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República Dominicana: Un pueblo que abandona a sus líderes y después lo añora
Por: Belarminio Ramírez
Un porcentaje importante del pueblo dominicano tiene una conducta y es que cuando los presidentes salen del poder, sin importar todo el bien que hayan hecho, le dan la espalda.
Se produce siempre, luego de la transición del poder, un encariñamiento con el nuevo gobierno, sobre todo con el nuevo presidente.
Las voces más críticas, automáticamente buscan la forma de entrar en la gracia del nuevo gobierno.
Las voces muy críticas y aguerridas que llevaron la promoción del gobierno saliente, en su mayoría se silencian. Unos quieren cambiar de chaqueta, y lo logran, unos lo hacen para enfriarse y luego hacer causa común con el nuevo gobierno, y otros, se aíslan por miedo, ya que la política en países como la República Dominicana tiene una influencia en la sociedad y en las vidas de las gentes, mayor que en los países desarrollados.
En República Dominicana, cuando una persona entra en desafecto o desgracia con el gobierno de turno, una parte de sus familiares, amigos, amistades y conocidos en sentido general, de inmediato le sacan los pies.
Esas mismas personas, cuando ven que la situación cambia para el político, de inmediato le están buscando y haciéndole invitaciones.
Es normal que las personas sean interesadas y que se muevan por beneficios coyunturales, pero hay sociedades como República Dominicana, donde ese oportunismo es mayor.
Balaguer era una especie de Dios, y cuando salió del poder fue pisoteado por adversarios y negado por seguidores: lo declararon “difunto en vida, muerto sin enterrarlo”.
En 1986, cuando Balaguer retornó al poder, de inmediato todos los que le dieron la espalda tras su salida del poder en 1978, se colocaron de su lado. Por eso en su memoria, el veterano estadista, relató cuando le dijo a Jacobo Majluta, candidato al que venció en el certamen electoral de 1986: “Si usted fuera el ganador, todas esas personas que usted ve ahí afuera estuvieran en su casa”.
Antonio Guzman, horas después de las elecciones de 1982, se dió cuenta que estaba sólo. A pesar de que el ganador del proceso electoral fue un líder de su propio partido, el político y empresario agrícola, por temor a la humillación y el maltrato, optó por suicidarse. En definitiva, don Antonio se sintió sólo.
Salvador Jorge Blanco, el candidato y líder de las manos limpias, sintió más miedo de un posible gobierno de su compañero Jacobo Majluta que de un gobierno de Joaquín Balaguer.
Ese fue un grave error del jurista Santiaguero. Con Jacobo Majluta, le hubiera ido mejor, a pesar de los despiadados y malos que fueron los perredeistas unos con otros, conducta que si la raza funciona, es posible que en el futuro inmediato la practiquen los perremeistas unos con otros. “Ellos se devoran” decía Joaquín Balaguer.
Jorge Blanco fue abandonado hasta por el Secretario de Estado de la Presidencia, el cacique Hatuey Decamps, quién renunció a su cargo y pronunció un discurso dirigido a la Nación donde expresó que iniciaba su propio camino.
A Jorge Blanco lo abandonó su partido, el PRD, y Balaguer,
con el apoyo del jurista Marino Vinicio Castillo, lo encontró servido en bandeja de plata y lo destruyó.
Algo que no dijeron los perredeistas de Jorge Blanco, excepto el jurista Emmanuel Esquea Guerrero, es que salió del poder con menos fortuna económica que la tenía cuando asumió el mando. Quienes se hicieron más rico en su gobierno, fueron los primeros en abandonarle.
Joaquín Balaguer, un genio político, en 1996 expresó a sus colaboradores que la misión era impedir que Peña Gómez ganara. En virtud de que el candidato de su partido Jacinto Peynado no era opción de poder, desde la primera vuelta, los balagueristas trabajamos para que Leonel Fernández ganara.
Para los fines de perpetuidad histórica de Joaquín Balaguer, la estrategia fue correcta, pero, para el futuro de su partido, el PRSC, la estrategia fue nefasta.
Leonel Fernández fue satanizado luego de su salida del poder en el 2000. Como el PLD no era una fuerza mayoritaria y llegó al poder de las manos del PRSC y del Caudillo Joaquín Balaguer, Leonel armó un gabinete de amplia base social.
La estrategia de Leonel fue inteligente y correcta, pero cuando salió del poder en el 2000, la mayoría de esos colaboradores salieron corriendo. El gobierno que sacó a más docentes de las aulas para convertirlo en funcionarios, fue el de Leonel (1996-2000).
Tanto a Balaguer, Guzman, Jorge Blanco, Leonel, Hipólito y Danilo, le ha pasado lo mismo. A veces, teniendo personas muy calificadas comprometidos con sus partidos, se dejan embaucar poniendo puestos claves en manos de supuestos independientes de la sociedad civil que no son leales ni a sus íntimas convicciones.
Es posible que a Luis Abinader le pase lo mismo, y que sea más temprano. Muchos funcionarios de Luis Abinader, viendo la situación difícil que le está tocando manejar, pronto querrán estar tranquilos en sus casas. Otros funcionarios que son anti partidos y aborrecen a los políticos, y para no hacer el texto muy largo en este artículo no analizaremos, cuando el gobierno de Abinader cumpla su tercer el año al día siguiente buscarán los motivos de abandonar o de que lo destituyan alegando disgusto con sus expectativas.
El comportamiento y la conducta política de un pueblo, salvo rarísimas excepciones, siempre es el mismo.
Gustavo Montalvo, Ministro del Gobierno de Danilo Medina pensó que podía cambiar esa conducta, y, en determinado tramo orientó el gobierno dándole una participación a representantes de sectores que ahora son los principales vergudos del Danilismo.
Los técnicos e independientes que tuvieron exquisito trato en el gobierno de Danilo Medina, ahora no lo encuentran ni los Santos espiritistas.
Montalvo comenzó a distinguir y premiar a otroras verdugos del PLD que acusaban a Leonel de todos los males, pero que cuando Leonel giró a favor de Abinader, de inmediato comenzaron a decir que Leonel era bueno, que era una victima de Danilo.
Ahora todos se olvidaron de Gustavo Montalvo y sus tratos deferentes, y desde sus tribunas presionan para que el gobierno de Abinader lleve a Danilo Medina a la guillotina. Así son ellos. Esa es su patología. Esa conducta no cambia.
Hipólito Mejía no fue tonto. Temía correr la suerte de Guzman y Jorge Blanco.
Hipólito gobernó con sus gentes -Proyecto Presidencial Hipólito PPH-. Ganó abrumadoramente las elecciones congresionales y municipales del 2002, y perdió las elecciones del 2004 por un factor ajeno a su gobierno que fue la quiebra de BANINTER que generó una crisis económica que deterioró el nivel de vida de las gentes.
Leonel Fernández, uno de los políticos más odiados que ha tenido la democracia dominicana, tuvo la suerte de que en el 2012 traspasó el gobierno a un candidato de su partido, Danilo Medina. De haber llegado Hipólito Mejía al poder en el 2012, Leonel y su entorno la pasarían muy mal.
Aparentemente, Leonel y algunos colaboradores gozan el proceso que lleva acabo la justicia sobre algunos colaboradores de Danilo, pero ignoran que quienes manejan ese proceso tienen una agenda, dónde Leonel y sus funcionarios son el segundo punto; Hipólito y sus funcionarios son el tercer punto; el propio Luís Abinader y sus funcionarios son el cuarto punto.
Estos actores no le reconocen ningún mérito a los partidos, ni tampoco ningún aporte al liderazgo político en la construcción del desarrollo. En definitiva, para ellos en República Dominicana todo ha sido vergüenza y fracaso, y están muy equivocados. Los partidos y los líderes políticos son los principales arquitectos y protagonistas del desarrollo social, cultural, económico, institucional y político alcanzado por la República Dominicana en los últimos 70 años.
Ahora el momento de la desgracia le toca a Danilo Medina, pero a este su partido no lo dejará sólo. A pesar de los malagradecidos y aventureros que puedan ser muchos de los peledeistas, todos saben que Danilo Medina hizo la gestión de gobierno que impactó de manera más positiva en el desarrollo económico-social y mejoría del nivel de vida de las gentes.
Luis Abinader, prometió en la campaña que haría un gobierno que superaría al de Danilo Medina, pero ya se están dando cuenta que no es posible lograrlo.
Danilo Medina representa el cierre de un ciclo de crecimiento y desarrollo económico con programas y políticas sociales que implicaron un significativo salto de avance hacia el Estado Social y Democrático de Derechos.
De Danilo Medina pueden decir lo que quieran. Con Danilo Medina pueden hacer lo que quieran, pero no podrán borrar su legado y su obra. He dicho.
Por Belarminio Ramirez
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