lunes, 26 de marzo de 2012

LA PROFECIA AUTOFALLIDA, UN ANALISIS AL PLD Y CUANDO YA NO CREEN EN SU PROPIO MITO EMPIEZAN A PREOCUPARSE PORQUE SE LES ACABA EL TIEMPO.

SANTO DOMINGO, D.N,
REPUBLICA DOMINICANA

Monday 26 march 2012


La profecía autofallida

Por Fabricio Gómez Mazara

La mitología greco-romana cuenta que Pigmalión era un escultor al que no le gustaban las mujeres por considerarlas imperfectas y pasibles de muchas críticas. Por tal razón, decidió no casarse y pasar el resto de su vida sin pareja.

Al no soportar la soledad, el artista esculpió una estatua de marfil, a la que llamó Galatea, tan bella y perfecta como ninguna mujer jamás podría serlo. La obsesión por su creación llegó a tal punto que trataba a la estatua como si fuera una mujer real, como si estuviera viva.

El mito sucede cuando, por intermediación de Afrodita, la escultura cobra vida luego que Pigmalión suplicara a los dioses del mundo helénico que le dieran por esposa a una doncella parecida a su virgen de marfil. Un beso convierte en humana a Galatea y hace feliz al solitario escultor.

El sociólogo norteamericano Robert K. Merton tomó como ejemplo este mito para elaborar un concepto en las ciencias sociales conocido como: Efecto Pigmalión o Profecía Auto-cumplida. Según Merton[1], la profecía que se auto-realiza consiste en: “Elaborar una definición falsa de la situación, para despertar un nuevo comportamiento que logre que el falso escenario original se torne verdadero".

El concepto de la profecía que se auto-realiza o auto-cumple deriva del Teorema de Thomas[2], que dice: “Si una situación es definida como real, es real en sus consecuencias”. (“If men define situations as real, they are real in their consequences”).

Es decir, la gente no reacciona sólo de acuerdo a las situaciones, sino también conforme a su percepción de tales situaciones, y al significado que concede a las mismas. Cuando las personas se convencen a sí mismas de que una situación tiene cierto significado, y al margen de que lo tenga o no, adecuarán su conducta a esa percepción con consecuencias en el mundo real.

De esta premisa parte la arriesgada estrategia electoral del candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). El profundo desgaste de la administración de Leonel Fernández y la imposibilidad de mantener a su partido en el poder ejecutivo lo ha llevado a jugar un juego bastante peligroso para la sostenibilidad del sistema democrático dominicano.

El gobierno del PLD pretende realizar un fraude electoral con el objetivo de perpetuarse en el poder. Para lograrlo, requiere de una ambientación mediática que vaya condicionando a la opinión pública con varias semanas de anticipación al certamen electoral.

Los estrategas gubernamentales entienden que, una vez cometido el hecho, la profecía se habrá auto-cumplido y la falsa premisa sobre el posicionamiento electoral de su candidato habrá generado un nuevo comportamiento que lo “tornará” en verdadero.

La mesa en que pretenden montar la estrategia tiene tres patas: La Junta Central Electoral (JCE), las encuestas y los medios.

En la JCE tratarán de realizar una alteración digital de los resultados re-direccionando y cambiando las actas que provienen de los colegios electorales vía los escáneres. Sin embargo, con la nueva configuración de la Gerencia de Cómputos conseguir el objetivo planteado se hará muy difícil, ya que habrán muchos ojos vigilando el proceso.

La lluvia de encuestas publicadas para cambiar la percepción de la ciudadanía parece no estar rindiendo los frutos esperados. Los múltiples sondeos aleatorios que los medios realizan diariamente muestran que la mayoría de los consultados asegura que votará por Hipólito Mejía. El respaldo expresado al candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) es abrumador.

Productores de radio y televisión admiten haber recibido presiones del gobierno para que se abstengan de realizar sondeos sobre preferencias electorales. Los amenazan con retirar la publicidad oficial e influir sobre los patrocinadores privados para que no coloquen anuncios en sus programas.

En las últimas semanas, la adhesión de importantes líderes y dirigentes provenientes de otros partidos, así como la evidencia de corrupción en la actual administración han otorgado un nuevo empuje a la candidatura presidencial perredeísta. La gente percibe que sólo uno de los aspirantes a la presidencia está sumando nuevos adeptos.

La avasallante presencia en los medios del presidente Fernández ha solapado al candidato oficialista. El debate político es entre presidentes. La comparación de las administraciones del PRD y el PLD ha puesto en un segundo plano a Danilo Medina. Algo que el propio candidato peledeísta admite cuando recuerda a Hipólito Mejía que es él quien encabeza la boleta del partido morado.

A pesar del desbordante gasto en propaganda, los estrategas del PLD no han logrado sembrar en la percepción de la gente el Efecto Pigmalión. A menos de dos meses de las elecciones el objetivo estratégico parece difícil de alcanzar. La coyuntura política se ha tornado adversa para los intereses del candidato oficialista debido al desgaste del gobierno y al solapamiento mediático a que este es sometido.

El empuje de la candidata vice-presidencial parece haber llegado a su tope. Ahora, anuncian la incorporación del presidente Fernández a la campaña dando la sensación de que el candidato oficial no puede caminar sólo y necesita que el “líder y guía” le sirva de muleta.

Esta muestra de debilidad atenta contra la estrategia de la profecía auto-cumplida. Con esta acción, la gente percibirá lo contrario a lo que profesan los voceros oficialistas. Si Danilo Medina estuviera encabezando las preferencias electorales, no sería necesario que Leonel Fernández entrara en la campaña. ¿O será que está ocurriendo lo contrario?

Al igual que Pigmalión, Danilo Medina está obsesionado por hacer realidad su sueño: llegar a la presidencia. Le suplica al líder del PLD que lo ayude e intervenga en la contienda electoral. Pero, Leonel Fernández no es un Dios ni está obligado a serlo. Es simplemente un político que priorizará por sus propios intereses y el 2016 no parece muy lejos.

Por tal razón, la profecía no se cumplirá. Y si algún beso existirá en esta historia no será como el que trajo a Galatea a la vida, sino como el que diera siglos más tarde uno de los apóstoles a Jesús de Nazaret.

Y, el 21 de mayo, la realidad les hará recordar al maestro que desde el gobierno tanto han calumniado.

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