lunes, 30 de marzo de 2009

RESUMEN CULTURAL DE MEDIA ISLA, ANALISIS, NOVELAS, ARTE

Sólo por una hora Corrupciones más íntimas Tantalia única La narrativa de Pilar Romano Las Palabras Vacías Déjà-vu: entre la realidad y la fantasía Cuestión de color Norberto James: identidad y testimonio Sueños y pesadillas de Herzog Puertas y ventanas: Sánchez Beras en Contigo al atardecer Peralta Romero gana Barco de Vapor 2008 La marquesa de George Sand La palabra satanizada Las religiones de la India Concurso de microcuento Borges y el cine La mujer en cuestión En línea ya Sequoyah Imágenes del mundo
La hora de las luciérnagas
Desenchufar la tierra durante una hora
Por Gorka Andraka © Rebelion
Ojalá fuera esta misma noche. El planeta fundido, a oscuras. Y las estrellas, por los suelos. "El amor enciende el corazón y apaga la luz", cuenta el escritor mexicano Guillermo Sampeiro. Ojalá fuera esta misma noche. La prueba de amor definitiva. Un mundo sí, de luces humanas.
La consigna es clara, luminosa: apagar para prender. Frente a la amenaza del cambio climático, el Fondo Mundial para la Naturaleza propone desenchufar la Tierra durante una hora. Esta noche, entre las 20.30 y las 21.30 horas, "La Hora del Planeta", más de 2.400 ciudades de 82 países y un sinfín de personas se sumergirán en la oscuridad para tratar de alumbrar un futuro juntos.
Ojalá fuera esta noche la más aciaga y profunda de toda nuestra historia. Una noche absoluta para que podamos vernos como nunca. "Luciérnagas llamando a luciérnagas… para unirse. Una llamada de luz, una expresión luminosa del deseo animal. Todo un signo para quienes puedan entenderlo. Todo un regalo en forma de sentido. Emitimos luz para llamar al otro. No es como el animal que se adorna de colores y plumas para reflejar la luz del sol del día, sino la emisión de una vibración luminosa e intensa que surge del más recóndito rincón interior, de un verde que sólo puede significar la resurrección de la vida en la noche, el renacimiento de la luz en la húmeda penumbra del jardín… somos como las luciérnagas de junio… llamando con toda nuestra energía", predica Hashim Ibrahim, artista y pensador sevillano. Miles de millones de pequeñas lumbres. Ardientes. Brillantes. Vivas.
Negro. Todo negro. La hora de la verdad. La hora de las luciérnagas. Ojalá sea esta noche la que nos encienda. [ibyqueen]
Corrupciones más íntimas
Por ALBERTO MANGUEL © BABELIA
Cada genocidio es diferente; al mismo tiempo, cada acto de injusticia trae a la memoria los que lo han precedido y anuncia los que están por venir. En sus particulares, la destrucción de Cartago y la destrucción de las Indias fueron sin duda horrores singulares (no hay cronistas de la primera, y muchos de la segunda). Ambas, sin embargo, macabramente ilustran las consecuencias de nuestras infames ambiciones mercantiles. Cada tiranía las repite y cada nuevo colonialismo las redefine. A fines del siglo diecinueve, entre los muchos poderes que se dividían el usufructo del continente africano, la monarquía belga se destacó por la impune ferocidad con la que explotó su colonia congolesa. Para extraer las fortunas de caucho de la selva, el rey Leopoldo II, responsable absoluto del Ejército y de la Administració n colonial del Congo belga, convirtió a la población nativa en esclavos, decretó que se cortasen las manos y los pies de quienes intentasen rebelarse o huir, autorizó la violación de mujeres y niñas, e impuso un régimen de terror casi inigualado en el sufrido continente africano. Durante los veinte años de su reinado, diez millones de hombres, mujeres y niños murieron bajo su yugo. Mark Twain, quien escribiría en 1904 un feroz Soliloquio del Rey Leopoldo denunciando estas atrocidades, anotó: "Hay muchas cosas cómicas en el mundo, entre ellas, la creencia del hombre blanco de que es menos salvaje que esos otros a los que él llama salvajes".
El Congo del rey Leopoldo es el escenario de la nueva vertiginosa novela de Bernardo Atxaga. Estamos a principios de 1903. Un contingente de soldados reside en la estación militar de Yangambi, conjunto de caseríos perdidos en la selva. Su misión es organizar la extracción de caucho con un mínimo de gastos en municiones; los esclavos empleados en la faena son supervisados por guardas tomados de entre los mismos africanos, quienes, por unas monedas, aceptan ser los verdugos del amo blanco. Los lujos de tal lugar son pocos: la bebida, las galletas y el salami traídos desde Europa, las mujeres africanas cazadas para uso de los hombres, y la posibilidad, para ciertos oficiales privilegiados, de procurarse, al margen de la obtención de caucho, toneladas de caoba y de marfil para su tráfico personal. Es así como el capitán Lalande Biran, poeta y militar, financia la compra de "siete casas en Francia" que su mujer, la bella Christine, exige por carta desde París. Cada casa cuesta veinte colmillos de elefante y mil troncos de caoba. "Inténtalo, capitán", insiste Christine en gruesa caligrafía plañidera. Biran lo intentará y sus últimas palabras, incomprensibles para quienes lo oyen, serán: "Me marcho a la octava casa". Éste es quizás el mejor verso de un poema nunca acabado.
A Yangambi llega un militar algo distinto de los demás. Su nombre es Chrysostome Liège y de inmediato demuestra su aptitud para el tiro. Chrysostome se convertirá en el mejor tirador del Congo pero será despreciado por sus camaradas, menos por celos de su puntería que por su aparente indiferencia hacia las mujeres. Los otros, que lo tildan de pédé, de marica que no merece la confianza masculina, ignoran que su actitud púdica se debe a un juramento. De niño, Chrysostome, aterrado por la visión de un sifilítico penitente, prometió al cura párroco que en el futuro permanecería "limpio" para evitar tales horrores. Hasta ahora, Chrysostome ha sido fiel a su promesa.
Pero todo en el sistema puesto en pie por el rey Leopoldo es corrupto: no sólo la explotación de la tierra y de los hombres, sino también, después de un tiempo, cada individuo acaba siendo infiel hacia sí mismo y hacia sus camaradas. Los oficiales belgas que matan, mutilan y violan a los africanos, se roban, estafan y mienten unos a otros, todo bajo la frígida pretensión a un código de honra. Cuando la belleza de una joven mulata lo tienta, Chrysostome, desesperado, reconoce en la llegada de una estatua de la virgen a la playa de Yangambi la promesa de su cura, "te protegeré desde el cielo", y se pone de rodillas ante la imagen, pero su supersticiosa fe no le bastará para mantenerse incólume en este nuevo mundo. Cuando Biran descubre que un colega militar le ha robado una foto intime de su mujer, no encuentra otra alternativa que retarlo a duelo, porque tales ofensas, según el código militar, no pueden dejarse impunes. Para el lector, frente a las verdaderas infamias, tales reparos resultan mojigaterías obscenas.
Lo cierto es que la novela de Atxaga es mucho más que una mera crónica de la época colonialista. Fatalmente, los lectores recordarán a Conrad y su Corazón de tinieblas, pero Atxaga ha intentado aquí algo diferente. Conrad quiso retratar la desaparición de un europeo en el continente africano que cree dominar, espejo quizás de una pérdida mayor, metafórica, de la civilización occidental entera.
Atxaga no desdeña ese contexto, pero su relato se concentra en corrupciones más íntimas, en desapariciones más personales y profundas, en desasosiegos más cercanos al espíritu de Camus que al del autor de Lord Jim. En Atxaga, las atrocidades son dadas como meros hechos (aunque no resultan, por ello, menos atroces) que encuadran o apuntan lo deleznable de ciertas vidas. Sirven, por decirlo así, de escenario al drama novelesco, a las mezquinas pasiones de los servidores del rey Leopoldo, a los pequeños destinos de quienes mueven el infame engranaje de explotación y genocidio. Toda acción es estéril. Nada se salva: ni el enorme y sufrido continente, ni el miserable reino europeo que cree poseerlo, ni los hombres que creen cumplir con un destino que la historia tachará de honorable. Ni tampoco nosotros, lectores de Atxaga, lejanos testigos del genocidio africano de aquel entonces, impasibles testigos del genocidio africano de hoy. [fontanamoncada]
Tantalia única
El gran mal del hombre no estriba ni en la pobreza ni en la explotación, sino en la pérdida de la singularidad humana... Pier Paolo Passolini
Por René Rodríguez Soriano © mediaIsla
El gusano de Kafka anda suelto en estos días por los predios del mundo. El gigantismo burocrático, en beneficio del utilitarismo, nos ha convertido en burdas entelequias con apenas tiempo para hacerle "upgrades" al juguete o artefacto que, con marcado retraso, habrá de salir mañana. Nosotros mismos somos piezas de recambio, la ciencia, con paciencia, ha pasado a cerrar filas al lado de los grandes fabricantes, que lo dosifican todo. Obsoletizándolo en aras del progreso.
Ya, desde principios del siglo XIX, el poeta William Blake, lanzaba la voz de alerta sobre las consecuencias funestas de la imposición de la "visión única y el sueño de Newton". Tanto él, con su denuncia de los "dark satanic mills", como su tocayo, William Woodsworth, veían venir la repetitiva y represiva participación del intelecto en la alteración de la belleza de las formas (We murder to dissect).
Vivimos la era de lo estándar, la imaginación no es pieza que encaje ni se amolde al diseño en serie, a la imagen de marca que propalan y defienden las cientos de miles de pantallas y pancartas que arropan todo el orbe, apocándolo; masificando y mansificando un ganado que compra, rumia y casi nunca se rebela.
Tanto para el funcionario de tercera o segunda categoría, como para el atildado gerente, las cosas son lo que aparentan... y el resto, confían que lo consigna el reglamento, que todo lo contiene y justifica. Si la mitad es mayor que el todo, si el sol sale para todos y la tierra se está secando, no es más que un absurdo disco repetido. Estamos programados para actuar en consonancia con la programación previamente estipulada.
Viajamos de un lado a otro, para sufrir –tan pronto llegamos–, el karma camaleón que en cada punto tiene otro matiz, pero es el mismo, trino y único: la indiferencia, la disolución o lo que comúnmente se conoce como pérdida de la individualidad, inversión de valores, estandarizació n o idiotización colectiva.
A esta hora de la humanidad, sería una solemne perogrullada preguntarse sobre el valor utilitario del arte. Buscando "el ángel" –que denunciara Sabato– pudiera ser que diéramos con "la bestia". Por ello, no diseco, escribo. Describo, anuncio, me pronuncio y denuncio; presto mi ojo o mi ventana para que –a través de ella, no con ella– veamos más allá de donde la burocracia chata y lironda nos permite y remite. Con júbilo enarbolo mis torpes alegatos contra los conocimientos generales, es mi visión libérrima y particular de salir al sol a plena medianoche. [René Rodríguez Soriano]
Extraño barco de papel, un viaje fascinante a todas partes
Cuentos y relatos que seducen por la forma en que dibujan y perfilan unos personajes tan humanos y entrañables que el lector se siente dentro de cada una de las historias que pueblan este libro singular y tierno.
Por Leonardo Nin © mediaIsla
Boston, MA.-Tomé el libro y no pude dejar de leerlo, el acertijo me perdió en sus páginas, como un Ícaro sin alas en un laberinto del que no se puede salir, del que no se quiere salir a menos que se llegue a la puerta diminuta del último párrafo. Di con él a través de uno de los siempre increíbles boletines de mediaIsla, anunciando, entre otros, Extraño barco de papel de Pilar Romano; ya había leído relatos de ella en más de un proSÁBADO, y qué alegría era la Pilar que tanto deseaba leer.
Pilar Romano básica
Pilar Romano nació en Corrientes, al nordeste de la República Argentina, lugar en el que vive. Empezó a escribir en la década de los 80, dedicándose a la narrativa. Tiene publicados tres libros de cuentos: Azahares y fantasmas, La plaza de los naranjos y otros sitios, Tiempo de lavar y la novela Inocencia plenaria. Sus trabajos aparecen en diversas antologías argentinas e internacionales.
El libro, sin lugar a dudas, es un viaje fascinante a todas partes, al adentro de esqueletos y memorias escondidas en el clóset del alma. Pilar Romano, más que prosista, es una cronista de mundos paralelos a lo real, a mundos tan verosímiles, sencillos y encantadores que pueden tocarse con las yemas mojadas de los ojos sonrientes buscando más y más entre los simbolitos negros...
Caminitos, memorias distantes plasmadas magistralmente, historias cortas, juguetonas e intensas, en las cuales sus atrevidos personajes nos invitan a navegar con perspicacia con las alas abiertas hacia archipiélagos y continentes de palabras y versos.
Después de haber navegado en el Extraño barco de papel, nos cabe preguntar:
—¿Quién es Pilar Romano?
—Pilar Romano es, en verdad, María del Pilar Muñoz. Al primer editor le pareció que el nombre era largo y no sonaba del todo bien. Elegimos entonces uno de los nombres de pila y mi apellido de casada, y así quedó Pilar Romano, que me gustó, porque tiene algo de fundacional. Soy una mujer, es decir no solamente un sexo, sino una situación, según he leído. Y soy, a veces, una situación un poco complicada. Escribo quizá por atrevimiento, creo en el poder de la palabra y tengo gran respeto por el idioma, inculcado por mi padre, por lo que siento cierto remordimiento por no utilizar su apellido. Con mi familia, mi, mis libros, mis esperanzas, mi sentido del humor y a veces algunos caprichos, vivo en el nordeste argentino, es decir, al sur.
—¿Este libro es por su naturaleza tan humana un libro autobiográfico?
—Es muy difícil contar un fragmento de vida sin haber vivido o sido testigo de algo semejante. Los cuentos de "Extraño barco de papel" son, tal vez, un disimulado enlace por la palabra, de la vida contada y la vida con la que conté, es decir, la que he vivido, o de historias ciertas que uno conoció. Pero trato de eludir la complacencia con que suele abordarse la biografía.
—Feminismo, voces de mujeres silentes, virginidad, locuras e inocencia. ¿Qué provoca a Pilar Romano escribir estos temas llenos de cotidianeidad?
—Me gusta husmear en los ámbitos ocultos de las mujeres; para llegar a ellos transito por la ficción y la cotidianeidad y luego trato de exhibir lo mirado y la mirada. Una mirada que es, o al menos lo intento, reivindicatoria del género. Pero quiero aclarar que no todas mis historias son protagonizadas por mujeres.
—¿Son la niña frente al charco de agua, la Yolanda y las demás mujeres de tus relatos, Pilares incógnitas en meses de julio?
—No soy ciento por ciento imaginativa ni con tanta fantasía como para crear de la nada a las mujeres que aparecen en las historias. Siempre se cuela algo de mí. Creo que cuando escribimos, hacemos partícipe al lector de algunos de nuestros propios rasgos, y aunque no sea éste nuestro propósito, en algún momento se produce un tironeo entre el autor y el personaje.
—El cinismo, la apatía, la venganza callada de las mujeres de los cuentos, los escapes a sus santuarios cotidianos ¿qué mensaje quiere mostrarnos Pilar Romano con esas historias? ¿Feminismo? Pero el feminismo que yo conozco es diferente.
—No pretendo solamente escribir historias de mujeres incomprendidas o perseguidas por alguna vivencia que las marca, sino también reflejar las relaciones entre hombres y mujeres, mostrando lo que no siempre se ve detrás de algunas conductas femeninas.
—Los ambientes en tus historias son muy originales, cuidadosos y a la misma vez, provocadores. ¿Por qué la naturaleza de la prostitución? ¿Algún propósito especial?
—Tal vez por el deseo de extirpar de la memoria de la protagonista la sordidez de algún acto vivido en tiempos de humillación, para que pueda justificar ante sí misma su circunstancia y tenga la posibilidad de vivir un tiempo de absolución, si es que se siente culpable. La redención, en un caso por el arte, aparece en estos cuentos.
Y también por el desafío que significa introducirse, a través de la palabra escrita, en un ámbito prohibido hasta de nombrar para las jóvenes de mi época. Has tenido a delicadeza de no preguntar, pero me animaré con un eufemismo: he vivido seis décadas.
—Sabemos que has desarrollado una intensa trayectoria literaria con títulos como "Azahares y fantasmas", "La plaza de los naranjos y otros sitios", "Tiempo de lavar" e "Inocencia Plenaria". ¿Dónde crees tú que encaja este nuevo proyecto en comparación con tus otras obras? ¿Por qué leerlo y porqué el lapso?
—No considero que mi trayectoria literaria haya sido muy intensa, es la que he podido desarrollar, siendo que no voy a una cabaña a escribir, ni alquilo un departamento para ello, ni siquiera tengo una habitación en la que exclusivamente escribo. Y empecé recién en la década de los 80s. Antes trabajaba, si bien con la palabra, pero redactando, que es distinto a escribir literariamente. Y me costó despojarme del estilo administrativo; un escritor compatriota tuyo me ayudó mucho en eso, a veces con cierta "crueldad", que ahora agradezco.
"Extraño barco de papel" no marca un cambio notable de rumbo en ésta mi trayectoria, como la llamas, pero creo que es una salsa que ha hervido más que las otras y ha condensado los sabores. Y me gustaría que lo lean para eso, para adentrarse en historias cambiantes, contadas sin profusión de adornos pero con respeto por el bien decir, tratando de resaltar la esencia y para encontrarse, en estas historias, con personajes a los que he tratado de darles humana encarnadura.
¿El lapso? Creo que la pregunta se refiere al transcurrido desde la publicación anterior, que fue en 2007. No es tanto tiempo. Y se debe, en parte, a lo que dije antes, en cuanto a que no vivo de la literatura, a que todavía tengo tareas que cumplir y a que, aún estando ante la realidad como un vampiro con colmillos en las orejas o buceando en la fantasía o la memoria, no todos los días uno siente que se ha encontrado con material para una historia. Y cuando sucede, después hay que escribirla. Y corregirla, Y reescribirla.
—La narrativa argentina está llena de grandes exponentes ¿Cuál es tu predilecto? ¿Te consideras influenciada por algún autor específico? Aparte de tu libro ¿Nos recomendarías a alguien en específico?
—Pienso que uno tiene un autor predilecto en distintas etapas de la vida y eso me ocurre. Pero el que siempre regresa es Cortázar y a quien admiro cada día más es al Borges de los geniales cuentos. También disfruto leyendo a Abel Posse, a Manuel Mujica Lainez, a Luisa Mercedes Levinson; la lista es larga y riquísima. Y hay un narrador comprovinciano, correntino, que ha obtenido en estos días un premio importante en España, José Gabriel Ceballos, a quien leo con placer; recomiendo que lo busquen y lean.
Y quiero nombrar también a autores rioplatenses: Juan Carlos Onetti, Felisberto Hernández, Eduardo Galeano, el inagotable Mario Benedetti.
No me siento capaz de determinar si algún autor de los buenos ha influenciado en mi escritura, aunque tal vez, inconscientemente, haya tratado de parecerme a más de uno.
—¿Cuál mensaje final le dejaría Pilar Romano a nuestros lectores? ¿Dónde se puede adquirir "Extraño barco de papel"?
—El mensaje, o más bien la reflexión, es que debemos aprovechar el singular momento de intimidad lector-autor, en el que podemos decidir, como lectores, el color de los ojos de algún personaje, o cómo es el beso que se dan los protagonistas, o a qué huele el cuarto en el que se desarrolla una instancia de la historia, es decir, somos parte y no solamente espectadores de la obra creativa y por tal razón ésta nos enriquece de manera especial y se incorpora a nuestra subjetividad, yo diría para siempre.
Extraño barco de papel puede obtenerse tanto a través de www.mediaisla. net como de www.amazon.com. Hay otras obras allí, como Pas de deux de Ramón Tejada Holguín y René Rodríguez Soriano y La llama insomne de Sally Rodríguez, libros que hacen parte del ambicioso proyecto que mediaIsla se apresta a poner en marcha para beneplácito del cada día creciente número de habitantes y ciudadanos de ese puente de respeto y buena convivencia. [Leonardo Nin, escritor dominicano residente en Boston, MA]~
Las Palabras Vacías
O cómo hacer un análisis gramatical a martillazos
Tainos y Caribes fueron borrados de nuestra historia en los primeros años del encuentro de las civilizaciones.
Por Juan Carlos Mieses © mediaIsla
"En 1517 el P. Bartolomé de las Casas tuvo mucha lástima de los indios que se extenuaban en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas, y propuso al emperador Carlos V la importación de negros que se extenuaran en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas…"
Menos afortunada que el párrafo de Borges, pero más conocida en nuestras calles, es la expresión: "los españoles vinieron a explotarnos" . Todos la hemos oído decir en alguna ocasión. Yo la escuché una vez, lo juro, de labios de un reconocido estadista hijo de un emigrante español.
Lo primero que notamos es que el nosotros de la oración parece encerrar un contenido vacío. El problema se sitúa a la altura del pronombre del complemento. Si ese "nos" somos los indígenas, entonces el sentido de la frase resulta imposible.
La razón es muy sencilla: los dominicanos no descendemos de los indígenas.
Tainos y Caribes fueron borrados de nuestra historia en los primeros años del encuentro de las civilizaciones, para decirlo de una manera taradamente correcta.
Ante tal argumento no podemos sino concluir que ese "nos" no puede existir realmente, pues si existiera entonces estamos muertos; hemos perecido en el siglo dieciséis de enfermedades, en las minas de oro, en los campos de añil; nos hemos suicidado lanzándonos a los abismos, incapaces de reaccionar de una manera concertada ante el avance de un invasor sorprendente.
Tal conclusión nos coloca ante una inquietante paradoja.
Notemos, de paso, además, que la expresión no menciona el exterminio.
¿Sugiere acaso que la explotación es peor que el genocidio? No me atrevería a afirmarlo.
El segundo inconveniente reposa del lado del sujeto: resulta curiosamente excluyente. Dice los españoles como si se tratara de un extraño. Ese sujeto reniega la parte de nuestros ancestros que vinieron en las cubiertas con un dios judío coronado de espinas, con una lengua mestiza de celtas, de iberios, de visigodos, de romanos y de moros, los que se quedaron en esta isla y usaron a quienes tenían a mano para sobrevivir, los que nos parieron, se mezclaron con sus esclavos y un día descubrieron que ya no eran españoles, ni tainos, ni africanos y no tuvieron más remedio que seguir adelante con otro gentilicio.
El tercer problema es que si ese "nos" somos los negros entonces se debería decir nos trajeron para explotarnos, pues cuando los europeos llegaron aun correteábamos por las llanuras africanas. Ahora vemos que a los negros les pasó casi lo mismo que a los indios; en cierto modo desaparecieron, en tanto que ancestros, de la memoria social.
Esa ausencia es inquietante. Es lo menos que podemos decir.
En resumen, en el ámbito de la popular frase tanto unos como otros son o somos extraños. Los que llegaron o llegamos, de Europa, los que estaban o estábamos en la isla y aun aquellos que con culpable impudor fueron o fuimos secuestrados en África.
Así que al final, en la despreocupada lógica de la expresión, nada nos concierne. Ni el pronombre de la primera persona del plural del complemento, ni los villanos del sujeto; lo que curiosamente nos hace espectadores de nuestro propio acontecer.
Si nos atenemos a esa absurda semántica, otros fueron los responsables y otras la víctimas.
Una pregunta se presenta como fundamental: nosotros… ¿quiénes somos? [Juan Carlos Mieses, escritor]
Déjà-vu: entre la realidad y la fantasía
Este perturbador fenómeno, por el que una persona cree estar viviendo algo ya vivido, aún hoy desconcierta a los científicos
Helen Phillips © New Scientist – La Nación
LONDRES.- El señor P, un emigrante y ex ingeniero polaco de 80 años, sabía que tenía problemas con su memoria, pero fue su esposa la que los describió como una sensación permanente de déjà- vu. El se negaba a ver televisión o a leer el periódico, porque declaraba que ya lo había visto todo antes.
Cuando salía a pasear, decía que los mismos pájaros siempre cantaban en los mismos árboles, y que los mismos autos siempre pasaban a la misma hora todos los días. Su médico le recomendó ver a un especialista en memoria, pero el señor P se negó. Estaba convencido de que ya lo había hecho.
El déjà- vu puede pasarle a cualquiera, y quienquiera que lo haya sufrido reconocerá la descripción inmediatamente. Es mucho más que la sensación de haber visto o hecho algo con anterioridad; es el sentimiento perturbador e inapropiado de que la historia se repite y de que eso es imposible.
Uno no puede localizar exactamente cuándo y dónde tuvo lugar el encuentro anterior, y puede interpretarse como una premonición o un sueño. Este fenómeno pasajero, subjetivo y extraño ha sido difícil de estudiar, en parte por estar teñido de explicaciones paranormales.
Eso está cambiando, instigado en parte por el señor P y un puñado de personas que, como él, sufren una demencia que los hace experimentar constantes déjà- vu, pero también por el descubrimiento de que hay un grupo de personas con epilepsia que tienen auras similares a los déjà- vu justo antes de tener una convulsión. Esto permite a los investigadores ver el proceso en acción y, de ese modo, tratar de desentrañar los secretos de este fenómeno.
Sorprendentemente, el déjà- vu no sólo provee de una ventana interesante hacia las formas como funciona nuestra memoria, sino que nos puede dar claves sobre cómo podemos diferenciar lo que es real de lo que es imaginado, soñado o recordado, uno de los verdaderos misterios de la conciencia.
Señales sensoriales
Dejando a un lado las especulaciones sobre vidas pasadas y telepatía, la primera explicacion biológica del déjà- vu se basó en la idea de que dos señales sensoriales del cerebro, tal vez una de cada ojo o de cada hemisferio del cerebro, por alguna razón dejaba de estar en sintonía, haciendo que las personas experimentasen el mismo evento de nuevo.
La "diplopia mental", como se lo conocía, era una explicación intuitiva, pero la evidencia la contradijo. La información que obtenemos de ambos ojos se mezcla muy rápido en el proceso visual, mucho antes de que percibamos una escena. Lo que es más: el déjà- vu, término que significa ?ya visto´, puede ocurrirles a los ciegos, según afirma Chris Moulin, psicoanalista de la Universidad de Leeds, del Reino Unido.
Una segunda explicación intuitiva es que lo causa algún tipo de distorsión en la percepción temporal. De alguna manera, las señales entrantes son malinterpretadas y organizadas con "sellos" temporales inapropiados, lo que hace que la experiencia parezca antigua, a la vez que contemporánea. Pero esta teoría no parece tener ninguna base anatómica en el cerebro.
Sin embargo, tal vez durante el déjà- vu sentimos que estamos reviviendo experiencias pasadas porque eso es lo que de hecho estamos haciendo, hasta cierto punto, por lo menos. La psicóloga Anne Cleary, de la Universidad Estatal de Colorado en Fort Collins, empezó a adentrarse en este tema por su interés en los problemas de memoria. Intentando explicar fenómenos tales como cuando uno tiene algo "en la punta de la lengua", o cuando reconocemos un rostro sin poder localizarlo totalmente, empezó a buscar paralelismos con el déjà- vu.
"Características de una nueva experiencia pueden resultar familiares por su similitud con alguna situación anterior -explica Cleary-. Sin embargo, el déjà- vu es un proceso único, no sólo por esta instancia de familiaridad, sino por el sentimiento de error que conlleva."
Moulin no está de acuerdo con la explicación de la familiaridad. Su escepticismo se basa en el estudio de una persona con epilepsia que realizó con Akira O´Connor, de la Universidad de Washington en Saint Louis, Missouri. El hombre sufría auras de déjà- vu lo suficientemente prolongadas como para que se lo sometiera a experimentos durante su padecimiento.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que si la familiaridad se encuentra en las raíces del déjà- vu, podrían detener la experiencia con sólo distraer al paciente de la escena que estaba contemplando. Sin embargo, aunque se enfocase en otras cosas, el déjà- vu no se disipaba, sino que seguía su línea de visión y audición, lo que les sugirió a los científicos que la familiaridad no era la clave.
Moulin y O´Connor pudieron recrear un estado similar al déjà- vu en el laboratorio, hipnotizando a los voluntarios y explicándoles qué iban a sentir cuando llevaran a cabo una acción en particular. Cuando realizaban la actividad, decían sentir un sentimiento similar al déjà- vu. Los investigadores sostienen que, por lo tanto, es posible tener la sensación de familiaridad frente a algo que nunca antes se ha experimentado.
Un fenómeno perturbador
Es posible que tanto Moulin como Cleary estén en lo correcto. Dijo el psicólogo Alan Brown, de la Universidad Metodista del Sur, de Dallas, Texas: "Del mismo modo en que un dolor de estómago puede ser causado por diferentes procesos, lo mismo puede pasar con el déjà- vu".
Sin embargo, el problema, al explicar el déjà- vu, no es cómo podemos experimentar familiaridad sin reconocimiento, sino por qué se lo siente perturbador. "Estaríamos continuamente sintiéndolo si sólo se tratase de encontrar familiaridades con experiencias reales", opina Ed Wild, del Instituto de Neurología de Londres. Wild también sugiere que el estado de ánimo y las emociones contribuyen en gran medida a la sensación del déjà- vu.
Si bien el déjà- vu está empezando a revelar algunos secretos, todavía falta mucho para llegar a entender cómo decidimos si algo es real, imaginado, soñado o experimentado. Como dice Wild: "El déjà- vu es una de las más extrañas experiencias que puede llegar a sufrir el cerebro de cualquier persona".
Cuestión de color
Por José Saramago © Boomeran(g)
Dialogo de un anuncio de automóviles en televisión. Al lado del padre, que conduce, la hija, de unos seis o siete años, pregunta: "Papá, sabías que Irene, mi compañera de clase, es negra?" Responde el padre: "Sí, claro…" Y la hija: "Pues yo no…" Si estas tres palabras no son propiamente un puñetazo en la boca del estomago, son sin duda otra cosa: un mazazo en la mente. Se diría que el breve diálogo no es más que el fruto del talento creador de un publicitario con genio, pero, aquí al lado, mi sobrina Julia, que no tiene más que cinco años, preguntada sobre si en Tías, lugar donde vivimos, había negras, respondió que no sabía. Y Julia es china…
Se dice que la verdad sale espontáneamente de la boca de los niños, sin embargo, ante los ejemplos dados, no parece que ese sea el caso, puesto que Irene es realmente negra y negras no faltan tampoco en Tías. La cuestión es que, al contrario de lo que generalmente se cree, por mucho que se intente convencernos de lo contrario, las verdades únicas no existen: las verdades son múltiples, sólo la mentira es global. Las dos niñas no veían negras, veían personas, personas como ellas mismas se ven a sí mismas, luego, la verdad que les salió de la boca fue simplemente otra.
Ya el señor Sarkozy no piensa así. Ahora ha tenido la idea de mandar que se realice un censo étnico destinado a "radiografiar" (la expresión es suya) la sociedad francesa, es decir, saber quienes son y donde están los emigrantes, supuestamente para retirarlos de la invisibilidad y comprobar si las políticas contra la discriminació n son eficaces. Según una opinión muy difundida, el camino hacia el infierno está calcetado de buenas intenciones. Por ahí creo que irá Francia si la iniciativa prospera. No es nada difícil imaginar (los ejemplos abundan en el pasado) que el censo pueda llegar a convertirse en un instrumento perverso, origen de nuevas y más sofisticadas discriminaciones. Estoy pensando seriamente pedirle a los padres de Julia que la lleven a Paris para aconsejar al señor Sarkozy… [fontanamoncada]
Norberto James: identidad y testimonio
La obra literaria auténtica trasciende esquemas ideológicos, modas, siempre que se escriba con la intención de presentar al ser humano frente a los zarpazos de la realidad.
Por Miguel Aníbal Perdomo © mediaIsla
I. El amigo
Contrario a lo que podría esperarse, no he redactado estas páginas con intención crítica; más bien se trata de una relectura, una evocación del poema Sobre la Marcha, de Norberto James Rawlings. Un libro que influyó bastante en mi generación literaria cuando fue publicado en 1969, y su autor tenía veinticuatro años. Por eso, glosando los Versos sencillos de José Martí, me quitaré la muceta doctor para hablar del amigo, del compañero de antiguas inquietudes utópicas, clausuradas ya. Estas reflexiones serán un descenso, no al vacío, al estilo del poema Altazor de Vicente Huidobro, sino a los desvencijados cuarteles generales de mi promoción poética. Más que crítica, mi intención es viajar hacia nuestro pasado literario reciente, para tratar de explicarme la forma en que se manifiesta el discurso o el destino poético; para descifrar esas claves ocultas que decretan la fascinación que ejerce la literatura sobre muchos de quienes nos encontramos aquí; sobre nosotros, cuya patria espiritual es la República Cervantina de las Letras.
Norberto nació en San Pedro de Macorís -tierra de poetas y peloteros- y, según sus apellidos, sus progenitores son antillanos de habla inglesa; pertenecen a aquella ola de inmigrantes que acudieron en tiempos de bonanza a laborar en la industria azucarera de nuestro país. Por origen, por nacimiento, Norberto es un genuino caribeño; pertenece a una cultura cuyas raíces son en un setenta y cinco por ciento africanas y que se distingue, entre otras cosas, por las emigraciones cíclicas, por lanzarse de vez en cuando a las aguas lustrales del mar Caribe. Hoy algunos dominicanos hijos y nietos del grupo de los padres de Norberto están completando el ciclo, zarpando hacia a las islas originales en busca de mejores fuentes de trabajo. Con ellos viajan también otros dominicanos que nada tienen que ver, al parecer, con aquellas comunidades.
No sé si el poeta agasajado esta tarde recordará cuando nos conocimos. Yo sitúo el hecho en el 1974, pero al revisar su bibliografía, me he cerciorado de que La provincia sublevada, su segundo poemario, es de 1972. Yo estuve en la puesta en circulación una tarde, en la Plazoleta de los Curas, junto a los muros de la catedral primada, y volví a casa con un ejemplar bajo el brazo. Pero la memoria es más traicionera y obstinada que el corazón, y registra el 1974 como la fecha en que conversamos por vez primera. Visitábamos a unos amigos comunes, en un apartamento pintado de verde, frente al parque Eugenio María de Hostos, a dos cuadras del mar Caribe. Norberto era ya un poeta establecido; el libro que me ocupa lo había catapultado a la vanguardia de nuestra promoción literaria. Yo que nada tengo de perezoso y, mucho menos de corto, y como es de esperarse en un poeta novel que se respete, saqué algunos versos que llevaba en la mochila, para someterlos a la consideración del joven maestro. Este les echó un vistazo, e hizo una observación de estilo, a propósito de un verbo. Sobra decir que ese rasgo de gentileza llenaría de satisfacción el ego en ascenso de cualquier poeta novato. El muchacho que yo era entonces, por supuesto, no iba a ser la excepción.
Pronto Norberto salió para Cuba, vía París, junto al también poeta Andrés L. Mateo. Cuenta la mitología del patio que nuestros bardos iban envueltos en sobretodos de color mostaza. Imagino que para burlar la vigilancia de la CIA y de la Interpol, y que lograrían todo lo contrario: en París, serían sin duda los únicos sospechosos vestidos de amarillo como el canario Tweety ("Piolín" en español) de los cartones animados.
Terminados sus estudios de filología y literatura en La Habana, Norberto regresó a nuestro país y se dedicó a la docencia universitaria. Años después, impulsado por los vientos alisios africanos, el espíritu ancestral que mueve a los caribeños, Norberto vino a los Estados Unidos, donde se recibió de doctor en filosofía y letras en la Universidad de Boston. En esta ciudad reside hoy, allí se dedica a la docencia y continúa su obra literaria. Como se ve, la existencia de Norberto ha sido un ejemplo de estudio, trabajo y escritura. A ello hay que añadir su identificació n con los mejores valores de nuestra patria. Además, el poeta Norberto es, por derecho propio, un iniciado del clan de los utópicos, quienes creyeron en la factibilidad de los paraísos terrestres; los mismos que todavía, de vez en cuando, miran hacia la esquina y, sin saberlo, por un impulso reflejo, tratan de adivinar la aparición de su mesías, con la melena encanecida, o casi calvo, entre fanfarria de balas de salva y el pavor con que huyen los desalmados de la mala conciencia. La ilusión dura sólo cinco segundos: el ruido de las torres que caen y el eco de las bombas sobre Bagdad les recuerdan que estamos, en cambio, en la era de Bush.
En contraste con la angustia que atraviesa Sobre la marcha, como una bazuka, Norberto es de temperamento afable, risueño, de chispeante y travieso humor. Y vale la pena destacar que en su juventud, junto a la condición de poeta, aunaba la de atleta de campo y pista. El más simple, aunque no menos admirable de sus talentos, es el de reunir en torno suyo amigos con los temperamentos más opuestos. Tal sucedió la postrera vez que nos vimos. Fue en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en la puesta en circulación de su libro más reciente, La urdimbre del silencio. Me sorprendió ver a su lado, en la mesa de honor, a personas que jamás se tomarían juntas una taza de café. Y allí estaban, celebrando al amigo común.
Norberto tuvo conciencia del oficio poético desde muy temprano. La frase que siempre tenía a flor de labios, como una consigna, era: "Cuiden la forma, muchachos". Su actitud resulta sorprendente en un ambiente donde predominaba una poética orientada hacia el mensaje político. En cambio, a Norberto nunca le interesaron las modas literarias francesas. El irracionalismo de teóricos como Barthes, Lacan y Kristeva le era indiferente. Fiel a sí mismo y a su buen instinto, en su poesía no hay ninguna intención libresca. Más bien aparece un intimismo sobrio, una depurada sencillez. Por tanto, la nitidez que percibimos en Sobre la marcha, no es casual. Indica una precoz seriedad frente a la escritura.
II. El poema
El sencillo poemario de James abre con un epígrafe de Pablo Neruda: "Escribo para el pueblo aunque no pueda leer mi poesía con sus ojos rurales". Dicho epígrafe podría referirse a una suerte de poética que anuncia los objetivos del texto. Asimismo, podría decirse que, por una parte, se acude a la frescura juvenil de los Veinte poemas de amor del poeta chileno y por otra, al énfasis político, épico, de su Canto general. Pero el concepto de sufrimiento metafísico, inherente a la condición humana y su contraparte, la esperanza o la solidaridad, recuerdan a César Vallejo o a Jacques Viau Renaud, el joven poeta haitiano, muerto a los veinticuatro años, en 1965, combatiendo las fuerzas invasoras estadounidenses. Al aludir a estos poetas, no hablo necesariamente de influencias directas. Me refiero a simpatías, a afinidades o al espíritu de una época.
La estructura del libro es muy sencilla. Se trata de una variación (al estilo de una pieza favorita, "Para Elisa" de Beethoven, que se menciona en el poemario) de dos ideas centrales: la vida es una marcha difícil para el desposeído, un vía crucis angustioso. A esto se oponen la esperanza, la lucha y la solidaridad, que generan un juego de oposiciones, una antítesis de carácter dramático, a lo que contribuyen los cambios del punto de vista, configurando un sujeto lírico dinámico. El poema abre con un nosotros mayestático:
Sobre la marcha vamos construyendo el canto articulando lentamente los pesados peldaños de nuestra sangre. (en cada caída que acontece hay un imperceptible pero seguro ascenso Sobre la marcha).
Las alusiones de cualquier tipo escasean en el libro; apenas si se nombra a una elusiva mujer llamada Maggy. Las referencias espaciales específicas son el barrio y un ambiente de batey en "tiempo muerto". Más concreta es la alusión a Riverside, Nueva York, quizás para destacar la lejanía de la mujer ausente. Luego el poemario transita hacia el yo lírico que, a su vez, alude con cierto pudor a una historia de amor, como si el sujeto se sintiera culpable por desviarse un instante hacia lo personal, en medio de la misión transcendental que supone la denuncia de un estado de cosas intolerable. Por tal razón, la voz poemática parece justificarse:
No es culpa nuestra -Maggy- que los niños ignoren la casi inexplicable ternura de la flor . . . Porque la verdad Maggy no es sólo la tristeza nuestro signo (XIII).
A mí entender, es en esos instantes, en que los sentimientos personales se unen a la sensación de tristeza y sufrimiento colectivos, cuando Sobre la marcha consigue sus mejores notas:
Tú que vienes de lejos con los pasos elásticos y traes viejas humedades en los ojos. Tú que llevas la boca untada de cantos en la vestimenta polvo de caminos dime antes que nada ¿qué de la alegría? Detente y responde... Mi estancia es solo sombras como las que ajaron tu blusa y tu cuerpo y cambiaron tu ruta (Retorno inesperado).
El vocabulario de este poema es muy sencillo, casi coloquial. El texto comienza con versos de arte mayor, para quebrar el ritmo en versos breves que se reducen hasta descender a tres sílabas. Como en todo el libro, se eliminan las comas o se sustituyen por el punto y seguido, adquiriendo el poemario un tono muy propio, contenido. La segunda persona ("detente y responde"), el apóstrofe, asumen un tono dramático, trágico. Las frases "polvo de camino en la vestimenta" y "mi estancia es sólo sombras" crean un clima arquetípico, elemental, pleno de sugerencias. A los amantes los une sobre todo el mismo dolor que se vuelve cósmico, al igual que en la poesía de Vallejo. La condición humana se define por el sufrimiento y el testimonio funciona como catarsis colectiva, arma, conjuro. Ello se evidencia en el poema titulado "Canto para ahuyentar el miedo". Contrario a lo que propugnaba la teoría literaria realista de la época, para la cual el poeta es un ser común y corriente, al que se le concedía tal vez una pizca de sensibilidad más que a los otros; en los poemas de James, el poeta adquiere la categoría profética, la índole divina, que le otorgaban los griegos y los románticos.
En Sobre la marcha, la vida es un camino fatigoso, pero a través de este, se construye el futuro. Así, la palabra "peldaño" se repite en varios poemas y es símbolo de la lucha y el ascenso hacia el salto cualitativo en la Historia, que requiere sacrificios, sangre humana, como los antiguos dioses aztecas. El sujeto lírico es consciente de que, al intentar trascender hacia la luz, con alas pegadas con cera, puede caer y extinguirse "el vivo símbolo" que es ("Poema 4"). El poeta, el desterrado de la sociedad injusta que describe, ha recobrado su función en el mundo: anunciar los edenes terrestres, con voz terrible que denuncia, acusa, como un profeta laico, un Jeremías profano que anuncia el advenimiento de un tiempo de justicia. Los versos, en general, tienen resonancias de versículo bíblico, a lo que contribuyen palabras como "heredad", "sal", "lámparas", "simiente", "luz" No en vano, el grupo de inmigrantes del que procede James practica sobre todo el protestantismo y está muy compenetrado con la Biblia.
Al final, los vencidos de hoy terminarán victoriosos, impulsados por la solidaridad y el amor, que es "suma de fraternidades / ondeantes / como una bandera posible del hombre". En el último poema del libro, "Los inmigrantes" , aparecen claves que nos permiten develar algunos ocultos significados de Sobre la marcha. Por ejemplo, se acude a la enumeración, recurso que estaba ya en la Biblia, antes de que Neruda entonara su Canto general. Basta recordar la enunciación de las diferentes genealogías que aparecen en el Antiguo Testamento. En La Ilíada resuenan también cuando Homero tipifica a cada guerrero. En el caso del libro de James, la invocación surge en el momento en que la voz lírica desciende a las raíces de la socio-etnia con la que se identifica: los inmigrantes antillanos de lengua perezosa "para hilvanar los sonidos de nuestro idioma". Sobre la marcha es un reflejo de su lucha:
Óyeme viejo Willy cochero Fiel enamorado de la masonería. Óyeme tú George Jones Ciclista infatigable. John Thomas predicador. Whisnton Broodie maestro. Prudy Ferdinand trompetista (Los inmigrantes).
En seguida el sujeto lírico se lanza a reclamar la pertenencia de esos inmigrantes a la patria dominicana y de paso, comprendemos las causas de cierta reticencia en los poemas: la lucha con el grave y sonoro castellano. El dominio que el sujeto-autor ha logrado sobre nuestra lengua -quizás su segunda- es también consecución de aquel grupo humano; lo cual les otorga el derecho a pertenecer a la cultura nacional, que folklóricos "guloyas", peloteros y humildes trabajadores han enriquecido.
La relectura del primer libro de James me ha puesto a reflexionar sobre el misterioso universo que llamamos literatura, con sus leyes propias y los objetos que lo pueblan; que oscilan de la multiplicidad de planos y alusiones de un poema como la Tierra baldía de T. S. Eliot, a la complejidad de la enigmática novela Finnegan's Wake de James Joyce. Por otro lado, surge la sencillez primaria de un texto como Sobre la marcha. Y en las noches oscuras del alma, cuando el escepticismo nos sacude con ganchos de izquierda, y uno se pregunta para qué sirve la literatura, en cuanto a cambiar el mundo se refiere, llegará siempre a la memoria la antigua respuesta ofrecida por Jean-Paul Sartre, décadas atrás, en su obra Para qué sirve la literatura. Según el filósofo francés, sirve tan solo para testimoniar la condición humana con sus alegrías y desalientos.
El poemario de James demuestra que la obra literaria auténtica trasciende esquemas ideológicos, modas, siempre que se escriba con la intención de presentar al ser humano frente a los zarpazos de la realidad que, según la física astronómica, es una película en cuatro dimensiones que no podemos aprehender. Al final, tras la vuelta de los días polvorientos, Sobre la marcha es la encarnación más elocuente de una época en la literatura dominicana; de una poética que guió en gran parte a mi promoción, demostrando -como afirmó Pedro Henríquez Ureña en sus Seis ensayos en busca de nuestra expresión- que toda obra artística trabajada hondamente reflejará "la esencia del espíritu que la poseyó y el sabor de la tierra de la que se ha nutrido". Sobre la marcha documenta una síntesis poético-lingüística, la búsqueda de identidad, el proceso de integración de una etnia a la cultura nacional. [Miguel Aníbal Perdomo, escritor dominicano, reside en NY]
Los sueños y las pesadillas del Sr. Herzog
El director alemán Werner Herzog habla con vehemencia de los dogmas que marcaron su vida y obra: la lucha contra el destino, la convivencia con el mal y la perseverancia de los sueños. El realizador de "Aguirre, la ira de Dios" acaba de publicar un libro sobre la filmación de una de sus películas emblemáticas, "Fitzcarraldo" . Aquí habla de ese filme mítico, de sus temores y de sus preferencias y rechazos. Polémico, como siempre.
Por Andrés Hax © CLARIN
Existe un santo remedio para la cura –de forma instantánea– de los males de cineastas, poetas, novelistas, pintores que están trabados, a los que no les sale su gran trabajo porque no tienen: a. suficiente dinero; b. suficiente tiempo; c. suficientes recursos; d. suficiente disciplina; e. otro. Si usted cumple con este perfil váyase hasta su videoclub y alquile El peso de los sueños, un documental de Les Blank, estrenado en 1982, sobre el rodaje de la película Fitzcarraldo de Werner Herzog. Si sus recursos lo permiten, agréguele a esta dosis, la lectura de Herzog on Herzog, una entrevista de trescientas páginas realizada por Paul Cronin y publicada por la editorial inglesa Faber & Faber en 2002. Cuando vea la tenacidad del director alemán y la voluntad con la que persigue sus metas; cuando lo vean triunfar en cumplir su sueño de filmar una película imposible, sus problemas –estimado lector-artista– tomarán otra dimensión. Tendrá que sincerarse y reconocer que si no está escribiendo la novela, terminando la película, pintando los cuadros o componiendo la sinfonía de su vida, es porque no sienta el traste para hacerlo. La gran lección de la vida artística de Werner Herzog es que si hay algo que querés hacer, hacelo. Punto final.Ahora, se agrega un capítulo más a la rica y prolífica producción de Herzog, un libro que reúne los diarios (suerte de Moleskines escritos en letra microscópica) que llevó durante la ardua y quijotesca filmación de una de sus mejores películas. Fitzcarraldo. Conquista de lo inútil ya se ha publicado en alemán y hay traducciones pendientes en inglés e italiano y varios otros idiomas. El título viene de un diálogo de la película que consagró al demente y brillante actor Klaus Kinski. En un brindis, un personaje, Don Araujo, declama: "¡Por Fitzcarraldo, el conquistador de lo inútil!" El libro de Herzog podría incluirse en un pequeño estante que contendría, entre otros, Apuntes sobre la filmación de Apocalypse Now, de Eleanor Coppola, El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, La cuarentena de J.M.G. Le Clézio, Fordlandia, del argentino Eduardo Sguiglia, y una buena biografía de la travesía africana de Rimbaud. Es que Conquista de lo inútil es un libro de la selva, del hombre occidental en el continente oscuro; el antihéroe que va a la jungla para arrancarle algo por su propia gloria, pero que termina transformado (y desquiciado) por ella. La historia de la filmación de Fitzcarraldo es meta ficción pura: Herzog es Fitzcarraldo y Fitzcarraldo es Herzog. Y la locura de Fitzcarraldo –su idea descabellada de cruzar un barco por una montaña de un río a otro para montar un teatro de ópera en la mitad de la selva– fue la mismísima de Herzog. Pero lo imposible se logró y quedó una gran película y la leyenda de su realización. Hablamos por teléfono con el director trotamundos, napoleónico en sus ambiciones y parco en sus explicaciones. Estaba en un hotel en Londres de rumbo a Perú, o venía desde Perú, o se iba a Africa, o volvía a Bavaria...—En la película "Mi peor enemigo" (1999) sobre su relación con Klaus Kinski aparece uno de los cuadernos que fueron la base para este libro. Y allí le comenta a Claudia Cardinale que ni siquiera se animaba a leerlos. ¿Qué cambió?—Contenían muchas cosas que me alivió que estuvieran guardadas como escritos. Pero nunca me atreví a mirarlos hasta hace más o menos diez años. Intenté descifrar una o dos páginas pero después frené, porque me daba demasiado miedo. Hace dos años, volví a abrirlos y me pareció que había algo extraordinario en los textos y supe que sobrevivirían todas mis películas—¿Por qué?—Porque escribo mejor de lo que filmo. Porque hay más sustancia en estos escritos que en todas mis películas juntas.—¿Cómo es eso de que leerlos le causaba miedo?—Bueno... Me confrontaba con todo el tumulto y la confusión. No quiero mirarme a mí mismo. No quiero verme de muy cerca. No sé muy bien, es como una cautela instintiva que siento. —¿Siente algo de remordimiento de no haberse dedicado más a escribir?—No, no tengo ningún tipo de preocupación acerca de mí mismo o mi trabajo. —Usted escribe sus guiones en muy pocos días, pero las filmaciones, a veces, le llevan años. ¿Qué dice esto sobre las diferencias entre las dos disciplinas?—No dice nada. Es la naturaleza de cada medio. Cuando hacés una película tenés logística, tenés temas de financiamiento, tenés temas de organización con los actores...Es natural todo eso y nunca me ha traído problemas. Tampoco he tenido problemas con el hecho de que el papel tiene más paciencia que el celuloide.—¿Kinski estaba celoso de sus diarios? —Sí. La que se dio cuenta de eso fue Claudia Cardinale. A Kinski le molestaba no saber lo que escribía; pensaba que tal vez estaba escribiendo sobre él. Aunque tengo que decir que el texto no es una descripción del proceso de filmar. Es completamente independiente de eso. Es como un sueño afiebrado en la jungla. Es poesía. No es un diario sobre un rodaje. No es una memoria. Es poesía.Uno de los encantos de Conquista de lo inútil es percatarse de la minucia de la vida de Herzog: por ejemplo, ¡que en San Francisco fue a ver una película de Porcel y Olmedo! También, está repleta de observaciones asombrosas, como la descripción de un chofer en Iquitos: "Lo llamativo en ese auto era el hecho que no tenía volante; el chofer manejaba con una gran pinza, una llave francesa, y lo hacía bien".—Menciona en el libro que Mario Vargas Llosa quiso participar en la película. —El estaba interesado en el cuento de Fitzcarraldo y hablábamos mucho sobre eso. Tenía ganas de participar en el guión, pero eso se descartó rápidamente porque estaba trabajando muy intensamente en un libro que tenía una fecha de entrega pendiente. Era más un gesto de amistad. Entonces terminé escribiéndola solo, pero estoy contento de que resultara así. —Cuenta cómo se hizo un tatuaje de "la muerte cantando". ¿Ese es un símbolo importante para usted?—No. Como describo en el libro, fue algo totalmente espontáneo. Fue con Paul Getty, el heredero estadounidense que fue raptado por la mafia (quienes le cortaron una oreja durante el secuestro). Yo soy amigo de la melliza de su esposa. Simplemente estábamos todos juntos un día charlando y él me dijo que se iba a hacer un tatuaje. Yo me fui con él por acompañarlo nomás, por curiosidad de ver cómo se hacía un tatuaje. Y allí, sin pensarlo, armé un dibujo de la muerte cantando; es un esqueleto vestido con un esmoquin, cantando con un micrófono antiguo. Pero no tiene relevancia. Y me lo hice mucho, mucho antes de que se pusieran de moda los tatuajes. —En el documental Grizzly Man (2005) usted declara: "Yo creo que el denominador común del universo no es armonía pero sí el caos, la hostilidad y la matanza". ¿Cómo sigue adelante cuando tiene una fe tan desoladora sobre la realidad?—No es una mirada desolada del mundo. Estoy hablando del universo. Si miras al universo de una manera no sentimental, no romántica, no Walt Disney, inmediatamente te darás cuenta de que el denominador común es la hostilidad en vez de la amistad sentimental. Lo ves muy claramente en Conquista de lo inútil. La mirada sobre la naturaleza, la manera en que yo veo las cosas que me rodean, es totalmente no romántica. —¿Pero usted ha sido acusado de continuar la tradición alemana romántica en su cine?—Mire, esto no es problema mío. Es un problema de los críticos. Y dado que en muchos países, cuando piensan en la cultura alemana inmediatamente piensan en el romanticismo –porque es una de las pocas cosas que conocen–, de golpe intentan conectarme con eso. Pero mis afinidades no pasan por la literatura o cultura romántica; vengo de una tradición mucho más temprana, como la de los poetas barrocos. Amo la poesía de los Eddas, la tradición de Islandia de hace más de mil años.—¿Piensa que el cine durará por todo el tiempo que durará la civilización humana? —No lo sé. Pero diría que el cine es más vulnerable que la palabra hablada o la palabra escrita porque la película puede desintegrarse mucho más rápido que los libros. La vida técnica de una película es mucho más corta que la vida técnica de un libro. Cuando leemos literatura de hace cien años, por ejemplo, lo vemos con ojos diferentes, lo absorbemos con un espíritu diferente; y se rejuvenece por nuestra mirada. —¿Hay un puñado de libros que le han acompañado e inspirado a través de su vida?—Sí, por supuesto. Más que nada la poesía. El poeta alemán (Friedrich) Hölderlin. El es quien llegó a los límites más extremos de mi lengua. Y, por supuesto, se volvió loco. E1 estaba luchando con mantener el idioma intacto mientras traspasaba los límites de la lengua. Es un poeta muy, muy fascinante. O por ejemplo, los Eddas. Y después, para consolarme, cuando las cosas se ponen difícil de verdad, leo Las segundas guerras púnicas, de Livy, sobre Hannibal y Fabius Maximus. Pero eso es para el consuelo. —Acá en Buenos Aires hay miles y miles de alumnos de cine. ¿Que les puede decir a ellos para alentarlos o guiarlos?—En principio no estoy obligado a decirles nada. Ellos tienen que buscar su propio camino. Pero, en general, diría que tienes que confiar en tu propia visión y no tener miedo de seguir tus sueños. Al mismo tiempo, siempre me gustaría alentarlos. Y una de las películas alentadoras que hice hace poco tiempo fue Encuentros al fin del mundo (2007), que fue filmada en la Antártida. Digo que es alentadora porque es una película que fue hecha por dos hombres. Un director de fotografía y yo. Hoy se puede hacer una película con sólo dos personas. Entonces digo, no tengas miedo al aparataje. Se pueden hacer cosas buenas con un equipo reducido. —¿Siente que sigue siendo la misma persona que comenzó a filmar a los 19 años?—Para empezar ya no me atormentan las dudas. Me siento muy confiado en mí mismo. Y tengo el mismo fuego dentro de mí. Siempre estoy explorando cosas nuevas. Nunca me quedo quieto. No me repito. —¿Quedan grandes relatos por contar? ¿El mundo es menos misterioso ahora que cuando filmaba Fitzcarraldo y sólo había un télex a 300 kilómetros del lugar de rodaje para comunicarse con "el mundo"?—No, para nada. Tienes que ver algunas de mis últimas películas como Grizzly Man que es posiblemente una de las mejores películas mías. O Encuentros al fin del mundo en la Antártida: es un continente absolutamente nuevo. Hice esta película con Nicolas Cage en Nueva Orleans. Acabo de filmar, antes de la Navidad, una película en el sur de Etiopía que ya entregué. Y la semana pasada estuve en Perú para filmar una secuencia de una nueva película titulada My son, My son, What have yee done? —Esto es una pregunta un poco fuera de lugar, pero ¿usted piensa que una persona puede llegar a cambiar su vida? ¿De descubrir tarde en su vida un talento o una fuerza de voluntad que no existía antes? ¿O el destino de uno ya está marcado desde el comienzo?—No me hagas preguntas que han torturado a la humanidad por miles de años. Yo tomé mi destino en mis propias manos. Hay que reconocer que ocurren accidentes y coincidencias que nadie espera. Pero no te puedo contestar una pregunta así en dos minutos y hablando por teléfono. —Bueno, entonces le pregunto: ¿su poder de voluntad es innato o es algo que trabaja conscientemente? —Tienes que tener mucho cuidado con ese tipo de pregunta. Me suena rara. Yo soy una persona que tiene una visión clara y que sigue esa visión. Yo soy un esclavo de mi mirada y yo he aceptado el destino de seguir mi vocación. Es más perseverancia que fuerza de voluntad. Hay una forma linda de decirlo en castellano, en un proverbio: "La perseverancia es don de los dioses." A la distancia, suponemos que Herzog empieza a perder la paciencia. Enemigo de la introspección, da cuenta de que la entrevista llega a su fin. Pero es, ante todo, un caballero y no corta el teléfono hasta que este cronista se queda conforme. —Ya lo dejo en paz. Pero ya que estoy en Argentina no puedo dejar de preguntarle: sé que era jugador de fútbol y que fue importante para usted en su juventud. ¿Lo sigue siendo?—En realidad yo quería ser el campeón del mundo de salto en esquí. Pero los deportes, y entender el espacio y la orientación de uno mismo dentro de un espacio es algo que es muy importante para entender como cineasta. Pero en cuanto al fútbol me encanta el juego mismo. Y ustedes están bendecidos como argentinos en tener el mejor jugador del mundo de los últimos tres o cuatro años, que es Messi. —¿Ve fútbol por televisión?—Sí, veo al pequeño Lionel. Es simplemente un milagro. —¿Obtiene placer estético en mirarlo?—No. Es simplemente una gran alegría ver a alguien con una comprensión tan completa del juego. Con tanta velocidad y tanta habilidad. Es un gran, gran placer verlo jugar. —Bueno, mil gracias.De nada. Ojalá pudiera estar en la Patagonia ahora, o en algún lugar de la Argentina, y simplemente descansar por cuatro semanas...Por favor dale saludos a mi amada Argentina.
Herzog Básico
Autodidacto y aventurero, el cineasta y escritor filmó su primera película con una cámara robada. Luego, filmar y viajar se convirtieron en parte de la misma tarea. "Quien quiera hacer cine –afirmó– tiene que ser un atleta porque el cine no proviene del pensamiento académico abstracto sino de tus rodillas y tus pies". De hecho, Herzog confiesa que no enseñaría cine pero, si lo hiciera, pediría a sus alumnos que caminen los 5.000 kilómetros que separan Madrid de Kiev para saber si están preparados. Pero en "La salvaje y azul lejanía" (2005) fue aún más lejos en sus movimientos: introdujo una cámara en el fondo del mar antártico para representar un mundo fantástico y helado habitado por criaturas maravillosas e inverosímiles. En 2009 salió en castellano "Conquista de lo inútil", un diario de filmación que escribió mientras hacía "Fitzcarraldo" , con la que ganó el premio a mejor director en el festival de Cannes.
Filmografía esencial de Werner Herzog
1970 También los enanos empezaron pequeños (1970); Fata Morgana (1970); Aguirre, la ira de Dios (1972); El enigma de Gaspar Hauser (1974) Corazón de Cristal (1976); Stroszek (1977); Nosferatu, fantasma de la noche (1979); Fitzcarraldo (1982); La salvaje y azul lejanía (2005); Grizzly Man (2005); Rescate al Amanecer (2006) y Encuentros en el fin del mundo (2007). Estos titulos se consiguen en vhs o dvd en New Planet (www.newplanetfilms. com.ar), La mirage (www.lamiragevideo. com.ar), Liberarte (www.fundacionlibera rte.com.ar) y Gatopardo (tel. 4300-5139), entre otros videoclubes. [giecoleon]~
Puertas y ventanas
César Sánchez Beras en Contigo al atardecer
Este sábado en Contigo al Atardecer presentaré una interesante entrevista al escritor César Sánchez Beras, Doctor en Derecho. Actualmente profesor de español y literatura en Lawrence High School, Massachussets. Ganador de Primer Lugar Concurso de Décima 1991. Premio Anual de Poesía 2004. Premio Anual de Literatura Infantil 2004 y dos Premios como Maestro del año, 2001 y 2004 en los Estados Unidos...vamos a conocerle con bellísimas canciones y en el Momento Clásico la Primavera de Antonio Vivaldi. 106.9 FM. Santo Domingo 102.7 FM Interior del país www.hifa.com. do (En cualquier lugar) Sábados 4:00 a 5:00 PM. Minerva Hernández
Peralta Romero gana Barco de Vapor 2008
Santo Domingo, RD.- Rafael Peralta Romero fue declarado ganador del premio El Barco de Vapor de novela infantil, patrocinado por la Fundación SM y que tiene una dotación de 200 mil pesos. La obra ganadora es De cómo Uto Pía encontró a Tarzán, que cuenta la historia de un adolescente que salió de su pueblo a encontrarse con Tarzán, el famoso personaje creado por Edgar Rice Burroughs, a quien encontró en una residencia para ancianos. El libro de Peralta fue escogido entre 52 que participaron en el certamen, de las cuales quedaron como finalistas: Los invisibles y los terrenales de Patricia Acra, y Los cazadores de nubes de Ramón Gil. Los señores Eduardo Guerra, gerente general, y Luis Miguel Aguas, director editorial de la editorial SM, entregaron a Peralta la estatuilla correspondiente en un acto realizado en la quinta Dominicana, de la zona colonial de Santo Domingo.
La marquesa de George Sand
Incluimos el cuento clásico de la semana, seleccionado por Luis López Nieves: La marquesa, por la autora francesa George Sand [seudónimo de Armandine-Aurore- Lucile Dupin, 1804-1876]. Pulse sobre el título para leer el cuento en CiudadSeva.com.
La palabra satanizada
Para ver La Palabra satanizada en la última entrega de Imaginería, pulsa en Imaginería bruja y se abre la Belleza.- Leo Castillo
Las religiones de la India
Introducción general al pensamiento indio. La relación filosófica de lo uno y lo múltiple. El dualismo y el monismo. El dualismo ético y somático. Los pueblos indoeuropeos. La India primitiva. Los períodos históricos y la literatura védica (Vedas, Upanisad, brahamanas). El concepto de arte hindú, la escultura religiosa y la arquitectura sagrada. El hinduismo en la literatura de occidente (Hermann Hesse, Mircea Eliade). Profesor Sergio Fuster. Los martes de 14:30 a 16 hs. / Comienza el 7 de abril. Arancel $120 por mes / Duración 8 clases (abril-mayo) . ESPACIO Y: Lugar Cultural. Mansilla 2982, PB – C1425BPJ Tel/Fax: 4962-9402. espacioylc@yahoo. com.ar
Concurso de microcuento
Bogotá, Col.- Telmex, el programa Conventillo de Paso y Libros y Letras convocan al I Concurso de microcuento. Podrán participar todos los escritores en español y portugués, enviando un cuento cuya extensión máxima sean 200 palabras, con tema libre. El escritor ganador recibirá $500.000 pesos en libros. Los escritos pueden enviarse a librosyletras@ yahoo.com Los jurados serán Natalia Consuegra, Gabriel Pabón y Jorge Aristizábal. Plazo de entrega el 10 de Mayo de 2009.
Borges y el cine: Una influencia mutua
Este curso se propone indagar todas las facetas de la extensa relación de Jorge Luís Borges con el cine. Se verá a Borges como espectador, crítico y guionista. También las películas que se basaron en obras suyas: las que lo citan textualmente; y las que se inspiraron, de manera directa o indirecta, en sus ideas. Se trabajará con textos de Borges y se verán fragmentos de películas relacionadas con los diferentes temas a abordarse. Profesor Guillermo Fernández. Lunes 19 a 21 hs.- Comienza el 6 de abril - Arancel: $160 – Duración: 6 clases. ESPACIO Y: Lugar Cultural. Mansilla 2982, PB – C1425BPJ Tel/Fax: 4962-9402. espacioylc@yahoo. com.ar
La mujer en cuestión
Estimados colegas, como muchos de ustedes han trabajado en sus cursos con La mujer en cuestión y esta novela estaba agotada desde hace tiempo, quiero informarles que el 1º de junio próximo estará en librerías. La mujer en cuestión. María Teresa Andruetto. DeBolsillo. Random House-Mondadori. Buenos Aires, 2009. Esto por si están organizando sus programas de cátedra, y les interesa. Saludos afectuosos, María Teresa
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Están invitados a visitarla, leerla y recomendarla en ttp://espanol. geocities. com/gabilopezdzu r/IndiceSequoyah .html y http://espanol. geocities. com/gabilopezdzu r/sequoyah11. html

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