El 16 de agosto de 1996 el Presidente Leonel Fernández recibía, según palabras de Joaquín Balaguer, un avión en la pista, listo para el despegue. El caudillo, que no podía ser desmentido por su entonces aliado político, mentía.
Según el BID (abril del 2005), entregaba un saldo deficitario de la balanza de pagos en US$29 millones (de 1995).
En 1996 esta cuenta presentaba un saldo positivo de US$68 millones. En 1996, un año electoral, el caudillo los consumió junto a los US$29 MM que arrojaba en déficit. Como el acuerdo obligaba al PLD al silencio, poco sabe el país sobre la realidad: Balaguer sólo destinó el 7.77% de los casi 26,400 millones de pesos ejecutados ese año para el pago de abonos, intereses y comisiones a la deuda. Un gasto que se financiaba en 11.04% (RD$227,105,648) con recursos externos. Peor aún: de los RD$4,191,551,490 presupuestados para pagar la deuda, sus comisiones e intereses, Balaguer sólo pagó RD$2,051,413,665 (48.94%), menos de la mitad porque, aunque la Ley de presupuesto asignó al Ejecutivo RD$2,492,800,415, este ejecutó RD$12,470,246,380, cinco veces más y el 47.24% del gasto. Dentro de eso, aunque se programó pagar 5 millones de comisiones internas, desembolsó más de RD$20 MM. Hoy sabemos cuál era el banco de sus más cercanos allegados.
Salta a la vista cómo a partir de 1996 el gasto público se disparó, amparado en el incremento igual de las recaudaciones. Para 1997 este había crecido a RD$34,540.1 millones (30.84%) y en el 2,000 alcanzó RD$50,463.8 millones, un 91.16% con relación a 1996. De súbito la economía se monetizaba y duplicaba su volumen nominal en apenas 4 años. Pero el IPC ganaba el 29.87%, reduciendo a más de un cuarto el poder adquisitivo del peso que también se devaluó frente al dólar en un 25.52% al pasar de una cotización anual promedio de 12.89 en 1996 a otra de 16.18 en el 2,000. Mientras todo encarecía, la deuda externa se contrajo en 125 millones respecto a 1996 pero el flujo de caja, según la metodología del FMI, cerraba el 1997 negativo en US$514.9 millones. A la par de su “bonanza” y “buena gestión”, el gobierno vendía la CDE, ingenios y vacas gordas propiedad del CEA, cuyos detalles el país todavía desconoce por completo.
El gobierno ostentaba publicitariamente el supuesto mérito de una macroeconomía sana, pero sus “logros” no eran sentidos por la economía doméstica. El gasto se ancló al incremento desmedido de sueldos en el sector público a que se vio obligado el Ejecutivo cuando se autoincrementó el sueldo a 70 mil recién pisó el Palacio. El caudillo reformista le imputó haber metido los dos pies en un zapato.
Ese incremento del PIB estaba desvinculado de la industria local. Al respecto dice Mamerto Reyes Hernández: “La inversión privada, tras alcanzar un máximo relativo en 1978, se deprimió de 1984 a 1986, para después definir un patrón claro de crecimiento oscilante, de 1987 a 2007, que se resume en una tasa media fuerte de crecimiento anual de 7.05 por ciento, factor que explica el tipo de evolución del PIB y el gasto de consumo privado” en Centroamérica. El señor Reyes vincula el alza de los precios de los alimentos a factores derivados del mercado internacional de insumos y a la caída del precio del dólar, especialmente aquellos señalados por Poch, 2008, citado por él. Entre ellos señala: “la expansión de la industria del alcohol carburante en Estados Unidos, el alza de los precios del Petróleo y la devaluación del dólar estadounidense, además del incremento en la demanda de cereales por parte de China e India”. Un proceso que se abría paso desde mediados de los ‘90s y es dominante hoy.
En términos latos, el primer gobierno del PLD era la continuación neoclientelista del balaguerismo: con sus mismos objetivos, especialmente la aparente reducción de la deuda pública externa; algo contradictorio con el discurso neoliberal del entonces joven mandatario que sí sacrificó las propiedades públicas. A pesar de eso, la reserva de dólares se mantuvo inferior a los US$250 millones.
Ese gobierno pagaba la deuda con una mano y, con la otra, autorizaba al sector privado a endeudarse en dólares. Martínez Moya lo refiere en un artículo publicado en HOY el pasado 25. Aparte de las tasas, eso coincide con el incremento de la demanda de tecnología de un sector empresarial seducido por los espejitos que vendían el discurso neoliberal oficial y los fabricantes de maquinarias y equipos extranjeros. Según ellos, con la renovación del parque tecnológico los pobres competirían en los mercados abiertos contra las transnacionales. Al despertar, ya el país estaba endeudado en dólares hasta las coronillas.
Políticamente, el pupilo no apoyaría el regreso del viejo al gobierno en el 2,000. Al contrario: se dedicó a atraerse a su gente. Con el “Pacto Patriótico”, el PLD se había anexado aquella banca robustecida por Balaguer a raíz de 1986. Todavía en 1996 a ella dirigía pagos por comisiones de 20 millones cuando se había presupuestado 5. Al PLD ingresaba “el reformismo de las sombras”.
Al entregar el gobierno, Fernández declaró que dejaba un faltante. Aludía el déficit que desde los ochenta caracterizaba la ejecución presupuestaria. Y, además, advirtió al nuevo gobierno sobre los precios del petróleo.
Sin saberlo, el gobierno del PRD 2000-2004 nacía legitimado, liberado de culpas por los vaivenes futuros que enfrentara la economía. Pero el saliente líder PLDísta calló sobre la situación bancaria, algo que su gobierno conocía: para la Superintendencia de Bancos el BM financió un estudio al respecto: “Diagnóstico del sector financiero”, de Kurt Focke, en febrero 1999. Este recomendaba “medidas de acción a tomar para un programa de apoyo a la entidad”. El BID, por su parte, identificó y comunicó a las autoridades las “encerronas” en este sector. Dice que “éstas sirvieron para darle una constante señal de alerta al país respecto de los problemas potenciales del sector”. Sin embargo, el acceso a esos documentos, alrededor de 40, elaborados por el BID y el BM, todavía en el 2005 “se ve limitado por restricciones de información debido a la inexistencia de una base completa que contenga estos datos, así como de archivos de fácil acceso que mantengan todos los trabajos realizados”. Quien suscribe no los pudo encontrar en las bibliotecas del BANCENTRAL y la Superintendencia de Bancos.
El PLD había escondido las plumas de sus gallinas. El PRD, por su parte, recibía el gobierno en el 2,000 sin imaginar que debía tomar cuidados extraordinarios ante un PLD que entonces escondía su voracidad política y esa “encerrona”. Hecho esto, Fernández declaró que el gobierno del PRD sería un fracaso. Se dedicó a promover su candidatura 2004-2008 y esperó a que la bomba bancaria explotara. Entonces resurgió del rechazo recién recibido en el 2,002; arremetiendo contra el PRD, culpándolo. Para el PRD era tarde: la “encerrona” advertida por el BID en 1999 había detonado
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jueves, 28 de octubre de 2010
miércoles, 27 de octubre de 2010
DEMOCRACIA DE ELECTORES , NO DE CIUDADANOS.
Democracias de electores, no de ciudadanos
Rosario Espinal. Publicacion del diario Hoy, Santo Domingo, Rep. Dominicana.
La Organización de Estados Americanos (OEA) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentaron recientemente su informe sobre el estado de la democracia en América Latina 2010.
Al igual que en el informe 2004, se utilizan dos conceptos claves para evaluar los sistemas políticos latinoamericanos: la democracia de electores y la democracia de ciudadanos, y nuevamente se plantea que las democracias latinoamericanas son de electores.
Esto indica que en los últimos seis años no ha habido grandes cambios.
¿Por qué plantea el informe que las democracias latinoamericanas son de electores y no de ciudadanos, y cuáles son las consecuencias? A continuación resumo algunos de los principales planteamientos. Primero, son democracias electorales porque hay elecciones competitivas, pero estas democracias registran fuertes desigualdades sociales y mala distribución del ingreso. En las últimas décadas, el 10% más rico de la población latinoamericana ha recibido en promedio 37% del ingreso, mientras el 40% más pobre ha recibido sólo 13%. Con tanta desigualdad, no es posible avanzar en la reorganización del poder que requiere una democracia para garantizar amplios derechos ciudadanos.
Segundo, en América Latina el Estado es débil para atender las demandas de la ciudadanía, y fuerte para servir a las élites. Esa debilidad del Estado latinoamericano es la razón por la que hay serios problemas de desigualdad socio-económica, baja institucionalidad, falta de transparencia, altas tasas de homicidios, dominio de amplios territorios por el narcotráfico, y vastas zonas fuera del alcance de la ley.
Tercero, un Estado ineficiente malgasta los recursos públicos y no logra que las políticas públicas se ejecuten a favor del bienestar ciudadano; además, un Estado así convierte la democracia en un sistema ajeno a la ciudadanía.
Cuarto, la pérdida de representación del sistema democrático se produce cuando se generaliza la percepción de que los gobernantes no representan, es decir, cuando la población siente que los representantes a quienes les han delegado el poder dan la espalda a las necesidades y expectativas de los representados. En esta situación se corre el riesgo de que el sistema democrático pierda legitimidad.
Quinto, el estudio de los partidos en América Latina indica que existe una conexión entre la crisis de representación y el apoyo a la democracia. Mientras más débil es el vínculo entre las élites gobernantes y la ciudadanía, menor es el compromiso de la gente hacia el régimen democrático. Si la crisis de representación se agudiza, la gente puede sentirse más inclinada a aceptar un sistema autoritario. Por eso la crisis de representación conduce frecuentemente a la crisis de la democracia.
Sexto, para mejorar las democracias latinoamericanas se necesita generar mayor igualdad de riqueza y poder, mayor transparencia en la rendición de cuentas, combatir la corrupción pública y privada, mayor nivel de participación popular en la gestión pública, combatir la delincuencia y aumentar los niveles de seguridad ciudadana.
Podría decirse que el informe 2010 ha reiterado muchos de los planteamientos de 2004. De todas formas, siempre es positivo que los organismos internacionales repitan los problemas para que los gobiernos, incluido el dominicano, no pueden hacerse cien por ciento los tontos.
El desafío irresuelto es cómo transformar las democracias electorales en democracias de ciudadanos.
Históricamente, en los modelos clásicos de democratización, la burguesía se interesó en hacer el Estado más eficiente y presionó a los políticos para lograrlo. Uno de los graves problemas de América Latina es la miopía de la burguesía, que se acomoda a explotar y obtener grandes ganancias sin importarle las garantías colectivas que permiten construir ciudadanía.
Santo Domingo, R.D., miércoles, 27 de octubre de 2010
http://www.hoy.com.do/opiniones/2010/10/26/347657/Democracias-de-electores-no-de-ciudadanos
Rosario Espinal. Publicacion del diario Hoy, Santo Domingo, Rep. Dominicana.
La Organización de Estados Americanos (OEA) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentaron recientemente su informe sobre el estado de la democracia en América Latina 2010.
Al igual que en el informe 2004, se utilizan dos conceptos claves para evaluar los sistemas políticos latinoamericanos: la democracia de electores y la democracia de ciudadanos, y nuevamente se plantea que las democracias latinoamericanas son de electores.
Esto indica que en los últimos seis años no ha habido grandes cambios.
¿Por qué plantea el informe que las democracias latinoamericanas son de electores y no de ciudadanos, y cuáles son las consecuencias? A continuación resumo algunos de los principales planteamientos. Primero, son democracias electorales porque hay elecciones competitivas, pero estas democracias registran fuertes desigualdades sociales y mala distribución del ingreso. En las últimas décadas, el 10% más rico de la población latinoamericana ha recibido en promedio 37% del ingreso, mientras el 40% más pobre ha recibido sólo 13%. Con tanta desigualdad, no es posible avanzar en la reorganización del poder que requiere una democracia para garantizar amplios derechos ciudadanos.
Segundo, en América Latina el Estado es débil para atender las demandas de la ciudadanía, y fuerte para servir a las élites. Esa debilidad del Estado latinoamericano es la razón por la que hay serios problemas de desigualdad socio-económica, baja institucionalidad, falta de transparencia, altas tasas de homicidios, dominio de amplios territorios por el narcotráfico, y vastas zonas fuera del alcance de la ley.
Tercero, un Estado ineficiente malgasta los recursos públicos y no logra que las políticas públicas se ejecuten a favor del bienestar ciudadano; además, un Estado así convierte la democracia en un sistema ajeno a la ciudadanía.
Cuarto, la pérdida de representación del sistema democrático se produce cuando se generaliza la percepción de que los gobernantes no representan, es decir, cuando la población siente que los representantes a quienes les han delegado el poder dan la espalda a las necesidades y expectativas de los representados. En esta situación se corre el riesgo de que el sistema democrático pierda legitimidad.
Quinto, el estudio de los partidos en América Latina indica que existe una conexión entre la crisis de representación y el apoyo a la democracia. Mientras más débil es el vínculo entre las élites gobernantes y la ciudadanía, menor es el compromiso de la gente hacia el régimen democrático. Si la crisis de representación se agudiza, la gente puede sentirse más inclinada a aceptar un sistema autoritario. Por eso la crisis de representación conduce frecuentemente a la crisis de la democracia.
Sexto, para mejorar las democracias latinoamericanas se necesita generar mayor igualdad de riqueza y poder, mayor transparencia en la rendición de cuentas, combatir la corrupción pública y privada, mayor nivel de participación popular en la gestión pública, combatir la delincuencia y aumentar los niveles de seguridad ciudadana.
Podría decirse que el informe 2010 ha reiterado muchos de los planteamientos de 2004. De todas formas, siempre es positivo que los organismos internacionales repitan los problemas para que los gobiernos, incluido el dominicano, no pueden hacerse cien por ciento los tontos.
El desafío irresuelto es cómo transformar las democracias electorales en democracias de ciudadanos.
Históricamente, en los modelos clásicos de democratización, la burguesía se interesó en hacer el Estado más eficiente y presionó a los políticos para lograrlo. Uno de los graves problemas de América Latina es la miopía de la burguesía, que se acomoda a explotar y obtener grandes ganancias sin importarle las garantías colectivas que permiten construir ciudadanía.
Santo Domingo, R.D., miércoles, 27 de octubre de 2010
http://www.hoy.com.do/opiniones/2010/10/26/347657/Democracias-de-electores-no-de-ciudadanos
VARGAS, HIPOLITO, FERNANDEZ Y LAS MEDICIONES.
Wednesday, October 27, 2010
Vargas, Hipólito, Fernández y las mediciones
Orlando dice //
Orlando Gil
Los sesgos
A Miguel Vargas sus oponentes quisieron crucificarlo cuando firmó con Leonel Fernández el Pacto de las Corbatas Azules, aun cuando celebraban que se eliminara la reelección consecutiva. Fueron muchas las historias que circularon entonces que daban cuenta de que el negocio no fue sólo político, sino que había otros tratos por debajo de la mesa que dejaron pingu¨es beneficios a los intermediarios o facilitadores.
Incluso, se resaltó con fines perversos el protagonismo de los ingenieros. Ahora, sin que como en la ocasión anterior haya verdadero sustento, se denuncia lo contrario: el entendimiento se da entre el gobierno y el sector de Hipólito Mejía. La “genialidad” encuentra cabida y la acusación forma parte del debate, de manera que las situaciones nuevas se originan por voluntad del oficialismo y no como consecuencia de la dinámica política.
La primera piedra fue lanzada para explicar el crecimiento de Mejía. Los voceros de Vargas dijeron que el gobierno inflaba sus números, aun cuando esos porcentajes aparecían en las encuestas de los perredeístas…
Lázaro
Hipólito Mejía admite que hubo momentos en que sus porcentajes eran insignificantes, en que era un cadáver insepulto del que se alimentaban los buitres como carne de carroña. A mí me confesó que lo suyo era “chancleta, pantaloncito corto y pelota”, como cualquier hijo de vecino, compartiendo con los pocos compadres que le quedaron. Sin embargo, un día se levantó y empezó a andar como Lázaro, sin que mediara ningún conjuro, como sí lo hubo en el pasaje bíblico.
Simplemente se cumplió el cálculo de sus estrategas. La escogencia de candidatos y las elecciones congresuales y municipales se tragaron a Vargas. Como tuvo todo el poder para decidir, cometió todas las injusticias y por igual recibió todas las ingratitudes.
Esa situación era previsible, por lo que Vargas pudo haber- se preparado, o no sorprenderse de que ocurriera y busque responsables fuera de su entorno, o tan lejos como en el gobierno. La gobernabilidad (y vale para nación, partido o liderazgo) es cosa de todos los días: un plebiscito permanente, pues con el mínimo descuido se pierde parte o todo...
La medicina
El grupo de Miguel Vargas dejó un día de hablar de encuestas, aun cuando era fervoroso de las mediciones, pues las suyas y las ajenas daban cuenta del cambio de ánimo entre perredeístas y en la población en general. A contrapelo, los seguidores de Hipólito Mejía se dedicaron a darle su propia medicina. Incluso contrataron las mismas empresas que antes le trabajaban. Si esos sondeos fueron buenos para asegurar la anterior correlación de fuerzas, también, y sin dudas ni titubeos, para registrar los cambios de adhesión.
Aunque –a decir verdad– a Vargas lo tienen cercado con las encuestas, sin que pueda hablarse de conspiración. Están las conocidas y comprobadas, pero hay otras que no son más que rumores hasta que sean publicadas. ¿Cómo un periódico encarga una medición y se la reserva? Pues de eso se habla, y las historias son dramáticas, ya que se afirma –como si se hubiera estado presente– que se llamó a fulano o a zutano para pedir cuentas por ese escamoteo, como si los propietarios o directores fueran muchachos de mandado…
Las otras
Desde que la embajada norteamericana quita visa y lo dice, nadie inventa como antes con sus supuestas encuestas. Ahora se habla de las que hacen empresarios (amigos de los interesados que las refieren), pero hay una que de un tiempo a esta parte tiene la mayor majestad: la del Presidente. No sólo se trata de la alcurnia, sino de la fiabilidad. Nadie cree que al mandatario lo puedan tupir. Aunque llama la atención que algo que debiera ser de Estado circule por tantas manos, pues en cualquier esquina se descalifica con esos números.
También hay otra, con igual origen, pero de seguimiento. Se hace mes por mes, y no atendiendo a coyuntura electoral. Y además indaga sobre muchas cosas. La llaman El Barómetro. Todas, por alguna razón, la oponen a Vargas, quien al parecer, no tiene una que lo defienda y restablezca a la antigua situación de preeminencia…
Santo Domingo, R.D., miércoles, 27 de octubre de 2010
Vargas, Hipólito, Fernández y las mediciones
Orlando dice //
Orlando Gil
Los sesgos
A Miguel Vargas sus oponentes quisieron crucificarlo cuando firmó con Leonel Fernández el Pacto de las Corbatas Azules, aun cuando celebraban que se eliminara la reelección consecutiva. Fueron muchas las historias que circularon entonces que daban cuenta de que el negocio no fue sólo político, sino que había otros tratos por debajo de la mesa que dejaron pingu¨es beneficios a los intermediarios o facilitadores.
Incluso, se resaltó con fines perversos el protagonismo de los ingenieros. Ahora, sin que como en la ocasión anterior haya verdadero sustento, se denuncia lo contrario: el entendimiento se da entre el gobierno y el sector de Hipólito Mejía. La “genialidad” encuentra cabida y la acusación forma parte del debate, de manera que las situaciones nuevas se originan por voluntad del oficialismo y no como consecuencia de la dinámica política.
La primera piedra fue lanzada para explicar el crecimiento de Mejía. Los voceros de Vargas dijeron que el gobierno inflaba sus números, aun cuando esos porcentajes aparecían en las encuestas de los perredeístas…
Lázaro
Hipólito Mejía admite que hubo momentos en que sus porcentajes eran insignificantes, en que era un cadáver insepulto del que se alimentaban los buitres como carne de carroña. A mí me confesó que lo suyo era “chancleta, pantaloncito corto y pelota”, como cualquier hijo de vecino, compartiendo con los pocos compadres que le quedaron. Sin embargo, un día se levantó y empezó a andar como Lázaro, sin que mediara ningún conjuro, como sí lo hubo en el pasaje bíblico.
Simplemente se cumplió el cálculo de sus estrategas. La escogencia de candidatos y las elecciones congresuales y municipales se tragaron a Vargas. Como tuvo todo el poder para decidir, cometió todas las injusticias y por igual recibió todas las ingratitudes.
Esa situación era previsible, por lo que Vargas pudo haber- se preparado, o no sorprenderse de que ocurriera y busque responsables fuera de su entorno, o tan lejos como en el gobierno. La gobernabilidad (y vale para nación, partido o liderazgo) es cosa de todos los días: un plebiscito permanente, pues con el mínimo descuido se pierde parte o todo...
La medicina
El grupo de Miguel Vargas dejó un día de hablar de encuestas, aun cuando era fervoroso de las mediciones, pues las suyas y las ajenas daban cuenta del cambio de ánimo entre perredeístas y en la población en general. A contrapelo, los seguidores de Hipólito Mejía se dedicaron a darle su propia medicina. Incluso contrataron las mismas empresas que antes le trabajaban. Si esos sondeos fueron buenos para asegurar la anterior correlación de fuerzas, también, y sin dudas ni titubeos, para registrar los cambios de adhesión.
Aunque –a decir verdad– a Vargas lo tienen cercado con las encuestas, sin que pueda hablarse de conspiración. Están las conocidas y comprobadas, pero hay otras que no son más que rumores hasta que sean publicadas. ¿Cómo un periódico encarga una medición y se la reserva? Pues de eso se habla, y las historias son dramáticas, ya que se afirma –como si se hubiera estado presente– que se llamó a fulano o a zutano para pedir cuentas por ese escamoteo, como si los propietarios o directores fueran muchachos de mandado…
Las otras
Desde que la embajada norteamericana quita visa y lo dice, nadie inventa como antes con sus supuestas encuestas. Ahora se habla de las que hacen empresarios (amigos de los interesados que las refieren), pero hay una que de un tiempo a esta parte tiene la mayor majestad: la del Presidente. No sólo se trata de la alcurnia, sino de la fiabilidad. Nadie cree que al mandatario lo puedan tupir. Aunque llama la atención que algo que debiera ser de Estado circule por tantas manos, pues en cualquier esquina se descalifica con esos números.
También hay otra, con igual origen, pero de seguimiento. Se hace mes por mes, y no atendiendo a coyuntura electoral. Y además indaga sobre muchas cosas. La llaman El Barómetro. Todas, por alguna razón, la oponen a Vargas, quien al parecer, no tiene una que lo defienda y restablezca a la antigua situación de preeminencia…
Santo Domingo, R.D., miércoles, 27 de octubre de 2010
viernes, 15 de octubre de 2010
UNA VEZ MAS EL PRESIDENTE FERNANDEZ POSPONE LOS PLANES DE QUE AVANCEMOS EDUCANDONOS, Y SE CONTRADICE AL NO DARLE LA PRIORIDAD QUE TIENE LA EDUCACION
10 Octubre 2010, Hoy, editorial.
El cemento ha sido la prioridad nacional
Con el 2 por ciento del PIB destinado a la educación, el presupuesto del 2011 ratifica la exclusión que mantiene más de un tercio de la población en los niveles de pobreza
Escrito por: JUAN BOLÍVAR DÍAZ (juandolivardiaz@gmail.com)
Pese al discurso de modernidad que caracteriza al presidente Leonel Fernández, el proyecto de Presupuesto para el 2011 vuelve a quedar rozando el 2 por ciento del producto interno bruto (PIB) para educación, 1.63 por ciento en las últimas cuatro décadas, que es menos de la tercera parte del 5.5 por ciento que invertirá este año la región latinoamericana.
Muchos no logran entender por qué los dominicanos no pueden alcanzar la meta del 4 por ciento del PIB para la educación que incluso se estableció por ley hace trece años, pero la explicación está en la predilección de los gobernantes por las construcciones buscando perpetuarse en cemento y piedra y en las comisiones que dejan.
Rezago presupuestario. Con un presupuesto de gastos públicos de 390 mil 475 millones de pesos para el 2011, la nación apenas dispondrá de 41 mil 568 millones para el sector educativo, una vez más rezagado en relación a la Ley General de Educación. Esa partida es apenas el 10.6 por ciento del total y equivale a poquito menos del 2 por ciento del producto interno bruto estimado.
La Acción para la Educación (EDUCA) estimó la partida en 1.98 por ciento del PIB, en tanto que la ex presidenta de la Asociación Dominicana de Profesores María Teresa Cabrera la dejaba en 1.95, absolutamente insuficiente para la demanda de recursos que deben destinarse a la educación para alcanzar las metas de competitividad nacional y comenzar a superar la pobreza que afecta a más de un tercio de la población.
El propio ministro de Educación, Melanio Paredes, ha dicho por segundo año seguido que lo destinado al sector impide cumplir las metas que se había trazado esa cartera. El año pasado dijo que “los programas de expansión y mejoramiento de la calidad de la enseñanza” no podrían ejecutarse por insuficiencia presupuestal y llegó a reclamar públicamente entre 4 y 6 mil millones de pesos adicionales que no le fueron asignados. Ahora dice que a pesar de un incremento de 4 mil 500 millones de pesos tendrá que “desacelerar la ejecución de los programas iniciados este año e incluso desistir del reajuste salarial a los docentes”.
Educa pegó el grito sosteniendo que el 1.98 por ciento del PIB para educación es violatorio de la Ley General de Educación 66-97, que establece un mínimo del 4 por ciento. Pero también del Plan Decenal 2008-18 elaborado por este Gobierno, así como de los acuerdos de la Cumbre por la Unidad Nacional celebrada a principios del 2009. Esta elaboró un calendario de incremento que llevaría la asignación del 2011 al 3.42 por ciento del PIB, lo que hubiese implicado 71 mil 797 millones de pesos, es decir 30 mil 229 millones más que lo consignado.
Pírrico promedio de 1.63% . En un artículo publicado en HOY (página 14-B del 1 de octubre pasado), el ministro Paredes incluyó un gráfico indicativo de que entre 1970 y 2008 el promedio de la inversión nacional en educación fue apenas de 1.63 por ciento del PIB, el cual ha variado muy poco ya que en los últimos dos años supera en muy poco el 2 por ciento.
El pico más bajo se registró en 1991 cuando la inversión quedó en 0.56 por ciento del producto bruto, siendo presidente de la nación el afamado intelectual Joaquín Balaguer, y el más alto, de 2.70 en el 2002 cuando lo era el agrónomo Hipólito Mejía. El “presidente agricultor” Antonio Guzmán había elevado el promedio al 2.43% en 1979. Entre 1987 y 92 se mantuvo por debajo de 1.50, originando un deterioro tan grande de la educación que generó una reacción nacional. Se consensuó el Plan Decenal de Educación 1992-02 y todo un movimiento que llevó al consenso de una inversión mínima del 4% del PIB o del 16% del monto del Presupuesto, consignada en la Ley General de Educación.
La República Dominicana se sitúa en los últimos escalones en inversión en educación en el continente y en el mundo. La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) estimó el promedio de la región para este año en 5.1% del PIB, aunque uno de sus funcionarios dijo el mes pasado en Buenos Aires que podría llegar al 5.5. En cualquier caso la inversión nacional no alcanza el 40 por ciento del promedio regional.
En su primer período de gobierno, 1996-2000, el presidente Leonel Fernández logró elevar la inversión del 1.93 al 2.63 por ciento del PIB. Con la crisis financiera del 2003 descendió a 1.30, y en el período 2004-10 no ha pasado del 2.33 logrado el año pasado. El mandatario atribuyó reiteradamente al peso de la deuda externa la imposibilidad de destinar mayores recursos a la educación.
Si el argumento es válido las perspectivas son peores ya que el endeudamiento estatal casi se ha duplicado en los últimos seis años, elevando la proporción de los ingresos que conlleva el pago de la deuda, 41 por ciento para el 2011.
Palacios y monumentos. Lo que explica la contradicción entre crecimiento económico y educación es la vocación de constructores de los gobernantes, especialmente de los que más tiempo han gobernado el país en el último siglo, Rafael Leónidas Trujillo, Joaquín Balaguer y Leonel Fernández.
La cultura de lo monumental ha sido introvertida por la población y por eso se habla de palacios nacionales, de justicia, municipales y policiales aún en jurisdicciones de extrema pobreza. De lo que no hay dudas es que el país se ha “modernizado” en materia de urbanismo, desde las edificaciones públicas, las carreteras, aeropuertos, elevados y hasta un Metro, especialmente durante los gobiernos que menos han invertido en educación.
El gasto superfluo, de lo que se ve, sin prioridad, ha superado no sólo el de educación y salud, sino también el de energía eléctrica, acueductos y alcantarillados pluviales y sanitarios, constituyendo una cultura nacional. De ahí que muchas personas se compren un automóvil de lujo antes que una vivienda y que el país tenga un parque vehicular más caro que el de naciones ricas como Argentina, Chile o Uruguay.
La explicación hay que buscarla en la cultura política del continuismo en el poder. La inversión en obras materiales se puede exhibir en cuatro años y en educación requiere períodos más prolongados para demostrar sus frutos. Pero también las obras implican grandes tráficos en comisiones y sobreprecios que financian la costosa política nacional y explican la prosperidad de los agentes políticos.
De nada han valido las leyes ni los consensos, los discursos y las promesas, por lo que dirigentes sociales se preguntan qué podrán hacer para convencer a los gobernantes de que la prioridad por la educación se demuestra primero que nada en los presupuestos, como planteó el ex presidente de España Felipe González, en el Congreso Iberoamericano de Educación recién celebrado en Buenos Aires.
Grave contradicción.
El desprecio de los gobernantes dominicanos por la educación, especialmente de los más ilustrados, queda de manifiesto en el hecho de que mientras el país es el que menos recursos dedica a la formación de los recursos humanos, es al mismo tiempo el de mayor crecimiento económico en la región latinoamericana durante los últimos 50 años, como lo han resaltado los informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Según la CEPAL, en las últimas cinco décadas la República Dominicana registró un crecimiento económico promedio de 5.4 por ciento, 59 por ciento superior al 3.4 por ciento de América Latina en el mismo período. Aún en la llamada “década perdida” de los años ochenta, que impactó en el país con los duros ajustes económicos impuestos por el Fondo Monetario Internacional, el crecimiento económico dominicano más que duplicó el promedio de la región, con tasa de 2.64% contra 1.02%.
A todos los analistas llama poderosamente la atención que la inversión en educación entre 1970 y 2008 promedie 1.63 por ciento, apenas el 30 por ciento del crecimiento de la economía, lo que demuestra que el liderazgo del Estado ha despreciado todos los planteamientos de que la educación es la base del desarrollo, y lo que es peor, ha ignorado la experiencia de las naciones que han dado el salto al progreso, en todos los casos privilegiándola con tasas de inversión del 5 al 10 por ciento de su producto bruto.
El resultado no ha podido ser más catastrófico, pues los dominicanos tienen todavía un promedio educativo del sexto año de primaria y el país aparece en los últimos escalones de las evaluaciones internacionales sobre calidad de la educación. En el reporte sobre Competitividad del Foro Económico Mundial 2010-11, publicado el mes pasado, el país ocupa la posición 137, de 139 países evaluados, en calidad de la educación primaria. Ninguna de las universidades dominicanas aparece entre las 200 mejores del continente en las evaluaciones internacionales.
http://www.hoy.com.do/tema-de-hoy/2010/10/10/345484/El-cemento-ha-sido-la-prioridad-nacional
El cemento ha sido la prioridad nacional
Con el 2 por ciento del PIB destinado a la educación, el presupuesto del 2011 ratifica la exclusión que mantiene más de un tercio de la población en los niveles de pobreza
Escrito por: JUAN BOLÍVAR DÍAZ (juandolivardiaz@gmail.com)
Pese al discurso de modernidad que caracteriza al presidente Leonel Fernández, el proyecto de Presupuesto para el 2011 vuelve a quedar rozando el 2 por ciento del producto interno bruto (PIB) para educación, 1.63 por ciento en las últimas cuatro décadas, que es menos de la tercera parte del 5.5 por ciento que invertirá este año la región latinoamericana.
Muchos no logran entender por qué los dominicanos no pueden alcanzar la meta del 4 por ciento del PIB para la educación que incluso se estableció por ley hace trece años, pero la explicación está en la predilección de los gobernantes por las construcciones buscando perpetuarse en cemento y piedra y en las comisiones que dejan.
Rezago presupuestario. Con un presupuesto de gastos públicos de 390 mil 475 millones de pesos para el 2011, la nación apenas dispondrá de 41 mil 568 millones para el sector educativo, una vez más rezagado en relación a la Ley General de Educación. Esa partida es apenas el 10.6 por ciento del total y equivale a poquito menos del 2 por ciento del producto interno bruto estimado.
La Acción para la Educación (EDUCA) estimó la partida en 1.98 por ciento del PIB, en tanto que la ex presidenta de la Asociación Dominicana de Profesores María Teresa Cabrera la dejaba en 1.95, absolutamente insuficiente para la demanda de recursos que deben destinarse a la educación para alcanzar las metas de competitividad nacional y comenzar a superar la pobreza que afecta a más de un tercio de la población.
El propio ministro de Educación, Melanio Paredes, ha dicho por segundo año seguido que lo destinado al sector impide cumplir las metas que se había trazado esa cartera. El año pasado dijo que “los programas de expansión y mejoramiento de la calidad de la enseñanza” no podrían ejecutarse por insuficiencia presupuestal y llegó a reclamar públicamente entre 4 y 6 mil millones de pesos adicionales que no le fueron asignados. Ahora dice que a pesar de un incremento de 4 mil 500 millones de pesos tendrá que “desacelerar la ejecución de los programas iniciados este año e incluso desistir del reajuste salarial a los docentes”.
Educa pegó el grito sosteniendo que el 1.98 por ciento del PIB para educación es violatorio de la Ley General de Educación 66-97, que establece un mínimo del 4 por ciento. Pero también del Plan Decenal 2008-18 elaborado por este Gobierno, así como de los acuerdos de la Cumbre por la Unidad Nacional celebrada a principios del 2009. Esta elaboró un calendario de incremento que llevaría la asignación del 2011 al 3.42 por ciento del PIB, lo que hubiese implicado 71 mil 797 millones de pesos, es decir 30 mil 229 millones más que lo consignado.
Pírrico promedio de 1.63% . En un artículo publicado en HOY (página 14-B del 1 de octubre pasado), el ministro Paredes incluyó un gráfico indicativo de que entre 1970 y 2008 el promedio de la inversión nacional en educación fue apenas de 1.63 por ciento del PIB, el cual ha variado muy poco ya que en los últimos dos años supera en muy poco el 2 por ciento.
El pico más bajo se registró en 1991 cuando la inversión quedó en 0.56 por ciento del producto bruto, siendo presidente de la nación el afamado intelectual Joaquín Balaguer, y el más alto, de 2.70 en el 2002 cuando lo era el agrónomo Hipólito Mejía. El “presidente agricultor” Antonio Guzmán había elevado el promedio al 2.43% en 1979. Entre 1987 y 92 se mantuvo por debajo de 1.50, originando un deterioro tan grande de la educación que generó una reacción nacional. Se consensuó el Plan Decenal de Educación 1992-02 y todo un movimiento que llevó al consenso de una inversión mínima del 4% del PIB o del 16% del monto del Presupuesto, consignada en la Ley General de Educación.
La República Dominicana se sitúa en los últimos escalones en inversión en educación en el continente y en el mundo. La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) estimó el promedio de la región para este año en 5.1% del PIB, aunque uno de sus funcionarios dijo el mes pasado en Buenos Aires que podría llegar al 5.5. En cualquier caso la inversión nacional no alcanza el 40 por ciento del promedio regional.
En su primer período de gobierno, 1996-2000, el presidente Leonel Fernández logró elevar la inversión del 1.93 al 2.63 por ciento del PIB. Con la crisis financiera del 2003 descendió a 1.30, y en el período 2004-10 no ha pasado del 2.33 logrado el año pasado. El mandatario atribuyó reiteradamente al peso de la deuda externa la imposibilidad de destinar mayores recursos a la educación.
Si el argumento es válido las perspectivas son peores ya que el endeudamiento estatal casi se ha duplicado en los últimos seis años, elevando la proporción de los ingresos que conlleva el pago de la deuda, 41 por ciento para el 2011.
Palacios y monumentos. Lo que explica la contradicción entre crecimiento económico y educación es la vocación de constructores de los gobernantes, especialmente de los que más tiempo han gobernado el país en el último siglo, Rafael Leónidas Trujillo, Joaquín Balaguer y Leonel Fernández.
La cultura de lo monumental ha sido introvertida por la población y por eso se habla de palacios nacionales, de justicia, municipales y policiales aún en jurisdicciones de extrema pobreza. De lo que no hay dudas es que el país se ha “modernizado” en materia de urbanismo, desde las edificaciones públicas, las carreteras, aeropuertos, elevados y hasta un Metro, especialmente durante los gobiernos que menos han invertido en educación.
El gasto superfluo, de lo que se ve, sin prioridad, ha superado no sólo el de educación y salud, sino también el de energía eléctrica, acueductos y alcantarillados pluviales y sanitarios, constituyendo una cultura nacional. De ahí que muchas personas se compren un automóvil de lujo antes que una vivienda y que el país tenga un parque vehicular más caro que el de naciones ricas como Argentina, Chile o Uruguay.
La explicación hay que buscarla en la cultura política del continuismo en el poder. La inversión en obras materiales se puede exhibir en cuatro años y en educación requiere períodos más prolongados para demostrar sus frutos. Pero también las obras implican grandes tráficos en comisiones y sobreprecios que financian la costosa política nacional y explican la prosperidad de los agentes políticos.
De nada han valido las leyes ni los consensos, los discursos y las promesas, por lo que dirigentes sociales se preguntan qué podrán hacer para convencer a los gobernantes de que la prioridad por la educación se demuestra primero que nada en los presupuestos, como planteó el ex presidente de España Felipe González, en el Congreso Iberoamericano de Educación recién celebrado en Buenos Aires.
Grave contradicción.
El desprecio de los gobernantes dominicanos por la educación, especialmente de los más ilustrados, queda de manifiesto en el hecho de que mientras el país es el que menos recursos dedica a la formación de los recursos humanos, es al mismo tiempo el de mayor crecimiento económico en la región latinoamericana durante los últimos 50 años, como lo han resaltado los informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Según la CEPAL, en las últimas cinco décadas la República Dominicana registró un crecimiento económico promedio de 5.4 por ciento, 59 por ciento superior al 3.4 por ciento de América Latina en el mismo período. Aún en la llamada “década perdida” de los años ochenta, que impactó en el país con los duros ajustes económicos impuestos por el Fondo Monetario Internacional, el crecimiento económico dominicano más que duplicó el promedio de la región, con tasa de 2.64% contra 1.02%.
A todos los analistas llama poderosamente la atención que la inversión en educación entre 1970 y 2008 promedie 1.63 por ciento, apenas el 30 por ciento del crecimiento de la economía, lo que demuestra que el liderazgo del Estado ha despreciado todos los planteamientos de que la educación es la base del desarrollo, y lo que es peor, ha ignorado la experiencia de las naciones que han dado el salto al progreso, en todos los casos privilegiándola con tasas de inversión del 5 al 10 por ciento de su producto bruto.
El resultado no ha podido ser más catastrófico, pues los dominicanos tienen todavía un promedio educativo del sexto año de primaria y el país aparece en los últimos escalones de las evaluaciones internacionales sobre calidad de la educación. En el reporte sobre Competitividad del Foro Económico Mundial 2010-11, publicado el mes pasado, el país ocupa la posición 137, de 139 países evaluados, en calidad de la educación primaria. Ninguna de las universidades dominicanas aparece entre las 200 mejores del continente en las evaluaciones internacionales.
http://www.hoy.com.do/tema-de-hoy/2010/10/10/345484/El-cemento-ha-sido-la-prioridad-nacional
lunes, 4 de octubre de 2010
SOCIEDAD Y GLOBALIDAD. LA SOCIOLOGIA DE LA CONCIENCIA OBRERA
Entrevista con Alain Touraine:
Sociedad y globalidad
Alain Touraine (1925- )
Sociólogo francés y Director de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, se caracteriza por haber centrado su actividad científica en la acción social y en los movimientos sociales. Su obra ha sido dividida en tres periodos: el primero, centrado en el estudio del trabajo, y en particular en la sociología de la conciencia obrera. El segundo, donde se ocupó por los movimientos sociales, principalmente los acontecimientos de “mayo del 68” y los golpes de Estado en Latinoamérica. Y un tercero, en el que podemos situarlo en la actualidad, que destaca por el estudio del papel del sujeto considerado como principio central de acción de los movimientos sociales.
Su libro La sociedad posindustrial (Ariel, 1969) supuso el reconocimiento de la comunidad científica. Ha escrito una veintena de libros, la gran parte traducidos al español, entre los que destacan: Sociología de la acción (Ariel, 1969), Crítica de la Modernidad (Fondo de Cultura Económica, 1992), ¿Qué es la democracia? (Temas de Hoy, 1994), ¿Podremos vivir juntos: Iguales y diferentes? (Fondo de Cultura Económica, 1997), ¿Cómo salir del liberalismo? (Paidós, 1999) o Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy (Paidós, 2005). Acaba de salir publicado en francés su último libro Le monde des femmes (Fayard, 2006).
—Raúl MAGALLÓN: ¿Sociedad Postmoderna? ¿desmodernización? ¿sociedad hipermoderna?
—Alain TOURAINE: Todo lo que es ataque sistemático contra la modernidad no me convence. La postmodernidad, si es que significa algo, porque cada semana aparece alguien que dice: “Yo hablé de postmodernismo..., se acabó”, no me convence.
Postmodernidad no es parte de mi vocabulario. La idea de que estamos en una sociedad donde no hay principio integrador, donde encontramos todo a la vez, en una especie de kitch, yo no la veo. Yo veo que estamos en una sociedad hipermoderna, con comunicación y conocimiento.
—R. M.: ¿Está de acuerdo, en este sentido, con la frase que afirma que antes se luchaba por los modos de producción y ahora se lucha por los modos de definición?
—A. T.: Sí, pero en realidad significa la misma cosa. El modo de producción sigue siendo muy importante cuando seguimos hablando de sociedad de la información, del conocimiento, etc. Pero es cierto que durante las últimas décadas le hemos dado más importancia a la globalización, a la dominación del capitalismo, a las rupturas de las sociedades. Creo que hay en muchas partes del mundo una conciencia creciente de que hay que volver a más control, más regulación, puesto que las desigualdades y la precariedad aumenta. Se necesita más intervención del Estado. Lo importante es que nuestra vida cotidiana, personal, política, a través de los medias ya está hablada y expresada en términos culturales.
—R. M.: Entonces, ¿Cuál es su opinión sobre la construcción de Europa?
¿acepta lo glocal como término?
—A. T.: No puedo enamorarme como Habermas de Europa. La construcción europea es básicamente un instrumento de organización de un continente dentro de un esquema liberal. Europa es un sistema complejo para transferir ingresos del trabajador de un país a otro. Esto no me interesa. Me interesa cuando se trata de combinar nuevas formas de integrar occidente con el mundo islámico. Por eso soy favorable a la entrada en Europa de Turquía porque eso significa una nueva política con el Islam.
Agrego de inmediato que aquello que más se ha repetido de que el Estado nacional está desapareciendo es falso.
Los estudios demuestran, no sólo que los Estados no son víctimas sino que son agentes de la globalización. No creo que lo global y lo local se junten. Lo glocal, en cualquier caso hace referencia al hecho de que la debilidad de las instituciones permite a lo global atacar de inmediato a lo local. A veces a nivel muy alto, la mayoría de los conflictos son subdeterminados a nivel global. Palestina e Israel es un conflicto de dos pueblos, pero es una lucha a nivel mundial.
Hace cinco años todavía estabamos viviendo en un mundo global, multilateral, pero ahora ya no estamos en esa situación, ahora hemos entrado en una situación donde los factores militares y religiosos pesan más que los económicos y los tecnológicos.
La globalización es eso, el fin de lo social.
—R. M.: Globalización, Mundialización, Sociedad de la Información o Sociedades de Comunicación son algunos de los términos más utilizados para definir la sociedad actual. ¿Se podrá hablar en algún momento de una Sociedad del Conocimiento?
—A. T.: Hablar de globalización es algo aceptado por todos. En cualquier caso, globalización, internacionalización, mundialización... no hacen referencia a nada nuevo. Lo que hay es una ruptura casi total entre el mundo económico y el resto de la sociedad, ruptura que ha sido definida como capitalismo. La globalización significa antes de nada una desvinculación extrema entre actores e instituciones. Es decir, por debajo del nivel mundial económico hay un fuerte debilitamiento de lo social, y la primera víctima es la ciudad; hay menos y menos ciudades, y más flujos, más megalópolis.
Respecto a la terminología, da lo mismo. Son etapas en el vocabulario. Yo diría que las nuevas palabras son mejores, empezó con Post-Industrial y creo que Sociedad del Conocimiento es más agudo porque implica la importancia de la innovación y no solamente de la comunicación. Lo importante es que nuestra vida cotidiana, personal, política, a través de los medias, etc., ya está hablada y expresada en términos culturales. En cualquier caso, no hay que confundir el modo de producción y el modo de manejar el cambio económico social. El capitalismo no es un tipo de sociedad, es una manera de manejar el cambio.
—R. M.: En esta línea, usted hace referencia a la ciudad y a la desaparición de la misma. ¿En esta desaparición tiene que ver sólo el capitalismo o también la Sociedad de la Información?
—A. T.: No olvidemos que en Europa, la ciudad fue el centro de la modernidad. No es un problema de información, es un problema de flujos, de movimientos, etc. Una parte importante del mundo, no está en la ciudad, no está en el campo, está en la carretera. Tal vez más fundamental sea la ruptura de la democracia representativa, porque es muy dificil definir los representables. Hay una desestructuración de lo social, una desinstitucionalización de la realidad social.
—R. M.: ¿Qué piensa de la existencia de grupos de comunicación transnacionales a la hora de homogeneizar los mensajes informativos?
—A. T.: Una parte importante de la economía es la economía de la comunicación. Comunicación y movimiento representarían la mitad de la actividad económica mundial. Dicho esto, no tengo ninguna visión negativa de los media, los medias recogen emociones, sentimientos, etc. El problema es como transformarlo en política. La crisis verdadera no es la crisis de expresión de las emociones, lo que hace falta es la capacidad de transformar las emociones, las imágenes, etc., en una programación y unos objetivos de acción.
—R. M.: Usted defiende que el verdadero motor de la economía no es la información, es la educación. ¿La sobreinformación es un problema?
—A. T.: Los economistas también están de acuerdo en que la manera más eficiente de disminuir las desigualdades sociales es mejorar el nivel general de educación. La educación es un factor fundamental de desigualdad. En lugar de tomar medidas de redistribución de tipo social democrático, es probable que tengamos que tomar medidas positivas para aumentar el nivel educativo. El problema de la no información, de la no educación es mucho más grave que la existencia de un exceso de información. Lo prioritario es dar más educación, más información, más capacidad de comunicación, a la gente que menos tiene.
—R. M.: ¿Cuál es su opinión sobre la idea de Smythe que defiende la audiencia como mercancia?
—A. T.: Sí, técnicamente sí. Yo vendo una película o cualquier tipo de mensaje a 100.000 personas. Es evidente que un canal de televisión o un periódico quieren vender. El problema actual es saber si la preocupación de la audiencia es una factor de eliminación de los mensajes más complejos. Es decir, porque la gente quiere cosas más sencillas desaparecen los programas más complejos.
No estoy seguro. Por ejemplo el deporte. Es impresionante el número de intelectuales que ven el fútbol. Es importante estudiar cuáles son las formas de mensaje complejo que pueden corresponder a las demandas actuales. Además muchas veces pienso que el nivel de educación ha aumentado y que muchas veces los programas de televisión no han aumentado el nivel de complejidad de la misma manera. Yo observo que los programas que duran y tienen más éxito son los que tienen un mensaje más complejo. Por favor, tengamos más confianza, más iniciativa; en lugar de decir, la comunicación de masas destruye todo, tratemos de encontrar cuáles son las formas de comunicación de masas que permiten formas de comunicación de mensaje más complejo. Y creo que hay muchas.
—R. M.: ¿Por ejemplo?
—A. T.: En televisión, por ejemplo, necesitamos comments, comentarios. La cuestión que más me preocupa es el problema de los educadores que mantienen un tipo de educación antimasa muy analítica y compleja que no tiene éxito y que aumenta las desigualdades sociales. Yo quisiera escuchar más propuestas positivas.
Hay un caso, un premio Nobel de física en Chicago. Él con su fe en las matemáticas dijo: “estos pobres afroamericanos del gheto no tienen ninguna oportunidad, yo les voy a dar la oportunidad, las matemáticas”. Después, otro premio Nobel que era amigo suyo hizo lo mismo en Francia, e inventaron un kitsch de instrumentos matemáticos con un enorme éxito. Son mensajes complejos, pero mucho menos complejos que el material escolar normal.
—R. M.: ¿Cómo se pueden compaginar la industria del entretenimiento y la industria del conocimiento?
—A. T.: No hay nada de malo en la cultura de masas. La industria del conocimiento significa básicamente altas tecnologías, que crean una ventaja en el mercado al aumentar la productividad y crear nuevas demandas. Es necesario dar una capacidad de participación a las nuevas tecnologías.
—R. M.: ¿Qué piensa sobre la acusación de determinismo económico a la escuela de la economía política?
—A. T.: Si hay una idea falsa en este momento, es la idea de determinismo tecnológico. Las tecnologías modernas no son determinantes de lo que no es tecnológico. Usted habla por un teléfono, y el teléfono no le dice lo que tiene que decir a su amiga. Al contrario, con el trabajo industrial, la forma de división tecnica del trabajo estaba muy vinculada con una división social, con una forma de poder social. Ahora, la tecnología no determina la forma de utilizarla y aún menos el mensaje.
—R. M.: ¿Cree usted que con las nuevas tecnologías de la información se han modificado los conceptos de espacio público, privado e íntimo? ¿Tiene esto importancia a la hora de hablar de la comunicación y de la educación?
—A. T.: Es cierto que lo que ha aumentado, sobre todo con el teléfono movil, es la privatización. En pocos años ha habido una invasión de la vida pública por lo privado. La gente en la calle habla de problemas privados. Sin embargo, lo que ocurre es que el consumidor consume más mensaje, y no solamente más carne, leche o fruta. No veo porqué el aumento o la disminución de la comunicación sea bueno o malo. Por otra parte, me da miedo por ejemplo el tipo de idioma que se ve en el sms. Creo que existe el peligro de empujar a la gente hacia un nivel de comunicación bajo, que después significa menos educación.
—R. M.: En este sentido, ¿podemos pensar en Internet como en un instrumento
de democratización?
—A. T.: Internet es el gran fenómeno frente a la televisión. Sin embargo, masificación no tiene nada que ver con democratización. Antes no había casi coches en la calle, y ahora hay miles, eso no tiene nada que ver con la democratización. Por otra parte, es cierto que me parece perfectamente posible que se organicen movimientos. En cualquier caso, no hablaría de movimientos sociales, sino de movimientos de opinión.
Hubo un periodo -todavía existe-, donde el altermundialismo lo ha utilizado, de la misma manera que en mayo del 68 el movimiento se organizó a través de la radio. Pero también a través de Internet podemos encontrar redes de pedofilia...
—R. M.: ¿Hace falta una regulación en Internet?
—A. T.: Prudencia, regular la información es un paso hacia la dictadura. Hay cosas que son consideradas por nuestras sociedades como crímenes, como es el caso de la pedofilia. Ahí no estamos hablando de regular la información en Internet. No es un problema de comunicación de masas o de exceso de información, sino que lo que es crimen debe ser reprimido. Nuestra tradición nos dice que la libertad de expresión, de prensa y de opinión ha sido un elemento fundamental de democratización.
—R. M.: En este sentido, ¿Hacia dónde deberían centrarse los estudios de comunicación?
—A. T.: Con toda franqueza no estoy convencido de que sea adecuado tener departamentos de Ciencias de la Comunicación. Creo que hay que revincular todos los niveles de la cultura, porque aislar el mundo de las imágenes del mundo de las palabras me parece muy negativo.
Hay que evitar que en nombre de la cultura se defiendan las reglas sociales, estructurales, etc., tradicionales; hay que abrir las puertas a la cultura pero de tal manera que la gente tenga la posibilidad y, las ganas, de utilizar mensajes más complejos y multidimensionales. Hay que ver en todo eso oportunidades, y no amenazas. Amenazas hay, pero ese no es el problema.
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CIC Cuadernos de Información y Comunicación2006, vol. 11 251-256 / SIGA LAS NOTICIAS, COMENTARIOS Y OPINIONES
Sociedad y globalidad
Alain Touraine (1925- )
Sociólogo francés y Director de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, se caracteriza por haber centrado su actividad científica en la acción social y en los movimientos sociales. Su obra ha sido dividida en tres periodos: el primero, centrado en el estudio del trabajo, y en particular en la sociología de la conciencia obrera. El segundo, donde se ocupó por los movimientos sociales, principalmente los acontecimientos de “mayo del 68” y los golpes de Estado en Latinoamérica. Y un tercero, en el que podemos situarlo en la actualidad, que destaca por el estudio del papel del sujeto considerado como principio central de acción de los movimientos sociales.
Su libro La sociedad posindustrial (Ariel, 1969) supuso el reconocimiento de la comunidad científica. Ha escrito una veintena de libros, la gran parte traducidos al español, entre los que destacan: Sociología de la acción (Ariel, 1969), Crítica de la Modernidad (Fondo de Cultura Económica, 1992), ¿Qué es la democracia? (Temas de Hoy, 1994), ¿Podremos vivir juntos: Iguales y diferentes? (Fondo de Cultura Económica, 1997), ¿Cómo salir del liberalismo? (Paidós, 1999) o Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy (Paidós, 2005). Acaba de salir publicado en francés su último libro Le monde des femmes (Fayard, 2006).
—Raúl MAGALLÓN: ¿Sociedad Postmoderna? ¿desmodernización? ¿sociedad hipermoderna?
—Alain TOURAINE: Todo lo que es ataque sistemático contra la modernidad no me convence. La postmodernidad, si es que significa algo, porque cada semana aparece alguien que dice: “Yo hablé de postmodernismo..., se acabó”, no me convence.
Postmodernidad no es parte de mi vocabulario. La idea de que estamos en una sociedad donde no hay principio integrador, donde encontramos todo a la vez, en una especie de kitch, yo no la veo. Yo veo que estamos en una sociedad hipermoderna, con comunicación y conocimiento.
—R. M.: ¿Está de acuerdo, en este sentido, con la frase que afirma que antes se luchaba por los modos de producción y ahora se lucha por los modos de definición?
—A. T.: Sí, pero en realidad significa la misma cosa. El modo de producción sigue siendo muy importante cuando seguimos hablando de sociedad de la información, del conocimiento, etc. Pero es cierto que durante las últimas décadas le hemos dado más importancia a la globalización, a la dominación del capitalismo, a las rupturas de las sociedades. Creo que hay en muchas partes del mundo una conciencia creciente de que hay que volver a más control, más regulación, puesto que las desigualdades y la precariedad aumenta. Se necesita más intervención del Estado. Lo importante es que nuestra vida cotidiana, personal, política, a través de los medias ya está hablada y expresada en términos culturales.
—R. M.: Entonces, ¿Cuál es su opinión sobre la construcción de Europa?
¿acepta lo glocal como término?
—A. T.: No puedo enamorarme como Habermas de Europa. La construcción europea es básicamente un instrumento de organización de un continente dentro de un esquema liberal. Europa es un sistema complejo para transferir ingresos del trabajador de un país a otro. Esto no me interesa. Me interesa cuando se trata de combinar nuevas formas de integrar occidente con el mundo islámico. Por eso soy favorable a la entrada en Europa de Turquía porque eso significa una nueva política con el Islam.
Agrego de inmediato que aquello que más se ha repetido de que el Estado nacional está desapareciendo es falso.
Los estudios demuestran, no sólo que los Estados no son víctimas sino que son agentes de la globalización. No creo que lo global y lo local se junten. Lo glocal, en cualquier caso hace referencia al hecho de que la debilidad de las instituciones permite a lo global atacar de inmediato a lo local. A veces a nivel muy alto, la mayoría de los conflictos son subdeterminados a nivel global. Palestina e Israel es un conflicto de dos pueblos, pero es una lucha a nivel mundial.
Hace cinco años todavía estabamos viviendo en un mundo global, multilateral, pero ahora ya no estamos en esa situación, ahora hemos entrado en una situación donde los factores militares y religiosos pesan más que los económicos y los tecnológicos.
La globalización es eso, el fin de lo social.
—R. M.: Globalización, Mundialización, Sociedad de la Información o Sociedades de Comunicación son algunos de los términos más utilizados para definir la sociedad actual. ¿Se podrá hablar en algún momento de una Sociedad del Conocimiento?
—A. T.: Hablar de globalización es algo aceptado por todos. En cualquier caso, globalización, internacionalización, mundialización... no hacen referencia a nada nuevo. Lo que hay es una ruptura casi total entre el mundo económico y el resto de la sociedad, ruptura que ha sido definida como capitalismo. La globalización significa antes de nada una desvinculación extrema entre actores e instituciones. Es decir, por debajo del nivel mundial económico hay un fuerte debilitamiento de lo social, y la primera víctima es la ciudad; hay menos y menos ciudades, y más flujos, más megalópolis.
Respecto a la terminología, da lo mismo. Son etapas en el vocabulario. Yo diría que las nuevas palabras son mejores, empezó con Post-Industrial y creo que Sociedad del Conocimiento es más agudo porque implica la importancia de la innovación y no solamente de la comunicación. Lo importante es que nuestra vida cotidiana, personal, política, a través de los medias, etc., ya está hablada y expresada en términos culturales. En cualquier caso, no hay que confundir el modo de producción y el modo de manejar el cambio económico social. El capitalismo no es un tipo de sociedad, es una manera de manejar el cambio.
—R. M.: En esta línea, usted hace referencia a la ciudad y a la desaparición de la misma. ¿En esta desaparición tiene que ver sólo el capitalismo o también la Sociedad de la Información?
—A. T.: No olvidemos que en Europa, la ciudad fue el centro de la modernidad. No es un problema de información, es un problema de flujos, de movimientos, etc. Una parte importante del mundo, no está en la ciudad, no está en el campo, está en la carretera. Tal vez más fundamental sea la ruptura de la democracia representativa, porque es muy dificil definir los representables. Hay una desestructuración de lo social, una desinstitucionalización de la realidad social.
—R. M.: ¿Qué piensa de la existencia de grupos de comunicación transnacionales a la hora de homogeneizar los mensajes informativos?
—A. T.: Una parte importante de la economía es la economía de la comunicación. Comunicación y movimiento representarían la mitad de la actividad económica mundial. Dicho esto, no tengo ninguna visión negativa de los media, los medias recogen emociones, sentimientos, etc. El problema es como transformarlo en política. La crisis verdadera no es la crisis de expresión de las emociones, lo que hace falta es la capacidad de transformar las emociones, las imágenes, etc., en una programación y unos objetivos de acción.
—R. M.: Usted defiende que el verdadero motor de la economía no es la información, es la educación. ¿La sobreinformación es un problema?
—A. T.: Los economistas también están de acuerdo en que la manera más eficiente de disminuir las desigualdades sociales es mejorar el nivel general de educación. La educación es un factor fundamental de desigualdad. En lugar de tomar medidas de redistribución de tipo social democrático, es probable que tengamos que tomar medidas positivas para aumentar el nivel educativo. El problema de la no información, de la no educación es mucho más grave que la existencia de un exceso de información. Lo prioritario es dar más educación, más información, más capacidad de comunicación, a la gente que menos tiene.
—R. M.: ¿Cuál es su opinión sobre la idea de Smythe que defiende la audiencia como mercancia?
—A. T.: Sí, técnicamente sí. Yo vendo una película o cualquier tipo de mensaje a 100.000 personas. Es evidente que un canal de televisión o un periódico quieren vender. El problema actual es saber si la preocupación de la audiencia es una factor de eliminación de los mensajes más complejos. Es decir, porque la gente quiere cosas más sencillas desaparecen los programas más complejos.
No estoy seguro. Por ejemplo el deporte. Es impresionante el número de intelectuales que ven el fútbol. Es importante estudiar cuáles son las formas de mensaje complejo que pueden corresponder a las demandas actuales. Además muchas veces pienso que el nivel de educación ha aumentado y que muchas veces los programas de televisión no han aumentado el nivel de complejidad de la misma manera. Yo observo que los programas que duran y tienen más éxito son los que tienen un mensaje más complejo. Por favor, tengamos más confianza, más iniciativa; en lugar de decir, la comunicación de masas destruye todo, tratemos de encontrar cuáles son las formas de comunicación de masas que permiten formas de comunicación de mensaje más complejo. Y creo que hay muchas.
—R. M.: ¿Por ejemplo?
—A. T.: En televisión, por ejemplo, necesitamos comments, comentarios. La cuestión que más me preocupa es el problema de los educadores que mantienen un tipo de educación antimasa muy analítica y compleja que no tiene éxito y que aumenta las desigualdades sociales. Yo quisiera escuchar más propuestas positivas.
Hay un caso, un premio Nobel de física en Chicago. Él con su fe en las matemáticas dijo: “estos pobres afroamericanos del gheto no tienen ninguna oportunidad, yo les voy a dar la oportunidad, las matemáticas”. Después, otro premio Nobel que era amigo suyo hizo lo mismo en Francia, e inventaron un kitsch de instrumentos matemáticos con un enorme éxito. Son mensajes complejos, pero mucho menos complejos que el material escolar normal.
—R. M.: ¿Cómo se pueden compaginar la industria del entretenimiento y la industria del conocimiento?
—A. T.: No hay nada de malo en la cultura de masas. La industria del conocimiento significa básicamente altas tecnologías, que crean una ventaja en el mercado al aumentar la productividad y crear nuevas demandas. Es necesario dar una capacidad de participación a las nuevas tecnologías.
—R. M.: ¿Qué piensa sobre la acusación de determinismo económico a la escuela de la economía política?
—A. T.: Si hay una idea falsa en este momento, es la idea de determinismo tecnológico. Las tecnologías modernas no son determinantes de lo que no es tecnológico. Usted habla por un teléfono, y el teléfono no le dice lo que tiene que decir a su amiga. Al contrario, con el trabajo industrial, la forma de división tecnica del trabajo estaba muy vinculada con una división social, con una forma de poder social. Ahora, la tecnología no determina la forma de utilizarla y aún menos el mensaje.
—R. M.: ¿Cree usted que con las nuevas tecnologías de la información se han modificado los conceptos de espacio público, privado e íntimo? ¿Tiene esto importancia a la hora de hablar de la comunicación y de la educación?
—A. T.: Es cierto que lo que ha aumentado, sobre todo con el teléfono movil, es la privatización. En pocos años ha habido una invasión de la vida pública por lo privado. La gente en la calle habla de problemas privados. Sin embargo, lo que ocurre es que el consumidor consume más mensaje, y no solamente más carne, leche o fruta. No veo porqué el aumento o la disminución de la comunicación sea bueno o malo. Por otra parte, me da miedo por ejemplo el tipo de idioma que se ve en el sms. Creo que existe el peligro de empujar a la gente hacia un nivel de comunicación bajo, que después significa menos educación.
—R. M.: En este sentido, ¿podemos pensar en Internet como en un instrumento
de democratización?
—A. T.: Internet es el gran fenómeno frente a la televisión. Sin embargo, masificación no tiene nada que ver con democratización. Antes no había casi coches en la calle, y ahora hay miles, eso no tiene nada que ver con la democratización. Por otra parte, es cierto que me parece perfectamente posible que se organicen movimientos. En cualquier caso, no hablaría de movimientos sociales, sino de movimientos de opinión.
Hubo un periodo -todavía existe-, donde el altermundialismo lo ha utilizado, de la misma manera que en mayo del 68 el movimiento se organizó a través de la radio. Pero también a través de Internet podemos encontrar redes de pedofilia...
—R. M.: ¿Hace falta una regulación en Internet?
—A. T.: Prudencia, regular la información es un paso hacia la dictadura. Hay cosas que son consideradas por nuestras sociedades como crímenes, como es el caso de la pedofilia. Ahí no estamos hablando de regular la información en Internet. No es un problema de comunicación de masas o de exceso de información, sino que lo que es crimen debe ser reprimido. Nuestra tradición nos dice que la libertad de expresión, de prensa y de opinión ha sido un elemento fundamental de democratización.
—R. M.: En este sentido, ¿Hacia dónde deberían centrarse los estudios de comunicación?
—A. T.: Con toda franqueza no estoy convencido de que sea adecuado tener departamentos de Ciencias de la Comunicación. Creo que hay que revincular todos los niveles de la cultura, porque aislar el mundo de las imágenes del mundo de las palabras me parece muy negativo.
Hay que evitar que en nombre de la cultura se defiendan las reglas sociales, estructurales, etc., tradicionales; hay que abrir las puertas a la cultura pero de tal manera que la gente tenga la posibilidad y, las ganas, de utilizar mensajes más complejos y multidimensionales. Hay que ver en todo eso oportunidades, y no amenazas. Amenazas hay, pero ese no es el problema.
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CIC Cuadernos de Información y Comunicación2006, vol. 11 251-256 / SIGA LAS NOTICIAS, COMENTARIOS Y OPINIONES
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