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ENILDO E RODRIGUEZ NUNEZ MBA PhDP
COORDINACION INTERNACIONAL DE COMUNICACIONES EN REDES E INFORMATICA
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Una colaboracion de Yahoo Finanzas
Por Javier Taeno
El siglo XXI pasará probablemente a la historia como el momento en el que China se alzó como primera potencia mundial. Frente a la hegemonía de Estados Unidos, que nació y se consolidó el siglo pasado, el gigante asiático se erige como principal potencia económica y comercial a una velocidad vertiginosa empujado, paradójicamente, por la pandemia de la covid-19 que se originó en su territorio.
A la economía china la crisis del coronavirus parece no haberle sentado tan mal. A pesar del fuerte impacto inicial y el cierre total de ciudades como Wuhan en enero de 2020, el epicentro de la pandemia, consiguió controlar el virus y se recuperó pronto en comparación con buena parte de las economías occidentales.
De hecho, es la única de las grandes economías mundiales que evitó una recesión en 2020, registrando un crecimiento del 2,3% gracias a una reacción rápida y estricta y a medidas draconianas de control a los movimientos de personas.
Su creciente influencia se deja notar a lo largo y ancho del globo, como muestra un revelador mapa publicado por The Economist (pincha sobre él para verlo al completo), donde se observa cómo en tan sólo 20 años China ha logrado situarse por delante de Estados Unidos como uno de los principales socios comerciales de la mayoría de los países del mundo, tanto de naciones desarrolladas como en desarrollo.
Los productos chinos han adelantado a los estadounidenses en prácticamente todo el continente africano y en la mayoría de países sudamericanos, así como en las economías emergentes como Rusia o India, pero también en buena parte de economías desarrolladas, como Australia o Japón, y en países europeos como Alemania, Noruega, Suecia o España.
A principios de siglo la participación china en el comercio internacional no superaba el 25% mientras que hoy acapara casi las tres cuartas partes del comercio bruto global.
La pandemia ha inclinado definitivamente la balanza a favor del país asiático y se estima que finalmente desbancará a la economía norteamericana a lo largo de esta década, según el Centro británico de Investigación Económica y de Negocios (CEBR, por sus siglas en inglés), que fecha el ‘sorpasso’ en 2028, cinco años antes de lo previsto.
La era de China
El auge chino lleva fraguándose durante años. Durante las dos últimas décadas, la economía del gigante asiático ha registrado una tasa de crecimiento promedio de alrededor del 9% impulsada por su desarrollo interno y una población de casi 1.500 millones de personas. A ello se une una fuerte expansión comercial e inversora por todo el mundo que no solo extiende su influencia económica, sino que también fortalece su posición geoestratégica.
Un ejemplo de su ambición es el megaproyecto de la nueva Ruta de la Seda, una red comercial entre Asia, África y Europa, del que ya forman parte más de 70 países y con potencial para cambiar el antiguo orden mundial.
La iniciativa presentada en 2013 por el presidente Xi Jinping implicaría la inversión de más de un trillón de dólares solo por Pekín hasta 2030 y contempla una ruta marítima para optimizar el flujo desde el Pacífico al Mediterráneo pasando por el Índico, así como un corredor terrestre para conectar Asia y Europa.
En la mayoría de países africanos el gigante asiático hace años que se presenta como principal prestamista e inversor en lo que los expertos ya llaman Chináfrica. La fructífera relación bidireccional pasa por proyectos de inversión en infraestructuras, tecnologías y equipamiento a cambio de ventajosos acuerdos comerciales con acceso a materias primas y recursos energéticos, así como la entrada de las empresas chinas a los mercados africanos.
Pero el flujo de inversión y financiación chino es multidireccional y ha crecido también de manera extraordinaria en América Latina, donde el comercio y las inversiones estratégicas del país asiático han traspasado la presencia estadounidense.
China es el principal socio comercial de las economías más grandes del continente americano, con la excepción de México y Canadá. Además, Pekín ha prometido inversiones en Latinoamérica por 250.000 millones de dólares y en 2017 se integró en el Banco Interamericano de Desarrollo.
A pesar de los esfuerzos de la Administración Trump, o recientemente la de Biden, que se muestra aún más dura frente al gigante asiático, el dominio comercial de China es ya una realidad que expande su influencia por todo el globo y contrarresta el menguante peso estadounidense en el mundo.
Impulsor del mayor tratado de libre comercio del planeta, el RCEP por sus siglas en inglés, solo es cuestión de tiempo que el país asiático lidere también la economía mundial. Habrá que ver si esto se traduce además en una transformación del orden mundial en el aún incipiente siglo XXI.
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