martes, 23 de junio de 2009

RESUMEN CULTURAL, LITERARIO , POLITICO, ECONOMICO, CIENCIA, FICCION, LITERARIO DE MEDIA ISLA

El tiempo del deseo Apunte a lápiz Sueño blanco, pesadilla negra Noam Chomsky y el neoliberalismo La impaciencia de Rimbaud Norberto James Rawlings, noble maestro Música y poder, una relación peligrosa La ficción del éxito Literatura Judas Puertas y ventanas: Café literario Río de letras Vuelo Nocturno de Chelo Ponsoda Arte fotográfico dominicano en NY Tarde de poesía en Bs As El kosmonauta del azulejo III Premio de Microrrelatos Eróticos "Jeanne Traumnovelle" Imágenes del mundo


El tiempo del deseo
El amor vuelve a rondar el epicentro de la literatura. Medio centenar de libros reivindica un género eterno. Varios escritores dan las claves del porqué de este regreso que coincide con la celebración de los 400 años de los Sonetos de Shakespeare.
Por WINSTON MANRIQUE SABOGAL © BABELIA
Y no puedo impedirme que yo el cómplice sea De ese dulce ladrón que tan cruel me saquea. Shakespeare (Sonetos)
Mientras la mimaba / Con sus arrumacos. / Seis días y siete noches, / Enkidu, excitado, / Hizo el amor con Lalegre". Es el primer atisbo de amor de la historia de la humanidad en la literatura. Ocurrió hace 35 siglos en las estepas de Uruk, en la baja Mesopotamia, como dan fe las tablillas de la epopeya de Gilgamesh que narra las aventuras y avatares del rey que no quería morir, y que constituye el primer texto literario del que se tiene noticia. Desde entonces, un rosario de epopeyas, cantares, novelas, cuentos, obras de teatro, poemas y ensayos ha encadenado el tiempo hasta este mismo instante y los siguientes, teniendo al amor muchas veces como protagonista o desencadenante del destino o como pretexto para contar la vida y sus alrededores. Aunque con vaivenes, de tal manera que en los últimos meses ha empezado a rondar el epicentro de la literatura, con personajes que aspiran a heredar un día las resonancias de aquellos que están al principio de estos 3.500 años de páginas literarias.. .
Enkidu y Lalegre, Paris y Helena, Ulises y Penélope, Fedro, Adán y Eva, Amada y Amado (Cantar de los cantares), Dafnis y Cloe...
Después de unos cuantos años de una relación más o menos distante con los escritores, el amor se ha tomado su revancha. Más de medio centenar de títulos este semestre en España, nacionales y extranjeros, con algunos convertidos en best sellers, prueba que este sentimiento vuelve a latir con fuerza entre los narradores. Y sin prejuicios ni vergüenzas. Pero ¿por qué esa coincidencia de volver a contar el mundo a través del amor?, ¿acaso una doble reivindicació n: por el propio sentimiento y por un género literario visto por algunos como de segunda categoría? Son interrogantes sobre los cuales reflexionan varios de los autores que recientemente han abordado el tema: desde Álvaro Pombo, Ángeles Mastretta, Andrés Trapiello y Lola Beccaría en la narrativa, hasta Jesús Ferrero y José Antonio Marina a través del ensayo, pasando por Paolo Giordano, el italiano revelación con La soledad de los números primos , y el poeta Juan Antonio González Iglesias, y un noveno invitado: William Shakespeare, cuyos Sonetos hablan por sí solos en la celebración de sus 400 años: "O ensáñate si quieres, tiempo anciano: / mi amor será en mis versos siempre joven".
Triste, incoherente y preocupante es la paradoja en la que coinciden los escritores. Porque justo ahora cuando el amor se ha desencorsetado de milenarios prejuicios sociales, religiosos, morales y económicos, de tabúes e incluso ganado batallas de represiones y emancipaciones, hasta alcanzar una libertad ideal, el ser humano está perplejo al sentirse emboscado por tantas opciones de bienestar que le despiertan la sensación de desamparo. Como si saber muy bien qué hacer, mientras contempla cómo sus decepciones adquieren el mismo tamaño de sus ilusiones. Como pigmaliones dispuestos sólo a enamorarse de sus propios sueños.
Asoma así la literatura como celestina del amor y las personas. "Es que la narrativa es particularmente sensible a la situación del mundo y el estado de las cosas. Es imitativa en esencia, y lo que hace ahora es mostrar las fluctuaciones de su tiempo", afirma Álvaro Pombo , quien suele basar sus obras en relaciones sentimentales, como Virginia o el interior del mundo (Planeta). Una de las fluctuaciones, a la que se refiere el escritor y académico, tiene que ver con que entendemos el mundo peor y vemos el amor como un buen refugio: "En vez de ir hacia fuera, el amor nos lleva dentro de nosotros mismos, ante la complejidad de la vida y la multilateralidad. Y lo que hace la literatura es reflejar todo eso". Da cuenta así de una geografía amorosa en perpetuo cambio según la época, como la de refundación y creación de mitos y leyes que vivió el amor entre la Edad Media y el Renacimiento cuya herencia llega hasta hoy con títulos inolvidables. ..
Tristán e Isolda, La Celestina, El libro del buen amor, Romeo y Julieta , Cyrano de Bergerac, Las amistades peligrosas ...
Cada época tiene su clase de amor. "Hoy los niños quieren magia cuando el mundo los desafía con la guerra; los adultos, historias de amor en épocas de crisis y guerra. El amor es el exorcismo de los adultos; el sexo, la magia, el abandono", sentencia la mexicana Ángeles Mastretta, autora de Mal de amores, Maridos y Arráncame la vida (Seix Barral), cuya versión cinematográfica clausura hoy el I Festival de Granada Cines del Sur. Sí, cada época tiene su clase de amor, y ésta es la de los amores en tránsito. Eso piensa Pombo para quien "la inestabilidad laboral es correlativa a la inestabilidad emocional". La gente no sabe de qué manera vivir ni enfrentarse a ese amor libre de hoy. En parte por "la sensación permanente de que nos perdemos algo, lo cual lleva a una vida sentimental de picoteo, aunque en el fondo se aspira a lo de siempre, a un amor eterno".
Como advirtiera la escritora Dominique Simonnet en la entrevista de La historia más bella del amor (Anagrama), "nuestra época se caracteriza por una exigencia extrema de los individuos en relación con su ideal: la felicidad a cualquier precio". Y pregunta si lo que se esconde es sólo el miedo a ser románticos. Recuerda que "hoy la unidad básica es el individuo, que ya no sacrifica su felicidad individual a la entidad familiar".
Así es como el rostro del amor en los albores del siglo XXI estaría esculpido por ideas y palabras como sobreoferta, mareo, vaivén, Yo, fragilidad, accidental, individualidad, fluctuante, inseguridad, líquido, miedo, disponibilidad, incertidumbre, cobardía, máscara, capricho, picoteo, inquietud, ansiedad, peregrinaje, dolor, intransigencia, volátil. Desencanto. O naufragio según los conceptos más usados por los escritores.
Mientras unos buscan la palabra adecuada para retratarlo y otros la mejor aliada para expresarlo, el amor sigue inasible y reviviendo en la literatura, ante lo cual Mastretta lanza una invitación alegre: "¡Sigamos tejiendo el mito". Por ahora tratando de explicar el porqué de esta coincidencia temática en las librerías, que podría resumirse en las siguientes ideas: cambio o reordenación de valores ante el desplazamiento de uno esencial como el amor, vuelta de la esperanza y del derecho a ser feliz después de un siglo XX catastrófico en guerras y culpas como el Holocausto, por la sentimentalizació n de la sexualidad y respuesta al imperio del individualismo y la soledad. Verdades a medias para Jesús Ferrero , ganador del Premio Anagrama de Ensayo por Las experiencias del deseo, que insiste en que "más que el amor, lo que arrastra al lector a los libros, por carecer de ella, es la búsqueda de la pasión en vista de que es la gran ausente de la historia de ahora". Como si la gente echara en falta aquellas magistrales y telúricas pasiones del siglo XIX y comienzos del XX, de seres en simbiosis con la felicidad y la desdicha creados por autores esenciales para el desarrollo de la novela...
Las hermanas Brontë, Jane Austen, Alejandro Dumas, Gustave Flaubert, León Tolstói, Jorge Isaacs, Eça de Queiroz, Henry James, Leopoldo Alas Clarín
...
Sus libros dejan claro que el amor de hoy es un invento nuevo. Paolo Giordano , un fenómeno literario entre los jóvenes por La soledad de los números primos (Salamandra) , del que ha vendido más de un millón de ejemplares en Italia y cien mil esta primavera en España, reconoce no tener una perspectiva profunda sobre si el amor se ha mostrado explícitamente en la literatura de los últimos veinte o treinta años, pero de lo que sí está convencido es de que ahora es un hecho llamativo. Recuerda que "la literatura de amor siempre ha estado presente y ha sido EL TEMA de las historias. Aunque todavía hay cierta timidez en algunos a la hora de reconocer que lo tratan, o que se atrevan a decir: 'Mi novela es sobre el amor". Giordano advierte que hay una tendencia más comercial dirigida especialmente al público joven con visiones estereotipadas, y que probablemente no son de la mejor literatura.
El autor italiano es el penúltimo destello universal de esta tendencia literaria. Las vísperas de este viaje al centro de la narrativa empezaron a notarse en 2001. Fue con la adaptación al cine de El diario de Bridget Jones (Lumen), de Helen Fielding, que reforzaría el subgénero del chiclit . En paralelo crecía la novela romántica, con más fuerza en Internet, y aumentaba la literatura emocional, donde destacan nombres como la francesa Anna Gavalda. A mediados de la década, Haruki Murakami empezó a hacerse popular entre los jóvenes gracias a una historia de amor de 1987 y que se tradujo como Tokio Blues (Tusquets), convertido en long seller. A esto siguió un gran movimiento de jóvenes italianos con la novela de Federico Moccia Perdona si te llamo amor (Planeta), que ha hecho que las parejas imiten su literatura al ir hasta el puente romano de Milvio y colocar un candado en promesa de amor eterno. Casi simultáneamente, en Estados Unidos llegaba el adolescente amor vampírico de Stephenie Meyer y su Saga Crepúsculo (Alfaguara), cuyos libros figuran entre los más vendidos. Y ahora, La soledad de los números primos refuerza el interés por la temática. Amores audaces, rompedores, glamourosos, periféricos, indecisos, platónicos, mezquinos o libertinos, algunos irrealizables o frustrados o victoriosos después de muchos obstáculos y a la vez contemporáneos como los vividos por parejas de antes de la II Guerra Mundial...
Charles Swan y Odette de Crecy, los matrimonios Ashburnham y Dowell, Lady Chatterley y Mellors, Daisy y Gatsby, Aschenbach y Tadzio, Maurice y Clive y Alec...
Con amores así acaba una época. Con la II Guerra Mundial empieza otra. Y de allí procede parte del brillo que empieza a tener esta temática. Andrés Trapiello , autor de Los confines (Destino), reflexiona: "Siguiendo a Adorno: ¿quién se hubiera atrevido a hablar de amor después de Auschwitz? El genocidio y el Gulag supusieron el final de toda forma de idealismo, origen éste como es sabido de todos los totalitarismos. Acaso es ésta la razón de que la felicidad haya estado bajo sospecha en la segunda mitad del siglo XX: por reaccionaria o, peor, por cursi, sin contar con que algunas formas de la felicidad, como la conyugal, arrastraban desde el siglo XIX su propia y descarnada caricatura. Y sin embargo tampoco nos es posible vivir sin esperanza, y el amor, de origen incierto y oscuro, hace de nuestra vida algo luminoso, y según cómo es lo único que hace de nosotros criaturas semejantes a los dioses. El amor y la felicidad se oponen de modo radical a la idea de que esto es un valle de lágrimas. No parece posible ni recomendable un retorno al idealismo, pero nadie tiene derecho a condenarnos a vivir, y mucho menos por moda, en el nihilismo o en una realidad nauseabunda".
Palabras que recuerdan que la historia del amor es la historia de una tragedia. De un desencuentro entre los deseos y la realidad. Quizá porque, como escribiera Gabriel García Márquez, "la fuerza invencible que ha impulsado al mundo no son los amores felices, sino los contrariados". Mastretta afirma que con el pasar de los años se olvidó algo elemental: la magia y el mito. Y ahí es donde entran los escritores como grandes oteadores de la vida, porque, dice la novelista mexicana, "el amor es único, nos pasa por encima y luego desaparece, y a partir de ese instante o años construimos historias novelescas para atrapar el mito que a todos interesa". Lo cierto es que tras la II Guerra, y a mediados del siglo pasado, la literatura dio pocos amores legendarios, pero los surgidos fueron creados por autores casi más famosos por otros temas que dejaron en estas novelas una entrañable sombra de tristeza...
Graham Greene y El fin del romance , Julio Cortázar y Rayuela, Yasunari Kawabata y País de nieve, José Donoso y El lugar sin límites, Ernesto Sábato y El túnel, Mario Vargas Llosa y La tía Julia y el escribidor.. .
En la actualidad, el escritor va tomando el pulso de la realidad como un rastreador indio que pone el oído en la vía del tren, asegura Lola Beccaría , ganadora del Azorín con El arte de perder (Planeta). Y lo que los autores oyen, agrega la novelista, "es que la crisis ha dejado al descubierto que somos nada sin objetos materiales. Pero esa desnudez es buena porque nos refugiamos en los valores universales. Anhelamos el contacto humano tras el cansancio de una sobreoferta del bienestar. Hemos descubierto que el amor no tiene alternativa, porque no hay nada en la gastronomía del ser humano como el sentimiento amoroso".
Desencanto y banalización. Es la pareja de conceptos que preside las palabras de Juan Antonio González Iglesias, que prepara su poesía reunida en Del lado del amor y ganador del Premio Loewe 2007 por Eros es más. "Hay personas que concentran su vida en todo lo que no es el amor y en los últimos tiempos se han encontrado con un cierto desencanto por esos otros valores, incluida la sexualidad como tal. Hay una banalización del amor difícil de frenar porque los jóvenes ya están formados en ese vértigo que la narrativa y la poesía tratan de advertir". Para el poeta, ahora que el amor ha quedado desvinculado de ciertas cosas tiene que volver al primer plano. Para ello sugiere una reconstrucció n de una teoría independiente de la religión y de la moral tradicional: "Es el momento de una reeducación amorosa que debe ser poética y literaria".
Sobre las rutas que han desviado el tema del amor hacia el sexo y la sexualidad, el filósofo José Antonio Marina considera que ahora hay un camino de vuelta. Autor de Palabras de amor (Temas de Hoy), una antología de la correspondencia amorosa entre escritores, Marina dice que cuando escribió El rompecabezas de la sexualidad creyó detectar una nueva "sentimentalizació n de la sexualidad, tras un interés por la sexualidad a secas, producida a partir de los sesenta, como un fenómeno liberador". Añade que las grandes encuestas sobre valores que se hacen en Occidente recogen que la mayoría de la población, cercana al 95%, piensa que las relaciones amorosas son el camino más transitable hacia la felicidad. "Es posible, aunque lo digo con toda cautela, que estos dos aspectos hayan influido en el fenómeno y el renacer del amor en el epicentro de la literatura". Aunque justo antes de este presente, algunos de los libros que han entrado en la memoria colectiva hablan de épocas lejanas y cercanas recorriendo los laberintos del amor con preocupaciones actuales, ya sea con personajes reales o ficticios...
Bélver Yin y Nitya Yang de Bélver Yin, Florentino Ariza y Fermina Daza de El amor en los tiempos del cólera, el conde Laszlo Almasy y Katharine de El paciente inglés, Hervé Joncourt y Hélène y la joven japonesa de Seda, Joe y Violet y Dorcas de Jazz, Cecilia Tallis y Robbie Turner de Expiación , Ennis del Mar y Jack Twist de Brokeback Mountain ...
De amores censurados, de amores peligrosos, de amores sobrenaturales, de amores aventureros, de amores despechados y de muchos más trata la oferta de títulos recientes. Incluso exploran nuevos territorios y trazan coordenadas de su mundo en el ciberespacio. Un atajo donde se ve "la necesidad de hallar esa alma gemela en un catálogo de ofertas sentimentales que es en sí misma una paradoja", asegura Beccaría, que abordó estas relaciones en su novela. Para la autora gallega es como si se estuviera haciendo el camino de vuelta a casa: "Como Ulises, que encuentra los cantos de sirena y muchas cosas más que retrasan su regreso junto a Penélope. Pues ahora los escritores hemos cogido el barco rumbo a Ítaca, que es el amor, oyendo cantos de sirena y contándolo a los lectores junto con los otros desvíos, pero dejando claro el destino y el puerto de llegada". Una idea a reforzar por el alto grado de individualismo actual.
En ese Yo sobredimensionado anida parte de la realidad y de la literatura que es imitativa. José Antonio Marina cree que se vive un momento interesante de creación amorosa: "El individualismo actual, el énfasis en la autonomía y la realización personal, que ha triunfado por muy buenas razones, está dificultando mucho la 'vinculación amorosa'. No tenemos un sistema sentimental claro para mantener la relación afectiva entre dos personalidades autónomas e independientes, y por ello las relaciones se han fragilizado excesivamente".
Lo que sucede, según Álvaro Pombo, es que "el amor no acaba de salirnos del todo bien porque no terminamos de creer en él". El académico considera que se ha perdido la idea del concepto de persona íntegra: "Ahora somos menos sustanciales y más accidentales". Su imagen es la de que la gente naufraga y los escritores reflejan esas titilaciones y movimientos de rebrillo de los vaivenes de las relaciones contemporáneas.
Un ejercicio nada fácil, advierte Ángeles Mastretta. "Escribir novelas de amor es caminar por el borde de un acantilado debido a que es muy fácil volverse cursi y estereotipado. Hay que escribir llevando el control de las riendas, conteniéndose, y atento a los desvíos. Como en todos los temas, se han escrito malos libros y eso ha servido para considerar la literatura de amor un género superficial. Y eso es injusto, porque también se han escrito malos libros sobre asuntos como el Holocausto, pero a ellos se les perdona. No hay que olvidar que el amor es algo trascendental". Insiste en que no es una entelequia. Está convencida de que su regreso al corazón de la narrativa es una buena noticia: "Es volver a contar el mundo emocional hacia dentro y para fuera". Como varios de los escritores, recuerda que el amor es la mayor y más imprevisible aventura a que se puede enfrentar el ser humano, como se refleja en algunos de los personajes y parejas literarias recientes...
Virginia y Casimiro, de Álvaro Pombo; Alice y Mattia, de Paolo Giordano; Claudia y Álex, de Andrés Trapiello; Amélie y Rinri, de Amélie Nothomb; Hans y Sophie de Andrés Neuman; Félix y Luz, de Rubén Abella; Sara y Enzo, de Lola Beccaría; Ruth y Mo, de Daniel Vázquez Selles; Mario y Beatriz, de Marta Rivera de la Cruz; Carmela y Lucas, de Marcos Aguinis; Godwin y Lydia, de Roland Vernon; Giacomo y Michela, de Fabio Volo; Sebastián, de Ray Loriga; Naser y Fiore, de Sulaiman Addonia; Step y Babi, de Federico Moccia...
Aventuras que confirman que 35 siglos después siguen vigentes en la literatura las leyes de esa parcela de deseos atisbada en Enkidu y Lalegre del Gilgamesh y Tristán e Isolda, y que los libros se podrían dividir entre los que cuentan la vida a través de historias de personas que se aman y desean y los que no. Como sucede en La vida ante sí, de Romain Gary, pero donde el autor pone en boca de Momo, un niño huérfano, la pregunta que le hace a Hamil, un anciano musulmán, de si se puede vivir sin amor. El hombre guarda silencio, y el niño le reclama la respuesta, a lo que Hamil contesta:
-Eres muy joven, y cuando se es tan joven es mejor no saber ciertas cosas.
-Señor Hamil, ¿se puede vivir sin amor?
-Sí -dijo él, bajando la cabeza como si le diera vergüenza. [fontanamoncada]
Apunte a lápiz o lo bajito con que se grita lo trascendente
Por Jimmy Valdez © mediaIsla
Casi al oído, fino, elegante, de portada en verde y al carboncillo; un librito escaso en páginas, trabajado por orfebres, en lo referente a su edición; luchado a pulso e insuperable en todo lo que tengo de conocer de los poemas. René hace añicos el concepto que tenía sobre nuestra poesía de isla; en todo caso, pensada al respecto como inmensamente buena, dados los protagonismos y la densidad a metro cuadrado… pues su poesía, la que tengo conmigo, y único vestigio del género que tengo del autor, pertenece a una clase de atmósfera irrefutablemente universal, tan buena o mejor que aquellas ya declaradas clásicas y espectaculares por lo que son capaces de transmitir.
Rodríguez Soriano, quizás se intimide con esta manera que tengo de ver las cosas, soy todo lo honesto de un insensible colector de mariposas. Leí su novela [El mal del tiempo], la presenté a los amigos y hasta escribí de ella una cojera de patas de lo que más o menos descubrí que me decía; ahora le suelto otro elogio al poeto, al promotor y guía de muchos y otros, a los años y los días desde que se le metiera entre los sesos semejante afán de sufrimientos; en fin, al amigo que apenas dejó su cubil de sol y se nos vino de relámpago a entusiasmar la cazuela.
Apunte a lápiz tiene esa brevedad orgásmica, ese dejo a lo precioso, a lo natural, al regreso con los pies descalzos, al sí en el chapoteo, en lo lindo. Se me antoja decir que es la mejor poesía impresa que he leído en meses; tan buena, discúlpenme las comparaciones, a un librito que me regalara Antonio Cisneros, en una noche bohemia junto a William Kastillo en el Intercontinental, me refiero a Canto ceremonial contra un oso hormiguero, por cierto, un "Don nadie" siempre es presuntuoso con los amigos.
Qué más se puede decir si el poeto, además de ser grandullón, tiene esa vaina de ingenio. Léase el librito y verá qué coño e poesía es de la que hablo. [mediaIsla]
Sueño blanco, pesadilla negra
A lo largo de su historia moderna, África ha sido un territorio dominado y repartido entre las grandes potencias. Después de un complicado proceso de descolonizació n, junto a instrumentos de progreso, persisten conflictos que en su momento fueron estimulados.
Por Andrés Criscaut © Letra Ñ
"Exterminad a todos los salvajes" es lo que recomienda, en el relato de Joseph Conrad El corazón de las tinieblas un personaje llamado Kurtz, quien abrió, a golpe de masacre y esclavismo, la cuenca superior del río Congo al progreso europeo de principios del siglo XX. Si bien ya han pasado más de cien años de esta historia, esa gran masa de territorio que se extiende al sur del Mediterráneo sigue siendo aún una terra incógnita, un pedazo de mapa incompleto. Pestes, conflictos, inestabilidades, hambrunas y barbarismos continúan siendo las claves de lectura de un continente que, si bien geográficamente se encuentra mucho más cerca de la Argentina que Europa o los Estados Unidos, en el imaginario occidental posee un lugar y una dimensión mucho más distante, vasta y amenazadora que la real. Como dijo el periodista y cronista polaco Ryszard Kapuscinski en su libro Ebano: "Este continente es demasiado grande para describirlo. Es todo un océano, un planeta aparte, todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria. Sólo por una convención reduccionista, por comodidad, decimos 'África'. En la realidad, salvo por el nombre geográfico, África no existe". Sí existen dos regiones bien definidas, separadas por ese inmenso y refractario mar de arena que es el desierto del Sahara y el Sahel. El Africa que queda al norte es una estrecha franja que bordea el Mediterráneo y que histórica y culturalmente posee una homogeneidad muy marcada, ya que siempre estuvo orientada hacia el mundo árabe. Vista desde los grandes imperios musulmanes que dominaron desde Oriente Medio y Egipto, esta es una importante prolongación de su área de influencia, que en algún momento llegó incluso a poseer en sus confines a España, Sicilia, Córcega y Cerdeña. El uso del camello permitió sortear el desierto y, junto con las rutas comerciales árabes, entre el 600 y el 1500, el islam llegó a extenderse más hacia el sur y al oeste, marcando una segunda gran divisoria, esta vez religiosa y cultural, a lo largo del norte de la línea del Ecuador y de la costa del océano Indico. Varios conflictos actuales, como el de Sudán o Nigeria, tienen un importante componente que bordea esta línea de alta tensión entre un norte islámico y un sur evangelizado por el cristianismo. Hacia el sur, Africa subsahariana o "negra" presenta una complejidad geográfica y social, así como un desarrollo histórico, mucho más acentuado. Entre los siglos XVI y XVIII sus costas se vieron salpicadas de enclaves comerciales europeos que extrajeron, de una miríada de pequeños "estados" autónomos, 15 millones de esclavos y valiosos productos. Sin embargo, con el gran auge de la industria y la tecnología europea del siglo XIX, ese "gran interior" llegó a ser penetrado y pasó a ocupar un lugar de reservorio de materias primas del sistema imperial. La difusa figura del misionero, explorador y comerciante concentró la "carga del hombre blanco", que bajo toda una panoplia ideológica y política, devino en la del soldado. Entonces, la conquista dejaba de ser un emprendimiento "privado" y/o científico limitado, y se transformaba en parte de una política militar y a gran escala de los gobiernos de las metrópolis. Comenzaba una gran carrera imperial en la que Africa, más que cualquier otra parte del mundo, pasó a ser parcelada en colonias, protectorados y condominios, y donde grandes zonas y poblaciones eran piezas de un gran juego militar y diplomático. En 1884 las potencias se reunieron en el Congreso de Berlín para intentar poner orden al caos y a las tensiones entre ellas, repartiéndose casi todo el continente. Sin embargo, 1898 sería el año decisivo para una nueva "pax britannica" en el continente. Tanto Portugal como Francia ansiaban lograr una continuidad territorial de sus colonias, una línea este/oeste entre el Atlántico y el Indico: la primera uniendo Angola y Mozambique, en lo que se conoció como el "mapa cor-de-rosa", por el color que utilizaban en su cartografía; los franceses debían alcanzar su pequeño puerto de Djibouti (o Yibuti) sobre el Mar Rojo, con sus vastos territorios de Africa Occidental y Central, que se desparramaban desde Senegal hasta Sudán. El gran eje británico norte/sur, entre El Cairo y Ciudad del Cabo, precisamente interceptaba estos planes en seco. Una pequeña guerra fría se desató en ese momento, cuando los portugueses fueron fácilmente sacados del circuito cuando Inglaterra los intimó a abandonar sus pretensiones sobre lo que sería luego Rhodesia (hoy Zambia y Zimbabwe) y las fuerzas francesas tuvieron que retroceder al encontrarse cara a cara con los británicos en la ciudad de Fachoda (hoy Kodok, en el sur de Sudán). La evolución de la zona sur del continente mostró quizás uno de los pocos casos de una guerra colonial entre blancos. En su lucha contra Napoleón, Londres tomó nuevamente el enclave estratégico de El Cabo en 1806, desplazando hacia el interior a los colonos holandeses, asentados en la región desde el siglo XVII y, por entonces, aliados de los revolucionarios franceses (la palabra apartheid es, de hecho, de origen holandés). Los bóeres o afrikaners establecieron dos repúblicas en el interior, Orange y Transvaal, que entre 1899 y 1900 mantuvieron una feroz resistencia de guerrillas. Doblegarla le costó a Inglaterra casi 22.000 muertos, de un total de 70 mil muertos (28 mil civiles bóeres y 20 mil negros). Los ingleses no sólo vieron en riesgo su honor militar sino que tuvieron que desplegar las técnicas más modernas de combate y control social: fue la primera vez en la historia que se establecieron campos de concentración y confinamiento para civiles. A partir de entonces y hasta ahora, el predominio blanco sudafricano ha influido en toda la zona: llegó a ser el baluarte anticomunista durante la Guerra Fría, intervino en las guerras civiles de Angola y Mozambique contra tropas cubanas, apoyó la independencia de facto de 250.000 rhodesianos blancos sobre cuatro millones de negros en 1965, invadió Namibia y estuvo presente con mercenarios y traficantes en casi todo conflicto. Ente 1885 y 1908, el Estado Libre del Congo, adjudicado al rey Leopoldo II de Bélgica en nombre del comercio libre, la evangelizació n y la filantropía de sus habitantes, resultó ser el mayor campo de trabajo forzado privado de la historia; y quizás la máxima premonición de un Estado presente sólo para generar ganancias. Peter Forbath en su libro El río Congo no dejas dudas: "El Congo no había pasado a ser una colonia de Bélgica (...). Se había decretado la aparición de un Estado flamante en medio del vasto territorio africano", y cita a un periodista estadounidense que dijo en aquel entonces que "Leopoldo II es el dueño del Congo al igual que Rockefeller es el dueño de la Standard Oil". Allí fueron esclavizados, mutilados y exterminados más de 10 millones africanos que trabajaban en la extracción de marfil y en la naciente industria del caucho. El famoso y lúgubre explorador Henry Morton Stanley fue la mano derecha del rey en esta empresa, y Conrad, Mark Twain y Arthur Conan Doyle, junto a varios misioneros protestantes, participaron de la primera gran campaña por los derechos humanos contra esta explotación. Los africanos fueron muy probablemente los primeros en conocer las ametralladoras a repetición, la guerra química, e incluso el bombardeo aéreo estratégico de poblaciones civiles, durante la conquista española de Marruecos. El sistema de "gobierno indirecto", como lo llamaban los británicos, no sólo aprovechó y ahondó diferencias existentes entre los colonizados, sino que en muchos casos inventó estas discrepancias. Muchos conflictos "étnicos" actuales, como el de los hutus y tutsis, deben ser analizados dentro de esta mecánica de "artificialidad". Ella fue heredada tras años de un sistema gestor de desequilibrios. Así, más que un continente de bárbaros o "brutos", Africa fue y sigue siendo una zona barbarizada y embrutecida hasta un nivel todavía desconocido, mucho mayor que lo ocurrido en Asia o en las Américas. Sin embargo, cierta "devolución" de este salvajismo colonial, comienza a verse, al menos en algunas interpretaciones de la Guerra Civil Española (Franco pertenecía al ejército colonial de Marruecos), de la Segunda Guerra Mundial, e incluso del genocidio nazi, como continuidad y como partes de un mismo contexto. Las aplicadas en aquellos casos fueron políticas semejantes a la aplicada en Africa, sólo que en estos casos se ejercía sobre la población autóctona europea, de manera aún más industrial. Si hasta 1950 sólo Egipto, Liberia y Etiopía lograron mantener cierta independencia, a partir de ese momento comenzaría una verdadera revolución descolonizadora. La Primera Guerra Mundial demostró a los batallones de africanos que lucharon contra los alemanes la vulnerabilidad del hombre blanco. Y el fin de la Segunda Guerra Mundial, que los imperios ya no podían sostener sus colonias. A su vez, las elites africanas aprendieron los conceptos de Estado e independencia en las mismas escuelas europeas. Así como también "que si no hubiera sido por Rusia, el movimiento africano de liberación hubiera sufrido la persecución más brutal", como dijo el ghanés Kwame Nkrumah, uno de los primeros líderes independentistas africanos. Aunque luego se sucedieron dictadores y cruentas guerras civiles, las condiciones de vida básica de los africanos mejoraron y produjeron un importante crecimiento poblacional. Kapuscinski mostraba en sus crónicas de Africa cómo la simple introducción del bidón de plástico permitió a los niños acarrear agua a sus poblados y mejorar así su bienestar. Sin embargo, el fracaso, la inoperancia de los gobiernos, el derrumbe del bloque socialista, y el capitalismo salvaje han invocado una nueva versión del colonialismo en suelo africano. Así como los limites de la administració n colonial se perpetuaron casi sin grandes modificaciones en las fronteras de los actuales países africanos (aún mucho más que en América, y sin duda alguna que en Europa o Asia), el espíritu del rey Leopoldo II sobrevuela el continente, ahora con otros ropajes. El niño de las minas de ese pedazo de Zaire arrebatado por Laurent Nkunda (líder militar tutsi y predicador mesiánico adventista de los Rebels for Christ, una de las casi 9.000 sectas que proliferan como hongos en el caldo de cultivo de la miseria africana) sólo sabe que la vida es corta; que su padre fue asesinado y que su madre fue violada. Nada sabe de que ese polvo que busca es coltan y que terminará dentro de algún celular en Calcuta. [giecoleon]
Noam Chomsky: El neoliberalismo es la raíz común de las crisis actuales
Insta a desmantelar el edificio de ilusiones que se vende como democracia de libre mercado. Deplora que casi todos se refieran a los problemas financieros y pocos a la hambruna mundial. ¿Por qué no ocupar una planta para producir transporte masivo?, cuestiona en referencia a GM.
Por David Brooks © La Jornada
Cuando se habla de la crisis, casi todos se refieren a la financiera, ya que afecta directamente a los ricos, pero la crisis de los mil millones de seres humanos que enfrentan hambruna –entre ellos unos 40 millones en Estados Unidos– no es la de mayor prioridad, porque todos los aquejados son pobres, afirmó Noam Chomsky.
Con voz tranquila, Chomsky cuidadosamente devastó los mitos del llamado libre mercado, y documentó de manera sintética las múltiples crisis –la financiera y económica, la del militarismo, la del medio ambiente y la alimentaria, entre otras– y sus hilos en común, construyendo una radiografía de un sistema que se enmascara como democracia, pero que al fin tiene el objetivo de socializar costos y privatizar ganancias y defender el privilegio de la cada vez más reducida minoría rica, con consecuencias cada vez más siniestras para las mayorías y el propio planeta.
Es necesario desmantelar el edificio de ilusiones que se vende como democracia de libre mercado para que el ser humano sobreviva, y para hacerlo se requiere un enfrentamiento con el modelo que busca proteger los intereses de la minoría de la opulencia contra las mayorías, aseveró.
El pueblo paga los costos
Chomsky habló el pasado viernes, ante unas mil 500 personas, desde el podio famoso de la iglesia Riverside –el mismo en que Martin Luther King Jr ofreció su histórico discurso de 1967 contra la guerra de Vietnam y el sistema imperial estadunidense, donde también se ha escuchado a Nelson Mandela, y más recientemente a Arundhati Roy–, en un acto organizado por el Brecht Forum, centro independiente de estudios de izquierda.
Las crisis de hoy están entretejidas de varias maneras, dijo, y algunas son de mayor prioridad que otras, por la simple razón expresada por Adam Smith de que los principales arquitectos de las políticas aseguran que sus propios intereses son los que imperan, sin importar los costos.
Y Chomsky, como siempre, ofreció ejemplo tras ejemplo, documentando la historia. Habló de la historia de Haití, desde los franceses y la invasión estadunidense de Woodrow Wilson, hasta el manejo que hizo Washimgton del desafío de Jean Bertrand Aristide, tanto por el republicano George Bush (padre) como por el demócrata Bill Clinton, imponiendo el modelo neoliberal, con el resultado inevitable de destruir la soberanía económica de ese país, el cual ahora está en las primeras filas de la crisis alimentaria.
Esa historia es muy parecida por todo el mundo, agregó, señalando a Bangladesh y decenas de ejemplos más.
La raíz común de las crisis de hoy en el Sur y el Norte es el giro hacia el neoliberalismo que se da en los años setenta, declaró. Eso marcó el fin del crecimiento sostenido de la era de posguerra, conocido como la edad de oro del capitalismo, con su estado de bienestar y sus incrementos en niveles de ingreso y derechos, lo que fue un capitalismo de Estado.
Hoy día, el libre flujo del capital crea un Senado virtual que realiza un referendo instantáneo que vota en contra de intentos de beneficiar a las mayorías a costa de sus intereses.
Ahora, con la crisis actual que afecta a los ricos, se adopta la misma estrategia de siempre: la población paga los costos y asume el riesgo, mientras las ganancias son privatizadas.
Desde el púlpito de la iglesia Riverside de Nueva York, Noam Chomsky dijo el fin de semana que ante las crisis existentes el sistema neoliberal protege a las minorías opulentas en detrimento de las mayorías Foto Elizabeth Coll
También se enfocó en el plano de la política exterior, indicando que Washington no desea abandonar tan rápidamente su presencia en Irak, y advirtió que el nuevo enfoque sobre Pakistán y Afganistán es un juego muy peligroso, ya que amenaza la paz mundial y la supervivencia humana, por las armas nucleares que están ahí.
Añadió que es alarmante que un asesino miembro de las fuerzas especiales de ojos enloquecidos, el general Stanley McChrystal, haya sido nombrado comandante de las fuerzas estadunidenses en Afganistán.
Por otro lado, señaló que ahora es momento clave para definir la sobrevivencia humana ante la crisis climática.
Tenemos que enfrentar tal vez lo más importante: cómo revertir el modelo corporativo- estatal establecido durante la posguerra, promovido por las empresas automotrices, petroleras y llanteras, entre otras, que ha llevado a esta crisis ambiental y otras.
En su repaso de las crisis del mundo, expresó que para imponer políticas que no reflejan el interés de las mayorías en Estados Unidos y en otros países, se recurrió menos a la fuerza que al control de la opinión pública a través de la industria de relaciones públicas, con el fin de crear la manufactura del consenso.
Pero siempre impera, desde los inicios de esta república, la noción de proteger los intereses de la minoría opulenta contra todos los demás, con conceptos de que una minoría inteligente tiene que gobernar a una mayoría ignorante y metiche. Ahora eso es manejado por una elite tecnocrática, pero con la misma doctrina.
Resaltó la resistencia popular para enfrentar el proyecto de la elite, y subrayó que las rebeliones de los años sesenta tuvieron un efecto civilizador. Agregó que siempre se han lanzado ataques de la elite contra la democracia y que el modelo de libre mercado corporativo permanece como el obstáculo a la eficiencia y la toma racional de decisiones.
No hay razón para permanecer pasivos, comentó a su público de izquierda. ¿Por qué no ocupar una planta (en referencia a los recortes de General Motors) para convertirla en centro de producción de transporte masivo? No es un planteamiento exótico. Que los trabajadores controlen sus plantas es tan típicamente estadunidense como la tarta de manzana.
De hecho, abundó, parte del objetivo de los administradores del sistema actual es borrar toda memoria de las luchas sociales, pero advirtió que sospecha que estas tendencias siguen latentes en los de abajo y pueden ser despertadas. Éste es un momento propicio para hacerlo.
La tarea, añadió, es superar el déficit democrático y promover una sociedad democrática que funcione en realidad. Entre las claves para lograrlo identificó la renovación de los sindicatos, la lucha educativa y cultural y lo necesario para desmantelar el edificio de ilusiones por la minoría que gobierna en las llamadas democracias formales.
La crisis fundamental hoy día, resumió, es tal vez la del déficit democrático, esa brecha que existe entre los intereses de las grandes mayorías y las políticas de los gobernantes. [ibyqueen]
La impaciencia de Rimbaud
El poeta sintió siempre que el tiempo le faltaba y buscó la libertad a través de libros, idiomas o países de lo desconocido. Sus cartas son un canto a la vida errante lejos de cualquier sometimiento
Por LOLA MARTÍNEZ DE ALBORNOZ © BABELIA
Acabo de leer la correspondencia de Rimbaud y debo confesar que me ha desilusionado, ya que pensaba que trataría sobre temas más extensos. Rimbaud, a lo largo de su vida, tuvo un campo amplio"; así reaccionó Alfred Bardey al leer la primera edición del epistolario de su antiguo empleado en Adén y Harar. Si el valor de la información que brindan las cartas de un hombre de letras suele ser proporcional a su carácter revelador para el conocimiento de su obra, en el caso del poeta maldito Jean-Arthur Rimbaud la correspondencia es el único hilo más o menos firme para trazar el perfil de un hombre esquivo y hermético.
Bajo el título Prometo ser bueno: cartas completas, la editorial Barril & Barral ha iniciado su andadura con la publicación, por primera vez en castellano, de toda la correspondencia del poeta francés. Esta novedad coincide con la reciente aparición, en Francia, de una nueva edición de sus Obras completas en La Pléiade y de una monumental Correspondencia en las ediciones Fayard.
Más que en cualquier otro campo, en el epistolario es pertinente la distinción entre dos partes en la vida de Rimbaud: una literaria, entre los quince y los veinte años, y otra posliteraria. La correspondencia de la primera etapa es escasa -se conocen 21 cartas- pero de intenso valor poético: a los poemas que contienen se añade la poética formulada en sus dos "cartas del vidente" (mayo de 1871), imprescindibles para entender al Rimbaud que en cinco años pasa de las formas de poesía más antiguas, el hexámetro en latín, a los poemas en prosa libres de toda atadura formal de las Iluminaciones. Por lo que se refiere a la correspondencia posliteraria, que abarca un frenético periodo de viajes tras el abandono de la poesía, diez años de comerciante en las costas del mar Rojo y unos meses en Francia antes de morir, el epistolario es más abundante -194 cartas-, pero de escaso valor literario. Es inútil buscar aquello que Rimbaud daba por definitivamente zanjado: las cartas son las de un hijo a su madre y las que cabe esperar de un comerciante en una zona hostil. Sin embargo, es el mismo Rimbaud quien escribe todas estas cartas y el tono seco, patético, impaciente, mordaz y pragmático se percibe desde la primera misiva hasta la última.
Idéntico patetismo muestra el adolescente que expresa sus ansias de libertad al profesor y primer confidente Georges Izambard -"me muero, me consumo en la mediocridad, en la malevolencia, en la monotonía. Qué quiere usted que haga, me empecino espantosamente en adorar la libertad libre"- que el joven comerciante que, a 10.000 kilómetros de distancia, muestra a su familia su desconsuelo por el clima de Adén, las condiciones de vida mediocres, el trabajo extenuante, las ganancias escasas, el aburrimiento y la soledad -"me encuentro bien a pesar de todo y os deseo lo mejor. Estamos en nuestras estufas primaverales; las pieles chorrean, los estómagos se estropean, los cerebros se turban, los negocios son infectos, las noticias malas"-. La misma acritud que le reprochó su amigo el poeta Paul Verlaine, invocando su "perpetua indignación contra todas y cada una de las cosas", se transparenta en su epistolario africano: "La mala alimentación, el alojamiento malsano, las ropas demasiado ligeras, las preocupaciones de todo tipo, el aburrimiento, la rabia continua entre unos negros tan tontos como canallas, todo esto actúa muy profundamente en la moral y en la salud, en muy poco tiempo. Un año aquí equivale a cinco en otra parte. Se envejece muy deprisa, aquí, como en todo Sudán".
Se ha criticado que el dinero sea un tema recurrente en la correspondencia del antiguo poeta, que las cartas respondan a necesidades demasiado pragmáticas. El interés es en efecto uno de los principales móviles de Rimbaud, quien a los diez años afirmaba querer ser rentista, y si en sus primeras cartas pide libros y favores o busca interlocutores que le ayuden a abrirse camino como poeta, en su "segunda vida" las cuestiones pecuniarias abundarán tanto en las cartas comerciales como en las que dirige a su madre, buena administradora de su economía, con la que Arthur mantuvo una relación fría pero que fue su mayor interlocutora en su exilio. En la correspondencia habitan claramente sus dos naturalezas: la del hombre que busca la libertad pero sabe que el dinero la hará más accesible.
La impaciencia, la imposibilidad de una vida sedentaria y la incapacidad para someterse a normas y personas, auténticas constantes en la vida del "hombre de las suelas de viento", serán también las constantes de su epistolario. Como escribe el poeta Bernard Noël: "En su búsqueda de 'la verdadera vida' Rimbaud corre incansablemente y esa carrera se transforma en su obra. Ya durante los siete meses que pasa en París, cambia siete veces de domicilio, como si fueran la repetición a escala de los perpetuos desplazamientos que llevarán a Rimbaud de París a Bruselas, de Bruselas a Londres, de Londres a Charleville, de Charleville a Londres otra vez, luego de Alemania a Italia, de Austria a Holanda y de Holanda a Sumatra, Java, Chipre, Egipto, Adén, Harar... Se diría que algo escapa siempre en el momento de ser alcanzado de modo que la 'verdad' está aún más allá, en la siguiente ciudad o detrás del cercano horizonte. No hay renuncia, que es sólo literatura para literatos; no hay más que un movimiento que actúa en el interior a la manera de esa lengua nueva de la que Rimbaud dijo que sería 'pensamiento que engancha al pensamiento y tira de él". El fundamento de Rimbaud será por encima de todo el canto a la vida errante. Su vida fue, como predijo en Una temporada en el infierno, "demasiado inmensa para consagrarla a la fuerza y a la belleza" y se caracterizó por la búsqueda constante, a través de palabras, libros, idiomas o países, de lo desconocido, de la libertad. La buscó en la poesía, adelantándose a su época; una vez instalado en el cuerno de África, se dispuso a "traficar en lo desconocido". Intentó componer una obra sobre Harar y los países gallas para la Sociedad Geográfica, para lo que encargó decenas de libros técnicos, instrumentos de precisión y un aparato fotográfico gracias al cual conservamos las pocas pero sugerentes imágenes del Rimbaud abisinio. Algunos de sus escritos como explorador, no exentos de fuerza narrativa y analítica y salpicados de la más pura ironía rimbaldiana, merecieron en su momento la atención de medios como el periódico cairota Le Bosphore Egyptien o el Boletín de la Sociedad Geográfica de París.
Por las cartas atraviesan sueños extravagantes (formar una tropa de cazadores de elefantes, crear una raza superior de mulos, instalar una fábrica de fusiles y municiones) y sus proyectos de viajar a India, Tonkin, Panamá, Siria, China, Japón y sobre todo Zanzíbar. En el momento de proyectar acuden a él recursos narrativos e imágenes vivas que es capaz de trasladar a las cartas con optimismo. Habla de las montañas de Abisinia, "que es la Suiza africana, sin inviernos ni veranos: ¡primavera y verdura perpetuas y la existencia gratuita y libre!", o de su alegría de "dejar este espantoso agujero de Adén donde tanto he sufrido" cuando se dispone a llevar una caravana de armas al rey de Choa, Menelik: "Voy a hacer un camino terrible: de Tadjura a Choa, hay cincuenta días de marcha a caballo por desiertos abrasadores. Pero en Abisinia el clima es delicioso, ni frío ni caliente, la población es cristiana y hospitalaria; se lleva una vida fácil, es un lugar de descanso muy agradable para quienes se han embrutecido durante algunos años en las riberas incandescentes del mar Rojo". Pero sus proyectos, concebidos con entusiasmo y las dotes imaginativas propias del poeta vidente, fracasan antes de ser emprendidos, como si se consumaran en su imaginación, y llega el desencanto: "Me aburro mucho, siempre; no he conocido a nadie que se aburra tanto como yo. Además, ¿no es ésta una miserable existencia, sin familia, sin ocupación intelectual, perdido entre negros cuya suerte quisiera uno mejorar mientras que ellos intentan explotarte y te ponen en la imposibilidad de liquidar los negocios en un breve plazo? ¡Estoy obligado a hablar sus jerigonzas, a comer sus comistrajos, a padecer mil engorros originados por su pereza, su traición, su estupidez!".
El hombre que en 'Vagabundos' se decía "apremiado por encontrar el lugar y la fórmula" sintió siempre que el tiempo le faltaba y esa sensación de impaciencia e impotencia invade sus cartas. En Arabia y en África los múltiples retrasos (encargos y cartas que se demoran; cuentas que tardan en saldarse; rutas de caravanas que se interrumpen paralizando sus negocios
...) le descorazonará n y le harán derivar hacia cierto determinismo: "Como los musulmanes, sé que lo que llega llega, y eso es todo"; "lo más probable es que uno vaya más bien a donde no quiere y que más bien se haga lo que no se quiere hacer, y que uno viva y muera de manera muy diferente a como jamás quiso, sin esperanza de ninguna especie de compensación". También hará uso de buenas dosis de sarcasmo, recordándonos al poeta cáustico que había sido, al comentar la inestable situación política de la zona, al describirse a sí mismo o al caricaturizar a sus coetáneos, lo que ofuscó a algunos y encandiló a otros, como el ingeniero Alfred Ilg, en quien Rimbaud encontró a su mejor corresponsal, el más inteligente y menos susceptible, y a un amigo en su soledad africana. "Al regreso de una breve excursión", le escribía el suizo en 1888, "me encuentro con su amable carta. Me reí mucho, se lo aseguro; observo con el mayor de los placeres que esa terrible máscara de hombre horriblemente severo oculta un buen humor que muchos tendrían razón en envidiarle".
Arthur Rimbaud nunca dejó de escribir, ni tras expediciones agotadoras ni siquiera tras la amputación de su pierna. Desde su lecho de muerte compuso epístolas desgarradoras, añorando la vida errante de sus últimos diez años: "¡Qué hastío, qué agotamiento, qué tristeza cuando pienso en todos los viajes que hice, lo activo que yo era hace apenas cinco meses! ¿Dónde están esas carreras por los montes, las galopadas a caballo, las excursiones, los desiertos, los ríos y los mares? ¡Y ahora mi vida de lisiado! ¡Y yo que precisamente había decidido volver a Francia este año para casarme! ¡Me despido del matrimonio, familia, futuro! Mi vida ha pasado y no soy más que un trozo de carne inmóvil". El 10 de noviembre de 1891 moría en Marsella. Desde entonces, su mito no ha dejado de crecer. [fontanamoncada]
Norberto James Rawlings, noble maestro
Por Néstor E. Rodríguez © Listín Diario
Toronto, Canadá.- Hay un poema de "Patria portátil" (2008), el libro más reciente de Norberto James Rawlings (San Pedro de Macorís, 1945), que condensa en sus poderosas imágenes toda una pedagogía del vivir exiliado. Me refiero al primer texto del conjunto, el bellísimo poema titulado "Lección": "Observa hijo cómo rasguña el mar las orillas de la playa/ cómo a dentelladas húmedas/ impone su reino salobre./ Cuando canta el mar/ se embriaga de sol la brisa/ se cuela su música amarga/ entre blancas cortinas de agua/ y construye la distancia/ con invisibles partículas/de transparencia diurna".
La voz del poeta, confundida aquí con la brega de ese mar inconmovible, arropa con su luminosidad la memoria de los días idos. Lo que queda de ese gesto afincado en la lejanía no puede ser menos que una ganancia. Este noble maestro nos exige una tarea, una lección sencilla de humanidad: saber escuchar esa "música amarga" de nuestro mar más próximo, el mismo que tres generaciones atrás impulsara a los James jamaicanos de Ocho Ríos hasta el polvo del Ingenio Consuelo y su miseria. A esa estirpe secreta de los cocolos macorisanos, ninguneados como muchos otros hijos del Caribe en la República Dominicana de ayer y hoy, le dedicó el joven Norberto, en 1969, acaso su más grande creación:
"Los inmigrantes"
Aún no se ha escrito/ la historia de su congoja./ Su viejo dolor unido al nuestro./ No tuvieron tiempo/ -de niños-/ para asir entre sus dedos/ los múltiples colores de las mariposas./ Atar en la mirada los paisajes del archipiélago. / Conocer el canto húmedo de los ríos.// No tuvieron tiempo de decir:/ -Esta tierra es nuestra./ Juntaremos colores.
Haremos bandera./ La defenderemos. // Hubo un tiempo/ -no lo conocí-/ en que la caña
los millones// y la provincia de nombre indígena// de salobre y húmedo apellido tenían música propia// y desde los más remotos lugares// llegaban los danzantes./ Por la caña.// Por la mar./ Por el raíl ondulante y frío/ muchos quedaron atrapados.// Tras la alegre fuga de otros/ quedó el simple sonido del apellido adulterado/ difícil de pronunciar./ La vetusta ciudad./ El polvoriento barrio/ cayéndose sin ruido./ La pereza lastimosa del caballo de coche./ El apaleado joven/ requiriendo/ la tibieza de su patria verdadera./ Los que quedan. Éstos.// Los de borrosa sonrisa./ Lengua perezosa/ para hilvanar los sonidos de nuestro idioma son/ la segunda raíz de mi estirpe./ Vieja roca/ donde crece y arde furioso
el odio antiguo a la corona./ A la mar.// A esta horrible oscuridad/ plagada de monstruos.// "yeme viejo Willy cochero/ fiel enamorado de la masonería./ "yeme tú George Jones/ ciclista infatigable. / John Thomas predicador./ Winston Brodie maestro./ Prudy Ferdinand trompetista. / Cyril Chalanger ferrocarrilero. / Aubrey James químico.
/ Violeta Stephen soprano./ Chico Conton pelotero.// Vengo con todos los viejos tambores/ arcos flechas espadas y hachas de madera/ pintadas a todo color ataviado// de la multicolor vestimenta de "Primo"/ el Guloya-Enfermero. // Vengo a escribir vuestros nombres/ junto al de los sencillos./ Ofrendaros// esta Patria mía y vuestra/ porque os la ganáis/ en la brega diaria/ por el pan y la paz./ Por la luz y el amor./ Porque cada día que pasa/ cada día que cae/ sobre vuestra fatigada sal de obreros/ construimos/ la luz que nos deseáis./ Aseguramos/ la posibilidad del canto/ para todos".
Hace unos días, mientras escuchaba a Norberto leer entre poetas marinos de Jamaica, Nigeria y Sierra Leona en la lluviosa Birmingham de Inglaterra, pensé en la magnanimidad de su legado literario y la poca atención que le prestan los entendidos que con tanta pasión consagran vates o demeritan prodigios en nuestro país. A ellos, y a todos nosotros, nos amenaza con dulzura desde una pequeña buhardilla en Boston, persistente y severa, la poesía de Norberto James Rawlings. [lilibrik]
Música y poder, una relación peligrosa
En la historia, muchos músicos han sido instrumento de gobernantes ambiciosos. La incursión de cantantes populares en la política y un libro que analiza la vinculación del Tercer Reich con una de las mejores orquestas del mundo vuelven a poner sobre el tapete este cruce delicado
Por Pablo Gianera © LA NACION
En el principio, podría haber dos frases. La primera es de Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda del régimen nazi, a propósito de lo que él entendía sería la "música del futuro": "El arte alemán del próximo siglo será heroico, aceradamente romántico será nacional y con pathos o no será". La segunda pertenece al pianista y compositor Ferruccio Busoni, que definió la música como "aire sonoro". Si es cierta esta idea de Busoni, que tanto le gusta citar a Daniel Barenboim, quedaría por saber cómo, por qué y por intermedio de quiénes la música se carga de otros atributos y sentidos. Quedaría por saber por qué el poder necesitó y necesita tanto de la música; saber, en el fondo, si la política llega a la música desde afuera, o bien el poder encuentra algo en ciertas músicas que puede proyectarse hacia fuera.
En cierto modo, esta ambigüedad es propia de la música en toda su historia. En su progreso a la autonomía, tributó siempre a una instancia externa: las iglesias, los monarcas, la naturaleza y, en medida no menor, al sujeto mismo en cuanto artista. Más que del poder de la música, asunto que merecería otro tipo de consideraciones, se trata aquí de la música del poder y de los modos en que el poder moldea la música. Es cierto que la música no porta significados referenciales, pero las razones por las que algunos poderes políticos se sirven de determinadas músicas son también musicales. La naturaleza escasamente conceptual de la música es su blindaje y su debilidad; blindaje, porque, en primera instancia, nada en ella impone un sentido unívoco; debilidad, porque la ausencia de concepto parece autorizar la adjudicación del que se quiera o del que convenga en determinadas circunstancias. Por su misma naturaleza (la microforma, que la torna portátil), la canción, y especialmente la canción popular (ver página 8) ha sido proclive a semejantes utilidades. Hay entonces legiones de cantantes que hacen campaña política, gobernadores más preocupados por exhibir sus trofeos en la vidriera de los recitales masivos que por políticas culturales a largo plazo, o presidentes que subvencionan con dinero público a aquellos artistas que serán los responsables de la banda de sonido de su gestión. Todo para conseguir el mayor reconocimiento (cercanía emocional) con sus posibles, afectivos y efectivos votantes.
Claro que la relación entre la música y el poder se torna crítica -como tantas otras relaciones- en los casos de autoritarismo. Sin embargo, concluir que cada poder tiene la música que merece nos pondría en una situación vergonzosa. Mucha de la música que odiamos procede de quienes ejercieron inmoderadamente el poder. Y también -he ahí el problema- mucha de la que amamos.
Absolutismo en la música absoluta
Tal vez no sea inoportuno volver a contar aquí la pequeña historia de Gott erhalte Franz der Kaiser , el himno que Franz Joseph Haydn compuso hacia 1797 para el Emperador del Sacro Imperio Romano Francisco II, con letra de Lorenz Leopold Haschka, uno de los vínculos más felices entre un monarca y un compositor. Se trataba, en pocas palabras, de componer una obra que compitiera simbólica y políticamente con La Marsellesa , y que tuviera alguna vaga alusión al God save the King inglés. Como hace notar el musicólogo argentino Esteban Buch en La novena de Beethoven , libro imprescindible para la comprensión de los vínculos entre música y política, "a diferencia de sus dos precedentes, el himno austríaco no surge del espacio público para ser luego incorporado a los rituales oficiales: es un alto funcionario quien toma la iniciativa de imponer un ritual de canto colectivo".
Esa música fue luego el himno del Imperio Austrohúngaro y, más adelante, también de Alemania, con el famoso texto "Deutschland, Deutschland über alles". Casi inmediatamente, Haydn la utilizó en el segundo movimiento del Cuarteto para cuerdas op. 76 nº 3 , significativamente llamado "Kaiserquartett". Es una melodía simple en Sol mayor, algo grave, cantabile , una de las más bellas del compositor. La música instrumental en general, y en particular los cuartetos de cuerda, carecen de objeto y de objetivo; no expresan más que el ser de la música. En un fascinante trompe-l´oreille , Haydn despliega allí una serie de variaciones que no se generalizan a la melodía. Todos los parámetros varían, menos la melodía. Consigue que todo parezca cambiar mientras que, en realidad, nada cambia. Haydn introdujo así el poder (y un homenaje musical a la permanencia del soberano) en el corazón mismo de la música absoluta, paradigma estético de la cultura musical alemana del siglo XIX, sin que esa música perdiera su autonomía. Cuando escuchamos ese segundo movimiento, no escuchamos su origen político. Según Buch, "[Haydn] no habrá visto, como podría suceder hoy, ninguna discontinuidad estética en ese paso de lo público a lo privado".
Tras la humillación que implicó el tratado de Versalles y la primavera inconclusa de la República de Weimar había que buscar algo que fuera singular, y completamente propio de la nación alemana, largamente acosada por un provincialismo secular. Ahí estaba esperando Beethoven. La música de Haydn podía ser un himno oficial, pero había otro himno, no oficial: la Novena Sinfonía, y, en especial, su movimiento coral con el poema de Friedrich Schiller. En verdad, había una relación entre ambas. "Esa pieza está tallada en la misma madera que aquella melodía sobre la alegría que el más grande discípulo de Haydn escribiría unas décadas después", observó el genial director Wilhelm Furtwängler en Ton und Wort (Sonido y palabra), libro que recopila sus inteligentísimos ensayos y artículos y que ilumina el pensamiento de un músico durante el nazismo (salvo un puñado de excepciones, la mayoría de los textos fueron escritos entre 1933 y 1944). Hitler vampirizó, para pervertirla, toda la gloria musical y poética del prerromaticismo y del romanticismo alemanes. Ajustó su infinitud y su trascendencia a la finitud crasa de sus criminales metas políticas. Incluso en el caso de Richard Wagner, no debería creerse que su asociación con el nazismo se debió únicamente al antisemitismo rampante de su opúsculo, ahora casi inhallable, Das Judentum in der Musik (El judaísmo en la música, panfleto inmundo que empieza con la frase "No necesitamos confirmar la judeización del arte moderno; salta a los ojos por sí misma"). Después de todo, y aunque por causas meramente cronológicas, Wagner no fue nazi, ignoramos si lo hubiera sido y por lo tanto tampoco fue el compositor oficial de ningún régimen. Hitler era asiduo visitante del templo de Bayreuth por otras razones: "Richard Wagner -decía- es más que un gran artista; en su persona y en su obra se realiza el anhelo alemán de una unidad infinita de la forma simbólica". Emerge aquí la profanación nazi de la herencia romántica.
Sin embargo, había en todo esto algo artísticamente enrarecido. "No debemos juzgar a los artistas por sus opiniones políticas", parece que le dijo Hitler al arquitecto Albert Speer en una ocasión. Desde luego, eso no impidió un cuidadoso sistema de exclusiones en el repertorio, donde, desde ya, Felix Mendelssohn, Giacomo Meyerbeer, Gustav Mahler y Arnold Schönberg fueron excluidos por judíos, y otros, como Ernst Krenek o Alban Berg, por cultivar una estética "degenerada". Con todo, no puede pasarse por alto que las músicas excluidas como "degeneradas" eran fuertemente disruptivas, ajenas tanto al colectivismo como al retorno a las formas feudales y precapitalistas que alentaba el Tercer Reich. Las tensiones sin reposo y la supresión de las relaciones de jerarquía entre los sonidos de la escala que definen el atonalismo libre, por ejemplo, difícilmente podían encontrar una correspondencia en un orden totalitario y jerárquico (será un breve período de aparente libertad; tiempo después, el dodecafonismo y sus prohibiciones introducirán una nueva legalidad). Y, más allá de la apropiación por parte del régimen nazi de las ideas de Wagner (y de los elementos internos de su música que alentaban esa apropiación), es claro que el nazismo no advirtió que el radicalismo de muchos de estos músicos era una consecuencia del cromatismo wagneriano. La paradoja es que la impugnación del atonalismo y del dodecafonismo se realizaba en nombre de un "humanismo tonal" (como si el humanismo fuera un valor que consideraran defendible) y como hará Furtwängler aun después, en un artículo de 1953, por razones "biológicas".
Pero una cosa era la tarea de selección casi racial que el nazismo realizó sobre la música del pasado y otra, muy distinta, las obras cuya escritura fue permitida; obras que apenas han sobrevivido y que se oyen como meras excrecencias del régimen. Entre 1933 y 1944, se estrenaron en Alemania alrededor de 174 óperas de compositores alemanes. Con la notable excepción de las últimas óperas de Richard Strauss, nadie las representa ahora y nada ha quedado de ellas. Nada salvo la cantata Carmina Burana , de Carl Orff, escrita para las Olimpíadas de 1936, alianza perfecta de los instrumentos más preciosos para el poder: la música y el deporte. El primitivismo rítmico y mitológico de Orff, no exento de una belleza amoral, tiene un signo muy distinto de la mitología wagneriana, que nunca fue artísticamente regresiva. La idea parece ser que todos puedan "cantar" el poder para que algunos lo ejerzan. En cierto modo, el kitsch es la introducción del mal en el sistema de valores del arte. "La esencia del kitsch consiste en la sustitución de la categoría ética con la categoría estética; impone al artista la obligación de realizar, no un "buen trabajo" sino un trabajo "agradable": lo que más importa es el efecto." Esto escribía Hermann Broch en su artículo " Kitsch y arte de tendencia" fechado, emblemáticamente, en 1933. Para el autor de La muerte de Virgilio , el que produce kitsch no es un mal artista; más bien, es un "ser éticamente abyecto, un malvado que desea el mal". En la medida en que espera la consecución de un cierto efecto (la persuasión casi hipnótica), el poder no puede mantener con el arte otra relación que no sea kitsch . El hecho de que Carmina Burana , cumbre de la sublimidad kitsch , sea seguramente la obra del siglo XX más ejecutada debería provocar, por lo menos, alguna consideración acerca del consumo de la música en nuestras democracias.
La canción de cuna del "Padrecito"
Pocas cosas habrían complacido más a Sergéi Prokófiev que recibir la noticia de la muerte de Josef Stalin. Lamentablemente, no tuvo tiempo. Los dos murieron el mismo día, el 5 de marzo de 1953. Hubo una gran confusión nacional que conspiró contra el funeral del músico, sofocado por las regias exequias del "padrecito de los pueblos". Pocos músicos lo habrán llorado. Incluso, alguien encontró llorando a la hermana del pianista Emil Gilels y trató de consolarla. "Ya tendremos otros líderes", le dijo. Pero la mujer respondió: "Me importa un bledo Stalin; lloro por la muerte de Prokófiev".
Prokofiev fue posiblemente el primer compositor ruso del siglo XX que sufrió el asedio de las autoridades soviéticas. Pero, en el martirologio del régimen, nada se compara con el destino de Dmitri Shostakovich, alternativamente usado y humillado durante el estalinismo, y aun después. El itinerario estético de Shostakovich, que formó parte de la primera generación de músicos realmente soviéticos, fue el resultado de exigencias externas. Con su énfasis maquinista, Stalin creía que los artistas eran "ingenieros del alma", lo que derivó en que él mismo se convirtiera en un ingeniero de artistas. Una sinfonía como la nº 7, "Leningrado" , tiene ahora un sentido casi arqueológico. La música que Shostakovich compuso impelido por las exigencias del estalinismo muestra la forma torturada de una mascarilla distorsionada por el horror. Las cosas empezaron a andar mal cuando Stalin se retiró indignado de una representació n de Lady Macbeth de Mtsenk , de 1934. Evidentemente, la muerte del tirano en escena le sentó mal al tirano en el poder. La obra fue acusada de "formalista", como si existiera otra cosa que la forma, o como si lo social no fuera también, en el arte, pura forma. "Caos en lugar de música" tituló Pravda , el periódico del Partido Comunista. La consigna general era que para guiar al pueblo hay que hablar el lenguaje del pueblo. La babel musical de algunas de sus obras (como el Concierto para piano, op. 35 ) se fue escindiendo. En lugar de forzar su estética para complacer al pueblo tal como quería su "padrecito", Shostakovich empezó a componer con dos públicos en mente: de un lado quedaron las obras de compromiso; del otro, las especulativas, como los 24 Preludios y fugas op. 87 .
Después de la radical ironía de la Sinfonía n° 4 , la Sinfonía nº 5 , llevó el título "oficial" de "Respuesta de un artista soviético a unas críticas justificadas". En verdad, la "respuesta del artista soviético" estuvo en otros lugares, un poco más secretos, inaudible para el idiotismo musical de los jerarcas. Por ejemplo, en la proliferación de la passacaglia (esa danza típica de las suites con un bajo ostinato que se repite sin variación con una voz superior libre) desde Lady Macbeth hasta el final de su última sinfonía, la n°15 . La opción por la passacaglia es en sí misma alegórica: allí está la pugna entre lo que no varía y lo que puede variar. Es la imagen del terror y la presunción de que la muerte podría ser preferible a ese terror. Shostakovich era un hombre espiritualmente débil. Y los poderosos no quieren la compañía de los débiles.
No se ha salido de eso. La coerción consiste, desde hace tiempo, en la exigencia de inmediatez: arte para aquí y para ahora. También en este caso, la música, desde su mera forma, nos dice algo acerca de quienes ejercen el poder. En un artículo dedicado al compositor renacentista Carlo Gesualdo ("Gesualdo: Variations On A Musical Theme"), Aldous Huxley se asombraba de quiénes eran en esa época los destinatarios de los encargos. El juicio, emitido en el siglo que pasó, se proyecta de manera aciaga sobre el que corre: "Uno queda sorprendido por el buen gusto de los soberanos de Europa. Papas y emperadores, reyes, príncipes y cardenales: nunca cometían un error. Invariablemente, infaliblemente, elegían como maestros de capilla o compositores de la corte a hombres cuya reputación había resistido el paso del tiempo y a quienes reconocemos ahora como los más talentosos. ¿Qué músicos elegirían patrocinar nuestros monarcas y presidentes del siglo XX? Da escalofríos al pensarlo". [giecoleon]
La ficción del éxito
Por Basilio Baltasar © Boomeran(g)
Lluïsa Forrellad recibió el Premio Nadal en 1953. La autora de Siempre en capilla tenía 26 años y, según confiesa hoy en La Vanguardia, no supo llevar a cuestas el peso de su éxito. La autora, que regresa al mercado editorial, recuerda aquella angustiosa sensación de agobio y denuncia haber padecido una auténtica "persecución": ser el centro de las miradas, que te atosiguen... tenía que atenderlos a todos...
Como si hiciera el inventario de las penalidades más espantosas que pueden tocarle en suerte a un ser humano, Forrellad lamenta haber sido víctima de lo que al principio parecía un logro. Pero en lugar de preguntarse si la efímera gloria de un premio justifica 50 años de silencio literario, la autora no se resiste a dedicarnos un suave reproche. Como si hubiéramos formado parte de aquéllas hordas de lectores entusiastas.
Obviamente, estas experiencias dependen de la peculiar sensibilidad de cada uno y es digna de admirar la rabia de esta mujer indignada por igual con los anónimos amenazantes y los cronistas de sociedad que en aquél tiempo vigilaban los detalles de su vestuario. Inmersos en el actual espectáculo mediático -en donde todos se pirran por existir a través de la imagen pública- nos parece entrañable la resistencia de aquella joven al jolgorio de la fama.
Pero detrás de tan elogiable delicadeza percibimos una desmesura igualmente reseñable: la noción de éxito que preside nuestras relaciones sociales. ¿De qué triunfo se trata? ¿Qué éxito se celebra? La verdadera perturbación no la producen los vítores ni la aclamación sino descubrir que el logro nos deja solos frente al vacío de la verdad personal. La pregunta entonces, al borde del abismo interior, será: ¿para qué sirve todo esto? Los premios literarios forman parte de un juego de notoriedad y prestigio cuyas bazas se deben manejar con una ironía elegante. De lo contrario cualquier premiado se arriesga a sufrir un mutismo existencial que irá más allá de la esterilidad literaria. [lilibrik]
Literatura
Por Jack Farfán Cedrón © Diario
En toda esta fauna no me queda más que ser honesto. Y de hecho, no engañarme. Para quién escribo, una pregunta que nadie se debería esforzar en responderse. Hay muchas cosas en el mundo que las hacemos por algo. Pero la literatura es casi regalarlo todo para ir tras el Señor, o, más o menos, ser el esclavo de esa musa que es la vida, informe, con altibajos, alegrías y sufrimientos, pero nuestra. Una pérdida material, pero la ganancia de una comarca sin precedente: Literatura.
Hacer algo sin interés alguno puede resumirse en una de las tres cosas que un sabio principio oriental sentencia para ser una persona realizada: un hijo, un árbol y un libro. Pero la literatura se ríe y serpea su cola dorada bañando al valle que despierta. Pero la literatura es la maraña de un nudo `concha' que nos lleva y nos enreda, nos peina y nos despeina, para por fin ceder y entregarnos nuestro florilegio, el texto; bien que mal, el texto; bien que mal, pero algo satisfechos, cuando no casi siempre desbordantes de felicidad por haber llegado a una especie de orgasmo, la catarsis literaria, sucedida en un breve lapso, que, será el magma que tal vez te mantenga entretenido durante mucho tiempo o aun, toda la vida. Esculpiendo y esculpiendo, puliendo y puliendo la gema, hasta ver el producto final, el libro; pero este señor de lomo y hojas no debe preocuparnos mucho; más bien lo preocupante es que haya muchos y apresurados libros, y más bien lo correcto sería ver aparecer un libro paciente, que al final deslumbrará a los lectores por su edad eterna salida desde el centro mismo de las montañas de sabiduría, experimentado, pulido, sabio al nacer como un árbol que aparece de improviso.
Los seres dotados de más o de menos talento lanzan sus plegarias al vacío que los llena de una satisfacción espiritual insondable, y ése vacío es el equilibrio perfecto con uno mismo.
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martes, 2 de junio de 2009

RESUMEN DE MEDIA ISLA, UNA RESUMEN CULTURAL, DE POLITICA, LITERARIA, ARTE, ECONOMIA, RELIGION, ETC.

Pasiones, pecados y listas negras , Armas , El día de todos , Rodríguez Soriano en Boston y NY , El General Soto Jiménez , Aislados lados , Don Delillo , El destierro , Ese puerto sí existe , La tierra llena , Kabanga o la extremaunción vegetal, Los piratas no somalíes,

Puertas y ventanas: Novelas de Mónica Volonteri y Manuel García Cartagena , Libro a libro, puente de encuentro entre autores y lectores , Taller de escritura , Concurso "Conociendo Israel 2009" , Corazonada de Mario Benedetti ,

Imágenes del mundo
Pasiones, pecados y listas negras
Por Jorge Fernández Díaz © La Nación
Hay cosas que el establishment cultural y las vanguardias no perdonan. Una de ellas es el éxito. Aquello que leen muchos tiene forzosamente que ser mediocre o malo, puesto que el gusto de la mayoría de los lectores del mundo es horrible, piensan. Y por lo tanto, quienes consiguen su favor deben ser necesariamente escritores baratos, artistas menores o productos directos de la mercadotecnia. Otra de las cosas imperdonables es la denuncia de aberraciones ocurridas en regímenes de izquierda. Denunciar las barbaridades del régimen nazi o simplemente del capitalismo global solía ser un pasaporte al Olimpo literario. Denunciar las barbaridades del estalinismo era reaccionario y nefasto.
Milan Kundera tuvo éxito y se transformó en un crítico mordaz del socialismo soviético. Escribió novelas relevantes, como La broma y La insoportable levedad del ser , ganó el premio Médicis por La vida está en otra parte y produjo relatos inolvidables, como los que reunió en El libro de los amores ridículos . En un momento estuvo de moda y un momento después cayó en desgracia y olvido. Se llamó a silencio, vivió en el anonimato de su exilio francés y tuvo que sacar la cabeza fuera el año pasado para desmentir a una revista checa que lo acusaba de haber delatado a un joven anticomunista en 1950.
Con ochenta años recién cumplidos, Kundera regresa ahora de verdad con un libro de ensayos que muestran su agudeza y su particular mirada del mundo. Escribe allí sobre sus pasiones: Francis Bacon, Dostoievski, Céline, Philip Roth, Juan Goytisolo, Kafka, Rabelais, Beethoven, Brecht. La música, la poesía, la novela, la política, el poder, el amor, la amistad, el odio, la condición humana.
Un capítulo muy interesante está destinado a Cien años de soledad . "Tengo la impresión -dice- de que esta novela, que es una apoteosis del arte de la novela, es a la vez un adiós dirigido a la era de la novela." Allí asegura que en el texto de García Márquez "el centro de atención ya no es un individuo sino un desfile de individuos; son todos originales, inimitables, y no obstante cada uno de ellos no es más que la luz fugaz de un rayo de sol en las aguas de un río; cada uno de ellos lleva en sí su olvido futuro, y todos y cada uno son conscientes de ello".
El nuevo libro de Kundera se llama Un encuentro y en él se reproduce una carta que alguna vez su autor escribió a Carlos Fuentes, en la que recuerda a García Márquez y a Cortázar, y donde también habla del enorme parentesco que hay entre "la gran América Latina y mi pequeña Europa central, dos lados del mundo igualmente marcados por la memoria histórica del barroco, que hace al escritor hipersensible a la seducción de la imaginación fantástica y onírica".
Se dedica también Kundera a ironizar sobre el destino de las listas negras, "la gran pasión de las vanguardias" . Y recuerda los caprichos e injusticias de varios momentos del siglo XX, por ejemplo, las listas que armó Apollinaire, repartiendo "mierdas" y "rosas": "¡La mierda para Dante, Shakespeare, Tólstoi, pero asimismo para Poe, Withman y Baudelaire! La rosa para mí mismo, para Picasso y Stravinski".
Sin decirlo, Kundera acepta que él mismo ahora integra muchas listas negras y que eso no tiene la más mínima importancia. Los textos que adelantamos en esta edición fueron elegidos especialmente por él mismo. Termino acudiendo a una vieja frase suya que alude de algún modo a lo que aquí se ha escrito: "Los hombres quieren ser dueños del futuro sólo para poder cambiar el pasado. Luchan por entrar al laboratorio en el que se retocan las fotografías y se reescriben las biografías y la historia". Es así. [fontanamoncada]
Armas
Por José Saramago © Boomeran(g)
El negocio de las armas, sujeto a la legalidad más o menos flexible de cada país o de simple y descarado contrabando, no está en crisis. Es decir, la tan hablada y sufrida crisis que viene destrozando física y moralmente a la población del planeta no toca a todos. Por todas partes, aquí, allí, los sin trabajo se cuenta por millones, todos los días millares de empresas se declaran en quiebra y cierran las puertas, pero no consta que ni un sólo obrero de una fábrica de armas haya sido despedido. Trabajar en una fábrica de armas es un seguro de vida. Ya sabemos que los ejércitos necesitan armarse, substituir por armas nuevas y más mortíferas (de eso se trata) los antiguos arsenales que tuvieron su tiempo pero ya no satisfacen las necesidades de la vida moderna. Así, parece evidente que los gobiernos de los países exportadores deberían controlar severamente la producción y la comercializació n de las armas que fabrican. Ocurre, sin embargo, que unos no lo hacen y otros miran a otro lado. Hablo de gobiernos porque es difícil creer que, siguiendo el modelo de las instalaciones industriales más o menos ocultas que abastecen el narcotráfico, existan en el mundo fábricas clandestinas de armamento. De este modo, no hay una pistola que, por decirlo así, no vaya tácitamente certificada por el respectivo, aunque invisible, sello oficial. Cuando en un continente como el sudamericano, por ejemplo, se calcula que hay más de 80 millones de armas, es imposible no pensar en la complicidad mal disimulada de los gobiernos, tanto de los exportadores como de los importadores. Se dice que la culpa, por lo menos en parte, es del contrabando a gran escala, olvidando que para hacer contrabando de algo es condición sine qua non que ese algo exista. La nada no es materia de contrabando.
Toda la vida he estado a la espera de ver una huelga de brazos caídos en una fábrica de armamento, inútilmente esperé, porque tal prodigio nunca ocurrió ni ocurrirá. Y era esa mi pobre y única esperanza de que la humanidad todavía fuese capaz de mudar de camino, de rumbo, de destino. [lilibrik]
El día de todos, la verdad detrás de las apariencias
El conocimiento es la única moral de la novela. \Milan Kundera
Por René Rodríguez Soriano © mediaIsla
La única razón de ser de una novela —dice Kundera que repetía Broch constantemente— es descubrir lo que sólo una novela puede descubrir. Lo demás es bulto o puro tremendismo mercantil. Desde el principio de los días, haitianos y dominicanos malcomparten un trozo de tierra que, tanto a unos como a otros, les ha costado mares y mares de sangre. De uno y otro lado, viandantes, farfulleros, prelados e indignatarios, trafican y defecan sobre los más sagrados intereses de ambas patrias. La historia, los historiadores y sus consortes con muy mala letra amasan una historia que, por más lodo e inquina que le insuflen, jamás será tan sólo en blanco y negro.
Si algo puntual nos enseñó Cervantes fue a comprender el mundo en su más controvertida ambigüedad, con el montón de verdades relativas que se contradicen en la sabiduría de lo incierto. Lecciones que aprendió Juan Carlos Mieses al dejar que en El día de todos (Alfaguara, 2009), sus personajes fueran de un lado a otro de la isla, con sus creencias, sus miserias y sus miedos. Nadie puede escapar a ninguna parte, la isla es una sola. Ni el poder militar ni el fervor religioso podrán jamás torcer la historia que se cuenta desde adentro, con todas sus aristas; nos la cuenta una niña, nos la cuenta el paisaje mustio y pisoteado por los pies descalzos. Luego de una vertiginosa lectura de las 168 páginas de El día de todos, brotan las preguntas. Nadie mejor que el propio Juan Carlos Mieses para mostrarnos algunas de las claves de su escritura, de sus preocupaciones.
—¿Por qué El día de todos?
—El concepto es uno de los elementos generadores de la trama. Como novela, una vez cumplidas sus misiones primarias, El día de todos pretende ser menos el reflejo de una realidad que una invitación a la reflexión sobre nuestro destino común. Entiendo la importancia de la pregunta, pero mientras escribo un libro me preocupa sobre todo el cómo. Habrás notado que Tit' Karine, que tiene una función de Corifeo, murmura la frase en la última línea, lo que nos reenvía al título y a un debate que comenzó hace siglos y que todavía no se cierra: el cuestión de la convivencia —a compartición sería la palabra precisa si se me permitiera el neologismo— de dos pueblos en una misma isla.
—Hasta el momento, prácticamente tu obra ha estado centrada en la poesía. Tu poesía, desde principios de la década del 80 ha merecido importantes galardones, tanto en tu propio país como en el área del Caribe. La misma, indefectiblemente ha estado muy marcada por la historia dominicana, sobre todo el descubrimiento, la colonización y la fundación de la ciudad de Santo Domingo, ¿qué te hace nadar ahora en las turbias aguas las controvertidas relaciones entre haitianos y dominicanos, dos países tan geográficamente cercanos y tan afectivamente distanciados?
—Ya que hablas de nadar a veces hay que lanzarse al agua como tú mismo hiciste al escribir: "mi pueblo está dormido, hundido, confundido, engañado, maltratado, alienado." Las primeras imágenes que embrujaron mi imaginación e impulsaron la escritura del libro requerían descripciones y narradores que me llevaron naturalmente a la novela. Sabes, como yo, que llega un momento en que las herramientas de la poesía no se adaptan al proyecto que quieres realizar o a la manera como lo quieres presentar, que a veces los planes se vuelven muy complejos y nos obligan a buscar nuevas estructuras. No digo que he abandonado la poesía sino que por ahora busco otras formas de expresión; aun así creo sinceramente que el poeta sobrevive en toda circunstancia.
—Sé que tienes mucho tiempo residiendo fuera de República Dominicana y que, en cierto modo, te mantienes un poco a distancia sobre el mundo literario dominicano y sus preocupaciones, sin embargo, por tus artículos y otros materiales, se advierte que te mantienes actualizado sobre los grandes debates nacionales, ¿Qué lectura esperas que tenga esta novela de uno y otro lado de la isla?
—Una vez un libro sale a la luz deja de ser nuestro y pasa a pertenecer al público. El autor se convierte en un lector más, aunque se sienta unido a él por lazos sentimentales. Un libro es como un hijo que se va solo por los caminos del mundo a enfrentar su propio destino. Como autor es normal que uno espere generar algún debate en torno a los temas que uno considera importantes, pero hay que estar preparado para el rechazo, para la crítica aunque nos parezca negativa o injustificada o simplemente para la indiferencia. No está en nuestro poder, afortunadamente, decidir la reacción de los lectores; ese sería el fin de la literatura y del arte.
—En la parte oriental de la isla, República Dominicana, se debaten más varias posiciones frente a la coexistencia de dos naciones sobre la isla Hispaniola, ¿hacia cuál de ellas se orienta El día de todos?
—Traté de no tomar posición, pues empañaría la relación de respeto y de comprensión que como autor le debo a mis personajes. Escribir una novela no es un asunto de expresión y de posicionamiento personal; creo que el autor tiene una obligación insoslayable con la obra en sí independientemente de sus sensibilidades políticas o de sus simpatías ideológicas. Nietzsche afirmó una vez que en cualquier página de un libro podemos encontrar un pedazo de autobiografía. Quizá tenga razón y sea inevitable que en nuestros textos trasluzca —aunque no sea esa nuestra intención— una parte de nuestras ideas y de nuestros sentimientos.
—Tu historia, tus personajes y sus miedos y obsesiones se mueven de un lado a otro de la isla, poniendo de manifiesto, sobre todo, la miseria, la barbarie y la desigualdad social entre los seres que pueblan esa tan variada y estrecha geografía, ¿no refuerza esto la eterna acusación de organismos internacionales de que en el lado oriental existe una marcada discriminació n y explotación por los naturales de la parte occidental de la isla?
—Si algo nos debe preocupar no es que alguien use la novela como referencia para ilustrar alguna tesis sino que existan en nuestra cotidianidad condiciones de vida de miseria, de barbarie y de desigualdad social que justifiquen un sentimiento de indignación. Pero a cada uno sus responsabilidades. Un escritor no puede practicar la autocensura —la forma más solapada y cobarde del silencio— por miedo a posibles interpretaciones. Si mis personajes ponen de manifiesto lo que dices es porque ese es el medio en donde ellos y a la vez millones de ser humanos verdaderos viven y mueren cada día. Quizás no esté de más repetir las palabras de Brecht, "soy un autor dramático, muestro lo que he visto y he visto mercados de hombres en donde se comercia con el hombre. Eso es lo que yo, autor dramático, muestro".
—El rol que juegan tanto la Iglesia Católica como las Fuerzas Armadas Dominicanas, claramente representadas por importantes representantes de ambas instituciones en la novela pone de manifiesto el papel que históricamente han jugado la una y la otra en la solución o agudización del problema domínico-haitiano, ¿y la magia, la religiosidad popular y las creencias de ambos pueblos, qué rol desempeñan?
—Como bien señalas algunos personajes y algunos aspectos del libro tienen un valor altamente simbólico. Las fuerzas armadas y la Iglesia Católica representan formas identificables del poder. La magia y las creencias en de todo tipo son elementos a la vez translúcidos e indispensables, como el aire a través del cual contemplamos un paisaje. Las diferentes voces de los dioses, las campanas y los tambores, ofrecen una tal riqueza narrativa que resulta difícil no utilizarlos, aparte de que cumplen un papel de diferenciació n muy sugerente.
—Tanto tu novela El día de todos, como La breve y maravillosa vida de Óscar Wao de Junot Díaz —ambos textos de autores dominicanos residentes en el exterior— ponen de manifiesto la brutalidad y los abominables métodos de tortura y chantaje con los que actúan las fuerzas militares y policiales del país, y sobre todo, la aparente aprobación o desentendimiento del Estado y la propia sociedad dominicana, ¿crees que, por el propio hecho del autor no depender directamente de los sectores públicos o privados del país, tiene mayor apertura o libertad para cuestionar o enfrentar ciertos estamentos de poder político, militar o económico?
—Pienso que el artista que no es libre está perdido. La libertad, no solo frente a los demás, sino frente a sus propios demonios como la vanidad, la soberbia, el afán de lucro o su preeminencia social. La libertad y la independencia de criterios son indispensables para crear un espacio de creatividad. Un escritor se las debe arreglar para mantener una distancia saludable entre las tentaciones del presente y su deber hacia sí mismo y hacia sus propias verdades, pero creo que si respetas el hombre libre que vive dentro de ti nada ni nadie podrá impedirte realizar tu obra sin importar donde vivas o lo que hagas como pasó con Omar Khayyam, Rubén Darío, Juan Ruiz o Moliere.
—¿Cómo se ve, desde fuera, la tierra de uno?
—Como uno ve, desde la lejanía del tiempo, al niño que fuimos una vez. Uno contempla esa criatura que corre descalza por los senderos de su pequeño mundo sin preocuparse por un futuro que parece irreal o por un mundo que entonces luce tan lejano e inalcanzable. Nos damos cuenta de nuestros defectos y descubrimos que también son nuestras virtudes; nos apena nuestra vulnerabilidad y descubrimos en ella el signo de una extrañable riqueza de amor y de fraternidad. La nostalgia no es un mito romano, dije una vez en mi Flagellum Dei y creí hablar del rey de los Hunos. Ahora sospecho que quizá hablaba de mí mismo.
—¿Qué escribes, cuáles proyectos tienes en carpeta? ¿Tienes planes de residir en República Dominicana en el futuro?
—Tengo tantos planes que me asusta la posibilidad de no tener tiempo de llevarlos a buen término. Por el momento estoy trabando otro texto de novela. Nunca he planificado un libro de poesía, pero no me asombraría si un día me levanto y comienzo a escribir uno. He conservado una casa en Santo Domingo y es muy probable que regrese a mi país este año; esta vez para quedarme.
Juan Carlos Mieses básico
Nació en Santa Cruz del Seybo (República Dominicana) en 1947. se licenció en Letras en la Universidad de Tolouse, Francia, país donde vive en la actualidad. Su carrera literaria se inició y expandió desde la poesía, género en el que ha publicado varios libros: Urbi et Orbi, premio Siboney de poesía (1983) y traducido al occitano; Flagelum Dei, premio Siboney de poesía (1985); Gaia, premio Pedro Henríquez Ureña de poesía (1991); Dulce et Decorum est… (1997) y Aquí, el Edén (1998). Su poemario Desde las islas fue escogido Premio Inernacional Nicolás Guillén, otorgado en México (2000). También es autor de cuentos y de obras teatrales llevadas a escena en su país, como Los siete sueños de Meuda-San (1991) y Ópera Merengue (1995). El día de todos es la primera novela que publica. [mediaIsla]
Rodríguez Soriano presenta "El mal del tiempo" en Boston y Nueva York
Miami, FL.– Continuando con la promoción de su exitosa novela El mal del tiempo René Rodríguez Soriano viaja a Boston y Nueva York donde realizará una serie de presentaciones, lecturas y firmas de libros además de participar en el programa de talleres de escritura creativa del sistema escolar de Massachusetts.
Del 1 al 5 de junio, Rodríguez Soriano cumplirá una amplia jornada de trabajo con los estudiantes del programa Hispanic Writers Week, auspiciado por la Universidad de Massachusetts Boston, impartiendo talleres y realizando lecturas y firmas de libros en centros educativos e instituciones afines.
El sábado 6 de junio, a las 7 de la noche tendrá lugar la presentación de El mal del tiempo en la Casa Dominicana, Inc de la ciudad de Lawrence, MA. La presentación en Nueva York será el domingo 7 a las 5 de la tarde en el Comisionado Dominicano de Cultura en Estados Unidos.
El mal del tiempo, ganadora del Premio UCE 2007 y presentada exitosamente en Miami, Santo Domingo y San Juan, PR, ha sido bien recibida por la crítica y considerada como un documento que invita "a repensar la dominicanidad" para no seguir tropezando continuamente con la misma piedra.
Como en una especie de diario, compuesto por 13 cuadernos, la novela recrea ese sentimiento de generación reprimida que vivieron los dominicanos durante los repetidos gobiernos del Dr. Joaquín Balaguer y narra de una forma muy particular los más sonados asesinatos políticos, desapariciones y persecuciones patrocinados por el opresivo gobierno.
Presentación en Lawrence, MA
Sábado 6 de junio a las 7:00 PM. Casa Dominicana, Inc. 160 Garden St, Lawrence, MA 10840. Contacto: 978 726 3760 – 978 327 5262. Autora invitada: Minelys Sánchez.
Presentación en New York, NY
Domingo 7 de junio a las 5:00 PM. Comisionado Dominicano de Cultura en Estados Unidos. 541 West 145 St, 2nd Floor. New York, NY 10031. Contacto 212 234 8149. Autor invitado: Jimmy García.
Oriundo de Constanza, René Rodríguez Soriano está considerado entre los principales autores dominicanos residentes en el extranjero desde que emigró hacia Estados Unidos, donde vive hace más de 10 años. Entre sus títulos destacan Su nombre Julia, La radio y otros boleros, Canciones rosa para una niña gris metal, No les guardo rencor, papá y Todos los juegos el juego. Entre otros, ha sido merecedor del Premio de Cuento de Casa de Teatro 1996; Premio Nacional de Cuentos José Ramón López 1997; Premio de Novela UCE 2007 y Premio de Poesía UCE 2008. Mayor información www.rodriguesoriano .net [mediaIsla]
El General Soto Jiménez: Entre las patas de la creación literaria
Ser justo es lo primero… Juan Pablo Duarte
Por Miguel Ángel Fornerín © mediaIsla
Un amigo me pide que lea el artículo del General Soto Jiménez sobre la novela de Juan Carlos Mieses, publicado en Ventana este domingo. Vuelvo a abrir el Listín; ya había visto el artículo, leí unas cuantas líneas y lo abandoné diciéndome, en mis adentros: "no tenía conocimiento de que Soto Jiménez fuera crítico literario…" No crean, amigos que me sentí desplazado en la brega que llevo con la representació n literaria, no. Es que desde el principio de su artículo, el General unió autor y obra. Y, para colmo, escribe desde una intimidad con el autor que no me motivó a continuar. Tampoco encontré en la recensión ese atildado estilo de la carta que Soto Jiménez le envió a Hipólito Mejía y que yo guardo para algún día dedicarle algunas reflexiones. No tanto por su decir, sino porque ese un cementerio de palabras que huele a otra época.
Pero entremos en materia. La idea del General entre las patas de la creación es una metáfora suya: "induciendo una advertencia enredada entre las patas de la fascinación literaria". Lo de la creatividad, por de pronto, es que el General divide la obra y el contenido. Es decir, expresa una poética dual. Todo su artículo es la expresión de una poética que divide el contenido de la forma, por eso dice al final: todo lo demás es literatura, estilo, forma, talento, poesía, mucha poesía. El General se come la carne y nos deja el hueso. Claro, el dualismo entre la forma y el sentido es el mismo que maneja el poder. Es el divorcio entre la forma y la palabra, entre el vivir y el pensar. Es el olvido de lo poético como contradicción. La visión maniquea del mundo es el cuerpo y el alma, los esclavos y los amigos. Los que mandan y los que son mandados. Y de eso sabe el General. No se maneja un ejército sin someterse. Y someter.
De lo que habla el General no es entonces de la obra de Juan Carlos Mieses, subido al cielo por la complicidad y la alabanza. No. Lo importante es lo que está detrás. Y el General no nos engaña. Ni creo que lo pretenda. El problema es Haití. Lo que el artículo despliega es una forma operativa en que las clases oligárquicas y sus voceros, enquistados en todos los niveles, quieren convencernos del "peligro haitiano". Claro mientras ellos hacen negocios con Haití, mantienen una inmigración desordenada, mientras el trabajo barato de los braceros haitianos engrosa sus caudales.
El problema es viejo y cada cierto tiempo tiene un episodio nuevo. Pero es un problema del siglo XX, que la literatura ha mostrado con toda su crudeza. El General habla de "El masacre se pasa a pie", claro lo cita pero si lo analizara se enredaría en las patas de la creatividad contradictoria: el ejército dominicano, santificado por su papel de defensor de la nacionalidad, es el que a través de sus miembros espoleó a los haitianos de la frontera en el "Corte"; eso se puede leer muy bien en "El Masacre" de Freddy Prestol Castillo.
La literatura es la única que nos puede dar el valor del pasado, sin las trabas ideológicas que los sujetos ponen en el texto discursivo. El operativo antihaitiano que el General despliega es la forma en la que el poder busca su legitimidad. El peligro haitiano es lo único que hizo que el presupuesto nacional para la guerra fuera mayor que el de la educación en el siglo XIX. ¿Podrán otros decirnos, por qué se mantienen actualmente unas fuerzas armadas numerosas? Contra los haitianos somos nacionalistas, pero no lo somos con el mismo rigor para respetar la institucionalidad y la justa distribución de la renta nacional.
No debe olvidar el General que esas mismas fuerzas mantienen la corrupción en la frontera y son parte del negocio con los inmigrantes haitianos que trabajan en las fincas de los que piensan que "los haitianos son un peligro". Un siglo de mentiras. El peligro no es haitiano. Es dominicano. Los que lo enarbolan, jugando a la lotería de la nacionalidad, el patriotismo, la identidad esencialista, y con todos esos operativos, no hacen más que mostrar su propia máscara. Siempre han estado al lado de un poder que saquea al Estado nacional. Comenzando por Pedro Santana y su postura frente a la Constitución de San Cristóbal. Siempre han tenido intelectuales a precio, como Bobabilla, para crear un discurso más o menos convincente. General, dejémonos de "simulacros. " No olvidemos que nos encontramos en un tiempo de la comunicación global. Ya no se nos puede engañar con los temores nacionales. Las guerras contra Haití terminaron en el siglo XIX. Ahora toca construir un estado nacional y protegerlo de los que en su nombre no hacen nada más que mantener la corrupción, la desorganizació n y el despotismo.
Pero es difícil hacer ética desde la política o desde los cuarteles. Esa ha sido nuestra peor desgracia. Usted y yo sabemos que nadamos en aguas profundas. Pero ya la gente no muere, tan frecuentemente por decir lo que piensa, siempre han existido dominicanos capaces de decir lo que piensan sin tenor a las consecuencias. El tema de Haití, ha sido el caldo de escritores ante los cuales ni usted ni yo tenemos nombre ni agarre suficiente. Lo que sí podríamos decir es de cual perspectiva se trató y que tipo de operativo ideológico desplegaron. Cuál ha sido su tributo. Veamos: José Ramón López, quien de crítico se convierte en Senador de Lilís; aunque sus trabajos sobre Haití son posteriores a la Dictadura, la relación entre el decir, el vivir y el poder queda meridianamente establecida.
Peña Batlle que, en sus bellos sentires dominicanistas, le presta su erudición al proyecto Trujillo. Freddy Prestol Castillo quien hace su mea culpa por su libro Paisaje de la frontera. Don Emilio Rodríguez Demorizi, quien en dialogo con Price Mars no deja de teorizar un problema sin ver la hondura de sus consecuencias. Los "Cuadernos Dominicanos de Cultura" no son más que la intelectualidad del silencio. Frente a esa ideología autoritaria- dominicanista, nos queda la poesía: Sí, General, la poesía, la creatividad. El poema "Yelidá" de Hernández Franco, "Luis Pie" de Juan Bosch, el poema "El haitiano" de Moreno Jimenes y "Rabiaca del haitiano que espanta los mosquitos", de Rubén Suro García-Godoy; también, Over de Marrero Aristy y otras tantas obras que sería prolijo enumerar.
Cuando nuestros estudiantes analizan esas obras cimeras de nuestra literatura no pueden concluir en la estratagema del peligro haitiano, ni de la patria invadida, ni del territorio ocupado. El sentido contradictorio los llevará a amar al vecino; a pensar una utopía de la convivencia, antes que azuzar los odios y los rencores. Sólo le transcribo el poema de Domingo Moreno, que ayer releía a propósito de unos inmigrantes hindúes que viven en un bosque de Melilla, esperando entrar a Europa a cumplir un sueño humano: vivir como todos los seres de la tierra con dignidad. Aquí va un trozo del poema del gran Moreno:
…Ese haitiano que no puede prescindir de la cuaba, y prefiere tabaco del fuerte y aguardiente del malo, es bueno a su modo, y a su modo rico y a su modo pobre. ¡Benditos los seres que maltratan al hombre! ¡Bienaventuradas las cosas humildes que se yerguen siempre sobre el polvo frío de todas las cosas!...
Demasiado poesía, General, demasiado. Tanto como para convertir a la creación en una mula, como la de Fello Macario, una mula contra todas las ideologías y los operativos en los que se despliega esa dominicanidad. Donde las palabras y las cosas se debaten. Donde el silencio sigue siendo cómplice y la memoria una facultad olvidada a favor de medrar y tomar las migajas que el poder da. Es difícil ser intelectual dominicano, General. Como Américo Lugo –salvo distancia y la categoría- prefiero escribir desde un rincón de mi casa. Saludos a sus camaradas. [Miguel Ángel Fornerín]
De vez en cuando
Aislados lados
Ayer español nací, a la tarde fui francés, a la noche etíope fui, hoy dicen que soy inglés: ¡no sé qué será de mí! Padre Vásquez
Por René Rodríguez Soriano © mediaIsla
Dibujábamos la isla irregular y perfecta como un trozo de queso, que se nos derramaba de las manecitas regordetas, temblequeantes. Retozábamos incrédulos sobre los cinco cacicazgos, trastabillando contra el horizonte. Marién, Maguá, Maguana, Higüey y Jaragua, frondoso mundo que desbordaba las pupilas. Quisqueya, Hispaniola, Saint Domingue, Santo Domingo…
Eran tonos pasteles casi siempre, aclarando un gris que trasuntaba en negro mate. Luego, en el libro de historia, alguien con una raya infame, partió la isla en dos mitades que, como todas las mitades carecen de balance. Mientras de un lado idealizan los doradísimos bucles de un impoluto patricio ojiazulado; del otro, quién sabe, si habrá peineta para enhebrar las ásperas crenchas del moreno que le dio la mayor lección de dignidad al mundo.
Después del cuarto grado de primaria, si bien era incómodo dibujar un pez sin cola o sin cabeza, resultaba más tortuoso entender por qué Haití, por qué Dominicana. De alguna forma me contaron las sagas de un Colón que con sus carabelas cambió el paisaje y los contornos, fundando y repartiendo colones y colonias por estas geografías; de unos Pinzón y unos Ojeda; de un Guarocuya, alzado por su mula y por su hembra; y de un Osorio, repoblando y devastando ganado y peonía. También me hablaron sobre los bucaneros, los piratas ingleses, los holandeses y sus biblias protestantes.
Merendaríamos en los zaguanes de la enseñanza secundaria con lo que propalaba el manual de Bernardo Pichardo. Nos hablaron de Boyer y Dessalines, como si de los Borgia se tratara. Poco supimos de la negra noche del 42 en la frontera. En gramita dos, y sucesivas de la Universidad, habríamos de conocer la sublime utilidad del perejil. La vida siguió su curso historia adentro, maquillada, troquelada, al antojo de los señores y sus amanuenses.
Desde mediados del siglo XVIII, gemelos o siameses, haitianos y dominicanos, coexistimos a orillas del mismo arroyo, rumiando el mismo pasto ¿por separado? Desde cada aislado lado se mira con ojeriza hacia el otro lado. Se han tejido infinidad de teorías, explicaciones y oscuros designios. Ya no son los tiempos de los copiosos algodonales, ni de los tibios cañaverales, pero los puentes son los puentes, dicen.
Dibujamos la isla imperfecta y careada como un trozo de pan indeseado… Duarte y Louverture, incomprendidos y manoseados, en vano tratan de recomponer el mapa absurdo y oscuro que nos arropa. La iglesia, como siempre, la iglesia continúa amando la pobreza. [René Rodríguez Soriano]
Don Delillo: Apocalipsis al nivel de la calle
El tiempo comenzó a cambiar cuando los dueños de las corporaciones empezaron a recibir más respeto y consideración que los jefes de Estado.
Por Matilde Sánchez © Clarín
Es una de las voces más brillantes de la novela posmoderna estadounidense, cuyas visiones lo emparentan con George Orwell, en un registro que conjuga el realismo con la ciencia ficción. Don DeLillo reflexiona aquí sobre Nueva York, la ciudad que lo hizo escritor, las limusinas, la velocidad y el dinero: "La tecnología nos ha vuelto maleables, inocentes y muy supersticiosos" .
Caminar ahora por la zona del Ground Zero ya no sólo habla del 9/11. Ahora es además una metáfora —grotesca, por lo textual– del "derretimiento" de los mercados. El sitio participa como ningún otro de lo que el filósofo y urbanista francés Paul Virilio llamó el accidente global , la catástrofe local que se centuplica en lugares apartados en virtud de un relato colectivo ejemplarmente dominante. Crisis de crisis encadenadas a las que se suman ahora las narrativas de la alarma sanitaria, todo ello alimentado y producido por las cadenas de noticias, en tiempo real, las 24 horas. No es la vida estrictamente; es la realidad, mitad inevitable y mitad inducida, de las pantallas y pizarras electrónicas de Times Square. Ese es el universo DeLillo: el Apocalipsis "al nivel de la calle". Nadie tuvo mayor antena que este escritor, nacido en el Bronx pero hoy vecino de Brooklyn, para narrar las corrientes que alientan en la multitud, ya se trate de una estampida ecológica o de la marea de fanáticos rumbo al superclásico de béisbol. Exploró todas las posibilidades del accidente, incluido el avatar de los mercados y encontró la forma y el lenguaje para representar las grandes avenidas del presente –y digo avenidas porque ningún otro autor norteamericano auscultó con tanta sutileza los devenires de la ciudad cosmopolita, un camafeo del mundo a escala, en este, el tiempo que Jacques Derrida llamó "modernidad tecnocapitalista" . El primer libro que lo dio a conocer en grande fue Ruido de fondo , con el que ganó el National Book Award en 1985. Allí una familia bien acolchada en el consumo y los paraísos suburbanos de pronto se ve lanzada al éxodo. Y en 1991 vino el premio Faulkner del Pen Club para la extraordinaria Mao II . Aunque tramos del Muro de Berlín todavía no habían sido demolidos, él había aislado en plena Guerra Fría los elementos "futuribles" del presente, en la mejor tradición visionaria de George Orwell. Varias novelas de DeLillo presentan a terroristas y conjurados internacionales: de hecho, la conspiración es la unidad mínima de la política. ¿Pero hasta qué punto puede seguir llamándose ficción a sus cuadros con presagios, en los que la televisión y la sociedad del espectáculo ya son parte de nuestra fisiología? Su obra, muy pronto emparentada con la de Thomas Pynchon (con quien se dice que juega al poker una vez por semana, aunque él lo desmiente), no parece nutrirse tanto de la tradición literaria de su país como de los titulares de los diarios, leídos con un ojo radiográfico. DeLillo es un marciano ante la caja boba. Los medios y la realidad que éstos construyen han sido, junto con la ciudad, su objeto de inspiración y espanto. Pero cuando se lo mencione a él va a negar que sus libros surjan de ensoñaciones futuristas a partir de los titulares –como sí le ocurre a Lauren Hartke, protagonista de Una artista del cuerpo –, sino de una gran cantidad de estímulos que no puede rastrear. Después de Submundo , su gran obra coral, escribió novelas intimistas basadas en la precisión de los climas y un diálogo en hilachas; es decir, enfocó las consecuencias del "tecnocapitalismo" en la subjetividad. Es el caso de Una artista del cuerpo , Cosmópolis y El hombre del salto , y de cuatro obras teatrales representadas en diversos escenarios pero inéditas en castellano. "Me convertí en escritor por el solo hecho de vivir en Nueva York y atender a las cosas buenas, prodigiosas y aterrorizantes que la ciudad logra ensamblar", explica. Prefiere enmascarar sus lecturas con un tono diminutivo que no llega a falsa modestia, con ese gesto de muchacho mayor nacido en el Bronx, hijo de inmigrantes italianos: todo en él es suave y a la vez callejero y el rostro sugiere a un ex rufián reencauzado, sin otra secuela que unas mejillas poceadas. Nuestra charla tuvo lugar en abril en las oficinas de la agente literaria que lo acompaña desde Americana , su primera novela. —Impacta releer "Cosmópolis": Eric Packer, protagonista de la conectividad global, sostiene que el presente es cada vez más difícil de encontrar. Fue succionado para dejar lugar al "futuro de los mercados incontrolados y de un desmesurado potencial inversor". En su Nueva York aparece la ciudad mutiétnica en la que cabe el mundo, pero Packer se siente más en casa ante el goteo de cotizaciones bursátiles de Corea, Japón y Rusia. En el brillo hipnótico de la pantalla líquida ve "el resplandor del capital cibernético". En " Jugadores" , de 1977, el esposo se ve envuelto en un atentado contra la Bolsa de Comercio y su mujer trabaja en el WTC. El matrimonio contempla un avión acercándose demasiado a las Torres Gemelas: "Parece que fuera a chocar", observan. Su realismo es muy próximo a la ciencia ficción. —Para mí la diferencia entre géneros es muy borrosa, en verdad. En Jugadores , el supuesto vaticinio no surge de una teoría previa sobre las finanzas sino de una experiencia al nivel de la calle. Yo tenía un amigo corredor de valores que se pasaba cada mañana en la Bolsa, estamos en los años 70. Yo tenía la idea de un personaje comisionista y él me llevó al piso, algo que hoy no sería posible. Aunque estuve allí apenas una hora, pude entender cómo funcionan la ansiedad, los nervios, la conmoción, la presión intensísima de la vida de los agentes entre las 9 y las 15. Lo sorprendente era lo irreal de toda la situación, los movimientos de gente real haciendo cosas que están más allá de mi entendimiento, su carácter de burbuja, su virtualidad. En la Bolsa no hay nada, ahí no está el dinero, es inmaterial, y sin embargo, gobierna el mundo. Esa visita fue crucial. —Usted ha sido comparado con Ballard y Orwell por este carácter visionario; ¿cómo funciona el radar? —Cada uno de mis libros llega primero como una visión tridimensional. La calle no siempre es la fuente. A veces tengo una idea, otras es una foto que me impacta, como en El hombre del salto , la foto del trabajador que sale de las torres con el portafolio cubierto de polvo. Es misterioso. De hecho, lo que me encanta de la ficción es este misterio: ¿De dónde diablos llegan las ideas? Siempre es difícil saber si uno tomó el camino correcto en la ficción. Claro que el camino correcto no existe, sobre todo si uno va por el comienzo. —En "Los nombres", de 1982, se vislumbra que el mundo está por dar un giro drástico aunque aún no se vea adónde. Se trata de un texto de la Guerra Fría, con personajes de expatriados marcados por la paranoia y los oficios clandestinos. —Lo escribí a fines de los 70. En mi vida y en eso que llama mi carácter visionario, fue importantísima la experiencia de emigrar por tres años a Grecia. Renovó por completo mi manera de hacer ficción y me convenció de la enorme relevancia de la literatura. Tendría que esforzarme mucho y más. El hecho de que estuviera en un país con otro idioma me hizo prestar mayor atención al mío. —Alguna de sus novelas sugiere que usted se inspira en cierto residuo ficcional de las noticias, digamos, en el reflujo de un informativo tal como aparece en un sueño. ¿Fecharía en esa estadía griega la percepción de una globalidad que reptaba bajo la Guerra Fría? —En Atenas tuve una gran perspectiva del terror político y religioso que nos rodeaba. Eran los años de la revolución en Irán y el Líbano estaba en guerra. Atenas estaba llena de refugiados de Beirut y había coches bomba y protestas antiamericanas a toda hora. Ahora que están dando Hunger , el filme notable de Steve McQueen, recordé que entonces las protestas por los militantes del IRA estaban a tope y la embajada norteamericana tenía pintadas con. "Liberen a Bobby Sands", el independentista irlandés que hizo la huelga de hambre. Todo ello fue a dar a Los nombres en base a entradas cotidianas que yo registraba casi como en un diario. Me hizo mucho más consciente de la disciplina que se necesita para crear una novela significativa. Sólo después llegó Libra , cuyo tema, el asesinato de J. F. Kennedy, un hecho de semejante magnitud histórica, me hizo sentir todo el peso de la responsabilidad. El escritor debería sentir siempre la exigencia de los antecedentes literarios. Si uno escribe en inglés, debe tener presentes a los maestros, nombres como James Joyce. —¿Tuvo un llamado del compromiso? —Sí y no... Libra : la empecé al enterarme de que Lee Harvey Oswald, el asesino del presidente Kennedy, vivió y creció en el Bronx, como yo y por los mismos años. Oswald vivía apenas a cinco cuadras de mi casa cuando él tenía 13 y yo 16. Eso me dio la sensación de estar sumergiéndome en un momento crucial de la historia de mi país. Nunca antes me había concebido como esa clase de escritor. Entonces volví a mi viejo barrio y a la casa del asesino de Kennedy. Supongo que eso sigue siendo el nivel de la calle... —Las Torres Gemelas aparecen en pie en tres de sus novelas, antes de aparecer en ruinas en "El hombre del salto". Siempre son una instancia tétrica del circuito urbano. —Es que las vi levantarse en el horizonte, con eso bastaba... Nunca fui optimista sobre el influjo de las Torres. Mi esposa y yo vivíamos en la calle 32 en ese momento, a casi treinta cuadras, y estábamos construyendo una terraza. No bien la construcción superó cierta altura, ya se podía apreciar que era un ejemplo de arquitectura catastrófica, tan descomunal y omnipresente. La única manera de que pudiéramos soportarlas era por su dualidad, una sola habría sido enloquecedora. Al menos siendo dos, se neutralizaban y suavizaban por su diálogo de luces en espejo. —Volvamos a "Cosmópolis". Packer apuesta su fortuna contra el yen. Se publicó en 2003 y fue leída como un retrato de George Soros cuando perdió los dos mil millones apostando contra el rublo. Pero ahora se la lee como su novela sobre las Torres. —¿Cuándo fue lo de Soros? No tenía ni idea, él no fue mi referente. ¿Sabe cómo surgió ese libro? Con la idea de hacer una novela sobre la pesadilla del tránsito entre el este y el oeste de Manhattan en un día laborable. En una de mis caminatas por la ciudad me encontré ante un nuevo edificio resplandeciente en la 47 y la Primera avenida. Me dije, "Podría ser la vivienda de un multimillonario" . La segunda cuestión: a comienzos del 2000 era el delirio de las limusinas blancas. Me dije, "¿Qué pasa, qué hace esta gente en estos ridículos autos descomunales, un pasajero y un conductor en un espacio de diez metros de largo que no deja sitio a nadie? Entonces imaginé a un tipo brutal y al mismo tiempo capaz de conmoverse con la buena poesía –seguramente porque mi librería favorita, el Gotham Book Mar t, que fue devorada por la expansión inmobiliaria, quedaba justo en la 47. Hay más que eso, claro, pero quiero decir que así surgió. La estructura nunca está allí al comienzo, es una construcción lenta. —Allí aparece otro de sus temas, la exploración de una sexualidad muy maquinal, propia de la era de la hiperconexión, ¡casi una pornografía de videojuego! Packer se mueve en altas esferas inmateriales pero coge como un robot en la limo, en un callejón, en una toma de desnudo masivo que evoca una producción de Spencer Tunnick. —Sexo, tiempo y dinero, ¿eh? Llegué a inventar una teoría... Usted conoce el dicho, el tiempo es dinero. Cosmópolis refleja la descomunal importancia que el dinero cobró por estos años, hasta cambiar nuestra percepción del tiempo. El tiempo empezó a pasar más rápido al comienzo del siglo XXI. Eso se vuelve literal en el libro, cuando el personaje ve en su televisor de la limo cosas que aún no han sucedido. El tiempo rebasó sus límites convencionales. Esto es posible porque el mundo occidental tiene esta fijación obsesiva. —¿Cree que el dinero, y no la tecnología, aceleró el tiempo ? —Ambas cosas van juntas, desde luego. Fecharía el cambio de nuestra percepción temporal en los primeros años del presente siglo pero no en el comienzo. Esto fue evidente para mí cuando los dueños de las corporaciones empezaron a recibir más respeto y consideración que los jefes de Estado. Packer está viendo pasar toda su vida en un día, por eso todo es tan intenso, incluso el sexo. Por un lado, él da el sexo por sentado, es algo que se debe hacer; pero por el otro, sexo y dinero son las únicas cosas que lo hacen respirar. Por eso el sexo tiene una cualidad tan tecno; Eric le pide a su guardaespaldas que le dispare con una arma de utilería, para experimentar, cuando jamás le pediría que lo apuñale; no es tecno, la sangre lo espanta. —Después de "Submundo", usted narró relaciones de intimidad y encierro con unos pocos personajes, algunos en soliloquio. ¿Cómo se vuelve a escribir después de una obra así? —Como se vuelve siempre... En mi caso con una idea: una pareja tomando el desayuno a la mañana, la forma en que se mueven en el espacio familiar, la clase de conversación abreviada de quienes se conocen bien. Con Una artista del cuerpo empecé a interesarme mucho en el tiempo. Es tan difícil escribir sobre el tiempo. En esa novela, el Sr. Tuttle anda en busca de una dimensión del tiempo que no es la nuestra. Algunos lo interpretan erróneamente como fruto de la imaginación de la protagonista pero para mí no lo es. Tuttle es de lo más real, sólo que vive en una dimensión fuera de las que nosotros consensuamos como realidad. Tuttle ve todo el tiempo lo que va a ocurrir porque él vive allí, sin pasado, presente ni futuro; y esa es su enfermedad congénita. Fue Einstein quien observó que el tiempo es una ficción; nos reinventamos el tiempo cada mañana para conservar la cordura. —¿Y el espacio? Usted y yo podemos hablar sin saber en qué punto nos encontramos. La presencia del otro ya no es fehaciente. Hoy día somos ubicuos por primera vez en la historia. Podemos ser personajes de Philip Dick. —Especialmente si uno vive en la ciudad, la tecnología vuelve el tiempo más intenso y, sobre todo, inmediato. Es cierto que el espacio también se ha vuelto ficcional. Los relojes digitales separaron el tiempo del espacio. En el reloj de números, la distancia de la aguja relacionaba el tiempo restante para una cita con un tramo material, el que espacio que le faltaba recorrer en el cuadrante. De algún modo, uno encajaba las actividades de modo imaginario allí. Ahora el espacio a recorrer, el tiempo que falta transcurrir ya no está en el instrumento. Es numérico y por lo tanto, virtual. —"Una artista del cuerpo" no les gustó a los críticos de su país. La consideraron europeizante. —Creo que esa no la entendieron. .. En cambio, en Europa motiva adaptaciones para danza, ópera, lo que se le ocurra. No podría decirle por qué me dediqué a los individuos. Pero en todos esos libros, sabía que tendrían pocos personajes y que serían pequeños. —Aunque usted había trabajado el tema, "Submundo" es su novela sobre la Guerra Fría. —Esa sí que surgió de los titulares... En 1951 hubo un histórico partido de béisbol entre los Dogers y los Giants. Cuarenta años después, a raíz del aniversario, volví a recordarlo, yo sentía la picazón misteriosa de que podía llegar a escribir sobre él. Fui a la biblioteca y encontré que en la edición del día posterior, el 4 de octubre, el New York Times había hecho su tapa con dos titulares que competían en idéntico número de líneas, uno, el partido, el otro, la noticia de que los soviéticos habían detonado una bomba atómica en Kazhajstán. La simultaneidad me golpeó. Me lanzó estilo apóstol, "Ve a predicar por el mundo ..." Así fue como me embarqué durante cinco años en esa novela gigantesca. Y por eso la Guerra Fría se convierte en algo tan significativo para el libro, por la detonación. En cambio, Mao II surgió de la foto de un casamiento colectivo de la secta Moon en Corea. La vi y me inquietó, ¿qué diablos hacen todos estos chiflados juntos? Parecían un batallón, salvo que se estaban casando. No eran soldados, eran seiscientos novios. —En sus libros, la identidad del otro, con sus creencias y valores, suele ser una variable de la seguridad urbana, se trate de un terrorista o de un chofer inofensivo. ¿Cómo recibe el regreso de la religión como razón política en el mundo entero? —Bueno, ese otro mundo se siente amenazado por nuestro credo científico; consideran sobre todo que nuestra velocidad contemporánea y los derechos de la mujer ponen su mundo en peligro. Tomemos por ejemplo la clase de religiosidad de los terroristas en el 9/11; el personaje de Hamad, en El hombre del salto , está convencido de que la muerte es más fuerte que la vida y eso lo tiñe todo. Por otro lado, es cierto que cuesta creer y explicarse cómo persiste el fundamentalismo en casa, al punto de negar el darwinismo. La novedad es que algunos autores realmente ilustrados ahora alumbraron este concepto del Diseño Inteligente, a fin de terciar entre esos mundos tan contrapuestos. Usted debe tener en cuenta que los Estados Unidos es un país enorme y sus partes avanzan en eterna reacomodación. A los que llevan varias generaciones en este suelo se sumó la inmigración europea y ahora la asiática; ese cóctel continúa con nuevos ingredientes. Pero claro, hay sectores que no tienen ganas de readaptarse. —¿Ve un futuro para los libros bajo la nueva velocidad? —Tiendo a creer que la literatura trasciende su momento histórico. En cada buen libro hay fragmentos que serán muy significativos para el lector dentro de 30 años. Quien sabe cómo será el mundo en 50 años, quién sabe si habrá lectores... Es más imprevisible de lo que uno imagina. En mi juventud la tendencia general era estudiar en una escuela de cine. Ahora, con la crisis, ¡todos los jóvenes quieren estudiar derecho! Quién lo hubiese dicho, en mi época era lo menos cool del mundo. —Una de las grandes originalidades de su narrativa es el tratamiento del diálogo, de un realismo lacónico y con un montaje veloz. Y lleva ya escritas cuatro obras de teatro. ¿Cómo es pasar de la novela a la dramaturgia? —Uff, creo que si no fuera novelista el teatro me resultaría insoportable pero es interesantísimo entrar en el espacio teatral y aprovechar el intercambio. En los ensayos al principio uno se fastidia porque los actores no han leído la obra de uno y uno cree que están arruinando todo. Pero después ellos se reacomodan. Y además es disparatado ver cómo en una función el público se mata de risa y en la siguiente no se oye una mosca, es misterioso. Todas mis experiencias con el teatro han sido muy buenas. —Ninguno de sus libros fue llevado al cine, algo insólito porque son muy cinematográficos. —Bueno, piénselo de otro modo; quizá he sido afortunado.. . Siempre hay interés pero en todos los casos quienes se entusiasman son directores independientes, que no consiguen fondos para hacer producciones costosas. En cambio siempre hay pedidos europeos para convertir Una artista ... en danza o en ópera. —"Libra" : la historia y la política aparecen como "la suma de todas las cosas que no nos dicen"; es decir, patrañas, una fabricación. En los últimos años la política de su país parecía moverse ya no en la paranoia sino en una lógica criminal casi obscena. Pienso en el nacionalismo beligerante de estos años y también en ese tipo de sadismo que se vio en las imágenes de Abu Graib; tortura con los códigos del porno hardcore. —La gente quiso creer que una política de fuerza como la de Bush la pondría a salvo de otro ataque como el de las Torres. A la gente no le molestó el ataque a Afganistán de 2003, lo justificaron. Pero la invasión de Irak fue otro asunto. El público no quería protestar, había una necesidad de creer en el gobierno olvidando por completo que fue esa misma gestión, sus agencias de inteligencia y sus viejos personajes de la Guerra Fría, los que permitieron que el ataque del 9/11 ocurriera. Tal era la atmósfera que llevó a su reelección en 2004, tan enigmática para el resto del mundo. Entretanto, en el intento de protegernos, emplearon la tortura y abominaron de nuestra Constitución en sus maniobras. No hay que descartar que esas prácticas lleven a juicios políticos. —En "Ruido de fondo" usted lo observa en un diálogo: la tecnología es un factor de domesticación y de conformismo. Luego estalla el accidente de seguridad industrial. "Nos hemos vuelto muy maleables", leemos. —Es que ante la aptitud tecnológica nos volvemos inocentes como niños y muy supersticiosos. Cada invento tecnológico se convierte retrospectivamente en lo que necesitábamos con desesperación. En ese sentido nos hace perder autonomía de maniobra, nos atrofia en modos que no podemos advertir conscientemente. La gente que vive con un celular en el bolsillo, al nivel más sencillo, ya no sabe desempeñarse sin él. Yo no uso celular, ni procesador; escribo con una máquina de tipos muy grandes que me permiten ver la cualidad gráfica, el valor de las letras y su patrón en la página. Otra de las lecciones de Grecia, apreciar el alfabeto en su valor escultórico. —Usted no tiene asesinos seriales sino homicidas muy dedicados, al estilo Oswald o el Benno Levin –¿Bin Laden?– que mata a Packer. Los seriales ya parecen cosa del pasado. Hoy es el tiempo de los jóvenes asesinos múltiples al voleo: ¿serán ellos el nuevo fenómeno "futurible"? —Ah, culpa de la tecnología, ya lo ve... (risas). Muy sencillo, la juventud está muy holgazana; a estos asesinos les da pereza contar...
DeLillo Básico
Nueva York, 1936. Escritor Hijo de inmigrantes italianos y nacido en 1936 en el Bronx, Don DeLillo desarrolló su afinidad por el jazz y el cine (dijo que el cineasta suizo Jean-Luc Godard fue de sus mayores influencias) antes de lanzarse a la literatura. A su primera novela, Americana, le seguirían las obras que le dieron su lugar central en la literatura del cierre del siglo XX, como cronista exquisito del terror de la Guerra Fría: Ruido de fondo (1985), Libra (1988) y Mao II, (1991), hasta la ambiciosa y polifónica Submundo. Varias de sus novelas se centran en algún personaje de la cultura pop, como el jugador de fútbol en End Zone, y un rockero paranoico en Great Jones St.. Su narrativa a menudo parte de los códigos de género para quebrarlos y expandirlos. [giecoleon]
El destierro
Por Jean Francois-Rabel © Boomeran(g)
En su serie clásica de los diez mejores libros del sitio de The Guardian ofrece los diez mejores libros del exilio. Más inglés no es posible:
1. El americano tranquilo de Graham Greene
2. A Woman of Bangkok de Jack Reynolds
3. El cuarteto de Alejandra de Lawrence Durrell
4. The Discovery of Tahiti (El descubrimiento de Tahiti) de George Robertson
5. Cuando partí una mañana de verano de Laurie Lee
6. El caballero del salón de Somerset Maugham
7. Thomas Cook European Railway Timetable (horarios del ferrocaril)
8. Habla, memoria de Vladimir Nabokov
9. Bajo el volcán de Malcolm Lowry
10. País era una fiesta de Ernest Hemingway
Como cualquier lista tiene una cosa insoportable: visión subjetiva, ausencia de obras obvias (Gent, Orwell, Isherwood). Del segundo libro de la lista, no sé nada. Del quinto, sé que es una joya (aparece en el díptico español y lo mejor de lo que escribieron los ingleses entre las dos guerras mundiales). Del décimo, sabemos que tendrá que ocupar el puesto número uno. Pero lo que más me interesa es la ausencia, lógica, de autores de América Latina. Pasaron años y años exiliados en Europa o en EE. UU. por razones políticas, pero en sus obras, de hecho, no se apartaron de sus países. Propongo una ley: a pesar de vivir en el exilio los autores latinos tienen poco talento literario para el destierro. [fontanamoncada]
Ese puerto sí existe
Por PATRICIA DE SOUZA © BABELIA
Hay trozos de poemas que siempre nos acompañan. Yo sé que tengo mis fragmentos, mis compañías, una de ellas es la poesía de Blanca Varela (Lima, 1926-2009). El impacto que me produjo la primera vez que leí Canto Villano (1978) fue rotundo, la certeza de que ya no estaba sola en mi silencioso país. Ella era todo un mito cuando un día alguien me llevó a conocerla, era una tarde mundana, llena de escritores y escritoras. Descubrí a una mujer observadora, intensa, muy consciente de lo que hacía: escribir de forma directa, desencarnada, sin concesiones. El puerto de Varela ha sido siempre de una total desnudez, recorrido por un viento violento, limpio. Y no creo que hubiese podido ser de otra manera. Blanca Varela pertenecía a la generación de Sebastián Salazar Bondy, Emilio A. Westphalen y Jorge E. Eielson, todos ellos dueños de una obra importante, rica, ella, la única mujer de la tribu, muy consciente de que era respetada y leída, pero de que se lo había ganado con esfuerzos. No sólo la lucha por el poema, ese poema como una gran batalla que la arrojaba a la arena, sino el hecho de imponerse en medio de un medio muy masculino. Su astucia era ignorar y tomarse por el centro aunque, cierto, contó muy pronto con el apoyo de Octavio Paz y de los demás poetas de su generación, sin dejar de estar convencida de que la poesía, por más revolucionaria y aguerrida que fuese, no la hacía menos vulnerable. De ahí su fuerza, pero también su tortura: el lenguaje. Recuerdo una tarde paseando por el malecón de Barranco, Blanca me jalaba del brazo y me decía: yo no sé por qué siempre dicen que mi poesía es finalista, tremendista, es realista. Siempre la vi sola por lo que podía conversar con ella en medio de cierto silencio, en esa casa frente al mar que ahora ya no existe y que fue la casa que compartió con Fernando de Syszlo, el pintor.
En sus textos Blanca ha tocado temas fundamentales, sin retórica, sin velo confesional, una de las razones por las cuales marcó un paso importante en la poesía latinoamericana acercándola a Paz, que trató de marcar su propio territorio. Justamente ese puerto que conocía Blanca y que un día ella le dice como primer título a Paz. Ella: el libro se llama, Puerto Supe, que es un puerto en el norte del Perú, y él le contesta: pero, ese puerto no existe. Encontró el título de su primer libro, pero no el descanso, había que limpiar el terreno de rosas "que infestaban la poesía", minarlo un poco para caminar libremente. Por ejemplo, con Casa de cuervos, su poema más baudelaireano, o Currículum Vitae, una mirada alejada de la identidad, porque Blanca siempre se desconocía, creo que también desconocía su talento porque hablaba de sus "cositas" cuando se refería a sus poemas que me servían de compás, de canto villano y que usaba como intertexto: una jaula con barrotes de silencio. O: un magro trozo de celeste cerdo / aquí en mi plato, fragmentos que se unen a imágenes concretas de ella, como le hubiese gustado que dijeran: No hay nada más concreto que la poesía. Nombrar, dividir, viviseccionar la realidad con la vocación de una sacerdotisa, con vocación de rito, ésa era su fuerza. Estoy segura que Blanca hubiese querido que dijera que le apasionaba la vida, que sus años en París, cuando conoció a Sartre y a Simone de Beauvoir, fueron importantísimos, ricos en encuentros, en escritura y en pasiones. Si Blanca no quería extendernos una rosa es porque siempre supo que escribir no es fácil, está lleno de rosas con espinas. Pero un día hallamos un puerto y le ponemos Nombre. [fontanamoncada]
La tierra llena
Por Gorka Andraka © Gara
Inmaculado, inocente, puro… "Como si el mundo entero / una nevada súbita / lo hubiese recubierto / de silencio y blancura", que diría el poeta Ángel González. En el nuevo mundo, la esperanza es blanca. Y está en nuestra mano.
Steven Chu, ministro de Energía de Estados Unidos y premio Nobel de Física, ha propuesto esta semana en Londres blanquearlo todo para luchar contra el cambio climático. Un remedio barato y factible. Si pintásemos de blanco las azoteas de los edificios de las cien mayores ciudades del planeta y de gris cemento el pavimento de sus calles (de blanco cegaría a los conductores) , el calentamiento del planeta no crecería, por lo menos en la próxima década. Sólo ese primer brochazo, en emisiones de CO2, equivaldría a prohibir la circulación de todos los coches del mundo durante diez años.
Las superficies planas pintadas de blanco y los colores claros reflejan, en lugar de absorber, la luz del sol. Hace un par de años, un estudio desveló que los invernaderos de Almería, con sus más de 30.000 hectáreas de terreno ocupadas desde 1980, enfriaban el clima local. El mar de plástico almeriense devolvía tanto sol, tanto calor, que, a diferencia del resto de las ciudades españolas, donde la temperatura media crecía año tras año, en esa tierra había descendido 0,3 grados por década. Un milagro.
Limpio, luminoso, virgen… El nuevo mundo, si es, será blanco. Monocromo. El planeta azul se hundió. Por generoso. El arco iris, estéril y vano derroche de color, pasó a la historia. Por excesivo, disparatado. La tierra brillará como nunca, para envidia del resto de los planetas. Llena. Blanquísima. Perfecta. Fría. Muerta. [lilibrik]
Kabanga o la extremaunción vegetal del deseo
Por Daniela Trottier © mediaIsla
Un día incierto me presentaron Kabanga con ropaje de novia, su ocho y media por once de total blancura adornada de leves trazos en filigrana a manera de diadema. Me quedé prendida del blanquecino atuendo del manuscrito y aunque su crisálida se volvió hermoso libro con sugerente portada, dirijo mis afectos a las huellas primigenias de la palabra en devenir…
Adentrarse en la poesía de Adriano Corrales es franquear un ancho vestíbulo de signos y señas escritos por otros, recorrido obligado por la senda de los decires universales, tales antenas parabólicas que repercutan el sentir poético del planeta. Se accede al jardín del poeta por frondosas inscripciones que preparan el nido.
Primera parte
Enigmas… es lo que surge a la mente. Algunos caracteres –apenas- en la página-desierto donde las contadas palabras toman su fuerza de su escasez y anchura.
Segunda parte
La nacida se convierte en torrente de sensualidad entre mujer y naturaleza, extremaunción vegetal del deseo. El poeta fusiona, en tropical y rica alquimia, esos nadadores del plasma donde texturas de mujer con cabellera feroz, ojos de azufre, pechos racimos, muslos floreciendo, pubis de musgo y piel aromática de bambú encuentran eco en la indomable selva del Caribe. Naufragando en el divino ardor de la carne, el poeta
intuía el zarpazo, la punzada de la araña, el refregón de la serpiente.
De ese fragor de los apetitos Adriano Corrales crea un inaudito lienzo de imágenes.
Tu río es mi río en el nacimiento de tus remos. (…) / Aquí estás mujer mía y de todos, plantada en el primer beso como en el último. (…) / Porque tus muslos encumbrados, tus pechos jadeantes y poderosos, tu boca, tu breve laguna de melaza para la hostia, permanecen y van conmigo. (…) / Y nos desayunamos en silencio.
Ese torrente se ensancha abriéndose a la mujer con mil rostros y vidas surgiendo una y otra vez, corpórea e inasible, en la opacidad del deseo, según el incienso de su hoguera, el tulipán de su disfrute.
… las que sobrevivieron en las doce tablillas de arcilla de la biblioteca de Asurbanipal. / … las que permanecen en las impresiones de la piedra y de la seda. / … O las hermosas, eléctricas, turgentes de vestido rosa / … Vos, mujer clara y obscura de cabellera florida para la cabalgata, altos pechos para el éxtasis y manos de andamio para la mueca de Dios. / … La que amamanta con voz de maga y maestría de orfebre para el sortilegio permanente. / … la mujer de antifaz y látigo… blues posmoderno de la falda imposible.
Y siempre se vuelve a la mujer, a su vulva de insatisfecho paraíso -sentencia el poeta a manera de insólita cosmogonía.
Con todas, reunido en la mujer exacta que nos ama y nos desama cuando tiende la celada. / Pues ciertamente se ama a la mujer como se ama la vida: con pasión, con rabia y cierta hipocondría.
Pero en medio de esos senos apetecidos, esos labios y pezones, de esos cuerpos que han ardido entre otros cuerpos, la bestia del sistema que enajena nunca deja de acechar. El amor como el goce viven en sociedad. Por ello el hombre y la mujer deben estar juntos, la unidad prevalece y la Creación reverdece, concluye el poeta.
Tercera parte
Kabanga, incansable viajero, deja atrás la naturaleza turgente y emprende un viaje por los países de sus afectos y desencuentros.
Una puerta cerrada son mil puertas abiertas, Kabanga.
Una puerta de barrio se abre y surge Managua con su grupo de poetas alborotando la tarde: brindan por el zarpazo telúrico. Una puerta de madera se abre y surge Ciudad de Guatemala con sus aceras vacías, basura, niños en duermevela, frío resplandor de los cuerpos…
La máquina avanza desenfrenada sin rastros de la última guerrilla, sin sucesos de página roja, ni campesinos asesinados en la otra orilla.
Otra puerta se abre sobre imágenes y sensaciones a granel de un road-movie poético con tierras ajenas y amigos queridos e idos; donde el anhelo de una Nueva Orleans imaginada, el frescor nostálgico de un rockero en la tumba de Jim Morrison chocan con el tono agridulce del poeta ante el catedrático presentador de libros de poesía: ruptura de la sintaxis, exterminio del sujeto…
O esa mirada decididamente irónica sobre el círculo de poetas:
No es contra vos que nado contracorriente Kabanga. / Es sobre las sirenas que flotan en esta playa atestada de copas, cigarrillos, alcaloides y palabras discordantes. (…) / No, no es el devaneo del desamor… (…) / Sino palabras enroscándose por el silencio sin que logren certificarse en papel, sangre u obsidiana. / No es contra vos, sino con tu voz que aspiro a romper el círculo del cálculo de onanistas, aduladores de la efigie en primera plana, el prólogo, la reseña, la entrevista, el abrazo de la araña, la sonrisa de escalpelo…
El caracol de la conciencia se hace cada vez más íntimo, cotidiano, interrogante, con caídas de muros y utopías, llegadas de nuevos gurús…
Así, debimos refugiarnos en la arquiteclocura del simulacro, en el horror del puñal y el disparo, en la cadena televisiva de una muerte a plazos… / Me refugio de mí mismo para no saltar sobre el temor de estar siempre dividido entre dos aguas: la lealtad que le debo a las palabras y la rabia de usarlas para lo contrario de lo que ladran.
Adriano Corrales, guerrillero de la parábola en holograma, como se define entre tantos otros intentos, se apuntala también como piedra rodante por el verso sin pose ni misterio. Se interroga sobre su cofradía, la de los poetas; ¿qué sucede con el poeta que no goza de recursos?
El que no pudo exiliarse y se calcinó en su melodía atravesado por quienes regresaron y usurparon la suntuosidad de los días. / Los que combatieron sátrapas y canallas y no son más que héroes olvidados por la historia traicionada.
¿Y del poeta que traga monedas y cuentos?
El que se aísla en su colmillo confidencial para lanzar denuestos e infamias carcomiéndose a sí mismo en su azulada perrumbre. / No acepto evasivas Kabanga, nuestra generación apesta.
Cuarta parte
Ruptura de tono y de grafismo. Impacto certero. L@s elegid@s de Dios, la joy@ de n@cre que sobresale entre l@s kabang@s del joyero… Poema-letanía que responde al eco de las repeticiones dolorosamente encantatorias de Roque Dalton o a la agobiante enumeración de santos inmolados del evangelio de Saramago.
Les he visto retorcerse de hambre por virus bacterias metralla / macilent@s en los desiertos primigenios en los tugurios del trasmundo (…) / invisibilizad@ s por los tratados de comercio los parlamentos unidos (…) / gasead@s en campos de concentración en marchas milenarias / enmudecid@s bajo el bombardeo y el inmenso hongo violeta cerniéndose / sobre torres y cúpulas de ciudades arrasadas / amenazante bajo el sarcófago carcomido de cualquier Chernobil / empalad@s por los conquistadores los de la cruz llameante (…) / arrojad@s a los leones en el Gran Coliseo Posmoderno (…) / ahorcad@s por sus propios hermanos con la soga de la teología / crucificad@s en diferentes poses por infinidad de iglesias y catedrales
El poemario en sus últimas páginas, tal un respirar hondo antes de sumirse en las profundidades, se hace odas, tentativas de diálogo, conversaciones, canto fúnebre…, un pasar revista al mosaico de sensaciones y sentimientos que produce el llamar a la vida seres y recuerdos inasibles. El libro-mastaba se cierra como se abrió: escasos caracteres sobre blanquísimas páginas nos conducen a la fuerza hierática de la palabra-atajo.
Kabanga / El ardor de la sangre como añoranza / De la tumba [Daniela Trottier, escritora, académica y crítica literaria canadiense]
Los piratas no somalíes
Por Nazanín Amirian © Rebelion
El rostro de unos hombres famélicos y asustados al ser detenidos por un petrolero español lo decía todo: no podían ser esos temibles piratas capaces de poner en jaque a los sofisticados barcos de medio mundo que transitan por las aguas africanas. Ya era sospechoso que un bufete de abogados londinense hiciera de intermediario entre los piratas y los países víctimas.
¿Se imaginan que un consultor desde Madrid negociara con los talibanes el rescate de un secuestro en Afganistán y encima cobrara una comisión? Ahora nos enteramos de que los asaltantes recibían información desde Londres sobre los barcos "aptos" para despojar. Aun así, todo indica que el principal objetivo de este terrorismo del mar dirigido por unos delincuentes trajeados no es hacerse con suculentos botines, sino justificar la militarizació n del Golfo de Adén, uno de los corredores más estratégicos del planeta que conecta el Golfo Pérsico, el Mar rojo y el Canal de Suez y por donde pasa el 30% del petróleo del mundo. El Rojo es el único mar controlado por los países árabes, cauce de sus importaciones y exportaciones y su principal fuente de agua dulce.
Es una estrategia con un precedente: en 1991, una veintena de países, liderada por EEUU, ocupó el Golfo Pérsico utilizando el pretexto de liberar el diminuto Kuwait del Ejército de paja de Saddam. ¡Aún siguen allí!
La amenaza de los piratas es una coartada para justificar el control militar sobre el cuerno de África y sus inmensos recursos naturales.
Si una de las caras de esa piratería la forman los mercenarios al servicio de unos intereses geopolíticos, la otra la componen los pescadores somalíes, que ven cómo las transnacionales marítimas saquean sus ricos caladeros y vierten, con total impunidad, toneladas de desechos tóxicos en sus costas. Convertidos en guardacostas voluntarios afirman que, además de robar a los grandes "bandidos del mar", pretenden ahuyentar a los pesqueros extranjeros que se llevan sus mariscos a los restaurantes europeos y dejan sin sustento a miles de familias.
Doble rasero lo de la Oficina Marítima Internacional que, ante tales agravios, ha mirado para otro lado y ahora pide la intervención militar contra los piratas de poca monta. Somalia, al igual que Irak, Afganistán y Pakistán, lleva el apodo de Estado fallido, lo que en la jerga política significa país poseedor de recursos naturales o ruta de su tránsito, apetecible para ser dominado. [ibyqueen]
Puertas y ventanas
Novelas de Mónica Volonteri y Manuel García Cartagena
Amigos y amigas: Quisiéramos compartir con ustedes la alegría de la puesta en circulación de nuestras novelas: Te veré caer y Quisiera ser un pez, las cuales están disponibles gratuitamente desde nuestros respectivos blogs: http://imaginon. wordlpress. com/ http://monicavolont eri.wordpress. com/ Con estas publicaciones inauguramos, al mismo tiempo, ediciones la caverna. Manuel García-Cartagena y Mónica Volonteri.
Libro a libro, puente de encuentro entre autores y lectores
SAN JUAN, PR.- Libro a Libro (http://www. libroalibro. org) es una nueva publicación electrónica de suscripción gratuita enfocada en el mundo editorial hispanohablante con especial énfasis en la promoción de la literatura contemporánea iberoamericana. Libro a Libro será actualizada semanalmente y pretende convertirse en una fuente imprescindible de información sobre el campo editorial, no sólo en Puerto Rico, sino a nivel internacional. Contacto: Ana Ivelisse Feliciano 787-668-8071
Taller de escritura
El taller es para todos. Todos podemos escribir Cuento. Poesía. Novela. Lectura y crítica de textos propios y de autores consagrados. Corrección. Reescritura. Teoría y Técnicas literarias. Profesora Marta Braier. Jueves de 14:30 a 16 hs. Arancel: $150 (por mes) / Duración: Anual ESPACIO Y: Lugar Cultural. Mansilla 2982, PB – C1425BPJ Tel/Fax: 4962-9402. espacioylc@yahoo. com.ar
Concurso "Conociendo Israel 2009"
En conmemoración de su 61 Aniversario y el centenario de la ciudad de Tel Aviv, el Estado de Israel a través de sus Embajadas de Israel en América Latina ha organizado por segunda ocasión el Concurso "Conociendo Israel". Este concurso está abierto a estudiantes Dominicanos Universitarios y Recién graduados, de 19 a 30años, (no están incluidos ciudadanos israelíes). El concurso tendrá dos fases, en la primera el participante debe responder de manera presencial un cuestionario, para medir el conocimiento que tenga la persona sobre Israel. Este primer encuentro se realizara el martes 14 de julio 2009, la hora y el lugar se le informara a cada participante vía mail y/o llamada telefónica. En la segunda fase participaran los 10 ganadores del 1er encuentro. El Objetivos del concurso es motivar a los jóvenes de la Republica Dominicana a conocer más sobre el Estado de Israel. Los Temas a tratar son: *Historia *Ciencia *Economía *Geografía *Tecnología *Gobierno (Su estructura), *Salud *Educación *Religión *Política *Cultura. Los candidatos deben presentar su aplicación a través de la Embajada de Israel en Santo Domingo completando el formulario disponible en esta Embajada. O Solicitándolo por correo electrónico a embajador.israel@ gmail.com Para conocer más sobre el concurso, entra a nuestra página Web: http://santodomingo .mfa.gov. il Johanny Zapata M. Depto. de Comunicación y Relaciones Públicas. 809-920-1501/ 1500/ cel: 809-899-7390.
Corazonada de Mario Benedetti
Incluimos el cuento clásico de la semana, seleccionado por Luis López Nieves: Corazonada, por el autor uruguayo Mario Benedetti [1920-2009]. Pulse sobre el título para leer el cuento en Ciudad Seva.
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