni la de su familia. Evite contaminarse con los malos modales de las redes sociales.
Infórmese, reflexione y tome decisiones. Es el mejor antídoto al desparpajo político.
Por Rosario Espinal
Arranca el vuelo. Apriétense los cinturones. Se anuncia mal tiempo. Comenzó la campaña electoral sin calendario ni apego a las leyes, viejas o nuevas. Salieron de la gatera las huestes reeleccionistas y antirreeleccionistas. ¿Choque de trenes? ¿Guerra a muerte? ¿Constitución violada? ¿División? ¿Democracia? ¡Oh no!
Habrá pelea fuerte en el PLD, en el PRM, y en muchos minoritarios que no saben qué hacer para disfrutar del poder.
El panorama se vislumbra incierto y no hay remedio. La gente ya quiere saber quién ganará en el 2020, pero aún no hay candidatos escogidos, ni siquiera están en el roster todos los precandidatos posibles.
Se siente la impaciencia. Se alborotan los activistas, los interactivos, los comentaristas, los terroristas de la palabra en las redes.
Los políticos están dislocándose. Todos fajados a ver si ganan por lo menos un palé. El mismo cántico resuena en las provincias y los municipios. Las mismas ambiciones dibujadas con engaños. ¡Más de lo mismo!
En el PLD sobran aspirantes. ¿Quién estará subvencionando tantos precandidatos sin futuro inmediato? ¿Y hay tantos cuartos para tirar al aire?
El cuadrilátero lo dominan Leonel y Danilo. Uno ya salió de cuerpo entero y el otro de medio cuerpo. Pronto se reencontrarán cara a cara como en el 2015: un ganador y un derrotado. Los demás a su redil; unos minutos de fama, algunos carteles y se acabó.
El PLD es ya prisionero del mal endémico: el caudillismo. La fábrica de presidentes fue un decir, metáfora para los anales de la historia. Danilo y Leonel marcan el ritmo jugando a las escondidas a plenas luz del día. Si no fuera porque la política tiene tantas consecuencias serias, el espectáculo sería digno de una ligera comedia. El acto se inicia patético, realmente patético. Leonel por volver y Danilo por quedarse. ¿Será un replay?
En el PRM falta un cuarto bate. Hipólito estropea los juegos. Abinader espera pacientemente y da toquecitos al pitcher que no alcanzan para llegar a primera. No hay avance y se desalientan las gradas. Mucha gente se queja, mucha gente espera. Los desempleados, los mal empleados, en este país de dádivas estatales. No es fácil estar abajo. Los dirigentes no se dan cuenta porque siempre están arriba, no importa del partido que sean.
La ilusión de una tercera fuerza se va marchitando nuevamente. Y si surgiera, se vislumbra horrenda. Algún fascista podría ser la respuesta al creciente descontento ciudadano por la corrupción y la delincuencia.
La política del cálculo en la que se ha embarcado el PLD generará eventualmente la búsqueda de pasión política. Algún “redentor” prometerá la “salvación”. Pero el país no ha llegado aún al punto de saturación. Para eso se necesita una crisis de la macroeconomía, aunque en teoría no lo entienda la inmensa mayoría.
En el 2020 habrá una guerra de papeletas, y quien más tenga se impondrá. Solo un potente jonronero en el PRM podría detener la avalancha del PLD, después que en el morado se produzca el remate y se coloquen en fila todos los candidatos para volver. Arriba con presión es lo más cercano a la gloria, piensan los peledeístas.
Alerta: el país entra en tiempo de peligro político.
Cuidado con exasperarse, pelear en la calle, o enemistarse por politiquería. No se le ocurra matar ni golpear a nadie en medio de un pique. No arriesgue su vida ni la de su familia. Evite contaminarse con los malos modales de las redes sociales.
Infórmese, reflexione y tome decisiones. Es el mejor antídoto al desparpajo político.
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