domingo, 25 de enero de 2009

RESUMEN DE MEDIA ISLA, PUBLICACIONES GENERALES ,ARTE,CULTURA, POLIITCA, LITERATURA, ANALISIS, E IMAGENES DEL MUNDO


Elogio del cuento Los hijos de Poe La mujer en tres cuentos dominicanos Cuentos infinitos Lakoff se encarna en Obama Regreso a casa Nunca más Sampedro: Estamos destruyendo el sentido de la justicia Marx y el estado cataléptico La paradoja Bolaño Puertas y ventanas: El abate Aubin de Próspero Merimée La otra gaceta Poemas en añil N° 129 Imágenes del mundo

Elogio del cuento

Por Alberto Manguel © BABELIA

No sabemos en qué momento el cuentista supo que lo que contaba sería un género literario. Lo cierto es que en algún momento de nuestra historia el cuento se diferenció del poema, de la novela y del ensayo, y emergió como un género literario distinto para que los profesores universitarios tuvieran de qué ocuparse. Sin embargo, más allá de esas divisiones burocráticas, el lector intuye que el cuento no es novela, que una diferencia que puede medirse (pero no definirse) por el número de páginas, distingue uno del otro. Borges alguna vez dijo que escribía cuentos porque la novela le parecía una exageración. Detrás de la boutade se oculta una verdad literaria: la novela expande la narración, el cuento la concentra. Los mini-relatos de Augusto Monterroso no pueden ser leídos como mini-novelas; el equivalente de esa parodia es, para la novela, la casi interminable Comedia humana de Balzac. El cuento retiene en su nombre sus orígenes sin duda orales, calidad que preservan aún hoy los narradores orales de las plazas de mercado en Marruecos, Colombia, Gabón. La escritura, que todo formaliza (quizás porque nace como un instrumento contable, para sumar o restar cabezas de ganado), empieza desde temprano a dar al cuento artificios y estrategias. Refinándose en fábula, parábola, anécdota, historia humorística o moral, relato erótico, histórico, filosófico, de terror, el cuento adquiere, según su categoría, rasgos particulares que, si bien son reconocidos, los autores del género se empeñan en cambiar. Así las historias de fantasmas ("viejas como el miedo", decía Adolfo Bioy Casares) al principio, en Mesopotamia y Egipto, debieron su eficacia a la mera aparición de un muerto; luego a un muerto transformado en otra cosa, un esqueleto en Roma, una sombra en la Italia de Boccaccio, un zorro en China; finalmente, con los grandes autores del siglo diecinueve el fantasma se reduce a una ausencia, a algo horriblemente real y sin embargo invisible. Cambios similares pueden rastrearse en las otras categorías, nuevas maneras de contar a las cuales el lector rápidamente se acostumbra. Ya en el siglo dieciocho, los lectores de cuentos son tan diestros en el arte de seguir las maniobras del autor, que Diderot se ve obligado a destruir o renovar sus expectativas con un cuento que (imitando al futuro Magritte) titula Esto no es un cuento. El cuento es quizás el más conservador de todos los géneros. Cambia el estilo, el tono, el impacto del final o del comienzo, la posición del narrador, la voluntad fantástica o documentalista, pero no, en términos generales, su forma. Si bien pueden encontrarse ejemplos de cuentos que escapan cabalmente al modelo de narración tradicional (pienso en El joven intrépido en trapecio volante de William Saroyan y en alguno de Raymond Carver), la mayor parte de ellos sigue el consejo del Rey en Alicia en el País de las Maravillas, "Comienza en el comienzo y sigue hasta llegar al final; allí para". Casi no existen cuentos de estructura tan libre como el Tristram Shandy de Lawrence Sterne o Cobra de Severo Sarduy. Y autores como James Joyce y Julio Cortázar, que tan brutalmente renovaron la novela, escribieron cuentos exquisitamente clásicos cuya originalidad se halla en la voz y la temática, o en la aproximación a esa temática, no en la forma misma del cuento. Por absurdas razones comerciales, las editoriales han decretado que los cuentos no se venden. No se venden Poe, Kipling, O. Henry, Chéjov, Katherine Mansfield, Ernest Hemingway, John Cheever, Borges, Silvina Ocampo, Alice Munro, Mavis Gallant. Y sin embargo, más que nunca, los cuentos siguen escribiéndose y, no lo dudo, leyéndose. Tal vez porque, en su clásica, modesta precisión, nos permiten concebir la insoportable complejidad del mundo como una íntima y breve epifanía. - [fontanamoncada@ yahoo.es ]~

Los hijos de Poe

Sus relatos son artefactos lógicos, de precisión clínica, y en ellos cada acontecimiento y cada detalle se encaminan a producir un efecto único y traumático.

Por Fernando Savater © BABELIA

De pocos autores puede decirse que hayan dado origen a un nuevo género literario, pero a Edgar Allan Poe se le atribuye a justo título la paternidad de dos: el cuento fantástico moderno y la narración detectivesca. Dejemos en esta ocasión a un lado a Dupin y su progenie de sabuesos. Poe introduce en literatura el virus hasta hoy felizmente incurable de una nueva forma de lo macabro y lo espeluznante, elementos ancestrales de los relatos desde que los primeros humanos se sentaron a escucharlos en torno al fuego recién inventado, mientras en la negrura circundante acechaban los tigres de dientes de sable y barritaban los mamuts. Sin duda el autor norteamericano toma algunos ingredientes para su pócima -la comicidad grotesca, los personajes caricaturescos y las visiones opiáceas- del inevitable E. T. A. Hoffmann, pero su receta es absolutamente personal. Para empezar, descarta las concesiones a la superstición, a la leyenda milagrosa y a los demonios de sacristía. Su pánico no viene de fuera sino que nace en el interior descreído del hombre moderno. Como bien aclara en el prefacio de sus Cuentos de lo grotesco y arabesco con orgullo de precursor: "Si el terror ha sido el tema de buena parte de mis obras, este terror no proviene de Alemania sino de mi alma".

En sus narraciones lo sobrenatural siempre es la prolongación de lo natural por otros medios: lo que desafía a las leyes de la naturaleza es la subjetividad que las interpreta y quisiera transgredirlas hasta sacudirse su yugo fatal. En la mayor parte de los casos los cuentos están narrados en primera persona para que el lector tenga menos escapatoria cuando llegue lo irremediable. Sus protagonistas llevan dentro de sí una grieta precursora del inminente desastre, como la fachada de la casa Usher. Por esa grieta penetran -o salen- los espectros encarnados del pavor. Pero no hay en dichos relatos concesiones a la vaguedad ni la incoherencia de corte romántico: son artefactos lógicos, de precisión clínica, en los que cada acontecimiento y cada detalle ambiental se encaminan a producir un efecto único y traumático. Por eso resultan inolvidables y hasta quienes menos aprecian sus recursos truculentos no pueden ya librarse nunca de lo que les sucedió al encontrarse por vez primera con el corazón delator o cuando conocieron al señor Valdemar.

Es difícil comprimir en pocas líneas la nómina de seguidores que tiene Poe, tanto entre los escritores como primordialmente entre los lectores, aunque naturalmente sólo puedo referirme con nombres y apellidos a aquellos. Los primeros estuvieron, por supuesto, en su propio país, como su contemporáneo de origen irlandés Fitz James O'Brien (su impresionante cuento ¿Qué era aquello? prefigura El Horla de Maupassant y las pesadillas de Lovecraft, ambos también discípulos del bostoniano) o Ambrose Bierce, el mejor de todos por su humor macabro y el trato familiar con fantasmas, que sólo igualará M. R. James. Después Baudelaire lo importa a Europa y así impregna a los mejores de cada país: Villiers de l'Isle-Adam, Gustavo Adolfo Bécquer (algunas de sus Leyendas cuentan entre lo más exquisito del género), Sheridan Le Fanu o el mismísimo Charles Dickens. Quizá el mejor heredero de Poe sea R. L. Stevenson, no sólo en la obra maestra Jeckyll y Hyde sino también en Olalla o Markheim. Después, Arthur Machen, El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde y la lista inacabable de los contemporáneos: Borges, que sigue la línea lógica y cosmológica menos frecuentada, Robert E. Howard (Palomos del infierno, La sombra de la bestia), Ray Bradbury, Julio Cortázar, Richard Matheson (¡aquella negra maravilla de tres páginas con que se dio a conocer, Nacido de hombre y mujer!), Robert Bloch, Jean Ray, Stephen King o buenos autores españoles como José María Latorre o Pilar Pedraza... Porque ¿quién de los que ayer o incluso hoy mismo de verdad cuentan no sigue la traza de Poe, es decir, su poe-ética?

Lamentamos que su vida fuese breve, como si supiésemos cuánto debe durar la vida de cada cual para realizarse plenamente. Y le compadecemos porque fue desdichado, atendiendo superficialmente a su neurosis, a su pobreza, a la pérdida temprana de su amada Virginia, a su alcoholismo. .. Demasiada presunción por parte de nosotros, los felices. ¿Desdichado? Nada sabemos del gozo sombrío de inaugurar esa alameda rigurosa y siniestra por la cual aún transitamos, con la jauría infernal en los talones. Quizá él nos espera, sonriente y verdoso, al otro lado. [fontanamoncada@ yahoo.es]~

Visión de la mujer en tres cuentos de Juan Bosch, Miguel Alfonseca y René Rodríguez Soriano

El cuento, considerado como el género por excelencia de la literatura dominicana, es motivo de estudio en otras fronteras. He aquí la visión de la puertorriqueñ a Luana Dávila sobre los textos La mujer de Juan Bosch, Delicatessen de Miguel Alfonseca y Una muchacha llamada Josefina de René Rodríguez Soriano.

Por Luana Dávila © mediaIsla

Esta exposición literaria presentará las características de la mujer que son presentadas en tres cuentos realizados por distintos cuentistas dominicanos. De aquí podemos establecer coincidencias, divergencias y la presentación de temas como la violencia doméstica, la prostitución, la marginalidad, la cosificación, la pobreza, y el prejuicio que giran en torno al personaje femenino en sus diferentes espacios literarios.

En el cuento: "La mujer" de Juan Bosch, nos enfrentamos a una creación literaria realista, que ocurre en un espacio rural. El realismo como corriente literaria procura mostrar en las obras una reproducción fiel y exacta de la realidad. Rechaza el sentimentalismo, muestra al hombre objetivamente, pues da toques de una realidad cruda. Las obras muestran una relación mediata entre las personas y su entorno económico y social, del cual son exponentes; la historia muestra a los personajes como testimonio de una época, una clase social. El autor analiza, reproduce y denuncia los males que aquejan a su sociedad. Los sucesos narrados eran tan "reales" que se asemejaban mucho a las crónicas de la vida cotidiana.

El narrador es extradiegético y relata la manera en que una mujer fue asesinada a golpes por su esposo, Chepe. La naturaleza parece personificar la tragedia existencial de la mujer dominicana, considerada como posesión del hombre machista, que la reduce a la nada, la carretera muerta, lo gris, un punto negro, una piedra, una momia, harapienta.

"La carretera muerta, totalmente muerta, está ahí, desenterrada, gris. La mujer se veía, primero, como un punto negro, después, como una piedra que hubieran dejado sobre la momia larga. Estaba allí tirada sin que la brisa le moviera los harapos."

La razón por la cual este hombre, golpea a su mujer es porque la mujer no vendió la leche de cabra, como él se lo mandara; al volver de las lomas, cuatro días después, no halló el dinero. Ella le contó y prefirió no tener unas monedas y que la criatura no sufriera hambre por tanto tiempo. El hombre no entendió razones y cuando la arrastra a la carretera, Quico, se acerca y el hombre quiere continuar golpeando a la mujer, éste interviene, y mientras ambos hombres pelean, el niño grita agarrado a la falda de la madre. Cuando Quico ya está asfixiando a Chepe, la mujer sintió una energía, tomó una piedra y golpeó al hombre para que no matara a Chepe. Sin embargo, ella murió. El cuento tiene un cierre de serpiente que busca su cola, pues concluye tal y como inicia.

Este cuento es el cuadro de la visión machista cultural sobre el dominio del hombre sobre la mujer, para el cual ella es sólo un objeto. Toda una sociedad cómplice del asesinato de una mujer a manos de un hombre abusador y maltratante. En este cuento, la mujer, no tiene un nombre. Sabemos que este puede ser el caso de cualquier mujer. En el maltrato a la mujer, víctimas y victimarios se transmiten mutuamente formatos de socialización que repercuten en todos los ámbitos de su vida. La mujer antes de morir, salva a su victimario. La mujer es sumisa, sacrificada, el hombre es la autoridad de la casa y prácticamente merece ser golpeada y justifica al hombre, él la puede matar, pero él no puede morir.

Los rasgos principales del movimiento neorrealista en Hispanoamérica fueron: el espacio geográfico es la periferia, esto se refiere a que ya no se trata de un ámbito puramente natural, si no que lo urbano y la periferia social comienzan a cobrar importancia fundamental en la literatura como por ejemplo: barrios marginales, pensiones miserables, etc. Plantea temas sobre: la agresividad, angustia, soledad, y problemas sociales en una sociedad urbana.

Este marco neorrealista sirve de escenario al cuento: "Delicatessen" de Miguel Alfonseca. Este cuento es narrado a través de un narrador homodiegético femenino, cuya protagonista es nombrada Violeta. La misma narra cómo desde adolescente era atraída por el sexo opuesto y nos lo explica utilizando la prosopopeya del viento. Esa brisa que la acaricia, la toca, la posee y que ella refleja en el erotismo mismo de la pasión humana. Este cuento se desarrolla dentro del espacio urbano, influenciado por la intervención americana, donde Míster Feldstein ha instalado un letrero con el nombre: Delicatessen.

Violeta señala que cada vez hay mas tiendas con nombres en inglés. Esa era una tienda donde vendían variadas clases de quesos y carnes delicadas. El nombre quería decir: delicadezas. La joven adolescente resiente que muchas mujeres comentaban que ella terminaría mal, pues se manifiesta con un coqueteo felino, mayormente provocador. Con el tiempo, los padres de Violeta mueren y su hermano se fue a Nueva York, desde le enviaba una pensión. Ella se dedica a la prostitución y es rechazada socialmente. Hasta que un día llega a la ciudad un muchacho llamado Frank, con el cual formó una relación de pareja. Violeta era feliz, él la exhibía, no se avergonzaba de ella. Llegó a pensar que tal vez podría la relación formalizarse. Demasiado pronto, sufrió la decepción de saber que Frank, ahora era la pareja de la hija de la tienda Delicatessen. Sintió que él se había vendido por dinero, se casaría con la hija y la tienda, pero no por amor. Violeta decidió entrar a la tienda más coqueta que nunca y aunque Frank se pusiera nervioso y esquivo, ella iría y se sentaría entre sus piernas.

La visión de la mujer que nos presenta Alfonseca, es la de esa mujer que es estereotipada y marginada por ser prostituta. La misma prostitución producto de una sociedad enferma de seres que pretenden devorarse unos a otros. En este cuento no hay héroes, ni siquiera Frank, que sucumbió al poder de la ambición. Las mujeres que acusaban a Violeta, a las que ella nombraba las missis y no hacían nada por remediar la situación. El hombre que la cosifica para su placer y la abandona y ella que termina autoconceptuá ndose de la siguiente manera:

"Las muchachas me odiaban, sentía asco de mí, y ellos cuidaban las apariencias, porque tarde o temprano se casarían con ellas. Yo no era más que su entretenimiento. "

Observamos la concepción de la mujer social que debe reprimirse ante sus deseos, sin embargo, ese hombre que busca a la mujer para hacerla objeto de su placer, no sufre el rechazo o repudio que sufre ella. La mujer se margina por su vestimenta. Violeta usaba sus llamados shorts y la sociedad lo entendía como una desvergüenza, cosa que no se le critica al hombre. Delicatessen, es la paradoja de una sociedad que lejos de poseer delicadezas, sufre de los prejuicios y ambiciones más grotescas. La marginalidad de la mujer y la insolente codicia.

El escritor René Rodríguez Soriano pertenece a la época contemporánea. Posee una visión distinta a las presentadas anteriormente. Es el escritor moderno que pinta el cuadro de una mujer independiente, segura de sí misma, imponente, la que podemos apreciar en el cuento: "Una muchacha llamada Josefina". Aquí el laureado escritor nos realiza la descripción de una mujer tan enriquecida por sus grandes virtudes, que todos quisieran tocarla: niños, mujeres, hombres… Su presencia majestuosa no admite envidias, sino el deseo de la contemplación misma. Es talentosa, toca el piano, el violín, es bailarina. Entró en la oficina del narrador homodiegético y se llevó todos los bolígrafos, borradores, un cartabón, todo el papel cuadriculado, según le contó su secretaria, y hasta derramó una tinta. Y todos lo único que podían hablar era de su salvaje aroma. El narrador critica a los simples, a los conformistas que nunca extrañan nada, mientras que él ha podido ver la huella de su delicado pie al borde de una gota de agua. Nos comenta el narrador que todas las mujeres quisieran ser ella. La quisieran tener todos los banqueros, pintores, directores… en fin hombres de todos los oficios y de todas las estratas sociales. Sencillamente es una mujer deslumbrante, que es capaz de quitarle el sueño a todos. El narrador crea hipérboles alrededor de ella y nos dice:

"Esa muchacha alta (¡la de las piernas de Marlene!) Ha trastocado todo: el clima, La Vía Láctea, el tiempo y el espacio, las oficinas y las fábricas, las calles y los parques, las artes y las ciencias."

El ingenioso escritor ha pintado el cuadro de una mujer que es la antítesis de la sumisión, de lo endeble y de aquello que se cosifica, esta mujer se yergue ante la vida, en plena confianza de sí misma, espontánea y natural, tanto es así que el cuento concluye cuando el narrador intrigado por esta enigmática mujer solicita que si alguien la ha visto, le avise enseguida, pues sólo sabe que se llama Josefina. [luany?2009@yahoo. com ]~

Cuentos infinitos

Hay casi tantos cuentistas como maneras de afrontar un cuento. Un buen relato queda en el lector hasta mucho después de terminar su lectura. El bicentenario de Edgar Allan Poe, pionero del cuento moderno, coincide con "un momento maravilloso" .

Por Cristina Fernández Cubas © BABELIA

Hace unos días, desayunando en el café de costumbre, me hice con el único periódico libre que quedaba en la barra. Eran ya casi las once y me sorprendió encontrarlo en buen estado. Empecé por el final, una entrevista. O, mejor, por una de las respuestas que un lector anónimo se había molestado en destacar envolviéndola en un trazo verde que recordaba a una nube. Hay gente que tiene la manía de garabatear en periódicos ajenos, y otra, entre la que me cuento, que no puede resistirse a mirar sus dibujos, subrayados o signos. El entrevistado era John Michael Bishop, rector de la Universidad de California, premio Nobel y autor de notables descubrimientos en el campo de la investigación médica. Me llamó la atención que, hablando de sus hallazgos, insistiera en la importancia de "seguir la nariz", algo que, en principio, no me pareció demasiado científico. Continué leyendo. "La nariz", en efecto, era una forma de nombrar la intuición, pero -como aclaraba enseguida- una intuición "que se alimenta de conocimientos racionales: de tantas cosas que no sabes que sabes. Y de repente... ¡conexión! ¡Los conectas! Te puede pasar en la ducha, en la carretera, o en el laboratorio, o en sueños...". El lector anónimo había subrayado en sueños. Miré alrededor. Dos oficinistas, el peluquero del barrio y un grupo de estudiantes extranjeros. Cualquiera de ellos, además de un bolígrafo verde, podía haber tenido un sueño revelador aquella noche. Y volví a la nube. A la respuesta de J. M. Bishop, la frase que, entonces me di cuenta, iba mucho más allá del campo de la investigación científica. Pensé en el cuento. Y pensé también que aquella frase me había gustado, mucho antes de saber que me había gustado.

En el territorio del cuento suelen concurrir un montón de factores a menudo absurdos; por lo menos, contradictorios. El cuento no goza de la misma aceptación en todos los países, cosa sabida, ni tampoco del mismo respeto. A veces, incluso, en casos extremos, cuentistas y lectores -el lector juega un papel importante en lo que estamos hablando- tienen la sensación de pertenecer a una secta, una singular hermandad de iniciados protegida por infatigables estudiosos que desenvainan la espada a la menor ocasión en defensa del género. Aunque ¿quién lo ataca? Nadie, que yo sepa. Por lo menos abiertamente. Se trata, a lo sumo, de un silencio, de un "pasar por alto", de situar el género-cuento en un lugar más que discreto de unas hipotéticas estanterías. Y sin embargo ¡cuántas veces se rompe este silencio! A los novelistas se les pregunta por sus novelas. A los cuentistas por el cuento. Algo misterioso debe de tener el género para que haya dado lugar a tantas y tantas páginas sobre sí mismo. Y en los intentos de aproximación, en las numerosas "poéticas" -que, otra curiosidad, además de a los poetas, únicamente se nos pide a los cuentistas- encontramos una serie de premisas en la que casi todos los autores estamos de acuerdo. Hablamos así de esfericidad, del valor de la mirada, de la importancia de "lo que no se dice", de concisión, de intensidad, de economía, de equilibrio, o de que, posiblemente y a la postre, un buen relato es el que va más allá de la palabra "Fin" y persigue al lector hasta mucho después de haberlo concluido. Pero ahí empieza y acaba la concordia. Porque hay más. Y en esas tentativas de aproximación -palabra que prefiero a "definición", por lo que esta última pueda tener de carcelaria- siempre asoma algo que, de repente, nos aleja. No sabemos lo que es. ¿Y para qué saberlo? Tal vez en eso estribe la esencia secreta de un buen cuento. Un soplo, una presencia ausente que felizmente se resiste a ser encasillada. Algo muy semejante a una chispa, un fogonazo, la "conexión" de la que hablaba Bishop, y que puede ocurrir en cualquier momento. "En la ducha, en la carretera, o en el laboratorio, o en sueños...".

Es posible que tampoco en este punto estemos todos completamente de acuerdo. Existen casi tantos cuentistas como maneras de afrontar un cuento, e, incluso, si un autor nos abre su trastienda, nos percataremos enseguida de que cada relato ha obedecido a un impulso diferente. Sería absurdo pretender encorsetarlos. Hay cuentos que se escriben de un tirón, con una facilidad pasmosa, como si estuvieran dormitando en un lugar recóndito del cerebro y el autor, en funciones de amanuense de sí mismo, no tuviera más misión que arrancarlos de su letargo y transcribirlos. Otros, en cambio, actúan como auténticos secuestradores. Surgen de pronto, se instalan en nuestra cabeza, en el papel, en nuestra vida, malogrando el menor intento de deserción, conminándonos a entregarnos en cuerpo y alma, y dejándonos prácticamente sin aliento. Sólo al final, al término del cautiverio, volvemos a ser lo que fuimos y respiramos liberados. Cortázar, que conocía de sobra estos arrebatos, los llamó "cuentos contra el reloj", apreciación únicamente aplicable al género, porque parece más que improbable que, en ese especial estado de posesión, se pueda empezar y acabar una novela sin que el autor perezca en el intento. Pero no siempre la creación resulta tan rápida o compulsiva. Muy a menudo -y apelo ahora sobre todo a mi experiencia- el proceso de escritura se asemeja a un largo pasillo en el que nos adentramos con cierta tranquilidad y paso firme. Tenemos un objetivo en la mente y un itinerario en la mano. Creemos -de ahí nuestra aparente decisión- saber adónde vamos. Pero no está tan claro que así sea. Porque aunque, como dijo Borges, resulta "un gran alivio conocer el final", eso no implica que, forzosamente, lleguemos a donde nos habíamos propuesto. En el largo pasillo, a derecha e izquierda, en el techo o bajo nuestras pisadas, se abren puertas, se adivinan ventanas, se dibujan altillos, o se presienten sótanos o pozos profundos. Y el autor, muy dueño de seguir implacable el trayecto previsto, puede, al contrario, ceder a la tentación de curiosear, traspasar puertas, asomarse a ventanas, o preguntarse qué es lo que se oculta bajo sus pies o se esconde en el interior de los altillos. Corre el riesgo de perder el rumbo, cierto. O de perderse, en todos los sentidos. Aunque también es posible que, después de sus pequeñas incursiones, vuelva al plan originario y termine arribando a puerto enriquecido. O quizás el puerto -el "alivio" de Borges- no sea, como creíamos, el destino final, sino tan sólo una escala que deje entrever otro puerto. O una sucesión de puertos. Cuando esto ocurre -así, de pronto, sin previo aviso- el autor se siente como un mago que acaba de sacar un animal vivo de la chistera. Una paloma o un conejo que no recordaba haber escondido en el forro de la levita o en sus enormes bolsillos de doble fondo. Y se asombra, claro está. No podría ser de otra manera.

Pero no estoy hablando de magia ni de milagros, sino de algo tan simple como la chispa, el fogonazo; la súbita conexión con esas "cosas que no sabemos que sabemos". Y, sin embargo, allí están. Como en los bolsillos del prestidigitador olvidadizo, o como en la vieja e inhóspita posada española, minuciosamente descrita por Richard Ford, entre otros viajeros de talento, y rescatada por Jünger en las últimas líneas de su Visita a Godenholm. Nuestra posada es un cruce de caminos, un intercambio de historias y vivencias. Pero también un lugar de desabastecidas alacenas en el que los huéspedes, en definitiva, no encuentran "más que lo que traen consigo en su equipaje". Palabras que en su día me impresionaron, y que, si alguien husmeara en mis estanterías, descubriría todavía hoy subrayadas en rojo. En un tímido, respetuoso y cada vez más desvaído trazo de lápiz rojo. - [fontanamoncada@ yahoo.es ]~

Y las teorías de Lakoff se encarnaron en Obama

POR JAVIER VALENZUELA © BABELIA

En el verano de 2004 subió a la tribuna de la Convención Demócrata de Boston un telonero que hablaba de grandes valores y no desgranaba las ofertas del programa electoral de su partido, que usaba metáforas comprensibles y huía de los eufemismos burocráticos, que transmitía empatía y no distanciamiento. Para George Lakoff fue una epifanía. Aleluya, se dijo, aquel joven político afroamericano hacía lo que los conservadores llevaban lustros practicando en Estados Unidos y Europa, y lo que, salvo excepciones, soslayaban sus rivales progresistas. Y así les iba de bien a los primeros, que desde la época de Reagan y Thatcher dominaban la agenda política e ideológica, y de mal a los segundos, que jugaban a la defensiva, siempre en terreno contrario. A partir de entonces, Lakoff, catedrático de Lingüística de la Universidad de Berkeley (California) , empezó a citar a Barack Obama como ejemplo viviente de lo que él proponía en sus libros y sus trabajos para el Rockridge Institute, uno de los pocos think tank progresistas de Estados Unidos. "No sé si Obama me ha leído o no, pero eso da igual", decía. "Lo relevante es que, tal vez de modo instintivo, sabe lo que hay que hacer".

Lakoff empezó a ser conocido en España en 2007, tras la publicación de su No pienses en un elefante. En ese libro explicaba por qué la derecha -urbi et orbi- llevaba años consiguiendo que sus temas (libre mercado, reducción de impuestos, lucha contra el terrorismo, familia tradicional, religiosidad, nacionalismo. ..) dominaran las agendas informativas y electorales. Era, según Lakoff, porque había hecho un enorme trabajo para presentarlos en paquetes atractivos. La llamada revolución neoconservadora -en realidad, la contrarreforma de los avances liberadores de los años sesenta y setenta del siglo XX- dominaba el mensaje y el medio.

En Puntos de reflexión. Manual del progresista, Lakoff camina por la misma dirección. El lingüista californiano detalla ahí cómo Richard Wirthlin, asesor electoral de Reagan, hizo en 1980 un descubrimiento que cambió la política estadounidense y, en gran medida, la mundial. Las encuestas que manejaba le decían que mucha gente que no estaba de acuerdo con determinados aspectos del programa de Reagan pensaba, no obstante, votarle. Perplejo, Wirthlin estudió el fenómeno y descubrió que a esa gente lo que le gustaba de Reagan era que hablaba de valores. Y, además, de modo comprensible y transmitiendo una gran impresión de autenticidad, de pensar lo que decía.

Renació así la cosmovisión conservadora. Pero no sin que la derecha estadounidense se gastara millones de dólares en construir poderosos think tank como la Heritage Foundation, donde se acuñaron las viejas ideas en nuevos formatos y donde fueron entrenados para hablar en radio y televisión cientos de intelectuales y comunicadores neocon. Y es que, para Lakoff, uno de los elementos centrales de la contrarreforma conservadora ha sido su "uso magistral de la comunicación" , basado en "trabajos muy serios sobre psicología y lingüística".

La clave, según Lakoff, está en "saber enmarcar el debate". El lingüista suele citar dos muestras de cómo los neocon supieron establecer "los marcos del debate": llamaron "guerra contra el terror" a la invasión de Irak y "alivio fiscal" a su rebaja de impuestos a los ricos, de modo que quien se oponía a lo primero resultaba sospechoso de simpatizar con el terrorismo y quien protestaba por lo segundo aparecía como alguien deseoso de subirles a todos los impuestos.

Regordete, de piel sonrosada y cabello y barba canosos, con gafas redondeadas, Lakoff parece uno de esos sabios que Spielberg suele sacar en sus películas. En Puntos de reflexión insiste en que, mientras los conservadores tomaban la iniciativa, los progresistas dejaron de proponer sus principios y valores, abandonaron el terreno de lo moral, lo simbólico y lo emocional, y asumieron la agenda del contrario, aunque fuera para refutarla, convirtiéndose así en sus propagandistas inconscientes. Acomplejados política e ideológicamente, obsesionados por ser buenos gestores del corto plazo, hablaban como tecnócratas, ofrecían meras "listas de la compra" electorales, evitaban jugar por la izquierda y se presentaban como centristas. Lakoff se desesperaba. "Los progresistas" , decía, "tienen que comunicar progresismo, sea cual sea el tema que se saque a colación; deben hablar desde sus propios marcos conceptuales" .

Y entonces apareció Obama. Lakoff sólo tiene elogios para el presidente de EE UU. "Obama ha liderado la gran derrota electoral de una derecha extremista y autoritaria que ha pisoteado los valores estadounidenses. Éstos son progresistas y Obama ha sabido recordarlo: la empatía, la celebración de la diversidad, la solidaridad, la responsabilidad común. Ese juntos podemos conseguir más libertad, más igualdad, más prosperidad" . La campaña del afroamericano ya le parecía modélica mucho antes de que terminara siendo ganadora. "Obama", dice, "comprendió por qué Reagan ganó en 1980: la gente no vota tanto basándose en detalles programáticos como en algo más profundo como son tus valores. ¿Dices lo que piensas? ¿Podemos confiar en ti? ¿Sabes comunicarte con nosotros? ¿Nos identificamos contigo? Ésas son las grandes preguntas de los electores. Y Obama siempre caminó por esa senda. Además", añade Lakoff, "es un orador muy elegante y un gran narrador de historias, y la gente entiende mejor lo que dices cuando se lo cuentas como una historia".

Lakoff afirma que el objetivo de Puntos de reflexión es "ayudar a expresar con palabras lo que piensan y sienten los progresistas" . ¿Y qué piensan y sienten cuando no adoptan los marcos de los conservadores? "Básicamente" , responde, "que un mundo mejor, en el sentido de más libre y más justo, siempre es posible". [fontanamoncada@ yahoo.es]~

Regreso a casa

El relato vive una renovación y una revaloración en España. Autores, editoriales y lectores empiezan a recuperar la tradición de un género que tiene en esta época de celeridad y ciberespacio su mejor aliado

Por WINSTON MANRIQUE SABOGAL © BABELIA

Todo era felicidad, hasta que una tarde abrió la puerta, cruzó la acera y se autodesterró en secreto en la calle de al lado. Vivió entre sombras ajenas y paseos furtivos frente a su antigua casa. Su mujer y sus hijos lo esperaron. Y alcanzaron a atisbar que la espera eterna puede ser un atajo hacia el olvido. En su enigmático exilio, el hombre veía con desdén cómo la vida avanzaba veloz a su alrededor y más lenta en su hogar. Una noche, después de más de veinte años de soslayar la realidad, sale de su habitación prestada, cruza la calle, fisgonea su casa y, de repente, sus pasos lo encaminan hacia la puerta. Toc-toc...

Ocurrió en una calle de Londres en el siglo XIX. Si se ha de creer a Nathaniel Hawthorne en Wakefield. Una historia que podría ser el cuento del cuento en España. Un género literario que vuelve renovado tras quedar en la periferia, sin explicación clara, a pesar de tener unas raíces importantes en este país. Casi un centenar de libros recientes confirma ese progresivo romance cuentístico iniciado entre autores, editores y lectores desde principios de esta década.

Es su renacer y revaloración, en medio de la glorificación de la novela, tras años de ser soslayado mientras en el resto del mundo ganaba admiración y prestigio.

Y como al viejo Wakefield, que da nombre al relato de Hawthorne, al cuento se le ha abierto la puerta en España, pero no se sabe si le espera el mismo destino que a él.

Lo que es claro es que ha vuelto. Y la visibilidad de la recuperación de este romance es debida, según 16 escritores, editores y libreros, a la confluencia de factores químicos y físicos: los autores se han despojado de miedos y perdido el prejuicio a escribir historias breves y se enfrentan a él como a cualquier otro género; como reacción de algunos a las reglas impuestas por el mercado para dar una alternativa al imperio de la novela; por la apuesta de algunas editoriales, especialmente las nuevas; además de la bendición inesperada de las tecnologías emergentes como Internet y la blogosfera que parecen favorecer los formatos breves.

Perfecto ahijado y aliado de una época de prisas.

"La precisión, la intensidad y lo vertiginoso, que caracterizan al cuento de hoy, encajan con un lector apresurado porque la historia narrada es inmediata. Quizá esa precipitación del cuento refleje hoy el fraccionamiento y la rotura del ámbito psicológico del hombre actual", reflexiona Juan Eduardo Zúñiga, narrador de una premiada trilogía de cuentos sobre la Guerra Civil: Largo noviembre de Madrid, La tierra será un paraíso y Capital de la gloria.

Se refiere a un tiempo donde el renovado interés y la reputación del cuento coinciden con que vuelve a ser un gran campo de pruebas en el arte de narrar con calidad, asegura Hipólito G. Navarro, autor de El pez volador.

Historias con un punto final movedizo. O inencontrable o inexistente. Hoy más que nunca el lector continúa en su imaginación esas narraciones que viven más allá de la última palabra escrita.

Cobran vida las centenarias palabras de Henry James de que el cuento "es el punto exquisito donde acaba la poesía y empieza la realidad". Precisamente, uno de los cambios más significativos del relato actual es que suele tener un pie en la realidad, en el mundo conocido mirado de frente, pero que en el instante más inesperado despega hacia territorios surrealistas insuflados de verdad, explica José Luis Pereira, propietario en Madrid de una librería dedicada sólo al cuento: Tres rosas amarillas, en homenaje al relato de Raymond Carver en el cual recrea el último día de Antón Chéjov.

Son dos autores clave en la evolución del cuento desde Edgar Allan Poe, uno de los padres del relato moderno, de quien se conmemoró el pasado día 19 el bicentenario de su nacimiento. Y junto a él varios autores en diferentes países, según el peruano Fernando Iwasaki, uno de los encargados de la edición, con Jorge Volpi, de Cuentos completos de Poe (en la traducción de Julio Cortázar editado por Páginas de Espuma). "Ese nacimiento casi simultáneo lo hicieron en el siglo XIX Poe en Estados Unidos, Baudelaire en Francia, Bécquer en España, Chéjov en Rusia y Machado de Assis y Ricardo Palma en América Latina".

Un big bang creativo cuya expansión muestra hoy un género que ha derivado en artefacto literario de precisión sin perder el alma. Reforzando el corazón.

A casi dos siglos de aquel estallido, resuena la idea de que en España no ha habido mucha tradición o valoración del cuento, sobre todo comparado con América Latina. "El mercado español ha apostado por novelas, pero parece que hay un descenso de interés en el mundillo literario, lo cual contribuye a una nueva valoración del cuento", afirma Javier Azpeitia, de 451 Editores, que promueve la escritura y la lectura de relatos a través de la publicación de libros en los que un grupo de narradores reescribe historias famosas o crea originales o hace antologías temáticas. Sin olvidar, agrega Azpeitia, que "ronda la idea orteguiana de que el género novelón no va a funcionar en el futuro".

La poca valoración del cuento en España puede deberse, paradójicamente, a su gran exigencia, asegura Navarro. "Puede estar en la pereza que da entrar en un mundo literario cada pocas páginas, mientras en la novela no. Un cuento requiere un esfuerzo continuo, estar más atento, ser cómplice e involucrarse más en la historia". Navarro se lamenta de que todos han estado un poco en contra de éste, y de que hay autores que se han preocupado por él sin que hayan sido atendidos por editoriales y crítica literaria.

"En España hay quienes se sorprenden de que el cuento tenga tan poca tradición siendo aquí donde se escribieron las Novelas ejemplares. Es un malentendido: los relatos de Cervantes son muy modernos, sí, pero pertenecen todavía a la familia del Decamerón", explica el colombiano Juan Gabriel Vásquez, creador de Los amantes de todos los santos. El cuento moderno, agrega, "el que nace con Poe, es otra cosa: un género nuevo. Y en este género a España le falta su Chéjov, su Borges. Es por eso quizás que ha tardado en encontrar lectores y practicantes. Pero los ha encontrado".

O recuperado. Como Wakefield, que tras extraviarse de sí y en sí mismo volvió a cruzar el umbral de su casa donde aún lo aguardaban. Había vuelto. Y quería recuperar el tiempo. ¿Con éxito?

Por lo pronto, el mundo en torno al cuento español sigue cambiando. "Aunque aún necesita cierto activismo, cierta beligerancia" , anima el bilbaíno Pedro Ugarte, autor de Los traficantes de palabras y La isla de Komodo. Su experiencia es parecida a la de muchos autores: "Publiqué mi primera novela después de haber dado a la imprenta cuatro libros de cuentos y sólo entonces se empezó a considerar que yo no bromeaba. Había publicado muchos cuentos pero eso, en sí mismo, no me libraba de una provisionalidad envenenada y venenosa".

Una diferencia con América Latina donde, según Iwasaki, los escritores se pueden construir un prestigio literario tan sólo escribiendo cuentos. Y cita a Borges, Arreola, Cortázar, Denevi, Monterroso, Ribeyro "y a tantos autores que no han tenido que acometer una novela para ser reconocidos como grandes escritores. De hecho, los primeros libros de Fuentes, Donoso, García Márquez, Vargas Llosa y Cabrera Infante fueron libros de cuentos". Además de Rulfo, Onetti o Quiroga, y ahora una nueva generación de latinoamericanos, por todo el mundo que se enfrenta al cuento y la novela con el mismo placer y exigencia.

En España el género ha vuelto a enlazar con aquel estallido moderno de fuerza y espíritu renovadores nutriéndose de todos los espacios y tiempos.

Para empezar, los creadores han cambiado de mentalidad. "Las últimas generaciones de cuentistas nos hemos acercado al género seducidos por su grandeza, después de leer a los maestros (Poe y Cortázar, pero también a los españoles de los siglos XIX y XX, de Galdós a Tizón, pasando por Aldecoa y Matute) y convencidos, además, de que no hablamos para las paredes", afirma la zaragozana Patricia Esteban Erlés, responsable de Manderley en venta.

Eso no evita que aún haya narradores para quienes el relato sigue siendo un ejercicio, "ensayos para medir sus fuerzas y probar lo que será su estilo", admite Berta Marsé. Para esta barcelonesa, que debutó con En jaque, ese ejercicio puede resultar útil y muchas veces los cuentos son buenos pero otras veces no, "y puede que eso -publicar, entre novela y novela, ejercicios de cuentos guardados en el cajón- no ayude mucho a la hora de mantener el prestigio del género en toda su dimensión. Pero, para quienes el género es más que un ejercicio, y cada cuento es un fin en sí mismo, el modo de enfrentarse a él no debe ser muy distinto del modo en que te enfrentas a una novela; y no creo que el verdadero cuentista tenga en cuenta el prestigio del género elegido, sino la historia que va a contar y cómo lo va a hacer, porque es lo único que le importa".

Parte de eso se ha invertido. La potencia y el aura de reto literario que lo acompaña son tal que hoy los escritores también empiezan a escribir novelas entre cuento y cuento, arriesga Pereira, de la librería Tres rosas amarillas.

Aliados clave de este renacer son las editoriales. Sobre todo las nuevas y pequeñas que han hallado un espacio poco inexplorado en vista de que los grandes sellos suelen ir a lo seguro.

"Aunque poco, algo ha mejorado la situación en estos últimos años. A las editoriales consagradas -Anagrama, Tusquets, Pre-Textos- han sucedido otras que han tomado el relevo en la defensa del cuento y el descubrimiento de voces, como son Páginas de Espuma, Menos Cuarto o Caballo de Troya", considera el madrileño Eloy Tizón, autor de Velocidad de los jardines. No olvida la labor importante de blogs o la "floración", reflejada en librerías especializadas.

"Asistimos literariamente a una situación muy buena, excelente me atrevo a calificarla" , afirma Juan Casamayor, de Páginas de Espuma, que cumple diez años apostando por el cuento. "La generación de pequeñas resistencias (escritores nacidos después de 1960 de la que la editorial ha publicado antologías) agrupa a un conjunto de grandes cuentistas, que han leído muy bien a los escritores latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX y han gozado de traducciones de obras indispensables en el género. Ello se refleja en importantes libros que han ido apareciendo en las últimas dos décadas".

Juan Cerezo, de Tusquets, cree en el cambio: "Hay indicios de cierta mejora: colecciones, editoriales, librerías, blogs, están insuflando nueva vida a un género que, al igual que la poesía, quizá no sea de ventas masivas, pero empieza a contar con lectores fieles, y entendidos".

Precisamente un pequeño volumen de cuentos ha protagonizado, en los últimos años, uno de los fenómenos más interesantes del boca en boca literario de un autor desconocido: Los girasoles ciegos, único libro del fallecido Alberto Méndez. Y entre las obras más destacadas de 2008, según los colaboradores de Babelia, figuran varios títulos de relatos y novelas breves en todas las lenguas.

¡Ilusiona! Ésa es la principal cualidad del cuento, según Miguel Ángel Muñoz, escritor almeriense y creador de uno de los blogs más activos sobre el género (elsindromechejov. com). "Hay autores que persisten en la escritura de buenos libros de relatos, y logran como género una atención creciente, pero al tiempo contradictoria. Aunque haya editoriales especializadas en el cuento, no creo que el mundo editorial apueste más por él, y mucho menos si son escritores no muertos o no anglosajones. Los suplementos más importantes no dan visibilidad real al género, y el cuento se debate entre el amor de los nuevos escritores hacia él y una cierta indiferencia de sus posibles lectores, que, por no conocer esos libros, aún no saben que son lectores de cuento".

Cristina Cerrada tiene una opinión parecida. La creadora de Noctámbulos no está segura de que haya una verdadera apuesta editorial. Cree que se publican más cuentos porque la Literatura, "influenciada por las nuevas formas de comunicación que imponen fenómenos como Internet, o la blogosfera, se ha vuelto más portátil, fragmentaria y urgente. La brevedad es una consigna. Junto a la proliferación de novelones (impulsada por las grandes editoriales) , está surgiendo un nuevo y creciente interés por el texto breve, nervioso y esquivo, refractario a las clasificaciones, no sé si hablar de cuento, porque es, en ocasiones, difícil de catalogar. En la era posmoderna, las novelas dejan de serlo para convertirse en yuxtaposición de fragmentos. En el caso de España, tenemos el fenómeno Nocilla, o editoriales minoritarias que apuestan por el relato como si de un género nuevo se tratase. Si esto continúa, puede que estemos asistiendo no sólo a un nuevo cambio del gusto, como sucedió en Europa durante el paso del Renacimiento al Barroco con la poesía y el teatro, sino a una pequeña pero necesaria revolución".

Y el ciberespacio confirma su revelación como un escenario decisivo en este impulso evolutivo d ela literatura.

Romance tempestuoso el de Internet y el cuento, reconoce Muñoz. "A través de bitácoras, revistas digitales y demás webs, el amante del cuento ha encontrado un club de encuentro libre de presiones y conveniencias literarias o comerciales. Un lugar para la sugerencia y el descubrimiento de nuevos nombres, que ha demostrado que había una necesidad de información sobre este género, "tan poco comercial" según las editoriales. Por sus características, ha beneficiado mayormente a la difusión del microrrelato. La historia entre Internet y el cuento es puro presente. En la red han cobrado vida literaria, hoy -que es lo que necesitan sus autores-, numerosos libros de cuentos muy valiosos que han sido completamente despreciados por los medios de comunicación convencionales. La influencia de las tecnologías en el futuro del relato es, hoy por hoy, eso: futuro".

Mientras se aclara el porvenir, escritores y editores advierten de que éste es un momento maravilloso y delicado ante el riesgo de publicación de obras de baja calidad. Aunque, sentencia Alejandro García Schnetzer, de Libros del Zorro Rojo, "mientras una novela mediocre puede ser exitosa, un libro de cuentos lo tiene más difícil, de él se espera que cada página depare alguna clase de felicidad, alguna mínima emoción".

Una fascinación que ha vuelto con entusiasmo a un país que es parte de la casa del cuento. Aquí vivió una primera gran transformació n al final de la Edad Media cuando empezó a dejar su tono más oral, moral y religioso para iniciar su centenaria andadura de estilo más literario, según dejaron constancia autores como Don Juan Manuel y Arcipreste de Hita; y dio un gran paso a principios del siglo XVII con Cervantes, después con Bécquer y más recientemente con los escritores de los años cincuenta y algunos de los ochenta.

"Que esta época revalorice el cuento es una buena noticia", afirma García Schnetzer, "acaso sea un síntoma de que la lectura vuelve a ser exigente". Y los lectores decidirán si la vuelta a casa del cuento tendrá el mismo destino que tuvo Wakefield que, tras su larga ausencia, se convirtió en un marido amante. [fontanamoncada@ yahoo.es]~

Nunca más

Por Adriano Corrales Arias © mediaIsla

El 19 de enero se cumplen doscientos años del nacimiento de Edgar Allan Poe, probablemente el escritor más leído y de mayor influencia en Estados Unidos. Ese día, de seguro, una multitud anónima dejará sobre su tumba tres rosas rojas y una copa de coñac, tres puños de sangre y una gota del veneno que lo mató. Esa es la tradición que se impuso desde el primer centenario de su cumpleaños allá en 1909.

Edgar Allan Poe nació en Boston, Massachusetts, el 19 de enero de 1809. Quedó huérfano a temprana edad siendo acogido por la pareja formada por John y Frances Allan, de Richmond, Virginia. Ellos le procuraron educación elevada llevándolo a Escocia y Londres, luego a la misma universidad de Virginia. Pero el joven Edgar prefería gastar los recursos de los Allan en vino y bebidas fuertes en tabernas, cantinas y plazas con sus amigos, antes que en libros y pago de matrículas. Por eso intentaron corregirlo en la Academia Militar de donde salió despavorido. Se casó más tarde con su prima Virginia, de 13 años e inició una carrera ardua para ser reconocido como escritor y así poder vivir dignamente de sus escritos. No lo logra. Su tía Clem y Virginia lo mantienen durante años con lo poco que ganan en sus labores de costura.

Todos lo sabemos. Trasegó miedo entre penurias, alcoholes, hachís, opio, visiones y hambrunas externas e internas. Pero nunca dio su brazo a torcer. Lo encontraron muerto en una callejuela de Baltimore, Maryland, vistiendo ropas ajenas. Nunca sabremos si murió de intoxicación alcohólica o de una sobredosis de otra droga, o sencillamente de rabia e impotencia. Nadié pagó su entierro. Nadie en la ruda y progresista "América" lo advirtió. Nadie en ese país supo que había muerto triste y abandonada la cumbre de su literatura. Sin embargo, su obra narrativa y poética alzó el vuelo de manos de otros poetas cono Charles Baudelaire en Francia y hoy ocupa el sitial que le corresponde. Y crece.

La crítica le considera el padre del relato de misterio, de la literatura de terror y el maestro de lo macabro y de la construción gótica. Y está en lo cierto. Igual se le estima como tenaz periodista y como agudo y erudito ensayista. Todo ello una proeza si estudiamos su lucha por la sobreviviencia mientras peleaba por la dignidad de su labor literaria. En esa perspectiva es también un precursor del respeto internacional a los derechos de autor. Todos quienes escribimos estamos en deuda con él.

Este 19 de enero por ello, y por mucho más, un brillante y hermoso cuervo se posará sobre su lápida para repetir con él y quienes ya no están Nevermore, nevermore. Nosotros desde este lado de la dimensión ampliada, queremos entonar un Nunca más al olvido, a la injusticia, a la guerra, a las masacres, a la corrupción, a la impunidad. Y un nunca más a la explotación e invisibilizació n de talentos por parte de las transnacionales literarias, de los trust periodísticos, de la mafia escritural. Que nunca más se repita la muerte de un poeta en media calle y que nunca más se le silencie en el anonimato y en la usura del burócrata editorial.

Nunca más veremos el brillo de sus ojos y la fiebre interna mientras escribía sus intensos y medidos relatos o sus resonantes versos. Mientras calculaba las altas modulaciones de las palabras imbricadas con imágenes rotundas y magistrales. Pero siempre las tendremos acá. Siempre podremos acudir al alto vuelo del genio incomprendido de Boston en sus narraciones extraordinarias. Su fantasma nos acompaña. Y siempre su palabra, nunca más la iniquidad.

¡Feliz cumpleaños Edgar! ¡Feliz inmortalidad! [adrianocorrales@ hotmail.com]~

José Luis Sampedro: Estamos destruyendo el sentido de la justicia

© REBELION

Su éxito novelístico, sobre todo el de La sonrisa etrusca, explica sólo en parte que la faceta de economista de José Luis Sampedro (Barcelona, 1 de febrero de 1917) haya quedado ensombrecida. El principal motivo, opina el propio Sampedro, es que el sistema oculta las teorías que pregonan la decadencia del capitalismo. Y Sampedro lleva más de 60 años proclamándolo desde la incómoda óptica del marxismo, desoyendo los cantos de sirena del "fin de la historia" anunciado por Fukuyama o anteriores apóstoles del libre mercado.

Su esposa, Olga Lucas, y el rector de la Universidad Complutense, Carlos Berzosa, han reunido en Economía humanista. Algo más que cifras (Debate) una muestra representativa de sus textos económicos, escritos sobre todo en los años sesenta y setenta. Sampedro presentó ayer el libro en Sevilla tras desplazarse desde la Costa del Sol, donde reside en invierno. "Antes estábamos en Canarias, pero los aeropuertos están imposibles. Eso de quitarse el cinturón le parecía humillante", cuenta Olga. El autor de El amante lesbiano se muestra tan lúcido (cada día se las ve con el sudoku de Público) como locuaz, pero la edad obliga a una entrevista breve. Sampedro, en el apresurado cierre de la charla, remite a los periodistas a un ensayo cuyo título resumiría casi todo su discurso: La decadencia de Occidente. "¡Cómo acertó Spengler!", exclama.

Ahora que ha releído sus textos de hace tres y cuatro décadas, ¿mantiene sus mismas posiciones?

En general sí, lo que no quiere decir que acertase. Aunque creo que en general acerté y de todas maneras no rectifico, porque era sincero. Yo he figurado más como escritor porque he tenido suerte escribiendo. Pero sobre todo por una razón: los que pensaban como yo teníamos menos prensa.

¿Y qué pensaba usted?

Hay unos economistas que se dedican a hacer más ricos a los ricos, y otros, a hacer menos pobres a los pobres. Yo he defendido siempre la necesidad de controlar el mercado. Claro, así no he tenido una plataforma, sobre todo tras el 68, cuando se asustó la derecha y llegaron Thatcher, Reagan...

Hay un ejemplo de economista con plataforma, el premio Nobel Milton Friedman, y otro sin ella, John Kenneth Galbraith...

Los dos murieron en 2006. Yo era de Galbraith y el que tenía la prensa era Friedman, y también el que orientó a Pinochet.

Friedman, un auténtico gurú para los neocon.

Para mí los neos, sean catecúmenos o liberales, no son nuevos. Cuando a una cosa hay que ponerle el prefijo neo es que no lo es. Cuando uno es nuevo no hay necesidad de decir: ¡oiga, que yo soy nuevo! Simplemente la gente dirá: a usted no le había visto nunca.

¿Sigue definiéndose como socialista ahora que...?

Sí, sí.

¿Como socialista marxista?

Es que hay que entender lo que es el socialismo. El socialismo defendía la propiedad pública de los medios de producción, y de esto que no hablen los que se llaman socialistas ahora. De estos yo no soy. No, no...

¿Sigue siendo socialista clásico pese a lo que pasóen el bloque soviético?

Es que tampoco era eso. En el fondo era capitalismo de Estado. Si por socialismo se entiende la propiedad pública y la dirección pública, auténticamente pública, que es la verdadera democracia, entonces soy socialista. Claro que el socialismo de verdad, que yo sepa, no se ha aplicado nunca.

¿Y considera que tiene posibilidades de abrirse camino ahora?

Sí, creo que sí. Lo que pasa es que estamos primitivamente educados. Es muy rudimentaria la situación de la humanidad... Nos movemos por la racionalidad en cuanto a los modos de operar, pero en los fundamentos es todo visceral.

¿Por ejemplo?

Cuando se reelige a Bush, o cuando se vota a Berlusconi.

¿Y qué opina de Obama?

Pues yo estoy encantado, sí, pero tampoco me hago excesivas ilusiones. Para nada. Y fíjese usted, lo tratan como si hubiese descendido el Mesías.

¿Cree que ahora el boom demográfico, sumado a la degradación del medio ambiente y la progresiva escasez de recursos, puede llevar a la revolución?

El desarrollo sostenible del que hablan es insostenible. La población mundial se ha triplicado desde 1900 hasta hoy y, desde luego, la capacidad de regeneración del planeta no se ha triplicado. Eso no se puede mantener. Imposible.

O sea, que cree que habrá una revolución.

Claro. Una cosa que cito yo mucho de Marx es aquello de que el capitalismo convierte todo en mercancía, esa es la verdad del asunto. No sé cuánto tiempo durará el sistema, pero creo que está agotado.

¿En qué consiste la decadencia que ustedle atribuye al sistema?

El primer artículo de este libro lo publiqué en 1947 en Inglaterra. Yo era un pipiolo que acababa de terminar la carrera, pero haciendo un estudio sobre las consecuencias de la crisis mundial en las áreas retrasadas en los años 30, vi que el Estado financiaba, ayudaba y subvencionaba a los obreros en paro. Les buscaba trabajo y escuelas para sus hijos. Había posibilidades de redistribució n de la gente. ¡Pero la gente se resistía a moverse! En cambio, cuando empezó la Revolución Industrial los obreros iban de los campos a las fábricas de las ciudades. Tenían un espíritu de aventura que un siglo después sus nietos no tenían. Es lo que pasa con el capitalismo.

¿En qué sentido?

Ahora hay miedo. En el siglo XVI, Europa era un volcán de iniciativas. Misioneros, guerreros y labradores se embarcaban a lo desconocido. Y en el terreno intelectual empezaba el humanismo, la imprenta. Ahora, en el país más importante del mundo, el más fuerte y poderoso, Estados Unidos, la gente tiene miedo. Auténtico miedo.

¿Porque tienen propiedad?

Y también porque han perdido por completo el espíritu de aventura.

Hemos cedido libertad a cambio de seguridad...

¡Pero es una seguridad ilusoria que, además, no satisface! Continuamente buscamos mecanismos para vigilar, desnudando a la gente que va en el avión y cosas así. ¿Para qué? Ahora dicen que Obama... Ojalá haga algo, pero no sé yo...

¿Confía en las medidas para salir de la crisis?

En el mejor de los casos, volverán a dejar las cosas como estaban en lo monetario pero con una degradación de la economía real, del medio ambiente y de la producción.

¿El sistema en su conjunto quedará desacreditado?

Hay una cosa que me preocupa: hasta qué punto se están destruyendo valores básicos. No hablo ya de derechos humanos, sino de la justicia, la dignidad, la libertad, que son constitutivas de la civilización. La barbarie es atacar los valores de la civilización.

¿Vivimos ahora en una época de barbarie?

Para mí es una época paralela al derrumbamiento del Imperio romano. Se acabó el Imperio y empezó la barbarie. Lo de Gaza es barbarie, los campos de Hitler y Stalin fueron barbarie, el ataque a Irak es barbarie. Estamos destruyendo el sentido de la justicia. Creo que entramos en una etapa de barbarie que obliga a reconstruir el sistema. Porque el capitalismo no es que sea malo, es que está agotado ya. En el siglo XV era impulsor, constructivo. Ahora está agotado. ¿Cuáles son los planes? Más de lo mismo. Decir que dentro de 15 años acabará la pobreza y repetirlo 15 años después.

¿Y qué esperanza ve?

Creo que la ciencia. Ahora el capitalismo se desmorona, porque la muerte es el precio de la vida. Las sociedades son seres vivos, se descomponen. Las diferentes subestructuras básicas no funcionan a la vez. Hay anacronismos, distonías. Salvo en la ciencia.

¿Qué anacronismos?

La Iglesia está plantada en el siglo XVI. La economía actual se basa en el axioma de que el mercado, con su famosa mano invisible, consigue que la suma de los egoísmos lleve al bien común. ¡Mentira! Pero todo se monta sobre esos supuestos básicos del siglo XVIII. La política, tras montar la representació n parlamentaria a raíz de la Revolución Francesa, está viciada. Mandan unas oligarquías que controlan la creación de opinión. Lo único que avanza es la ciencia, que sigue aportando conocimientos del espacio, materiales y recursos de comunicación, de informática, de genética, de nanotecnia. Cuando pienso en la diferencia entre el mundo en que yo nací y este, imagino lo que vivirán los jóvenes y...

¿La barbarie que pronostica puede adoptar la forma de nuevos autoritarismos?

Sí, pero también puede ser una sociedad de insectos, con clases. Piense en la brecha digital que se está abriendo. Podría gobernar una élite que crease una situación de simulación de libertad, ofreciendo determinados atractivos. Pero la libertad es como una cometa. Vuela porque está atada y la cuerda es la responsabilidad.

Señor Sampedro, ¿qué diría a quien piense que es usted uno de esos intelectuales que, ya veteranos, terminan diciendo que todo va ahora peor que antes?

Yo no digo que lo pasado sea lo mejor. Digo que el capitalismo en su momento fue naciente, pero ahora es insostenible. La mejor definición de su decadencia la dio Bush. Dijo: "He suspendido las reglas del mercado para salvar al mercado". Es decir, el mercado es incompatible con sus propias reglas. [ibyqueen@yahoo. com ]~

Mizaria

Por Joan Mateu @ mediaIsla

Vergüenza mortal

Resucitó al darse cuenta del ridículo que había hecho al morirse en medio de un velatorio, para poder volver a morirse de vergüenza. [joan@cimat.es ]~

Marx y el estado cataléptico

El capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, de la cabeza hasta los pies. K. Marx El Capital,

Por PABLO NACACH © BABELIA

Oculto tras una desaliñada barba de casi 150 años prolijamente acicalada, sonriendo a diestra y siniestra a los fans, qué digo fans, a las masas populares enardecidas que aplauden a rabiar la presencia del ídolo, desciende, de una limusina negra como el futuro, el personaje más deseado del momento. Sin despegarse de su lado, alguien que ha sido su sombra desde aquellos lejanos días de vino y rosas pasados en el tormentoso apartamento del Soho londinense en el que juntos comenzaban a dar forma a la obra, qué digo a la obra, al revolucionario suceso que les daría fama y prestigio internacional, le susurra al oído la apretada agenda del día: desayuno y apretón de manos con un taxista y el presidente del Gobierno; almuerzo y entrevista exclusiva con Ana Rosa Quintana televisiva; siesta obligada, que los siglos no vienen solos, y sesión de firma de camisetas en El Corte Inglés...

¡Toma ya! Pero si son los buenos de Karl Marx y Friedrich Engels enfilando el triunfal camino de regreso, volviendo por sus fueros después de que la Feria de Francfort constatara que El Capital ha visto incrementadas sus ventas un 300%, de que saltara la noticia de que el personal de las agencias turísticas de Tréveris no da abasto para recibir a los más de cuarenta mil curiosos que, en 2008, se acercaron a fisgonear en la casa natal del "gran pensador" -como alguna vez lo llamó Max Weber-, y sobre todo tras la alegría que a Karl le ha dado haber sido incluido en el ranking en el que The Times da crédito a "los diez Houdinis de la contracción crediticia que han conseguido escapar de la crisis financiera".

¿Resucita Marx cual ave fénix de sus cenizas o nunca se había muerto del todo? En cualquier caso, analizar con él, gracias a él, la vida de las sociedades presentes resulta un saludable ejercicio para comprender, sin ir más lejos, cómo las crisis periódicas y la tendencia al monopolio inherentes al funcionamiento del sistema capitalista, procesos tan finamente delineados en El Capital, mantienen línea directa con la privatización de un Estado que hoy financia con dinero público-es decir, con el nuestro: ¡contribuyentes del mundo, uníos!- el rescate de una banca especuladora que ninguna intención tiene de abandonar el botín del atraco y dejar de hacer caja a punta pala. O entender cómo la lucha de clases ha "desaparecido" del mapa por aplastamiento de las gotas, mientras la clase vencedora agita orgullosa su cola de pavo real, indiferente ante la miseria y el hambre, impasible ante la muerte que fabrica. O tal vez puede que Marx sirva de post-it que nos recuerde que la violencia es la partera de la historia -con minúscula, a ver si todavía despierta de su letargo-, por ejemplo cuando en sus Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 señalaba la alienación del obrero como consecuencia de un proceso de trabajo que acababa, que empezaba, que continúa convirtiéndolo en "criatura de sus creaciones". Y claro, por pedir que no quede, ya nos gustaría encontrar en algún mass media el análisis de un comunicador con la inteligencia y la honestidad de ese animal político y filosófico, de esa bestia poética y literaria que fue Marx para que nos contara por favor, con el rigor absolutamente necesario, la irrupción de Obama en el escenario internacional como él hizo con la figura de Napoleón III en El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, evitando caer en el tópico del cesarismo y rescatando la complejidad del inconsciente social asumiendo que "el valor no lleva escrito en la frente lo que es". Qué placer añadido supondría que dicha reflexión abriera su alocución diciendo: "Hegel comenta en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra como farsa

...".

La crisis -con mayúscula, a ver si todavía se enfada-, ese estado cataléptico en el que parece suspenderse toda actividad hasta nuevo aviso, esa sensación de muerte aparente que requiere que el Capital pase un tiempo prudencial en la UVI para que pueda despejar la equis de la ecuación -que no es otra que hacer el recuento de las bajas que ha provocado en aquellos a quienes devora para alimentar su insaciable sed de plusvalor- y para prometerle a su ombligo que por supuesto sigue y seguirá vivito y coleando, ha vuelto a poner de moda, al menos comercialmente, la obra de Karl Marx. Aprovechemos pues el tirón, que la fama es puro cuento y dura lo que dos peces de hielo en un whisky on the rocks, para leerlo no como ansiolítico que calme la angustia de la incertidumbre, ni como recetario en el que puedan hallarse los ingredientes que den en la tecla de la reencarnación, sino como arma a la hora de agitar conciencias propias y ajenas y, sobre todo, para recordar una vez más que existe una dermis en la que los dueños del Capital y sus cipayos jamás podrán posar sus garras manchadas de lodo y de sangre: la lucidez para pensar libremente y actuar en consecuencia y en la realidad.

Que tampoco falta tanto para que descongelen a Walt Disney... [fontanamoncada@ yahoo.es]~

La paradoja Bolaño

Quería ser leído sin perder su aura rebelde. Había vivido como vendedor de bufandas y vigilante nocturno de un camping, y no aspiraba al trato de autor distinguido.

© El Mercurio

La fama es un malentendido que simplifica a sus favoritos. Roberto Bolaño, escritor y amigo imprescindible, se ha vuelto leyenda.

Cuando murió en 2003, a los 50 años, sus allegados sabíamos que sus libros iban a perdurar, pero ignorábamos que recibiría algo que nunca cortejó: la aceptación masiva. Roberto admiraba los relatos de quienes resisten en las calles traseras, las autopistas rumbo a la nada, las casas vacías, las trincheras bajo la lluvia, las plazas sin nadie en la alta madrugada.

Cada vez que caía en pecado de popularidad, escribía un texto ditirámbico contra un escritor de fuste para preservar su condición de outsider. Era su forma, algo ingenua y muchas veces cruel, de señalar su diferencia. Argumentaba poco sus predilecciones. Entre paréntesis reúne los textos súbitos donde sus amigos somos exaltados con la misma apasionada falta de méritos con que sus enemigos son fustigados. Esas salidas de tono eran un sistema de alarma contra la aceptación parda y rutinaria. Bolaño quería ser leído sin perder su aura rebelde. Había vivido como vendedor de bufandas y vigilante nocturno de un camping, y no aspiraba al trato de autor distinguido. La paradoja es que la posteridad lo transformó en mito. El mundo suele encandilarse con lo que se le resiste: el asocial Kafka está en todas las boutiques de Praga, y Bolaño es el superestrella que vivió para no serlo.

"Ah, que no me hubiera traicionado el triunfo con besarme", escribió Malcolm Lowry (en versión de José Emilio Pacheco). Bolaño no ejerció la ruptura radical de quien renuncia a publicar (en este sentido, fue menos atrevido que sus personajes), pero evitó todo protagonismo.

Rehuía las fanfarrias mediáticas, pero no cultivaba el fracaso ni sus tentaciones. Cuando uno de sus amigos dejaba de escribir, lo regañaba en el tono de un manager de boxeo. Creía en el trabajo duro; en rendir contra la adversidad; en la afrentosa afirmación de quien hace algo "porque sí".

Aunque sus héroes son poetas sin obra o sin otra obra que su existencia, celebrar esa divina gandulería era labor pesada. ¡Cuantas fatigas asumía para escribir de los que no dan golpe! No le pedía lo mismo a sus amigos, pero mantenía un ojo vigilante para saber si alargaban la siesta. El cumplimiento del oficio representaba para él una moral.

Esto no implicaba ser apreciado. No he conocido a nadie más seguro de su talento y menos necesitado de elogios. Roberto jamás se ufanaba de una frase suya ni caía en la vulgaridad de citarse a sí mismo. Hablaba de sus novelas con la tranquila seguridad del alguacil que ha aceitado su revólver. Le gustaban los solitarios intrépidos; se imaginaba como un investigador de homicidios, un marine, un cazador de cabelleras. Varias veces comentamos un hecho curioso: la única prueba confiable del talento es sentir que el texto ha sido escrito por otro. Esta autonomía de la voz revela que la obra vive por su cuenta. ¿Es posible enorgullecerse de un registro que ya es ajeno? En modo alguno.

A los amigos que amenazaban con convertirse en vagos de buhardilla, los instaba a trabajar; a los que parecían a punto de "triunfar", les hacía bromas que juzgaba terapéuticas y servían para ejercer una de sus habilidades más desarrolladas y divertidas: dar lata.

El reparto de prestigios literarios le parecía un tema social intrascendente y una pasión personal irrenunciable. Era fanático de las listas, que solía llevar con criterio de combate. Tenía sus autores favoritos de artillería, marina, infantería y fuerza aérea. En todo momento podía decir cuáles eran los tres nuevos escritores catalanes que más le interesaban, los cinco trovadores medievales que nadie podía perderse o los diez mejores paracaidistas literarios de su generación. Esta maniática ponderación contrastaba con su desinterés por la bolsa de valores promovida por las ferias, los premios y la prensa.

Bolaño descreía de los juicios unánimes. Le gustaba atacar a los consagrados y defenderlos si tú los atacabas. El silencio era su castigo, la discrepancia era su afecto.

Leerlo con lealtad significa discutirlo, discernir entre sus obras impecables (Estrella distante), descomunales (2666), interesantes (Monsieur Pain) y malas (Una novelita lumpen).

Su inmensa fama reciente ha provocado toda clase de reacciones. Conocí en Nueva York a un brillante joven escritor que pagó 50 dólares por una copia de las pruebas de imprenta de 2666 y las despachó en dos días inacabables. El Bolaño leído con fervor coexiste con el clásico exprés recomendado por la revista de la reina televisiva Oprah Winfrey.

En la mixtificación que lo ve como el Jim Morrison de la escritura, el mayor equívoco es pensar que sacrificó su vida por la escritura. No quiso ser un mártir. Fue un sobreviviente.

La celebridad es una confusión. Bolaño, autor reacio al reconocimiento, ocupa hoy un sitio fashion y es visto como un Paul Auster con cafeína. Tal vez el excesivo porvenir nos depare todas las adaptaciones que puede tener una obra de éxito hasta llegar a Los detectives salvajes sobre hielo.

De estar entre nosotros, Roberto Bolaño miraría intrigado su peculiar destino, se alzaría de hombros y seguiría imperturbable su camino. [zoiladulceuva@ yahoo.co. ar]~

Puertas y ventanas

El abate Aubin de Próspero Merimée

Incluimos el cuento clásico de la semana, seleccionado por Luis López Nieves: El abate Aubin, por el autor francés Próspero Merimée [1803-1870]. Pulse sobre el título para leer el cuento en CiudadSeva.com.

La otra gaceta

Ya está circulando el número de La otra gaceta http://www.laotrare vista.com/ category/ la-otra-gaceta/

Poemas en añil N° 129

Desde Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires, para todos y cada uno, llega POEMAS EN AÑIL, edición de enero 2009. Porque soplen vientos de paz en Medio Oriente y bajen las armas los genocidas. Por los niños que pierden la infancia entre bombas y masacres. Gracias por la permanencia, por la recepción, por estar en cada número con presencia de maravillosas letras. Será entonces, hasta el mes de marzo, casi cuando el otoño comience su danza ocre. www.entonceslapoesi a.blogspot. com http://poemasenanil .zoomblog. com

Imágenes del mundo

mediaIsla

más que un grupo o comunidad cerrada, constituye hoy por hoy una modesta sala de lectura donde convergen una serie de personas interesadas en la construcción de un puente de doble vía, a través de la reflexión y el ameno intercambio de información interesante.

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René Rodríguez Soriano

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miércoles, 21 de enero de 2009

PRIMER DISCURSO DE BARACK OBAMA , COMO PRESIDENTE 44 PRESIDENTE DE USA, 1ER PRESIDENTE NEGRO EN LA HISTORIA DE LA UNION

20 Enero 2009, 03:49 PM
Texto del discurso de toma de posesión de Obama

Es el presidente número 44 de Estados Unidos

Compatriotas:

Me encuentro hoy aquí con humildad ante la tarea que enfrentamos, agradecido por la confianza que me ha sido otorgada, consciente de los sacrificios de nuestros antepasados. Agradezco al presidente Bush su servicio a nuestra nación, así como la generosidad y cooperación que ha demostrado a lo largo de esta transición.

Ya son cuarenta y cuatro los norteamericanos que han hecho el juramento presidencial. Estas palabras han sido pronunciadas durante mareas de prosperidad y aguas tranquilas de la paz. Y, sin embargo, a veces el juramento se hace en medio de nubarrones y furiosas tormentas. En estos momentos, Estados Unidos se ha mantenido no sólo por la pericia o visión de los altos cargos, sino porque nosotros, el pueblo, hemos permanecido fieles a los ideales de nuestros antecesores y a nuestros documentos fundacionales.

Así ha sido. Y así debe ser con esta generación de norteamericanos.

Que estamos en medio de una crisis es algo muy asumido. Nuestra nación está en guerra frente a una red de gran alcance de violencia y odio. Nuestra economía está gravemente debilitada, como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos, pero también por el fracaso colectivo a la hora de elegir opciones difíciles y de preparar a la nación para una nueva era.

Se han perdido casas y empleos y se han cerrado empresas. Nuestro sistema de salud es caro; nuestras escuelas han fallado a demasiados; y cada día aporta nuevas pruebas de que la manera en que utilizamos la energía refuerzan a nuestros adversarios y amenazan a nuestro planeta.

Estos son los indicadores de una crisis, según los datos y las estadísticas. Menos tangible pero no menos profunda es la pérdida de confianza en nuestro país - un temor persistente de que el declive de Estados Unidos es inevitable y de que la próxima generación debe reducir sus expectativas.

Hoy os digo que los desafíos a los que nos enfrentamos son reales. Son graves y son muchos. No los enfrentaremos fácilmente o en un corto periodo de tiempo. Pero Estados Unidos debe saber que les haremos frente.

Hoy nos reunimos porque hemos elegido la esperanza sobre el temor, la unidad de propósitos sobre el conflicto y la discordia. Hoy hemos venido a proclamar el fin de las quejas mezquinas y las falsas promesas, de las recriminaciones y los dogmas caducos que durante demasiado tiempo han estrangulado a nuestra política.

Seguimos siendo una nación joven, pero, según las palabras de las Escrituras, ha llegado el momento de dejar de lado los infantilismos. Ha llegado el momento de reafirmar nuestro espíritu de firmeza: de elegir nuestra mejor historia; de llevar hacia adelante ese valioso don, esa noble idea que ha pasado de generación en generación: la promesa divina de que todos son iguales, todos son libres y todos merecen la oportunidad de alcanzar la felicidad plena.

Al reafirmar la grandeza de nuestra nación, somos conscientes de que la grandeza nunca es un regalo. Debe ganarse. Nuestro camino nunca ha sido de atajos o de conformarse con menos. No ha sido un camino para los pusilánimes, para los que prefieren el ocio al trabajo o buscan sólo los placeres de la riqueza y la fama. Más bien, han sido los que han asumido riesgos, los que actúan, los que hacen cosas -algunos de ellos reconocidos, pero más a menudo hombres y mujeres desconocidos en su labor, los que nos han llevado hacia adelante por el largo, escarpado camino hacia la prosperidad y la libertad.

Por nosotros se llevaron sus pocas posesiones materiales y viajaron a través de los océanos en busca de una nueva vida.

Por nosotros trabajaron en condiciones infrahumanas y se establecieron en el oeste; soportaron el látigo y araron la dura tierra.

Por nosotros lucharon y murieron en lugares como Concord y Gettysburg, Normandía y Khe Sahn.

Una y otra vez estos hombres y mujeres lucharon y se sacrificaron y trabajaron hasta tener llagas en las manos para que pudiéramos tener una vida mejor. Veían a Estados Unidos más grande que la suma de nuestras ambiciones individuales, más grande que todas las diferencias de origen, riqueza o facción.

Este es el viaje que continuamos hoy. Seguimos siendo la nación más próspera y poderosa de la Tierra. Nuestros trabajadores no son menos productivos que cuando empezó esta crisis. Nuestras mentes no son menos inventivas, nuestros bienes y servicios no son menos necesarios que la semana pasada, el mes pasado o el año pasado. Nuestra capacidad no ha disminuido. Pero el tiempo del inmovilismo, de la protección de intereses limitados y de aplazar las decisiones desagradables, ese tiempo seguramente ha pasado. A partir de hoy, debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y volver a empezar la tarea de rehacer Estados Unidos.

Porque allí donde miremos, hay trabajo que hacer. El estado de la economía requiere una acción audaz y rápida y actuaremos no sólo para crear nuevos empleos sino para levantar nuevos cimientos para el crecimiento. Construiremos carreteras y puentes, las redes eléctricas y las líneas digitales que alimentan nuestro comercio y nos mantienen unidos.

Pondremos a la ciencia en el lugar donde se merece y aprovecharemos las maravillas de la tecnología para aumentar la calidad de la sanidad y reducir su coste. Utilizaremos el sol, el viento y la tierra para alimentar a nuestros automóviles y hacer funcionar nuestras fábricas.

Y transformaremos nuestras escuelas y universidades para hacer frente a las necesidades de una nueva era.

Todo esto podemos hacerlo. Y todo esto lo haremos.

Algunos cuestionan la amplitud de nuestras ambiciones y sugieren que nuestro sistema no puede tolerar demasiados grandes planes. Sus memorias son cortas. Porque han olvidado lo que este país ya ha hecho; lo que hombres y mujeres libres pueden lograr cuando la imaginación se une al interés común y la necesidad a la valentía.

Lo que no entienden los cínicos es que el terreno que pisan ha cambiado y que los argumentos políticos estériles que nos han consumido durante demasiado tiempo ya no sirven.

La pregunta que nos hacemos hoy no es si nuestro gobierno es demasiado grande o pequeño, sino si funciona -ya sea para ayudar a las familias a encontrar trabajos con un sueldo decente, cuidados que pueden pagar y una jubilación digna. Allí donde la respuesta es sí, seguiremos avanzando y allí donde la respuesta es no, pondremos fin a los programas.

Y a los que manejamos el dinero público se nos pedirán cuentas para gastar con sabiduría, cambiar los malos hábitos y hacer nuestro trabajo a la luz del día, porque sólo entonces podremos restablecer la confianza vital entre un pueblo y su gobierno.

La cuestión para nosotros tampoco es si el mercado es una fuerza del bien o del mal. Su poder para generar riqueza y expandir la libertad no tiene rival, pero esta crisis nos ha recordado a todos que sin vigilancia, el mercado puede descontrolarse y que una nación no puede prosperar durante mucho tiempo si favorece sólo a los ricos. El éxito de nuestra economía siempre ha dependido no sólo del tamaño de nuestro Producto Nacional Bruto, sino del alcance de nuestra prosperidad, de nuestra habilidad de ofrecer oportunidades a todos los que lo deseen, no por caridad sino porque es la vía más segura hacia el bien común.

En cuanto a nuestra defensa común, rechazamos como falsa la elección entre nuestra seguridad y nuestros ideales. Nuestros padres fundadores, enfrentados a peligros que apenas podemos imaginar, redactaron una carta para garantizar el imperio de la ley y los derechos humanos, una carta que se ha expandido con la sangre de generaciones. Esos ideales aún alumbran el mundo y no renunciaremos a ellos por conveniencia. Y a los otros pueblos y gobiernos que nos observan hoy, desde las grandes capitales al pequeño pueblo donde nació mi padre: sabed que América es la amiga de cada nación y cada hombre, mujer y niño que persigue un futuro de paz y dignidad y de que estamos listos a asumir el liderazgo una vez más.

Recordad que generaciones anteriores se enfrentaron al fascismo y al comunismo no sólo con misiles y tanques, sino con sólidas alianzas y firmes convicciones. Comprendieron que nuestro poder solo no puede protegernos ni nos da derecho a hacer lo que nos place. Sabían por contra que nuestro poder crece a través de su uso prudente, de que la seguridad emana de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo y las cualidades de la templanza, la humildad y la contención.

Somos los guardianes de este patrimonio. Guiados de nuevo por estos principios, podemos hacer frente a esas nuevas amenazas que exigen aún mayor esfuerzo - incluso mayor cooperación y entendimiento entre las naciones. Comenzaremos a dejar Irak, de manera responsable, a su pueblo, y forjar una paz ganada con dificultad en Afganistán.

Con viejos amigos y antiguos contrincantes, trabajaremos sin descanso para reducir la amenaza nuclear y hacer retroceder el fantasma de un planeta que se calienta. No vamos a pedir perdón por nuestro estilo de vida, ni vamos a vacilar en su defensa, y para aquellos que pretenden lograr su fines mediante el fomento del terror y de las matanzas de inocentes, les decimos desde ahora que nuestro espíritu es más fuerte y no se lo puede romper; no podéis perdurar más que nosotros, y os venceremos.

Porque sabemos que nuestra herencia multiétnica es una fortaleza, no una debilidad. Somos una nación de cristianos y musulmanes, judíos y e hindúes - y de no creyentes. Estamos formados por todas las lenguas y culturas, procedentes de cada rincón de esta Tierra; debido a que hemos probado el mal trago de la guerra civil y la segregación, y resurgido más fuertes y más unidos de ese negro capítulo, no podemos evitar creer que los viejos odios se desvanecerán algún día, que las lineas divisorias entre tribus pronto se disolverán; que mientras el mundo se empequeñece, nuestra humanidad común se revelará; y América tiene que desempeñar su papel en el alumbramiento de una nueva era de paz.

Al mundo musulmán, buscamos un nuevo camino adelante, basado en el interés mutuo y el respeto mutuo. A aquellos líderes en distintas partes del mundo que pretenden sembrar el conflicto, o culpar a Occidente de los males de sus sociedades - sepáis que vuestros pueblos os juzgarán por lo que que podesis construir, no por lo que destruyais.

A aquellos que se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y la represión de la disidencia, teneis que saber que estáis en el lado equivocado de la Historia; pero os tenderemos la mano si estáis dispuestos a abrir el puño.

A los pueblos de las naciones más pobres, nos comprometemos a colaborar con vosotros para que vuestras granjas florezcan y dejar que fluyan aguas limpias; dar de comer a los cuerpos desnutridos y alimentar las mentes hambrientas. Y a aquellas naciones que, como la nuestra, gozan de relativa abundancia, les decimos que no nos podemos permitir más la indiferencia ante el sufrimiento fuera de nuestras fronteras, ni podemos consumir los recursos del mundo sin tomar en cuenta las consecuencias. Porque el mundo ha cambiado, y nosotros tenemos que cambiar con él.

Al contemplar la ruta que se despliega ante nosotros, recordamos con humilde agradecimiento aquellos estadounidenses valientes quienes, en este mismo momento, patrullan desiertos lejanos y montañas distantes. Tienen algo que decirnos, al igual que los héroes caídos que yacen en (el cementerio nacional de) Arlington susurran desde los tiempos lejanos. Les rendimos homenaje no sólo porque son los guardianes de nuestra libertad, sino también porque encarnan el espíritu de servicio; la voluntad de encontrar sentido en algo más grande que ellos mismos. Sin embargo, en este momento -un momento que definirá una generación- es precisamente este espíritu el que tiene que instalarse en todos nosotros.

Por mucho que el gobierno pueda y deba hacer, en última instancia esta nación depende de la fe y la decisión del pueblo estadounidense. Es la bondad de acoger a un extraño cuando se rompen los diques, la abnegación de los trabajadores que prefieren recortar sus horarios antes que ver a un amigo perder su puesto de trabajo, lo que nos hace superar nuestros momentos más oscuros. Es la valentía del bombero al subir una escalera llena de humo, pero también la voluntad del progenitor de cuidar a un niño, lo que al final decide nuestra suerte.

Nuestros desafíos podrían ser nuevos. Las herramientas con que los hacemos frente podrían ser nuevas. Pero esos valores sobre los que depende nuestro éxito - el trabajo duro y la honestidad, la valentía y el juego limpio, la tolerancia y la curiosidad, la lealtad y el patriotismo - esas cosas son viejas. Esas cosas son verdaderas. Han sido la fuerza silenciosa detrás de nuestro progreso durante toda nuestra historia. Lo que se exige, por tanto, es el regreso a esas verdades.

Lo que se nos pide ahora es una nueva era de responsabilidad - un reconocimiento, por parte de cada estadounidense, de que tenemos deberes para con nosotros, nuestra nación, y el mundo, deberes que no admitimos a regañadientes, sino que acogemos con alegría, firmes en el conocimiento de que no hay nada tan gratificante para el espíritu, tan representativo de nuestro carácter que entregarlo todo en una tarea difícil.

Este es el precio y la promesa de la ciudadanía.

Esta es la fuente de nuestra confianza - el saber que Dios nos llama a dar forma a un destino incierto.

Este es el significado de nuestra libertad y de nuestro credo - por lo que hombres y mujeres y niños de todas las razas y de todas las fes pueden unirse en una celebración a lo largo y ancho de esta magnífica explanada, por lo que un hombre cuyo padre, hace menos de 60 años, no habría sido servido en un restaurante ahora está ante vosotros para prestar el juramento más sagrado.

Así que, señalemos este día haciendo memoria de quiénes somos y de lo largo que ha sido el camino recorrido. En el año del nacimiento de América, en uno de los más fríos meses, una reducida banda de patriotas se juntaba ante las menguantes fogatas en las orillas de un río helado. La capital se había abandonado. El enemigo avanzaba. La nieve estaba manchada de sangre. En un momento en que el desenlace de nuestra revolución estaba más en duda, el padre de nuestra nación mandó que se leyeran al pueblo estas palabras:

"Que se cuente al mundo del futuro que en las profundidades del invierno, cuando nada salvo la esperanza y la virtud podían sobrevivir ... la urbe y el país, alarmados ante un peligro común, salieron a su paso."

América. Ante nuestros peligros comunes, en este invierno de nuestras privaciones, recordemos esas palabras eternas. Con esperanza y virtud, sorteemos nuevamente las corrientes heladas, y aguantemos las tormentas que nos caigan encima. Que los hijos de nuestros hijos digan que cuando fuimos puestos a prueba nos negamos que permitir que este viaje terminase, no dimos la vuelta para retroceder, y con la vista puesta en el horizonte y la gracia de Dios encima de nosotros, llevamos aquel gran regalo de la libertad y lo entregamos a salvo a las generaciones venideras.

Gracias, que Dios os bendiga, que Diós bendiga a América.

sábado, 17 de enero de 2009

LAS LEYES DEL ASOMBRO, LOS DESAFIOS DE OBAMA, TE VEO EN JERUSALEN.....

Las leyes del asombro | Los desafíos de Obama | Te veo en Jerusalén | Zelda y Scott | Operación Plomo Impune | Un recuento y otros cuentos | El pintor | De guapos de tiempos idos | ¿Literatura del yo? | Viaje a los senderos de Abya Yala | Consejos de Don Quijote... |Puertas y ventanas: Prórroga en concurso de afiches | Feria del libro dominicana en NJ | El ilustre amor de Manuel Mujica Lainez | Introducción a las religiones comparadas | B Paraná Poesía 2009 | Comprender el cine | Imágenes del mundo

Las leyes del asombro

Por JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS | © BABELIA

Casi a la misma edad, 39 años, en que muchos se retiran de la poesía, Piedad Bonnett (Amalfi, Antioquia, Colombia, 1951) publicó su primer libro de poemas. Hasta entonces, esta mujer menuda y sonriente que salta en la conversación de Neruda a Lou Reed y de la política al cine, era una reputada profesora de literatura en la Universidad bogotana de Los Andes. Pero aquel libro inaugural, De círculo y ceniza, que había tardado diez años en escribir y que le valió una mención de honor en el concurso hispanoamericano de poesía Octavio Paz, descubrió una voz ya hecha, una autora que, como dice ella misma en la cafetería de la Casa de América de Madrid, "había escrito toda la vida": "Tardé en publicar, eso es todo. Nunca creí que la gente se iba a tomar en serio lo que escribía. Imagino que eso le pasa a todos los que empiezan ¿no?".

El caso es que desde que Piedad Bonnett puso el pie en la literatura como autora, su carrera ha sido meteórica. De hecho, su segundo libro de poemas, Nadie en casa (1994) ganó el Premio Nacional de Literatura de su país. Más tarde vendrían títulos como El hilo de los días (1995), Ese animal triste (1996) y Todos los amantes son guerreros (1997). En España se dio a conocer en 2003 con Lo demás es silencio (Hiperión), una amplia antología de su obra a la que siguieron las novelas Después de todo (2001), Para otros es el cielo (2004) y Siempre fue invierno (2007), todas publicadas por Alfaguara.

"Me tiene muy sorprendida" , apunta la escritora, "este repentino interés mutuo entre España y América Latina. En 1991 vine a Madrid a hacer un curso y comprobé que el interés por Latinoamérica era nulo. Le preguntaba a un profesor de la universidad si conocía a tal o cual escritor y me contestaba tranquilamente: 'No me interesan'. Nosotros también estábamos desentendidos y menospreciando la literatura española. Y de repente, este interés. Es paradójico porque se da justo cuando América está invadiendo España con inmigrantes, y cuando parte de España rechaza esa inmigración. Es casi simbólico".

Cuando se le pide que defina su poesía, Bonnett prefiere hablar más de intenciones que de resultados: "Intento que sea muy contenida". Y así es, sobria y seca, a veces narrativa, siempre clara. "Será por la edad que tengo", añade. De la edad, precisamente, trata en parte su nuevo libro, Las herencias (Visor). En él conviven los poemas familiares con una descarnada meditación sobre el amor: "Su belleza / era la de la luz de los cuchillos", dice. Y también: "alrededor del gozo vibra el miedo / pues la felicidad siempre husmea su muerte". Si para los clásicos, allí donde crece el peligro crece también lo que nos salva, para Piedad Bonnett es, es cierto sentido, lo contrario. No hay claridad sin sombra. Ni intuición sin reflexión. Ley sin asombro. De hecho, buena parte de los textos que abren Las herencias hablan del asombro ante el mundo y ante las palabras destinadas a nombrarlos.

De ahí, también, que sus poemas estén siempre atravesados por la pregunta sobre el propio sentido de la poesía. Algo que se acentúa cuando la escritura se enfrenta, como en el poema Campo minado, a la historia de una mujer a la que le estalla una mina mientras, campo a través, lleva en brazos a su hijo. El episodio lo contó en enero pasado el diario El Tiempo, de Bogotá, y Bonnett lo convirtió en unos versos que terminan: "Quiero nombrar aquel escalofrío. / Entonces el poema, / como una flor inútil que entre el estiércol crece, / se quiebra, avergonzado" .

¿Puede la poesía dar cuenta de un hecho así? "Sí, claro. Es lo que hace un poeta, dejarse tocar por el mundo y transformar eso en palabras. Y no ser un sentimental, eso lo puede hacer cualquiera. El sentimentalismo es uno de los lastres de la poesía, que se mueve siempre en la frontera entre lo más hondo y lo más cursi". Sólo huyendo del sentimentalismo, insiste, puede escribirse un poema que no se rompa de vergüenza: "Los escritores estamos siempre usando a los demás. Un escritor es un saqueador. A veces la poesía se nutre de cosas muy dolorosas. Y, sí, un poco da vergüenza".

Con todo, Piedad Bonnett es consciente de que la poesía pierde terreno frente a la imagen y la música en la educación sentimental de la gente: "Así es, lastimosamente. Pero estoy absolutamente convencida de que siempre habrá una pequeña secta de adeptos. Kundera dice que un hombre con un libro en la mano es como una consigna, una señal que transmites a otros congéneres. Te ven con un libro y saben que eres afín".

En el fondo, Bonnett no tendría problemas para encontrar seres afines en cada esquina. Además de poesía y novela ha escrito cuatro obras de teatro montadas por el Teatro Libre, de Bogotá. Además, no hace tanto que decidió hacer un master en Teoría del Arte y la Arquitectura. "La separación entre disciplinas no me parece natural", explica, "sobre todo en el mundo de hoy, en el que no hay límite entre las artes. Unas invaden a las otras. Además, odio la especializació n. De hecho, lo que más me choca de la academia es que te encajonan. Un escritor es un intelectual, aunque el poeta muchas veces no se autodenomine así. Parece que eso queda para los novelistas, el hecho de pensar el mundo a través de la literatura, y que el poeta se maneja más con las intuiciones. No es que crea en la diletancia, es que creo que un artista debe ser culto, en el sentido más amplio de la palabra, desde lo popular a lo más elevado. Sin olvidar lo más extravagante" .

Así es, también, Las herencias, un libro en el que la metafísica se mezcla con lo cotidiano, incluida la violencia cotidiana. Piedad Bonnett está resignada a dar cuenta a cada paso de la realidad colombiana. ¿La visión de Colombia que se tiene en España se ajusta a la realidad? "Ninguna visión se ajustará nunca a la realidad colombiana. Es tan inextricable, tan absolutamente incomprensible que nosotros mismos no nos entendemos. Lo que hacen los escritores, los sociólogos y los historiadores es tratar de entender. Eso sí, lo que se puede entender hasta un punto. Llegado un momento, paramos porque lo que sucede no lo entiende nadie. Y menos desde aquí. Los tópicos nos amenazan". [fontanamoncada@ yahoo.es ]~

Los desafíos de Obama: Iraq, Pakistán y Afganistán

Por Noam Chomsky | © The New York Times Syndicate

La buena voluntad de Barack Obama para "hablar" con el enemigo fue uno de los temas que definió su campaña por la presidencia. ¿Puede Obama estar a la altura de esa promesa?

La diplomacia es la única alternativa sana al ciclo de violencia desde el Medio Oriente hasta Asia Central que amenaza con devorar al mundo. Un corolario es reconocer que la violencia solamente engendra violencia. También ayudaría si la administració n de Obama, y Occidente, enfrentaran tópicos que impulsan la política en la región.

Irak

El gobierno de Irak ha forjado un Acuerdo sobre el Status de las Fuerzas de ocupación que Washington aceptó con renuencia. El acuerdo tiene como propósito terminar con la presencia militar de Estados Unidos en la nación árabe. El acuerdo es el último paso en el proceso de resistencia masiva no violenta que ha obligado a Washington, paso a paso, a aceptar las elecciones y el aumento de la independencia del país ocupado.

Un vocero iraquí dijo que el tentativo acuerdo "se ajusta a la visión del presidente electo de Estados Unidos Barack Obama". La "visión" de Obama no está claramente definida, pero él probablemente aceptará, de alguna manera, las demandas del gobierno iraquí. Si es así, eso exigirá reformas en los planes de Estados Unidos de asegurarse el control sobre las enormes reservas de petróleo de Irak mientras establece bases para reforzar su dominio en la región más importante de producción de energía del mundo.

Es bueno señalar que recientes encuestas a nivel mundial muestran una fuerte oposición a la existencia de bases navales de Estados Unidos en el Golfo Pérsico. La oposición es muy fuerte dentro de la región.

La perspectiva de trasladar las fuerzas desde Irak hacia Afganistán hizo que The Washington Post señalara en un editorial: "En tanto Estados Unidos tiene interés en evitar la resurgencia del Talibán afgano, la importancia estratégica del país palidece ante la de Irak, que reposa en el centro geopolítico de Medio Oriente y contiene algunas de las reservas de petróleo más grandes del mundo". Este es un reconocimiento de la realidad. Los pretextos sobre la seguridad y la promoción de la democracia no pueden seguir ocultando los reales intereses e intenciones.

El comando de la NATO también está comenzando a reconocer los temas cruciales de la energía. En junio del 2007, el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, Jaap de Hoop Scheffer, informó en una reunión de miembros que "las tropas de la OTAN tienen que cuidar los oleoductos que transportan petróleo y gas hacia Occidente". También necesitan proteger las rutas marítimas usadas por los tanqueros, y otra "crucial" infraestructura del sistema energético, dijo el funcionario de la OTAN.

La tarea podría incluir el proyectado oleoducto TAPI, que será construido a un costo de 7.600 millones de dólares y enviaría gas natural desde Turkmenistán hasta Pakistán y la India, atravesando la provincia de Kandahar, en Afganistán, donde están emplazadas tropas canadienses.

El objetivo es "bloquear un oleoducto competitivo que traería gas a Pakistán y la India desde Irán" y "disminuir el dominio de Rusia sobre las exportaciones de energía de Asia Central", informó The (Toronto) Globe and Mail, bosquejando de manera verosímil algunos de los contornos del nuevo "Gran Juego" (cuando Gran Bretaña y Rusia competían por la influencia en Asia Central durante el siglo XIX).

Pakistán

Obama ha respaldado la política de George W. Bush de atacar a presuntos líderes de al-Qaida en países que Estados Unidos no ha (todavía) invadido. En particular, no ha criticado las incursiones de aviones Predator guiados por control remoto que han matado a muchos civiles en Pakistán.

En este momento una despiadada mini-guerra se está llevando a cabo en el área tribal de Bajaur en Pakistán, cerca de la frontera con Afganistán. La BBC describe una destrucción extensa a raíz de los combates. "Muchos en Bajaur consideran que las raíces del levantamiento provienen de un presunto ataque norteamericano con misiles contra un seminario islámico, o madrassa, en noviembre del 2006, que mató a alrededor de 80 personas".

El ataque fue denunciado en la prensa de Pakistán por el respetado físico disidente paquistaní Pervez Hoodbhoy pero ignorado en Estados Unidos. Las cosas suelen parecer diferentes del otro lado del garrote.

Hoodbhoy señaló que el resultado usual de ese tipo de ataques "ha sido casas arrasadas, niños muertos y mutilados, y una creciente población local que busca venganza contra Pakistán y contra Estados Unidos".

Bajaur permite ilustrar el círculo vicioso de ataques y represalias que Obama no parece desear romper.

El 3 de noviembre, el general David Petraeus, recientemente designado jefe del comando central de las fuerzas armadas de Estados Unidos, que cubre Medio Oriente, tuvo su primera reunión con el presidente paquistaní Asif Ali Zardari, con el jefe del ejército general Ashfaq Parvez Kayani, y con otros funcionarios.

La preocupación principal de los funcionarios paquistaníes fue "los continuos ataques con aviones manejados por control remoto en nuestro territorio, que causan la pérdida de preciosas vidas y de propiedades, son contraproducentes, y difíciles de explicar por parte de un gobierno elegido de manera democrática", le dijo Zardari a Petraeus. El gobierno de Islamabad, dijo Zardari, está "siendo presionado para reaccionar con más agresividad" frente a los ataques. Esto podría conducir a que exista una "repercusión negativa contra Estados Unidos" que es ya profundamente impopular en Pakistán.

Petraeus dijo que había oído el mensaje, y que "nosotros tendremos que tomar en cuenta (la opinión paquistaní)" cuando se lancen ataques. Se trata de un requisito práctico, sin duda alguna, si se toma en cuenta que más del 80 por ciento de los suministros para la guerra que libran Estados Unidos y la OTAN en Afganistán pasa por Pakistán.

El modo en que la opinión paquistaní fue "tomada en cuenta" fue revelado dos semanas más tarde en The Washington Post. El diario informó que Estados Unidos y Pakistán llegaron a un "tácito acuerdo en septiembre (de 2008) sobre una política de no-preguntar- no-decir. Eso permite atacar objetivos de presuntos terroristas" en Pakistán con el avión Predator, dijeron funcionarios de ambos países que pidieron no ser identificados. "Los funcionarios describieron el acuerdo como uno en el cual el gobierno de Estados Unidos se niega a reconocer públicamente los ataques mientras que el gobierno de Pakistán continúa quejándose ruidosamente sobre esos ataques" que conllevan riesgos de inestabilidad interna.

Un día antes que fuera publicado el informe sobre el "acuerdo tácito", un atacante suicida en la conflictiva zona tribal cerca de la frontera con Afganistán mató a ocho soldados paquistaníes. Eso fue en represalia por el ataque de un Predator en que murieron 20 personas, entre ellas dos líderes del Talibán. El parlamento paquistaní exigió entablar un diálogo con el Talibán. Haciéndose eco de esa resolución, el ministro del Exterior de Pakistán, Shah Mehmood Qureshi dijo: "Hay una comprensión cada vez más grande de que el uso exclusivo de la fuerza no puede producir los resultados deseados".

Afganistán

El primer mensaje del presidente afgano Hamid Karzai al presidente electo Obama fue muy similar al que formularon los líderes paquistaníes a Petraeus: "Finalizar los bombardeos aéreos de Estados Unidos que provocan bajas entre los civiles". Su mensaje fue enviado poco después de que las tropas de la coalición bombardearan una fiesta de bodas en la provincia de Kandahar, matando a 40 personas, según informes de prensa. No hay indicaciones de que la opinión de los afganos "fue tomada en cuenta".

El comando británico ha advertido que no hay una solución militar al conflicto en Afganistán. Según The Financial Times, el comando militar dijo que hay que entablar negociaciones con el Talibán. Eso arriesga un desacuerdo entre Gran Bretaña y Estados Unidos.

Los temas ya están sobre la mesa, escribe Jason Burke, un corresponsal de The Observer con una larga experiencia en la región: "El Talibán ha estado involucrado en conversaciones secretas sobre la finalización del conflicto en Afganistán en un 'proceso de paz' de amplio alcance patrocinado por Arabia Saudita y apoyado por Gran Bretaña".

Algunos activistas por la paz afganos han planteado sus reservas en relación a este enfoque. Prefieren una solución sin interferencia extranjera. Una red creciente de activistas para la paz está convocando a negociaciones y a la reconciliació n con el Talibán en la Jirga Nacional de la Paz, una gran asamblea de afganos, formada en mayo del 2008.

En una reunión en mayo en apoyo a la Jirga, 3.000 políticos e intelectuales afganos, principalmente de los pashtunes, el grupo étnico más grande, criticó "la campaña militar internacional contra los militantes islámicos en Afganistán y convocó al diálogo para terminar la lucha", informó la agencia France-Presse.

Bakhtar Aminzai, presidente interino de la Jirga Nacional de la Paz, "dijo en la reunión de apertura que el actual conflicto no puede ser resuelto por medios militares y que solamente las conversaciones traerían una solución".

Un líder del Despertar de la Juventud, un prominente grupo afgano que se opone a la guerra, dijo que "nosotros debemos terminar el 'afganicidio' el asesinato de Afganistán".

Un sondeo en un Afganistán desgarrado por la guerra es difícil de hacer, pero los resultados merecen ser tomados en cuenta. Una encuesta hecha por canadienses encontró que los afganos favorecen la presencia de soldados canadienses y de otros países. (Un resultado que fue titular de primera plana en Canadá). Otros hallazgos deben ser examinados con minuciosidad.

Solamente el 20 por ciento de los afganos encuestados "piensan que el Talibán prevalecerá una vez las tropas extranjeras se retiren". Tres cuartos apoyan las negociaciones entre el gobierno de Karzai y el Talibán. Y más de la mitad favorece un gobierno de coalición. Por consiguiente, la inmensa mayoría discrepa con el enfoque de Estados Unidos y de la OTAN para militarizar aún más el conflicto, y parece creer que la paz es posible si hay negociaciones.

Un estudio de los milicianos del Talibán realizado por el periódico canadiense The Globe and Mail, aunque no sea una encuesta científica tal como señala el periódico, ofrece sin embargo datos considerables. Todos ellos son afganos pashtunes, del área de Kandahar. Se consideran "muyadines", guerreros santos, y siguen la antigua tradición de expulsar a los invasores. Casi un tercio informó que al menos un miembro de su familia había muerto en bombardeos aéreos en años recientes. Muchos dijeros que combatían para defender a aldeanos afganos de los ataques aéreos por parte de tropas invasoras. Pocos afirmaron estar luchando en una guerra santa global, o ser leales al líder Talibán Mullah Omar. La mayoría decían que combatían por principios el establecimiento de un gobierno islámico no por un líder.

Nuevamente, estos resultados sugieren posibilidades de un acuerdo negociado de paz, sin interferencia extranjera.

En la revista Foreign Affairs, Barnett Rubin y Ahmed Rashid recomiendan que la estrategia de Estados Unidos en la región se desplace de más tropas y ataques en Pakistán a un "gran convenio diplomático forjando un compromiso con los insurgentes. .. y encarando un arreglo de las rivalidades e inseguridades regionales".

El actual foco en lo militar "y el terrorismo subsiguiente" , advierten, podría conducir al colapso de Pakistán un país con armas nucleares - con su secuela de graves consecuencias. Esos autores recomiendan al futuro gobierno de Estados Unidos "poner fin a la dinámica cada vez más destructiva del Gran Juego en la región". Eso podría conseguirse a través de negociaciones que reconozcan los intereses de las partes involucradas dentro de Afganistán como también de Pakistán e Irán, pero asimismo de India, China y Rusia que "tienen reservas respecto a una base de la OTAN dentro de sus esferas de influencia" y están preocupados por las amenazas "planteadas por Estados Unidos y la OTAN" como también por al-Qaida y el Talibán.

El próximo presidente de los Estados Unidos, escriben Rubin y Rashid, debe terminar con la "búsqueda de la 'victoria' por parte de Washington como solución a todos los problemas, y con la renuencia de Estados Unidos a involucrar en la diplomacia a competidores, oponentes o enemigos".

En fecha temprana, en cualquier número de puntos en la zona de peligro, la administració n de Obama podría actuar para romper el ominoso ciclo de violencia. [ibyqueen@yahoo. com ]~

Te veo en Jerusalén

Por Nieves y Miro Fuenzalida | © mediaIsla

¿Por qué el conflicto palestino-israelita se ha mantenido por tanto tiempo sabiendo que la única solución política es el retiro de los israelitas del West Bank y Gaza, el establecimiento de un estado palestino, el reconocimiento del estado de Israel, la renuncia de los refugiados a retornar a Israel y algún tipo de compromiso con Jerusalén? Pareciera que todos son capaces de ver el obstáculo, pero nadie quiere removerlo. Siempre, en el último momento, el acuerdo que laboriosamente se había logrado se rompe, como si una compulsión neurótica persistiera a la base del conflicto.

¿No será que la única forma de escapar al nudo que los atrapa está en cortarlo, en cambiar las coordenadas de la situación, en hacer que lo imposible sea posible? Para la dirección israelita era imposible reconocer a la Organización de Liberación Palestina como representante legítima del pueblo palestino. Yitzak Rabin cambia todo ello al anunciar que el Estado de Israel reconocía como legítimo representante a la OLP en las negociaciones entre ambos pueblos. Lo imposible se hace posible y la situación cambia de la noche a la mañana.

La proposición de Amram Mitzma, que contiene el retiro incondicional de los territorios ocupados, es la única solución a la crisis. Pero... ¿hay algún líder, en estos momentos, que este a la altura de Rabin y sea capaz de un autentico acto político, considerando que Ariel Sharon ya no puede hacerlo? ¿Y hay algún líder en Hamas capaz de concebir el derecho del estado de Israel a existir? ¿Alguien capaz de pasar de la retórica al acto?

Jerusalén es mucho más que un pedazo de tierra. Es una maquina teológica que la pasión religiosa de los musulmanes, cristianos y judíos ha transformado en un objeto mítico que exige fidelidad total. Sus consecuencias, por cientos de años, han sido catastróficas… ¿Cuál sería el acto político capaz de romper esta trampa teológica? Como algunos han indicado, el gesto de renunciar, israelitas y árabes, al control político de Jerusalén, a su transformació n en un lugar extra estatal de adoración religiosa controlada temporalmente por una fuerza internacional neutral. Con su renuncia nada perderían, pero transformarían a Jerusalén en un genuino lugar sagrado libre del juego de poderes políticos… Esto sólo depende de la decisión de los palestinos y judíos que, por ahora, no están dispuestos a tomar. [nievesmiro@sympatic o.ca]~

El 'crash' de Zelda y Scott

Simbolizaron una época de excesos y libertades, pero también el crash que rompió el mundo a finales de los años veinte. El mito de Zelda Sayre y Francis Scott Fitzgerald vuelve al primer plano literario con la novela Alabama Song, del francés Gilles Leroy.

POR GUILLERMO ALTARES | © BABELIA

Fueron los símbolos máximos de una época en la que pareció que todo era posible, una era que respiraba alcohol prohibido y foxtrot, en la que se empezó a forjar nuestra libertad, un tiempo de felicidad artificial entre el horror de la Primera Guerra Mundial y la barbarie de la Segunda en la que el mundo creyó que podría conseguirlo. Y también encarnaron el crash del 29, cuando el espejismo se rompió en mil pedazos y el mundo se precipitó al vacío. Pero Zelda Sayre (1900-1948) y Francis Scott Fitzgerald (1896-1940), Scott y Zelda, son mucho más que eso, más que la Generación Perdida; representan el mito de la pasión y del desamor, de la literatura que se funde con la vida, simbolizan el éxito y la tragedia, la decadencia y la caída, el alcoholismo y la locura. Y demuestran, como Rimbaud o como Salinger, que la literatura necesita leyendas.

Ernest Hemingway, fundamental a la hora de crear el mito, aunque fue profundamente injusto con Zelda, escribe al final de París era una fiesta: "Muchos años después, en el bar del Ritz, Georges, que ahora es el jefe del bar y que era un botones cuando Scott vivía en París, me preguntó: 'Papá, ¿quién era ese m onsieur Fitzgerald sobre quien todo el mundo pregunta?". Todavía muchos años más tarde, en otro siglo, en otra era, en otro espejismo seguido de otro crash, seguimos preguntando por Scott y Zelda en las barras de los bares de nuestra imaginación.

"Cuando empecé a escribir este libro no sabía que iban a volver los Fitzgerald y con ellos los años veinte y treinta", señala el autor francés Gilles Leroy, cuya novela Alabama Song (RBA), ganadora del Goncourt en 2007, reconstruye la vida de Zelda en primera persona. Pero este libro, que acaba de ser editado en castellano, no es el único indicio del regreso de la pareja. En febrero se estrenará El curioso caso de Benjamin Button, un filme de David Fincher, protagonizado por Brad Pitt y Cate Blanchett, basado en el cuento del mismo título, que Lumen reeditó a finales de 2008 dentro de una recopilación y Navona acaba de sacar en otra. Además, se están preparando versiones cinematográficas de Hermosos y malditos, protagonizada por Keira Knightley (que es hermosa, pero no maldita), y de El gran Gatsby, dirigida por Baz Luhrmann, el barroco realizador de Moulin Rouge y Australia.

"Tenía muchas ganas de hablar de Zelda, también tenía ganas de hablar de esa época. Los Fitzgerald eran una pareja de ensueño. Es verdad que la crisis se parece a lo que contaron en sus libros, pero lo que no siento es la gran explosión de creatividad que marcó los años veinte, cuando se forjó una nueva pintura, una nueva literatura, se cimentó el lenguaje del cine... Ahora tenemos la crisis; pero no la explosión creadora", prosigue Leroy en una entrevista telefónica. "Se parecen mucho en su forma de utilizar los medios de comunicación a las celebridades actuales, en un momento en que esos medios de masas empiezan a surgir. Su utilización de la celebridad es un poco cínica, pero son modernos en muchos planos, incluso en el plano moral. En su forma de romper las convenciones, de quererse, de enfrentarse a la sociedad, porque estamos hablando de la época anterior a Mayo del 68. Lo que atrae de esta pareja es la precocidad, la velocidad y su capacidad para consumir lo que llegaron a tener: felicidad, éxito, dinero".

La obra de Zelda se ha ido apagando y olvidando con el tiempo. Sus cuentos, su novela (Save me the waltz, "resérvame este baile"), sus artículos, su obra de teatro, sus pinturas tienen momentos brillantes, pero no han pasado el examen del tiempo (su personaje sí). Sin embargo, la obra de Scott no para de crecer, de engarzarse con nuestros días y nuestros sueños. Junto a Alabama Song, RBA va a reeditar un libro que reúne cuentos de ambos, Pizcas de paraíso. Algunos aparecieron firmados por Scott, aunque en realidad son obra de Zelda o de los dos. Los relatos de ella tienen momentos brillantes -"lo primero que llamaba la atención de Gay era su forma de comportarse, como si estuviera disfrazada de sí misma"-, metáforas evocadoras -"sus fortunas se levantaron sobre la insaciabilidad de los cazadores de leones de París" o "anduve con ellos bajo las sombras goteantes de la noche parisina, malva y cuarzo rosado bajo las farolas"-; pero les falta algo, el salto a la genialidad que rezuma en la obra de Scott. "La parrilla del Brix en París es uno de esos lugares en los que ocurren cosas -como el primer banco de la entrada sur de Central Park o Herrin, en Illinois-. Allí he visto romperse matrimonios por una frase irreflexiva e intercambios de bofetadas entre una bailarina profesional y un barón inglés y sé personalmente de al menos dos asesinatos que se hubieran cometido allí, si no fuera porque era julio y no había sitio. Incluso los asesinatos requieren cierto espacio y en julio no hay un sitio libre en la parrilla del Brix", es el arranque, difícilmente superable, de 'Un penique gastado', un cuento poco conocido de Scott que, como una parte importante de su obra, transcurre entre extranjeros en Europa.

A su muerte, Zelda escribió: "No existe que yo sepa ninguna personalidad divorciada de su tiempo. La contribución esencial de Scott es haber conseguido dramatizar la desesperanza y la pena de una época, y haber logrado, gracias a un valor trágico, una nueva razón de ser". En su necrológica, The New York Times ya hablaba de él como escritor pero también como mito. "La vida y la obra de Fitzgerald encarnaron a 'todos los jóvenes tristes' de la generación de la posguerra

[Estados Unidos todavía no había entrado en la Segunda Guerra Mundial]. Con la habilidad de un reportero y el talento de un artista, capturó la esencia de un periodo en el que las flappers [las chicas de los años veinte que Zelda encarnó] y la ginebra, los 'hermosos y malditos' fueron los máximos símbolos de una era sin preocupaciones" . Pero esta inmensidad de la leyenda es también su kriptonita. "Los Fitzgerald eran figuras fantasmales que surgían de una era que había desaparecido, pero su impacto en la imaginación de Estados Unidos se ha mantenido", escribe Nancy Milford en Zelda. A biography, publicada por primera vez en 1970 y que, además de convertirse en un best seller y de ser finalista del Pulitzer, rescató la figura de Zelda de la larga sombra de Scott.

"El éxito del mito ha devaluado la estatura del hombre y desvalorizado la obra. F. Scott Fitzgerald creó sus propias leyendas. Su vida domina su obra. Se convirtió en un arquetipo o más bien en un conjunto de arquetipos que se pisan los unos a los otros. Es el escritor alcohólico, el novelista arruinado, el genio derrochado, la encarnación de la Era del Jazz, una víctima sacrificada en el altar de la depresión", afirmó Matthew J. Bruccoli, el mayor estudioso de la obra de Scott y Zelda, fallecido el año pasado ("quiere tanto a sus autores que si encontrara todas sus facturas de la tienda de ultramarinos creo que las publicaría", dijo sobre él la única hija de la pareja, Frances Scott Scottie Fitzgerald (1921-1986), que también se empleó a fondo para tratar de iluminar los rincones que se esconden detrás del mito).

Basta, de nuevo, con un párrafo, en este caso de 'Ecos de la Era del Jazz' (recogido en El Crack-Up), escrito en noviembre de 1931, para comprobar como la voz de Scott Fitzgerald resurge desde el crash y desde las ruidosas orquestas para hablarnos de nuestro tiempo. "Ahora tenemos apretado el cinturón una vez más y ponemos la expresión de horror adecuada cuando volvemos la vista hacia nuestra desperdiciada juventud. A veces, sin embargo, hay un rumor fantasmal entre los tambores, un susurro asmático en los trombones que me devuelve a los primeros años veinte, cuando bebíamos alcohol de madera y cada día, en todos los aspectos, nos hacíamos mejores y mejores, y hubo un primer intento abortado de acortar las faldas y las chicas parecían todas iguales con sus vestidos suéter y personas que uno no quería conocer cantaban: 'Yes, we have no bananas', y parecía sólo una cuestión de unos pocos años que la gente se hiciera a un lado y dejara que el mundo lo manejaran quienes veían las cosas como eran -y todo eso nos parece rosado y romántico, a nosotros, que entonces éramos jóvenes- porque no sentiremos tan intensamente lo que nos rodea nunca más".

¿Cuál es la realidad que se esconde detrás de la leyenda? ¿Quiénes fueron de verdad Scott y Zelda? Llegaron a ser tan famosos que existen cientos de documentos, una parte importante de ellos recopilados en el precioso volumen ilustrado The romantic egoists, coordinado por el omnipresente Bruccoli (también le debemos la edición de las obras completas de Zelda y de Pizcas de paraíso, una gruesa biografía de Scott y decenas y decenas de artículos) y por Scottie y editado por la Universidad de Carolina del Sur. Pero, hasta la irrupción de Nancy Milford, Zelda fue una gran desconocida, a la que Hemingway acusaba prácticamente de arrastrar con su locura a Scott hacia el alcohol.

"Zelda respondía a la tipología de la niña traviesa que pululaba por la literatura infantil de principios de siglo: una chica atractiva pero indómita, que mostraba todos los indicios de rebeldía ante las convenciones del tradicional papel femenino", escribe la crítica Kyra Stromberg en Zelda y Francis Scott Fitzgerald (Muchnik Editores, 2001). Nancy Milford arrancó a un compañero de escuela, en una reunión de antiguos alumnos a la que asistió, una definición que resumía su belleza, su fuerza y su atractivo: "Zelda era una kingmaker", una hacedora de reyes.

Zelda pertenecía a una buena familia de Montgomery, la capital de Alabama, y nació cuando la Guerra Civil (1861-1865) era todavía un recuerdo cercano en esta aletargada ciudad del Viejo Sur, donde estuvo brevemente la capital de la Confederación. De hecho, el único museo dedicado a la pareja se encuentra en el mismo barrio de la familia Sayre, una zona elegante, de mansiones sureñas, olor a magnolias y un cielo que, como describe Gilles Leroy, es "tan azul y tan triste que explica perfectamente por qué el blues se llama blues". El museo, en el 919 de Felder Avenue, está en un piso en una casa de ladrillo rojo mucho más anodina que otras mansiones que parecen sacadas de Lo que el viento se llevó, en la que la pareja vivió unos meses entre 1931 y 1932. "A este lado del paraíso. El único museo del mundo dedicado a Scott y Zelda. Pertenecen al mundo", puede leerse en un cartel cerca de la entrada. Es un barrio plácido, que dormita bajo el calor intenso del Viejo Sur, la temperatura de la historia y del aburrimiento, y es una de las pocas zonas agradables de Montgomery (la ciudad en la que, por otra parte, comenzó el movimiento por los derechos civiles en los cincuenta).

Fitzgerald, un joven católico de provincias, nacido en Minnesota; aunque estudió en la patricia universidad de Princeton, de origen irlandés, guapo y elegante, aunque un poco enclenque, conoció a la bella Zelda en el verano de 1918, cuando estaba en el Ejército, en Camp Sheridan, cerca de Montgomery. Fue un encuentro digno de novela rosa, que parece sacado de uno de los grandes cuentos de Scott, 'La última belleza sureña'. "Mientras bailaban en la pista, los tres músicos de la orquesta tocaban Cuando te hayas ido de una manera imperfecta y conmovedora, que me parece estar oyendo ahora mismo, como si de cada compás brotara un precioso minuto de aquel tiempo. A mi alrededor se fraguaban sin cesar parejas de organdí y verde oliva. Era una época de juventud y de guerra y nunca hubo tanto amor como entonces".

Fue un noviazgo complicado. Se casaron el 3 de abril de 1920 en Nueva York, apenas una semana después de que Scott hubiese publicado su primera novela, A este lado del paraíso, que se convirtió rápidamente en un gran éxito. Se bebieron todo Manhattan y alrededores ("Nueva York tenía toda la iridiscencia del comienzo del mundo", escribe Scott en El Crack-Up). En 1921, viajan por primera vez a Europa mientras su fama va creciendo y Scott comienza a ganar mucho dinero con sus cuentos. En 1925, publica El gran Gatsby, lo más parecido que existe a la mítica Gran Novela Americana, y conoce a Ernest Hemingway en París. "Su talento era tan natural como el dibujo que forma el polvillo en un ala de mariposa. Hubo un tiempo en que él no se entendía a sí mismo como no entiende a la mariposa, y no se daba cuenta cuando su talento estaba magullado o estropeado. Más tarde tomó conciencia de sus vulneradas alas y de cómo estaban hechas, y aprendió a pensar pero no supo ya volar, porque había perdido el amor al vuelo y no sabía hacer más que recordar los tiempos en que volaba sin esfuerzo", escribió el autor de El viejo y el mar.

Sin embargo, como describieron Zelda en Save the waltz y Scott en Suave es la noche, detrás de esta fachada comenzaba a fraguarse la tragedia. Nancy Milford cree que una infidelidad de Zelda con un aviador francés, en el verano de 1924, "había roto la confianza entre ellos en su matrimonio". Leroy, que describe con todo el dolor de Zelda aquel verano en su Alabama Song, cree que la auténtica ruptura fue mucho más profunda y tardó mucho más en fraguarse.

"Muchos lectores, y sobre todo lectoras, enamorados de Fitzgerald han chocado con el libro porque dicen que ofrece una visión demasiado crítica de Scott. Primero, creo que hay mucha gente que confunde a Robert Redford en la versión cinematográfica de El gran Gatsby con el propio autor. Y luego, yo no he inventado nada: son cosas que ocurrieron, es lo que hizo. Fue un hombre, un ser humano", señala el novelista francés, quien cree que la clave del final está precisamente en que ella publicase Save me the waltz antes de que él terminase su novela sobre el mismo tema, Suave es la noche. "Una de las cosas apasionantes de Zelda es que ninguno de los testimonios que hay sobre ella concuerda, cada uno veía a una persona diferente. Lo que encuentro terrible y a la vez apasionante es la rivalidad que acaba por convertirse en un infierno. Zelda es un personaje muy complejo, que trata de escribir, de bailar, pero que luego rechaza el contrato más importante de su vida, que pinta, que luego destruye una parte de su obra, su conducta parece que le lleva voluntariamente hacia el fracaso. Hay muchos elementos que dan la impresión de que ella no quiso triunfar, realizarse".

En 1930, Zelda comenzó su largo viaje hacia la noche de la locura con su primer ingreso en un psiquiátrico. El resto de su vida se convertiría en una larga sucesión de entradas y salidas, aunque siguió escribiendo, pintando. La larga tragedia de los años treinta acabó con Fitzgerald muriendo en 1940 de un ataque al corazón en el apartamento de su pareja, la periodista Sheila Graham, en Hollywood. "Dicen que la locura nos separó. Es justo lo contrario: nuestra locura nos unía. Es la lucidez la que nos separa", señala el personaje de Zelda en Alabama Song. En 1948, un fuego en el psiquiátrico de Asheville (Carolina del Norte), donde estaba ingresada, acaba con la vida de la última Belleza del Sur. Hasta 1975 no serían enterrados en la misma tumba, en Rockville (Maryland). Su epitafio es el final de El gran Gatsby: "Y así seguimos adelante, botes contra la corriente, empujados incesantemente hacia el pasado". También podría haber sido la primera frase de El Crack-Up -"toda vida es un proceso de demolición"- o, por qué no, la última de 'Éxito prematuro', otro artículo autobiográfico que publicó en Squire en 1937: "Nunca he vuelto a ser como durante aquel periodo tan breve en el que él y yo fuimos la misma persona, en que el futuro realizado y el pasado anhelante se fundían en un sólo momento esplendoroso: en que la vida era literalmente un sueño".

Porque al final quedan las palabras de Scott y Zelda, sus sombras, y la triste esperanza de que hubo un momento, en algún rincón perdido de los años veinte, en que la vida fue un sueño. "Piensa en cuánto me quieres. No te voy a pedir que me quieras siempre como ahora, pero sí te pido que lo recuerdes. Pase lo que pase siempre quedará en mí algo de lo que soy esta noche", dice el personaje de Nicole en la más triste de las novelas de Scott, Suave es la noche, en una certera definición de lo que representa un verdadero amor: algo que, ocurra lo que ocurra, se queda con nosotros para siempre. Podemos decir algo parecido de los grandes escritores y de sus leyendas. Tras pasar por la vida y por la obra de Scott y Zelda, siempre quedará algo de ellos en nosotros.

Bibliografía

Francis Scott Fitzgerald ha tenido mucha suerte con las traducciones al castellano. Zelda no ha tenido suerte ni con las traducciones ni con las ediciones, ya que casi toda su obra permanece inédita, salvo los cuentos de Pizcas de paraíso y su correspondencia -Querido Scott, querida Zelda (Lumen) o Cartas de amor y de guerra (Mondadori).

Sin embargo, muchas de las ediciones castellanas de la obra de Scott son un auténtico lujo. Juan Benet sólo tradujo un libro en su vida, A este lado del paraíso (Alianza); Justo Navarro hizo para Alfaguara una insuperable recopilación y traducción de sus cuentos en dos tomos; Mariano Antolín Rato ha traducido El Crack-Up y La historia de Patt Hobby (Anagrama), mientras que Enrique Murillo hizo una versión El crucero de la chatarra rodante para la misma editorial. José Luis López Muñoz ha traducido El gran Gatsby y Hermosos y malditos. [cacatazul@yahoo. com]~

Operación Plomo Impune

Por Eduardo Galeano | © Brecha

Para justificarse, el terrorismo de estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos.

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Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus gobernantes. Cuando votan a quien no deben votar, son castigados. Gaza está siendo castigada. Se convirtió en una ratonera sin salida, desde que Hamas ganó limpiamente las elecciones en el año 2006. Algo parecido había ocurrido en 1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las elecciones de El Salvador. Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala conducta y desde entonces vivieron sometidos a dictaduras militares. La democracia es un lujo que no todos merecen.

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Son hijos de la impotencia los cohetes caseros que los militantes de Hamas, acorralados en Gaza, disparan con chambona puntería sobre las tierras que habían sido palestinas y que la ocupación israelita usurpó. Y la desesperación, a la orilla de la locura suicida, es la madre de las bravatas que niegan el derecho a la existencia de Israel, gritos sin ninguna eficacia, mientras la muy eficaz guerra de exterminio está negando, desde hace años, el derecho a la existencia de Palestina.

Ya poca Palestina queda. Paso a paso, Israel la está borrando del mapa.

Los colonos invaden, y tras ellos los soldados van corrigiendo la frontera. Las balas sacralizan el despojo, en legítima defensa.

No hay guerra agresiva que no diga ser guerra defensiva. Hitler invadió Polonia para evitar que Polonia invadiera Alemania. Bush invadió Irak para evitar que Irak invadiera el mundo. En cada una de sus guerras defensivas, Israel se ha tragado otro pedazo de Palestina, y los almuerzos siguen. La devoración se justifica por los títulos de propiedad que la Biblia otorgó, por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió, y por el pánico que generan los palestinos al acecho.

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Israel es el país que jamás cumple las recomendaciones ni las resoluciones de las Naciones Unidas, el que nunca acata las sentencias de los tribunales internacionales, el que se burla de las leyes internacionales, y es también el único país que ha legalizado la tortura de prisioneros.

¿Quién le regaló el derecho de negar todos los derechos? ¿De dónde viene la impunidad con que Israel está ejecutando la matanza de Gaza? El gobierno español no hubiera podido bombardear impunemente al País Vasco para acabar con ETA, ni el gobierno británico hubiera podido arrasar Irlanda para liquidar a IRA. ¿Acaso la tragedia del Holocausto implica una póliza de eterna impunidad? ¿O esa luz verde proviene de la potencia mandamás que tiene en Israel al más incondicional de sus vasallos?

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El ejército israelí, el más moderno y sofisticado del mundo, sabe a quien mata. No mata por error. Mata por horror. Las víctimas civiles se llaman daños colaterales, según el diccionario de otras guerras imperiales. En Gaza, de cada diez daños colaterales, tres son niños. Y suman miles los mutilados, víctimas de la tecnología del descuartizamiento humano, que la industria militar está ensayando exitosamente en esta operación de limpieza étnica.

Y como siempre, siempre lo mismo: en Gaza, cien a uno. Por cada cien palestinos muertos, un israelí.

Gente peligrosa, advierte el otro bombardeo, a cargo de los medios masivos de manipulación, que nos invitan a creer que una vida israelí vale tanto como cien vidas palestinas. Y esos medios también nos invitan a creer que son humanitarias las doscientas bombas atómicas de Israel, y que una potencia nuclear llamada Irán fue la que aniquiló Hiroshima y Nagasaki.

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La llamada comunidad internacional , ¿existe?

¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los Estados Unidos se ponen cuando hacen teatro?

Ante la tragedia de Gaza, la hipocresía mundial se luce una vez más. Como siempre, la indiferencia, los discursos vacíos, las declaraciones huecas, las declamaciones altisonantes, las posturas ambiguas, rinden tributo a la sagrada impunidad.

Ante la tragedia de Gaza, los países árabes se lavan las manos. Como siempre. Y como siempre, los países europeos se frotan las manos.

La vieja Europa, tan capaz de belleza y de perversidad, derrama alguna que otra lágrima, mientras secretamente celebra esta jugada maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una costumbre europea, pero desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo cobrada a los palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son, antisemitas. Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta ajena. (Este artículo está dedicado a mis amigos judíos asesinados por las dictaduras latinoamericanas que Israel asesoró) [ibyqueen@yahoo. com]~

Un recuento y otros cuentos

¿Está en peligro el cuento? A pesar de las continuas denuncias de que es un género menospreciado, en Chile se han publicado recientemente numerosos libros de relatos breves, desde antologías a cuentos completos. En el extranjero también hay un interés cada vez mayor por publicarlos.

Por Patricio Tapia | © El Mercurio

Érase una vez, no hace mucho, mucho tiempo, un pobre género literario que había sido rey de una comarca, pero ahora estaba debilitado, quizá enfermo y por más que trabajaba no podía salir adelante. Su trono lo había usurpado un hermano suyo, más joven pero más robusto, que lo mantenía encerrado en un calabozo y sólo de vez en cuando le permitía ver la luz...

Ya es lugar común, cuando menos en los países hispanohablantes, denunciar la poca atención que el mundo editorial dedica al cuento, las dificultades para publicarlos y la consecuente desesperación de sus cultores, forzados a explorar otras formas, generalmente la novela. Es verdad que muy pocos escritores se asumen como "cuentistas" , porque son muy pocos los que escriben sólo cuentos, pero también lo es que muchos son conocidos por ellos: Borges, O. Henry, Raymond Carver, Alice Munro, Cynthia Ozick, por mencionar algunos.

El cuento...

Contar cuentos es una actividad ancestral, tan antigua como la civilización. Si hubiera que trazar una genealogía -que como todas las genealogías es tendenciosa e incompleta-, hay que remontarse a las tradiciones orales, luego decantadas en parábolas y fábulas, pasando por Chaucer y Bocaccio; luego el interés por los Märchen o cuentos de hadas, que comienzan a publicarse en el siglo XVII (Perrault; luego los hermanos Grimm). Escritos en el siglo XVIII, ya en el XIX alcanza su forma moderna con autores como Hawthorne, Poe, Gógol, Chéjov. En revistas decimonónicas, el cuento tiene un espacio y un público fiel; continuarán en el siglo XX -también en periódicos: por décadas se publicaron cuentos en El Mercurio- y hasta hoy, en The New Yorker.

Ahora bien, los intentos taxonómicos por definirlo y deslindarlo de géneros cercanos normalmente son vagos. Ya Poe había señalado algunos rasgos genéricos (brevedad, intensidad, efecto único); otros cuentistas intentan definirlo con metáforas: es una flecha (Horacio Quiroga), un tigre (Juan Bosch), un temblor de agua dentro de un cristal (Cortázar). Y la siempre mencionada comparación pugilística: donde la novela gana por puntos, el cuento gana por knockout.

...Y la novela

¿Es cierto que la novela ha opacado al cuento? Para algunos sólo ella permite aproximarse más cabalmente a la "realidad", mientras otros opinan como Ambrose Bierce: la novela es "un cuento acolchado". La pregunta ha de ser, ¿existen prejuicios contra los cuentos y en favor de la novela en el ámbito editorial?

Mirando los escaparates chilenos, esto no es tan claro. Este año se han publicado cuentos de Baldomero Lillo, Gonzalo Contreras, Marcelo Lillo, Carlos Iturra, la antología de Tito Matamala, incluso algunos novelistas publican por primera vez sus libros de cuentos: Carlos Tromben (Perdidos en el espacio) y Carlos Franz (La prisionera). No, no hay tal prejuicio. Sin embargo, el caso de Franz podría demostrar lo contrario. Su libro de cuentos fue premiado en Chile -al igual que su novela El desierto en Argentina- el año 2005, pero debió esperar tres años para publicarlo. Cuentos y novela no sólo comparten el lugar donde se ambientan, sino también la tendencia a la sobrescritura (frases como "la diana taladraba la meninge más ardida de su migraña") o a explicar sus metáforas: de un tipo enriquecido que empezó como aprendiz de carnicero, se dice: "Su vida había consistido en degollar, dentro de él, con el cuchillo de su voluntad, al animal de su deseo (...)".

Señores jueces, se llama a declarar a José Miguel Varas y Jaime Collyer -escritores que suelen ser celebrados por sus cuentos aunque escriban también novela-, sobre si existen prejuicios editoriales contra los primeros en favor de la segunda. Collyer piensa que sí: "Los editores suelen alabar en voz baja, o en presencia del autor, los prodigios del cuento, la 'maestría' requerida por el género, pero a la hora de publicarlo son renuentes, dominan en sus decisiones los criterios de rentabilidad, según los cuales la novela vende más". Varas, por su parte, señala: "No me cabe duda que esos prejuicios existen. He escuchado a editores y ejecutivos de editoriales importantes exponerlos con gran convicción. Sin embargo, también existen, en este medio, personas que consideran el género con interés y que editan libros de cuentos. Recientemente, por ejemplo, el de Gonzalo Contreras". Sus Cuentos reunidos, elogiados por su factura cuando fueron publicados por separado y también ahora, tienen tramas variadas, desde lo excéntrico a lo convencional, escritos siempre con una muy correcta prosa, tan correcta que a veces parece traducción ("Casi nadie caminaba por los bien ordenados senderos de grava, salvo algunas nannies paseando a algún recién nacido bajo un paraguas de sol", prefiriendo un anglicismo a "niñera" y una extraña construcción a "sombrilla" o "quitasol"). Sus cuentos ganan por puntos, pero no como en el boxeo, sino como en una competencia gimnástica, con la frialdad de lo ensayado para lograr una ejecución perfecta, aunque no deja de tener resbalones.

¿Qué se dice por la contraparte, las editoriales? ¿Existe reticencia para publicar cuentos? Andrea Viu, de Alfaguara, señala: "Sí, existe. Dicho a lo bruto 'el cuento no vende' o, al menos, vende mucho menos que la novela. Pareciera haber reticencia entre los lectores a leer cuentos. Algo que francamente no entiendo". Arturo Infante, de Catalonia, indica: "Claro que existe; prueba de ello es lo poco que se publica en relación a la novela o a la no ficción. Tampoco los lectores los demandan por sobre esos otros géneros". "En mi caso, publico cuentos porque me gusta el género. Y seguiré publicando, pues además no les va tan mal como se supone, muchas veces mejor que a muchas novelas que hacen ruido inicial y luego se van al saldo". Y no obstante las razones para no publicarla, hay editoriales españolas que dedican especial atención a la narrativa breve. Según José Ángel Zapatero, de Menoscuarto: "Lo hacemos primero por gusto personal y luego por ofrecer a los lectores de cuentos (que son cada vez más) lo que desean y les gusta leer y a los no lectores de cuentos la posibilidad de disfrutar con historias breves contadas con intensidad y calidad literaria". Juan Casamayor, de Páginas de espuma, señala que en la década de vida que tiene su editorial "se han registrado síntomas evidentes que hablan de la vitalidad del género": desde jóvenes escritores españoles y latinoamericanos que están escribiendo buenos libros de cuentos hasta el crecimiento sostenido de lectores. Todo lo cual lleva a que "de la lúgubre máxima de 'el cuento no vende' hayamos pasado a proyectos que pueden hacer gala del lema 'vivir del cuento'".

En Chile las dificultades para publicar cuentos no son tantas. La experiencia de José Miguel Varas ha sido óptima: "Mi primer editor en este género fue don Carlos Nascimento, quien evaluaba los textos que se le proponían según sus méritos y carecía de prejuicios al respecto. Más tarde tuve otros: Carlos Orellana, Antonio Martínez, Paulo Slachevsky. Ninguno de ellos manifestó una preferencia excluyente por la novela". Collyer señala: "Al principio me ocurrió, en España, que un volumen inicial de cuentos (la base de lo que luego fue Gente al acecho) fue rechazado por varios editores con una carta-tipo muy formal, en la cual se me decía que el libro estaba muy bien escrito, pero que el sello editorial no podía arriesgarse con un autor latinoamericano desconocido y más encima cuentista. El problema es que era una carta-tipo, donde mi nombre (del destinatario) venía en una línea punteada". "Más adelante me ha ocurrido a la inversa: los editores suelen interesarse mayormente en mi obra cuentística, cuando menos a nivel local. En España sigue siendo muy difícil publicar cuentos, a menos que tengas un derrotero previo como columnista y en los medios, que es el caso de Marcelo Birmajer o Juan Bonilla". Para Bonilla, es evidente que hay prejuicios en contra del cuento: "No creo que se pueda hacer mucho, salvo seguir escribiendo relatos y tratar de reivindicar que uno no escribe relatos en los tiempos muertos entre una novela y la siguiente, sino porque es un género grande y que seguirá ganando adeptos". Sobre el futuro de los cuentos, Collyer no es tan optimista: "De momento, no le veo mucho futuro a ningún género. Igual parece haber cierto resurgimiento de la novela corta". José Miguel Varas, en cambio, señala: "Creo que el género existirá mientras exista la literatura".

Reuniendo cuentos

En el mercado nacional han ido ganado espacio las ediciones disponibles de cuentos completos. No sólo de chilenos como Gonzalo Contreras y las magníficas recopilaciones de José Miguel Varas o Guillermo Blanco (ambos Alfaguara), sino también de importantes e incluso imprescindibles autores extranjeros, como los cuentos completos de Nabokov (Alfaguara). También circulan libros de Saki, John Cheever, Flannery O'Connor y Katherine Mansfield, entre otros. Es posible encontrar los Cuentos completos (FCE), de Voltaire (1694-1778), el gran humanista de la Ilustración, que reúne la totalidad de sus cuentos -aunque él no hablaba de "cuentos", sino de "obritas" o "breves escritos"-, incluyendo sus famosas novelas cortas ("Zadig, o el destino", "Cándido, o el optimismo" y "El ingenuo") y algunos relatos en verso, todos muy bien anotados siguiendo las mejores ediciones francesas. O los Cuentos completos (FCE), de José Maria Eça de Queirós (1845-1900), que recoge desde relatos fantásticos de tradición medieval hasta obras maestras, como "José Matías", cuyo personaje protagónico crea las condiciones de su propia ruina. Un libro enorme, en todos los sentidos es Todos los relatos, (Gadir, 2007), de Italo Svevo (1861-1928). El tomo incluye todos los relatos que el autor triestino completó -entre ellos, "Corto viaje sentimental" o "Historia del buen viejo y la muchacha hermosa"-, más algunos textos inconclusos.

Finalmente, de Paul Gadenne (1907-1956), se publican sus relatos, escritos como toda su obra, entre internaciones en hospitales. Los cuentos (Andrés Bello había publicado tres, entre ellos el más conocido "Ballena") están reunidos en Escenas en el castillo (Cuenco de plata, 2008): cuentos inquietantes, de talante decimonónico, que no se resuelven en la acción sino en las impresiones y pensamientos de los protagonistas, siempre agitados por la duda y el delirio.

De un Lillo a otro

Demostración de la vitalidad de los cuentos en Chile es que se acaba de publicar por las Ediciones Alberto Hurtado (que proyectan, entre otras cosas, obras de Marta Brunet y José Victorino Lastarria, además de los cuentos completos de Manuel Rojas) un imponente volumen de la Obra completa de Baldomero Lillo, quien según el prólogo de Jaime Concha, con su medio centenar de cuentos, es uno de los fundadores de la literatura chilena. Entre los autores más actuales se cuentan, además de Contreras, Franz, Tromben e Iturra, 34 autores chilenos actuales, reunidos por Tito Matamala en una antología de cuentos, Porotos granados (Catalonia), con relatos breves (no más de 500 palabras), donde "cada cual escribió lo que quiso y como quiso". Además, como una suerte de fenómeno, Marcelo Lillo con El fumador y otros relatos (Mondadori). En todos los cuentistas más actuales se presenta el problema de que hay una suerte de gramática de sus cuentos, más o menos lograda, que oscila, en el peor de los casos, entre lo previsible y lo monótonamente abrupto y fragmentario. Algunos apostarán por el famoso knock out, con finales imprevistos, siguiendo en parte a Cortázar; otros, seguirán a Chéjov (directamente o a través de Carver) en lo que alguien llamó sus "finales negativos": historias que terminan elípticamente o en mitad de un pensamiento (algo así como "Comenzaba a llover"). Hay quienes experimentará n en su uso del lenguaje o en la variedad de temas, mientras otros insistirán en un ambiente claustrofóbico y en un lenguaje rápido y seco, carente de metáforas. Ejemplo de esto último es Marcelo Lillo. Pero resulta que los temas no son tantos y a ratos se superponen. Incluso hay coincidencias como que Carlos Iturra -quizá quien más intenta (y logra) hacer variaciones- dedique el relato más largo de Crimen y perdón (Catalonia) a una relación en clave de los talleres literarios en casa de Mariana Callejas -la esposa de Michael Townley y cuentista nada desdeñable (publicó en 2007 Nuevos cuentos, en cuyo prólogo habla de esos talleres)-, mientras Carlos Tromben también dedique su relato más largo de Perdidos en el espacio (Calabaza del diablo) a la figura de Callejas (aunque se desvía más hacia otros asuntos con otros personajes en clave). Por otro lado, después de Cortázar y el cantante Arjona, ya no es tan fácil sorprender con los finales. Considérese el siguiente argumento (tomado de uno de los cuentos de Porotos granados): una mujer se disfraza siguiendo a un hombre para tener una aventura y escapar de la rutina de su matrimonio. El hombre también está disfrazado y quiere lo mismo...: finalmente, resulta ser su marido. [zoiladulceuva@ yahoo.com. ar ]~

Mizaria

Por Joan Mateu | @ mediaIsla

El pintor

Con una raya pinté un cuadro. Como no hay forma de venderlo cambiaré al LSD a ver si tengo más éxito. [joan@cimat.es ]~

De guapos de tiempos idos

Carlos Fuentes recita a Dickens, Gabriel García Márquez recuerda un bolero en una conversación que se prolonga hasta el amanecer en una noche de amistad y literatura, una noche que sobrevive a los años.

Por Sergio Ramírez | © BABELIA

Es la más gloriosa calumnia que me han levantado... / Gabo

Una noche de hace tiempo en casa de José María Pérez Gay en la colonia Roma de la ciudad de México la conversación en espiral alrededor de la mesa de la cena se prolongaba en busca del amanecer,

(en todos los labios había risas, inspiración en todos los cerebros)

y ahora Fuentes sostenía que los libros verdaderos de cabecera son aquellos de los que uno puede recitar la primera línea, y yo me acordé de que vine a Comala porque me dijeron que aquí vivía mi padre, un tal Pedro Páramo, y me atajó Héctor Aguilar Camín: porque acá, no aquí, vivía mi padre,

y entonces Fuentes citó con el aplomo de sir Lawrence Olivier en las tablas del Old Vic, It was the best of times, it was the worst of times, it was the age of wisdom, it was the age of foolishness, y siguió adelante con todo el párrafo inicial de Historia de dos ciudades, aquel libro donde las parcas revolucionarias, hediondas a vino, tejen el destino de los decapitados por la reluciente guillotina, la cabeza que cae en la canasta, y luego con toda la página, a ver quién se le atravesaba con Dickens,

antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia, se oyó recitar a Gabo, y un coro respondió: La Vorágine, José Eustasio Rivera,

y Gabo, con su voz bien acentuada de crupier de feria que reparte los números de la lotería, agregó que mejor memoria había que tener para la letra de los boleros, y con precisión ahora de relojero suizo que no equivoca ni bielas ni contrapesos melódicos entonó Tú, que llenas todo de alegría y juventud y ves fantasmas en la noche de tras luz, vete de mí, y miró a todos desafiante en busca de alguien que adivinara el nombre del compositor, pero calló el coro,

los compositores, dijo Fuentes, porque son dos, Homero y Virgilio Espósito,

y Álvaro Mutis, su mano que alisaba la melena blanca, y que siempre hablaba de guapos de tiempos idos, te acordás, Carlos, que cuando te presenté a Gabito que acababa de llegar desde Nueva York con Mercedes, bien apaleados en un tren cogido en Nuevo Laredo, de aquellos mismos viejos trenes del norte que en tiempos de Pancho Villa jadeaban cargados de soldados y soldaderas, me dijiste: me parece raro este tipo, y estalló Álvaro en carcajadas capaces de espantar el sueño de los vecinos de los otros pisos en la alta madrugada, y que de aquel barrio quieto iban a interrumpir el imponente y profundo silencio,

y Chema, al que yo recordaba de pelo largo hasta los hombros en nuestros días de Berlín, citó otra vez a Heimito von Doderer, y entonces Álvaro, llamando cariñosamente Jaimito a Heimito, expresó con otra carcajada la opinión de que se necesitaba el aliento de un atleta de pentatlón para subir Las escaleras de Strudlhof, la novela más célebre y más ardua de Jaimito,

y preguntó Fuentes cómo Álvaro y yo nos habíamos conocido, y fue que Álvaro me visitó en Managua en los años de la revolución para cobrar al gobierno en nombre de la Paramount, de la que era agente, la deuda por unas películas pasadas por el Sistema Sandinista de Televisión, le dije simplemente que no teníamos dólares, no había dólares ni para las medicinas, no se preocupó, y más bien terminamos hablando de la zarina Alexandra Fiódorovna, presa en la fortaleza de Ekaterimburgo y ejecutada por los bolcheviques con su esposo el zar Nikolái Aleksándrovich y toda su familia, drama que Álvaro contaba con sentimiento de poeta, porque era monárquico confeso, y de esa plática salió convertido en un confeso monárquico sandinista,

y me preguntó Álvaro con vozarrón de ventarrón cómo había conocido yo a Fuentes, y conté que lo conocí, pero no nos conocimos, en el año de 1971.

Cómo es eso, preguntó Gabo, alzando las espesas cejas de matorral.

Fue que en Viena asistí al estreno de Todos los gatos son pardos con María Casares en el escenario.

No, el estreno de El tuerto es rey, terció Fuentes.

Bueno, lo que sea, Fuentes estaba en un palco lateral cercano al escenario con sus padres, ellos sentados y él de pie, los brazos cruzados en el pecho, repitiendo los parlamentos con movimientos de los labios como si fuera el director de escena o al menos el apuntador, en el palco había también una mujer muy bella, una aparición o un falso recuerdo,

y abajo en la platea yo me hallaba sentado al lado de Carlos Monsiváis, veníamos los dos de un congreso de juventudes en Salzburgo donde conocimos a Don Helder Cámara y a Bruno Kreisky, y Monsiváis me prometió una entrevista al día siguiente con Fuentes pero nada se pudo y luego se fueron los dos a Venecia a presenciar la filmación que hacía Luchino Visconti de Muerte en Venecia, ya se sabe, con aquel Dirk Bogarde bajo el sol de la playa del Lido maquillado por el barbero, en sus ojos la última visión del bello ángel de la muerte que era Bjorn Andresen en el papel de Tadzio,

pero quién iba a decirlo, pasarían años, hasta los años de la revolución, cuando por fin nos encontramos en Managua, la historia de una amistad mucho más vieja que la que marca un primer encuentro porque la verdad es que nos conocimos en 1963, o en 1964, a mis veinte años, cuando yo iba las primeras veces a México desde Managua como un ruso de las estepas llega a Petersburgo con los ojos abiertos de asombro en una novela de Gógol, y tras bajar las escaleras de la librería El Sótano cercana al Caballito, entre Juárez y Reforma, donde los libros se exhibían sobre tablas sin cepillar como en una feria de remate, me hallé con el breve tomo de Aura publicado por la editorial ERA, que leí esa noche en mi habitación del hotel Regis, uno que derribó el terremoto de 1985, desvelado y deslumbrado, y salí al día siguiente en busca del número 815 de la calle Donceles, un patio muy oscuro, unas escaleras ruinosas, una dirección que no existía, como un día busqué en Buenos Aires el número 8 de la calle Corrientes, segundo piso, ascensor, que tampoco existía,

y propuso Fuentes de pronto a los de la mesa que cada quien dijera cuál era su poema preferido de Rubén Darío, y Gabo, que estaba con la barba en la mano meditabundo, dijo que el poema más grande que se había escrito en lengua castellana era Lo fatal, y entonces yo recité Y la carne que tienta con sus verdes racimos, y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, y Gabo me corrigió: con sus frescos racimos, y hubo una discusión de si eran frescos o verdes racimos, y fue Chema a la biblioteca por el libro correspondiente y Gabo tenía razón, frescos racimos, y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos y no saber adónde vamos, ni de dónde venimos,

y me miró Héctor con desconsuelo, un nicaragüense no debería nunca equivocarse al citar a Rubén Darío, si lo aprenden desde que van a la escuela de párvulos, y yo dije entonces que no sólo los escolares, también recitan a Rubén Darío en las cantinas, y le atribuyen poesías ajenas, de manera que los bohemios piensan que El brindis del bohemio, que tanto le gusta a Carlos Monsiváis, por mi madre, bohemios, era obra de Rubén Darío,

pero quien verdaderamente lo escribió es Guillermo Aguirre y Fierro, que nació en San Luis Potosí, y ese poema pertenece a su libro Sonrisas y lágrimas, año 1942, dijo Fuentes,

no, dijo Gabo, nació en El Paso, Texas, en 1915,

pero esa discusión quedó allí,

y yo dije que esos bohemios nicaragüenses empedernidos también pensaban, orgullosos de ser colegas de Rubén Darío en la disipación y el vicio, que era suyo aquel otro poema sobre guapos que igual recitan los declamadores,

conversaban unos criollos de guapos de tiempos idos, ayer hombres, hoy leyendas con temblor de aparecidos,

parece de Borges, dijo Gabo,

pero es de Luis Escagria, dijo Fuentes, un poema gaucho,

quién más en el mundo sabe quién escribió El brindis del bohemio, quién más conoce a un poeta que se llama Luis Escagria, carajo, dijo Álvaro, y tras dejar estallar su carcajada hizo mutis por el foro para acostarse en un sofá, como siempre lo hacía,

y los últimos ecos de las risas se escapaban, simbolizando al resolverse en nada la vida de los sueños.

Y ya clareaba el día. - [fontanamoncada@ yahoo.es ]~

¿Literatura del yo? ¿Qué yo?

Juana Vázquez | © BABELIA

Hace unos meses salió un monográfico en este suplemento titulado: Escribo sobre mí. La autoficción marca la literatura en castellano. El primer artículo se denominaba 'El yo asalta la literatura'. Se trataba de señalar una orientación de la narrativa actual en una serie de autores, entre los que se encuentran Vila-Matas, Esther Tusquets, Cristina Grande, Julián Rodríguez, Gonzalo Hidalgo, Juan Cruz, Soledad Puértolas, Manuel Rico, etcétera.

Estoy totalmente de acuerdo con esa nueva veta, cada vez más extendida e intensiva de la literatura del yo. Sin embargo, me gustaría puntualizar sobre ese hipotético "yo", puesto que siempre hay que añadirle un adjetivo.

Hay literatura del yo a través de la ocultación -en parte- de lo que es el yo real, para crear el yo con el que uno se identifica. Por supuesto que se trata de literatura del yo, pero en este caso del yo deseado.

El yo histórico está constantemente en nuestras novelas, el tiempo pasado se presta a desvestirnos en la literatura sin problema alguno. Existe pues mucha literatura actual del yo histórico.

Otra de las formas en que se manifiesta el yo es fragmentado a través de los múltiples espejos, que son los personajes. Cada personaje porta una o varias vetas del autor. Es también literatura del yo, pero de un yo disperso.

Está el yo de las autobiografías de ficción, en donde uno mezcla el yo real y el que uno desea a través de contar y fabular sobre uno mismo, es un yo mitificado. Y este yo es el mismo de las autobiografías, puras y duras. Pues son el resultado de seleccionar los hechos que al autor le interesan para configurar el yo que le conviene. En una entrevista a Alfredo Landa en EL PAÍS, se le preguntaba acerca de la misma: "¿Es un strip-tease? ". Y respondió: "No, coño, lo hago totalmente vestido. Cuento todo lo que puedo contar, lo que debo contar".

Y termino con el yo del subconsciente, cuando escribimos de forma más o menos automática. Quizá sea ése el yo más real, pues uno no controla la escritura, y por lo tanto no condiciona a ese yo con el que se identifica de cara a la galería. En este caso tengo que contar una anécdota: hace unos meses he publicado Con olor a naftalina. Es una novela-trance, en el sentido de que mi yo racional ha intervenido muy poco en el proceso de la misma. Por lo tanto, nunca creí que yo estuviera presente en esa novela llena de tabúes. Pues bien, hace poco tiempo, Enrique Vila Matas -que la ha leído- me decía de ella, entre otros temas: "Entendí más cosas de ti...". Entonces me di cuenta de que mi yo se había colado en la misma, sin yo haberlo advertido.

A lo que quería llegar: ¿existe la literatura del yo sin más...? No. Y es que siempre al escribir se selecciona, y esa selección se hace con un criterio, y es impedir que no se exhiba en cueros el yo real, pues nunca nos queremos desnudar por completo. Tapamos las partes pudendas.

Por tanto, existe, sin duda, la literatura del yo, pero del yo "adjetivado" con tanga. Obvio. [fontanamoncada@ yahoo.es]~

Puertas y ventanas

Prórroga en el concurso de afiches, Santiago RD

Subsecretaria de Estado de Cultura para la Región Norte. Por este medio se les informa a todas las personas interesadas en participar en el XIX concurso de arte gráfico del carnaval de santiago, que se ha concedido una prorroga hasta el 22 de enero, 2009, en horario laborable de 8:30 AM. a 5:00 PM., para la entrega de los afiches, en el Palacio Consistorial, sede de la Subsecretaria de Estado de Cultura para la Región Norte. Gracias por participar.

Feria del libro dominicana en New Jersey

Conference on Dominican Affairs presenta Feria del Libro dominicana el Domingo 8 de Febrero, 2009, de 8:00 AM a 4:00 PM. Rutgers School of Law. 123 Washington Street Newark , NJ . Para Inscripción e información: mirellepalmansa@ hotmail.com Ph: 646-548-7313

El ilustre amor de Manuel Mujica Lainez

Incluimos el cuento clásico de la semana, seleccionado por Luis López Nieves: El ilustre amor, por el autor argentino Manuel Mujica Lainez [1910-1984]. Pulse sobre el título para leer el cuento en CiudadSeva.com.

Introducción a las religiones comparadas

Introducción a la historia de las religiones por el Prof. Sergio Fuster .La historia como ciencia positiva de la religión. Distintos estadios de la historia religiosa. Estudio del símbolo del mito y del rito en la experiencia religiosa. Los textos sagrados. Los martes de 14:30 a 16 hs. / Comienza el 3 de febrero Arancel: $ 120 / Duración: 4 Clases. ESPACIO Y: Lugar Cultural. Mansilla 2982, PB – C1425BPJ /Tel: 4962-9402. Directora: Lic. Cristina García Oliver. Informes: lunes a viernes de 15 a 21 hs. espacioylc@yahoo. com.ar www.espacioy. com.ar www.espacioy. blogspot. com

Paraná Poesía 2009

Así se pone al calor del verano en movimiento en la Ciudad de Paraná, los días viernes 23 y 30 de Enero y 6 y 13 de Febrero a las 21 hs; en el Centro Cultural Gloria Montoya, Av. Rivadavia al final. Apertura Viernes 23 Enero 2009: Daniel Durand | Fernando Callero | Tamara Demiryi | Matías Heer | Francisco Marzioni | Juan Desiderio | José Villa | Viernes 30: Roberto Aguirre Molina | Graciela Gianetti | Analía Giordanino | Paulina Vinderman | Fernando Kosiak | Viernes 6 Febrero 2009: Patricio Torne | Santiago Vega – Cucurto- | Martín Pucheta | Fabián Casas | Ricardo Maldonado | Jimena Arnolfi | Luis Benítez | Viernes 13: Juan Meneguín | Eduardo Mileo | Miguel Angel Federik | Víctor Redondo | Silvia Montenegro | 23/Presentació n de Editorial Colección Chapita 2009 de poesía joven argentina y traducción 6/Eloísa Cartonera presenta para el público diseño y encuadernació n de ejemplares únicos. 13/Música de cierre a dúo con "Los Mileo" compuesto por el músico y compositor Raúl Mileo y el Poeta Eduardo Mileo, combinan música y poesía en su CD A boca de jarro e Irala, sueño de amor y de conquista CD próximo a editar que tendrá su estreno en Paraná.

Comprender el cine, explorar el mundo

Profesora: Carolina Giudici*Los Lunes de 19 a 21 hs/Comienza: 9 de febrero/Duració n: 8 clases Un curso pensado para entrenar al espectador en la apreciación, interpretació n y disfrute del cine. Los contenidos buscan formar una mirada crítica a partir de un recorrido por la historia, los directores, las teorías y las corrientes estéticas fundamentales del arte cinematográfico. El objetivo: analizar y discutir cómo el cine construye representaciones sobre las personas, las ideas y el mundo y muchos más. Inscripción: Lunes a viernes de 15 a 21 hs en "Espacio Y" (Cupos limitados – Las vacantes se reservan con inscripción previa). Consultas: datosparacaro@ yahoo.com. ar - Tel: 4962-9402Arancel: $120 (por mes) *Carolina Giudici es Licenciada en Comunicación Social. Desde hace siete años es columnista del ciclo radial "El refugio de la cultura", conducido por Osvaldo Quiroga. Es docente especializada en periodismo y cine. ESPACIO Y, Lugar Cultural / Mansilla 2982 P.B. espacioylc@yahoo. com.ar Informes: lunes a viernes de 15 a 21 hs.

Imágenes del mundo

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más que un grupo o comunidad cerrada, constituye hoy por hoy una modesta sala de lectura donde convergen una serie de personas interesadas en la construcción de un puente de doble vía, a través de la reflexión y el ameno intercambio de información interesante.

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