domingo, 4 de abril de 2010

EL MITO DE LOS BONOS

El mito de los bonos
El mito de los bonos


Investigación de las escuelas de negocios. ¿Por qué los banqueros podrían creer menos en la integridad de sus colegas que en la suya propia - y por qué esto es un problema?


Los bonos de grandes sumas son utilizados como herramienta de reclutamiento.

Pretenda que está entrevistando candidatos para un buen trabajo - digamos, para pasear el perro. Después de muchas entrevistas ha reducido los candidatos a dos. El primero está mayormente interesado en el bono que usted ha prometido si su perro da vueltas cuando se le pida después de un mes. El segundo sencillamente desea ser el mejor caminador que un perro pueda tener. ¿Cuál de los candidatos escogería?

Probablemente usted escogería el candidato motivado por su desempeño personal en lugar del dinero - a menos que sospeche que el primer candidato simplemente fue más honesto. Si escogió al segundo, su pensamiento fue similar al de los banqueros holandeses que fueron entrevistados en una serie de talleres con David De Cremer, director del Centro Erasmus de Ética del Comportamiento en la Escuela de Administración Rotterdam.

Recientemente el Sr. De Cremer publicó una investigación basada en estas entrevistas, mostrando cómo las creencias de los banqueros acerca de los incentivos podrían ser mitos que contribuyen al desempeño mediocre de sus empleados. Los entrevistados mostraron lo que el Sr. De Cremer llama "sesgos de auto mejoramiento". Cuando se les pidió hablar sobre su propio desempeño, dijeron que no consideraban los bonos especialmente importantes - que eran motivados por otros factores.

Sin embargo cuando se les preguntó sobre la motivación de otros, citaron los bonos como altamente importantes. En otras palabras, se veían a sí mismos de manera más favorable que a sus colegas. Hicieron mención también de que los bonos de grandes sumas son utilizados como una herramienta de reclutamiento. El Sr. De Cremer sugiere que esta discrepancia hace que los banqueros inconscientemente promuevan un comportamiento mercenario, al reclutar, y luego premiar, empleados con la promesa de bonos en lugar de encontrar gente que se sienta recompensada por el trabajo mismo.

David De Cremer.

Una posibilidad sería crear una posición de abogado del diablo que ayude al ejecutivo principal a reconocer patrones distorsionados de pensamiento, incluyendo el sesgo de auto engrandecimiento.

Otras investigaciones del Sr. De Cremer sugieren lo complicado que puede ser la promoción de la lealtad y el comportamiento ético en el lugar de trabajo. A fin de prevenir que los empleados tengan un mal comportamiento, él notó que las compañías implementan códigos de conducta cada vez más elaborados. Sin embargo, esto podría hacer que los empleados, intuitivamente, actúen más irresponsablemente que si esas reglas no existiesen: después de todo si sus pequeñas indiscreciones fueran tan malas, estarían cubiertas en el código.

Además, esa burocracia implica que no se puede confiar en los empleados, y en muchos casos actúan en consecuencia. Lo mismo podría pasar con los bonos: asuma que los empleados necesitan grandes sumas de dinero para hacer bien su trabajo, y pueden responder a sus bajas expectativas no cumpliendo con su trabajo a menos que reciban grandes bonos. ´

El Sr. De Cremer sugiere que los bonos sean una parte mucho menor de la compensación en el ámbito financiero, o por lo menos no hacerlo de manera cotidiana, que se esperan sin importar cual ha sido el comportamiento. (Un banquero que haya recibido el bono más alto de su carrera no se sentirá muy bien compensado si todos a su alrededor recibieron más dinero que él.) Si las empresas insisten en dar bonos, él sugiere que se cambien las métricas de los estándares para dicha compensación, tales como incorporar medidas de responsabilidad social y colaboración. Pero una solución a largo plazo requeriría cambios en los jefes también. Una posibilidad sería crear una posición de abogado del diablo que ayude al ejecutivo principal a reconocer patrones distorsionados de pensamiento, incluyendo el sesgo de auto engrandecimiento.

Los banqueros entrevistados se sorprendieron - y estaban complacidos - de que les señalaran sus sesgos. La experiencia del Sr. De Cremer es que los ejecutivos desean escuchar sobre sus pensamientos equivocados. Tomar medidas sobre lo que escuchan no es necesariamente fácil, pero podría er más satisfactorio que repartir más bonos.

2010 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved.

De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com